Mi ultimo paciente
Ese dia atendia a una paciente al final todo cambio.
Miércoles por la tarde espero a mi último paciente, cuando tocan a la puerta –adelante, contesto sin mucho ánimo, — hola doctor como esta?, volteo hacia el marco de la puerta y te veo, en un vestido rojo muy corto con la espalda descubierta y un gran escote al frente, tu cabello bien amarrado por una cola de caballo y esos tacones de aguja, wooow simplemente eres una diosa, boquiabierto te pido que te sientes, pero no dejo de mirar tu busto, firme y terso, –como estas Claudia? En que te puedo ayudar.
Ay doc. es que ando con algo raro, me siento diferente, no sé, siento que algo está cambiando en mí y quiero que me revise, apretando tu vientre mientras me miras con una mirada que jamás había visto, a lo cual describiría entre ángel y demonio., por un segundo me dejas callado, y recobrando la postura de digo por favor quítate la ropa y ponte la bata para auscultarte, te metes detrás del biombo, mientras trato de calmarme, sería muy poco profesional de mi parte hacer algo indebido, pero al parecer tú tienes otros planes.
Sales de atrás del biombo vistiendo un bra negro y una tanga diminuta del mismo color, sin quitarte las zapatillas me miras y te recargas sobre el escritorio diciéndome, –no necesito esa bata fea, así luzco mejor no crees!, me dejas sin palabras mientras te acomodas en la cama de auscultación, y con una vocecita melodiosa me dices, –listo doc., puedes revisarme lo que quieras, yo trato de no perder la cordura, tus senos, tus piernas, tu cuerpo me resulta excitante, me siento al lado tuyo preguntándote donde te duele, tu señalas tu vientre y con mis dedos como si tu piel fuera un piano toco para saber que pueda ser, pero lo único que conseguí al hacerlo fue un gemido de placer tuyo, caray!, estoy comenzando a estar fuera de mis cabales en mis años de ginecólogo nunca me había pasado esto, me dices me duele un poco más abajo puedes revisarme señalando tu hermoso monte de venus, bajo tu tanga descubriéndolo tan terso, vuelvo a empujar las yemas de mis dedos y escucho de nuevo ese gemido, me alejo, esto es demasiado y no está bien con una paciente, notas que me alejo y me dices –me duelen mis pechos doc puedes revisarlos, tendré algo, me incorporo poniendo mis manos en ellos para revisarlos y noto que al hacerlo cierras los ojos disfrutando la revisión me dices – mmmm se siente rico.
Me vuelvo a alejar de ti eres simplemente la tentación andando, y me dices –doc. siento que tengo algo aquí señalando tu sexo, puedes revisarme, lo pienso por un segundo esto ya salió de proporción, pero yo tampoco puedo parar, me vuelvo a sentar en el banco me acerco a tu sexo que de primera impresión huele tan bien y noto como esta humedecido, acerco mis dedos y me dices – ya viste siento que hay algo ahí, — no veo nada Claudia, –acércate doc., siento algo ahí y al momento de acercarme más a mirar, tempestivamente tomas mi cabeza con tus manos embarrando mi cara con tu sexo, yo de inmediato me alejo disfrutando del olor y de la humedad que emite, –no Claudia esto no está bien, no puede pasar, y me contestas viéndome a los ojos como una leona en celo, –sé que lo quieres tú también y te prometo que nada malo pasara, — Claudia pero tu no sabes, mis gustos son muy intensos más que los de la mayoría no creo te agraden y en ese momento mientras te recostabas lentamente sobre la cama de observación de tus labios salió –pruébame no te arrepentirás, en ese momento fui hacia la puerta del consultorio y la cerré con seguro, regrese para verte acostada tan sensual, tome tus piernas para colocarlas en los estribillos de la cama sujetándolos con una especie de esposas, ambas piernas se encontraban totalmente amarradas a la cama de observación, tome mi bufanda del perchero y la coloque en tus manos, amarrándola a la parte superior de la cama, ahora estabas a mi merced, ahora el cazador se convierte en presa.
–sabes Claudia te digo mirándote a los ojos, me pareces una mujer muy sensual, ahora veamos de que eres capaz, mientras mojo mis manos con agua helada y las coloco sobre ese hermoso par de senos apretándolos, veo como al contacto con mis dedos estrujando tu carne lo disfrutas, tomo un hielo del vaso con agua de mi escritorio y con el comienzo a pasarlo por las aureolas de tus senos terminando en esos pequeños pezones, que comienzan a levantarse, mientras escucho gemidos de placer emitidos por ti, ahora lo que hago es mover ese hielo en círculos sobre tus senos alternándolos mientras mi lengua disfruta de lo frio de tus senos, vaya escena con una mano poniendo el hielo en uno de ellos mientras mi lengua lame el otro y alternando uno y otro uno y otro, veo como lo gozas el sentir del frio para después sentir el calor de mi lengua hace estragos en tu sexo lo noto por los movimientos de pelvis que realizas y los constantes gemidos.
–Te gusta Claudia?, –si doc., no pares, –no soy doc., soy tu amo y así me llamaras, dos segundos de silencio después escuche las más bellas palabras, -sí, amo.
Después de jugar con tus senos los cuales tenia a mi merced, me acerque lentamente a tu boca para besarte, mirándote fijamente mientras te tomaba del cuello y te decía ahora eres mía, solo mía, y así será siempre.
Te bese mientras mis manos recorrían tu cuerpo indefenso a mis caricias y a mí, me aleje un poco para verte de lejos, sumisa, indefensa, me acerque lentamente a tu sexo sin dejar de verte a los ojos, di un pequeño soplido en la entrada a él, el cual hizo que brincaras y acto seguido mi lengua se apodero de él, lamí ávidamente mientras tú te retorcías víctima de mis caricias, tu sexo tan húmedo y delicioso fue víctima de mis labios y de mi lengua, el sabor de tu sexo es inigualable, como un manantial, un pequeño panal de miel el cual disfruta un oso hambriento, continúe lamiéndote te veías hermosa tan excitada, el movimiento de tu cadera queriendo empujar más y más y tu impotencia al querer liberar tus manos me gustaba mucho, eras mía, solo mía, tus movimientos se hicieron más fuertes al igual que tu respiración, concentrándome en ese pequeño botón, que chupe a mi antojo, logre arrancar el primer gemido de placer acompañado de tus jugos, tan deliciosos que no dejaba de disfrutar su sabor, continúe lamiendo muy despacio esa parte, viendo como tu cuerpo sudaba por completo por el placer recibido, mientras del cajón tome un dildo pequeño pero poderoso al vibrar, lo tome y lo introduje en tu sexo ya muy húmedo por mis caricias, alcance a escuchar un gemido mientras la vibración hacia estragos en tu cara, en tu sexo, continúe lamiéndote ese botoncito y solo me aleje para preguntarte, –te gusta, a lo cual escuche una vocecita diciéndome, — si amo, eres único.
Continúe jugando dentro de ti con el dildo, mientras me incorporaba para acercarme a tus hermosos senos, es un placer disfrutar de lo terso de tu piel, de su sabor, saque mi lengua para lamerlos de forma que solo recorría con la punta toda tu piel, el sabor de esas diminutas perlas que emanaba tu piel era indescriptible, ahora con más ahincó chupe tus pezones jalándolos con los labios mientas mi mano continuaba jugando con el dildo dentro de ti, tus contracciones me resultaban exquisitas, mientras tus gemidos hacían que dentro de mi pantalón un bulto cobrara vida, continúe apretando tus pequeños pezones con mis dientes dando mordiditas de dolor placer, ahí fue cuando la llegada de un nuevo orgasmo se avecino, vi como tu corazón parecía salir del pecho y el arqueo de tu espalda tensándose a la llegada inminente del placer, –amo, ya no soporto, detente, lo dijiste con la mirada perdida con el alma en un hilo, con el corazón a punto de estallar por tanto placer recibido — no mi pequeña aún falta.
Me acerque para besar tu frente y sacando el aparato de tu sexo, volví a tomar el ultimo hielo del vaso, ese hielo disfrutara lo que yo con mis labios, recorriendo desde tu cuello, tus senos, tu estómago y tu sexo, el frio combinado con tu cuerpo candente, tuvo la reacción esperada, recibiendo quejidos de placer de tu boca pidiendo más, continúe hasta que el hielo se hizo agua, baje con el controlador la cama, quedando mi cierre frente a tu cara, –ahora mi niña es el momento de sentir tu boca, me incline para besarte mientras te tomaba por el cuello, mi otra mano bajaba el zipper y quitaba el cinturón, abrí por completo el pantalón para dejar libre ese pedazo de carne y acercándome hacia tu boca te tome por el cabello y te acerque agresivamente a él, –comételo todo, es una orden, sin chistar te acercaste lo más posible mientras yo introducía todo en tu boca, llegando a tu garganta en un frenesí por disfrutar tu boca, chupaste y lamiste mi hombría como un recién nacido devora la comida, el sentir de tus labios y tu lengua me resultaba deliciosamente exquisito, verte totalmente amarrada y siendo yo el cazador.
Me quite de tus labios subiendo de nueva cuenta la cama, la coloque a la altura de mi cintura, te veías deliciosa, tu cuerpo cubierto por una delgada capa de agua tu mirada vidriosa y deseándome, me acerque para introducirte mi miembro, sentí el roce del metal frio en mi cadera con cada embestida lo cual me producía más excitación, escuchando tus gemidos y tomando ambos senos con mis manos apretándolos, –te gusta pequeña, –si amo, así no pares, disfrutabas cada embestida y yo no podía controlarme, era mucha la excitación, mucho el deseo por ti, –siempre quise tenerte y hacerte mía, solo mía, –soy tuya amo, siempre lo seré, siempre, ahogue tus palabras embistiéndote con más fuerza mientras sentía como apretabas mi sexo y como comenzaba a hincharse anunciando la llegada, tú lo notaste así que apretabas más más diciéndome, –soy tuya amo, hazme lo que quieras, continúe moviéndome dentro de ti de forma muy fuerte, escuchando tus gemidos y viendo que tú también comenzabas a llegar al clímax, hasta que un grito ahogo nuestros labios mi cuerpo se tensó junto al tuyo como uno solo, mi corazón y el tuyo se conectaron latiendo rápidamente y al mismo tiempo nuestras respiraciones se entrecortaron, saqué mi miembro y te llene de mi néctar, el cual salpico parte de tus senos tu estomago tu sexo, fue exquisito verte así tan mía, tan indefensa, tome tu celular saque una foto para ti, lo puse a un lado tuyo y dije, –para ti mi niña y te bese tiernamente en los labios, esos labios que me hacían suspirar siempre que te veía, te desate las piernas y brazos, te cubrí con una delgada sabana y te dije, recupera el aliento.
Después de un momento te incorporaste, yo me encontraba sentado en el sillón tú te acercaste hincándote a mis pies como un pequeño gato, recargaste tu cabeza en mis piernas y susurraste, –gracias amo, lo necesitaba, acto seguido te mire fijamente diciéndote ven, acércate y ahí fue donde todo comenzó.
les gusto ?