Mi hermano mayor y yo somos amantes……..
Una joven que se distraía leyendo casi desnuda las revista porno de su hermano, la chica es descubierta por este, ella se queda con las ganas de seguir leyendo, por lo que en la noche visita la habitación de su hermano y comienzan a tener relaciones..
Mi hermano mayor y yo somos amantes……..
Cuando mi hermano mayor regresó a casa durante las vacaciones de verano, ya yo me había apoderado en cierta forma de su dormitorio, en el cual me sentía tan cómoda y a gusto, que me costó algo trabajo el regresar a mi propia habitación, la que consideraba tan infantil, no tan solo porque las paredes estaban pintadas de color rosa con muchos angelitos y princesas de cuentos.
Sino que, para colmo de males, mi propia cama era de cuando yo era una niña pequeña, mientras que el dormitorio de mi hermano, era bastante fresco, con un gran televisor, libros y sobre todo una colección completa de revistas para adultos.
Las cuales mis padres ignoraban su existencia, pero que yo descubrí a los pocos días que Evelio se fue a estudiar a la ciudad.
Además, él había colocado un teléfono auxiliar en su habitación, y tenía una pequeña nevera, la que desde que él se fue siempre yo tenía llena con los jugos o refresco de mi predilección, en fin era un pequeño paraíso.
El primer día que él llegó, me encontraba tirada sobre su cama ignorando que mi hermano iba a llegar en esos precisos momentos, por lo que como de costumbre andaba en pantis y sostén, ojeando una de sus revistas, leyendo un relato sobre una chica, que con toda la intención, se hizo la borracha y buscó ser violada, por varios de sus compañeros de clases.
Justo cuando me encontraba en la parte más caliente del relato, en el que uno de los compañeros de clases de la chica, al mismo tiempo que se encontraba besándose ardientemente con ella.
Él se da cuenta de que la chica no tiene más nada puesto debajo de su falda, por lo que tímidamente comienza a introducir sus dedos bajo la falda, y ella en lugar de retirar la mano del chico, abre más las piernas.
Justo en ese instante, imaginándome lo que me encontraba leyendo sobre la cama, tenía mi mano derecha dentro de mis pantis, acariciando violentamente mi propio clítoris.
Cuando siento que alguien en la puerta de la habitación, carraspeo con fuerza, completamente desorientada, me di vuelta y aun con mi mano bien adentro de mi coño, fue que me di cuenta de que mi hermano me estaba observando.
Me quedé paralizada por unos instantes, en sus ojos pude notar un brillo, o mejor dicho él me estaba mirando, pero definitivamente no era como acostumbraba a mirarme.
Finalmente reaccioné, muerta de vergüenza, aparte de que me encontraba prácticamente desnuda frente a él, con una de mis manos enterrada dentro de mí coño, tratando de disimular.
Me puse de pie inmediatamente, retirando mi mano de mi coño y subiéndome las pantis, al mismo tiempo que tiré la revista, que estaba leyendo, bajo el mueble donde él guardaba su ropa.
Mi hermano no me dijo nada en principio, me saludó con un fuerte y apretado abrazo, y luego me dijo en voz baja. “Yo pensé que era el viejo quien las estaba leyendo.” Refiriéndose a las revistas, y a nuestro padre.
Aun muerta de vergüenza, le respondí. “Es que hay un modelo de vestido que me llamó mucho la atención y estoy pensando en copiarlo.”
Mi hermano sin soltarme entre sus fuertes brazos me dijo. “Si como no, como tú digas, pero procura que los viejos no te encuentren leyéndolas, o me vas a meter en un serio problema con ellos.”
A todas estas mis tetas las tenía fuertemente presionadas contra su pecho, y una de sus manos las colocó sobre mis nalgas, presionándome contra su cuerpo.
Fue cuando les juro que sentí, por unos instantes, pegado a mi desnudo vientre, su caliente y duro miembro, bajo la tela de su pantalón.
Aun bastante turbada, por la situación en que mi hermano mayor me había encontrado, disculpándome por haber estado en su cama, finalmente logré zafarme de sus brazos.
Pero ya cuando estaba a punto de salir de su habitación, me dijo. “Hermanita por favor deja la revista en el mismo lugar que la encontraste, no sea que la vieja, le dé por barrerme el cuarto y la encuentre.”
Yo aun todavía bien avergonzada, me arrodillé frente al mueble y al no poder agarrar la revista, tuve que pegar mi cara al piso para ver donde había caído.
Así que apenas la vi, la agarré, pero en ese mismo instante, giré mi rostro y pude notar como mi hermano observaba mis nalgas, descaradamente.
Me sentí sumamente confundida, ya que no esperaba que me hermano mayor me viera de esa manera, y que mientras me abrazaba me apretase contra su cuerpo, de la manera en que lo hizo.
Para colmo, justo antes de poner de pie, quedé arrodillada frente a él, mi boca quedó a menos de cinco centímetros de la cremallera de su pantalón.
En ese instante, mi hermano introdujo su mano dentro del pantalón y casi rozándome el rostro se acomodó su cosa, la que evidentemente tenía bien parada, y se le notaba fácilmente aun a pesar de la tela de su pantalón.
Fue cuando me dijo. “Ya sabes puedes leer todas las revistas que quieras, pero acuérdate de guardarlas donde debe ser.”
Y tras esas palabras, sacando su mano de dentro del pantalón, las colocó bajo mis axilas y gran parte de mis tetas, sin mucho esfuerzo de su parte me levantó del suelo.
Mientras que continuó diciéndome. “Quizás podamos hablar más tarde, después de que los viejos se acuesten.”
Yo salí de su habitación como alma que lleva el diablo, en cierta medida algo asustada, pero a la vez sumamente excitada por la manera en que mi hermano me trató.
Pero no hice nada más que poner un pie en el pasillo que de inmediato mi madre comenzó a regañarme, por andar, como ella dice completamente desnuda.
El resto de la tarde encerrada en mi rosado dormitorio, nada más soñaba despierta, con la figura de mi hermano, preguntándome como sería eso de hacerlo con él.
Aunque para esa época yo aún era virgen, ya que me padre tenía tan pobre opinión sobre todos los chicos del pueblo, que hubiera sido una estupidez de mi parte el que me llegase acostar con alguno de ellos.
Para mis padres que son de origen español, todos los chicos del pueblo son poco menos que retardados, que el único hombre que vale la pena era mi hermano.
Además de tener un tremendo físico, estaba por graduarse de la universidad, y en la ciudad ya administraba su propio negocio, es verdad que mi papá le ayudó a comprar una vieja casa, pero la acondicionó y la convirtió en pensión de estudiantes, así que prácticamente son ellos quienes pagan la casa.
Cuando ya había comenzado a caer la noche, yo estaba pensando en vestirme, pero como escuché que mi hermano se despedía de nuestros padres, y estos como religiosamente acostumbran se fueron a dormir.
Nuevamente, tal y como me encontraba, en pantis y sostén, de manera bien silenciosa entré en su habitación, y fue que descubrí que mi hermano, había adquirido nuevas revistas.
Las que sin perder tiempo me dediqué a ojear, lo cierto es que me pasé casi toda la noche viendo fotos porno, y leyendo calientes relatos.
Yo estaba tan entretenida, leyendo y acariciando mi coño, que ni cuenta me di que mi hermano había regresado.
No fue hasta que lo escuché decirme. “Así que eres toda una pervertida.” Que me di cuenta de su presencia, mi hermano estaba de pie al lado de su cama, a pocos centímetros de mí, observando mis nalgas, de manera bien fuera de lo común.
Aunque un poco menos nerviosa, me puse de pie, y cuando iba a subirme las pantis, sentí que su mano agarró la mía, y sin mucho esfuerzo la llevó hasta su nariz, al tiempo que me dijo. “El aroma de tu coño me vuelve loco hermanita.”
Yo no supe que decir ni que pensar, ya que de inmediato, mi hermano dirigió mis dedos a su boca, y a medida que los fue chupando, yo mentalmente me decía a mí misma. “No puede ser es mi hermano y me lo quiere meter.”
Casi al mismo tiempo que dejó de chupar mis dedos, sentí su otra mano, que descaradamente me agarraba el coño.
Lo único que alcancé a hacer fue, abrir un poco más los ojos, a medida que sus dedos hábilmente los fue introduciendo dentro de mi cuerpo.
Mi hermano sin quitarme los ojos de encima colocó sus labios contra los míos, sin que yo ofreciera resistencia alguna, y lentamente comencé a sentir como su lengua se fue introduciendo dentro de mi boca.
Bien pude hasta salir corriendo, pero en lugar de eso separé más mis piernas, y me abracé a su cuerpo.
Él continuo besándome y acariciando todo mi cuerpo al tiempo que lentamente sin prisa alguna me fue quitando las dos únicas prendas íntimas que tenía puestas, hasta dejarme completamente desnuda.
No sé en qué momento ni como, terminamos acostados en su cama, lo que sí sé es que, mientras me besaba y acariciaba toda, me fue diciendo que yo era toda una zorrita, que deseaba probar su verga.
Quizás en otro momento, sus palabras me hubieran sonado ofensivas, pero lejos de esos, me sentía orgullosa de todo aquello, que mi hermano mayor me decía.
Es cierto que en ocasiones me había besado con alguno que otro chico del colegio, y hubo uno un poco atrevido que me llegó a poner su mano sobre mi coño, pero de ahí no lo dejé pasar.
En cambio, con mi hermano era otra cosa bien distinta y diferente, a medida que me besaba y acariciaba por todas partes, se fue quitando toda la ropa, y al verlo completamente desnudo, con su miembro bien erecto, estaba más que deseosa de que me lo enterrase bien dentro de mí.
Pero en ese instante mi hermano hizo algo que yo no me esperaba, colocó su miembro frente a mi rostro, diciéndome. “Vamos putita ponte a mamar, para ver si eres realmente buena.”
Yo que había leído infinidad de relatos en que a las chicas les hacen de todo, incluyendo hasta que les den por el culo.
Cuando mi hermano me colocó su verga frente a mi boca, no lo dudé ni un instante, y de inmediato primero sacando mi lengua, y como si me estuviera deleitando con una tremendo helado, comencé a pasarla por el largo y grueso tallo de su verga, hasta llegar a su colorado glande.
Eso lo estuve haciendo por varios minutos, hasta que finalmente introduje toda la cabeza de su verga dentro de mi boca.
La que me dediqué a chupar cual, si lo hubiera hecho a diario, mientras mi hermano no dejaba de repetirme. “Hermanita de haber sabido lo buena que eres mamando verga, lo hubiéramos hecho mucho antes.”
Cosa que como ya dije, lejos de avergonzarme, me hacía sentir bien orgullosa y amada por mí hermano, y eso sin duda alguna, me excitaba muchísimo más.
Cuando sentí que mi boca se llenaba con todo su semen, quise demostrarle que tanto lo amaba yo, que, sin dudarlo por un momento, me lo he tragado todo.
Mi hermano se impresionó por lo que yo había hecho, continuó besándome y acariciándome toda, tras yo volvérselo a mamar, mientras que él a su vez también me mamaba mi coño, hizo que disfrutase de un orgasmo, que con mis propios dedos jamás hubiera podido disfrutar de la manera en que lo hice.
Así estuvimos gran parte de la noche, hasta que yo desesperada por sentir su verga dentro de mí cuerpo, me recosté en su cama separé mis piernas lo más que pude, y lo invité a que me penetrase.
Él no lo pensó dos veces, y diciéndome lo putita que yo era con él, comenzó a introducir su grueso y largo miembro dentro de mi vulva.
A medida que fue avanzando, yo fui sintiendo como me fue penetrando, y en el instante en que su dura verga se topó con mi himen, él se detuvo, pero de inmediato de un solo empujón me desvirgó completamente.
En su rostro podía ver lo feliz que mi hermano se sentía, y él pudo ver en el mío lo mismo, así que continuamos, y a medida que su verga entraba más y más adentro de mi cuerpo, yo como una loca movía mis caderas y le pedía que me diera más y más.
Ya en la madrugada, después de no sé cuántas veces que lo hicimos, dando tumbos y casi sin fuerzas, yo regresé a mi rosada cama.
Al día siguiente, me despertó entregándome una botella de agua oxigenada y otra de vinagre, para que me lavase bien el coño.
No fuera a ser que por estar de graciosa saliera preñada, y siguiendo sus instrucciones así lo hice.
Luego el resto de las siguientes noches, yo visite a mi hermano un sin número de ocasiones en su dormitorio.
Aunque sabía de sobra, que eventualmente él regresaría a la universidad, cuando mis padres me dieron la orden de que hiciera mis maletas, me sorprendí.
Mi hermano los había convencido para que yo terminase mis estudios en la ciudad, y posteriormente entrase en la universidad.
La primera noche que estuvimos solos en la pensión, me dijo que deseaba que yo le diera el culito, y aunque me asusté al principio, finalmente así lo hice.
Hoy en día estoy a punto de graduarme, y aunque tengo un noviecito, el ignora desde luego, la íntima relación que mi hermano y yo mantenemos.
Woooooooooow! muy excitante!
Hola, saldría una segunda parte?