Mi hijo y yo nos volvimos amantes, y antes de acostarse conmigo, me entrega un sobre con dinero, haciéndome sentir como una puta.
Unaa madre se convierte en la amante de su hijo siéndole infiel a su marido, el padrastro del chico, pero se siente como una puta cuando su hijo le da dinero por sus servicios..
Mi hijo y yo nos volvimos amantes, y antes de acostarse conmigo, me entrega un sobre con dinero, haciéndome sentir como una puta.
Cuando mi hijo me dice. “Tú puedes hacer con ese dinero lo que te dé la gana.” Aparte de que me deja fría, me hace sentir como una verdadera puta.
Mi hijo es un chico que para describirlo se me hace un poco difícil, ya que gran parte de su tiempo se la pasa metido en su computadora, creo lo que llaman un jáquer, bueno profesionalmente es programador, y bastante bueno según tengo entendido.
Pero casi no tiene amigos, y si los tiene son por medio de su computadora, trabaja en su habitación desde hace un par de años, y desde ese mismo tiempo recibe casi semanalmente recibe pagos en su cuenta bancaria.
Bien, en casa mientras tanto las cosas se pusieron malas económicamente, mi marido o sea su padrastro, perdió su empleo hace unos seis meses cuando la farmacéutica donde él trabajaba cerró.
Por lo que debido a las muchas deudas que tenemos, se vio en la necesidad de ponerse a trabajar en dos turnos, como guardia de seguridad.
Yo por mi parte con mi sueldo de ayudante de maestra de escuela, es poco lo que realmente puedo aportar en casa, ya que apenas nos da para el pago de los servicios básico y hacer una pequeña compra mensual.
Un día le hablé a mi hijo, quien al parecer se encuentra dentro de un mundo completamente fuera de este planeta, si me dio el dinero, pero cuando lo fue a buscar al banco por curiosidad entré en su habitación, aparte de que es un desastre, cuando me puse a leer lo que tenía en la pantalla de su computadora, me asusté.
Era un relato erótico, extremadamente descriptivo, tanto que a medida que fui leyendo, como cosa rara comencé a sentirme muy excitada sexualmente.
Al salir de su cuarto, mi marido recién llegaba, cansado de trabajar dos turnos, y sin demora alguna apenas él entró en nuestra habitación, le di a la puerta para que se cerrase y se me ocurrió ayudarlo a desvestir.
Al principio no dijo nada, pero cuando después de quitarle su camisa y camiseta, comencé a bajarle sus pantalones, y de inmediato sus interiores, me quedé con mi cara frente a frente a su miembro.
A manera de juego saludé a su pene, preguntándole “¿Hola cómo estás, tengo tiempo sin verte?”
Al tiempo que se lo agarraba entre una de mis manos, al levantar la vista, vi una morbosa sonrisa en el rostro de mi marido, y sentí como entre mis dedos, su amilanado miembro, fue poniéndose duro.
El que mi marido estuviera por completo desnudo y yo completamente vestida agachada a sus pies, y con su miembro a pocos centímetros de mi boca, lo excitó bárbaramente.
Sensualmente comencé a manipular su miembro entre mis dedos, y a los pocos segundos comencé a pasar mi lengua por sobre su colorado glande, como si se tratase de una barquilla de fresa.
Cada cierto tiempo levantaba la vista, y veía lo mucho que él disfrutaba lo que yo le estaba haciendo, por lo que decidí ponerme a mamar su verga por unos momentos.
Casi de inmediato sus manos se colocaron sobre mi cabeza, y me fue marcando el paso a medida que me introducía prácticamente por completo todo su miembro dentro de mi boca.
Hasta que yo ya también deseosa de ser penetrada, retiré su verga de mi boca, de inmediato me tiré sobre nuestra cama, como pude me quité los pantis, y él me subió la falda hasta que mi coño quedó por completo ante sus ojos, abrí mis piernas y en un santiamén, me introdujo completamente todo su miembro.
Quizás por mi saliva y lo mojado que tenía mi coño después de leer lo que mi hijo tenía en su computadora, todo el miembro de mi marido se deslizó completamente dentro de mí coño, sin dificultada alguna.
A medida que él me penetraba una y otra vez, yo comencé a mover mis caderas restregando mi coño por completo contra su cuerpo.
En esos momentos prácticamente arrancó todos los botones de mi blusa, y el viejo sostén que estaba usando lo rompió por completo, hasta que mis senos quedaron desnudos frente a sus ojos, así que al tiempo que salvajemente me enterraba una y otra vez toda su verga, sus manos y boca me acariciaban y chupaban mis pezones como si se en ello le fuera su vida.
Mientras que yo continuaba moviéndome como nunca y diciéndole lo mucho que deseaba que continuara dándome bien duro.
Raras veces cuando tenemos sexo, mi marido me dice algo, pero en ese instante quizás sería porque él estaba completamente desnudo y yo aún mantenía parte de mi ropa puesta, que comenzó a decirme cosas, que en otro momento me harían sentir ofendida, pero en ese preciso instante, el escucharlas me hacían sentir más caliente, cosas como. “Que rico me mamaste la verga, so puta; que caliente tienes el coño, perra; quiero partirte en dos el coño.”
A medida que él me seguía diciendo todas esas cochinadas, yo entre gemidos y gritos de placer le decía que me diera más duro.
En medio de todo ese desenfrenado encuentro, disfruté de un orgasmo tremendo, chillando como una cerda, pero de placer.
No fue hasta que él, sacó su verga de mi coño y se recostó a mi lado, que me di cuenta que mi hijo nos observaba.
Fue cosa de unos segundos, ya que inmediatamente se retiró, pero estoy bien segura de que él estuvo viéndonos, quien sabe por cuánto tiempo estuvo ahí, de pie junto a la puerta.
Eso en parte me hizo sentir algo avergonzada, ya que pensé que había cerrado la puerta al entrar a mi dormitorio, pero por lo visto no fue así.
Pero, por otro lado, también sentí algo raro dentro de mí, como si me alegrase en el fondo que nos viera.
Después de darme una buena ducha y asearme, tras ponerme una sencilla bata casera, me dediqué a prepararles la comida a mi hijo y a mi marido.
Así que después de que todo estuvo listo llamé a mi hijo para que almorzara, y dejé que mi esposo durmiera tranquilo hasta que le tocase irse a trabajar nuevamente.
Cuando mi hijo llegó a la mesa, lo primero que hizo fue entregarme un sobre, diciéndome. “Aquí está el dinero que me pediste.”
Yo tras abrir el sobre y darme cuenta de la fuerte cantidad de dinero que se trataba, de lo alegre que me encontraba, de inmediato abracé a mi hijo y le planté un enorme beso en su cara.
Él se quedó paralizado, su rostro se puso rojo como un tomate, y casi de inmediato yo me sorprendí, al sentir contra mi vientre, lo duro y caliente de su miembro, aun por encima de sus pantalones.
Yo también me quedé algo cortada, y tartamudeando me retiré dándole las gracias, mi hijo tomó asiento, cenó, y casi de inmediato entró a su dormitorio.
Mi marido se levantó, se dio un baño, se vistió, almorzó y se marchó a trabajar, mientras que yo como era día de fiesta en la escuela me quedé en casa.
Por un buen rato procuré no pensar, en lo que accidentalmente había sucedido entre mi hijo y yo, pero después de casi dos horas de estar limpiando la casa, toqué la puerta de su dormitorio.
Con la idea de pasarle la escoba, él abrió la puerta y únicamente tenía puestos unos bóxeres, nada más le dije que iba a barrer, y él me dio paso.
Ya dentro de su habitación, vi en la pantalla de su computadora, una sugestiva foto de una mujer desnuda, mostrando toda su vulva, con sus piernas bien abiertas, como salvapantalla.
Mi hijo pareció no incomodarle el que yo viera esa foto, así que me hice la desentendida, pero de momento me preguntó si yo había entrado a su dormitorio en la mañana, pensé por unos instantes decirle que no, pero tan solo le respondí que si sin dejar de pasar la escoba.
Fue cuando nuevamente me hizo otra pregunta, diciéndome. “Leíste el relato que tenía en la computadora.” y aunque me sentía algo avergonzada, le volví a responder que sí, sin dejar de barrer.
Fue cuando lo escuche decirme. “Con razón te portaste de esa manera, con tu marido.” Al escucharlo no me quedó la menor duda de que nos había observado, mientras teníamos relaciones en nuestro cuarto.
No sé, por qué se me ocurrió preguntarle, sin dejar de barrer. “¿A qué manera te refieres?” de inmediato me respondió. “Como la mujer del relato, hiciste lo mismo que ella.”
Lejos de sentirme avergonzada, por todo mi cuerpo comencé a sentir una especie de sabroso calentamiento, una morbosa idea se plantó en cabeza, me visualizaba haciéndole a mi hijo, lo mismo que hice con su padrastro.
De momento lo escuché preguntarme. “¿Mamá no tienes más nada puesto bajo la bata verdad?” A lo que yo, en un tono de voz diferente le respondí que no, dejando de barrer y parándome de frente a él.
Era más que evidente que su miembro se encontraba erecto, en ese momento se me ocurrió comentarle, que no sabía en qué forma le podía dar las gracias por el dinero que nos había prestado.
A lo que respondió. “No se los he prestado, te lo he regalado a ti, tú haces con ese dinero y otro que te daré más adelante, lo que tú quieras, y me lo agradecerás de la misma manera, como tú quieras sin que tu marido se entere de nada.
Sus palabras me sonaron seductoramente provocativas, algo no sé qué fue, pero me provocó marcharme, cuando mi hijo dándole a una tecla de su computadora puso a correr un video.
Éramos mi marido y yo teniendo sexo en nuestro dormitorio, era lo que habíamos estado haciendo un poco más temprano, mi marido completamente desnudo y yo mamando su verga.
La imagen de la pantalla capturó toda mi atención, al tiempo que sin esfuerzo alguno mi hijo me despojó de mi bata casera, quedando completamente desnuda ante él.
Comencé a sentir sus labios sobre mi nuca, su piel contra mi piel, como me fue abrazando por la espalda, a medida que yo seguía viendo como hipnotizada ese video.
De momento sentí como una gran ola de excitación, invadía todo mi cuerpo, y sin demora me di vuelta y me encontré con mi hijo completamente desnudo ante mí, con su erecto pene apuntando desvergonzadamente a mi vientre.
No nos dijimos ni una sola palabra, nuestros labios se unieron, su lengua entró en mi boca, y yo me abandoné entre sus brazos.
Ni idea tengo como fue que terminamos acostados los dos en su cama, yo con mis piernas bien abiertas, mientras que mi hijo me empujaba salvajemente toda su verga dentro de mi coño, haciéndome sentir divinamente.
Ya para mí en ese instante no se trataba de mi hijo, era todo un hombre que me estaba haciendo la mujer más feliz del mundo, sin exagerar.
Por un largo rato me clavó una y otra vez su verga dentro de mi coño, mientras que yo al tiempo que movía mis caderas restregándolas, buscando un mayor placer, le decía que me estaba volviendo loca, por sentir su verga dentro de mí.
Mientras que mi hijo únicamente me decía una y otra vez. “Que rica estás mamá.” en medio de placenteros gritos, disfruté de un orgasmo como nunca lo había disfrutado, quizás sería por lo morbosa de la situación, que estaba siéndole infiel a mi marido, pero con mi propio hijo.
Los dos quedamos rendidos, uno al lado del otro, mis muslos chorreaban gran cantidad de semen y líquidos de mi vagina, después de un corto rato de descanso me comencé a incorporar, y mis ojos se clavaron sobre su mustia verga nuevamente.
Y en un arrebato sin demora alguna la tomé entre mis dedos, y tras medio masturbarlo por unos instantes, dirigí mi boca al miembro de mi hijo, el que me puse a mamar como una desesperada, al tiempo que él hurgaba con sus dedos dentro de mi caliente y mojado coño.
Sentí como por arte de magia, su miembro se volvió a poner bien duro dentro de mi boca, mientras que yo seguía mama que mama, él prácticamente tenía una de sus manos dentro de mi vagina, produciéndome oleadas de placer como nunca antes las había sentido.
Cuando sentí su caliente semen que inundaba toda mi boca, sin pensarlo seguí chupa que chupa y tragándome toda su leche hasta que ya no pudo seguir soltando más.
Después de esa tarde, mi hijo y yo nos volvimos prácticamente amantes, en ocasiones antes de acostarse conmigo, me entrega un sobre con dinero, haciéndome sentir en el fondo como una puta.
Dinero suficiente como para decirle a mi marido que dejase de trabajar doble turno, pero jamás se lo he dicho, y menos lo que yo hago para agradecérselo.
Estuvo delicioso quiero hacer lo mismo con mi Madre, es deliciosa