Me acosté, me acuesto y me seguiré acostando con mi suegra mientras que pueda.
Un hombre cuya esposa se va a ayudar a su hermana durante el proceso de parto, se queda a solas con su suegra, nunca le había prestado la menor atención hasta que la vio saliendo desnuda del baño, y esa misma noche se la cogió..
Cuando mi esposa me informó que debido a que su hermana menor iba a dar a luz, ella se había comprometido a estar con su hermana durante varias semanas, o por lo menos hasta que fuera auto suficiente.
Yo en medio de todo me alegré, ya que erróneamente supuse que mi suegra la acompañaría.
Y no es que me lleve mal con la madre de mi esposa, pero resulta que siempre trata de imponer su voluntad, en nuestra casa, razón por la que ocasionalmente discutimos.
Pero de inmediato mi esposa me sacó de mi error, recordándome que su hermana menor, no era hija de su madre, de hecho, su nacimiento fue la razón por la que sus padres, se divorciaron.
Mi esposa la dejé en el aeropuerto, pero en lugar de regresar a casa de inmediato, se me ocurrió pasar por el bar, para aparte de beberme unas cuantas cervezas, reunirme con varios de mis amigos.
Por lo que al rato se me ocurrió llamar a mi suegra y decirle que no me esperase despierta, que yo cenaría con mis amigos, lo que en parte es cierto.
Así que después de beber un sin número de cervezas, seguí para casa, a la que entré procurando hacer el menor ruido posible, por consideración a la madre de mi mujer, que estaba pasando una temporada con nosotros, mientras terminaban de reparar su casa.
Pero al dirigirme al baño para orinar antes de quitarme la ropa, me encontré de frente saliendo del baño con la madre de mi esposa, ella andaba únicamente con una toalla puesta alrededor de su cabeza, y el resto de su cuerpo totalmente desnudo.
Es de hacer notar que hasta esos momentos jamás mi suegra me había llamado la atención como mujer, por el obvio motivo que se trataba de la madre de mi esposa.
En esos momentos lo que vi, me impresionó gratamente, realmente no se si fueron las cervezas que me tomé, pero la doña a pesar de sus cincuenta y tantos, tiene un cuerpo de lo más apetecible, muy semejante al de mi mujer.
Casi de inmediato ella salió corriendo para su habitación, disculpándose y diciendo no esperaba que yo llegase tan temprano, mientras que yo me quedé observando sus firmes nalgas, y lamentándome que fuera la madre de mi esposa.
Por tranquilizarla le dije, que no se preocupase, que no había pasado nada, pero en lugar de entrar al baño seguí para la cocina, para tomarme otra cerveza, y quizás comerme un trozo de jamón o de queso.
Pensando en lo buena que estaba mi suegra, ya en la cocina saqué una cerveza de la nevera, y me serví un buen trozo de jamón, y cuando ya iba por la mitad de la cerveza, apareció ella en la cocina, con una bata semitransparente sobre su cuerpo, y con el cabello completamente suelto, diciéndome nuevamente que no me esperaba tan temprano, y disculpándose por salir desnuda del baño.
Nuevamente le dije que no se preocupara que no había sucedido nada, pero al mismo tiempo ella se acercó y sin más ni más comenzó a cortar el jamón, y una vez que me terminé la cerveza, fue a la nevera y sacó dos, entregándome una a mí y tomándose la otra ella.
Al principio no le presté atención, ni me fijé que bajo la transparente bata la señora andaba completamente desnuda.
Pero cuando ella comenzó de manera bien coqueta a juagar con su largo cabello rubio, comencé a verla con otros ojos, y la verdad es que mi suegra está bien dura.
Yo seguía viéndola y deseando meterle mano a la vieja, cuando ella me comenzó a decir sin que yo le preguntase nada, que ya llevaba muchos años sin estar así en la compañía de un hombre.
Yo le iba a preguntar a que se refería, cuando ella continuó diciéndome, como si no me hubiera dado cuenta, que únicamente tenía puesta esa bata, sin más nada bajo ella.
Su peludo y canoso coño se le podía notar con toda claridad, así como sus grandes y llamativas tetas.
Haciéndome el pendejo, fui acercando una de mis manos a su rodilla, al tiempo que le fui diciendo, que me extrañaba que una mujer tan guapa como ella no tuviera marido, un novio, o por lo menos una amistad con beneficio.
Al escucharme decirle eso actuó como si fuera una colegiala, reconociendo que, si en ocasiones había un marchante con el que ella salía ocasionalmente, pero desde que estaba arreglando su casa, no lo veía.
Cosa que la ponía algo nerviosa, ya que ella tiene unas necesidades como cualquier otra mujer, ya en esos momentos mi mano se encontraba acariciando su muslo, e introduciéndola bajo la bata, sin que eso a ella le incomodase en lo más mínimo.
La madre de mi mujer, me sonrió de la manera más puta que pudo hacerlo, por lo que entendí que podía seguir adelante con mi juego, así que suavemente comencé a rozar su coño, con mis dedos, mientras que ella continuaba sonriendo de manera seductora.
En cosa de segundos dejamos de perder el tiempo, y cuando acerqué mis labios a los suyos nos comenzamos a besar de manera ardiente, introduciendo mi lengua dentro de su boca.
De besarnos pasamos acariciarnos mutuamente, mientras que ella me ayudó a ir quitándome la ropa, yo en un dos por tres le quité aquella transparente y poco encubridora bata, dejándola totalmente desnuda en el medio de la cocina.
Por unos segundos me detuve a observarla, y sin perder tiempo prácticamente la llevé cargada a su dormitorio.
Donde apenas, la coloqué en su cama, lo que me provocó fue darle una buena mamada de coño, a lo que ella respondió con profundos gemidos de placer, y pidiéndome que no me detuviera, al tiempo que restregaba mi cara contra su cuerpo.
Ella soltó un profundo grito de placer, al momento que hice que disfrutase de un muy húmedo orgasmo.
Casi de inmediato terminé de quitarme el resto de mi ropa, y sin más ni más me le fui encima, enterrándole por completo toda mi caliente verga, a medida que ella no paraba de mover sus caderas.
Por n largo rato la estuve penetrando, como me dio gusto y gana, escuchando sus gemidos, y como me pedía que le diera más y más duro.
Quizás lo morbosa de la situación de estar clavándome a la madre de mi esposa, hizo que me excitase mucho más y con más ahínco y fuerza la seguía penetrando escuchado sus gemidos, y profundos suspiros.
Esa noche cambiamos de posición, en par de ocasiones, la verdad es que la vieja movía su culo, hasta mejor que su hija.
Finalmente disfrutamos del éxtasis, y mientras descansábamos uno al lado del otro, sin que yo le dijera nada, mi suegra se dedicó a mamar mi verga, haciendo que en cosa de pocos segundos se encontrase en condiciones de volverla a penetrar.
Solo que para mi sorpresa en lugar de separar sus piernas me ofreció sus firmes nalgas, las que yo sin demora aproveché para penetrarla.
Cosa que, a mi mujer no le agrada tanto como a mi suegra, la cosa es que durante el tiempo que mi esposa se encontró fuera de casa, su madre y yo la pasamos de lo mejor.
Es más apenas regresó mi esposa como al mes, lamenté mucho que mi suegra se marchase para su casa, ya que la remodelación había terminado.
Aunque, ocasionalmente cuando salgo de viaje por mí trabajo, la paso a visitar, y en ocasiones me quedo a dormir en su casa, con la excusa de ver que no le haga falta nada, cosa que mi esposa me agradece mucho, por lo que mientras pueda me seguiré acostando con mi suegra.
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