Merceditas 1
Inicios de Mercedes.
Soy nueva y es mi primer relato. Quisiera contar situaciones, que, si bien no son reales, si se basan en algunas circunstancias que lo fueron.
Me llamo Mercedes y tengo 54 años. Siendo muy joven me dejé llevar por la sumisión sin saber que era justamente eso lo que hacía, para mí fue simplemente dejarme llevar por una amiga que me fue iniciando en muchas cosas y mi entrega con ella fue total. Facilitó todo eso que mamá nunca puso límites. Me dejaba hacer lo que quisiera. Primeramente, fue con ella, luego cada vez había más personas involucradas. Cuando era jovencita yo creía que mamá simplemente no se daba cuenta de nada. Hoy ya no estoy tan segura de eso.
Antes de casarme corté toda relación con toda la gente que me conocía tal como era y traté de llevar una vida «normal».
Me empujó a eso no la fidelidad hacia mi flamante marido sino lo que la sociedad impone. Parecía ser lo correcto. Y ese fue un error del que me arrepiento hasta el día de hoy.
Mis padres se habían separado y yo de grande iba tomando conciencia de todo lo que había pasado en casa con mi madre y empecé a experimentar deseos morbosos de haber vivido de otra forma mi infancia.
Hoy me doy cuenta que la entrega a esa amiga fue sumisión y lamento no haber empezado mucho antes. Hoy hubiera deseado empezar cuando tenía unos 11 años. Claro que no por ella sino de la mano de mi madre. Y que mi hermana mayor haya estado incluida igualmente. Menciono solamente a la mayor, porque la menor se fue a vivir con mi papá, al irse él de casa.
Mis padres se separaron teniendo yo esa edad y ese es el motivo por el que pienso que hubiera sido bueno que haya sucedido allí lo que pasó después.
Luego de separada, mi madre cambió mucho su actitud, y si bien no lo entendí en ese momento, ya de grande me di cuenta que ella comenzó a tener sexo con muchos hombres y hasta ahora sospecho que también con una vecina.
Si bien hubo algunas situaciones donde podría decir que ella deseaba pervertirme, lo concreto es que no sucedió y hoy pienso que eso fue porque no se atrevió, ni ella ni los hombres con los que tenía sexo.
Y hoy me excito a mil imaginando que hubiera sucedido si se hubieran atrevido. Hasta a veces también desee que mamá pudiera llegar a hacerlo aún ahora, pero no me atrevo a insinuarle nada, aunque si llegara a suceder mi entrega sería total.
Su casa sigue frecuentada por varios hombres. Ya no los de antes sino otros nuevos, de mayor edad.
Es algo complicado, pero todos mis morbos actuales los llevo a esa época. Y son muchos esos morbos que tengo. Incluso algunos son muy abusivos y afectan a toda mi familia, a mi marido y principalmente a mí y mis dos hijos, siendo todos sometidos. Claro que mis hijos no a la edad actual sino siendo niños. Incluso por muchos hombres o en situaciones humillantes.
Voy a mezclar situaciones o personas reales con lo que me hubiera gustado que sucediera.
Después que mi padre se fuera de casa dejándonos solas, mamá cambió su forma de ser. comenzó a salir de noche sola y a regresar cada vez más tarde y a utilizar ropa mucho más provocativa. Solía pasar toda la noche con una chica vecina, que luego supe era prostituta. Un hombre empezó a frecuentarla en casa y luego fueron otros amigos de él que también venían.
Ella empezó a utilizar vestidos cortos, escotados y a veces muy escotados u olvidaba prender algunos botones.
Los provocaba.
Siempre tenía algún motivo para salir con alguno de ellos por un momento de casa y a veces regresaba y salía con otro u otros.
También sé bien ahora que en esos momentos se la cogían todos, que sus salidas eran para eso, mientras, mi hermana y yo quedábamos en casa con los otros.
En una palabra, se volvió putita.
Hasta allí lo real. Ahora mis fantasías o deseos como hubiera sido todo.
Mi hermana había ido a la casa de una hermana solterona de mamá. Se iba a quedar todo el verano con ella.
Un día, uno de los hombres le dijo a mamá que yo debería verme mucho más linda con los labios de color rojo fuerte, con tacones y un vestido cortito.
Mamá asintió. Dijo que yo no tenía tacones pero que iba a comprarme unos y me llevó a mi cuarto. Buscó un vestido bien corto y me puso labial de color rojo intenso. Me llevó de la mano y me paró frente a los cuatro hombres que había en casa en ese momento.
Ellos aplaudían y me decían lo bonita que estaba. Todo eso me gusto.
Me pidió que me sentara sobre uno de ellos. Lo hice y él empezó a hacerme cosquillas. No me di cuenta en ese momento, pero aprovechó para tocarme. Después mamá me fue haciendo sentar en cada uno y todos me hicieron lo mismo.
Uno me agarró de las manos y otro de los pies y empezaron a balancearme despacio como un juego. Los otros dos se arrimaron y siguieron con las cosquillas. El que me agarraba de los pies, me los separó, quedando bien abierta. Paraban, me daban vuelta para quedar boca abajo y volvían a balancearme, con las piernas de nuevo bien abiertas. Mamá se arrimó y me levantó el vestido hasta bastante más arriba de la cintura dejando las bragas a la vista. Aún no tenía ninguna tanga en mi cajón de ropa íntima. Mi hermana si tenía algunas.
Sentía las manos que me tocaban todo el cuerpo, incluso sobre las bragas y creía que era porque me movía, pero como vi que mamá no decía nada a eso, supuse que no estaba mal que lo hicieran y en cierta forma me gustaba.
Todos me tocaban las tetitas sobre el vestido e incluso apretaban suavemente los pezones. Sentía que ese roce me agradaba. Pero ninguno las manoseó por largo rato, sino que todo fue como parte del juego que ellos hacían. Aún así, me estaba gustando lo que sentía.
En un momento uno pasó toda la mano sobre la braga y directamente me manoseó abajo, me di cuenta que no fue un roce. La miré a mamá un poco asustada porque podía enojarse. Lo llevó aparte al hombre y alcancé a escuchar que le decía algo despacio, pero no pude distinguir que fue por los gritos de los otros tres hombres.
No la vi enojada y eso me tranquilizó, pero no volvieron a tocarme de esa forma.
Ella se puso a preparar unos bocadillos para la cena y ellos siguieron jugando conmigo de esa forma, luego me acostaron en el suelo siguiendo con las cosquillas. Me hicieron flexionar las piernas y así el vestido quedó a la cintura. Mamá no habrá demorado más de media hora en preparar todo y en ese tiempo se volteaba para mirarme. En ningún momento dijo que pararan de tocarme. Aunque no volvió a repetir el toqueteo descara en las bragas como había hecho el otro hombre.
Uno tuvo la idea de agarrarme de los pies y pararme, boca abajo. Estaba apoyada con las menos en el suelo y él me sostenía verticalmente. El vestido obviamente se cayó y salió por mi cabeza. Quedé únicamente con las bragas puesta. Para enderezarme me agarraron de las tetitas y me levantaron. Eran varias manos que procuraban enderezarme. La miré a mamá y como no dijo nada me quedé tranquila. Me llevaron, así como estaba al lado de mamá. Ella dijo que me pusieran el vestido.
Me lo pusieron y no desaprovecharon el momento para volver a tocarme por todos lados.
Nos sentamos a cenar. Dos se sentaron de un lado y los otros dos del otro. Mamá sobre uno de ellos y me dijo que me sentara sobre otro de los hombres al frente a ella.
Yo veía como la tocaban sobre la ropa y mamá no les reprochaba nada, todo lo contrario, se reía y se movía divertida. Era la primera vez que yo veía que la manoseaban sobre su ropa.
El hombre en el que estaba sentado me acariciaba las piernas. Continuamente, sin parar, hasta muy arriba de los muslos, casi sobre las bragas.
Como ya había visto que mamá no les reprochó antes cuando me rozaban no le dije nada, dejé que lo hiciera. Empecé a sentir un gusto y una picazón en mi vagina.
Ella se movía mucho y se mordía los labios. Lo que hacían era cogerla delante de mí. Yo veía que se movía, tal vez exageradamente, pero a esa edad nunca pensé que la estaban cogiendo.
Veía a mamá como se sentaba por momentos sobre cada uno de ellos y me pedía que me quedara al frente de ella. Cuando yo iba a su lado por algún motivo se quedaba quieta.
Con mamá nos fuimos rotando, sentándonos en todos ellos varias veces durante la cena que duró mucho tiempo. Pero siempre mamá estuvo al frente de mí.
Fuera el hombre que fuera en el que me sentaba sobre sus piernas me las tocaba siempre, casi al borde de la vagina.
Ya tarde me dijo que fuera a dormir. Lo hice y escuché como ella se divertía y se reía con todos o había silencios prolongados.
Me dormí pero me despertó escucharla a mamá en su cuarto.
No sabía lo que era hasta que me di cuenta que mamá decía cosas o algo que no lograba distinguir, pero no eran llantos, eso me tranquilizó. Si escuché bien a dos hombres llamarla putita. No era ingenua y sabía que mamá hacía algo pero creí que solo se divertía con ellos.
Hasta que volví a dormirme.
Esos juegos conmigo se repitieron varias veces más en los días siguientes. Me tocaban pero ninguno restregó la mano sobre las bragas y mamá siempre me levantaba el vestido en algún momento.
Cuando me hacían la vertical, me hacían quedar más tiempo en esa posición y cuando me enderezaban los toqueteos se hicieron más intensos.
Otro juego que empezaron a hacer y repetían varias veces que venían, fue que yo era prisionera de uno de ellos y ese hombre tenía el «derecho» a palparme como lo hacía la policía real. Literalmente me manoseaba sobre la ropa, pero de forma que seguía siendo un juego.
A veces me tenía que apoyar a la pared con las manos y otras quedarme parada con las manos atrás de la cabeza, en la nuca.
Otra parte de ese juego era que mamá me subía el vestido, para demostrar que yo abajo no tenía nada «sospechoso». Siempre fue uno solo el que me palpaba.
Al principio nunca llegaba al extremo de dejar mis tetitas al descubierto. Cuando uno pidió ver si a la altura de las tetitas tampoco tenía nada sospechoso, mamá me sacó el vestido por la cabeza.
Desde esa vez, cada vez que se hacía el juego, yo quedaba desnuda, en braga.
El que me palpaba me las tocaba y los pezones solamente los rozaba.
Después le tocaba a mamá ser la mala y ellos los policías.
Con ella el manoseo era descarado. Veía como sus manos se metían debajo de su ropa. A mamá se le escapaban algunos gemidos.
Ya iban varias veces que ese juego sucedía. Una vez las manos en sus tetas se movían tanto que salaron unos botones, la blusa se abrió y pude ver bien cómo se las apretaban. Después, le separaron las piernas en forma exagerada y metían sus manos por debajo. Uno levantó la falda y vi que sus manos incluso se metían dentro de su tanga. Parecía que la prenda se iba a romper, por cómo se estiraba. Algunos dedos entraban en su concha. Mamá nunca separó las manos de la pared. Tampoco me miraba a la cara. Pasaban varios minutos haciéndole todo eso.
A ninguno le importó que yo estuviera al lado sin perderme ningún detalle. Mamá tampoco hizo nada para evitar que yo mirara todo.
Pasó más de una semana donde hacían ambos juegos conmigo. Entonces hubo un cambio y fue que antes que vinieran nuestra casa, mamá me ponía vestido cortito siempre y me ponía labial, siempre rojo y me hacía que los saludara con un piquito a cada uno en la boca.
Me preguntó si me gustaba la idea y le dije que siiiiii y ella se rio y me enseñó como debía abrazarlos del cuello y darles un piquito de forma más sensual. Me dijo que a ellos les gustaba más de esa forma. Me hizo practicar con ella como debía hacerlo.
Esa noche terminamos las dos con toda la boca manchadas con labial rojo, nos miramos al espejo y nos reímos.
Cometí el error de contarles a los hombres, de ese juego que habíamos tenido a la noche y ellos quisieron ver como lo hacíamos.
Mamá dudó. La insistencia de ellos fue mucha y finalmente se sentó en una silla y a mí, sobre sus piernas, de frente a ella. Nos abrazamos y empezamos a darnos piquitos largos y repetidos, jugando mucho nuestros labios y haciendo que nuestras bocas quedaran manchadas de labial, en forma tal vez grotesca.
Ella no dejó de acariciarme mientras me besaba de esa forma, se agitó mucho y ya al último dejaron de ser piquitos para ser besos pero sin lengua.
No solamente mamá se calentó con ese juego sino que los hombres también y desde esa vez estuvieron mucho más salidos con mamá.
Llegué a ver cómo le metían las manos bajo ropa, ya en cualquier momento y no solamente en el juego de la prisionera y mamá los dejaba. Una mañana al levantarme, le pregunté a mamá si ellos podían tocarme también así. Me miró, y luego de darme un beso prolongado en la boca, sin usar la lengua, me dijo que sí, pero que antes teníamos que ir a comprar algo para mí.
Me puso un vestido bastante cortito y salimos.
Empezamos a caminar buscando zapaterías, me dijo que iba a comprarme unos tacones. Yo veía en vidriera alguno que me gustaba y se lo decía, pero ella miraba adentro y decía que allí no. Hasta que por fin dijo que entráramos a uno.
No había clientes y solo había un hombre grande atendiendo que debe haber sido el dueño del negocio. Debe haber tenido unos 60 años o más.
Mamá me sentó en un sillón que había en un rincón, que estaba de espalda a las vidrieras y a la puerta del local y le dijo lo que buscábamos.
El demoró poco tiempo en regresar con tres cajas. Sacó un tacón de una y se lo dio a mamá para que me lo probara.
Ella se agachó dejando que se le viera la tanga que llevaba puesta, me sacó el zapato de un pie y levantó mi pierna un poco de forma exagerada, haciendo que se flexione. Mi falda se subió y quedó toda la braga a la vista. Demoró en colocarme el tacón. Le pidió el tacón del otro pie al hombre y repitió todo de la misma forma. Esta vez el vestido se subió aún más.
El hombre me miraba nervioso. Estaba que no sabía qué hacer. Si mirarme descaradamente o tratando de no ser tan evidente. El optó por hacer lo último. Pero como mamá no lo miraba, podía verme sin reparos.
Mamá me hizo caminar por el negocio, para que los «sintiera» y poder decidir luego por uno para llevarlo.
Con el segundo par de tacones volvió a hacer todo igual y con el tercero, cuando me senté, disimuladamente levantó mi falda hasta la cintura, dejando la braga a la vista completamente.
El hombre se restregaba, con mal disimulo, la mano por su pene sobre su pantalón.
Luego de caminar por el local con el tercer par de tacones, le preguntó al hombre si no tenía algún otro para probar.
Era mejor que yo me probara otros.
Rápidamente y nervioso dijo que sí. Se fue y demoró muchos minutos en regresar, es seguro que se masturbó primero en el depósito. Cuando volvió traía cuatro cajas más.
Al probarme los últimos dos pares de tacones, mamá me hacía parar sobre ellos y me levantaba el vestido hasta la cintura.
Elegí uno de todos ellos y cuando mamá quiso pagar el hombre dijo que me lo regalaba.
Mamá le dijo entonces que otro día iba a regresar ella sola y el hombre le dijo que la esperaba con ganas, que lo hiciera pronto. Iba a cerrar el negocio y la iba a atender de forma especial a mamá.
Me gustaría que me ayuden a continuar con esta serie.
Mi correo es [email protected]
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