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Dominación Mujeres, Infidelidad, Sexo con Madur@s

Me cojo al ex de mi hija de 15 años

El ex de mi hija me regala lencería .
¡Hola! Me llamo Patricia, tengo 33 años y llevo 15 casada.

Sí, fui mamá muy joven: mi hija mayor tiene justo 15.

Mi matrimonio hace rato que es solo fachada. Ya no hay intimidad con mi marido; si seguimos juntos es por los hijos y las apariencias.

Cada quien hace su vida por separado: yo no le pregunto y él tampoco. Sé perfectamente que ha estado con otras y yo también he tenido mis aventuras. Somos infieles los dos, sin drama ni reproches.

Nosotros tenemos sexo quizás tres veces al año, y porque toca.

Mi hija, desde los 13, tuvo un noviecito que duró dos años. Terminaron porque él era celoso (eso… eso me contó ella). La vi sufrir muchísimo y siempre la animaba:

—Tranquila, mi amor, no va a ser tu único amor, ya vendrán muchos más.

Resulta que yo tenía agregado al ex en WhatsApp. Un día subí una foto en bikini, nada exagerado, y él comentó:

“Qué bella está”.

Me quedé helada. ¿En serio? Ni le contesté.

Insistió preguntando si me había molestado y tampoco respondí. Ahí quedó… o eso creí.

Pasó casi un mes.

En septiembre fue mi cumpleaños y puse de estado algo así como “se aceptan regalos 😏”. Lo hice en broma, con la esperanza de que alguien cayera, pero jamás pensé en él.

Y de pronto, ¡pum!, mensaje suyo:

—¿Qué te gustaría de regalo?

Y me manda la foto de un perfume Chanel de 4 mil pesos.

No quería abrirlo para que no viera las palomitas azules, pero como había foto, caí.

Yo: “Pues ese estaría bien”.

Él: “Si quieres vamos hoy mismo y lo escoges tú”.

Casi me atraganto. ¿Este niño con quién cree que está hablando? Soy la ex suegra, ¡por Dios!

Yo: “No, gracias, era broma. Saludos, cuídate”.

Y le di el cortón.

Pero el muchacho insistió e insistió:

“Usted se merece eso y mucho más, por favor acéptelo”.

Al final cedí (sí, ya sé).

Quedamos de vernos en el centro comercial porque él quería pasar por mi casa y ni loca.

Cuando llegué se portó super caballeroso, hasta preguntó por mi hija.

Fuimos al área de perfumería, escogí el que más me gustó y me lo compró. Luego vio que una chamarra me había llamado la atención y también me la regaló.

Terminamos en un café charlando de lo más a gusto. Por un momento hasta pensé que lo había juzgado mal (porque, para ser sincera, siempre me cayó medio gordo: decían que andaba en cosas raras y presumiendo dinero).

Al despedirnos me dice:

—Tengo otro regalito, pero solo te lo doy si aceptas salir otra vez conmigo.

Yo, curiosa y todo, dije que sí.

Me entregó una bolsa sellada:

—Ábrela en tu casa y la próxima vez que nos veamos quiero verte usándolo todo.

Llego a casa, abro… y casi me infarto: un collar de corazón de oro, un liguero rojo con brasier a juego y una tanguita de mariposa… ¡con abertura en la parte de adelante!

La invitación era clarísima.

Esa noche no dormí. Me la había pasado increíble, me había consentido, el chavo no está nada feo… pero era el ex de mi hija. ¿Cómo le hacía eso a mi hija?

Llega un mensaje:

“Este viernes paso por ti, te llevo a un viñedo a celebrar tu cumpleaños de verdad”.

Dudé, me sentí la peor madre del mundo… y acepté.

Un día antes me llega un repartidor con flores y una caja enorme. Adentro: un vestido largo color nude, super entallado, hombros descubiertos y una nota:

“No sabía tu número de tacón, espero tengas algunos que combinen”.

Me sonrojé como adolescente, el corazón me latió rico.

El día de la cita me estaba arreglando cuando entró mi hija a mi cuarto. Me vio con toda la lencería roja puesta, los ojos como platos.

—Mamá… ¡estás bellísima! ¿A dónde vas?

—A una cena de cumpleaños con unas amigas —le mentí.

Ella se emocionó tanto que me ayudó a peinarme y hasta a maquillarme. Mientras me ponía el delineador me soltó:

—Yo también tengo cita hoy, mamá… con un pretendiente nuevo.

Sonreí por dentro. De alguna forma eso me hizo sentir un poquito menos culpable: mi hija saliendo con alguien y yo… bueno, yo saliendo con su ex. Qué ironía, pero al menos las dos estábamos felices esa noche.

Me puse el vestido: era totalmente traslúcido con la luz del día. Se marcaba absolutamente todo: la tanga, el liguero, el brasier de encaje. Me sentía una cualquiera de lujo.

Pasó por mí (por suerte ya no había nadie en casa).

Llegamos al viñedo y con el sol de la tarde el vestido se transparentaba aún más. Todos los hombres me devoraban con la mirada, y él me agarraba fuerte de la cintura, acariciándome el culo sin disimulo.

Escuchaba murmullos a nuestro paso:

“¿Será su mamá?”, “No manches, parecen madre e hijo”, “Qué bárbaro, qué edad tendrá él…”.

No nos lo decían de frente, pero se notaba que la gente no se explicaba la escena.

Tomamos como locos, bailamos y terminamos en un hotel.

Sexo cuatro veces, puro fuego.

Mientras me lo chupaba y mientras me lo metía pensaba una y otra vez: “Esta es la misma verga que se cogía mi hija… la misma que ella chupó, la misma que la hizo gritar”.

Y en vez de sentir asco, eso me ponía más caliente, me hacía mojarme más, gemir más fuerte.

Me cogía por delante y por atrás sin quitarme la tanga ni una sola vez (la abertura lo hacía todo más fácil) y yo solo podía pensar que estaba recibiendo exactamente lo mismo que mi hija había tenido durante dos años. Eso me volvía loca de placer.

Terminé con el ano roto, exhausta y feliz.

Llegué a casa a las 2 de la mañana. Mi marido me esperaba furioso. Me miró, vio los chupetones, el vestido pegado…

—Quítate eso, pareces puta.

Me arrancó el vestido, vio la lencería roja y me aventó a la cama. Me puso en cuatro y me cogió por atrás sin quitarse la tanga, igual que había hecho el ex de mi hija horas antes. Todavía traía todo el semen del otro y él ni se inmutó. Se vino rapidísimo.

Mi hija llegó a las 3 de la mañana. Salí a abrirle toda despeinada, el maquillaje corrido de tanto llorar por el forcejeo con mi marido, oliendo a sexo puro.

Ella entró igual: el pelo revuelto, el maquillaje borrado, oliendo exactamente igual que yo.

Nos miramos un segundo a los ojos y las dos supimos, sin decirnos nada: “Venimos de coger las dos”.

8 Lecturas/21 noviembre, 2025/0 Comentarios/por Jokeer
Etiquetas: cumpleaños, hija, hijo, hotel, madre, mayor, semen, sexo
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