Mi primer orgasmo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace poco habíamos cumplido el año, nuestros encuentros sexuales habían disminuido, pues yo ya no quería en el auto, y como los dos estábamos estudiando, vivíamos con nuestros papás y no teníamos dinero para ir a algún lugar a hacer de las nuestras.
En consecuencia, las instancias para hacerlo en una cama eran acotadas.
Una tarde mientras estábamos en su casa almorzando, su padre nos anunció que saldría a juntarse con unos amigos, todos sus hermanos estaban trabajando y su madre en un retiro, por lo que nos quedamos completamente solos.
Cuando ya escuchamos su auto partir el me lanza aquella mirada, advirtiéndome lo que se avecinaba.
Se acercó a mi me ordeno que dejara mi plato en la mesa y me levantara, me beso apasionadamente, se me separa y ahí mismo en el comedor de la casa me comienza a desvestir y soltar mi coleta, dejándome con el pelo suelto, solamente en ropa interior.
“Ahora siéntate, termina de comer y no hagas ninguna mueca”.
El termina antes que yo, recoge su plato y después empieza a tocarme ahí abajo para luego jugar con mis pechugas y volver abajo, mientras me preguntaba
“¿Como está la comida?”, “¿La estas disfrutando?”,
yo afirmaba con la cabeza y seguía masticando, aguantando reaccionar ante aquellas caricias.
Cuando ya terminé fui a dejar mi plato a la lava bajillas e inmediatamente me fui a encaramar sobre él para besarlo apasionadamente e irnos dirigiendo a su pieza.
Ya estando ahí continuamos besándonos, primero contra la pared, luego contra el closet, para finalmente terminar sobre la cama, cuando el, teniéndome en brazos, se acuesta sobre mí, para luego levantarse y quitarme lo poco que me quedaba de ropa.
Me observa tendida en su cama, desnuda, con las manos estirada hacia arriba, dejando todo mi cuerpo a su disposición.
Acto seguido se saca la polera, me mira fijamente, se acerca y dice a mi oído
“eres mía”
y comienza a besar todo mi cuerpo, desde mis labios a mi cuello, para terminar en mis pezones; lame, succiona y mordisquea uno, mientas que con los dedos piñizca el que quedaba libre, turnándose entre uno y otro, dejándolos bien parados como a él le gusta.
Le encanta verme retorcer a medida que aumenta la intensidad sobre mis senos.
Luego sus besos bajan por el centro de mi abdomen hasta los límites de mis bellos púbicos, donde pasa su lengua, para volver a subir.
A continuación, se quita el pantalón, quedando solo con el bóxer y en una rápida acción me posa sobre él, tira de mi pelo para atrás y repite
“eres mía, eres mi muñeca sexual”
a lo que yo contesto
“si soy tuya”,
me larga una fuerte nalgada, que deja un esquicito ardor en mis pompas.
Comienza nuevamente a devorar mis senos, pero ahora sin piedad, yo a esto comienzo mover mis caderas sobre su erección, contenida por la tela, mientras que esta hace presión sobre mi clítoris.
Suelta de mi pelo, dejándome caer sobre él, y se acuesta por completo en la cama para así disfrutar mejor de las caricias que le aplicaba a su miembro, y poder jugar con mis tetas, besar mi cuello, morderlo, mientras que yo me colocaba en cuatro, apoyando mis manos en la cama y movía mis caderas contra él.
Luego, Borja, con cada mano agarra una de mis pompas, abriéndolas, apretándolas con fuerza, moviéndolas de adelante para atrás, se detiene, yo continuo con el movimiento y en esto ¡PLAS! nuevamente una nalgada.
Despega la espalda de la cama, me besa apasionadamente, mientras aprieta mi espalda y mi cabeza contra él, al igual que yo sumerjo mis dedos en sus negros cabellos.
En esto se aferra de mi pelo nuevamente y tira de ellos hacia atrás, arqueando mi espalda, dejando mis pezones a su disposición.
Los mira, les pasa la lengua, los mordisquea y me suelta para nuevamente voltearme quedando yo abajo y el posado a mi lado.
Me regala otro beso apasionado tira de mis brazos y los coloca nuevamente sobre mi cabeza, atrapa mi labio inferior y tira de él, luego lo suelta para después pasar su brazo por detrás de mi cabeza y meter, a modo de gancho, dos dedos en mi boca, mientras que la otra mano la lleva a la parte baja de mi abdomen y comienza a jugar con mi coño.
Aplasta mi clítoris, pasa sus dedos cerca de mi agujero, pero no los introduce, repite este acto varias veces mientras observa atentamente como me retuerzo, como mi cuerpo busca escapar de él, mi vagina arde deseando ser consolada con su penetración o al menos que me masturbe para calmar aquel fuego que me quema.
Todo aquello me tenían los sentidos muy estimulados.
En esto siento como escurren mis líquidos, hecho que a él no pasa desapercibido, por lo que introduce uno de sus dedos humedeciéndolo, sonríe y dice “alguien esta mojada.
” de ahí comienza a esparcir mis fluidos por mis muslos, mi estómago bajo y mis nalgas, lubricando todo el sector… Baja los dedos de mi boca a mis piernas, se separa de mí, se para y empuja de ellas mis hasta que los talones se encontraran con en el suelo, se quita el bóxer y se pone frente a mí, haciendo que yo sienta su pene erecto contra aquella parte de mi cuerpo que ya suplicaba su presencia.
Me aplasta, se queda completamente quieto, tira de mi pelo y dice
“eres mía, eres mi juguete sexual, tu única misión en esta vida es complacerme”
yo entre suspiros le respondo que si y me muevo intentando introducir su miembro en mi vagina.
Él se ríe y agarra su, ya enorme, pene y lo hace rozar con la piel de mis intimidades y con una sonrisa maliciosa dice
“mira si se nota que naciste para esto… ¿Qué quieres? ¿que te la meta?…”
lo pasea desde mi clítoris hasta el comienzo de mi raja, se ríe y me ordena
“entonces suplícame, si tanto la quieres, tenderas que suplicar”
yo ya en la estratosfera digo retorciéndome de placer
“por favor métemela”,
Borja sonriendo responde
“ No te escucho, ¿que es lo que quieres juguete?”
yo sin aguantar más suplico
“quiero que me violes, que hagas conmigo lo que quieras”…
En respuesta, él separa su abdomen del mío, sus manos aprisionan mis caderas y, consumido por el deseo, me embiste de forma rápida y violenta, hasta tocar el fondo de mi vagina y así varias veces.
En esta posición donde yo estaba acostada y el en forma vertical, su pene entraba por completo, podía sentir sus testículos chocar contra mis nalgas, era exquisita aquella sensación.
El me mantenía, con las dos manos, atrapada contra su cuerpo, sin dejarme escapar, de aquella penetración.
Yo sin poder soportar cuándo él se separaba de mí, para que mis labios lo masturbaran, enrosco mis piernas a sus caderas, presionando su cuerpo contra mi vagina, y comienzo a mover de arriba abajo logrando que su pene chocara con todas las paredes de esta, tocando así todas las terminales nerviosas que existen dentro.
Quería más, mucho más, nunca antes había deseado algo con tanta intensidad era como si un instinto animal se apoderara de mí.
A esta reacción él se ríe y dice en tono seductor
“vez si tú eres mia, nunca podrás escapar de mí”,
libera una de sus manos, se apodera de uno de mis senos estrujándolo entre sus dedos provocándome un dulce dolor, luego vuelve a si postura, a observar cómo me retuerzo de placer.
“Muérdete el labio, quiero verte disfrutar”
Le hago caso y cada vez mis movimientos se vuelven más intensos.
“Gime, grita, quiero escucharte disfrutar”,
hago lo que él desea y comienzo a gemir como toda una perra en celo.
En eso siento que algo se aproxima desde el fondo de mi pecho, me aferro fuerte de las sabanas, lo aprieto freneticamnte contra mí.
De a poco siento como cada musculo de mi cuerpo se contrae, como mi espalda se arquea y como escala por mi garganta una potente energía, intensa, deje de pensar, simplemente deje que fluyera, siento como se apodera de mis cuerdas vocales y como de mi boca sale aquel extraño sonido gutural.
Mi cuerpo convulsiona, tirita, buscando obtener más, tratando de dar la poca fuerza que le quedaba para volver a sentir aquel precioso placer…
Pero entonces escucho como alguien estaba abriendo la puerta de entrada, siento como Borja se detiene, lo miro con cara de susto, él me dice “tranquila dudo que nos haya escuchado”, luego hace lo que yo más temía, se retira de mí, dejando mi vagina vacía, ardiendo de placer, me pasa mis ropas y yo me voy al baño, me visto, ordeno mi pelo, me mojo la cara esperando que no se notara el rojo que se asomaba en mis mejillas y vuelvo a salir.
Era Francisco, su hermano mayor.
Borja estaba conversando con él, por lo que me incorporo como si nada, lo saludo y volvemos a la pieza.
Cuando ya nos encontrábamos solos lo abrazo y gruño en tono de burla “yo quería más”.
Nos quedamos arto rato hablando de lo sucedido, nos reímos, después vimos una película y cuando ya era tarde agarre el auto para ir a mi casa.
Desde entonces no se ha vuelto a dar una situación como aquella, yo sigo esperando que se vuelva a repetir para así volver a experimentar aquel bello orgasmo.
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