Mi amigo después de escucharme, le dijo a su mujer que yo era un engreído.
Cuando estábamos en mi bar, mi amigo, vecino, y cliente mientras nos tomábamos unas cervezas, le dije “La mujer que quiera acostarse conmigo, tiene que presentárseme desnuda, y saber que se lo voy a meter, hasta por las narices y los oídos si me deja.” .
Todo comenzó, porque después de un buen rato de hablar sobre la corrupción en el gobierno, de religión, y deportes, nos pusimos hablar de mujeres, y como él ve que a menudo, cambio de novias como me cambio de ropa interior.
Me preguntó que hacía yo para tener tanta suerte, con las mujeres, fue cuando para que dejase de fastidiar, haciéndome ese tipo de preguntas, le dije. Más o menos, que la que quiere acostarse conmigo, tiene que presentárseme desnuda, y saber que se lo voy a meter, hasta por las narices, y los oídos si me deja.”
Después de eso, mi amigo invitó otra ronda, y fue cuando me comentó, que ya era hora de irse a su casa, y no sé por qué razón, me dijo. “Después de las seis cervezas que me bebí, cuando llegué a casa, me trago una de esas pastillas que me da el doctor para dormir, aunque el techo se me caiga encima, no hay quien me despierte, hasta mañana.”
Yo que, aunque no sé un coño de pastillas para dormir, siempre he escuchado que no se deben tomar, con alcohol, y cuando se lo dije, su respuesta fue. “Mi mujer me dice siempre lo mismo, pero si no es así no me duermo.”
Mi amigo se marchó, y yo no pensé más en lo que habíamos hablado, hasta que llegó el fin de semana siguiente, como de costumbre, él se bebió varias cervezas, yo le invité unas cuantas, mientras hablamos de todo un poco, hasta que se marchó.
Al rato cerré el bar, y como en la parte trasera tengo mi casa, al atravesar el patio, que me encuentro a la mujer de mi amigo, completamente desanuda, recostada sobre una de las tumbonas que tengo en el patio, con sus piernas bien abiertas, y con una seductora sonrisa en su rostro, diciéndome. “Un pajarito, me dijo. Que, si quería acostarme contigo, tenía que esperarte así.”
No es que yo sea un Santo, pero lo primero que pensé mientras veía el desnudo, y llamativo cuerpo de mi vecina, fue. “Pero si es la esposa de tú amigo, de tu vecino, y cliente.”
Pero al fijar mi vista en su llamativo peludo coño, como ella seductoramente se lo acariciaba con sus dedos, mientras mantenía sus piernas bien abiertas, me olvidé del pendejo de su esposo, y de inmediato, y sin más ni más, al tiempo que me fui quitando la ropa, me fui acercando a ella, a pasos agigantados.
Prácticamente ya estaba completamente desnudo a su lado, y con mi verga bien dura, cuando agarré el pistero de la manguera, y con el agua del surtidor me lavé, a pocos centímetros de la cara de ella, quien después de que terminé de lavarme, ella estiró una de sus manos, agarrando mi mojada verga, y dirigiéndola directo a su boca, mientras que la otra mano, la mantenía acariciando su peludo coño.
Hay que ver que, a mí me han pasado cosas con más de una mujer, pero ninguna nunca se ha puesto a mamar mi verga, sin que yo se lo insinuase, o pidiera, desde que conocí a su esposo y a ella, siempre la he tenido en la mira, pero por aquello de que es la esposa de mi amigo, me aguantaba las ganas de llegar a proponerle algo.
En esos momentos, lo cierto es que ni del nombre de mi amigo me acordaba, lo que deseaba era clavarme a su mujer, por lo que, sobre la misma tumbona, dirigí mi cara sobre su coño, y a medida que ella no paraba de mamar mi verga, yo me dediqué a mamar su coño.
Pero como ya les dije, mi intención era clavármela, saqué mi verga de su boca, sin dejar de mamar intensamente todo su sabroso, y rico coño, hasta que al poco rato de tanto estar chupando, y mordisqueando su clítoris, y lamiendo sus sonrosados labios de su vagina, hice que ella disfrutase de un espectacular húmedo orgasmo, entre sus fuertes chillidos, y gemidos de placer.
Entre risas, me dijo. “Casi me provocas una taquicardia, pero sigamos.” Por lo que yo, ya mucho más dispuesto, la comencé a penetrar por su sabroso coño. Y si a medida que yo le fui mamando su peludo coño, la esposa de mi amigo, gemía y chillaba con fuerza.
Apenas comencé a penetrarla, ella comenzó a menear sus caderas rítmicamente, al tiempo que no paraba de seguir chillando, y gimiendo, pidiéndome que le diera más duro.
Mientras que yo no paraba de meter y sacar toda mi dura verga, de aquel caliente y húmedo coño, al tiempo que la besaba, o le mordisqueaba los oscuros pezones de sus paradas tetas.
Hasta que después de que cambiamos de posiciones en varias ocasiones, los dos disfrutamos de un clímax increíble, quizás fue porque es la mujer de mi amigo, por estar en el medio del patio, iluminados por uno de los focos de mi patio, o por la morbosa idea de que su marido, por el ruido y los gritos nuestros, se despertase, y nos viese teniendo sexo en el medio del patio.
La cosa es que, quizás por todas esas cosas, lo que a mí me provocó fue seguir clavándome a mi vecina, pero en lugar de quedarnos en el medio del patio, más rápido que inmediatamente, casi tumbo la puerta de mi casa.
Y de la mano de ella, apenas llegamos a la sala, sobre el sofá, nos volvimos a besar, intensamente, y de eso a volver a penetrarla, no pasó mucho rato, solo que, en una de esas, en lugar de volvérselo a meter por el coño, lo que me provocó, fue darle por el fabuloso culo que tiene mi vecina.
Yo creo que sus chillidos se escuchaban por todo el vecindario, mientras que mí vecina y yo disfrutábamos a pierna suelta, de la vida, ya en la madrugada, justo después de que me volvió a mamar la verga, le pregunté. “¿Cómo se le había ocurrido, hacer eso?”
De presentárseme completamente desnuda en el patio de mi casa, ella me respondió. “Cuando mi esposo la otra noche, me dijo que tú habías dicho. La mujer que quiera acostarse conmigo, tiene que presentárseme desnuda, y saber que se lo voy a meter, hasta por las narices y los oídos si me deja. Yo no le creía. Pero como él se droga, con todas esas pastillas, que toma para dormir, y hay días, y hasta semanas en que él no me toca. Decidí comprobar si eso era cierto, y como vez aquí estamos.”
Por un tiempo, creí que mi amigo, vecino y cliente, ignoraba todo lo que sucedía entre su mujer y yo, pero una de esas noches locas, en que ella se me presentó desnuda en el patio de casa, me di cuenta, que él nos observaba detenidamente desde la ventana de su habitación……
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