Mi esposo dijo, que tener sexo era como bailar, por lo que yo bailé con todos los que quisieron bailar conmigo.
Una pareja que realiza recaudación de fondos para el partido en que militan, aprovechan la fiesta para darle rienda suelta a sus deseos pero enfocados en otras personas, por lo que mientras él se acuesta con su secretaria su mujer se acuesta con todos los hombres que puede..
Mi esposo dijo, que tener sexo era como bailar, por lo que yo bailé con todos los que quisieron bailar conmigo.
Eso fue lo que le dije, a mi esposo, cuando sin rodeo alguno me echó en cara, que yo había bailado y me había acostado con todos los hombres invitados a la actividad para recoger fondo para el partido.
La verdad es que no me acosté con todos, pero si con unos cuantos, de ellos, para no exagerar y decir que con la mayoría de los que se encontraban conmigo en una cabaña.
Mi esposo y yo llevamos varios años de casados, y sin hijos, primero por acuerdo mutuo; Segundo por la acides de mi vagina, no puedo quedar embarazada; Tercero porque no me gustan los niños; Cuarto porque no quiero dañar mi figura; Quinta y última razón, porque además de que esposo se hizo la Vasectomía, antes de conocernos, no me da mi real gana.
Todo comenzó, cuando estando los dos organizando una actividad, con otras personas, para recoger fondos, para el partido político al que los dos pertenecemos.
Alguien preguntó si habría baile, y después de mirarnos todos los presentes, creo que unánimemente, todos respondimos que sí.
Ya que una cosa lo son los fastidiosos discursos y reconocimientos, y otra muy distinta lo es la diversión, así que contratamos par de orquesta y un DJ. Para que amenizaran la actividad.
En la misma conversación salió la mosquita muerta de la secretaria de mi marido, que es una fanática religiosa, haciéndonos notar que uno de los cantantes que serían contratados, sus canciones son muy provocativas.
Además, el lugar donde se realizaría la actividad era una finca con muchos lugares donde las parejas se podían esconder para tener sexo.
Fue cuando mi esposo, haciéndose el gracioso, nos dijo a todas las personas presentes, con su gran boca de comer. “El sexo es algo como bailar, en la mayoría de las ocasiones, bailamos únicamente con nuestra esposa, pareja o compañera, pero que en otras ocasiones es bueno bailar con otra persona.”
De inmediato dirigiéndose directamente, a su secretaria, le preguntó. “¿Tú bailas?”
Ella se puso colorada, comenzó a tartamudear, pero antes de que ella pudiera responder, mi esposo le dijo. “Te lo pregunto porque me agradaría sacarte a bailar en la actividad.”
Al tiempo que viéndome a mí comentó. “Además te aseguro que mi esposa no se va a molestar porque los dos bailemos.”
Yo desde luego que le respondí, que no me molestaba, aunque sin comprender el trasfondo de las palabras de mi marido, en ese momento.
La actividad se dio, aparte de que pudimos lavar, perdón quiero decir que recaudamos muchos fondos, así que después de los aburridos discursos y reconocimientos de costumbre, comenzó la verdadera fiesta.
Estando mi esposo y yo en nuestra mesa, después de bajarnos él y yo casi media botella de huisqui, me comentó que pensaba sacar a bailar, a la mosca muerta, de su secretaria, y que para hacerla pasar un susto.
Yo conociéndolo nada más por su manera de mirarla, supe que deseaba acostarse con la hipócrita esa, fue cuando yo como quien no quiere la cosa le comenté. “Si tú quieres sacar a ¨bailar¨ a esa puta, creo que no te molestará si yo me pongo a bailar con otros hombres.”
De inmediato mi esposo, me respondió, seguramente sin pensarlo mucho. “Claro que no, tu baila con quien se te antoje esta noche.”
De inmediato se levantó se dirigió a la tipa esa, y la sacó a bailar, lo demás no se los cuento, pero si les diré que terminaron acostándose dentro de una de las varias cabañas que teníamos reservadas para el presidente del partido y su comitiva.
Mientras que yo me moría de la rabia, no es que me sintiera traicionada, no que va, sé que él lo hizo, por como mi esposo acostumbra a decir. “Por darse el gusto de hacerlo.”
Así que mientras que ellos dos bailaban y mi esposo la convenció de que bebiera algo, yo me sentía que estaba haciendo el papel de tonta, bebiendo sola en nuestra mesa, y eso si no me agradó.
Por lo que apenas pude, me levanté, y aunque todos conocen a mi marido, y saben que yo soy su esposa, me dirigí a la barra en plan de pelea, perdón quiero decir en con ganas de que me sacasen a bailar.
No por darle celos a mi marido, que de seguro ni cuenta se dio de lo que yo estaba haciendo. Lo hice por también darme el gusto de ¨bailar¨ con quien yo quisiera.
Apenas llegué a la barra, el mesero que me conoce, al fin y al cabo, yo soy la que lo contrata para todas las actividades del partido, me sirvió otro trago de huisqui, y discretamente me preguntó por mi esposo.
A lo que yo después de beberme todo el trago de un solo golpe, le respondí de la manera más seductora que pude hacerlo, con toda la intención de que me escuchasen todos los que estaban en la barra. “Está por haya bailado a una tipa, mientras que yo me muero, por las ganas de bailar, que tengo.”
Creo que no había terminado la última frase, cuando uno de los guardaespaldas del presidente de manera muy caballerosa, al tiempo que me tomaba la mano, me invitó a bailar.
Como comprenderán, ante tal invitación, no me pude negar, así que ya como había comenzado a oscurecer, le sugerí que nos mantuviéramos retirados del centro de la pista de baile.
A lo que él gustosamente aceptó, y sujetándome firmemente por mi cintura nos pusimos a bailar, bien pegados.
Quizás en otro momento, desde un principio, hubiera fijado una cierta distancia, entre él y yo, pero como mi intención era otra, dejé que me apretase contra su cuerpo, al tiempo que yo movía y pegaba mis caderas, a su cuerpo, de la manera más provocativa que pude hacerlo.
Lentamente mi pareja y yo, sin dejar de bailar, nos fuimos retirando al ritmo de la música de la pista de baile, acompañados por un pequeño grupo de unos cinco o seis tipos, que no quitaba sus ojos de nosotros en particular de mis nalgas.
A medida que la música continuaba sonando a lo lejos, el guardaespaldas, con quien yo tan sabrosamente bailaba, comenzó a deslizar sus grandes manos desde mi cintura hasta mis nalgas, apretando mi cuerpo contra el suyo más aún.
Haciéndome sentir contra mi vientre, aun por encima de la tela de su pantalón, y de mi corto vestido, el cálido, grueso y duro bulto, que tiene entre sus piernas.
En cosa de segundos, cuando su boca se posó sobre la mía, simplemente abrí mis labios y sentí su lengua dentro de mi boca, al tiempo que ya sus manos, habían levantado la falda de mi vestido, y deslizándolas entre mis pantys, descaradamente frente a todos, me agarraba las nalgas, sin que yo ofreciera la más mínima resistencia.
Aun bailábamos al ritmo de la lejana música, cuando de momento me di cuenta de que nos encontrábamos frente a una de las cabañas, separadas para el presidente del partido y su comitiva.
Además, yo sabía de sobra que mi esposo de seguro se llevaría a la tipa esa a la cabaña, que se encontraba al otro lado de la pista, ya que era la única de la que él tenía llave.
Por lo que cuando el guardaespaldas simplemente insinuó que entrásemos, yo sin demora lo seguí agarrada de su mano.
Ya dentro ambos continuamos bailando al ritmo de la lejana música, a medida que nuestros acompañantes nos hicieron un gran círculo.
De cuando en cuando él dejaba que yo bailase con alguno de ellos, mientras él se daba un trago a pico de botella, que le daba alguno de los presentes, los que bailaban conmigo, que sin vergüenza alguna también buscaban agarrar mis nalgas y mis tetas.
Hasta que él me volvió a tomar de la mano y directamente nos dirigimos a la única habitación, dejamos de bailar, simplemente nos sentamos en la cama, donde continuamos besándonos, y acariciándonos, sin importarme que en la puerta de la habitación, se encontrasen observándonos.
Fue como cuando una jauría se encuentra tras una perrita en celo, todos ellos parecían muy felices de que el guardaespaldas me hubiera llevado a la habitación, era como si él fuera el perro más grande, y el resto de todos ellos la jauría, y yo desde luego la perra en celo.
De la misma manera de que se pela una banana, así de rápido dejé que me desnudase completamente.
Yo por mi parte lo ayudé a él a quitarse su ropa, y soltar la correa de su pantalón, después de que él colocó su arma debajo de la almohada. Me volvió tomar entre sus fuertes brazos.
En ese instante al ver su erecto miembro, como cosa rara, me entraron unas tremendas ganas de ponerme a mamárselo, sin que el hecho de que nos estuvieran observando me preocupase, es más.
El estar consciente de que estábamos siendo vistos por todos los presentes, me calentó mucho más.
Por lo que sin más ni más, dejé de besarlo y me agaché frente a él, agarré su erecto miembro entre mis dedos, y tras medio manipularlo por unos segundos, comencé por pasarle lentamente mi lengua por todo su oscuro glande.
Mi pareja se recostó sobre la cama, mientras que yo al tiempo que comencé a tragarme toda su verga, separando mis rodillas y dejando que los de afuera vieran, como mientras que con mi mano izquierda sostenía la verga del, con mi mano derecha comencé acariciar mi depilado coño frente a todos ellos.
Por un largo rato estuve chupa que chupa, mama que mama, lengüeteándole todo su miembro de rato en rato, sin que él llegase a venirse.
Hasta que él mismo, volvió a tomar asiento en la cama y tomándome por mis axilas, me levantó como si yo fuera una muñequita de papel, ser sin dejar de besarme, y acariciar mis senos, separé mis piernas, y comencé a recibir dentro de mi húmedo y caliente coño su gruesa, larga y venosa verga.
Ante los comentarios de varios de los curiosos que nos acompañaban y no dejaban de vernos, continuamos disfrutando él de mí, y yo de él.
A medida que fui sintiendo como se deslizaba todo su miembro dentro de mí coño, no pude dejar de gemir y casi gritar del placer que sentía en esos momentos, para colmo de mi mayor placer, él se dedicó acariciar mis nalgas, tras lo cual comenzó a introducirme alguno de sus dedos dentro de mí culo.
Mi amante es un tipo alto, moreno atlético y bien musculoso, mientras que yo modestia aparte, aunque tengo un buen cuerpo, soy bajita y parada junto a él, apenas y alcanzo a llegarle a la altura de su pecho.
Por lo que cuando continuó penetrándome con su tremenda verga, yo no podía creer que todo eso cupiera dentro de mí coño.
Hasta que él me propuso que cambiásemos de posición, a lo que yo sin pensarlo, le dije que sí. Me recosté boca abajo sobre la cama, y casi de inmediato sentí nuevamente sus dedos, llenos de saliva penetrando mi culo.
Hasta pensé en decirle que no, pero casi de inmediato sentí como mi esfínter se abría bruscamente ante la dolorosa presión que ejercía su verga contra mi cuerpo.
Fue cosas de un corto instante, ya que a mi marido también tiene el gusto de darme por el culo cada vez que puede o le dejo hacerlo.
Por lo que ya estoy acostumbrada a eso, y de inmediato comencé a mover mis caderas, al tiempo que, como un verdadero salvaje, con una de sus gruesas y grandes manos, agarraba divinamente todo mi coño.
En medio de los alaridos de placer que yo daba, en más de una ocasión disfruté de varios orgasmos, hasta que finalmente él sacando su verga de mi culo, me la colocó frente a mi boca, y yo sin pensarlo, me dediqué a continuar mamando su verga, y sentí como todo su caliente semen bajaba por mi garganta.
Los comentarios de los hombres que nos miraban no cesaban, el guardaespaldas en cosa de unos pocos segundos se levantó y se dirigió al baño y posteriormente se dedicó a vestirse, mientras que yo dando tumbos como si estuviera borracha, pero de placer entré al pequeño baño donde con la puerta bien abierta me dediqué a lavar mi culo y mi coño frente a los presentes.
Cuando salí, él me comentó que se los llevaría a todos, para que me dejasen en paz, y pudiera vestirme con calma.
Pero nuevamente sentí algo bien raro, no sé si sería el hecho de estar consciente de que todos ellos me deseaban, que de inmediato le dije que no se preocupase, que yo deseaba encargarme de todos ellos.
Mi amante se retiró, al tiempo que yo recostándome nuevamente sobre la cama, le dije. “Bueno quienes quieren que hagamos un cuarteto.”
No bien había terminado de decir eso, cuando tres de los más jóvenes, prácticamente se arrancaron sus ropas frente a mí, al momento de meterse a la cama.
Mientras que uno de los otros dos tipos que no dejaban de observarnos desde la puerta de la habitación, descaradamente comenzó a masturbase.
El sentir como nuevamente me volvían a penetrar tanto por el culo como por mi coño, me encendió, y sin miramiento alguno al tercero le agarré su verga y me la llevé a la boca.
Sabía de sobra que todo lo que estaba haciendo era una locura, que no tan solo mi marido se enteraría, sino que todos los miembros del comité de finanzas del partido también.
Pero la verdad es que poco me importó eso, era como si dentro de mí tuviera un volcán en erupción y la única manera de apagarlo era, dejándome disfrutar de todas las vergas que pudiera.
Por un buen rato me han dado por el culo y por mi coño al tiempo que continuaba mamando como una desesperada, hasta que uno a uno se fue viniendo sobre o dentro de mí.
Quedé exhausta, molida, agotada pero tremendamente satisfecha, uno a uno, se fueron retirando, excepto uno de los tipos que se quedó observándonos desde la puerta.
Ya estaba somnolienta, cuando por lo visto sin importarle a él que mi coño estuviera lleno de semen, separó mis piernas, y me penetró.
Eso bastó para que yo nuevamente sintiera ese calentón dentro de mí, pero estaba tan agotada, que a pesar de lo mucho que lo estaba disfrutando, me quedé dormida.
Al despertarme, me encontré con la sorpresa de que mi esposo, se encontraba en la misma habitación sentado a mi lado con las manos sobre su cabeza.
Y apenas se dio cuenta de que yo estaba despierta, comenzó sin rodeo alguno a echarme en cara, que yo me había acostado con todos los hombres invitados a la actividad para recoger fondo para el partido.
Yo como si hubiera realizado una gracia le respondí. “Si es cierto y también bailé con todos ellos.” y continúe diciéndole. “Tú mismo dijiste que eso era como bailar.”
Además de inmediato le dije, estoy más que segura, que no tan solo bailaste con la mosquita muerta.
Tú bien sabes que no me incomoda que te acuestes con otras mujeres, pero si me enteró que tú te acuestas con alguna puta, y puedes echarle dos o quizás tres polvos a ellas, yo por mi parte también puedo acostarme con la cantidad de hombres que me plazca.
Lo cierto es que la relación entre mi marido y yo es una, de amor odio, no queremos tener hijo, pero jamás ni nunca pensamos en divorciarnos, a pesar de lo que él o yo podamos hacer.
De paso la actividad de la recaudación de fondos para el partido fue todo un éxito.
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