Lot, en el viejo testamento, se acostó no con una, sino con sus dos hijas, y seguramente estaba menos borracho que yo.
Un padre a pedido de su ex mujer se lleva a su casa a la hija de ambos, ya que la chica no quiere estudiar ni trabajar, por lo que la convence que trabaje de sirviente en su casa..
Cuando mi ex esposa, me llamó en lo que me pareció que estaba pasando, por un ataque de histeria, para decirme que no aguantaba más a nuestra hija.
Ya que, según mi ex, mi hija se la pasaba saliendo con sus amistades, y cuando regresaba a su casa, la mayor parte de las veces, lo hacía estando muy borracha.
Tras escucharla, no me quedó más remedio que decirle, que yo me encargaría de nuestra hija, aunque tenía varios años sin verla, y sin tener la menor idea, en lo que me iba a meter.
Mi hija, apenas llegó a mi casa, quiso hacer lo que le daba la gana, porque por lo visto, eso era lo que acostumbraba hacer con su madre, así que yo simplemente le dije, que se olvidase de todo, lo que hacía con su madre, que yo era bien distinto, y diferente.
Como la tuve que ir a recoger en casa de su madre, apenas la vi saliendo de la casa de mi ex, por su manera de vestir, pensé que se vestía como una putita, ya que cargaba no una mini falda, sino una micro faldita, que dejaba ver sin mucho esfuerzo sus transparentes bragas de color rosado, en el trayecto a casa, casi ni hablamos.
Pero al llegar a mi casa, descubrí que mi hija, ni tan siquiera a sus veinte años, había terminado sus estudios, y que, gracias a su madre, jamás había trabajado, y que no tenía la menor intención de hacerlo.
Hasta que le dije, que, si quería quedarse viviendo en mi casa, tenía que además de terminar sus estudios, también debía ponerse a trabajar, por lo menos de sirvienta.
Mi hija, lloró, pataleó, me maldijo, en fin, no hubo que no hiciera, para tratar de manipularme, pero como yo me mantuve firme. por lo que no le quedó más remedio que ceder, así que le dije que, desde ese mismo instante en adelante, trabajaría para mí, como sirvienta.
Y en cuanto a los estudios que por lo menos viera si encontraba algún curso online para que terminara sus estudios, y obtener algún diploma en algo que le permitiera ganarse la vida.
Mientras tanto como en casa sirvienta, su deber era mantener la casa, la ropa, la cocina, y los baños aseados, y bien limpios, aparte de cocinar, por lo menos para ella misma, ya que yo, debido a mis diferentes negocios, por lo general desayuno, almuerzo y cenó en la calle.
Así que a mi hija no le quedó más remedio, que el de obedecerme, pero esa noche, antes de regresar a casa, apenas había terminado de inspeccionar algunas de las obras, que construye mi compañía.
Me encontré a una pareja, de la que soy amigo desde hace años, me invitaron a cenar, yo eventualmente invité los tragos y, en fin, que cuando regresé a casa, ya tenía varias copas de más en mi cabeza.
Pero al llegar a casa, me encontré a mi hija, supuestamente limpiando la cocina, pero vestida de una manera, que de por sí, y aunque yo no quisiera, me llamaba mucho la atención.
Ya que, parecía más una puta barata, que una sirvienta, ya que tenía unos pantaloncitos super cortos, y tan apretados, que prácticamente sus bien formadas nalgas se le destacaban más aun, al igual que su coño, además que, en lugar de blusa, cargaba puesta una camiseta de lo más corta, y escotada, que, sin mucho esfuerzo, podía ver sus hermosas y bien paradas tetas.
En medio de lo borracho que estaba, no dejaba de repetirme mentalmente, a mí mismo. “Mira que es tu hija, deja de verla de esa manera.”
Pero ella, por su parte de manera sensual me dijo. “Papito lindo, que quieres que te limpie ahora.” Cualquiera, que no nos conociera, y la hubiera escuchado, pensaría de inmediato que, entre ella, y yo existía algún tipo de relación íntima, menos que realmente éramos padre e hija.
En cierto momento en que me di cuenta que la estaba desnudando con la vista, para disimular, le pregunté qué si esos pantalones cortos, ¿no le quedaban muy apretados? Y que la camiseta, por lo que yo podía ver, le quedaba bastante pequeña.
Mi hija riéndose de manera seductora, me dijo. “No papito lindo y querido, si quieres tocarlos, hazlo. Para que veas que no me quedan nada de apretados, como tu piensas.”
Y diciendo eso se colocó de espaldas a mí, y levantando sus bellas nalguitas, dejó que se las tocase, fue cuando también me di cuenta, que la condenada muchacha andaba sin pantis.
No bien había comenzado acariciar sus paradas nalgas, por encima de la tela de sus pequeños pantalones cortos, cuando, ella al mismo tiempo que se levantaba la camiseta, diciéndome. “Además, puedes ver que la camiseta tampoco me aprieta tanto, como tú crees.” Yo me quedé boquiabierto viendo sus lindas, y paradas tetas, ya que tampoco estaba usando sostén.
En ese instante en que mis dedos rozaron su piel, le dije. “Hija, yo pienso que lo mejor es que vayas a tu habitación, y te quites esos pantalones de inmediato, me parece que te trancan algo la circulación.”
A lo que ella, riéndose me respondió, con seductora voz. “Como tú quieras papito lindo, querido.” Pero de inmediato, y frente a mí se los ha comenzado a bajar con algo de dificultad, por lo que yo en mi interés de ayudarla, de inmediato colocándome de rodillas frente a ella, la ayudé a que se bajase esos pantalones tan cortos, y apretados.
No bien comenzó a quitárselos, yo la fui ayudando, y cuando ya los pantalones estuvieron en el piso, no sé cómo se me ocurrió decirle, al tiempo que tocaba con mis dedos su depilado coñito. “Vez hija, como se te ha puesto de rojo el coño.”
Mi hija se río, con mucha picardía, al tiempo que yo de manera distraída, acariciaba su coñito, hasta que de momento me dijo. “Papito, lindo, bello, y precioso, quisieras hacerme un pequeño gran favor.”
Yo no pude ni tan siquiera decirle, ni que no, ni que sí, ya que mi hija de inmediato se recostó, sobre lo que sirve de mesa para desayunar, y abriendo sus piernas me dijo, e introduciendo sus dedos dentro de su coño me dijo. “Quizás tienes razón, ¿quieres ver? ya que siento que me pica aquí.” y al tiempo que dijo eso, fue introduciendo por completo sus dedos dentro de su depilado coño.
Yo acerqué mi cara a su abierto coño, mientras seguía pensando y diciéndome a mí mismo mentalmente. “Que es tu propia hija, desgraciado.” Pero el aroma a mujer deseosa de tener sexo, que salía de entre sus piernas, me llevó a que yo, aun en contra de lo que estaba pensando, a medida que fui acercando mi cara a su coño para verlo mejor, fuera sacando mi lengua, y me pusiera como un desesperado a lamer, y mamar todo su coño, por un buen rato, hasta que ella, agarrándome por mi cabeza, comenzó a restregar mi cara, con todo, y lentes contra su sabroso coño.
Yo le pasaba la lengua por su sonrosado clítoris, le chupaba los labios de su vagina, hasta que, de momento sentí un chorro caliente que salía de su coño, y me empapaba toda la cara, al tiempo que ella disfrutaba de un tremendo orgasmo.
Ya después de eso, yo mismo me terminé de quitar toda mi ropa, aunque recuerdo con claridad que yo mismo, mentalmente seguía diciéndome estupideces, ya que no dejaba de pensar, y me decía a mí mismo una y otra vez.” Mira que es tu propia hija.”
Y no sé de dónde saqué la excusa, diciéndome nuevamente a mí mismo en mi mente. “Lot, en el del viejo testamento, se acostó no con una, sino con dos de sus hijas, y además seguramente estaba menos borracho que yo.”
Ya había dejado de pensar en tontería, y cuando mi hija, una vez que yo estuve completamente desnudo, se agachó frente a mí, y agarrando mi parada verga entre sus manos, se la llevó a la boca, para luego sabrosamente ponerse a mamar a gusto.
Así que mientras mi hija, me daba una tremenda mamada, y sostenía mi verga con una mano, con la otra, aprovechaba para ir dándose dedo, dentro de su depilado coño.
Yo no quería acabar de inmediato, así que le propuse que luego seguiríamos con lo de las mamadas, ella abrió, y separó sus piernas lo más que pudo, mientras que yo disfrutaba como un loco, penetrando su lindo y sabroso coñito, con mi parada verga.
Luego en cierto momento cambiamos de posición, y recostándome sobre el piso de la cocina mi hija agarrando mi verga, la dirigió directamente al centro de sus paradas nalgas.
Yo vi cómo se le fue deslizando dentro de su apretado y parado culito, ahora les diré que, desde ese mismo instante, cuando finalmente disfrutamos, de un tremendo, y sabroso clímax.
Mi hija, no ha querido por nada del mundo terminar sus estudios, por lo que sigue encargándose de la limpieza de la nuestra casa, por lo menos hasta nuevo aviso.
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