Lujuria.
Me deje convencer de un tipo casado… ahora solo quiero me penetre todo el día..
Me deje convencer de un tipo casado… ahora solo quiero me penetre todo el día.
Todo inicia con un sujeto que me es indiferente. Nos conocimos en una noche casual de música y cerveza, nos presentaron y se mostró muy amable, me trató bien desde el primer segundo en el que interactuamos.
Honestamente, solo pensé que le caía bien… esta casado, nunca me di cuenta de que le gustaba, a partir de esa noche cada vez que salía era más común encontrarlo en los espacios que habito, siempre se mantuvo como un caballero, sin embargo, uno de esos tantos días me llego un mensaje donde me decía que le gustaba que ya se cansó de perseguirme y tenía que decirlo, nos encontramos en un bar me pidió salir y nos besamos, pese a ello no fue significativo el beso, quizás por lo que nos escondíamos de quienes nos conocen.
Días después me invitó a salir, me tomó de sorpresa, sin embargo, dado que me sentí alagada, acepté salir con él. Ese día paso por mí al trabajo, salimos en su moto, la dejamos en el parqueadero y caminamos a tomar el ascensor, me tomo de la mano me indico que subiera y en cuanto las puertas se cerraron me arrincono contra la pared, me beso con ansiedad, con fuerza, con pasión me sorprendí de que no lo pude rechazar, fue tal la emoción que me excite y solo pensaba espero me toque para terminar con esta locura; sin embargo, nos separamos se abrieron las puertas y salimos, toda la noche me besaba, se pegaba a mí … No sé por qué me resultó tan excitante, tenía muchas ganas de acostarme con él; sin embargo, resistí.
En el camino para mi casa tenía la vagina ardiendo, solo podía cerrar mis piernas contra las suyas y fingir que nada pasaba, no quería darle una mala impresión, nos despedimos subí a mi cuarto me cambie, mi ropa interior estaba húmeda tenía el clítoris hinchado de tanta tensión, solo necesite tocarme 10 segundos para que mi cuerpo reaccionara al primer orgasmo, no podía entender por qué estos besos me causaron tanto calor… solo sé que lo deseaba.
Continuamos saliendo, en las noches pasaba a mi casa, se bajaba de su moto, nos besábamos y poco a poco nos teníamos más confianza. Inició a besarme, puso sus manos en mi cuello y al fingir que me soltaba, solo lo hacía para deslizar sus manos sobre mis senos. Él en esos momentos no lo sabía, pero mi zona más erógena son mis pezones, por lo que esos besos para mí eran la gloria, pues rozaba la punta del pezón y eso me enviaba corrientazos por todo mi cuerpo que finalizaban en el clítoris, sin perder más el tiempo inicio a pedirme le tocara el pene, al inicio me resistí, pero deseaba tenerlo en mis manos, quería saber que tanto le excitaba mi presencia, y lo descubrí, se sentía duro, sentía que necesitaba sacarlo de su pantalón e hincarme para aliviar la tensión, sin embargo, era la calle, salían y salían vecinos de todas parte, era imposible hacerlo.
En una de nuestras tantas salidas fuimos a cine, entramos y vimos una película, en medio de la misma toma mi mano y la frota sobre su pene, yo tenía miedo que nos descubrieran, pero al mismo tiempo me excitaba tocarlo ante tantas personas, de repente cambio mi bolso y lo puso sobre mis piernas, bajo su mano y lucho con mis muslos que no querían dejarlo entrar, comenzó a frotar mi vagina, intentando penetrar el fuerte pantalón que le impedía penetrarme con sus dedos, de esa forma repetimos una y mil veces los frotamientos, hasta que realizo una acción que me llamo la atención, tomo mi mano y con fuerza jugaba a penetrarla, me miraba a los ojos como diciéndome, eso es lo que planeo hacerte, fue muy interesante esta situación, me puso en total tensión, por qué me hacía sentir que disfrutaría locamente cuando me embistiera.
Pasaron los días y siempre que queríamos estar juntos, algo pasaba y los planes se dañaban, ya nos pensábamos dar por vencidos, él quería hacerlo en cualquier lugar y yo solo en el momento adecuado para poder disfrutar aún más… una noche Salí muy tarde del trabajo, le dije que nos viéramos comíamos y a dormir, él me dijo que claro, que pasaba por mí; sin embargo, a la altura del camino, me dijo que no aguantaba más que nos dirigíamos a un motel y que yo decidía si no dejaba que él me hiciera algo, por más que le dije que no era el momento me ignoro, por lo que decidí dejarme llevar, llegamos al motel, entramos y justo para subir nos encontramos con un ascensor, sentí que era la fantasía, justo como esa primera cita.
Entramos a la habitación y ese hombre caballeroso y paciente se desdibujó. Me quitó el saco que tenía, subió mi blusa, brasier y se tiró a mamar mis senos. Era brusco, incontrolable, me ordenó que me quitara la blusa y el brasier, bajo mis pantalones, y me dio la orden de mamarle el pene.
Yo sentía su brusquedad, pero esta me gustaba, me permitía ser sumisa y dejarle el control a él, se quitó el broche de la correa y lo demás era mi tarea, solté los botones de su pantalón, baje su bóxer, e inicie la tarea… la orden que me había dado, inicie a mamar ese pene con sevicia, con ganas de obligarlo a que llegara en mi boca, sin embargo, me saco de mi éxtasis una bofetada que me dio, ordenándome sacara la lengua, me quería azotar la boca con su pene, yo obedecí, y me volvió a cachetear, antes que disgustarme, me encanto, era la fuerza necesaria ni muy suave ni muy brusco apenas un toque para decirme que él mandaba, tomaba mi pelo y me obligaba a succionarlo con fuerza, me ahogaba, pero a él no le importaba solo quería penetrar mi boca una y otra vez, me ordeno parar, se acostó en la cama y me pidió pusiera el condón con mi boca, resulto algo difícil, por lo que él lo terminó haciendo, eso me permitió ver como tocaba su pene duró y lo preparaba para mi penetración, me pidió que me sentara sobre él, apenas sintió que estaba en mi entrada me embistió con su fuerza, tomaba mis costillas con tal fuerza que sentía dolor con su presión, pero dolía más cuando me penetraba, estaba rompiendo mi piel con cada penetración, no le podía decir que parara su cara era de éxtasis total, en un momento me dio libertad y yo inicie a moverme con más suavidad; sin embargo, en cuanto él sentía mi placer nuevamente se llenaba de fuerza y me penetraba con rudeza.
En un momento puso sus dedos en mí poca e instintivamente los succioné, quería que me sintiera por completo, él solo repetía, eres mía, eres mía, quiero que lo digas, eres mía, yo saque los dedos ensalivados y le dije soy tuya, me bajo de él nos acostamos mirándonos frente a frente subí mi pierna a la altura de su cadera e inicio a penetrarme con sus dedos, muy brusco, yo le pedía bajara la fuerza, lo hacía por segundos y volvía a hacerme daño, yo gemía entre el dolor y la pasión, quería que me penetrara, era una súplica, quería que terminara en mi espalda, él sin saberlo me pide que me ponga en cuatro y me penetra, me hala el cabello, yo me agachó lo más posible para que me penetre al fondo, lo más profundo que pueda, lo quiero sentir, me toma del cabello, me levanta mientras me penetra en cuatro y me toca los senos, esos senos que tanto lo desean que necesitan de su fuerza, que quieren succione los pezones; sin embargo, antes de llegar a ello, mi hombre llega, deja caer todo ese semen sobre la colcha, el condón se queda adentro de mí lo saca y se acuesta, queda rendido, lo miro y aún lo deseo, aunque creo que mi vagina no aguantaría más.
Días después pensaba en escribirle.
Me gustas
Me gusta tu fuerza, como me tomas del cabello, me respiras en el cuello, te pegas a mi oído y me susurras que soy tuya, que te pertenezco.
Me gusta que me ordenes, que me hinque en el piso y succione, chupe, lama, mame, tu pene, remarcando la afirmación anterior de ser tuya, pertenecerte en cuerpo y acción.
Me gusta que desees penetrar mi cuerpo herido, por miradas y comentarios lesivos, que intentaron romper mi alma, pero que con tu deseo y caricias se reconstruye.
Me gusta que conociendo que mis senos son mi parte más erógena no los beses ni acaricias, hasta que no me gane tu atención, que me hinque en el suelo, me penetres de mil formas y cuando me quiero dar por vencida me beses el alma, el cuello y los senos de tal forma que puedo durar mil horas siendo tuya.
Me gusta que desees llegar en mi boca, en mi cara, en mis senos, en mi espalda, en cada parte de mi cuerpo que desea complacerte.
Me gusta tenerte entre mis piernas, hacerte ni prisionero, hacer que desees llegar en mis entrañas como firma del pacto que tenemos.
Simplemente … Me gustas.
Espero que el próximo encuentro sea mas placentero, que pueda tener todos los orgasmos que tengo hoy, mientras describo lo que nos ha pasado.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!