Mi Semana Con Inma (Parte 3)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Nazaniel_.
Coloque la indumentaria de Inma en una percha en el cuarto de baño, y me dirigí a esperarla en la puerta. Note sus pasos ligeros avanzar por el pasillo, al llegar se planto junto a mi en la puerta, me miro, y me aparto con la mano para entrar en el piso.
-Vamos Norman, no te quedes ahí.
Cerré la puerta tras de mi, la cogí de la mano y la lleve al dormitorio. Me senté en la cama y le dije:
-Ve al servicio y ponte lo que he dejado allí.
-¿Ahora me vas a disfrazar?
Se fue al servicio y cerro la puerta tras de si. Al segundo la volvió a abrir y me dijo:
-¿Estas loco? ¡¿En serio quieres que me ponga eso?!
-Si.
-Estas enfermando.
Volvió a entrar en el servio. Yo me desnude por completo, y espere junto a la cama que saliera. Estaba nervioso, no sabía como reaccionar. Cuando salio, llevaba puesta una camisa mía abierta, y un arnés con un consolador en su parte delantera. Era excitante verla así. En su mirada había cierto aire de malicia. ¿Disfrutaría ella así?
-¿Sabes lo que quiero que hagas? –Dije.
-Supongo. Quieres que te folle.
-Si. Como yo te lo he hecho a ti.
-Eso no es difícil. Solo hay que ser un desarmado.
Se acerco, me sentó en la cama, y me dijo que se la chupara. Mis movimientos eran lentos, me daba vergüenza hacer eso. Pero abrí mi boca y me metí el gran trozo de goma que colgaba de su entrepierna. Por un segundo, ella sonrió.
-Chupamela cerdo.
-Si, cariño.
Me agarro por el pelo con fuerza, y comenzó a marcar el ritmo con su mano, casi me estaba atragantando. Al cabo de un rato, paro. Yo me quede a horcajadas, y cuando levante la cabeza, ella abofeteo mi cara suavemente con el consolador. Luego me lo volvió a meter en la boca.
-Túmbate ahora. –Yo obedecí al instante. Me agarro los tobillos, y me abrió de piernas, como lo hice yo con ella.
-¿Te excita esto cerdo?
-Solo me excitas tu cariño.
-¿Eres marica?
-No.
-¿No?, Pero te gusta que te metan una polla de goma por el culo.
-Nunca lo he hecho.
-Ponte a cuatro patas.
Me tumbe sobre la cama boca a bajo, ella agarro mis nalgas y las separo. Luego note como aquel trozo de goma intentaba atravesar mi ano. Era una sensación desagradable, tanto que estuve a punto de detenerlo, pero ella dio un fuerte achuchón he introdujo medio pene en mi ano, progresivamente, introdujo el resto. En ese momento, aun con algo de dolor, esa sensación me produjo una erección monumental, y aguantando las ganas de eyacular, esperando a ver como ella se movería encima de mí. Y lo hizo de una forma sensacional. Me agarro la cintura y empezó a moverse con ritmo, era casi un baile. Luego con más fuerza, empezó a forzar el ritmo.
Saco “su pene” de mi ano, y me dije que me arrodillara, obedecí con gusto, y ella volvió a introducirlo en mi boca. El sabor era desagradable, pero ella me volvió a agarrar por la cabeza para que no me la sacara de la boca. Creo que la deje bien limpia.
-¿Te gusta que te folle?
-Lo haces muy bien. Quería saber lo que sentías cuando te lo hacia.
-Tú tienes menos escrúpulos que yo. No podrías sentir lo que yo siento jamás.
Se quito el arnés y se abrocho la camisa mientras caminaba hasta la silla a sentarse. Yo estaba sentado en el suelo, un poco perplejo por lo ocurrido. Fue algo completamente nuevo, y raro…
Nos quedamos en silencio durante unos minutos. Luego me levante, y camine hacia ella, me senté junto allá en el suelo, y apoye mi cabeza sobre sus piernas. Ella dijo en tono cansado:
-¿Crees que es bastante por hoy?
-Si. –Dije con un suspiro. Mañana seguimos.
-Estoy agotada. ¿Te importa si descanso un momento antes de irme?
-Claro que si. Túmbate en la cama si estas más a gusto.
-No… Aquí estoy bien.
Nos quedemos un rato sin decir una palabra. Su presencia en la habitación era más que suficiente. Con ella no hacían falta conversaciones transcendentales, ni esforzarse por parecer interesante. ¿Por qué no pude lograr que se enamorara de mí? Otra vez la tristeza supurar mis heridas. Fui al cuarto de baño a darme una ducha. Cuando Salí ella ya se había ido. En su lugar, había quedado la soledad, ella siempre venia a hacerme compañía cuando se iba. Si sigo así enloqueceré.
Sexto Día.
Era viernes, así pues me duche y arregle para salir a tomar algo. Quería estar con Inma en otro sitio que no fuera ese cuarto lleno de penumbra. Baje al portal de mi bloque a esperar su llegada. Eran casi las nueve y media, y ya estaba bastante inquieto. ¿Donde estaba?, nunca se había retrasado. Me senté en los escalones, y con desesperación, comencé a buscar su número en la agenda del teléfono.
-¿Qué haces aquí abajo? –Lévate la mirada, y allí estaba, con una minifalda, y una camiseta roja con algunas letras en inglés que no conseguí traducir.
-¿Por que llegas tan tarde? ¿Y por que te fuiste sin avisar?
-Se me ha hecho tarde, y cuando entre en el servio a por la ropa, vi que ni te enterases que estaba allí, que preferí no decirte nada. Estabas raro.
-Estaba confuso por lo ocurrido.
-¡Chico! Pues la idea fue tuya.
-Bueno, vamos a dejar el tema. ¿Te apetece salir?
-No mucho.
-Nos lo pasaremos bien saliendo un rato.
-Te lo pasaras bien tú….
Su respuesta aun que irónica, no me hizo desistir de la idea de salir fuera. Comencé a andar hacia el coche y le abrí la puerta para que entrara, ella entro, y cerró la puerta antes de que lo hiciera yo. La galantería no iba mucho con ella. Ocupe mi asiento, y nos dirigimos a un pub del centro.
Había bastante gente. Nos fuimos a una mesa que había en el fondo, que acababa de quedar libre. Fui a la barra a por unas copas, cuando volví ella estaba hablando con un chico. La estaba invitando a bailar, y ella le estaba rechazando con brusquedad. Al sentarme al lado de ella, el chico se fue intentando no parecer rechazado. Era lamentable verle, nadie podía quedar indiferente ante el rechazo de Inma.
-¿No había otro sitio mas lamentable? – Me dijo.
-¿No te gusta?
-No. –Me dijo con una mueca.
-Eso es lo de menos. ¿Sabes que quiero que hagas ahora?
-Sorpréndeme.
-Quiero que busques a ese chico y le invites a bailar.
-Sabía que me sorprenderías.
-Pues adelante…
Ella se levanto y dio un pequeño paseo por el pub, el chico estaba en un rincón siendo ignorado por la mayoría. Ella se acerco, y con por lo que veía desde mi sitio, pare que le estaba pidiendo una disculpa. Luego los dos se plantaron en medio de la sala y comenzaron a bailar. El muchacho hacia esfuerzos por destacar. Sin embargo, ella con el mas simple de sus movimientos, hacia que el muchacho fuera aun más patoso de lo que era. Ella sabía como acelerar el pulso de los demás.
Yo estaba sentado en la mesa, bebiendo a tragos cortos de mi copa. Y para mi sorpresa, vi como el muchacho le agarraba el culo a Inma. Ella me miro fijamente. Otra vez el morbo se apodero de mí, y con un gesto de la mano, le dije que siguiera. Ella se dejo sobar por el, pero cada vez sus manos intentaban llegar mas lejos. De vez en cuando ella me miraba, y comprendía que quería que siguiera así. El le susurro algo al oído, ella lo aparto de su lado, y se acerco a mí.
-Este imbecil quiere que vaya con el al callejón de detrás para follarme.
-¿Y por que no le dejas?
-¿Cómo?
-Dale una alegría. Será la única que tenga en su vida.
-Eso es demasiado, ¿No crees?
-Mira, vamos a ir al callejón, y dejo que te folle, mientras miro.
Ella se mordió un labio, con gesto disgustado fue hacia el a explicárselo. El muchacho se quedo mirándome, y me dijo que si con la cabeza. Me levante, y salimos los tres por la puerta de atrás. Era un callejón estrecho, y con poca luz. Me apoye en la pared, y espere a que empezaran. El chico vino a mí y me dijo:
-¿De verdad dejas que me folle a tu novia?
-No sé yo…
-Te puedo pagar.
-¡No soy una puta! –Dijo Inma indignada.
-Cállate cariño.
El chico nervioso, saco su cartera y me ofreció un billete de 50e.
-¿Es suficiente?
Cogi el dinero y el dije:
-Follatela.
Ella se quedo contra la pared, con la mirada fija en nosotros. El muchacho se acerco a ella y comenzó a besarla y lamerla por toda la cara. Sus manos, como tentáculos, no dejaban de sobarle por todas partes. Le bajo las bragas por las rodillas y manoseaba torpemente su vagina. La respiración de ella comenzó a acelerarse bastante, no dejaba de mirarme fijamente.
Le desnudo los pechos y comenzó a lamérselos obscenamente. Sus movimientos eran grotescos. Se bajo los pantalones, puso a Inma de rodillas, y le dijo que se la chupara. Yo estaba deseando masturbarme mientras los miraba, pero no quería perder la compostura. Así que me resigne, y seguí mirando sin mover un dedo. Le saco el pene de la boca, y se retiro unos pasos, apoyado en la pared con las manos sobre la cabeza, intentaba recuperar el aliento.
-Casi me corro. –Dijo.
-Pues si te quieres correr en su boca no te cortes chico.
-No es eso, es que no me quiero correr sin follarmela.
Ella puso cara de asco. No soportaba a ese chico. Se levanto, y se quedo mirándome sin decir nada. El chico se puso un preservativo que llevaba en la cartera, la puso contra la pared, y mientras le manoseaba los pechos la fue penetrando. Yo me puse al lado de ella, le miraba a la cara, nada me excitaba más que contemplar su cara mientras realizaba el acto sexual.
-¡No puedo más! –Dijo.- ¡Me voy!
-Vamos chico, haz que gocé mi nena.
-Lo siento…. No puedo aguantar más….
Al acabar, le dio la vuelta, y comenzó a besarla, yo le agarre por el cuello, y le dije que no se le ocurriera volver a besarla, y con un fuerte empujón la aparte de ella. El se fue corriendo con los pantalones medio bajados. Inma se tapo, y se acerco a mí, diciéndome:
-¿Ahora me querrás follar tu no?
-Ni loco te beso después de eso Jajaja.
Una leve sonrisa cruzo fugazmente por sus labios.
-¿Quieres tomarte algo cariño?
-Si, por favor. Me sabe la boca peor que cuando te la chupo a ti.
-Vamos, yo invito. –Dije con una sonrisa.
-Me parece que en realidad la que va a invitar soy yo ¿No crees?
-Cierto. Me estas saliendo rentable.
-Que cabrón estas hecho.
Volvimos al pub, nos tomamos unas copas, y la deje en la puerta de su casa. Le dije que no llegara tarde mañana. Ya que seria el ultimo día, y querría aprovechar todo el tiempo posible con ella. Ella se bajo, y sin decir nada, entro en su casa. Recorrí las calles de la ciudad sin rumbo. Solo intentaba huir de mis pensamientos, de uno en especial, pero que a cada semáforo, o stop, como una pequeña voz en mi cabeza me decía… Mañana es tu último día de vida…
Séptimo Día.
Hoy seria el final de la semana más feliz de mi vida. A partir de mañana, los días serian largos y tortuosos. ¿Cómo podría salir de esto airoso? NO… demasiados días pensándolo. Después de hoy, nada tendría sentido en mi vida.
Las nueve, hora fatídica, que a partir del día siguiente supondría la melancolía y desamparo. Llaman a la puerta, debe ser ella.
-Hola Inma, pasa…
-Se te ve triste.
-Un poco.
-Me alegro…
Entro y sentó en el sofá que había en la sala de estar. Yo me senté a su lado, solo quería tenerla a mi lado…
-¿Qué se te a ocurrido para hoy?
-Nada especial, solo estar contigo.
-¿Y nada más?
Acerque mis labios a los suyos, y la bese, la bese con deseo, con anhelo, con pasión…
-Bésame…. –Le dije. Casi una suplica. –Bésame por favor…
Ella correspondió sencillamente a mis besos, con lentitud, y luego…. Con ternura… La cogi en brazos y la lleve al dormitorio sin dejar de besarla. La tumbe sobre la cama. La desnude, y en cada palmo de su piel que quedaba al descubierto, lo fui bañando de besos. Mientras me quitaba la ropa, ella se acomodaba en la cama. Me deslice por los pies de la cama, hasta que mis labios rozaron la punta de los dedos de sus pies. Por delante de mis labios, iban mis manos, acariciando con toda la sensualidad que inspiraba mi ternura hacia ella. Era su piel suave, y el frenesí que me causaban sus cuervas. Adentrándome más al fervor de sus piernas, su respiración se sumergía cada vez mas al adentrar mis labios entre sus muslos, mis besos en su sexo, mis brazos rodeándola con fuerza, con dulzura. Lamí cada vez mas apasionadamente su sexo, notando el calor creciente de sus muslos sobre mis hombros. Ella era puro éxtasis.
La incorpore a media altura, y estrechándola entre mis brazos, la bese, baje con mis besos por su cuello, acariciaba su espalda notando su sudor resbalar y fundirse con el mió en las palmas de mis manos.
Apretaba mi pelvis con fuerza contra la suya. Lamí sus pechos, y cada vez que chupaba uno de sus pezones, sus gemidos se hacían cada vez más notables. Note como su mano se deslizaba hacia mi pene, y con tacto, ella me lo acaricio, moviendo su delicada mano hacia arriba y abajo.
La levante un poco en peso, y al bajarla, fui introduciéndole poco a poco mi pene. Sin soltarla, y cada vez mas creciente el calor que radiaban nuestros cuerpos fundidos casi en uno, nos movíamos con pasión el uno sobre el otro. Como si estuviéramos bailando, eso era en realidad, un baile que solo los enamorados son capaces de bailar.
Su aliento golpeaba en mi cara, su olor y sabor eran lo más sensual que puedo experimentar un hombre cuando esta con una mujer. Llegado al clímax de nuestra danza, los dos caímos desplomados sobre la cama, cada uno en su lado, disfrutando del silencio, que después de tales emociones, las palabras se quedan demasiado alejadas.
Se acabo, se lo prometí. Después de hoy acabaría el chantaje que tan despreciablemente cometí.
-Perdóname…. –Dije con los ojos empañados en lágrimas. – Perdóname…
Ella quedo en silencio. Se levanto y se vistió sin prisas. Yo actué de igual modo. Ella estaba preparada para la despedida. Se quedo quieta en la puerta, imponiéndome con su presencia serena, me hizo entender que me tocaba cumplir mi parte del trato. Fui al armario donde tenía las fotos, las busque durante un momento. ¡No estaban! Estaba seguro de que las había guardado allí. Busque por el armario revolviéndolo todo, me volví para intentar explicarle, que no tenia ni idea de donde estaban. No me creería. Pero al volverme, sus labios dibujaban una sonrisa picarona.
-Inma, no comprendo…
-Jajaja, las cogi yo
-¿Cómo?… ¿Cuando?
-El día que tú hiciste de mí, y te quedaste eclipsado en la ducha. Como me di cuenta de que no reaccionabas, fui al armario, y rebusque en busca de las fotos. Después de habérmelas enseñado las tuviste que cambiar de sitio chico.
-Pero….
-Pero…. yo las cogi y salí como alma que lleva el diablo, compre una caja de cerillas y las queme en un descampado que hay cerca de mi casa.
-Pero… entonces…, ¿por qué has seguido viniendo?
Dio unos pasos tontos por la habitación y con otra sonrisa me dijo:
-Por que me estaba empezando a gustar. Nunca me había excitando tanto. Incluso creía que tenia problemas… que era imponente o algo así ¡No se!
-Entonces, ¿Seguirás conmigo?
-No lo sé, la verdad es que eres bastante capullo…
-No lo soy Inma, ¿Locura transitoria quizás?… Dame una oportunidad.
-No sé, no sé. ¿Te la mereces?
-No….
Me dio un beso en los labios, y una tierna caricia paseo por mis mejillas.
-¿Quieres que venga mañana?
-Quiero verte cada día.
Se alejo hacia la puerta, y sin dejar de sonreír me dijo:
-¡A ver quien hace sufrir a quien ahora! Jajaja
Dicho esto se fue, y yo me quede en la ventana, viendo como cruzaba la calle, me quede allí hasta que la perdí de vista al cruzar la esquina. Y allí sentado me quede hasta que salio nuevamente el sol a la mañana siguiente. Un sol que creía que no volvería a ver, pues el amor cuando es contra corriente, puede hacer que caigas en un abismo oscuro, y no emerger de el jamás.
Autor: Nazaniel_
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