Me casé con una niña marroquí de 11 años.
Por fin conseguí mi sueño de ir a Marruecos a comprar una niña para casarme. .
Teniendo la edad de 51 años y estando soltero en la vida, aunque con varias parejas disfrutadas, me atreví a hacer lo que realmente tenía en mente para conseguir una mujer y que un amigo marroquí me había recomendado durante años.
Soy un hombre soltero y había llegado la hora de cambiar esa situación. Tengo una vida desahogada, vivienda propia y buen empleo, por lo que había llegado el momento de conseguir lo que tenía en mente desde hace muchos años y que como he dicho anteriormente me aconsejó mi amigo Youssef el marroquí.
Fuimos juntos a Marruecos y nos adentramos bastante profundo en el país, por que en la zona costera estas cosas a las que nosotros íbamos no ocurren ya en éstos tiempos. Mi amigo me acompañó y llegamos a un pueblo del interior pequeño y ganadero. Allí tras estar varios días dejándonos ver y consiguiendo que los habitantes estuvieran tranquilos con nuestra visita nos pusimos manos a la obra.
Youssef habló con varias personas en el pueblo y al poco ya teníamos una cita en una casa en la que vivía una familia magrebí. Fuimos los dos y nos sentamos con los padres en el salón. Ellos sabían a que íbamos y enseguida tras tomar el te llamaron a una hija suya que salió de una habitación. Era guapísima y tendría sobre 11 años, se llamaba Fátima y al contario de los padres hablaba algo en español. Comentaron que su hija había tenido algún problema con un hombre años atrás y que desde ese momento estaba recluida en casa y repudiada por los habitantes del pueblo, por lo cual estaba destinada a ser vendida o entregada a un hombre que no tuviese problema con ese detalle del pasado, y que estuviese dispuesto a pagar la dote que los padres requerían. La cantidad acordada eran 6000 euros y la verdad la chica me gustaba bastante,cerramos el trato enseguida, Fátima era una jovencita morena, de buen cuerpo, justo lo que iba buscando.
Youssef me aconsejó que ella viajara sola a España y que fuese directa a casa con visado de turista y que una vez allí estuviese un tiempo sin salir a la calle. Una vez transcurrido ese tiempo podría salir y empezar a empadronarse y a solucionar lo de sus papeles, lo cual me pareció bien y me metió en la cabeza la idea de que era más joven de lo que los padres aseguraban que era.
Y así fue como a los tres días de hablar con sus padres Fátima llegó a casa y se instaló. El primer día casi no hablaba y estaba muy nerviosa, pero poco a poco la fui tranquilizando y explicándole que ella estaba allí para ser mi mujer y que sus padres me la habían cedido con su beneplácito, lo cual ella entendió perfectamente. A pesar de tener sólo 11 añitos.
Los primeros días la dejé tranquila, incluso no durmió en mi habitación para que se habituara a la casa y a mi compañía tranquilamente. Salí y le compré ropa a mi gusto por que ella traía atuendo árabe y a mi no me importaba que lo usara, pero en casa cuando yo se lo pidiera me gustaba que fuese algo más sexy y vestida como las jovencitas occidentales, así que le compré vestidos, faldas, ropa interior y zapatos más de mi gusto, lo cual ella entendió como necesario e incluso le gustó que le llenara el armario de ropas que ella soñaba con tener algún día y que en su país le hubiera sido imposible.
Habían pasado algunos días desde su llegada y Fátima ya vestía en casa de forma muy sensual, tenía un cuerpo espectacular y yo me había encargado de que sus vestidos y falditas fuesen bastante cortas para alegrarme la vista y que ella se viese muy atractiva. La veía con sus falditas cortas, sus piernas desnudas, sus pies metidos en esas chanclitas que le compré. Llevaba llos vestiditos sin sujetador lo que me permitía ver sus pechos juveniles erectos y para su edad grandes y coronados por esos dos pezones que tenía la niña que abultaban en la fina tela de los vestidos que le compré.
Esa tarde, la tercera que pasábamos juntos, pensé que ya había llegado el momento de hacerla mi mujer y de dejarle claro su papel allí en su convivencia conmigo.
Tras almorzar y recoger ella la cocina nos sentamos en el sofá y me la acerqué a mi abrazándola y acariciándole la cara con la mano, ella me miraba y se la veía tranquila y confiada, al verla así de confiada aproveché para acercármela aún más y empecé a besarla en la boca. Fátima recibió con total obediencia mis besos y asumió enseguida que era lo que su marido quería y lo que tenía que acceder a hacer sin protestar, cosa que las marroquíes saben desde que son niñas, el hombre hace con ellas lo que el hombre quiere y ese es su papel.
Así la estuve disfrutando un rato, besándola cada vez más profundamente y pidiéndole que me abriese la boquita para meterle la lengua bien dentro de su infantilo boca. Recuerdo como la sujetaba de la cabecita con mis manos y le pasaba mi lengua por su cara, por su cuello y por sus hombros como saboreándola y dejándola bien impregnada de mi saliva, aso hasta volver a su boca, la cual ya me habría sin pedírselo y yo llenaba con mi lengua cada vez de forma mas soez y pervertida.
Mientras la comía la boca empecé tocarle los pechos, los cuales tenía enormes para ser una jovencita de su edad. Fátima estaba bien desarrollada y tenía un cuerpo de infarto para un hombre de 51 años como yo. No tardé mucho en bajarle los tirantes del vestidito que llevaba y tener sus pechos desnudos ante mí. Empecé a comerle los pezones morenos y gorditos que tenía, Fátima comenzó a emitir pequeños pero continuos gemidos de placer al sentir mi boca sobre sus pezones los cuales se estaban poniendo muy duros y que coronaban un par de pechos enormes que tenía la niña. Fátima entendía a la perfección lo que las mujeres árabes saben de sobra, son propiedad de su hombre y deben aceptar sin rechistar lo que él quiera hacerle, esa es una de las razones por las que fui a por una marroquí y mi dinero me costó.
Recuerdo que no tardé en meterle la mano entre los muslos, los cuales tenía bien gorditos, cosa que me encendía. Subí mi mano para tocarle el coño a mi joven mujer por encima de las bragas, las cuales yo mismo le había comprado días atrás. Fátima que estaba recibiendo mis chupetones en sus tetas y en sus pezones no tardó en aumentar sus gemidos cada vez más sensuales y que denotaban su excitación.
Mi joven mujer me abrió las piernas sin pedírselo, lo cual aproveché yo para meterle la mano por dentro de las bragas y comenzar a masturbarla. Pasé mi mano por toda su rajita hasta llegar a su clítoris, el cual comencé a acariciar de forma intensa, enérgica y sin pudor ni miramientos. Creo que ahí es donde ella se dio cuenta de que estaba en manos de un hombre muy exigente en el terreno sexual y eso que aun no había visto nada de nada.
Me acomodé en el sofá poniéndola a ella sobre mí, apoyada sobre mi pecho de espaldas a mi le seguí metiendo la mano entre las piernas. Tenía mi mano dentro de las bragas de mi niña. Con la otra le sobaba los pechos y le apretaba los pezones. Fátima enseguida entendió mi deseo y me abrió aún mas las piernas facilitándome el trabajo. Continué masturbándole el clítoris de forma intensa mientras la sujetaba contra mi pecho y la apretaba los pezones con la mano que me quedaba libre, ella empezó a gemir y a jadear de forma más intensa por que no podía resistir por mucho tiempo la intensa masturbación a la que la estaba sometiendo. El coño de mi aniñada mujer empezó a emanar una cantidad enorme de flujo y sus gemidos y jadeos eran ya descontrolados.
Yo me estaba poniendo a mil y la erección era ya total, mi polla estaba durísima y ella la sentía parte baja de su espalda, me bajé los pantalones y los slips y subí a Fátima un poco hacia arriba apretándole la verga contra el culo y contra sus nalguitas.
Comprendí que la tenía a punto de caramelo así que apreté más mis dedos contra su clítoris de forma que a la vez que sintiera placer notara que le producía cierto dolor en su zona más intima y así seguí hasta que Fátima comenzó a gritar y a temblarle las piernas sintiendo la llegada de su primer orgasmo. Mientras yo le apretaba aun más duramente los dedos contra su clítoris. Ella empezó a correrse con una mezcla de placer inmenso y dolor genital que era lo que yo tenía planeado para su primer orgasmo conmigo. Seguí frotándole la polla por el culo y por las nalgas y apretándole mis dedos contra su clítoris mientras Fátima se retorcía de placer y de dolor sujetada fuertemente por mí. El orgasmo de la niña fue tan intenso y duradero que comenzó a llorar y a gritar suplicando con su mirada que parase que la estaba destrozando e gusto y de dolor. Me encantó ver en su cara esa mezcla de placer y de dolor que le acababa de proporcionar y ella me miró con ojos de haber entendido que clase de hombre le había tocado por marido.
Ese fue mi primer encuentro sexual con la que iba a ser mi mujer y como sabréis queda mucha tela por contar………..eso será próximamente.
Hola, cuanto de esto es cierto, ya que estaria encantado hacerlo yo tambien.
Esta bueno la historia, estoy esperando la segunda parte.
Sigue a si amigo.
Cierto por desgracia no es. Pero uno de mis grandes deseos si lo es..
Excelente. Esperando la continuación. Enhorabuena
Me encanta que te guste. Si quieres conocerme estoy en telegram
@jago5000
Por fin pude leer esta parte del relato total. Felicitaciones, excitante relato.