Lupe 70
Llego a la cárcel..
Lupe 70
Sugiero leer los anteriores relatos.
A la mañana me asee en el único lavatorio que habia, un poco de agua y jabon en la concha, tetas y culo. Me dieron una toalla para secar, ninguno perdía detalles de mi cuerpo.
Estaba a punto de sentarme en el único inodoro que había a la vista de todos, cuando uno de los presos pidió si le permitia servirme de inodoro. Yo le adverti que quizás salía algo más que pis. El se acosto en el piso abriendo grande la boca, me ubique sobre el en cuclillas liberando mi vejiga.
Meaba directamente en su boca, el tragaba todo lo que podía. Se ve que eso lo exitaba, ya que su pija se le puso dura. Terminé de mear, empece a hacer fuerzas, salieron varios olorosos y fuertes pedos. El hombre se pajeaba oliendome, senti su lengua meterse en mi agujero buscando lo que salia.
No tardó en correrse, jadeando fuertemente. Enseguida vino otro de los presos y chupo toda la corrida de su compañero. Limpió con su lengua mi culo, me levante y vesti las ropas que me habia mandado mamá.
Habian preparado desayuno para todos, mientras desayunabamos el cabecilla del grupo me daba consejos para mi ingreso a la cárcel de mujeres, tambien me dio datos de amigos suyos que estaban en libertad.
Vinieron a buscarme, me llevaron encadenada de manos y pies en un patrullero al penal. En el ingreso al penal tuve que aguantar la humillante exploración dentro de mi concha y culo, que hizo la doctora del penal, con unos ásperos guantes de goma en su mano.
La desgraciada disfrutaba de realizar esa humillante exploración, se demoraba mucho mas de lo que hubiera sido necesario, además buscaba provocar la mayor molestia y dolor con su mano invasiva. Cuando termino de explorar mi interior, se sacó los guantes, me los puso en mi boca y comenzo con sus grandes manos a explorar todo mi cuerpo.
Me manoseaba descaradamente, apretando mucho, pellizcando por todos lados. Dejo moretones en mis tetas y en los muslos. Finalmente me permitieron vestir.
Me condujeron a la celda asignada, habia unas veinte reclusas, en una celda preparada para diez. Ni bien entré me rodearon las presas, en el centro la que era la mandamas. Con voz ruda me dijo que le llamaban Leona, era la jefa. Me ordenó arrodillar ante ella y lamer sus pies.
Yo estaba cansada de que abusen de mi, cansada de ser buena, de ser maltratada. Me acerque a ella, agarrando su cuerpo para que no se aleje, le di un rodillazo con todas mis fuerzas en la concha, luego otro y otro. Ella calló doblada al piso, me abalanse sobre ella, mis rodillas aplastando sus tetas, mis manos presionando su garganta.
Hablándole al oide le dije que así había matado a la mujer que amaba, que así habia matado de cien puñaladas a un policia. Cuando ya no podia respirar, dandose por vencida, me pidió que la suelte.
Le ayude a levantar, nos sentamos apartadas de las demás que no habían hecho nada por defenderla. Nos pusimos de acuerdo tras una larga conversación, me puse de pie en el medio de la celda. Les dije a las demás que se paren a mi alrrededor, a partir de ahora yo sería la mandamas de la celda, Leona sería mi segunda. Debian obedecer sus ordenes siempre que yo no diga otra cosa.
Dejé que Leona siga ocupando su lugar, no necesitaba enemigas. Elegi para mi un camastro alejado de ella, no sabía cuanto podía fiarme. Pregunté quien dormia antes ahí, era una mujer mayor que no me gustó. Había una reclusa de mi edad con su cabeza totalmente rapada, le llamaban Calva. La elegí como compañera de cama.
Durante el día teníamos cierta libertad de movernos libremente por el penal, así que fui con Leona y Calva a hacer un recorrido. A todas las que nos crusabamos me presentaba, queria hacerme fama de asesina implacable, incluso de policías.
Las comidas se preparaban las mismas reclusas en las celdas, así que ayude a las demás a cocinar. Ello cayó bien ya que Leona se hacía atender, yo la llame a que colabore como todas.
Durante la cena me interesé por las historias de cada una de las reclusas, conté también resumidamente mi vida. Cambié un poco lo relativo a la droga y a los asesinatos quería que corra la voz de que soy implacable.
Después de cenar algunas se pusieron a ver television, otras se acostaron a leer. Yo me quede sentada al lado de Calva, besandonos y tocandonos. Jugamos a comer unas uvas entre las dos, juntando nuestras bocas y terminabamos fundidas en un beso de lengua muy jugoso.
Nos desnudamos una a la otra, besandonos apasionadamente. Me sente en la silla mostrando mi concha mojada, le dije a Calva que tome unas uvas, con su boca las inserte en la concha. Puso unas cuantas, despues yo hacia fuerzas para expulsarlas mientras Calva metia su lengua.
Llegue al orgasmo empujando su calva cabeza contra mi concha, luego nos besamos saboreando el gusto de mi corrida. Nos fuimos a la cama donde nos dimos placer una a la otra nuevamente, esta vez haciendo un sesenta y nueve. Eso si metiendonos unos dedos por el culo también.
Como gritabamos mucho, las otras reclusas nos pedían que lo hagamos en silencio, yo les conteste que ellas tambien debian coger y gritar todo lo que quieran.
Varias se plegaron a la sugerencia, se pusieron a coger de a dos o tres. Algunas se pajeaban ellas solas. Finalmente nos dormimos abrazadas.
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Perfecta! Morbosa y excitante!