Me emborraché jugando a las cartas con mi hijo y sus amigos, por lo que me hicieron de todo…..
Un hijo invita a su madre a jugar cartas con él y un par de amigos, pero además se toman varias cervezas, por lo que l a madre .
Me emborraché jugando a las cartas con mi hijo y sus amigos, por lo que me hicieron de todo…..
Desde hace varios años, yo acostumbraba a jugar cartas con mi hijo, y alguno de sus amigos, cuando eran niños.
Cosa que a medida que fue creciendo fuimos dejando de hacer, hasta que recientemente, se dieron diferentes situaciones.
Una fue que debido a las fuerte lluvias la señal del cable se había caído, por lo que no había tv.
Lo otro fue, que al parecer mi hijo y sus dos mejores amigos pensaban salir, pero a última hora cambiaron de opinión, por lo que los tres se quedaron en casa.
Aunque recientemente mi hijo cumplió su mayoría de edad, por aquello de ser una buena anfitriona, permití que se tomasen unas cuantas cervezas en casa.
Ya me había dado un buena ducha, para luego ponerme encima mi bata, dispuesta a irme a dormir, cuando mi hijo me invitó a que jugase una partida de cartas con él y sus amigos.
No pensaba aceptar, y le dije que ya me había cambiado de ropa, cuando mi hijo insistió diciéndome. “Mamá, pero si tú los conoces a ellos desde que eran pequeños, déjate de tonterías y vente a echar una partida con nosotros.”
Lo cierto es que no tenía sueño, y en parte extrañaba las inocentes partidas de cartas con mi hijo y sus amigos.
Así que finalmente acepté, pero apenas tomé asiento, mi hijo me abrió una botella de cerveza, aunque él sabe que no acostumbro a beber, insistió junto con sus amigos que lo hiciera a medida que jugábamos a las cartas, y que para que me sintiera más relajada.
La verdad es que no acostumbro a beber porque me afecta, y aunque procuré evitar que sucediera, ya al rato me estaba tomando mi tercera cerveza, y jugando a las cartas como una verdadera tonta.
No pasó mucho rato, cuando comencé a perder, y perder, al grado que ya no tenía ni un centavo encima, fue cuando mi hijo me dijo que si yo me atrevía podía apostar la bata de dormir.
En lugar de molestarme por lo que me proponía mi propio hijo, sin pensarlo dos veces así lo hice, y en consecuencia perdí mi bata de inmediato.
Quedándome en pantis y sostén frente a él y sus amigos, quienes apenas vieron que me quité la bata, los tres comenzaron a decirme, lo bien que me veía, que tenía un hermoso y llamativo cuerpo.
Cosa que lejos de molestarme, me hicieron sentir muy bien y hasta más joven, aunque mentalmente me decía a mí misma, que eso no estaba bien que yo estuviera prácticamente desnuda frente a mi hijo y sus amigos.
Pero como las palabras que me decían me hicieron sentir tan y tan bien, decidí seguir jugando, en la siguiente mano, aposté el sostén, el que de la misma manera lo perdí.
Así que seguí bebiendo y escuchando a mi hijo y a sus amigos, decirme una y otra vez, lo hermoso que era mi cuerpo, y lo hermosas y firmes que eran mis tetas, y no faltó que me dijeran, lo mucho que les gustaría tocármelas.
Durante la siguiente mano aposté mis pantis, y gané, pero después nuevamente volví a perder, así que lo único que me quedaba por apostar nuevamente eran mis pantis.
Y se lo pueden imaginar, perdí, así que, aunque algo avergonzada por encontrarme completamente desnuda frente a mi hijo y sus amigos, pensé en irme a dormir.
Pero su insistencia en que continuase jugando, y según ellos tres decían admirando mi bello cuerpo, hizo que me quedase, y siguiera bebiendo y jugando.
Sin dejar de pensar en medio de lo contenta que me sentía, por el sin fin de palabras lindas que me decían, que eso de estar completamente desnuda frente a los tres, lo único que podía suceder era que me violaran.
Pero al mismo tiempo me decía a mí misma, que eso no podía pasar, por lo que seguí jugando.
Pero al no tener más nada que apostar, cuando uno de ellos, y creo que fue mi hijo, quien propuso que me dejase acariciar las tetas si perdía, sin pensarlo acepté, y para mi mayor sorpresa volví a perder.
Lo que comenzó como un simple juego de cartas, en cosa se segundos, prácticamente se volvió una orgia, en la que yo era el centro de la atención de mi hijo y sus amigos.
Al principio comenzaron suavemente acariciar mis tetas, acariciando y apretando ligeramente mis pezones, lo que para serles sincera comencé a disfrutar un montón.
Pero en un descuido, ya no tan solo acariciaban mis senos, sino que también me los besaron y me los chuparon, como hacía mucho tiempo nadie lo había hecho.
Yo pensé en ponerle un alto a todo eso, pero el sabroso calor que comencé a sentir por todo mi cuerpo, no pude o mejor dicho no quise que se detuvieran, ya que al mismo tiempo sentí unos dedos acariciando mi coño tanto por fuera, como por dentro.
Y en lo que considero fue como un acto reflejo abrí mis piernas, permitiendo que esos agiles dedos se fueran introduciendo mucho más dentro de mí.
Ya a los pocos minutos, ya no tan solo acariciaban y besaban mis senos y pezones que se habían inflamado y vuelto sumamente sensibles.
Sino que uno de ellos de estar acariciando mi coño, a su vez se dedicó a pasar su lengua por sobre mi clítoris, lo que sumado a sus dedos me dejó en shock, en mi vida ni tan siquiera el padre de mi hijo me había hecho semejante cosa.
Por lo que nos encontrábamos los cuatro, en medio de la sala, yo dejando que uno de ellos me diera esa tremenda mamada de coño, mientras que los otros dos continuaban acariciando y besando por todas partes mi desnudo cuerpo.
A medida que seguía recibiendo esa rica mamada, uno de ellos comenzó a acariciar mis nalgas, y de las nalgas pasó a mi esfínter, y cuando sentí sus dedos introduciéndolos dentro de mi cuerpo, algo como una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo.
Me imaginé que pronto alguno de los tres me estaría introduciendo su verga dentro de mi culo, por lo que no dije nada.
Los dejé que continuasen, prodigándome tantas atenciones al punto que cuando abrí los ojos, tanto mi hijo como sus amigos ya se encontraban tan desnudos como lo estaba yo.
Sus respectivos miembros se encontraban completamente erectos, fue cuando yo sin vergüenza alguna, eché mano del que vi más cercano a mi boca, y de inmediato me dediqué a mamar.
Desde ese momento las cosas siguieron sucediendo sin que yo opusiera la menor resistencia, mi hijo se colocó tras de mí, y al tiempo que aun acariciaba e introducía sus agiles dedos dentro de mi culo.
De inmediato separó mis nalgas, más o menos de la misma manera que lo hacía su padre, y embadurnando su miembro con su propia saliva, comenzó a penetrarme.
No bien mi hijo ya me tenía bien clavada, cuando uno de sus amigo separó mis piernas, y comenzó por su parte también a introducir su joven pedazo de carne dentro de mí acalorado y bien lubricado coño.
Yo perdí la noción del tiempo, lo único que hacía era seguir mamando como una loca desenfrenada, y moviendo mis caderas de la misma manera.
Aunque por un lado me decía a mí misma que eso no estaba bien, por otra parte, disfrutaba el sentir todos esos miembros en profundo contacto con mi cuerpo.
A mi hijo en sin fin de ocasiones lo escuché decirme. “Mami que culo más rico tienes.”
Mientras que sus dos amigos, me decían. “La verdad es que eres la más puta de todas las madres, que conocemos.” Lo que yo en lugar de tomarlo como un insulto, me enorgullecía al escuchar aquellas palabras.
El resto de la noche, nos la pasamos teniendo sexo, de manera salvaje y desenfrenada, cuando no le estaba mamando la verga a uno de ellos, alguno incluso mi propio hijo, me tenían bien clavada por el coño o por el culo.
Sentía y disfrutaba como mi vulva, mi culo o mi boca, se llenaban una y otra vez con alguna de esas jóvenes vergas.
Al despertarme al siguiente día, no podía creer todo lo que había sucedido, o mejor dicho lo que yo había permitido que pasara.
Como pude, aun chorreando leche por todas partes, y con mi pobre culito bastante adolorido, entré al baño a darme una buena ducha caliente, todo mi cuerpo apestaba a sexo, sudor, saliva y semen de hombre joven.
Pero a medida que me fui duchando, también fui recordando en gran parte todo lo que había disfrutado con ellos tres.
No podía creer que yo me hubiera comportado, de la manera tan puta, en que lo había hecho, pensé por un largo rato en ir a la iglesia a confesarme con el cura, pero desistí de eso.
Al darme cuenta de que, en medio de todo, yo lo había disfrutado tanto o más que mi hijo y sus dos amigos.
Tal y como salí de la ducha, me puse otra de mis batas sin más nada abajo, no sin antes bajo la ducha disfrutar de varios tremendos orgasmos, auto infringido con mis dedos, al ir recordando todo lo que mi hijo y sus amigos, me habían hecho disfrutar.
Durante el resto de la tarde no vi a mi hijo ni a sus amigos, no sabía cómo yo iba a actuar cuando los volviera viera, ni que les iba a decir.
Cuando los sentí llegar, ya eran cerca de las nueve de la noche, tanto mi hijo como sus amigos actuaron como si nada hubiera sucedido, en esos momentos me encontraba nuevamente recién bañada y sin más nada que mi bata de dormir.
Pero antes de que pudiera decirles algo, mi hijo se me quedó viendo de manera rara, y de inmediato me dijo, al tiempo que salía de la cocina con cuatro cervezas en sus manos. “¿Mami quieres volver a jugar carta con nosotros?”
La verdad es que volví a jugar a las cartas, con ellos tres, y no les sigo contando, porque ya se deben imaginar todo lo que me volvió a pasar.
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