Me provocó en teletrabajo, recibió su castigo y terminó confesando que la habían visto desnuda
Karen me provocó mientras estaba en teletabajo., recibió su castigo y confesó que el vecino la había visto desnuda cuando la follaba en el balcón y también saliendo de la ducha.
Karen, mi pareja que disfrutaba el bondage y la que me confesó que le encantaría tener un vibrador a distancia para ocupar en alguna salida a bailar y en la que iría vestida muy putita, tenía la gracia de gritar descontroladamente cuando acababa, gemidos que solo se detenían cuando liberaba su squirt. Creo que todo el piso la debe haber oído, sobre todo cuando follábamos en la cocina y la pillaba solamente en su tanga de hilo negro, que conservaba de un disfraz de monja que usó para una fiesta en los tiempos en que estaba con el padre de su hija. Su trasero era grande y esa tanga lo hacía ver mucho más deseable, producto de lo mismo, mientras estaba en el computador trabajando a distancia durante la pandemia, no podía mantenerme concentrado en mis funciones, pues comenzaba a erectarme a medida que ella me miraba coqueta por encima del hombro para constatar si su culo era el blanco de mi mirada. Gozaba cuando notaba que se me enredaban las palabras, cuando sus nalgas lograban desconcentrarme y se movía sensualmente, agachándose a recoger algún utensilio que botaba adrede para que lo único visible de su cuerpo fuera ese trasero que nunca me dejó penetrar por el grosor de mi glande, pero que sí ,aunque con dolor, toleraba el hundirse de un dildo delgado, que sacaba de su caja de juguetes y comenzaba a enterrarse corriendo el hilo hacia el lado, con un brazo en el mesón de la cocina, el cual mordía para aminorar los gemidos de excitación, de dolor y placer por estar provocándome mientras estaba reunido con jefes. Cuando ya no podía más, iba a la pieza a ponerse la correa y salía gateando hasta llegar a mi paquete por debajo de la mesa, bajar mi cierre, sacar el pene que había logrado despertar y con una sonrisa perversa y morbosa comenzaba a agitar hasta humectarlo y luego meterlo en su boca. Producto del impacto erótico, mantenía la cámara prendida y el micrófono en silencio hasta que su mamada comenzaba a generar que mi rostro se desdibujara de la seriedad que ameritaba la reunión y empezara a denotar gestos de placer. Ella disfrutaba esa incomodidad que se traducía en un miembro más hinchado que acusaba haciendo arcadas e indicándome con una mano que le estaba doliendo la mandíbula, mientras con la otra me mostraba la correa cuya manilla ponía alrededor de mí pene que se había lubricado con su saliva y con el líquido seminal que había logrado arrancarme. Luego, aún de rodillas se daba vueltas para dejar su culo a mi vista y mirándome por sobre su hombro susurraba «quiero ahora. Paséame hasta el vidrio del horno y métemelo, está tan grande, tan duro». Para coronar la invitación se dio una nalgada y me pidió que quería mis manos enormes azotándola. No podía más de calentura y cumplí con sus deseos. Me desconecté de la sesión por Zoom avisando por WhatsApp que estaba con problemas de conexión. Cerré el notebook, me levanté y me quité el cinturón propinándole dos certeros golpes en forma de x que le arrancaron gritos de dolor seguidos de una excitada voz que exigía ahora que fueran mis manos las que la golpearan. Ya sin cinturón y con el pantalón desabrochado, tiré de su correa y le ordené voltearse, que acabara con lo que empezó y que me los sacara junto con mis calzoncillos. Me puse de pie y la mantuve de rodillas dándole unas cachetadas para mantener la excitación que provocaba el mantenerla bajo mi control, sometida a su deseo y al que me generaba verla como una perrita sumisa. Cuando bajó mis pantalones y calzoncillos mi pene se manifestó con una tensión que ahogue en su boca a medida que jalaba de la correa alrededor de mi cintura para reducir la distancia y de ese modo profundizar el hundirse de mi falo en su boca, arrancando lágrimas por la exigencia de mantener mi falo tan adentro. Hizo gestos de querer sacarlo pero puse más fuerza al tirar de la correa hasta sentir su dolor y su empezar a ahogarse. Decidí soltarla y ver su saliva caer desde la comisura de sus labios y respirar agitadamente intentando volver al ritmo normal de su inhalación y exhalación habitual y mientras lo hacía liberaba gemidos mientras me miraba caliente. «Ya, llévame frente al espejo del horno, dame nalgadas paséame como perra hasta allá». «No, primero te arrodillarás en el sofá, levantarás el culo y cumpliré con la sesión de nalgadas que me pediste. Quieres con el látigo también? Iré a la caja a buscar el gagball para que no se escuchen tan fuerte tus gritos?» «Saca también las esposas, bueno? Pero dame con tus manos solamente. Me excita ver tus dedos marcados». Fui por el gagball, las esposas y también saqué la cegadora. Volví y me miraba moviendo el culo, mordiendo sus labios, gimiendo y mirándome con cara de niña buena «castígame fuerte. No debí desconcentrarte». La calentura que me causó hizo que antes de esposarla comenzara con la sesión de spanking, pero sus gritos eran demasiado fuertes y yo no.podía detenerme, así que puse un cojín, le dije que lo mordiera y puse mi pie en su nuca, continuando con las nalgadas que enrojecieron completamente su enorme trasero. Sentí que movía su cabeza bajo mi pie con desesperación porque los gritos que atenuaba el cojín en su boca y la presión la estaban ahogando.
<span;>»Métemelo, por favor, métemelo» «Siéntate y abre las piernas, quiero comerme tu vagina, se me abrió el apetito» «Estoy muy mojada ,siento que ya me voy, métemelo» «Ya, pero ponte la polera de tirantes. Yo te colocaré las esposas, y cumpliré con lo que me pides. La cegadora y el gagball pueden esperar por un rato. Quieres que te paseé? Bien, vamos a la pieza luego al balcón». «Por qué al balcón? Qué tramas?» » Metértelo ahí, ya sabrás cómo». Coloqué las esposas y la llevé frente al vidrio del horno, avanzando de rodillas y deteniendo su paso con la correa que dejaba completamente extendida al punto de levantar su mentón. Luego seguimos hasta el vidrio del horno que devolvía nuestro reflejo como un espejo y la puse con la cola de frente. «Ha perdido color tu culo. No mires. Pon tus codos contra el piso. No mires y aguanta sin gritar o volveré a ponerte mi pie en la cabeza pero esta vez será con el gagball, la cegadora y aplastando tu cabeza contra el piso». «Y hazlo pero sígueme dando nalgadas, me encanta ver tus dedos marcados en mi culo, dame bien fuerte, pero probemos mi cabeza contra el suelo, pésame, pero no lo hagas tan fuerte». «Pon tu frente contra el piso, no quiero que le pase nada a tu cara bonita, me encanta que te miren, que tus ojos claros desvíen la atención de tus tetas. Espérame». Fui por su polera de tirantes, el gagball y la cegadora, se los dejé puestos y fui por su polera de tirantes, el látigo y el cinturón que usé ese día para marcar la cruz que comenzaba a desaparecer de sus nalgas. Al regresar seguía en una posición parecida pero había llevado sus manos esposadas a su vagina en la que se hundía con esfuerzo uno de sus dedos mientras con la otra acariciaba su clítoris. «Quieres acabar ,cierto?». «Sí esto me tiene muy caliente». Pese a que podía tirar de la correa para levantar la, preferí hacerlo tirando su cabello, lo que la hizo gritarme que era su perra, que estaba muy caliente. La declaración volvió a erectarme, y decidí arrodillarme detrás suyo, corriendo el hilo e introducir mi glande entre sus glúteos para, finalmente meter mis manos en su boca, dejar que chupara mis dedos y luego, desde la comisura de sus labios abrir su boca, metiendo al principio solo un dedo, luego dos de mi mano izquierda, sacando el de la derecha para tomar el gagball. Ella movió su cabeza y chupó mis dedos de la mano izquierda como si fuera mi verga. Le di una suave cachetada toda vez que arranqué súbitamente mis dedos de su boca tiré su pelo, gritó que se iba que la tuviera así pero con mis dedos en su boca pero no obedecí a su petición la hice abrir la boca grande e introduje la bola que amarré bajo su nuca, luego puse la cegadora. Me levanté y empecé a darle golpes en su cara con mi pene en la cara, lo que la provocó al punto de liberar un grito que contenía la bola, mientras sus fluidos caían en el piso. Los gritos no paraban así que puse su polera en su cara para atenuar los gritos y mi pie sobre su nuca y luego me senté sobre ella poniendo mis rodillas contra sus hombros para levantar su trasero , meter en mis dedos en su vagina para provocar que siguiera liberando sus líquidos que en lugar de derramarse, salían enfurecidos al punto de mojar el vidrio del horno. Comencé a golpear su trasero y aumenté la cantidad de líquido de su squirt. Comencé a sentir que tiritaba de placer y que gritaba cada vez más fuerte pero tenía reducido el volumen, aprisionado contra el cojín y con el gagball puesto.
<span;> Mi pene comenzaba a gotear de tanto placer de mi mujer sometida, así que decidí que era el momento de penetrarla. La hice ver el chorro de su squirt en el cristal toda vez que le arranqué la cegadora y dándole un correazo la obligué a limpiarlo pasándole la lengua y mirándome, a lo que accedió apenas se lo pedí, pero yo debía estar con la correa en la mano pues luego debía ponerse la polera porque esto todavía no acababa. «Ya ,pero, por favor métemelo». «Ya, pero quiero tirártelo en la cara». «Acaba donde quieras, pero acaba, me calienta másque acabes dentro mío». «Así será, pero vamos al baño. A mí me calienta verte frente al espejo. Así puedes ver mejor cómo tengo@ tus nalgas de rojas. Ponte la polera eso sí». «Ay , lo que tú digas haré. Soy tuya, bebé». «Entonces, no te pondré la cegadora, te pondrás los lentes. Y te miraré por el espejo, pero quiero verte en polera abrazándote por debajo de tus tetas viendo tu escote, viendo lo delicioso de tus senos, el mismo escote que verán los transeúntes cuando te lo meta en el balcón, tú con tus pechos sobre el cemento. Quiero contemplar lo que verán desde abajo». «Mmmm dale. Pero quiero sentirlo dentro mío en el espejo del baño, como en la casa de tu papá, esos polvos que no recuerdas». «No, solo recuerdo la mañana donde bañé tu cara en leche y te llegó hasta en un ojo». Y ahora quería lo mismo.
<span;>Toda vez con la polera puesta y frente al espejo, comencé a masajes sus pechos y a frotar más mi miembro contra sus nalgas que comenzaron a golpearme para hacer el espacio para que mi verga alcanzara el ángulo para metérselo vaginalmente. «Métemelo, corre el hilo, por favor». Está vez, la voz deseosa y lo erecto de mi pene ya no podía contra tanta súplica con gemidos, al contrario, me lo ponían más duro, así que accedí no sin antes darla vuelta, ponerla con las manos en la tina y pedirle que mirara su culo rojo. «Oh, cuando me estabas pegando ni sentía dolor, solo más calentura. Dame vuelta. Déjame mirando al espejo y métemelo, de verdad, ya no aguanto más». Su deseo fue cumplido y la puse frente al espejo, la hice levantar la cola di un par de nalgadas más y empecé a interrogarla:»ese hilo era del disfraz de monja con el que saliste con tu ex, cierto? Te lo levantaste para que te lo metiera en la calle?» «No, bebé, pero sí en el baño de la casa donde era la fiesta». La confesión me calentó pero no indague, solo envidia hacia quien la tuvo en hilos, jugando a la casta, jugando a la pura, así que le dije que me encantaba y envidiaba a todos los que se la habían tirado, que era una amante exquisita, mientras la oía gemir por el pene cabezón que separaba sus labios y se introducía en su vagina y se rozaba con el hilo que seguía incrustándose entre su vulva y su cola. La hice acabar y me preguntó porqué no me iba. No supe cómo explicarle que me calentaba cada vez más sentir sus jugos.
<span;>»Vamos, demasiado. Agáchate. Vamos a hacer esto mismo en el balcón. Camina, perra, en cuatro, te sacaré las esposas para que avances más rápido, claro, si es que yo lo decido y la correa te lo permite». Sonrío poniendo una cara de sometida, una que aceptaría lo que le pidiera, salvo la
<span;>Cola, la que había prometido entregarme si yo me dejaba penetrar por ella , con su arnés de 20 cms, 4 más grande que el mío, igual de grueso pero menos cabezón.
<span;>Llegó gateando hasta el balcón y en ese trayecto uno de sus pechos escapó de la polera. «Esto me encanta de ti y quiero que se vea el escote o tus tetas las mismas con las que ahora me harás una paja rusa están gigantes hoy hinchadas. Me miró, solo movió la cabeza asintiendo y volvió a tomar mi pene erecto ,lo acercó a su busto e intentó aprisionarlo entre sus tetas, pero lo lubricado de mi pene lo volvía muy difícil .pues su cuerpo multiorgásmico que se había retorcido de placer era puro sudor.
<span;>»Quiero mantener en anonimato tu identidad, así que te pondré mis lentes de sol, el gagball y una mascarilla. Que si se te ve algo, que sean tus tetas. Y así fue. La puse en el balcón con sus brazos cruzados bajo sus tetas y procedí a tirar sus manos mientras acercaba mi bulto a sus nalgas. Le pedí que las levantara para nuevamente correr su calzón y volver a hundir mi miembro en su vagina. Su cuerpo se retorcía con cada embestida y la obligué tirando sus brazos con mis manos a mantener su escote pronunciado con vista a la vereda de enfrente. Le preguntaba » va pasando gente? Alguien ha mirado. Responde moviendo la cabeza». Su respuesta afirmativa me hizo hundir su cabeza y le ordené sacarse el gagball. » Sí, bebé, pero no de la calle, del departamento de al frente. No me exhibas más por fa, que parece que el que me estaba mirando es el mismo que me vio saliendo desnuda del baño ayer. Olvidé cerrar las cortinas». «Era un tipo alto con facciones anguladas?» «Sí, parece el del 3er piso de al frente, uno que siempre está en la ventana. Tú me dijiste una vez que se ponía ahí, y de donde pensabas que venían los gritos de dolor, que no sabías si estaban tirando a lo bestia o le estaba pegando a la pareja, pero es el mismo que estaba mirando ahora y que veía cómo mis tetas se arrancaban de la polera. Se sacó su verga y comenzó a masturbarse porque debe haberte visto a ti detrás mío». » Cómo la tenía? Te calentó ver otro pene mientras te lo metía?». «No, bebé, yo estaba muy caliente contigo metiéndomela. Pero sí, era grande». «Por eso debe hacer gritar a las perras que debe tirarse. Agáchate, ponte en cuatro. Iré a buscar el cojín para que no te dañes las rodillas». Fui a buscar el cojín, lo doblé para ganar altura la hice poner sus rodillas y levantar el culo, que nuevamente quedó rojo de azotes. «Grita, grita mientras te azoto con las palmas. Voy por la correa». «Bebé, con la correa me duele mucho, me calienta pero…ah, ah ,sigue, sigue…aaaah». El doloroso castigo la excitaba más. «Vamos a la pieza. Ve a abrir las cortinas, pero deja el visillo puesto. Te pondrás todo tu atuendo bondage, te inmovilizaré y te lo seguiré metiendo, queda claro? Te queda claro, perra?». «Sí, pero acaba dentro mío». Quiero sentir cómo se derrama tu semen con mis fluidos. Después si quieres te lo chupo». «Solo sigue gritando. Tú serás la perra que más aúlla en esta cuadra» ( continuará)
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!