Mi madre gritaba y yo me hacía el dormido (Capítulo. II)
NOTA DEL AUTOR: ESTA ES UNA HISTORIA FICTICIA Y CUALQUIER PARECIDO A LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA. LO SIGUIENTE HA SIDO ESCRITO SIMPLEMENTE PARA ENTRETENER..
Los días pasaban y yo seguía con mi vida tranquilo.
Con el dinero que le dio Don Miguel a mi mamá, pagó mi colegiatura atrasada, compró despensa y pagó los servicios básicos.
Pasaban las noches y mi madre buscaba clientes, sin embargo, tenía una mala racha. Hubo noches donde apenas y conseguía unos pocos dólares.
Siguieron las noches hasta que mi madre me llamó.
- Hijo mío, escúchame – dijo mi madre en tono serio.
Yo me acerqué a ella, mirándola a sus ojos y entonces me explicó.
- Hoy se debe pagar el alquiler. Si viene el señor Juan, no abras la puerta.
- Sí mami, yo lo dejo afuera y me quedo aquí dentro callado.
- Exacto. Te quedas callado y dormidito como angelito – tocándome tiernamente la punta de mi nariz con su dedo – si hoy consigo algo… Mañana te invito un helado del parque.
- Sí, que rico mami – dije con emoción.
Mi madre salió y me dejó solo.
Yo me encontraba mirando televisión con subtítulos (como dije anteriormente, era una habitación muy pequeña dónde vivía y no quería hacer demasiado ruido).
Pasaron las horas y llegó la noche junto con el sueño que la acompañaba. Me sentía muy cansado y aburrido.
Me alisté para dormir y escuché ruidos en el pasillo. Me envolví en mis sábanas y apenas veía y escuchaba cuando entró mi mami a la habitación con el señor Juan.
- No lo estoy evitando señor Juan, simplemente deme unos días más y le prometo le voy a pagar. Nunca le hemos quedado mal. – decía mi mamá.
- Lo sé señora Mónica, pero, yo vivo de esta renta y también tengo mis gastos – decía el señor Juan algo molesto.
- Le juro que le voy a pagar hasta el último centavo pero deme solo 3 días. Por favor.
- Mire señora – dijo el señor Juan en tono serio – si para el viernes no tiene mi dinero, habrá consecuencias – dándose la vuelta y saliendo de la habitación.
Mi madre esperó un rato y después salió.
Al día siguiente no hubo helado sino penas, pues mi madre debía conseguir ese dinero a como diera lugar y no tenía dinero ni para cigarros.
Llegó el viernes y de manera puntual llegó el señor Juan en la mañana. No abrimos y estuvimos en silencio hasta que se marchó.
Llegó la noche y mi madre se arregló para salir a trabajar. Aquella noche decidió vestirse de colegiala, con una mini falda de cuadros rojo y negro, una camisa blanca, unas coletas y sus zapatos de vestir junto con unas calcetas largas y blancas. Iba muy maquillada y con los labios pintados de rojo.
Mi madre es muy voluptuosa y se veía muy sensual sinceramente, cuando se agachaba, dejaba ver su tanga de hilo color negro asomarse.
- Ya me voy, mi vida – dijo mi madre, acercándose a mí para darle mi beso de las buenas noches.
- Mucho éxito. Hoy será diferente para todos – le dije en tono tranquilo.
Salió y yo me quedé dormido.
Alrededor de las 11 de la noche, escuché al señor Juan junto con mi mamá en el pasillo.
- Mire señora, así son las cosas. Ustedes no pagan y yo debo desalojarlos. Fácil y sencillo de entender – decía el señor Juan.
- Sí señor, pero debe haber otra forma de arreglar esto sin llegar a un extremo.
Entraron a la habitación y yo me hice el dormido. Coloqué mi cobija por encima de mi y haciendo un agujero, podía ver con mi ojo izquierdo.
El señor Juan iba acompañado de sus sobrinos.
Encendieron la luz de la mesilla de mi madre y siguieron charlando.
- ¿Qué propone señora? – preguntaba el señor Juan.
- Primero, me gustaría hablar con usted en privado… ¿podría decirle a sus sobrinos que salgan? – decía mi madre seria.
- Por supuesto – dijo el señor Juan en tono tranquilo – Jesus, José. Salgan un momento por favor.
Jesús y José salieron y se quedaron en el pasillo. Verlos me provocaba cierto asco, siempre estaban sudorosos y esos cuerpos grandes y gordos me disgustaban.
- Ahora sí, ¿qué tiene que decirme? – preguntaba el señor Juan.
- Seré directa – mi madre hizo una pausa y siguió – Yo le pago con cuerpo y usted a cambio me perdona unos días.
- ¿Porque clase de persona me toma? – dijo el señor Juan sarcásticamente – Qué bueno que tocamos ese punto – hizo una pausa y siguió – Mire, yo le perdono este mes, a cambio, usted coge conmigo y con mis sobrinos.
- Me parece perfecto. Empiezo con usted y que vayan pasando y saliendo.
El señor Juan río fuertemente y entonces siguió.
- Te vamos a coger entre los 3 al mismo tiempo.
Mi madre se sorprendió pero pronto comprendió que atenderlos a los 3 iba a ser lo mejor.
- Está bien. Los 3 me van a coger pero me perdona el mes.
- Claro. Soy un hombre de palabra.
El señor Juan fue a la puerta, la abrió e hizo unas señas y entraron. Empezaron a acercarse a mi madre y ella los veía algo nerviosa.
Comenzaron a acariciar su cuerpo y manosearla por todas partes. El señor Juan la besaba mientras que Jesús le tocaba los pechos y José el culo.
Mi madre buscó sus penes y comenzó a tocarlos y besarlos uno por uno.
- No mames tío. Esta señora está bien rica – Dijo Jesús.
- Les dije, hijos. Tarde o temprano esto iba a pasar – respondió Juan.
La comenzaron a desnudar y se puso de rodillas.
No tardaron en seguirle el paso y también se desnudaron.
Veia como sus penes estaban grandes y duros.
El pene más grande era el de José. Una verga gorda de 20 cm y un grosor de 8.
El pene de Jesús era pequeño. Media unos 12 cm y 5 de grosor.
El pene del señor Juan era mediano. Unos 15 cm y 3 en grosor.
Mi madre los chupaba con pasión. Se turnaban la boca para recibir su mamada y ser estimulados. En un punto se metió el pene de Jesús y José y sus cabezas chocaron y se rieron un poco.
- Ahora sí viene lo chido – dijo el señor Juan.
- Sí, señor Juan. – Respondió mi madre – sólo pónganse el condón.
Todo rieron frenéticamente.
- Ahora sí me hiciste reír – dijo el señor Juan – Va a ser al natural.
La acostaron en la cama pecho arriba y el primero en meterse fue José.
Empezó lento. Penetraba con delicadeza y sin prisa. Jesús colocó su pene en la boca de mi madre y el señor Juan únicamente recibía una masturbación con la mano derecha de mi madre.
- Ahora sí, pinche putita. Vas a saber lo que es ser cogida – Dijo el señor Juan.
- Por favor señor Juan – dijo mi madre – Castíguenme por ser una deudora.
Sus palabras pusieron en 1000 a José, quien empezó a penetrar con rudeza a mi madre.
Ella gemía de placer, que comenzó a lubricar rápidamente.
- Mira tío. La señora ya está prendida – dijo José.
- Te dije hijo. Valía la pena esperar – hizo el señor Juan una pausa – Gozenlo que esto no pasa todos los días, cabrones.
Todos rieron y mi madre seguía gimiendo.
José, un cabron que mide 1.95 metros, es moreno, gordo y bastante feo. No tiene pelo y sus dedos son bastante pequeños y gordos.
- Anda cabroncita. Sigue debiendo para que sientas a un macho cada mes. – decía José burlón.
- Sí, papi – decía mi madre con voz entre cortada – Cógeme como la puta que soy.
- Ahora si José, quítate que me toca – dijo Jesús.
José se salió y entonces entró Jesús.
Jesús es un mastodonte. Mide 1.90 metros, pesa 120 kilos y suda como puerco. Tiene unos dedos grandes y gordos y muy poco cabello. El pobrecito padece de estrabismo y el ojo derecho, se le va de vacaciones.
- No mames – decía excitado – Está bien rica esta vagina. No parece que sea de prostituta.
El señor Juan soltó una carcajada y José se emparejó a la boca de mi madre, quién la empezó a penetrar de manera oral.
Ahora mi madre estaba siendo cogida de forma vaginal y oral. Mientras tanto, el señor Juan solo era masturbado.
- Haber hijos. Vamos hacer un sándwich con la señora – dijo el señor Juan.
José se colocó debajo, mi madre se posicionó encima de él (haciendo que él ocupara su vagina). El señor Juan, teniendo a mi madre en cuatro, se posicionó para ocupar su ano. Finalmente, el pobre de Jesús, le tocó usar la boca de mi madre.
- ¡Ahora sí, cabrones! – grito el señor Juan – A coger duro.
Fue increíble ver como todos se cogían a mi madre con dureza. José la penetraba con tal dureza que se escuchaba como chocaban sus huevos con la vagina de mi madre. Le mordió los pechos y succionaba con euforia los pezones.
- ¡Ay, José! – gritó mi madre – la siento hasta mi útero
El señor Juan por otra parte, se cogía con complicaciones el culo de mi madre. Su pene se resbalaba pero en un punto logró penetrar y entonces comenzó el bombeó. La tomaba del cabello y tiraba hacia atrás, nalgueaba a mi madre y la tomaba por los laterales.
- Tienes un ano muy respingón – dijo el señor Juan.
- Usted tiene un pito muy mañoso – respondió mi madre gimiendo.
El pobre de Jesús apenas y recibía una mamada. Los machos hacían gozar a la hembra y él parecía un pendejo sin iniciativa, así que por ende, comenzó él a masturbarse solo.
Él primero en correrse fue Jesús. Le llenó la boca y cara de semen a mi madre. Le siguió José y finalmente el señor Juan. Todos gritaban y gemían como toros.
Al no usar nadie condon, obviamente la iban a dejar llena de semen y más por el momento tan excitante que estaban viviendo.
- Que rico me cogieron, mis amores – Decía mi madre coquetamente.
- Ojalá nos debas el siguiente mes, muñequita – decía el señor Juan limpiándose el pene con la camisa de mi madre.
- Si tío, ojalá te deba pronto la señora – respondió José.
- Yo creo que Jesús tiene eyaculacion precoz porque el cabron no soportó la mamada – Riendo fuertemente el señor Juan.
- Posiblemente – hizo una pausa José – apenas sintió vagina, bajó el ritmo.
Jesús solamente guardó silencio.
Se vistieron y cada uno arrojó unos billetes (100, 50 y 20 pesos) en tono de burla a mi madre.
Yo observaba como mi madre seguía abierta de piernas. Olía el semen y podía observar como escurría de sus agujeros. Si vagina se veía preciosa. Él semen salía lentamente de ahí, una gota gigantesca y blanca.
Apenas comenzaba la noche.
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