Mi primera muñeca de trapo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por jcmorpheo494.
Siempre que puedo mantengo sexo con mujeres dormidas, más que dormidas, completamente inconscientes, és fácil si sabes manejar determinadas sustancias, es cuestión de administrarlas con sumo cuidado, para que produzcan el efecto deseado, ni más ni menos.
Permaneced atentos y asistiréis a una experiencia que a muchos os escandalizará y sólo unos encontrarán estimulante, és para esos que explico esta aventura.
Este es el relato de una de mis víctimas, una de mis muñequitas de trapo.
La primera vez que provoqué la insconsciencia de una chica, fue muy estimulante, aunque a lo primero de todo me asusté porque creía haberla matado, era muy joven y todavía no estaba familiarizado con los somníferos, relajantes musculares y demás depresores del sistema nervioso.
La invité a mi casa al principio de emanciparme, ella era una chica alta, un poco ligera de cascos, con unas piernas larga y bonitas, un cuerpo bien formado y unos pies preciosos, aunque de cara no era muy agraciada era una mujer muy apetecible.
Preparé una cena deliciosa, no es por presumir pero soy un gran cocinero, la cena consistió en un plato muy sencillo, pero con toques de maestro, hice una sangría muy fuerte, muy dulce y muy refrescante, unos libritos de lomo, con queso azul y los de ella con varias pastillas de valium machacadas, creo que fueron dos de diez milígramos, y dos más de orfidal, de postre un tiramisú, y había guardado una botella de cava, que no llegamos a tomar.
A la media hora de empezar a cenar, mi acompañante empezó a sentirse rara, arrastraba las palabras, no se centraba en la conversación, al verlo yo la incité a seguir bebiendo, el alcohol haría un efecto somnífero con los relajantes y los tranquilizantes. le llenaba la copa constantemente hasta, al poco rato tuvo necesidad de ir al lavabo, la vi ir tambaleándose, la seguí, me excitaba aquel paso tambaleante y al salir del servicio ví como se desplomaba, me apresure apenas tuve tiempo de frenar la caída contra el suelo, estaba completamente insconsciente y yo estaba muy excitado.
La alcé, es curioso comprobar como pesa un peso muerto, sus miembros y su cabeza colgaban mientras la llevé en brazos, jugué con su cuerpo, la transporté por toda la casa, la acuné y finalmente la deposité en la cama, la estiré, la observé y la acaricié.
con mucha ternura, y lentamente la fui desnudando; empecé por las medias, fue muy estimulante descubrir sus hermosas piernas y sus pies suaves, me excitaba el sonido que hacían estos al caer desplomados en el colchón. Chupé sus pies y sus piernas, me excité tanto que me corrí la primera vez. Continué con su blusa, con una breve camiseta que llevava debajo de ésta, por último su sujetador, dejando unos pechos preciosos al aire, era curioso porque por más que los tocaba y chupaba sus pezones, estos, no daban muestras de excitación, ya que mi pobre víctima tenía anulados todos sus sentidos, y pensar en ello aún me excitaba más . Por último de todo le arrebaté las sensuales bragas descubriendo su sexo, y abriendo la veda a un sin fín de sensaciones que sólo yo sentí . Aquella noche me corrí varias veces y en varios de sus orificios…
No fue su ropa todo lo que le arrebaté a aquella pobre muchacha, le arrebaté la posibilidad de disfrutar, de gozar y de sentirse persona, la reduje a la condición de objeto, de una simple muñeca de trapo insensible a todo lo que sucedía, inocente respecto a todo lo que estaba ocurriendo y, sobretodo, indefensa ante esa bestia insaciable que era mi persona.
Yo tenía poco más de veinte años, en la actualidad han pasado veinte años más desde aquel día, y desde aquel día cuento con una colección inmensa de "muñequitas de trapo", que para mi posterior deleite grabo en video, las sustancias aletargantes las consigo de internet, y cuento con un enorme repertorio de recetas de cocina que me ayudan a ocultar a mis viejas aliadas. En la actualidad las oculto en el postre, no quiero renunciar a brindar con cava porque un inoportuno y contundente desvanecimiento de mi pobre víctima nos interrumpa.
Señores, yo no puedo evitar ser un depredador, lo voy a seguir siendo, de hecho acabo de escribir estas líneas mientras observo a esa pobre cuarentona tirada en el suelo de parquet de mi estudio, totalmente desnuda, en una pose algo excéntrica, boca abajo y de la que no se mueve, respirando trabajosamente, pues quizá me pasé con el diazepan, y que me ha proporcionado un buen rato de placer, y que en concluir este texto voy chupar nuevamente todo su cuerpo y a regar su cara con mi semen, y quizá me excite manipulando su cuerpo pero eso señores es otra historia: querrán oírla otro día?
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