Mi vida en incesto – Cap. 3.2 – La complicidad de la noche y la cama de mi hijo
Primera noche junto a mi hijo en su habitación.
Mi vida en incesto – Cap. 3.2 – La complicidad de la noche y la cama de mi hijo
Antes que nada quiero pedirles perdón por no haber vuelto a publicar en tanto tiempo, pero realmente estuve con mucho trabajo y recién ahora me pude hacer un tiempo para seguir contándoles mi historia.
Dicho esto, continúo.
Mi marido hacía varios años que por las tensiones propias de administrar y manejar la empresa que teníamos, una fábrica de pastas, tomaba pastillas para dormir, Clonazepam, que con el correr del tiempo, fue incrementando la dosis, ya que esas pastillas actúan por acumulación pero también generan acostumbramiento en el cuerpo, por lo que con el correr de los años, la dosis de su medicación se fue incrementando.
Y como cada noche, antes de acostarse, tomó su medicación y media hora después, literalmente, mi esposo parecía un muerto, ya que no se despertaba por nada del mundo. Y esa noche no fue la excepción. Tomó su pastilla y al llegar a la habitación, donde yo ya estaba acostada, me dio un beso en la mejilla y se acostó a mi lado en nuestra cama matrimonial.
Pero en mi mente no dejaban de dar vuelta los recuerdos de todo lo que habíamos pasado durante el día, reviviendo cada sensación de mi cuerpo al sentir la pija de mi hijo en el interior de mi conchita y de mi culo, su semen derramado en mi útero y en mis intestinos, dónde sus espermatozoides nadaban en mi interior buscando un óvulo que fecundar.
Todo ello hacía que en vez de contar ovejitas contaba las embestidas generadas entre el vientre de mi hijo y mi cuerpo con lo que claramente mi vagina comenzó a llenarse de flujo mojando mi tanga. La calentura que se gestaba entre mis ovarios y mi útero terminó por invadir todo mi cuerpo. Sabía perfectamente lo que necesitaba, sentir la pija de mi hijo llenando con su semilla mi interior. En la penumbra de la noche mi marido descansaba sin saber lo que su esposa necesitaba.
Me levanté, muy despacio abrí la puerta de mi habitación. El rechinar de las bisagras mezclado con la adrenalina que sentía por lo que estaba por realizar, casi me dan un paro cardíaco. Volteé la cabeza para ver a mi esposo, pero su pesado sueño e inmutabilidad me dieron cierta calma. Aún así, la mezcla de nervios con la excitación que sentía, generaban que mi cuerpo no deje de temblar.
Cerré la puerta detrás de mí muy lentamente y me quedé esperando cualquier respuesta por parte de mi esposo. Pero al no percibir ninguna reacción por su parte, di los 2 pasos que me separaban de la puerta de la habitación de mi hijo, abriéndola y metiéndome dentro de ella como si fuera un ladrón que se escabulle para robar el tesoro que desea.
Ya dentro de la habitación de mi hijo y con la oscuridad como cómplice me acerqué a su cama dónde puede distinguir su silueta bajo la sábana y escuchar su pausada y tranquila respiración. Lentamente descubrí su cuerpo y para mi sorpresa se encontraba durmiendo desnudo. Rápidamente me despojé de mi tanga colocándola en la mesita de luz para posteriormente apoderarme con mi mano su pene en reposo.
La suavidad del prepucio que rodeaba su glande al contacto con la yema de mis dedos me estimularon aún más, comenzando un suave masaje en su miembro viril que poco a poco parecía reaccionar al estimulante masaje que le estaba dando. Y una vez que ganó firmeza, no dude en envolver con mi boca la pija de mi hijo dormido, que hasta hacía unos momentos rondaba en mi mente y no me dejaba dormir, comenzando un suave sube y baja, recorriendo esa verga hermosa, sintiendo cómo con cada segundo la estimulación que le estaba dando producía sus resultados, haciendo que se termine por erectar su miembro con mi masaje bucal.
La exquisitez de su glande al contacto con mi lengua y labios me hicieron recordar que estaba chupando el pene de mi niño de 12 años, una criatura que hasta hace sólo un par de días tenía como principal entretenimiento jugar a la pelota o con su consola de videos. Pero que había descubierto los placeres del sexo con su madre, y yo había redescubierto el placer del incesto pero esta vez, con el fruto de mi propio vientre.
Con cada chupada que le daba, mi lengua no dejaba de degustar ese palo carnoso que cada vez estaba mas duro. Realmente esa sensación de estar “abusando” de mi hijo, me generaba una sensación de adrenalina y morbo que hacía que mi vagina se inunde mas y mas de flujo. Ahora comprendo lo que sentía mi hermano cuando me inició en el sexo, creyendo que yo estaba dormida mientras mi tocaba y chupaba mi conchita de niña cuando tenía tan sólo 8 años, o lo que sienten aquellas personas que son amantes de tener sexo con personas dormidas, drogadas o borrachas. Era una sensación que no había experimentado jamás, donde la mezcla de excitación por la situación sumado al temor de ser descubierto por alguien, ya sea la persona que está siendo profanada, en este caso mi hijo, o por otra persona, como podría ser mi marido, generan un efecto único en el cuerpo, imposible de describir o comparar con otras experiencias que haya vivido.
Mi boca no dejaba de chupar el palo hermoso de mi hijo de 12 años, pero mi cuerpo no se conformaba con sólo chupar su pene. Necesitaba que, como un bombero apaga el fuego con una manguera y agua, mi hijo apague el fuego que tenía en mi útero con su verga al derramar su semen dentro de mi útero, por lo que me dispuse a subirme arriba de él y hacer que me penetre, montándolo hasta que acabe dentro mío.
Crucé una de mis piernas por arriba de su cuerpo dormido y bajando lentamente, ni siquiera hizo falta que agarre con mi mano su pene para guiarlo al interior de mi vagina. Es como que ya se conocían y sabían dónde y cómo colocarse, por lo que sin problemas, su miembro erecto de 13 centímetros se incrustó en mi conchita sin ningún tipo de problemas.
Mientras bajaba lentamente para no despertarlo, pude sentir en mi cuerpo como, centímetro a centímetro, mi vagina engullía esa pija hermosa. Pude sentir como se resbaló suavemente hacia mi interior, como me llenaba completamente, hasta sentir la presión que su glande hacía en lo más profundo de mi canal vaginal, llegándome hasta el cuello de mi útero.
La sensación de adrenalina que recorría mi cuerpo al saber que estaba abusando sexualmente de un niño de 12 años dormido, mi propio hijo, me generó una excitación incomparable, haciendo que mi vagina excrete aún más cantidad de flujo, bañando el maravilloso pene que me estaba incrustando hasta lo mas profundo de mi ser, desatando desde mi vagina el primer orgasmo que envolvió mi cuerpo y que iba a experimentar en esta noche, haciéndome estremecer completamente, mientras que con mis manos intentaba ahogar los gemidos que la explosión de goce me había provocado.
Cuando por fin mi cuerpo apaciguó las sensaciones que el placer extremo que había experimentado momentos antes, pude ver en la penumbra de la noche el rostro sereno de mi niño, con una leve expresión de placer, lo que me estimulaba sexualmente como no lo había experimentado antes en mi vida. El poder que sentí en ese momento sobre mi hijo dormido, profanando su cuerpito sin que él sea consciente de las oleadas de placer que me invadían, hacían que el momento que estaba viviendo sea único.
En esta mixtura de placer, adrenalina, miedo a ser descubierta por mi marido violando a mi hijo, utilizando como cómplice la oscuridad de la noche, con mi cuerpo desnudo y la pija de mi hijo clavada hasta mi útero, mis caderas comenzaron un lento pero continuado meneo, haciendo que los pliegues internos de mi conchita expriman y succionen todo el largo y contorno del pene de mi hijo. Era increíble sentir como su verga recorría y ejercía presión, producto de mis movimientos, en cada rincón de mi canal vaginal, haciendo que mis gemidos comiencen a escucharse en el silencio de la noche mientras que nuevamente, por el roce constante de mi clítoris con la pelvis de mi hijo, comenzó a concentrarse las sensaciones de placer que no dejaban de recorrer cada centímetro de mi cuerpo como su fuera una autopista en hora pico.
Instintivamente mi cuerpo comenzó a acelerar la oscilación de mis caderas, provocando movimientos más profundos, mientras que con mis ojos cerrados estaba concentrada en las sensaciones placenteras de mi cuerpo, hasta que sentí como las manos de mi hijo se apoderaron de mis tetas, pellizcando mis pezones. Abrí mis ojos y pude vislumbrar la sonrisa en el rostro de mi niño.
– ¿Qué hacés mami?
– Necesitaba sentir tu pija dentro mío mi amor, perdón por despertarte…
– Me encanta que me hayas despertado así mami. Me encanta sentir como mi pija se clava dentro tuyo
Y llevándome hacia él, comenzó a comerme mis tetas como un hambriento desesperado, agarrándome con sus pequeñas manos de los cachetes de mi culo y comenzando a empujar hacia arriba con sus caderas con fuerza y velocidad, incrustando hasta lo más profundo de mi vientre su pija dura, haciendo que se desencadene mi segundo orgasmo en menos de cinco minutos, provocando que mis gemidos y jadeos sean aún más audibles, aunque intenté sin éxito callarlos como la primera vez.
Ya mas calmada de mi segunda acabada, y sin dejar de cogernos, mi hijo me dice:
– Si hacés tanto ruido mi papá te va a escuchar
– Tu papá esta dormido, tomó sus pastillas. Hasta mañana no se va a despertar. Así que te voy a seguir cogiendo hijito
– No mami, yo te voy a coger
Rápidamente me sacó de arriba suyo y me giró, haciendo que quede acostada boca arriba y poniendo mis piernas en sus hombros, me penetró con de una sola estocada con su verga, volviendo a llenar mi conchita con su barra de carne, entrando y saliendo de mi interior con fuerza.
Sus huevitos comenzaron a golpear contra mi culo. La mezcla de flujo y transpiración generaban un aroma a sexo inconfundible que potenciaba mi estimulación. El peso del pequeño cuerpito de mi hijo sobre mí, el cual no pasaba de los 40 kg, me recordaba constantemente que estaba siendo cogida por un niño, por un preadolescente de tan sólo 12 años, aunque sentir el tamaño de su verga entrando y saliendo de mi interior, y más con la fuerza con la que penetraba mi vagina, creo no guardaba mucha relación si hago la comparación con el cuerpo de mi esposo. Pero realmente la verga de mi hijo me tenía enloquecida y emputecida a más no poder.
Con el diario del lunes todos sabemos los resultados dicen. Y hoy, pensando, creo que lo que mas me había generado morbo y placer era por un lado cogerme a mi hijo dormido, abusar de él haciendo que me penetre sin estar consciente de lo que me hacía no de lo que generaba en mi cuerpo. Y por otro lado, el hecho de que ese placer me lo estaba generando no sólo mi hijo, sino que él era sólo un niño de primaria, un niño que casi ni siquiera tenía experiencia haciéndose pajas como todo preadolescente, donde ni siquiera le había dado la oportunidad de buscar una “musa” inspiradora para pajearse, arrebatándole esa libertad de elegir si quería o no usar mi imagen en su mente para darse placer. Por el contrario, en ese momento siento que fui egoísta y no me importó lo que él quería. Sólo deseaba ser cogida por mi hijo y satisfacer los deseos más prohibidos que una madre puede tener para con un hijo. Aún así, no me importó nada de eso, ni siquiera lo pensé. Sólo estaba enfocada en satisfacer mis propios deseos incestuosos y ser llenada por la pija de mi hijo en cada uno de mis agujeros que podía utilizar para darme placer y enseñarle cómo debía cogerme para seguir experimentando mi vida en incesto, una vida en la que había internalizado experimentar el placer prohibido de las relaciones sexuales endogámicas, tanto con mi hermano como con mi papá.
Mi cuerpo y mi mente eran un huracán de sentimientos y sensaciones provocadas por el placer de sentir la pija de mi hijo que entraba y salía del interior de mi conchita. Si bien hubo ocasiones en que tenía una especie de conflicto interno por lo que estaba haciendo con mi hijo, desde que descubrí el tamaño de su pija al bañarlo cuando había enfermado, jamás pude volver a controlar mis deseos transgresores de volver a sentir y vivir en plenitud el incesto que había marcado mi vida desde que era una niña de 8 años, primero con mi hermano, y después, desde los 11, con mi papá.
Mis manos no dejaban de recorrer el cuerpito transpirado de mi niño. Mis uñas se clavaban en su piel y lo rasguñaban, marcando su espalda, donde ese pequeño dolor o ardor que seguramente sentía servía como combustible para cogerme con mas fuerza, haciendo que nuestros jadeos y respiración retumbaban en cada rincón de la pieza que se había convertido en nuestra jaula de placer y donde la cama de sólo una plaza, se bamboleaba acompasada con la fuerza de cada arremetida que la cadera de mi pequeño me daba para cogerme.
El placer que sentía era máximo y entre nuestros jadeos, busqué su boca con la mía, fundiéndonos en un beso caliente donde nuestras lenguas no dejaban de saborearse y nuestro dientes mordían todo lo que se cruzaba por delante de ellos, marcándonos la piel. Por Dios, el placer era tan inmenso que no sabía si estaba en el cielo o en el infierno.
– Cogeme como perrito mi amor
– Si mami, me encanta esa posición
Me di vuelta y apoyando mi cara en el colchón de la cama, con mis rodillas hacia el costado en el borde del a cama, mi cola quedó en pompa y mi vagina totalmente expuesta y a disposición de mi niño, quién tomándome de con sus manitos por mis caderas, no dudó ni un instante en colocar el glande se su pija en el agujero de la entrada de mi inundada gruta y, de una sola arremetida, me la insertó hasta que la cabeza de su verga hizo tope con el cuello de mi matriz, comenzando nuevamente a cogerme con fuerza, haciendo que sus huevitos comiencen a chocar contra los labios externos de mi conchita, mientras que con cada embestida que mi hijo me daba, al yo hacer el movimiento opuesto, maximizaba la profundidad a la que llegaba con su pija dura dentro de mi cuerpo.
– Me encanta cogerte mami. Me encanta como se siente caliente mi pito adentro tuyo y como resbala hacia adentro
– Si mi amor… a mami también le encanta como la coges, como tu pito llega bien adentro. Tu papá jamás me lo hizo así. Amo sentir como tu pito recorre mi conchita dentro mío. Por favor no pares bebé, cogeme, cogeme como la puta que soy para vos mi amor, porque soy tuya hijito lindo, soy tu putita
– Si putita, sos mía y por eso te voy a seguir cogiendo
Sus embestidas se hicieron aún mas fuertes. Parecía que quería atravesar mi cuerpo con su verga. Realmente con cada penetración, parecía que su pija iba a llegar hasta mi pecho y eso me volvía loca de excitación y placer. Sabía que mi hijo estaba por acabar por lo que también yo incrementé mis movimientos hacia atrás con mi cola y ejerciendo presión con mis músculos vaginales, pude sentir como mi hijo, un nene de 12 años de edad, llenaba nuevamente con su semen mi vagina, desatando mi tercer orgasmo, haciendo que comience a morder las sábanas para intentar aplacar mis gritos de las convulsiones que me generaba mi niño, y al notar esto, mi hijo aceleró su cogida y las hizo aún más profundas para hacer que yo incremente esa explosión interna que recorría mi cuerpo transpirado.
– Siiiii mamiii… siiii… Aaaaaaah. Me encanta como me haces acabar putita. Me encanta sentir esto mamiiii
– Siiiiiiii hijito… a mami le encanta que acabes dentro… me volvés loquita mi amor cuando me usas como una puta para llenarme de tu lechita caliente
Me desplomé sobre la cama y mi hijo se tumbó sobre mí, corriendo mi pelo y dándome besos en cuello y mi cachete derecho. Se colocó a mi lado y abrazándonos comenzamos a comer nuestras bocas. Agarré con mi mano su verga pegajosa de la mezcla se semen y flujo vaginal y no dudé en incorporarme y nuevamente chupar la pija de mi pequeño hijo que me estaba volviendo loca en los últimos días.
– Mami… así, así, seguí chupando mi pija por favor… me encanta como lo haces… me encanta que seas así de puta conmigo mami
No podía responderle en ese momento con mis palabras, pero sí lo hice con el trabajo que hacían mi lengua y mi boca sobre su verga, sintiendo como duplicaba su tamaño y ganaba rigidez nuevamente. Su energía era increíble. Había acabado hacia menos de 5 minutos y ya estaba otra vez con su pija lista para ser usada nuevamente en el interior de mi cuerpo.
Me volteó dejándome boca abajo y se colocó sobre mi espalda, separando con sus piernas las mías, dejando expuesta mi conchita y mi culo. Separó los cachetes de mi cola con sus manos y hundió su boca entre mis nalgas, chupando el agujero de mi ojete haciéndome estremecer, recorriendo también mi conchita, pero centrándose más sobre mi esfínter.
Los terminales nerviosos que rodeaban mi agujero rápidamente reaccionaron, mandando a mi cerebro las señales de estimulación que mi hijo me generaba con su lengua y saliva, haciendo que me relaje y disfrute de ese masaje prohibido, sabiendo que en pocos minutos más iba a ser enculada por la verga de mi hijo. Tomé con mis manos ambos cachetes de mi cola para abrirlos y facilitarle la tarea, arqueando mi espalda y logrando empinar al máximo mis glúteos.
– Me vuelve loco tu culo mami
– Me vuelve loca que me chupes el culo como lo haces mi amor. Tu papá nunca me hizo esto. En realidad nunca se lo permití. Mi culito es algo especial y sólo reservado para personas especiales como vos mi amor
– ¿Personas especiales? ¿Quiénes más probaron tu culo?
– Sólo 2 personas más mi amor. Vos sos el tercero. Hacía mas de 5 años que nadie usaba mi culito
– Pero si mi papá nunca lo usó y hace 5 años que nadie lo usaba, alguien debió usarlo cuando yo tenía 7 años, o sea que fueron otras personas que no eran mi papá
En ese momento pensé “para que hablás de más Analía. No hacía falta que des tantos detalles. Callate la boca y disfrutá”
– ¿Quiénes te cogieron por el culo?
– No importa hijito eso. Lo que importa es que vos sos una persona especial y que tenés acceso a esta parte de mi cuerpo que tu papá no y que nunca tendrá ese privilegio
– Desde hoy, tu culito es sólo mío ¿me escuchaste puta?
– Si mi amor, obvio que es sólo tuyo y de nadie más
Escupió en mi ano y colocando la cabeza de su pija en mi agujero trasero, presionó hasta abrirse camino, enterrando centímetro a centímetro su perga gruesa en mi culito hasta que su pelvis hizo tope con mis nalgas.
La sensación que me generó esa apertura anal, mientras su pija rozaba las paredes de mi recto el cual presionaba sobre ese palo de carne duro, eran indescriptibles. Lo que mas me gustaba era que mi ano se acostumbró muy rápido a dilatarse, como lo hacía cuando cogía con mi hermano y mi papá; pero por otro lado, el hecho se sentirme poseída por mi hijo de esta forma tan íntima, me hacía sentir una puta sumisa, papel que siempre me ha gustado y, por como mi hijo se comenzaba a comportar, el papel de dominante ya se lo había auto impuesto él mismo, dejándome para mí el rol de promiscua obediente que tanto me había gustado en mi juventud.
Su pene entrando y saliendo de mi cola nuevamente me transportaron a una dimensión de placer y disfrute, haciendo que me esfuerce aún más por mantener la postura de mi culo levantado para sentir más profundamente el pene de Noah.
– Así puta, levanta tu culo bien. Me encanta coger tu culo
– Siiiiiii mi amor, me encanta como me cogés el culo mi vida aaaaaah. Dame más, dame más fuerte, cogeme, cogeme… aaaaaaaaahg siiiiiiiiiiii
– Este culo merece ser cogido todos los días, así que más te vale que me lo entregues siempre
– Aaaaaaah siiiiii hijito… siiiiiii mi amor…. mi culo es sólo tuyo aaaaaaaahg… y podes cogerlo cuando quieras, las veces que quieras y de la forma que quieras aaaaaaahgg… no pares mi amor por favor… seguí cogiendo el culo de mami aaaaaahhg
Su mete y saca era potente. Si cuerpito arremetía con fuerza mi parte trasera, haciendo que su vientre y sus bolitas comiencen a “aplaudir” contra mi cola y mi mis labios vaginales, donde ese “plaf, plaf, plaf” revotaba en cada rincón de la habitación, mezclándose con nuestros jadeo y gemidos.
Me estuvo cogiendo en esa posición un rato largo, creo que más de media hora, donde a cada arremetida, mi cola se bamboleaba en sentido contrario para hacer que la penetración siempre llegue hasta lo más profundo de mis intestinos. Pero girándome con destreza me hizo colocar mis piernas en sus hombros nuevamente sin sacar su pija de mi culo, y comenzando nuevamente a penetrarme brutalmente mientras que con su mano derecha comenzó a masajear mi conchita, introduciendo uno de sus dedos en el interior de mi vagina mientras que con su pulgar comenzó a masajear mi clítoris, desencadenando un nuevo orgasmo pero esta vez acompañado de algo que no hacía muchos años y que sólo había logrado cuando me hacían doble penetración mi hermano y mi papá, un squirt, haciendo que mi jugo de princesa se derramara por toda la cama mi entras mi hijo comenzó a llenar nuevamente mis tripas con sus espermatozoides.
– Siiiiiiiiiiii hijito, siiiiiii mi amoooor, así, así… llename mi amor, llename siempre. Mira lo que provocaste en mami, hiciste que mojara toda tu cama. Hacía mucho que nadie me generaba esto mi amor…
– Jejeje te measte mami, ahora donde voy a dormir?
– No te preocupes mi amor, mañana lavo todo. Ahora damos vuelta el colchón y cambiamos las sábanas.
Lo más hermoso era que todavía tenía su verga, medio flácida, dentro de mi ano. Pero teníamos que arreglar el desastre que habíamos hecho, así que separándome, pude sentir como su pija abandonó mi esfínter, dejándolo totalmente abierto y como su leche comenzó a brotar desde mis intestinos, cayendo sobre las sábanas.
Acomodamos el desastre que habíamos generado en nuestro campo de batalla, y nos acostamos nuevamente, abrazándonos, acariciándonos, besándonos, amándonos… Sabía que tenía que volver como mi marido, pero en verdad, no tenía ganas de hacerlo. Quería quedarme con mi hijo así abrazados, disfrutando de nuestros cuerpos.
Y claro, como sucedía con mi hermano cuando tenía la edad de mi hijo ahora, a los pocos minutos ya tenía nuevamente energías para continuar, con lo que su miembro carnoso nuevamente estaba ya despierto y listo seguir dándome el placer más maravilloso que había experimentado en años, con lo que nuevamente comenzó mi nene a recorrer mi cuerpo con sus manos, boca y lengua, llegando nuevamente a mi conchita deseosa de un nuevo round de placer, chupándola ya con gran maestría, habiendo aprendido en muy poco tiempo a hacerme explotar como jamás lo había podido hacer mi marido en los años que llevábamos juntos.
Su lengua masajeaba mi clítoris y sus labios lo succionaban. Su lengua se dedicó a recorrer cada milímetro y pliegue de mi conchita haciendo que mis flujos broten de mi interior como el agua de un manantial en el desierto y que mi hijo no dejaba de beber, como un caminante sediento. Nuevamente mi orgasmo se desató, haciendo que mi cuerpo sea recorrido por oleadas de electricidad placentera, haciendo que me tensione de pies a cabeza hasta explotar nuevamente en este goce majestuoso, mientras mi hijo bebía cada gota de mi fluido de amor. Y sin esperar a que me recupere, sentí como volvió a penetrarme, clavándome su pene duro, mas grueso y largo que el de mi marido, en mi vagina, cogiéndome fuerte y sin pausas.
Habría pasado ya hacía como una hora desde que estábamos cogiendo nuevamente y necesitaba que acabe dentro mío. Lo envolví con mis piernas e hice que giremos, quedando sobre el pequeño cuerpito de mi niño, haciendo que su verga se clave bien profundo, comenzando a mover mis caderas, convirtiéndonos en un solo cuerpo que se hamacaba rítmicamente con cada golpe de cadera que le daba a mi hijo para que llegue hasta la profundidad de mi vientre.
– Mami ya no aguanto más, voy a acabar
– Si mi amor, quiero que acabes dentro mío siempre. Quiero su lechita dentro de mi conchita siempre, no pares mi amor, acabá dentro de mami…
Y mientras yo intensifiqué mis movimientos, mi hijo se incorporó levemente para apoderarse de mis tetas de forma desesperada mientras que volví a sentir como su cuerpito se tensaba para volver a llenarme con su semilla mi vagina, haciendo un cóctel de amor en el interior de mi vientre.
Me quedé sobre él, besándolo, sintiendo como sus manos acariciaban mi espalda y como su verga latía en mi interior largando hasta el ultimo de sus bichitos dentro mío.
No quería irme. En verdad quería quedarme con su pija dentro mío toda la noche, pero sabía que no podía hacerlo. Fundí mi labios con los suyos y dándole un beso largo y profundo, aun con su verga dentro mío, quise salir de encima suyo, pero con mi hijo con sus manitos me agarró de mis nalgas y empujando su cadera hacia arriba clavó nuevamente su pija en lo mas profundo de mi conchita, impidiendo que saliera de esa posición, comenzando a cogerme una vez más, sintiendo como la mezcla de su semen y mi flujo caían desde mi interior por su verga, encastrando su vientre y mi monte de venus.
Estaba poseída. No se que hora era ya. Pero no podía dejar de coger con mi hijo y el tampoco. Su cadera subía y bajaba debajo de mi cuerpo de forma violenta, haciendo que su pene entrara y saliera de mi conchita muy rápido, mientras nuestras bocas se besaban intentando apagar los gemidos que llenaban la habitación en perfecta armonía con el ruido del choque de nuestros cuerpos, hasta que nuevamente, con golpes secos de su cadera y su pija en mi interior, sentí como volvió a tensarse para acabar nuevamente dentro mío.
– Ahora sí podés irte
– No quiero, pero tengo que hacerlo antes que tu papá se despierte
– Si, ya lo sé mami
Nuevamente le di un beso y esta vez sí pude salir de encima del cuerpito de mi hijo. Agarré la tanga que había dejado en la mesita de luz, y salí de la habitación volviendo al lado de mi marido que seguía durmiendo, ignorando la maratón de sexo que había realizado por mas de 4 horas en la habitación que estaba a dos pasos de distancia, ignorando las veces que mi hijo me había hecho acabar, ignorando las veces que mi niño me llenó mi vagina y mi ano con su semen, ignorando los gemidos y el placer que ambos nos dimos y que seguiríamos dándonos por muchos años, hasta el día de hoy.
La mañana llegó rápido. Sentí como mi marido me dio un beso en la frente y se cambió, mientras de mi vagina se escurría el esperma de mi hijo, mojando mi tanga. Y tras escuchar el ruido de la puerta que se cerraba, me dormí profundamente.
Fue nuestra primera noche juntos con mi hijo, la primera de muchísimas noches de inmenso placer que perduraron por todos estos años y que actualmente, con otras circunstancias que ya les contaré, seguimos disfrutando.
Espero les haya gustado este capítulo. Se agradecen las votaciones y comentarios con críticas constructivas.
Hasta el ptóximo capítulo.
Ufff me pones la verga durisima con tus relatos, ya los extrañaba 🤤🤤🤤
Espero sigas contando tus anécdotas, no tienes idea de las pajas y la excitación que me produce leer tus historias, me gustaría hacer algo como eso, alguna vez pero solo tengo 18