Mi preciosa princesita (capítulo 4)
Con mi princesita revisamos el disco duro de sus padres..
Bueno, pues en el capítulo anterior dejé a mi cría de 10 años, en medio del salón de mi casa, desnuda, esposada de pies y manos, con un tapón anal en el culo, una mordaza de bola y los pezones adornados con unas pinzas con campanitas. Estaba preciosa. Temblaba como una hoja de excitación y del terror que había pasado en su paseo por el edificio de casa, y eso que era muy difícil que alguien nos hubiera visto. Las dos puertas están en un recodo al final del pasillo y desde las escaleras y el ascensor no son visibles.
La había dicho que teníamos que regresar para devolver el disco duro a su sitio, pero la vi tan afectada que decidí no darla más caña por el momento. Me dio las claves del disco, lo copie a otro disco duro (por mi trabajo estoy bien provisto de esos dispositivos) y haciendo una incursión rápida lo deje todo como estaba.
Mirándolo fríamente, si fuera un hijo de puta, gracias a la ingenuidad de Martina, tenía en mis manos a toda la familia. No iba a usar ese poder, pero no estaba de más tenerlo en reserva. Ahora mismo, mi único interés es terminar de controlar psicológicamente a Martina para tenerla a mi disposición. Y lo digo yo que siempre he despreciado a los pedófilos y ahora me veo casi enamorado de una niña de 10 años y deseando con todas mis fuerzas follármela. Las vueltas que da la vida: ¡hay que joderse! Pero sigamos con la historia y dejémonos de intentos de justificación.
Regresé de casa de los padres de Martina y seguía en medio del salón, no se había movido del sitio. Ahora estaba mucho más tranquila. La levanté en brazos y con suavidad la deje en el sofá. Lo hacia a menudo porque la verdad es que era muy manejable, pesaba poco y yo estoy es buena condición física. Empecé a quitarla todo, incluso las esposas de las muñecas aunque en principio no quería. Solo la deje el tapón anal. Me prepare una copa y me senté a su lado dispuesto a ver las aventuras de sus padres. Inmediatamente se pegó a mi y levantándome el brazo hizo que la abrazara.
Empezamos a ver el contenido y vi con agrado que todo estaba organizado en carpetas y con desagrado que estaba escrito en rumano.
—Genial, —dije—. ¿En qué está escrito?
—¿No hablas rumano? —bromeó Martina.
—Pues no lista. Hablo inglés, coreano, chino y me defiendo con el hindi, pero el rumano no. En la primera carpeta pone pentru nu.
—Porno, —contestó con naturalidad—. Es…
—Ya sé lo que es, tía lista, —la interrumpí riendo mientras la hacia cosquillas y se echó a reír. Abrí la carpeta y estuvimos un ratito viendo lo que había. Algunas ya las había visto Martina, y la verdad es que no eran nada del otro mundo—. ¿Te parece que miremos los videos de tus papas?
—Vale, —respondió la niña—. En la siguiente pone anal.
—Esa sé lo que es, —dije riendo igual que ella. La abrí y los archivos estaban por fechas lo que demostraba que el padre era metódico. Fuimos viendo varios en los que se veía como en diversas posturas se la metía por el culo a su mujer. En todos lo videos ella siempre estaba atada y se la veía disfrutar.
—Está claro que a tu mamá la gusta.
—Y siempre está atada, —dijo Martina afirmando con la cabeza—. Yo creo que le pasa como a mí.
—¿A que te refieres mi amor?
—A que si no me atas te doy manotazos, —dijo un poco chulita.
—Entonces sin problemas, siempre te tendré atadita, —afirmé haciéndola otra vez cosquillas.
—Bici, —leí el siguiente—. ¿También montan en bicicleta?
—No tonto. Significa látigo. Y dice algo más: bătaie, que significa azotes.
Había muchos archivos y efectivamente se veía como la madre, atada en diversas posturas era azotada por su marido. Usaba un par de modelos distintos, aunque también utilizaba la mano y en alguna ocasión una chancla. Y se veía que los dos disfrutaban.
—Sí, definitivamente a tu mamá la mola, —dije tapándola el chochito con la mano, pero sin estimularla. Martina me miro fijamente y adiviné claramente lo que estaba pensando—. Ya veremos. En el siguiente pone cocos, —dije y Martina se echó a reír.
—Noooo, se dice cocoş, —dijo pronunciando correctamente—. Significa polla.
Abrí la carpeta y solo había cuatro videos. En ellos se veían a su mama con una polla vibradora sujeta a su cadera dando por el culo a su marido. Resultaba gracioso verla porque era muy pequeñita y la polla muy grande. Eran un poco graciosos porque el padre estaba a cuatro patas y mientras le penetraba le cogía la polla y le masturbaba y casi no llegaba por lo que se tenía que sujetar y casi colgar el cuerpo por un lado. Aunque sonrió, no vi que a Martina la llamara la atención. Tengo que decir que todos los videos no los ha visto, solo unos pocos. La mayor parte son nuevos para ella.
—En la siguiente pone constrângeri que significa atadura, atado, o algo así, —dijo y no habia sorpresas, en todos los archivos su madre estaba atada. A la cama, a la mesa del comedor e incluso a la mesa baja del salon. En otras estaba en el suelo y parecia que el padre la habia empaquetado. También había unas carpetas con fotos en los que en otro lugar su madre estaba colgada del techo, de las manos o de los pies y unos desconocidos la azotaban y la introducían dildos por todas partes—. ¿Y esos quienes son?
—¿No los conoces mi amor? —negó con la cabeza—. ¿Y ese sitio?
—No sé donde es, —respondió. Había notado que este asunto la llamaba la atención porque desde que apareció su mama colgada del techo, había pegado su chochito a mi mano frotándose ligeramente. Empecé a sospechar que los padres tenían una vida oculta que tendria que ver con los miércoles en la que me dejaban a la niña. Lo que pasa es que ese sitio debía estar muy cerca de casa porque la puesta en escena parecía muy elaborada y solo desaparecían un par de horas. Finalmente, vimos todos los archivos y pasamos a otra carpeta.
—Pone desculț, pies descalzos, —nuevamente no hubo sorpresas. En un par de videos se veia la polla de papa masturbándose con los pies de mama. En otro de veía a papa chupándola los pies.
—¿Te gustaría? —me preguntó Martina con cara de pillina.
—Eso ya lo tengo previsto, —respondí riendo. Habia varias carpetas numeradas del 1 al 10 y ahí es donde volvió a saltar la sorpresa. En el 1 había fotos de los pies de un bebé, igual que en el 2 y el 3 con la diferencia de que parecia que iban creciendo. Entonces pensé que los numeros tenian que ver con la edad de los propietarios de los pies. En el 4 ya se veia los pies masturbando una polla, igual que en el 5, 6 y 7. Martina estaba muy interesada y hacia rato que estaba sospechando de que iba eso—. ¿Pasamos a otra carpeta?
Martina me miró pensativa y me dijo—: creo que son mis pies ¿verdad?
—Parece que si mi amor.
—Pero yo no me acuerdo de eso, —me dijo—. Porfi, abre las otras carpetas.
La 8 y la 9 eran iguales, pero la 10 no. En las anteriores solo se veian los pies y la polla, pero en esta, el plano estaba más abierto y se veía el chochito de Martina, la piernas flexionadas y entre los pies la polla de papa sujetos con sus manos. Había varias incluso algunos demostraban movimiento. Finalmente, eyaculó y se veía como el semen caía sobre la zona vaginal de su hija. No comenté nada, pero claramente esas fotos no las había hecho solo, alguien le habia ayudado. Obviamente su mama. La verdad es que no sabia que decir o hacer porque esto me habia pillado por sorpresa. Lo unico positivo que habia es que ella seguía frotando ligeramente su chochito contra mi mano.
De pronto, sin decir nada, se levantó y poniendose entre mis piernas, se arrodilló e inclinándose se metió mi flacida polla en la boca. Quedaban tres archivos titulados masochismul, pensetă y suflare que luego descubrí que significaban masoquismo, pinzas y mamadas. Miedo me daba la última carpeta porque a ver que habia allí, aunque parece que no habia reaccionado muy mal. Absorto en mis pensamientos, notaba como la polla crecia en su boquita. Cogí las esposas y se las coloqué en las muñecas. Deslicé la mano hasta su traserito y la di un par de azotes fuertes. Se quejó, pero siguio chupando. Entonces la incorporé y la hice tumbarse sobre mis piernas. Primero bocarriba y mientras los dedos de mi mano izquierda entraban en su boca con la mano derecha recorria su torso, sus pezones, su vientre hasta llegar a la vagina y sus piernas se separaron como una flor. La estuve estimulando hasta que conseguí un primer orgasmo que mientras cerraba las piernas con fuerza, inesperadamente marcó sus abdominales, posiblemente fruto de la postura un poco forzada. Rápidamente abandoné su chochito y pasé la mano por su cuadriculado abdomen. Tambien seria fruto de la gimnasia ritmica que hacia en el cole y que gracias a la dieta la mantenia delgada. Cuando se arrodilló y empezó a chupar, me puse la GoPro en la cabeza y lo grave todo. Despues la di la vuelta, la puse la mordaza de bola y sujetandola por las coletas empece a descargar la mano sobre su traserito. Empece con tandas de diez, y entre unas y otras alojaba la mano en su vagina y la estimulaba. Cuando presumia que estaba a punto, paraba y empezaba una nueva tanda. A la cuarta o quinta fueron el doble y su traserito se empezo a poner de un interesante color rojo intenso. Pase las uñas por la piel creando finas lineas blancas. Mientras la azotaba gritaba y chillaba quejandose y lloraba amares. Finalmente, la deje culminar y se retorcio con el fogonazo de un nuevo orgasmo. Mientras se recuperaba su respiración era pesada, después la baje al suelo y la puse de rodillas entre mis piernas. La abracé colocando su cabecita en mi pecho y la acariciaba el trasero. Ella seguia llorando pero un poco más calmada. Yo la consolaba diciendola suavemente frases cariñosas. La quité la bola y la besé con pasión. Finalmente, se sentó junto a mí después de quitarla las esposas, la rodeé con mi brazo y seguimos viendo las carpetas.
La siguiente, la de masoquismo, la gustó mucho aunque tenía dificultades para entender el concepto—. Ahora te he estado azotando el trasero y chillábas de dolor. ¿Te ha gustado? —Martina me miró pensativa y finalmente se encogió de hombros—. ¿Repetirías? —y afirmó con la cabeza—. Ahí lo tienes.
La de las pinzas también la llamó la atención. En los videos vio como a su mama la ponian pinzas de la ropa por todas partes. En los pezones, en el clitoris: en todas partes.
—En la ultima, la de las mamadas, vio a su madre chupando muchas pollas y todas no eran de su papa: habia pollas desconocidas. En una carpeta de fotos se veia la carita de Martina con una polla supervenosa en la boca. Claramente estaba dormida, pero en las últimas habian eyaculado en su boquita llenándosela de esperma. No dijo lo más mínimo, se limitó a ver las fotos sin más.
—¿Ya esta todo? —preguntó y como afirmé con la cabeza, dijo—. Tengo hambre.
Desmonté el chiringuito y me puse a preparar la cena con su ayuda. Después nos sentamos en las banquetas de la encimera y empezamos a cenar. Estaba terriblemente callada y la observaba y notaba como su cabecita estaba llena de incertidumbres. Cuando terminamos, me volví hacia ella y la abrace con afecto mientras ella me rodeaba con los bracitos—. ¿En qué piensas mi amor?
—Si papi me hubiera pedido todo eso lo hubiera hecho, —respondió tajante mientras seguía refugiada en mi pecho.
—Cariño, no sé qué decirte.
—Me ha engañado y eso está muy feo.
—La verdad es que si
—¿Tú me vas a engañar?
—¿Lo he hecho desde que nos conocemos?
—Ayer me sacaste a la escalera, —respondió mientras se separaba un poco para mirarme—, y pase mucho miedo.
—¿Me vas a decir que no te gustó? —respondí besándola en los labios. Como respuesta hizo como que se enfurruñaba y se refugió otra vez en mi pecho mientras me reía.
—¿Y ahora?
—Ahora quiero que me des permiso para hacer lo que yo quiera, —instantáneamente se volvió a incorporar con el ceño fruncido—. Además, ya te aviso de que desde que me des el sí, no hay marcha atrás, —sabía que estaba decidida, pero me quería hacer de rabiar la muy picara—. Te voy a poner una mordaza especial para que no puedas hablar, —siguió haciendo que lo pensaba—. Desde que ayer llegamos del cole, ¿lo has pasado mal? —negó con la cabeza—. ¿Confías en mí? —afirmó despues de simular que se lo pensaba—. Pues tú decides.
—Dime algo de lo que quieres hacerme, —dijo después de pensarlo.
—No, —la respondí tajante—. Pero te puedo mostrar el comienzo: nada más.
—Venga, vale, —aceptó finalmente. Me levanté y cogí la tablet y después de activarla, regresé a su lado. Estuve buscando y finalmente active un video y se lo mostré—. Así te voy a preparar, y luego…
Delicioso, a la espera de ver qje es lo que le quieres hacer hasta que quedes satisfecho, aun espero algun uso de tu putita en el cine o algun baño publico