Mi compadre y yo intercambiamos a nuestras esposas, pero eso si, sin llegar a planificarlo.
Unos compadres que acostumbran a salir solos de cacería, por insistencias de sus esposas las llevan, eventualmente ellas se emborrachan y ellos aprovechan para darle por el culo a sus respectivas mujeres, pero en otro momento nuevamente ellas se emborrachan y ellos intercambian de parejas.
Mi compadre y yo intercambiamos a nuestras esposas, pero eso si, sin llegar a planificarlo.
Ya hace casi un año que mi compadre y yo habíamos estado por mucho tiempo planificando salir de cacería.
Tanto él como yo, se lo habíamos dicho a nuestras respectivas esposas, las que siempre se habían opuesto, hasta que finalmente se puede decir que conseguimos que ellas aceptasen, con la única condición de que ellas, o sea que mi comadre, y mi esposa nos acompañasen.
Claro que no es lo mismo el ir de cacería, acompañados de nuestras respectivas esposas que el ir solos, sobre todo ya que en ocasiones cuando hemos logrado cobrar alguna buena presa, nos hemos ido a celebrar a un bar de putas que hay en el pueblo.
Pero de esa parte nunca le hemos contado a nuestras esposas, por lo mal pensada que son, pero ya saben cómo son las mujeres, cuando se les mete una idea entre ceja y ceja.
Finalmente llegamos a la cabaña de la cual partimos a cazar, tanto mi comadre como mi mujer, les costó un poco de trabajo adaptarse al ambiente.
Ya saben, sancudos, alimañas, no hay luz eléctrica, ni agua corriente, pero a pesar de esos pequeños inconvenientes finalmente se ajustaron a la realidad, ¿o acaso no querían salir de cacería?
El primero en cobrar una presa, lo fui yo. El primer día le di a un Cerdo salvaje enorme, mi compadre al segundo día le dio a un venado, Pero como al cuarto día, mi compadre le dio a otro cerdo y yo a un venado bien grande.
Esa tarde, por no perder la costumbre de que los dos cobramos piezas, decidimos abrir una botella de aguardiente y darnos unos tragos, mientras limpiábamos las presas.
Así que a medida que fuimos limpiando y cortando las presas, fuimos bebiendo, y también les servimos a nuestras esposas, que a pesar de que nosotros estábamos felices, ellas se encontraban bien molestas, y más arrepentidas aun de decidir habernos acompañado.
Ya que aparte de que los zancudos las tenían locas, la falta de luz eléctrica, radio y televisión, las tenían más molestas aún.
No fue hasta que a mi compadre se le ocurrió decirles, que el beber aguardiente repele a los insectos, que ellas comenzaron a beber, pero a diferencia nuestra que estamos acostumbrados, a las dos se les fue la mano.
Ya había comenzado a caer la noche y tanto mi comadre como mi, estaban ya algo ebrias, y para colmo abrieron otra botella de aguardiente, pero en lugar de solamente bebérsela, parece que descubrieron que, si ponían algo de aguardiente sobre los brazos y piernas, los insectos como que dejaban de estar picándolas.
Pero lo que ignoraban es que eso aumentaba su estado de ebriedad, al grado que de momento las dos se fueron quitando pate de su ropa, y mientras mi comadre derramaba algo de aguardiente sobre el cuerpo de mi esposa y la masajeaba con sus manos, mi esposa hacía lo mismo, también masajeando casi todo el cuerpo de mi comadre, con aguardiente.
Ya mi compadre y yo habíamos limpiado toda la carne y pieles, cuando nos dimos cuenta de lo que realmente sucedía entre mi esposa y la suya.
Ambas estaban bien borrachas, semidesnudas, y sin idea de lo que pasaba a su alrededor, fue cuando yo tomé a mi mujer por un brazo, y mi compadre a la suya, llevándonoslas a nuestras respectivas habitaciones.
Esa noche aproveché y hasta por el culo le di a mi mujer, aparte de que también la puse a mamar, ya que con eso ella es algo delicada, pero en las condiciones en que se encontraba a medida que se lo iba clavando me pedía que le diera más y más.
Al siguiente día tanto mi esposa como mi comadre, se levantaron bien tarde, y hasta con dolor no tan solo de cabeza, sino que también de culo, diciendo no acordarse de nada de lo sucedido.
Por lo que me imagino, que el compadre también le dio por el culo a la comadre.
Bueno ya al quinto día en lugar de cazar, nos fuimos de pesca al rio, y sacamos varios peces y mientras los limpiábamos por no perder la costumbre nos pusimos a beber, y nuestras mujeres, al parecer como que le agarraron el gusto al aguardiente.
Ya que aún no había oscurecido cuando las dos ya estaban bien borrachas, pero a diferencia de la otra noche, prácticamente se habían desnudado por completo, y únicamente aún les quedaban puestas sus pantaletas.
Pero además mientras mutuamente se daban masajes con aguardiente, nos dimos cuenta de que tanto mi mujer como mi comadre, se daban unos tremendos agarrones, apretones, y hasta profundos besos.
Que seguramente buenas y sanas jamás se atreverían hacer, por lo menos no frente a nosotros, pero estaban tan borrachas, que ni atención nos pusieron a nosotros dos.
De momento, mientras mi compadre y yo terminamos de limpiar y salar los pescados, yo fui y guardé nuestra pesca y al regresar me traje otra botella de aguardiente.
Mi compadre y yo nos dimos otro trago de ese sabroso aguardiente, pero me di cuenta de que, por mi parte, yo no dejaba de ver el sabroso culo de mi comadre, y que mi compadre a su vez, no le quitaba los ojos de encima a mi mujer.
Fue algo que surgió en el momento, sin planificarlo previamente, ni hablar de eso ninguno de los dos.
Ya había comenzado a oscurecer, y sin previo aviso se desató una torrencial lluvia, en cosa de segundos prácticamente apenas y se podía ver unos pocos metros delante de uno.
Mi compadre y yo nos vimos, pero sin decir nada, yo tomé por el brazo a mi comadre, y al mismo tiempo mi compadre agarró a mi esposa por la cintura.
Al entrar a la cabaña, yo entré a la habitación que ocupaban mis compadres, acompañado por mi comadre, que de lo borracha que estaba sin darse cuenta de quien yo era, buscaba besarme la boca, mientras que mi compadre, entró a nuestra habitación, acompañado de mi mujer.
Yo me dirigí con mi comadre directamente a la cama, y tras recostarla, de inmediato me quité toda la ropa, para luego irme a recostar a su lado.
A diferencia de mi esposa, mi comadre posee unas tremendas nalgas y grandes tetas, así que por un rato me di gusto, acariciando y besando, todo el cuerpo de mi comadre.
Mientras que ella a pesar de lo borracha que se encontraba me decía una y otra vez, quizás creyendo que yo era su marido. “Cariño métemelo, quiero que me lo metas mientras me chupas las tetas.”
Así que yo no la saqué de su error, y mientras golosamente le mamaba sus grandes tetas, comencé a penetrarla con mi parada verga.
Mi comadre sin detenerse comenzó a mover con fuerza sus grandes caderas, al tiempo que yo metía y sacaba una y otra vez mi verga de su mojado coño.
Era tal mi excitación por estar clavándome a mi comadre, que ni me acordé, ni pensé en lo que podía estar haciéndole mi compadre a mi mujer.
Así que después de un buen rato, de estar dándole verga por el coño a mi comadre, y ella alcanzar un ruidoso orgasmo, finalmente me vine.
No tengo la menor idea de la hora que era, pero de momento al despertarme, y ver el cuerpo desnudo de mi comadre a mi lado, quizás me pasé de la raya, pero me provocó a pesar de lo dormida que se encontraba, meterle mi verga dentro de su boca.
Y así lo hice, al principio me costó algo de trabajo que ella abriese la boca, pero una vez que mi verga estuvo entre sus carnosos labios, lo demás fue bien fácil, al grado que a medida que yo movía su cabeza, de momento ella comenzó a chuparme la verga.
Hasta que se me puso tremendamente dura, fue cuando decidí ir por el premio mayor, su hermoso culo.
Mi verga estaba completamente llena de su propia saliva, y cuando me recosté tras ella y con una de mis manos separé sus sabrosas nalgas, la escuché balbucear algo como. “No mi amor por el culito no, que duele.”
Pero como dice un viejo dicho. “Palo parado, no respecta culo cagado.” así que sin demora alguna le enterré mi verga por el sabroso culo de mi comadre, la que por unos instantes pareció despertarse.
Pero ya una vez que mi verga la tenía bien adentro, aunque de manera lenta, mi comadre comenzó a mover sus nalgas, mientras que yo procuraba enterrarle más y más adentro toda mi verga.
Ya había comenzado a amanecer, cuando salí del cuarto de mis compadres, únicamente con los pantalones puestos y el resto de la ropa bajo el brazo.
Al ir a orinar fuera de la cabaña, me encontré a mi compadre, haciendo lo mismo, tan solo nos dimos los buenos días, sin hacer comentario alguno con respecto a las mujeres.
Yo me di un baño, me vestí, el compadre después de también bañarse me ayudó a preparar el desayuno, y luego nos dedicamos a recoger y empacar para marcharnos a nuestras respectivas casas.
La comadre se despertó cerca de las doce del día, se dio un baño y sin decir nada regresó a su habitación, en la que la escuché reclamándole al compadre que se hubiera aprovechado de ella para darle por el culo nuevamente.
Mientras que a mi mujer la dejé que durmiera hasta casi las tres de la tarde, se dio su baño, no sin antes también reclamarme a solas que le hubiera dado por el culo nuevamente.
Claro que no le aclaré, que no había sido yo sino el compadre, quien le había dado por el culo en esa segunda ocasión.
Mi compadre y yo hemos hablado infinidad de ocasiones, de las piezas que cazamos y los tremendos peces que sacamos, durante esas vacaciones.
Pero sobre lo que paso con nuestras mujeres, ni lo nombramos, pero recientemente cuando entre los dos pensando que nuestras esposas, no les interesaría volvernos acompañar de cacería, nos equivocamos.
Es más, hasta ya separaron la fecha, lo interesante fue que, en mi caso, a mi mujer se le escapó decirme. “Lo único que te voy a pedir si me emborracho, es que no me des por el culo, como la primera vez, y si lo vas hacer hazlo como la segunda vez, que lo disfruté mucho más.”
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!