Matrimonio con niña marroquí. II parte.
Siguen las aventuras con Fátima, mi niña esposa de 11 años. .
Tras ese primer acto sexual con Fátima, mi joven y recién estrenada mujer, a la cual masturbé duramente en el sofá hasta hacerla correrse, quiero narraros la segunda vez que tuve sexo con ella y que significó mi primer orgasmo como marido.
Iba a ser mi primera relación sexual con ella, pero no la suya. Ese episodio de su vida ya se lo preguntaré en otro momento a Fátima para que me la cuente. porque me da morbo saber quién fue y que le hicieron en su primera vez o mejor dicho primeras veces en las que tuvo relaciones sexuales con un hombre. Sus padres así me lo contaron y sirvió para abaratar el precio de compra por su dote, ya que la niña no venía virgen a mis manos. Según me dijeron a la edad de 9 años Fátima había sido desvirgada y por eso en el pueblo ya tendría problemas para ser querida por algún lugareño, lo cual llevó a sus padres a valorar la idea de venderla para matrimonio, cosa que consiguieron hacer cuando yo visité el pueblo, a la edad de 11 años.
Una vez terminada esa dura masturbación en el sofá la cogí en brazos. Ella me rodeó la cintura con sus jóvenes, pero gorditas piernas pegando su coñito a mi abdomen. Apoyó su cabecita en mi hombro y me la llevé a nuestro dormitorio conyugal. Esa forma de cogerla, abriéndome las piernecitas alrededor de mi cintura, rodeando mi cuello con sus brazos y apoyando su carita contra mi pecho sería muy usual en nosotros de aquí en adelante. Así sería como la tendría cogida muchas veces en casa, somo si fuese mi niña.
A Fátima todavía le temblaban un poco las piernas a causa de la intensa masturbación a la que acababa de someterla. Cuando llegamos al dormitorio la eché sobre nuestra cama. Ella seguía con ese vestidito corto y muy escotado que le había comprado yo mismo días atrás y que formaba parte del vestuario nuevo que debería llevar en casa.
Fátima me miraba con sus grandes ojos negros desde la cama, estaba calladita y con cara de sorprendida y abrumada por lo que acababa de sentir y recibir por parte de su maduro marido. Comencé a desnudarme delante de la niña hasta quedarme completamente en cueros. Primero me quité la camisa y los zapatos dejando mi torso de hombre de casi 50 años desnudo. A continuación, desabroché mi cinturón y bajé mis pantalones hasta quedarme con los slips delante de la niña. He de confesar que me excitó mucho mostrarme desnudo delante de mi aniñada esposa, lo cual se reflejó en la tremenda erección que presentaba mi polla. Fátima miraba mi cuerpo desnudo y cruzaba su mirada con la mía y volvía a mirar mi cuerpo deteniendo su mirada en mi entrepierna.
Le dije que se sentara sobre el borde la cama y mi joven esposa lo hizo de forma obediente y rápida, su obediencia era total. Cuando estuvo sentadita sobre el borde del colchón me acerqué a ella poniendo mi polla gruesa y erecta, que seguía dentro de mis slips, muy cerca de su carita angelical. Agarré su cabecita con mis manos y empecé a atusarle el pelo y a acariciarle la carita llegando con mis manos a su barbilla y acariciando el cuello de mi niña. Acerqué su cara a mi polla y se la puse muy cerca de la boca y de su nariz. Mientras me acercaba cada vez más a su boca bajé los tirantes de su vestidito y dejé sus senos prácticamente al aire. La invité a que se subiera un poco el vestido ya de por sí corto y le pedí que mostrase sus muslitos gorditos y morenos a su recién estrenado marido. Mientras le miraba los muslos, los pies desnudos y los pechos a mi aniñada mujer, le ordené que bajase mis slips con sus dos manos. Fátima tiró de ellos hacia abajo y mi polla salió disparada hacia arriba golpeando su barbilla de forma violenta. Ese golpe duro de mi polla en sus labios y de estos a su vez con sus dientes le produjeron dolor suficiente como para oír un grito de mi niña que le provocaron su sprimeras lágrimas.
Empecé a refregarle el glande por su boca cerradita y mi líquido preseminal comenzó a humedecer sus labios. Acercaba también mi polla a sus orificios nasales y la dejaba ahí como invitándola a que percibiese el olor de mi polla, quería familiarizarla con el olor íntimo del que se había convertido en su maduro marido. No tardé en pedirle a Fátima que me abriese la boca lo cual hizo de forma obediente. Mi glande tenía restos de la tremenda excitación que había disfrutado mientras la masturbaba y seguramente cierto aroma de las veces que había ido al baño aquel día, pero una mujer no debe tener problema en saber cómo huele su macho, sobre todo cuando está tan caliente como yo estaba.
No tardé en introducir mi polla en los labios de mi niña y en comencé a follarle la boca de forma tranquila para que ella no diese arcadas y se habituase al grosor del miembro de su hombre. Le puse de nuevo la mano bajo su barbilla y le levanté la carita para que me mirase directamente a los ojos. Yo también puse mi mirada sobre la suya y aumenté la profundidad de penetración y el ritmo de esta. La verdad que siempre me ha gustado follarme la boca de mis parejas y Fátima no iba a ser una excepción.
Con una mano en su barbilla para levantarle la cara y la otra en su nuca, comencé a empujar su cabecita hacia mi cuerpo a la vez que empujaba con mi pelvis, metiendo cada vez más enérgicamente mi polla en la boca de mi guapa y aniñada esposa. Mientras la miraba y le follaba su boquita le dije que: “Así me gusta que se comporte y me atienda mi mujer, mi niña obediente, a la que su maridito va a terminar de criar hasta convertirla en mi esposa”.
Le empujé la cabeza hasta sentir como su nariz rozaba contra mi vello genital y ahí si pude ver como Fátima empezó a dar arcadas y a contraer su cuello como queriendo vomitar, lo cual hizo que comenzara a salir saliva por las comisuras de sus labios. Fátima tosía y vomitaba saliva sobre mi polla a la vez que comenzó a llorar de nuevo. Ver llorar a mi niña no hizo otra cosa que excitarme aun más y aceleré las penetraciones bucales notando como pegaba con mi glande en la garganta de la niña. Fátima tenía la barbilla chorreando saliva y flujos estomacales y la cara cada vez mas húmeda por las enormes lágrimas que iba emanando su llanto.
Apreté aún más mi verga dentro de su boca y sentí como llegaba el tan esperado primer orgasmo mío, comencé a temblar sujetando su cabeza contra mi polla y empecé a eyacular todo el semen acumulado en mis testículos, lo cual hizo que Fátima empezara ahora si a vomitar flujo intestinal, saliva y semen de forma abundante, incluso le salía por la nariz. Me encantaba sentir su vomitona caliente en mi entrepierna y sus lágrimas cayendo sobre mi vello púbico. Así estuve hasta que terminé de echar todo el semen en su boca y garganta y disfrutando el placer enorme que siente un hombre de mi edad mientras sujeta la cabeza de una niña y haciéndola llorar y casi ahogándola.
Cuando le saqué la polla de la boca tenía toda la barbilla llena de babas, las cuales caían sobre sus pechos desnudos y llegaban a sus muslos , en ese momento la agarré de su cara y la miré diciéndole que dejara de llorar y que fuese aprendiendo a ser mi esposa y que entendiese lo que significaba haberse puesto en mis manos y cual iba a ser su papel en aquella casa.
Cada día estaba más contento de haberme atrevido a viajar con mi amigo Youssef y de haberle seguido el consejo para tener una joven esposa. Era la primera vez que me corría yo con la nena pero aun seguía teniendo ganas y estaba llegando el momento de follármela por primera vez, aunque no sé si llamar a eso folladas o llamarle violaciones, pero eso será narrado en los siguientes relatos.
Mis vivencias con Fátima continuarán y espero que le sigan gustando a los lectores de esta página de relatos. Agradezco los comentarios que me han hecho llegar los lectores que me incitan a seguir narrando esta historia entre yo y mi joven esposa marroquí.
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