MI AMIGO LAZARO Parte 10, 11, 12.
Todo comenzó cuando mi amigo Lázaro me contó de la infidelidad de mi padre y sus deseos de follarse a mi madre.
Estimados, estuve desaparecido un tiempo porque el pc se me fue y con el todos los archivos y contraseñas. Pasé semanas intentado recuperar el disco, lo hice, a medias, pero aquí estamos.
Nota importante: un poco a raíz de lo anterior, y si, leyeron bien la enumeración, he descanonizado la antigua parte 10
Espero no les moleste y si la leyeron… olvídenla, jejeje.
RECOGIENDO LOS PEDAZOS
Si esto fuese una comedia romántica, esta sería la parte donde estoy derrotado mirando la lluvia con la fotografía de mi amada en la mano.
Al contrario, esto es una película de terror, un slasher, y es la parte donde estoy aterrado en la oscuridad, esperando a que el gigante con la mascara me clave el cuchillo de carnicero.
El domingo fue un día extraño. Con el ambiente enrarecido, pasé todo el día tenso, expectante, como si estuviese pisando un cable de alta tensión.
Para mi madre yo no existía. Mis hermanas no salieron de su habitación y yo tampoco tenía muchas razones para salir de la mía.
El lunes me levanté temprano y corrí al instituto antes que se levantaran. Por la tarde regresé y me encerré en la habitación. Salí un par de veces al baño, me preparaba un refrigerio y regresaba al cuarto enseguida.
Habían pasado tres infernales días desde mí caída en desgracia y mi situación no cambió mucho desde que todo pasó, nadie me hablaba y mamá me dejaba la comida en la cocina para que yo la comiese donde quisiera ya que, al parecer, era invisible en mi propio hogar.
Me encontraba sentado al borde de la cama pensando en las estupideces que había cometido y como había dejado que mi familia cayera en las garras de mi amigo Lázaro, en lo gilipollas que había sido al caer en la trampa y en la inmortalidad del cangrejo cuando.
La puerta se abrió discretamente ingresando Lázaro.
- Colega, por qué eso cara?
- Que quieres —respondí
- Vamos, chaval, tú sabías que esto podría pasar si quisieras joderme.
- Y como? como podría saber que armarías un puto plan de venganza si quisiera evitar que te follaras a mi puta familia —grité al final—, dime, parezco un puto adivino? Parezco saber que eres un puto psicópata?
- Tranquilo colega, no hagas berrinches —dijo con una sonrisa—, se que es de dientes para afuera, se que te agrado, y sabes por qué lo sé? Lo sé porque tú también me agradas. Y como me agradas te daré dos opciones, me follaré a tus nenas, eso va a pasar si o si.
- Ja, que alivio.
- Pero, opción uno: tú te bajas del juego y sigues en tu papel de apestado —dijo levantando el dedo índice—, opción dos: sigues en el juego y disfrutas de lo que hago con tu mamá y hermanas, y también tendrás oportunidad de meterla, que te parece?
Increíble, me ofrecía follar.
Dos opciones, que obtendría de cada una? Por un lado, defendería el honor de mi familia al oponerme a sus folleteos, y que ganaría con eso? Mamá no me toma en cuenta, y se lo seguirá montando con cuanto imbécil le traiga Lázaro, y consintiendo que el mismo cabrón que se la folla a ella se folle a sus hijas, y yo, seguiría siendo un paria recluido en su habitación.
La segunda opción es: dejar que todo pase y yo me llevaría una pequeña tajada.
Por qué? Si lo piensas detenidamente, cual seria la motivación para convertirme en un caballero blanco al rescate de las damiselas en peligro? Que han hecho las damiselas por mí? Si, la cagé, lo admito, armé el plan original que llevó a mamá a follar con Lázaro peeeero, ella aceptó, nunca hubiese funcionado si ella no estuviese dispuesta a hacerlo, y Verónica, esa pequeña cabrona me dejó aquí. Evolet no es mi responsabilidad, yo no soy el padre, ella es la madre, ella es la responsable de la seguridad de sus hijos.
Mierda, a quien engaño, solo estoy buscando excusas.
Que opción creen que tomé?
Además, los hikikomori no tienen mucho sexo.
- y… cual es el plan?
- Ese es mi colega.
Al día siguiente apareció Magenta en mi habitación.
- Conque aquí estas —dijo con una risa burlona—, dime, todavía te gusta ver como se follan a tu madre?
- Déjame en paz.
- Pequeño Luís, no tienes porque ponerte así, recuerda que estas aquí por tu culpa.
- Que te follen!
- A veces, me gusta a mí ser quien folla. Quieres chupar? —desnudando su teta derecha.
El pezón; rosado, erecto y duro se presentaba frente a mí, llamándome, clamando, rogando que lo aprisionara con mis labios y chupara, con fuerza, con pasión.
La miré a los ojos y vi en ellos la chispa de lujuria y perversión que me hizo estremecer,
- Vamos, se que te gustaría chuparla —dijo pellizcando el pezón con sus dedos,
acariciando suavemente su hinchada areola—, quieres que te ruegue? Si
quieres lo hago.
— Déjalo.
Se me acercó, se inclinó dejando el rosado y perfecto montículo de dulzura frente a mi cara. Traté, lo juro, traté de contenerme pero, fue inútil.
Abrí mi boca e introduje todo lo que pude de su forma, succionando a placer, degustando un dejo de vainilla que inundaba mis sentidos.
No recuerdo cuanto tiempo estuve jugueteando con su pezón, en un momento, ella colocó su mano en mi cabeza, acarició mi cabello y se encorvó, situó sus labios en mí
oreja y.
- Sé lo curioso que eres, sé que te preguntas ¿que hago aquí? —dijo inundándome
con su aliento— quieres saberlo ¿verdad? Pregúntame.
— Tú —solté su teta, contuve el aliento, sabía que no quería escuchar la respuesta
pero, estaba embelesado por su piel — ¿Qué haces aquí?
Vengo a follarme a tu madre —dijo soltando una carcajada—, espera aquí y lo veras.
Habían pasado unos veinte minutos desde que Magenta se fue de mi cuarto y yo todavía me encontraba ensimismado mirando el techo, como buscando una respuesta tallada en el revestimiento.
UNA RECONCILIACION A MEDIAS.
No sé que habrá contado Lázaro ya que mamá entró en mi habitación y sin mucha amabilidad me invitó a participar en el comedor.
Me moví con cuidado, por si de alguna manera era una trampa, por muy agradable que se hubiese comportado mi amigo y lo críptico de su hija, aún no me fiaba de sus “buenas intenciones”.
Llegué al comedor.
La vida es un tanto caprichosa, y digo “caprichosa” como un eufemismo. La vida es una mierda desagradable que constantemente conspira con darle pan al que no tiene hambre, al celiaco que vomitaría y cagaria por toda la casa con tan solo probar una rebanada. Porque digo esto? Todavía lo preguntan? Hace unos meses me hubiera pajeado hasta morir con la escena que me encontré, ahora, me daba asco con solo mirarla. Y este es el remate, dentro de mí, muy en el fondo, me sacaría allí mismo la pija y me la cascaria como un mono en un árbol de mangos.
Lázaro, mi madre y mis hermanas estaban ya sentadas a la mesa; Lázaro llevaba una camisa blanca arremangada, aunque no lo podía ver, adivinaba que no vestía nada más que eso, una camisa.
Evolet vestía una camiseta y el culo al aire, Verónica totalmente desnuda y mi mamá con unas bragas chiquitas y las tetas al aire. De la cocina y sin siquiera esperármelo emergió Magenta, también en tetas, trayéndonos la comida.
La depósito sobre la mesa, me dio una pequeña y seductora sonrisa y le plantó un morreo a mamá de campeonato, podía ver como las lenguas luchaban dentro de sus bocas, terminó sobándole la teta izquierda y se sentó a mi lado, entre Evolet y yo.
- Sabes —dijo Magenta—, mi pequeño amigo de goma quiere jugar esta noche.
- Quieres follarme otra vez? — contesto mamá.
- Por su puesto, tu chocho me tiene loca —clavó su mirada en mi—, que pasa Luis? No te gusta que me folle a tu madre con un arnés?
- El no tiene nada que opinar —replicó mamá.
Lázaro nos miraba con una expresión de superioridad, y yo, al igual que ustedes me preguntaba ¿Qué mierda pasó en estos últimos días?
- Preciosa —dijo Magenta alzando a Evolet y sentándola en su regazo—, no quieres comer más?
- No, no tengo mucha hambre.
- Tranquila, no tienes que comer si no quieres —respondió Magenta bajando su mano y acariciando el coñito de mí hermana.
Hija de puta es peor que su papá, pensé mientras, de reojo, veía como los dedos de mi diosa magreaban las partes íntimas de Evolet, sacándole suaves suspiros.
El almuerzo pasó extraño, tenso de alguna manera, por mí estando con ellos, sin duda; la conversación fue distendida, entre ellos, claro, y excitada, mayormente por mi parte.
Ni bien terminé, me levanté, me excusé y corrí a mi cuarto.
Aseguré la puerta, me desprendí de los pantalones, me senté al borde de la cama, me agarré la polla, cerré los ojos y lentamente empecé a masturbarme.
- Eso es en mi honor —dijo Magenta de pie frente a mí—, o es al saber que esta noche follaré a tu madre o es porque toquetee a Evolet?
- Por favor, déjame —dije volteándome de la manera más patética posible y preguntándome ¿como mierda entró?
- No seas así pequeño Luis, solo estoy aquí por que quiero saber cuanto duraras esta vez.
Magenta se arrodillo entre mis piernas y lentamente dejó caer un hilillo de baba sobre mi pene, esparciéndolo suavemente por sobre mi piel, por sobre el glande masajeándolo con los dedos y presionando la abertura en la cima de este con el pulgar. Después, agachó la cabeza deslizando la punta de su lengua por mi capullo para concluir engullendo todo el volumen de mi polla.
En un mundo alterno habría durado unos veinte minutos, tengo fe en ello, en este, algo más de dos, si, estaba muy excitado, esa es mi defensa.
- Pequeño Luis, no sé a quien engañas —dijo Magenta tragando mi semen—, ya vi que dentro tienes un corazón de voyerista y te gusta ver a otros teniendo sexo, no es así?
- Claro, dilo más fuerte tal vez te lo creas —me dio un beso untando mi propio semen en mis labios—, si quieres ver, ven al dormitorio de tu madre a eso de las diez esta noche.
Pasé las siguientes ocho horas cavilando si ir o no, concluí en no hacerlo, me metí en la cama, me tapé hasta la cabeza y me dormí.
Se la creyeron cierto?
Salí a hurtadillas de mi dormitorio, el pasillo estaba a oscuras, tenuemente iluminado por la luz que escapaba por los resquicios de las habitaciones de mis hermanas, y la de mi madre que se encontraba entreabierta, avancé en silencio.
Estaban en la cama, ambas desnudas, entrelazadas, frotando sus sexos en una fusión ondulante. Mi madre acostada de espalda mantenía una pierna sobre su pecho, Magenta montada sobre su ingle arremetía con movimientos circulares. Ambas gimiendo lujuriosamente, ambas moviéndose desenfrenada.
Antes de poder asimilar la escena que se presentaba frente a mis ojos, Magenta se inclinó sobre mamá y comenzó a besarla mientras continuaba meciéndose, chupando y mordisqueando los labios de mi madre, restregando sus coños en un balanceo onírico y excitante.
Mis deseos de pajearme con el visionado se esfumaron en una suerte de confusa aura, la pasión con la que ambas mujeres hacían el amor me horrorizó y conmovió en partes iguales, dejándome avergonzado por estar allí espiándoles, violando su intimidad ¿mamá de verdad disfrutaba tener sexo con otra mujer? Odié el darme cuenta que mamá estaba dispuesta a follar con quien sea, ¿Quién es esa persona que está frente a mí? ¿Dónde quedó mi recatada madre?
Bajé la vista divagando sobre lo idiota que he sido todo este tiempo ¿y si yo estaba intentando evitar que ella fuera feliz? ¿Era feliz follándose a todo el mundo? ¿Todo esto era obra de Lázaro o esta es la personalidad real de mamá?
Allí, de pie, oculto bajo el manto de oscuridad, volví a mirar dentro de la habitación.
Ahora estaban de rodillas sobre la cama, aferradas a los extremos de ella, ambas en posición de perrito; sus nalgas se golpeaban unas contra otras rebotando como flanes unidas por un trozo de goma rojo. El dildo chorreaba fluidos mientras entra y salía de sus chochos por ambos extremos. Ambas mujeres se movían, reían y gemían agitándose sobre la cama.
No estoy seguro pero, creo que en ese momento Magenta se dio cuenta que estaba espiándoles, porque incrementó la potencia de sus movimientos, sus culos chocaban con fuerza aumentando la profundidad de las penetraciones y los gemidos de mi madre.
Que podía hacer en ese momento? Agaché la vista y regresé a mi cuarto dejándoles continuar, sin audiencia.
******
Me desperté sobresaltado, la habitación estaba a oscura pero podía sentir la presencia de otra persona.
- No te asustes pequeño Luís, soy yo —dijo Magenta.
- Que haces aquí?
- Por qué el enfado? —se sentó en el borde de la cama.
- Que quieres, Magenta? —me incliné y encendí la lamparilla.
Allí estaba mi diosa, desnuda, el cabello enmarañado, la piel brillante y sudada. Se ladeo y separó levemente las piernas pero lo suficiente como para dejarme ver su coño empapado, levantó su pierna.
- Ves eso? Te gusta? —Preguntó acariciando su conejito y mojando sus dedos—
Esto es de tu madre y mía.
Me metió los dedos en la boca. A estas alturas, puedo decir algo en mi defensa?
Los lamí, los lamí con fervor saboreando el dulzor salado, el almizcle viscoso y apetitoso pasando mi lengua por entre sus dedos chupándolos.
Magenta resoplo, corrió las cobijas y se recostó junto a mí.
- Venga, amor —susurró abriendo sus piernas.
Lo sé, lo sé, díganme lo que quieran pero, lo cierto es que me lancé sobre ella y comencé a lamer su coño, como un perro goloso absorbiendo los jugos que emanaban de aquel celestial afluente.
Ambos dormimos desnudo, abrazados y… y… soy de lo peor.
Un suave vaivén me despertó, como si la cama se meciese sobre las inquietas aguas oceánicas. Abrí pesadamente los ojos y en principio me costo afinar la vista, el sol entraba impetuoso por las ventanas de mi habitación encandilándome y haciendo que me doliera la cabeza.
Cuando por fin logré ver con claridad; una cabeza se apoyaba sobre mi almohada, de la cabeza emergían unos finos cabellos castaños y una venda de terciopelo azul cubría sus ojos. Mi madre exclame para mi y sí, era mi madre; sus manos atadas al cabecero, sus ojos cubiertos y Magenta sobre ella moviéndose entre las piernas de mi progenitora. El arnés entraba y salía de su chocho ardiente emanando fluidos que encharcaban mis sabanas.
Magenta me miró al darse cuenta que intentaba incorporarme. Puso un dedo sobre los labios haciendo señas que me quedara callado, para luego incentivar a que me enderezara con cautela, en silencio. Cogió una teta de mamá y me la ofreció.
Esto era lo que me ofrecía Lázaro?
A la mierda me dije.
Me aferré al pecho de mi madre y lo mamé con fuerza, chupando, lamiendo y succionando el pezón con brío mientras Magenta continuaba con el martilleo de caderas, de pronto se detuvo, retiró el dildo indicando que ocupara su lugar en el coño de mamá.
Me posicione entre sus piernas apreciando su desnudes, viendo como sus pechos se agitaban resollando con fuerza, su piel erizada y perlada, su cuerpo emanando olor a sexo que inundaba mi cuarto; todo ello me volvía loco, sacando mi lado animal, nublando mi mente y aflorando todo el resentimiento que sentía hacia ella. Por su folleteo con Lázaro, por su actitud para conmigo, por su comportamiento estos meses, por… por todo.
Unté mi polla con los fluidos que escurrían de su coño, tomé mi almohada y levantando las caderas de mamá lo acomodé entre su espalda y la cama, dejándole el culo alzado. Y acomodando mi pija enfrentada contra su ano, la penetre violentamente; mamá chilló de sorpresa y dolor al hurgar su esfínter. No era la primera vez que jugaban con su culo y lo demostraba al no ofrecer demasiada resistencia.
Entré con un leve vaivén para luego dejarme caer sobre ella, coloqué mis manos bajo su espalda y me sostuve de sus hombros, dejando mi cara junto a la suya arremetiendo con movimientos lentos y profundos; quería sentir cada centímetros de sus pliegues internos, sentir el sudor de su piel, sentir sus senos presionando contra mi pecho y sus pezones erguidos punzando mi piel, sentir su aliento en mi cuello y sus gemidos rompiendo en mis oídos.
Sostuve su cabeza con mis manos forzándola a quedarse quieta y acerqué mi boca a la suya, pegué mis labios a los de mi madre y empecé a mover la boca, mi lengua se deslizaba entre sus labios rompiendo la resistencia, entrando en su boca, resoplando y saboreando su dulzor, besando las comisuras de su boca y mordisqueando la carne de su labio inferior. Ella respondió, respondió creyendo que era Magenta, respondió a mi lengua jugueteando con la suya, respondió a mis labios aprisionando los suyos.
Esta podría ser la única oportunidad de disfrutar de mi madre y quería que durara todo lo posible, sin embargo, después de unos minutos, eyaculé en su interior sin poder hacer nada para impedirlo.
Deseaba quedarme allí, sobre ella, abrazándola, recobrando el aliento, esperando a que mi corazón dejara de brincar como queriendo escapar de mi pecho pero, Magenta tenía otros planes, me obligó a salir de su intimidad, a levantarme y a marcharme de la habitación, ocupando mi lugar dentro de ella. Pringando su pene de goma con el semen que escurría de su agujerito, adentrándose nuevamente en el culo de mamá, follándolo con energía.
Había sido expulsado de mi propio cuarto y antes de apartarme, Magenta me ofreció una sonrisa mientras ubicaba las piernas de mamá sobre sus hombros haciendo estremecer la cama con sus movimientos.
Bajé la escalera solo para encontrarme a mi amigo sentado en el sillón, a su lado, reclinada sobre los cojines se encontraba Verónica, con el culo en pompas le chupaba la verga sin prestarle atención a mi presencia, pasé a su lado pudiendo ver sus nalgas y como de entre ellas sobresalía una argolla de plástico roja. Un plug o bolas anales me dije. Que cagada.
Me quedé en la cocina hasta escuchar a Magenta y mamá moverse por el salón, entonces regresé a mi cuarto lanzando cobertores y sabanas, no quería acostarme donde hace poco las dos mujeres se revolcaron. Me dejé caer sobre el suelo junto a lo que quedaba de cama, agarrándome la cabeza con las manos, la luz del móvil llamó mi atención por un momento; la notificación de un correo, un correo de papá, arrojé el móvil.
Me importan tres mierdas lo que quiera.
FIN DE CURSO
Sobreviví a las actividades sexuales de las mujeres de mi casa en estos últimos meses, sobreviví a mi mediocridad, sobreviví a Lázaro y a la puta de su hija, sobreviví a los exámenes finales y me faltaban veinte minutos para sobrevivir a la fiesta de fin de curso.
Los últimos días con mis compañeros por un largo tiempo, aguantando los discursos vacíos de profesores y alumnos, los bailes desabridos y el tedio nervioso. Quería irme, salir huyendo de allí, terminar todo, desaparecer, encerrarme en mi habitación y sumirme en mi miseria.
Pero como de costumbre, mi amigo lo impidió.
- Ya te vas? —preguntó Catherine.
- Si, es tarde y tengo cosas que hacer.
- Si, claro, te entiendo, la fiesta es un asco —respondió la chica de cabello color miel—, te veré el próximo año?
- Aquí estaré —dije sonriéndole, si claro, como si fuese a confesarle lo que siento por ella alguna vez, soy patético.
- Luis, por cierto, has visto a Nicolás?
- No, no le he visto hace rato, a él ni a Javier —por supuesto, Nicolás.
- Bueno, le buscare por ahí.
- Que te diviertas buscándolos, nos vemos, Cathy —patético.
Salí por la puerta del anfiteatro y me dirigí por el corredor a la puerta de ingreso al hall de entrada. Al cruzar la puerta Nicolás me saludó con la mano.
Allí estaba él y los otros compañeros desaparecidos de la fiesta, unos siete en total, formando un círculo, charlando amenamente bulliciosos. En el centro y guiando la conversación se encontraba Lázaro y mi hermana Verónica.
- Hola, Luís.
- Que haces aquí?
- Como es tu último día de clases quería pasar y darte una sorpresa —dijo Lázaro sonriendo— ha que te gustan mis sorpresas?
- Mierda —pensé.
- Me enteré que la película que querías ver está de estreno en el cine de aquí cerca, y pensé que, bueno, ¿y que tal si te invito por tú graduación?
- No, no, no, hijo de puta no lo hagas —pensé.
- Verónica se me ha colado ya que también quería verla —continúo.
- A si es —acotó sonriente mi hermana.
- La de espías? —peguntó Daniel, de los siete gilipollas reunidos Daniel y Nicolás eran mis mejores amigos.
- Esa misma —respondió Lázaro
- Si, también tenía ganas de verla —intervino Tomas, un cabrón insoportable que, si bien, no me acosaba, estaba muy cerca.
- Tus amigos no querrán ir también?
- No, no creo quiera…
- Si, claro —presuroso respondió Matías—, nos encantaría ir.
Montón de cabrones de mierda, rezongaba para mí de camino al puto cine.
El jodido Lázaro no daba puntada sin hilo y estaba seguro que algo tramaba, no me tragaba nada eso de la supuesta tregua que habíamos pactado.
Llegamos al cine, Lázaro saludó al encargado y todos entramos, sin comprar las entradas, sin mostrar los recibos, sin nada, solo un simple saludo al hombre detrás del mostrador, obviamente eso fue muy sospechoso.
Allí estábamos: Daniel y Nicolás, mis mejores amigos, Francisco y yo de dieciséis años, Andrés y Carlos: dos capullos de catorce años, de cursos inferiores que se nos pegaban como percebes en los recesos, el cabroncete de Tomas y su colega Lucas de diecisiete. Guiando la multitud mi amigo Lázaro y Verónica.
La película ya había comenzado cuando ingresamos y toda la sala estaba a oscuras. Mis ojos que todavía no se acostumbraban a la oscuridad me impedían ver más allá de unos reflejos ocasionales cuando la pantalla se aclaraba, a tientas nos sentamos. Andrés a mi derecha no sé quien se sentó junto a él, a mi izquierda Tomás, más allá mi hermana y Lázaro junto a ella, el resto no sabría decir.
Yo, ingenuamente veía entusiasmado la película hasta el minuto quince, entonces, mi hermana se levantó y se dirigió al baño pasando por encima de nosotros, a los cinco minutos regresó. Noté que su falda era más corta que cuando se fue y cuando pasó frente a mí. La parte posterior estaba enganchada al faldón mostrando sus prietas nalgas libres de ropa interior, Andrés y Tomás se le quedaron viendo con cara de salidos al pasar junto a ellos, yo no me di cuenta de nada hasta que escuché el murmullo de Tomás sobre lo buena que estaba la culoncita de mi hermana.
Fue ahí donde presté atención. Disimuladamente miré en dirección a Lázaro.
Mi amigo besaba apasionadamente los labios de mi hermana mientras su mano le acariciaba las nalgas enrollando el vuelo del vestido al canesú, mis amigos babeando le quedaban viendo formando un circulo en sus asientos.
Lázaro, mientras la besaba le iba desabotonando la blusa dejando al descubierto sus pechos respingones. Mierda, que hago? pensaba, como podría regresar al instituto el próximo año después de esto.
Verónica separó las piernas colocándolas en los bordes del asiento y comenzó a acariciarse la hendidura soltando suaves gemidos. Andrés pasó junto a mí, se agazapó entre los asientos y lentamente sobajeo el muslo de Verónica, acercándose cada vez más a su coñito y apartando los dedos de mi hermana hasta apoderarse de la vagina, donde estuvo un rato masajeando para luego sumar su lengua al trabajo.
- A que esperas —dijo Lázaro liberando los labios de Verónica—, fóllatela.
Andrés no perdió tiempo, se bajó los pantalones, zamarreó su polla para avivarla un poco más y la penetró dando vaivenes rápidos sin coordinación, por muy arrogantes y matones que se creyeran eran unos cabrones novatos, posiblemente vírgenes por como se movían. Parecían perros calientes intentando follarse una perra en celo, eso eran, unos putos perros.
Luego de Andrés le siguió Carlos quien apenas esperó que el otro soltaran la lefa dentro de mi hermana para meter la suya, Tomás, aprovechando la oportunidad, empezó a chuparle una teta y, aunque esperaba que no sucediera, Daniel ocupó el lugar de Lázaro en la boca de mi hermana.
Para ese momento intentaba concentrarme en la película, ignorando los gemidos de Verónica, los bufidos de su follador ocasional y los «ya quítate que es mi turno, me toca, me toca»
Los siete gilipollas pasaron por entre las piernas de mi hermana en al menos una oportunidad, mamaron sus tetas e hicieron que les chupara las vergas. Fue molesto, vergonzoso y excitante, excitante verle en la penumbra, sobre el asiento de un cine, semi desnuda y con las piernas separadas dejando que siete jóvenes calenturientos usaran su cuerpo como recipiente de semen. Ver como cada uno de mis compañeros tomó turno en su coño, gozando en su interior, el mismo interior al que yo hice mió hace no mucho.
- Nos viste? Te gustó? —preguntó Verónica mientras se revolvía en su butaca.
Todo había terminado, los chicos se habían marchado, los créditos pasaban y las luces estaban prontas a encenderse.
- Lo que yo opine ya no importa —respondí secamente.
Las luces se encendieron. Me quedé inmóvil por unos segundo viendo a mi hermana; la falda arremangada, la blusa abierta, sus pecho enrojecidos, el cuerpo pringado de lefa.
- Es una de ellas? Es hermosa —dijo una voz rasposa tras de mi.
- No te lo dije —respondió mi amigo.
Me voltee, era un hombre de unos cincuenta y algo, medio calvo y con evidente sobrepeso. El arquetipo de contador auditor o gerente de cine independiente.
Se encontraba sobre la butaca mirándonos a dos filas de nosotros y me pregunté si ha estado ahí mismo, viéndonos todo el tiempo, viendo como se follaban a Verónica.
Se levantó de una manera gentil pero autoritaria y se nos acercó, me saludó frotando mi cabello, dio un fuerte apretón de manos a Lázaro y acarició la mejilla de mi hermana inclinándose sobre su butaca.
- Ven cariño, no necesitaras esto — dijo quitándole la blusa, obligándola a ponerse de pie y deslizándole la falda al suelo— por aquí amor, voy a hacerte gemir.
Tomó a Verónica de la mano y la llevó fuera de la sala completamente desnuda, Lázaro y yo les seguimos al vestíbulo, pasamos por el puesto de palomitas de maíz, los baños públicos y la maquina expendedora de gaseosa hasta un pasillo estrecho que llevaba al segundo nivel. Al final del pasillo había una puerta y dentro un cuarto; una oficina adaptada con tres sofás reclinable, una mesilla de café, un televisor y un par de estantes con libros.
- Ya has hecho las reservaciones? —preguntó el cincuentón.
- Estoy en eso—respondió Lázaro—, tengo tiempo todavía.
- Por aquí, corazón —guiando a mi hermana al baño—, báñate, hay una ducha ahí.
El hombre dejó la puerta abierta y en la posición donde me encontraba podía a ver como verónica se duchaba, frotando su cuerpo, pasando las manos por sus incipientes senos y su ejercitada entrepierna.
Cortó el agua y se rebozó con una esponjosa toalla acercándose donde nos encontrábamos. El hombre la quedó viendo, le retiró la toalla y la sentó en el sofá.
Aguanté la respiración, esto es en serio? El hombre se la follará?
El sujeto con toda tranquilidad se soltó el cinturón bajándose los pantalones.
- Hey, lo siento chico —me miró—, pero esta es una función privada.
Siguiendo las instrucciones del cincuentón mi amigo me hizo una señal con la cabeza echándome de la sala.
— Eso es todo —me dijo—, es mejor que te vayas a casa.
Uff que delicioso relato. Espero el momento cuando le toque a Evolet.
Habrá continuación antes que termine el año?
Esperando la continuacion hermano, me gusta como va la historia
En este halloween no subió nada. Espero pueda subir nuevos relatos, pronto.