MI SOBRINITA ME VISITA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por macho.
Llegaba de estudiar en un internado extranjero. Cuando he llegado a la estacion ella ya me esperaba con las maletas preparadas. Las he metido en el portaequipajes y hemos partido en direccion a mi casa. Sus padres estan fuera y no regresaran hasta dentro de un par de dias, asi que acordamos que yo me ocuparia de la niña hasta su vuelta.
Mientras conduzco me fijo en ella. La verdad es que el internado no le ha sentado nada mal. Cuando se fue era poco mas que una niña y ahora ha vuelto hecha toda una mujer, a pesar de su corta edad. Y el vestidito del internado, con su blusita blanca y su faldita plisada le añaden un morbo que para que.
La niña, es un decir, luce unas tetas que para si las quisieran algunas modelos, y la faldita deja al descubierto unas piernas fuertes, de piel morena y tersa que son pura tentacion.
Mi polla reacciona como siempre, al primer toque, y opina lo mismo que yo, que la tia esta muy buena y que habria que hacerle un homenaje. Asi que cuando llegamos a casa, le enseño el que sera su cuarto y, tras dejar ahi su equipaje, le muestro donde puede asearse.
La verdad es que no aguanto mas la tension y me voy directo a mi cuarto a ver si le puedo dar cierto alivio a mi pollon antes de que estalle y lo ponga todo perdido.
Me desnudo, me tumbo en la cama y comienzo a subir y bajar mi mano, tronco arriba, tronco abajo, entornando los ojos mientras recorro mentalmente el cuerpo de la sobrinita de marras.
En eso estoy cuando se abre la puerta y entra la niña, envuelta en una toalla y preguntando no se que sobre un secador para el pelo.
Se ha quedado parada en la puerta admirando mi tranca, diria que extasiada. La verdad es que no creo que haya visto muchas en su corta vida, asi que decido instruirla y, de paso, darme un alivio.
—Ven, acercate —le digo—. ¿Te gustaria tocarla?
Nada. Sigue en la puerta.
—Vamos, no tengas miedo. Acercate.
Da unos timidos pasos en direccion al objeto que parece tenerla hipnotizada: mi polla. Yo continuo con el masaje a lo largo del tronco, bajando y subiendo la piel que cubre el glande al tiempo que aprieto de forma que la sangre comienza a acumularse en este poniendolo mas gordo, si eso es posible.
No se como, pero me la encuentro justo a mi lado. Sigue del todo centrada en lo unico que parece existir para ella en ese momento. Asi que, con suavidad le cojo su mano y la acerco al tronco de mi polla, muy lentamente, no sea que se espante.
Su manita se posa en el tronco y lo acaricia como si acariciara un animal peligroso, una bestia que en cualquier momento puede atacarla. Y lo cierto es que no se equivoca mucho, pero quiero mostrarme paciente, al fin y al cabo es mi sobrinita.
—¿Te gusta?
—Esta caliente —son las primeras palabras que salen de su boca.
—Si, esta caliente por ti —le respondo—. Tu la has puesto asi. ¿Te parece bien lo que has hecho?
Por un instante creo que va a apartar su mano y a salir corriendo, pero no, sigue deslizandola por mi cilindro, extasiada al parecer con la textura. Luego sube su manita hasta la punta y aprieta esta como quien exprime un limon. Eso me hace brincar sobre el colchon.
—¿Te duele? —Me pregunta.
—Al contrario, cariño, es algo estupendo. Es como lo que tu sientes cuando te acaricias entre las piernas. ¿Sabes a que me refiero, verdad?
Ella afirma con la cabeza, sin dejar de pasear su mano por mi polla.
—En el internado, por la noche, soliamos acariciarnos juntas las del cuarto. Era fabuloso.
Vaya con la sobrinita; asi que se masturbaba junto a las compañeras de cuarto. Bien, eso podia facilitar algo las cosas.
—¿Os lo hacias las unas a las otras?
—A veces.
—¿Te gustaria hacermelo ahora a mi?
Se queda parada, como sopesando la respuesta. Su mano no cesa en su tarea y mi calentura va en aumento.
—Te prometo que quedara entre nosotros —le digo.
Esto parece calmarla y se arrodilla a mi lado sobre el colchon y sigue acariciandome la polla. Yo, por mi parte, le cojo la toalla y tiro de ella hasta sacarsela y dejarla en pelotas. La muy puta esta riquisima. Toda una hembra.
—Te gustaria lamerla —le digo—, como si fuera un caramelo.
No se hace de rogar, se acerca todavia mas y saca su lengüita, dando lamidas cortas a lo largo de mi vergajo.
Me esta poniendo a cien y solo quiero que se anime y me la chupe, asi que la cojo por el pelo y poco a poco la voy conduciendo hacia la punta.
—Si abres la boca bien abierta podras chuparla. ¿Quieres hacerlo? Porque ella quiere que lo hagas, mira como se encabrita esperando que lo hagas.
La niña mira la punta gorda e inflamada del pollon por la que ya aparecen una gotitas brillantes y, sin demasiados remilgos, le da un par de lamidas, luego abre todavia mas su boquita e intenta comersela.
La verdad es que le cuesta lo suyo, pero al final el glande queda alojado en su boca. Sin embargo, lo saca de inmediato y empieza a toser.
—No puede, tio. No me cabe.
—Tranquila, cariño, solo tienes que insistir. Vamos, vuelve a probar.
La niña es obstinada, asi que vuelve a abrir la boquita y a meterse la punta. Esta vez parece que se relaja lo suficiente y ya no le viene la tos.
—Ahora intenta subir y bajar, veras que rica que esta.
Es como si fuera algo instintivo para la putita, lo hace de maravilla, sube y baja a lo largo de la verga, y, aunque apenas puede tragar el glande y unos dedos mas, la sensacion es fabulosa. La verdad es que si no para acabara alimentandose de mi leche y tengo pensada otra cosa para la sobrinita.
La cojo por los cabellos y tiro hasta que la dejo sin su caramelo favorito. Me mira, desconcertada.
—Tranquila, ahora probaras algo mucho mejor.
Con un giro de mi cuerpo y empujando a su vez el suyo, la coloco sobre la cama, boca arriba.
La muy puta tiene los pezones tan erectos como mi polla.
—No te da vergüenza —le digo— estar tan salida por la polla de tu tio.
Su mirada se enturbia, no entiende porque la recrimino.
—En el fondo todas sois iguales. ¿Verdad, puta?
Unas lagrimas se deslizan por sus ojos. Perfecto. Esta bien que este a punto de correrse, pero hay que enseñarles de bien jovenes quien manda, sino, despues se salen de madre.
Sin mas, le doy una bofetada en una mejilla y luego otra en la otra. Comienza a llorar.
La dejo asi, lagrimeando a moco tendido y me bajo hasta sus pechos, que no han perdido ni un apice de excitacion. Comienzo a manosearlos con rudeza al tiempo que chupeteo como un bebe de teta esos pezones que destacan como misiles; primero una teta y luego la otra. Eso parece calmarla y arquea su cuerpo como si sus tetas buscaran mayor contacto con mi boca.
La verdad es que no me hacia tan hambriento de teta, pero me doy festin que para que; la sobrinita las tiene duras, redondas y bien tersas. Una delicia.
Cuando me he saciado con su pechitos, decido bajar a dar un vistazo a sus partes. Me deslizo por la cama hasta quedar con la cabeza entre sus muslos.
¡Que rajita! Es pura canela en rama. Mojadita, ya algo enrojecida por la excitacion, de labios recogiditos y con una hendidura como un corte en un melon. Una autentica delicia culinaria a la que mi boca no puede resistirse.
Asi que empiezo a lamer, separando los labios con los dedos e introduciendo mi lengua en su agujerito que, poco a poco, empieza a dilatarse.
Las caderas de la niña se mueven como si tuviera un ataque, la oigo gemir y bufar y eso me anima a darle mas caña con mi lengua, quiero que se lo pase bien y, de paso, que aprenda lo que un hombre puede hacer por su chochito y se comporta.
La tengo al borde mismo de correrse y me paro.
—No, tio, por favor, tio, no pares —me dice la muy puta, pero yo tengo otros planes, mejor dicho mi polla tiene otros planes.
Asi que me coloco sobre ella, abriendo sus piernas con las mias y dirijo la punta de mi tranca a la entrada de su cuevita.
Cuando se da cuenta pone unos ojos como platos. Puro espanto, pura delicia.
—Por favor, tio, no —dice con una vocecita toda miedo—, nunca lo he hecho.
—Tranquila, nena, ya veras como te gusta —le digo, al tiempo que mi glande se abre camino.
Ella abre la boca dejando ir el aire y un lamento.
—Me duele, me duele mucho. Sacamela, tio, por favor.
—Shhhh —intento calmarla—. Ya veras como el dolor dura poquito.
Mi polla parece tener vida propia y decide por si sola aventurarse unos centimetros mas en la cueva, para explorarla, digo yo, que siempre ha sido muy aventurera. Hasta que topa con algo. Debe ser el virgo, pero eso no la detiene y lo atraviesa limpiamente.
La sobrinita arquea su cuerpito bajo el mio y cierra los ojos con fuerza al tiempo que su boquita hace un mohin y deja escapar como silbidos.
Poco a poco, mi pollon se abre paso hasta que toca fondo. Aun queda un cacho fuera y me lamento de haberme topado con un coñito tan corto, pero es lo que hay y no insisto. Comienzo a deslizarla hacia fuera y la dejo justo a las puertas, con solo la punta dentro. A estas alturas, la putita se ha calmado un poco.
—Ves como no era tan terrible.
Entonces, inicio un vaiven lento con el que mi verga entra y sale ganando terreno muy lentamente, para darle gusto a la niña y que se vaya acostumbrando.
Ahora solo se queja cuando la punta toca fondo. Eso parece dolerle y, considerado, procuro evitarlo, por muy placentero que me resulte el enterrarsela al maximo. No quiero lastimar tanta preciosidad.
Hablando de preciosidad, me acuerdo de sus tetas, asi que me reclino y empiezo a darles un tratamiento de lengua acompañado de mordisquitos. Eso parece gustarle y gime.
Como por instinto, levanta sus piernas y me rodea los riñones con ellas, apretandomelos como si quisiera partirme en dos.
Eso me anima aun mas y aumento el ritmo de mis embestidas. Subo mi boca hasta su boca y le doy un morreo en toda regla al que ella no se opone, aunque tampoco colabora en exceso hasta que ve de que va la cosa. Entonces, si. Entonces, abre su boca como Dios manda y me mete su lengua en la mia que parece que me quiere sacar las amigdalas.
Mis embestidas son cada vez mas rapidas y la putita las acompaña con jadeos ahogados por mi boca. Es brutal sentir su coñito estrecho apretando como un guante mi tronco, tanto que finalmente le suelto toda mi leche a chorro, metiendo mi punta hasta tocar fondo y, ahora, parece que lejos de molestarle la punta de mi polla enterrada al maximo, le hace correrse como una posesa, negando con la cabeza y moviendo el cuerpo del todo enloquecida.
Cuando todo a terminado, con mi verga aun dentro de ella, algo desinflada, le cojo la mandibula y la fuerzo a mirarme a los ojos.
—¿Te ha gustado, putita?
—Si, tio, mucho. Ha sido fabuloso —su comentario hace que mi polla tenga un ultimo espasmo.
—Bien, ahora iras a asearte y luego seguiremos con las lecciones. ¿Lo has entendido?
—Si, tio —su vocecita es todo un encanto, esta ruborizada como una virgen, lo cual, es del todo imposible.
Autor: macho
Me encantó!
Me gusta como desarrolla la excitación aunque me parece muy corto.
Al menos si me humedeció un poco.