Mi madre es chantajeada por andar de perra.
Literalmente mi madre andaba de perra y mi primo la descubrió y la comenzó a chantajear, esto despertó mis deseos de poseerla y con ayuda de mi primo lo logre.
Mi nombre es Ricardo, tengo 19 años y actualmente vivo con mis padres y dos mascotas, unos perros rottweiler, uno llamado Rambo y otro llamado Terminator. Mi padre es el típico oficinista que siempre anda de traje y corbata; es contador. Todas las mañanas sale temprano de casa, toma su mochila y se va. Mi madre, Zaira, es una instructora de gimnasio y es más joven que mi padre; ella tiene 38 años. Es una mujer que sabe cómo lucir su cuerpo de manera provocativa. Sus senos son generosos y firmes. Su cintura es delgada, lo que resalta la curva de sus caderas. Su abdomen es plano y tonificado, un testimonio de su ocupación. Sus piernas son largas y torneadas, y sus nalgas redondeadas y firmes.
La historia que voy a contar ocurrió cuando comenzaban las vacaciones de verano. Había ido a comprar unas cuerdas y una funda de guitarra al centro de la ciudad. Estaba por la zona más concurrida, metido en mis pensamientos, cuando vi al otro lado de la avenida a mi madre, la cual llevaba bolsas de alguna tienda de ropa. Estaba entretenida viendo su celular. Pensé en alcanzarla, así que esperé en el semáforo para atravesar la avenida. En eso, veo que entra a una plaza muy famosa del centro donde venden solo cosas para adultos: películas, juguetes sexuales, lencería, disfraces, etc. Me dio pena seguirla; además, pensé que la incomodaría si la veo saliendo de un lugar así. No obstante, me esperé en una librería que está a un lado solo para confirmar si en realidad era ella sin que me viera. Pasó bastante tiempo que estaba por desistir e irme, pero en eso, ella sale y pasa enfrente de mí del otro lado del aparador de la librería. «Vaya, sí es», pensé. «Bueno, dejaré que avance y luego me iré también», me dije a mí mismo.
llegué a casa, vi las mismas bolsas de ropa que llevaba en la mesa. Ella estaba preparando la mesa para comer. La saludé como siempre, sin hacer preguntas de qué hacía en ese lugar. El día pasó con tranquilidad. En eso, cuando estaba por irme a dormir, me llegó un mensaje de mi primo Gustavo, el cual preguntaba si mañana estaría en casa. Le respondí que sí, que no tenía planes que hacer. Le pregunté si tenía algún plan y me dijo: «Pues, la verdad, no, solo quería pedirte un favor». Le pregunté cuál, y me dijo que si podía prestarle dinero porque había conocido a una chica y no tenía para pagar el hotel. Le dije que sí, sin problema. Le dije que si pasaba por el dinero, y me dijo que si se lo podía llevar a algún metro cercano, y le dije: «Ok, sin problema, pero me debes una». Al día siguiente, salí de casa rumbo a ver a mi primo, el cual me esperaba fuera de un metro en una zona llena de hoteles de paso y de prostitutas.
Cuando llegué, mi primo ya me estaba esperando. Le dije: «¿Por qué en esa zona?», y me dijo que le sale más barato el hotel. Entre risas, le dije: «¿No será una prostituta la chica que dices?», y me dijo: «No, nada que ver, todo lo contrario». Luego de charlar un poco, él se marchó y yo decidí regresar caminando solo para morbosear a las prostitutas. En eso, pasé a una tienda de esas que abren 24 horas porque quería entrar al baño, pero para mi sorpresa, una vez más, encontré a mi madre pagando unas cosas. Ella no se había percatado de que entré, pero una vez pagó, me acerqué a saludarla.llevaba una mochila que parecía que iba a acampar de lo llena que se veía, una falda blanca holgada y un blusón rosa.
Me vio algo asustada. Le dije: «Hey, perdón si te asusté». «No te preocupes, hijo, ¿qué haces por aquí?», me preguntó. «Ah, solo vine a dejarle dinero a Gustavo porque me pidió prestado para, ya sabes, irse con una chica al hotel», le dije. Ella se puso roja, puso una cara de incomodidad, y le dije: «Vamos, no es para tanto, ya no somos unos niños». «¿Y tú qué haces por acá?», le pregunté. Me dijo que la habían mandado a apoyar a un gimnasio que está por la zona. «Ah, bueno, entonces ya no te entretengo», le dije. «No se te vaya a hacer tarde». Ella me dijo: «Vale, te regresas con cuidado», y nos despedimos.
Regresé a casa a ver en qué perdía el tiempo, pero se pasaron rápido las horas y mi madre aún no regresaba. Lo primero que pensé era que, al ser otro gimnasio, podrían tener horarios distintos, así que solo le mandé un mensaje para no interrumpirla con una llamada. Pasó como media hora hasta que me respondió, solo diciendo que aún seguía en el gimnasio y que llegaría más tarde. «Vale», le respondí.
llegó mi padre y le informé que ella llegaría tarde, así que entre los dos nos dispusimos a comer y luego a ver una película. Más tarde, llegó mi madre. Se veía cansada y traía el cabello mojado, como recién bañada. Y sí, puede ser normal para alguien que trabaja en un gimnasio, pero a ella no le gustaba bañarse en los gimnasios y prefería llegar a casa a hacerlo. Solo le dije, como bromeando: «¿Y ese milagro de que te bañaste en el gym?». Ella puso una cara algo rara y tartamudeando dijo: «Ah, es que, bueno, ahora sí sude bastante y solo quería llegar, comer algo y descansar». «Ah, vale, yo hubiera hecho lo mismo», le dije. En eso, mi padre nos interrumpió y dijo: «Ya, deja de interrogar a tu madre, deja que descanse». Y diciéndole a ella, le dijo: «Siéntate y estira los pies, deja que te prepare algo de comer». «Vale, deja, subo mis cosas y bajo», dijo ella.
Al día siguiente, estaba limpiando el patio, ya que mis perros acostumbran hacer un desastre con las plantas de mi madre. En eso, tocaron el timbre. Salí y era Gustavo, mi primo. «¿Cómo estás?», le dije. «Bien, bien, perdón por no avisar que vendría, andaba por la zona y decidí pasar», me dijo. Le dije: «No hay problema, pasa». Entramos a casa y mi mamá estaba viendo una revista. Cuando vio a Gustavo, puso cara de sorprendida. «Hola, tía, ¿cómo estás?», dijo Gustavo. «Parece que fue ayer que te vi». «Sí, verdad, ya tiene mucho que no nos vemos», dijo mi mamá con un tono como si no le hubiera gustado lo que le dijo mi primo. «Oye, primo, solo tengo poco tiempo. Solo quería regresarte el dinero que me prestaste», me dijo. Le dije: «¿Y eso por qué ?». «Es que ya no lo usé», respondió. «Ah, ¿ te plantaron?», le pregunté. «No, al contrario, fue ella la que pagó todo», me dijo. «¿Cómo crees? Pues, sé ve que si la traes loquita, primo», algo así me respondió. Luego me dijo: «Bueno, te veo luego, ya me voy». Le dije: «Vale, nos vemos luego». «Tía, no me extrañes mucho», le dijo a mi mamá, y se salió deprisa.
Vi que a mi mamá le cayó mal la visita de mi primo. La vi molesta. Le pregunté si estaba enojada con él, y solo me dijo: «No, solo no le veo el caso a sus bromitas». Se levantó y se fue a su habitación.
Me encontraba en mi habitación jugando en mi computadora cuando comencé a escuchar el celular de mi madre sonar varias veces. Me comencé a desesperar, salí a ver por qué no respondía su celular, pero ella se estaba bañando. Le dije: «Está sonando tu cel», y ella me dijo: «Sí, ahorita que salga veo quién es. Gracias por avisarme». Así que, más por frustración, entré a su habitación a bajarle el sonido. En eso, veo que le comienzan a llegar varios mensajes. Me sorprendí al ver que todos eran de mi primo. Me alarmé primero, pensando que algo pasó, si no, no mandaría con tanta urgencia muchos mensajes, así que los abrí.
Al abrir los mensajes, me encontré con fotos que mi primo mandaba a mi madre, las cuales mostraban a mi madre como una puta follando con él en un hotel. En una de las fotos, mi madre estaba desnuda, totalmente expuesta. Se podía ver sus senos y sus pezones parados, así como el vello de su entrepierna. Se veía que estaba muy mojada por lo húmedo que estaban. En otra foto, mi madre estaba en cuatro. Se podía ver su trasero y cómo un pene le entraba por su ano.
Además de las fotos, también había videos. En uno de los videos, mi madre y mi primo follaban en diferentes posiciones. Primero, estaban en la posición del misionero, con mi madre recostada en la cama y mi primo encima de ella, penetrándola profundamente. Mi madre gemía: «Sí, así, fóllame duro, papi». Mi primo respondía: «Te gusta ser mi puta, ¿verdad? Te encanta que te trate como a una zorra».
En otro video, cambiaron de posición de perrito. Mi madre se ponía en cuatro, y mi primo se colocaba detrás de ella, agarrándola de las caderas y embistiéndola con fuerza. Mi madre gemía: «Sí, dame más, hasta el fondo». Mi primo decía: «Mira esa nalgas, tan redondas y perfectas. Me encanta ver cómo tiemblan con cada embestida», en este video se podia ver que mi madre traia un plug anal.
En otro video, mi madre estaba de rodillas en la bañera, chupándosela a mi primo mientras él le agarraba el cabello y le guiaba. luego hubo un corte y salía la vagina de mi madre muy bien enfocado y cómo de ella salía semen mientras su ano estaba dilatado.
De inmediato corrí a mi habitación a sincronizar su aplicación de mensajes con la versión web en mi computadora, así podría ver lo mismo que le llega a ella. En eso, le llegó otro mensaje de mi primo. Le decía: «Me encantó la ropa que llevaste para mí el otro día, y esos juguetitos… cómo gemías cuando te los metía por tu vagina y por tu ano. Fue increíble ver cómo te retorcías de placer mientras te penetraba con ellos.» Solo de pensarlo me pone muy caliente, tía. Sabes que nos vemos hoy a las 4 en el mismo lugar. No tardes, y espero tengas la amabilidad de volver a pagar todo.
Escuché como mi madre cerró la regadera y de inmediato regresé a su habitación, dejé el celular en su lugar y salí de su habitación, y me dirigí a la mía deprisa a ver qué le respondía. Debo admitir que el morbo era mucho y me estaba excitando la situación. En eso, veo que mi madre le responde: «Estás loco, a las 4 no puedo. No sé ni qué les voy a decir a mi hijo y mi esposo». En eso, responde mi primo: «No te pongas mamona, tía. Bien sabemos que te encanta la verga. O vienes o le mando ya sabes qué a tu esposo, así que déjate de tonterías que tengo unas tremendas ganas de romperte el culo. Te veo a las 4». Mi madre solo respondió: «Eres un maldito. Te veo dentro de la habitación, no quiero que me vean contigo».
La conversación me dejó aún más perturbado y excitado al mismo tiempo. No podía creer que mi madre estuviera cediendo a los chantajes de mi primo y que estuvieran planeando encontrarse para tener relaciones sexuales. La situación era cada vez más complicada e inquietante.
Así que, la chica que mencionaba mi primo era mi propia madre. Dieron las 3 de la tarde y mi madre estaba vestida con una sudadera, un pants y su mochila. Nos dijo a mi padre y a mí que debía cubrir a una amiga en el gym porque se le enfermó. Mi padre le creyó sin problema; yo, al contrario, ya sabía a dónde iba, pero traté de verme como si no supiera.
Esa misma tarde, a las 4:15, llegó otro mensaje de mi primo diciendo: «Ya llegué, zorrita, ¿dónde estás?». Y luego, mi madre le respondió: «Ya estoy dentro. Date prisa que no tengo todo tu tiempo». La situación se estaba poniendo cada vez más intensa y yo no podía dejar de sentirme perturbado y excitado al mismo tiempo. Saber que mi madre estaba a punto de encontrarse con mi primo para follar , a pesar de estar siendo chantajeada.
Fue tanta mi excitación que, sin pensarlo dos veces, me comencé a masturbar viendo los videos que le había mandado mi primo, mientras pensaba que al mismo tiempo ella estaba siendo follada. Ese día, mi madre regresó como a las 8 a casa. Cenamos juntos. No podía dejar de verla. Ella se dio cuenta y me dijo: «¿Pasa algo, hijo?». Le dije: «No, solo que te veo algo diferente». «¿Diferente? ¿Por qué?», preguntó ella. «No lo sé, igual son locuras mías», dije.
El resto de la tarde y el día siguiente, no hubo mensajes de parte de mi primo para ella ni de ella para él. La situación se había calmado un poco, pero yo seguía sin poder sacarme de la cabeza las imágenes y los videos que había visto. Me sentía confundido y excitado al mismo tiempo, sin saber cómo lidiar con la realidad de que mi madre estaba teniendo una relación sexual con mi primo y que él la estaba chantajeando para seguir con esos encuentros.
Comencé a obsesionarme con mi madre, pensaba mucho imaginando cómo fue su reciente follada con mi primo, imaginándome todo y viendo continuamente los videos y fotos que tenía. Tanto fue así que una noche terminé soñando que follaba con ella, que ella se subía encima de mí y comenzaba a brincar como loca, y que me venía en su boca, viendo cómo se tragaba mi semen. Nunca había tenido un sueño húmedo, y esa vez fue mi primera vez. Solo hay una persona que me puede ayudar con esto, pensé en ese momento. Así que, luego de bañarme, fui a buscar a mi primo.
Afortunadamente, cuando llegué, estaba en su casa. Al verme, me saludó con alegría: «Hola, primo, ¿cómo estás? Pasale, llegas en el mejor momento. Acaban de traer pizza». Así que, después de comer, le pedí si podía hablar a él a solas. «Claro, primo, ven, vamos a mi cueva», dijo haciendo referencia a su habitación. Una vez dentro, me armé de valor y le dije ya vi los videos que le mandaste a mi madre. Él se quedó sorprendido. «¿De qué hablas, primo?», me dijo. «De estos», y se los mostré. «Oye, primo, me siento mal que te enteraras así. La verdad, no sé qué decirte», le dije. «Descuida, no vengo a reprocharte nada ni hacer nada, solo pedirte un favor». Le conté todo lo que me sucedía después de ver los videos y, después de eso, me dijo: «Vaya, primo, estás loco», riendo. «Bueno, quién soy yo para decirlo. Verdad, pues tú dime cómo te ayudo».
Le dije: «Antes que nada, ¿cómo lograste chantajearla para que se te entregara?». «Bueno, no sé si decírtelo, primo. Eso ya está a otro nivel». «Quiero saberlo, primo». «Bueno», se levantó y, encendiendo su computadora, reprodujo un video. Era nuestra casa, en el patio, detrás de la lavadora. Le dije: «Es mi casa, sí, pero sigue viéndolo». En eso, en el video se ve cómo hace zoom y mi madre estaba en el jardín, traía un pants, pero abajo, y su ropa interior igual, abajo, estaba a gatas, su cara pegada al suelo. En eso, uno de nuestros perros se acercó a ella y comenzó como loco a querer subirse en ella, hasta que lo logró. El perro estaba claramente excitado. Mi madre gemía y se movía con cada embestida del perro, su cuerpo se estremecía de placer y dolor. El perro la penetraba profundamente, sus gruñidos y jadeos se mezclaban con los gemidos de mi madre. La escena era extremadamente gráfica y perturbadora, algo que nunca hubiera imaginado. El perro parecía estar poseído. De pronto, mi madre lo sujetó de las patas traseras, quedando ahora sí con toda la cara en el suelo, mientras el perro seguía arriba de ella sin poder bajar. Se quedaron un rato así. En eso, se ve que sale el otro perro y se acerca donde estaba mi primo, y se ve mucho movimiento en el video. Luego se termina. Mi primo me dijo que el otro perro salió de la nada y, como no quería que lo vieran, se paró rápido y salió de su escondite, y mi madre lo vio, y a partir de ese día, él la chantajea con ocultar su secreto.
Yo estaba en shock por lo que acababa de ver, pero no ayudó mucho eso. Ahora quería verla hacerlo con los perros, carajo. «Hey, no te frustres, primo. Tengo una idea, ¿pero cuando tu padre no está en casa? preguntó mi primo, desde temprano», le dije. añadió que podía ser cualquier día entre semana, y me dijo: «Vale, déjamelo a mí».
Luego de pasar otro rato con mi primo, regresé a casa, encendí mi computadora y vi que mi primo le había mandado mensajes a mi madre. Uno decía: «Hola, mi zorrita. Oye, mañana iré a visitarte. Acabo de confirmar con mi primo que saldrá, así tenemos tiempo para nosotros sin que tengas que gastar en el hotel». Mi madre le respondió: «No, en mi casa, nunca lo vamos a hacer». «Lo dice la perra en celo que se coge a sus perros en su casa. Vamos, déjate de hacer la santa. Mañana llego, espero estés preparada» dijo mi primo. Justo después, mi madre tocó a mi puerta y me preguntó si saldría mañana. Le dije que sí, desde temprano, pregunté por qué disimulando. Me dijo que por nada, solo era una duda. Más tarde, mi madre le respondió a mi primo diciendo: «Llega a las 11. A esa hora, ya se fueron mi esposo y mi hijo». «Vale, hermosa, nos vemos mañana», le escribió mi primo. Luego, me mandó un mensaje mi primo diciendo: «Cuando salgas, esperame a una cuadra».
Llegó el día, esperé a mi primo a una cuadra. Mi primo Gustavo me explicó el plan, el cual consiste en vendar a mi madre. Él me iba a mandar un mensaje para que entrara cuando estuviera vendada. Gustavo entró a casa, tardando algo. Estaba nervioso. En eso, me llegó su mensaje: «Ya puedes entrar». Al subir, vi a mi madre desnuda en cuatro, vendada y con la mordaza de esas que tiene una bola. Gustavo le estaba metiendo un dildo por la vagina mientras mi madre gemía con dificultad por la mordaza. Con señas, Gustavo me dijo que me acercara, dejando que yo sea el que penetre a mi madre con el dildo. Comencé a introducirlo lento y luego a sacarlo de la misma forma. Podía ver cómo salía cubierto de los fluidos de mi madre. Poco a poco subí el ritmo y el dildo se fue llenando más de un fluido blanquecino que escurría por su vagina. Ella no dejaba de gemir. Cuando yo seguía con el mete y sacar, mi primo le soltó una tremenda nalgada, luego otra y otra. Con una seña, me dio a entender que le diera más rápido, así que comencé a acelerar más y más, hasta que ella se fue hacia adelante y soltó un chorro en todo el colchón, dejando una gran marca de su corrida. Luego, mi primo sacó de la mochila de mi madre un lubricante. Fue ahí cuando me asomé y vi que había varios consoladores, dildos y vibradores. «Ahora entiendo por qué siempre que iba a coger con mi primo llevaba la mochila llena». Lubricó el mismo dildo que usamos en su vagina y luego le untó en su ano más lubricante.
Con una señal, mi primo me indicó que se lo metiera, pero lento, poco a poco, así que lo hice. El primer intento se fue de lado, pero al segundo sí le fue entrando. Ella parecía pegar gritos, pero con la mordaza se escuchaban más como quejidos mientras apretaba la sábana de la cama con ambas manos. Mi primo me pidió que le dejara el dildo a él, y mientras él seguía metiéndoselo, me dijo: «Quítate los pantalones». Hice lo que me pidió de inmediato. Yo ya traía una erección a todo lo que da. Le saco el dildo, y como si fuera un concurso, me hizo una seña con sus dedos: 1 su vagina, 2 su ano. Le señalé el 1 y me indicó que me acercara. Tomé mi pene y lo puse en su entrada. Con algo de nerviosismo, se lo metí. Era la mejor sensación que había sentido, un lugar caliente pero húmedo. Podía sentir cómo su vagina se amoldaba a mi pene. Con movimientos algo torpes, comencé a mover mis caderas, pero poco a poco fueron agarrando un ritmo decente. La tomé con fuerza por su cintura mientras la penetraba. Mi cuerpo comenzó a pegar con el de ella. Era tanta mi excitación que, sin controlarme, terminé dentro de ella. Al sacar mi pene, vi cómo comenzó a salir también algo de mi semen de su vagina. En eso, mi primo me dijo que levantara mi ropa y que fuera al baño, así que lo hice.
Escuché cómo le dijo a mi madre: «Ahora viene lo que te encanta». En eso, salió mi primo. Vi que mi madre se quedó en cuatro, pero aprovechó para usar su propia mano para tocarse la vagina y, al notar mi corrida, solo dijo: «Maldito, le he dicho que no se corra dentro». Luego, escuché a algo venir corriendo deprisa por las escaleras. En eso, vi entrar a mis perros. Uno subió de primera a la cama a lamer a mi madre, mientras que el otro estaba brincando como loco, subiendo y bajando de la cama. Mi madre se quiso quitar la venda, pero mi primo no se lo permitió. De pronto, el perro que la estaba lamiendo se subió sobre ella. Ella, al sentirlo, se empinó más, levantando mejor el trasero. El perro comenzó a moverse como si ya la estuviera follando, pero no estaba dentro de ella. No fue hasta que mi madre tomó por debajo el pene del perro y lo guió a su vagina que logró entrar, y de inmediato comenzó a embestirla con fuerza. El perro la follaba rítmicamente, sus gruñidos y jadeos llenaban la habitación mientras mi madre gemía de placer y dolor. El perro la penetraba profundamente, su pelvis golpeaba contra las nalgas de mi madre, haciendo que sus senos se sacudieran con cada embestida mientras mi madre se retorcía de placer, su cuerpo se estremecía con cada embestida del perro.
El primer perro, después de haber follado a mi madre por un tiempo, se salió de ella y comenzó a lamer su propio pene. En ese momento, el segundo perro aprovechó la oportunidad y se subió de golpe sobre mi madre, tomando por sorpresa a todos en la habitación.
Con un movimiento rápido y decidido, el segundo perro empujó su pene erecto hacia el ano de mi madre, logrando penetrarla de golpe. Mi madre dejó escapar un gemido de sorpresa y placer, mientras su cuerpo se ajustaba a la sensación de ser llenada por el pene del perro en su ano, el perro continuaba embistiendo a mi madre con una energía casi sobrenatural. Mi madre, perdida en la sensación, movía sus caderas hacia atrás para encontrarse con cada embestida del perro, sus senos sacudiéndose con el impacto. Mi primo y yo observamos, hipnotizados por la escena, incapaces de apartar la mirada de la cruda exhibición de lujuria y pasión animal. A pesar de la vergüenza y la degradación evidentes, mi madre parecía estar sumergida en un placer intenso e incontrolable, sus gemidos y jadeos llenando la habitación mientras el perro la follaba sin piedad.
El perro siguió follando a mi madre con una intensidad feroz, sus embestidas se volvieron más rápidas y profundas a medida que se acercaba al clímax. De repente, el perro se detuvo, con su pene aún enterrado profundamente en el ano de mi madre. El perro permaneció pegado a ella, sus patas traseras temblando ligeramente por la tensión.
Mi madre, sintiendo la inmovilidad repentina del perro, se quedó quieta, su respiración entrecortada mientras esperaba lo que iba a suceder a continuación. La habitación estaba en silencio, solo se escuchaban los jadeos de mi madre y el suave gemido del perro, que parecía estar luchando por mantener el control. El perro y mi madre permanecieron pegados, como si estuvieran atrapados en un momento suspendido en el tiempo.
En ese momento, mi primo, aprovechando la pausa en la acción, se acercó a mi madre y le quitó la mordaza. Luego, con un movimiento rápido, le metió su pene erecto en la boca de mi madre. Ella, aún con los ojos vendados y pegada al perro, abrió la boca y comenzó a chupar el pene de mi primo.
Mi primo comenzó a empujar su pene más profundamente en la boca de mi madre, haciendo que ella realizará una garganta profunda. Los sonidos húmedos y guturales llenaban la habitación mientras mi madre se esforzaba por tomar todo el pene de mi primo en su boca. Su cabeza se movía hacia adelante y hacia atrás, siguiendo el ritmo de las embestidas de mi primo, mientras sus mejillas se hundían con cada golpe.
Mientras mi madre tenía todo el pene de mi primo dentro de su boca, el perro dio un tirón y salió de ella, haciendo que las piernas de mi madre temblaran por la sensación. Sin embargo, mi primo no se detuvo y continuó embistiendo la boca de mi madre con fuerza, su pene desapareciendo profundamente en su garganta con cada golpe.
La habitación estaba en silencio, excepto por los sonidos húmedos y guturales que provenían de mi madre mientras luchaba por respirar alrededor del pene de mi primo. De repente, mi primo comenzó a tensarse, sus músculos se contraían mientras se acercaba al orgasmo.
Con un gemido gutural, mi primo comenzó a venirse, su semen eyaculando en chorros calientes sobre la cara de mi madre. El semen cubrió sus mejillas, frente y nariz, mientras ella seguía chupando y lamiendo el pene de mi primo, tragándose cada gota de semen que salía de él. Cuando mi primo finalmente se retiró, la cara de mi madre estaba cubierta de semen, sus ojos vendados aún en su lugar. Ella se quedó allí, arrodillada y temblando, con los últimos vestigios del semen de mi primo chorreando por su cara, mientras el perro se alejaba, dejándola vacía y temblorosa en el centro de la habitación.
Mi primo y yo nos acercamos a mi madre, que aún estaba con los ojos vendados y cubierta de semen. Sabíamos que teníamos que proceder con cautela para convencerla de que aceptara la situación. Le quitamos la venda de los ojos y me vio de pie frente a ella, desnudo de la cintura para abajo, su reacción fue una mezcla de sorpresa y vergüenza.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y supe que no sería fácil convencerla. «Mamá, entiendo que estás sorprendida y avergonzada, creo que esto podría ser bueno para nosotros, una manera de conectarnos de una manera diferente y única», le dije, tratando de calmarla.
Mi madre no respondió de inmediato, sino que se quedó allí, temblando y llorando en silencio. Mi primo y yo nos miramos, ambos sabiendo que esto tomaría tiempo y paciencia. A lo largo de las vacaciones, traté de convencer a mi madre de que aceptara la situación. Le explicamos mis razones y le di el tiempo que necesitaba para procesar todo.
Con el tiempo, mi madre comenzó a entender y aceptar mis deseos, aunque de mala gana al principio. Poco a poco, comenzamos a explorar nuestra nueva relación y a encontrar maneras de conectarnos y satisfacer nuestros deseos más oscuros y retorcidos juntos, como una familia disfuncional pero unida. Fue un proceso difícil y, a veces, incómodo, pero al final, encontramos una manera de hacer que funcionara.
Muy excitante relato, felicitaciones