Merceditas 2
Mercedes sigue siendo llevada por su madre hacia una perversión.
Luego de eso nos fuimos a caminar por un shopping con muchas escaleras.
Mamá había echo eso para «mostrarme». El vestido era bien corto y los de abajo deben haberse deleitado mirándome las bragas. Subimos y bajamos varias veces. Me decía que era divertido pero la realidad fue otra, exhibirme.
A la noche regresamos a casa y antes de llegar mamá dijo que seguro ellos habían ido y dejado alguna nota debajo de la puerta a modo de mensaje, nada de eso pasó. Mamá buscó alguna nota y no había nada. Después de tres días tampoco tuvimos noticias de ellos.
A la segunda noche me desperté al escuchar a mamá gritar como lo había hecho antes con ellos. Se estaba masturbando y gimiendo bien fuerte. Estuve a punto de ir a su cama a verla, no lo hice, aunque si me quedé escuchando. Creí que no le hubiera gustado si yo iba. A la noche siguiente pasó lo mismo.
Nosotras no lo sabíamos, pero ellos estaban haciendo un juego para «doblegarnos», hacer que luego aceptáramos hacer cualquier cosa, aún humillantes. Y vaya que lo consiguieron con mamá y, por lo tanto, luego conmigo.
Eran perversos y mamá no sabía nada de eso. No estoy segura cual hubiera sido la reacción de mamá si lo hubiera sabido antes que ellos eran así. Quizás no hubiera cambiado nada.
Al cuarto día de no saber nada de ellos mamá dijo que iba a ir a visitarlo al que había ido primero a casa. Regresó y no me decía nada. Yo también quería saber ya cuando regresarían. La noté muy nerviosa y nada me decía.
A la noche, luego de cenar, no aguanté más y le pregunté.
Ella me miró y me preguntó si quería que regresen, no dudé en decirle que sí.
-
Cuando van a regresar a casa?
-
Por qué quieres que regresen Mecha?
-
Porque me gustó que me tocaran y ver cómo te lo hacían también. A ti te tocaban mucho más que a mí, mamá.
Me miró, me acarició
-
A mí también me ha gustado ver como ellos jugaban contigo. Y como te dejabas manejar por los cuatro. Me di cuenta que te gustaba cada vez más. Seguramente van a querer hacer otros juegos. No solo esos.
-
Entonces haré lo que ellos pidan.
-
Y si no te gustan Mecha? Si les digo que vengan, y ellos quieren hacer un nuevo juego, no podremos negarnos, y luego va a regresar tu hermana, cuando termine el verano y empiecen las clases, en el colegio.
Durante unos segundos todo eso dio vueltas en mi cabeza y sentía una agitación por dentro.
-
En esos juegos nuevos, me van a tocar como lo hacían contigo?
-
Hija, no tengo dudas que lo van a hacer y quizás mucho más desde ahora. Tendrás sus manos hurgando por todo tu cuerpo.
-
A ti también?
-
Si, a las dos juntas. Van a pedir que hagamos cosas juntas. Nos harán jugar entre nosotras. No sé de qué forma, aunque sé que lo harán. Puede que sientas vergüenza en hacerlas, más delante de ellos. Recuerda esto siempre, las situaciones humillantes también son morbosas y te genera placer hacerlas. A tu edad, muchas te van a resultar humillantes. No te preocupes por eso.
-
Mamá, es malo ser una putita?
-
No hija, no lo es, tampoco estés contándolo a todo el mundo. Mucha gente no aprobaría que yo deje que te entregues a ellos a tu edad. No olvides la edad que tienes. Así que, esto es un secreto. Ellos decidirán quienes se enteran.
-
Está bien mamá, invítalos, diles que vengan. Voy a hacer todos los juegos que ellos quieran.
-
Si algo no te gusta, que harás?
-
Mamá, van a gustarme todas.
-
Bien Mecha, les diré que vengan. Ya veremos como hacemos con tu hermana cuando ella regrese.
Me acarició y una lágrima brotó de sus ojos.
-
Porqué lloras mamá?
-
No lloro Mecha, no lloro. Es que me doy cuenta que dejarás de ser una niña inocente. Quieres que hagamos el juego de mancharnos la boca de rojo? Ahora? Nosotras solas, antes de llamarlos? Luego, ellos nos lo harán de nuevo, pero ahora estamos solas y podemos hacerlo de la forma que queramos, sin ordenes de ellos.
-
Siiiiii mamá, hagámoslo. Es lindo sentir tus labios en los míos.
Yo no lo sabía, pero era una «orden» que le había dado a ella ese hombre, cuando fue a verlo. Si ellos venían, antes de eso, mamá tenía que llegar a algo más conmigo y convencerme que tenía que dejarme hacer cualquier cosa. De lo contrario no vendrían.
No solamente me pintó los labios, sino que también, me maquilló cuidadosamente y me puso un vestido. Ella hizo lo mismo.
-
Vamos a usar este lápiz labial rojo que mancha mucho.
Mientras mis labios iban quedando de color bien rojo, una de sus manos se apoyó en tetitas apenas en crecimiento y la movió levemente. Era como que lo hacía tanteando mi reacción. Mis pezones comenzaron a endurecerse y mamá lo tiene que haber notado, porque pasó un dedo por uno de ellos y lo movió repetidamente, rozándolo con la uña, sobre la tela del vestido.
Nos miramos al espejo y me dijo que estaba muy bonita.
-
Eres hermosa hija, hasta las mujeres querrán jugar contigo.
-
Ser una lesbiana mamá?
-
Mecha, no porque estés con mujeres mayores o chicas vas a ser una lesbiana. Puedes hacerlo con ellas y con hombres. Que te entregues a mujeres no te hace lesbiana.
Me tomó la cara con sus dos manos y despacio me dio un beso en la boca. No fue un piquito, fue un beso suave, despacio y muy sensual. Se separó, me miró y volvió a repetirlo, esta vez tocándome ambas tetitas con las manos.
Me llevó de la mano a su cama, nos acostamos y empezamos a besarnos de esa forma.
Aunque no fueron besos de lengua me sentía en las nubes.
Con sus manos tocaba mi cuerpo sobre el vestido y me fue guiando para que yo hiciera lo mismo con el suyo.
Sus pezones estaban duros. No tenía sostén y podía sentirlos en mis dedos. Se marcaban sobre la tela de su vestido.
Mamá dio algunos suspiros, no se contuvo.
Ella hizo lo mismo los míos.
-
Mecha, si seguimos ya no hay vuelta atrás, estás dispuesta a dejarte manejar por los hombres o algunas mujeres también?
Yo ni pensaba ya, mi mente se había anulado por completo. Solamente existía el placer que estaba experimentando, todo era nuevo para mí, y me sentía en la gloria con mamá en ese momento.
-
Haré todo lo que me pidan mamá. Incluso si quieren que esté con mujeres.
-
Aunque ellas no sean de tu edad?
-
Aún así mamá lo haré.
Tomó una de mis manos y la llevó hacia su tanga. Estaba muy mojada, creí que era pis.
Refregó mi mano varias veces, tomó dos dedos y los empujó sobre la tela, no entraron porque esta lo impedía. Sus ojos no se apartaban de los míos.
Lentamente se acercó, puso los labios sobre los míos y en su susurro dijo que abra la boca. Lo hice y metió su lengua.
Era la primera vez que alguien me besaba de esa forma. Los labios se unieron como si fuera una sola boca. Me tomó de la nuca y empujó mi cabeza con la suya. Nuestras bocas se movían cada vez más, nuestras lenguas ya estaban jugando dentro de ellas, libremente. Todo alrededor de los labios estaba rojo, no solamente estos.
-
Dejemos toda la boca manchada con labial.
Y yo asentí.
-
Mueve tu mano en mi tanga. No te detengas.
Y ella lo empezó a hacer en mi braga. Pegó su cuerpo al mío, de modo que nuestras manos se tocaron y las dos sentíamos como se movían, por sobre su tanga y mi braga.
Mi mano cada vez estaba más mojada y noté que mi braga también se mojaba de la misma forma. Mamá gemía, sentía su aliento en mi cara, buscaba mi boca. Vi la boca de mamá toda roja, hasta en la nariz y supuse que yo debía estar igual. Me pasaba la lengua por fuera, lamiendo los labios. Nuestras salivas se mezclaban. Mamá me sonreía.
-
Entrégate Mecha, suéltate, gime todo lo que quieras, no tengas vergüenza de hacerlo, ni ahora, ni con ellos o con quien estés, aunque sean mujeres. Entrégate siempre hija.
Yo asimilaba todo lo que iba experimentando. Era un mundo nuevo. Un glorioso mundo. Cada vez me gustaba más. Escuchaba sus palabras y las tomaba como ciertas, dispuesta a hacer todo lo que mamá decía.
-
Mete la mano dentro de mi tanga hija. Mete dos o tres dedos adentro de mi vagina. Muévelos rápidamente, sácalos y vuélvelos a meter. Hasta el fondo hija, que queden bien adentro de mi concha.
No debí hacerlo mal porque mamá explotó en gemidos. Sus besos ya no eran los del comienzo. Ahora, literalmente, mamá me estaba comiendo la boca.
Ella no me metía los dedos, sino que refregaba su mano en mi clítoris furiosamente. También yo gemía mucho más que antes. Me sentía cada vez más caliente.
De imprevisto, sentí que mi cuerpo se convulsionaba. Yo misma empujaba contra su mano, era algo involuntario. Buscaba sentirla más contra mí, quería sentirla adentro de la concha. Mis gemidos ya eran gritos.
-
Así hija, grita de esa forma.
Era mi primer orgasmo. No había terminado de tenerlo, cuando mamá tuvo el suyo. Ella agarró mis dedos y los metió todo lo que pudo. Los sacaba y los volvía a meter con fuerza, rápido. Mi mano quedó empapada.
Mamá me explicó a que se debía eso y quedé fascinada. Era un descubrimiento.
-
Así nos masturbamos las mujeres. Puedes hacerlo cada vez que quieras, donde quieras. No solamente en casa. Fuera de acá, ten cuidado que no te vean. Si lo hacen, van a querer desnudarte y vaya a saber que cosas te harán. Si eso pasa, no tengas miedo, entrégate y deja que lo hagan. Si te resistes, te violarán. Recuerda que fuiste tú la que dejaste que te vean.
Estábamos acostadas en su cama, mirándonos frente a frente, besándonos. Sin prisa ahora. Disfrutando del momento.
-
Tienes toda la boca y labios y todo alrededor rojo.
-
Jajaja, tú también estás así mamá.
-
Vamos a hacer otro juego, uno nuevo. Haremos que te amamanto como cuando eras bebé. Te vas a prender a mis pezones. Quiero me los chupes, que te prendas a ellos. Mételos en tu boca y juega con tu lengua, como si fuera la de una serpiente. Muérdelos, tira de ellos con los dientes. Luego te lo haré yo a ti.
Lentamente se sacó toda la ropa. Después sacó la mía. Ya desnudas, se recostó contra el respaldar, y me acomodó de modo que mi cabeza quedó apoyada en sus brazos. Agarró una de sus tetas y la puso en mi boca. La abrí y todo su pezón entro en ella. Me prendí de el. Succionaba, como si estuviera amamantándome de mamá. Acariciaba mi cabello, suavemente, miré sus ojos y brillaban. Empecé a chuparlo con más ganas, más fuerte. Ya no como antes.
Su agitación aumentó y sus gemidos fueron más fuertes y agudos.
-
Apriétalos con los labios y tira de ellos.
Hice lo que ella pidió. Tiraba, su teta seguía el mismo camino. Lo soltaba y se lo volvía a agarrar con la boca y otra vez tirarlo.
La miraba. Ella se agitaba y me apretaba la cabeza. Fijé la vista en su pezón y estaba todo rosado. Lo poco que quedaba del labial había manchado todo alrededor del pezón.
Sentí una mano de mamá que pasaba por mi concha. La tocaba, acariciaba, jugaba con sus dedos en la entrada de mi vagina, frotaba mi clítoris.
Me separé un poco y me concentré en mi placer. Durante unos pocos minutos fue así.
Hasta que mamá, tomando mi cabello, me guio hacia su pezón nuevamente. Retomé lo que había dejado y mamá no dejaba de jugar con sus dedos, abajo, en mi sexo juvenil.
-
Ahora muérdelos, tira con los dientes como antes. No tengas miedo. No me vas a lastimar.
Lo hice. De su boca solo salía un AGGGGGGGG, SIIIIIIIIII, SIGUE. La intensidad de su movimiento en mi concha aumentó al ritmo que subía el volumen de sus gemidos.
Se corrió y sentí su flujo en el costado de mis nalgas. La refregué con su vagina. Mamá apretaba mi cabeza contra su teta y no me soltaba.
Finalmente lo hizo y los movimientos de su mano se hicieron furiosos. Sentía la presión de unos dedos contra la entrada de mi concha. No entraban. Y cuánto deseaba que lo hiciera. Quería ser penetrada. Quería que mamá metiera sus dedos. Que me follara de una vez.
Tuve mi segundo orgasmo de la noche. Más intenso, aunque más corto. Aflojó la presión de su mano, la puso delante de mi boca.
-
Chupa mis dedos putita. Todos. Déjalos limpios putita.
No esperaba que me llamara así. No entendía porque sentía gozo en que lo hiciera. Era mamá quien lo hacía.
Obedecí, chupé cada uno de sus dedos.
-
Te gusta el sabor de tus flujos? Acostúmbrate. Luego de masturbarte, cuando te corras, desde ahora te chuparas tus dedos. Cuando le chupes la concha a otra mujer, te tragarás todos sus flujos.
De repente mamá me daba órdenes. El tono de vos no era el mismo. No sé si lo tomé como un juego o no, porque no pensé en ello. Simplemente asumí el rol de sumisa. Sin pensarlo lo hice.
-
Si es lo que deseas mamá, no dejaré nunca de hacerlo.
-
Chúpame la concha, chupa la concha de tu mamá. Ya.
Me arrodillé en la cama, mamá abrió sus piernas y yo metí la cabeza y busqué su vagina.
-
Usa tu lengua. Métela bien adentro y traga todos los flujos que haya. Pasa tu lengua en mis labios y alrededor. Ahora vuelve a meter la lengua dentro de la concha y sigue tragando. Déjame la vagina limpia.
Sus bellos estaban brillosos, de mi saliva. No de su flujo.
-
Lo has hecho muy bien Mecha. Aprendes rápido. Eres una hija obediente. Así debes obedecerles a ellos cuatro cuando vengan o quien te pida algo. Ahora cambiemos roles. Yo voy a chuparte tus tetitas. Haré a tus pezones lo mismo que hiciste a los míos. Tal vez más. Vas a sentir un poco de dolor. No te asustes hija. Con tus 11 años tienes mucho para aprender. Aún no tienes tetas, están casi planas, tus pezones son apetitosos.
Mamá se acercó despacio a mis tetitas. Su boca rozaba el pezón apenas. Una electricidad recorrió todo mi cuerpo. La lengua ya hacía su trabajo. Eran pequeñas descaras eléctricas, continuas, una tras otra, lo que sentía. Incluso repercutía en mi vagina. Notaba que otra vez me estaba mojando.
-
Aaaaahhhhh mamá, es delicioso lo que se siente. Puedo pedir que lo hagan siempre?.
-
Mechita, lo que debes hacer es dejar tus tetitas a la vista de todos y ofrecerlas. Les encantará que pusieras tus manos sobre tu nuca. Entenderán que es lo que deseas.
Sin previo aviso, mamá mordió un pezón. No lo agarró con los dientes, como yo había hecho, ella me mordió el pezón y tiró. Antes de soltarlo, movió sus dientes, presionando más.
Pegué un grito. Mezcla de sorpresa y dolor.
Seguido a eso, agarró el otro entre dos dedos, primero lo retorció, apretó más fuerte y luego movía sus dedos continuamente. Podría decir que esto me dolía más que la mordida en el primero. Porque a pesar de mis gritos, ella no paraba de pellizcarlo muy fuerte. La miraba a ella y miraba mi pezón siendo tratado de esa forma por mi mamá.
Por último, tiró tanto, que mi tetita se hizo elástica. Y lo soltó.
Sentí un alivio en ese momento.
-
Mechi, esto es lo que te harán. O más todavía. Te aseguro que yo lo hice leve. Imagina esto entre varios hombres, donde todos van a querer hacerlo. Y no te negarás. Llorarás algunas veces, gritarás de dolor, pero no te negarás a que lo hagan. Te comportarás como la putita que serás desde ahora.
Simplemente la miraba y escuchaba todo lo que decía. En el segundo ahora sentía un leve ardor. Lo rozó con los dedos y automáticamente mi cuerpo se contrajo y de mis labios salió un AAAAHHHHHH.
-
Así como te has dejado ahora en que te lo haga, te dejarás siempre por cualquiera.
-
Entonces debo quedar desnuda siempre y ofrecerme?
-
Ya irás aprendiendo. Tampoco es que te desnudarás continuamente y en todos lados. Por ser una nena aún, mucha gente no aprobaría ver que lo hagas. Deberás obedecer a los que te den órdenes y donde ellos te digan entonces te ofreces de la forma que te dije. Si bien puedes maquillarte como una putita, a muchos les gustará ver la carita de niña inocente que aún tienes. No te asustes si hay varios juntos y todos quieren hacerte cosas. Debes dejar que lo hagan. Y sobre todo ser obediente.
Miraba a mamá y asentía afirmativamente a las indicaciones que me daba sobre como tenía que actuar desde ahora.
-
Seguimos hija?
-
Si mamá, quiero que sigamos.
-
Como te enseñé poner las manos?
Las subí y las coloqué por detrás de mi cabeza. Mis pezones quedaron a merced de mamá.
-
Aprendes rápido hija. Serás una hermosa putita.
Pasó ambas manos por mis tetitas planas. Tomó los dos pezones con los dedos. Esperaba que los retorciera. En vez de eso, les clavó las uñas.
Vino otro dolor más y a pesar de eso no bajé las manos, seguían sobre mi cabeza.
-
AAAAYYYYYYY.
-
Ven, párate frente al espejo grande.
Allí fui, sin nunca bajar las manos de la cabeza, me paré al frente y me miré.
Me vi completamente desnuda, toda mi boca, no solamente los labios, aún estaba manchada con labial. Parecía la de una payasa. No tenía bellos en la concha y presté atención a mis tetitas. Los pezones estaban más oscuros, no el rosa pálido que tenían siempre.
Mamá se colocó por detrás de mí.
-
Baja tus manos.
Agarró una y la llevó hacia mi vagina.
-
Mastúrbate Mechita.
Mamá comenzó. Pasaba sus dedos sobre los labios, despacio, me lamía una oreja, la mordía despacio. Un dedo entró buscando mi clítoris. Lo frotó.
Tomó mi mano y la apoyó sobre mi concha.
-
Has lo mismo que te hice recién.
Era mi primera masturbación. Intenté repetir todo igual a como mamá lo hizo.
Me sentía muy caliente y esa sensación iba en aumento. Mi respiración cada vez más agitada.
Mamá tenía sus manos a los costados de mis pezones. De repente sentí un pequeño dolor en ellos. Mamá había unido dos dedos y pegó un tincazo en cada uno.
-
Sigue masturbándote. No dejes de hacerlo.
Los tincazos siguieron. Muchos. Seguidos. El dolor era un poco más fuerte.
En el espejo podía ver como mi cara reflejaba que daba vez mi excitación aumentaba. Mi boca estaba abierta y respiraba agitada. Veía los dedos de mamá unirse y separarse en un nuevo tincazo.
Por instinto, aumenté la velocidad de mis dedos en mi vagina. La excitación fue en aumento al ritmo de ellos.
-
Así hija, más rápido. Mira tú cara en el espejo, mira la excitación que todo esto te provoca. Por eso debes masturbarte siempre que lo desees. En cualquier lugar. Fuera de casa, ten cuidado que no te vean. Te dará mucho placer hacerlo en otros lugares. Placer y morbo. Puedes hacerlo en el probador de una tienda de ropa. En una plaza con mucha gente. En una fiesta, en el baño y quedarte con toda la tanga mojada y regresar a ella. En un transporte con pasajeros. Cuando tengas novio, puedes engañarlo con sus amigos. Que tu novio no te folle y en cambio lo hagan todos sus amigos. Ser la putita de ellos mientras a tu novio solamente lo pajeas. Hacer eso te va a dar mucho morbo. Para eso, tu novio debe ser uno cualquiera. Puede ser un chico que te guste y veas que es un gilipollas. Disfrutarás entregándote a sus amigos.
Mamá me estaba dando lecciones sobre como tenía comportarme de ahora en más.
Me vino otro orgasmo. Esta vez pude ver en el espejo como mi cuerpo reaccionaba a eso. Mi ceño se frunció, abrí mi boca desmesuradamente, respirando más profundo. Sentía mis gemidos intensos. Mis piernas se flexionaron. Pude ver mi concha empapada de flujos y mis dedos mojados por ella.
Recordé lo que mamá dijo de mis dedos y me los llevé a la boca. Los chupe, uno por uno.
-
Lo hiciste muy bien hija. Vas a ser una niña muy putita.
Me giró. Tomó mi cara en sus manos y me dio un profundo beso. Su lengua se metió hasta donde pudo. Me abracé a su cuello. Cerré los ojos y me entregué a mamá.
Sin dejar de besarnos, me llevó nuevamente a la cama.
-
Chupa mi concha Mechita. Quiero correrme en tu boca. Cuando lo haga vas a tragarte todo mi flujo.
Era mi primera comida de coño que iba a hacer. Porque la anterior mamá ya se había corrido antes. Ahora lo haría desde el comienzo. En ese momento no sabía que vendrían muchas más. A ella, a mi hermana, a otras chicas y mujeres.
Mamá iba guiando, cuando chupar, cuando meter la lengua. Mis labios se fundían con los de su concha. En el dormitorio se escuchaba el CHUP CHUP CHUP, el sonido de mi chupada en su coño. Mezclados con los gemidos de mamá y llamándome putita a cada momento.
Por momentos, mamá hundía mi cabeza entre sus piernas y ella refregaba su concha en mi cara. Tenía su flujo hasta en mi flequillo. Cuando hacía eso mamá decía.
-
Toma mi niña putita mi flujo en toda tu cara.
Al correrse, pegué bien mis labios a su concha, metí la lengua y fui tragando todo lo que entraba en mi boca. Cuando terminó seguí chupando y tragando.
Al separarme la miré y le sonreí. Vi su cara de satisfacción y me di cuenta que lo había hecho bien. Me sentía feliz.
Mamá llevó mi cara frente a la suya y pasó su lengua por todo mi rostro. Me besó y metió su lengua como hizo antes. Nuestras lenguas se movían por dentro, jugando entre ellas. Nuestras bocas eran dos ventosas.
-
Vamos a la ducha hija. Estamos hecha una inmundicia, en especial tú.
Fuimos al baño y nos metimos juntas bajo el agua. Mamá me bañó y yo a ella. Cuando estábamos limpias se apoyó en la pared, puso sus manos en mis hombros y me empujó hacia abajo. Me arrodillé y puso su coño frente a mi boca. Supe que quería que se lo chupara de nuevo. Y lo hice. Igual que recién.
Cuando todo terminó me enjuagó la cara con el agua de la lluvia.
Nos secamos y fuimos a comer algo a la cocina. El sexo entre nosotras dos nos había abierto el apetito.
Conversamos mucho sobre lo que hicimos. Mamá quería saber si me había gustado al punto de querer repetirlo. Si aceptaba entregarme a los cuatro hombres que vendrían.
La abracé, la besé y le repetí que podía decirle que vengan.
Dijo que al día siguiente iríamos de nuevo a la zapatería. Y que yo iba a hacer lo mismo pero esta vez un poco más audaz me dijo. La miré fascinada y ella se dio cuenta de cómo estaba.
Pregunté si me iba a levantar el vestido de nuevo. Contestó que seguramente iba a sacármelo por completo.
Lo que yo no sabía era que mamá le había contado al hombre lo que había hecho en ese lugar y que luego ella iba a regresar sola. Pero el hombre le dijo que volviera conmigo, que primero hablara con el hombre que podía mirarme y tocarme nada más y que mamá se dejara coger luego por el dueño del negocio, yo mirando como la cogía.
Gracias por los comentarios que me permitieron mejorar. Al menos, eso espero que haya pasado.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!