Mi Pequeña Sofía – Parte 9 (Final)
De ahora en adelante, mi hija será nuestra esclava..
El mes de diciembre había llegado, y con él los ánimos de la gente se hacían más festivos, algo que era muy común debido a las festividades que se acercaban. Mi pequeña Sofía había llegado al final de su ciclo escolar e iniciado las vacaciones de verano. La mayor parte del tiempo se la pasaba en casa mientras yo debía ir a trabajar, pues mis vacaciones no empezarían sino hasta el mes de febrero. De todos modos, le di a mi hija la libertad de dejar que hiciera lo que deseara, incluyendo permitirle la visita de su amiga Abril.
Las cámaras de seguridad que había instalado antes de aquel viaje de negocios que tuve que hacer, seguían entregándome una visión completa de cada rincón de la casa. Gracias a ello, supe que a Sofía le gustaba andar desnuda por la casa; sí, ni siquiera llevaba puestos unos panties, y desde mi trabajo disfrutaba de esa vista que las cámaras me mostraban por medio de mi celular. Tenía erecciones constantemente de sólo ver la esbelta y sexy figura de mi niña, aunque me excitaba aún más verla disfrutar de su cuerpo en todos los rincones de la casa, a veces con sus manos y a veces con los variados juguetes sexuales de los que disponía.
Por otro lado, pude ver que las visitas de Abril eran más frecuentes, y al parecer ya la dejaban viajar en transporte público sola, pues aquel día noté que había llegado a la entrada de la casa, sin que se pudiera ver el auto de su madre. Para abrirle la puerta, Sofía se ponía una camiseta larga para cubrir su desnudez, y en cuanto veía que era Abril, la dejaba pasar, recibiéndola con un beso en los labios. Apenas ingresaba a la casa, Abril se acomodaba en el sofá de la sala de estar, y Sofía la invitaba a que se quedara desnuda, quitándose a su vez la camiseta que se había colocado antes de abrir la puerta. Su amiga accedió a dicha invitación, que posteriormente se volvió costumbre. Se había quitado su camiseta de mangas cortas, sus shorts, los tenis y por último, el sostén y las panties.
Las dos niñas merodeaban por toda la casa, incluso solían ir al patio o a la piscina, sin el más mínimo pudor por su desnudez. Yo disfrutaba demasiado ver a esas dos pequeñas bellezas desnudas, y más aún cuando decidían darse placer entre ellas. No había lugar donde no gozaran de sus cuerpos: en la piscina, en el césped del patio, en la cocina, en la sala, en el garaje y hasta en las escaleras, aunque me encantaba cuando iban a mi habitación. Además de comer y charlar como lo hacían dos niñas cualquiera, era muy frecuente verlas acariciándose sus cuerpos, tocándose entre sí los pechos, las nalgas y sus vulvas, besándose con pasión. Ante las escenas de sexo, no me aguantaba mucho, así que me iba al baño, llevando mi celular para continuar viéndolas, y me masturbaba para quitarme la calentura.
Aquel fin de semana, Sofía y yo quisimos invitar a la niñera, Denisse, a compartir con nosotros. Ella accedió gustosamente, y el día sábado llegó muy puntual a las 8 AM, vistiendo un top con tiritas que destacaba su prominente busto, unos denim shorts que dejaban apreciar sus anchas y sensuales piernas, al igual que sus nalgas. Sofía y yo ya nos habíamos bañado juntos, estando despiertos desde temprano. Había preparado el desayuno, así que los tres compartimos unos huevos revueltos con tomate, tocino, café o chocolate con leche, croissants y jugo de naranja.
Durante el desayuno, charlábamos animadamente sobre nuestras vidas. Fue así como me enteré de que Denisse no tenía intenciones de buscar pareja permanente ni mucho menos casarse, pues deseaba tener una vida tranquila que le permitiera tener opciones libremente. Vivía sola en un apartamento en el centro y había tenido sus amoríos, tanto hombres como mujeres, pero nada que hubiera perdurado.
– ¿Y qué hay de ti, Ronald? – preguntó Denisse, habiendo encontrado su turno para preguntar – ¿Hay alguna nueva afortunada en tu vida? -. Sofía y yo tuvimos una fugaz mirada de complicidad, sonriéndonos entre sí. – Bueno, desde que se fue mi ex esposa, quise dedicarle mi tiempo y amor a Sofía – dije, y al terminar la frase, mi hija se levantó de su silla, se acercó a mí y me dio un beso apasionado, sin decir nada. Denisse se nos había quedado mirando, intrigada y en silencio. Segundos después, dijo en tono serio: – Ronald, temo que tendré que denunciarte… -. Los tres nos quedamos en medio de un incómodo silencio, y yo no sabía que responder, cuando de repente Denisse y Sofía empezaron a reír a carcajadas. ¡Papi! Ella ya sabe todo sobre lo que hay entre nosotros, no te asustes – me dijo Sofía tratando de calmar mis nervios luego de notarme perturbado. Empecé a reír con ellas también ¡Vaya susto!
Luego del desayuno, nos subimos al auto y conduje hasta la playa. Allí, pasamos todo el día jugando, charlando y tomando sol. Mi pequeña vestía un encantador bikini negro, mientras que Denisse había llevado un bikini azul, el cual hacía destacar su curvilínea figura. Noté cómo los hombres solían ver a esas bellezas jugando con una pelota de playa, en la arena y en el agua. Me deleitaba observarlos, pues no disimulaban sus miradas lascivas. Fue una tarde maravillosa, pues también me deleitaba viéndolas jugar.
A la noche, luego de regresar a casa, compartimos unas hamburguesas en la cena, mientras veíamos una película de acción. Estábamos los tres en el sofá, yo a la izquierda, abrazando a Denisse, quien estaba en el centro, y Sofía a la derecha, con su cabeza recostada en el hombro de Denisse. Durante la película, noté que Sofía llevó su mano sobre el muslo derecho de Denisse y comenzó a acariciarlo de arriba a abajo. A veces, su mano se acercaba a su entrepierna, acariciando esa zona por largo rato. Pude sentir que la respiración de Denisse se aceleraba de a poco, sin despegar la mirada del televisor. Sofía quería a avanzar aún más, pues luego de un rato, vi de soslayo que se había arrodillado sutilmente en el sofá para acomodarse y rozar el cuello de Denisse, quien sintió escalofríos.
A esas alturas, Denisse cerró los ojos y se dejó llevar se esa sensación tan agradable. Al girar su cabeza hacia Sofía, mirándola con deseo, mi hija no dudó en acercarse y comerle la boca a besos, mientras se acomodaba con una pierna a cada lado, montándose sobre la niñera. Las manos de Denisse recorrían las piernas, las nalgas y las caderas de Sofía, mientras continuaban besándose apasionadamente. Yo ya estaba muy caliente viendo tan deliciosa escena, así que me paré, me desvestí completamente y me ubiqué detrás de Sofía, ayudándole a quitarse esa camiseta y esos panties que llevaba. Luego fue el turno de Denisse, pero a ella la ayudamos a desvestirse los dos. Ella le quitó sus shorts y panties, mientras yo tuve la dicha de remover el top, dejando al descubierto sus grandes tetas.
Como por impulso, Sofía fue directo al pecho izquierdo de Denisse y comenzó a chuparlo con muchas ganas, haciendo que sus labios y lengua jugarán con el pezón y la aureola. Por mi parte, me volví a acomodar al lado de la niñera e hice lo mismo que Sofía, sólo que con el pecho derecho. Denisse gemía cerrando sus ojos, dejando notar que le excitaba mucho que estuviéramos mi hija y yo disfrutando de sus enormes pechos por varios minutos.
Sofía se había detenido, dejando de montar a Denisse, cuando me dijo: – papi, ven. Quiero que penetres a Denisse, y hazlo bien duro -. Ayudó a Denisse a acomodarse en el sofá para quedar acostada, y yo me monté sobre ella, cargando sus piernas sobre mis brazos. Mi duro y mojado pene tenía justo por delante la mojada y excitada vulva de la niñera, así que la penetré de una vez, metiéndole todo mi pene hasta lo más profundo. Denisse dio un gemido fuerte, y continuó gimiendo así mientras la penetraba duramente, chocando mi cuerpo contra el suyo. Por su parte, Sofía había agarrado un consolador de arnés que estaba en el suelo, a un costado poco visible del sofá, y había comenzado a masturbarse con él mientras nos veía a mí y a Denisse teniendo sexo como dos salvajes. Los agudos gemidos de mi hija se mezclaban con los nuestros.
En un momento, noté que Denisse había alcanzado el orgasmo. Su cuerpo no temblaba, pero se arqueaba hacia atrás, y sus piernas, en un inútil intento de cerrarse para quedar pegadas unas a las otras, presionaban mis caderas, mientras dejaba salir un grito, fruto del placer orgásmico. Saqué mi pene de su vagina, lleno de nuestros flujos, y al verlo, Sofía dejó de masturbarse, acercándose rápidamente a mí, y empezó a chupar mi chorreante pene. Parecía estar bebiéndose nuestros flujos, pues tras unos pocos minutos, dejó limpio mi pene, listo para otra ronda.
Tras recuperar su aliento, Denisse se quedó sentada en el sofá, y Sofía le pidió que se pusiera el consolador de arnés. Ella accedió gustosamente, se puso el consolador de arnés y se acostó nuevamente en la posición que estaba antes. Mi pequeña se montó sobre la niñera y metió de una vez el consolador en su pequeña vagina. Las manos de Denisse tomaron loa glúteos y las caderas de Sofía, y comenzó a subir y bajar, haciendo que Sofía gimiera cada vez más fuerte. Ver a la niñera, una mujer muy sexy, penetrando a mi hijita con tanto deseo, y esta vez viéndolo en persona, me generó un nivel de morbosidad enorme.
Sin decir nada, agarré el lubricante que estaba en el suelo, cerca del sofá, lubriqué bien mi pene, y me ubiqué detrás de Sofía, con un pie en el piso y la rodilla en el sofá. Cuando Sofía se inclinó para empezar a chupar y a lamer nuevamente los pezones de Denisse, aproveché esa posición para comenzar a empujar mi pene en el ano de mi pequeña. Con paciencia, en cuestión de minutos, y tras varios gemidos de placer y algo de dolor, logré meter todo mi pene en el apretadísimo ano de Sofía, y dejé que mi enorme deseo hiciera el resto.
Sofía estaba dando gemidos tan fuertes que parecía gritar. Quizá un poco de dolor le estaba dando placer. Imagínense que una niña de su edad, recibiendo dos penes al mismo tiempo, uno en su vagina y él otro en su ano, era algo que generaba demasiado morbo y nos excitaba mucho a Denisse y a mí. El sonido de nuestros miembros mojados, entrando y saliendo de sus pequeños orificios llenos de flujo, y acompañados de los excitantes gemidos de Sofía, era glorioso.
Mi niña no tardó en tener su primer orgasmo de la noche, aunque no estaría ni cerca de ser el último. Si había algo que compartíamos Denisse y yo desde que tuvimos nuestros amoríos varios años atrás, era que nos gustaba ser algo sádicos. Al recuperarse de su orgasmo, Sofía inmediatamente empezó a recibir penetraciones rápidas de nosotros dos. Mientras lo hacíamos, yo sujetaba su pelo, jalándolo hacia atrás, mientras Denisse tomó su cuello con una mano y comenzó a ahorcarla. Las bruscas penetraciones en combinación con ese delicioso maltrato que le dábamos a mi hija, le hizo tener en poco tiempo un orgasmo múltiple. Su cuerpito no dejaba de tensionarse y sus gemidos apenas podían oírse, pues se estaba quedando sin aliento.
-iba por el séptimo orgasmo, cuando a duras penas, Sofía dejaba salir estas palabras de su boca: – y-ya… Basta… Por favor… Paren… ¡Ah! Por… Por favor… Por… Fa… Vor… – . Su cara se estaba poniendo roja. Denisse y yo nos habíamos vuelto unas bestias deseosas obteniendo placer con el sometimiento de mi pequeña. Mientras más nos rogaba, más duro le dábamos. Era un orgasmo tras otro, cada vez más y más intenso, hasta que, por primera vez desde que habíamos tenido sexo, Sofía se desmayó y cayó sobre Denisse. Su cuerpito tenía unos temblores cortos. Ella aún respiraba, algo entrecortadamente.
Quizá por tanta calentura del momento, pero ni Denisse ni yo nos alarmamos. Simplemente la dejamos acostada en el sofá, descansando, y nos fuimos al sillón de al lado. Me senté en él y Denisse me montó, dándome unos deliciosos sentones. Nos comimos como dos animales salvajes, hasta que no pude aguantarme las ganas y le eyaculé adentro. Ambos gemimos duramente de tanto placer que sentimos.
Nos quedamos abrazados en el sillón, mirando a Sofía aún inconsciente. Tras haberse ido nuestra calentura, pero aún desnudos en el sillón, me puse a pensar que eso fue lo más cercano de haber violado a mi propia hija junto con otra persona, y pensar en eso me pareció tan morboso… Aunque sentía algo de culpa también. Me prometí que, apenas despertara, le preguntaría a Sofía si aquel sometimiento le había gustado.
Cargué a mi hija en brazos y la llevé a mi habitación. Denisse y yo nos acostamos ambos a cada lado de ella, y nos pusimos a charlar en voz baja, admirando el cuerpo de mi Sofía. Minutos después, mi pequeña había despertado. – Papi, eso estuvo… Brutal ¡Los odio! Pero me gustó cómo me trataron, – balbuceaba Sofía – ¿cómo pudieron ser capaces? Me violaron, les dije que no y… Y… Y aún así, quería que no me hicieran caso, que hicieran lo que quisieran conmigo, quería que me violaran, ¡malditos! -.
Estaba confundida, y lo sabíamos. Había llegado a ese punto del sometimiento en que su voluntad se disipaba con la sumisión, y no sabía cómo procesarlo. Le gustó, pero a la vez le pareció horrible. – Shhh, tranquila, bebé – le dijo Denisse, tratando de calmarla – Es normal que te sientas así, y lo sé porque sentí lo mismo que tú cuando quise que me sometieran por primera vez – y, acomodándola entre sus pechos, continuó – Ahora descansa, mañana seguiremos hablando. Con un suave gimoteo, Sofía se acurrucó de frente con Denisse, mientras yo la abrazaba por detrás, en cucharita. Esa noche, los tres dormimos profundamente.
Más adelante, Sofía y yo aclaramos las cosas, y ella acordó dejarse someter totalmente ante mí y cualquiera a quien yo se lo permitiera, sólo en lo que respecta al plano sexual. Con el tiempo, mi hija se había vuelto adicta a ser sometida, y eso nos permitió a Denisse y a mí jugar con ella de maneras que hasta podrían calificarse como aberrantes: usábamos látigos, la encadenábamos a la cama o en alguna parte de la casa mientras obteníamos placer al someterla; le dábamos cachetadas, le apretábamos el cuello casi hasta dejarla sin aire y la hacíamos tragar semen de desconocidos cuando los dejábamos entrar a nuestra casa. Sofía se había vuelto nuestra pequeña esclava sexual, y desde ese día la tratábamos como tal.
Fin.
Excepcional cadena de relatos.
Le animo a seguir con la serie. A lo mejor añadiendo más amigas, los amigos swingers, …