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Dominación Mujeres, Incestos en Familia, Infidelidad

Mi vida en incesto – Cap. 3.3 – Mi cuerpo, su adicción. Su pija… la mía

La relación con mi hijo evoluciona. Su adicción a mi cuerpo se manifiesta cada día más fuerte… Mi adicción por su pija, me hace perder la razón .
Mi vida en incesto – Cap. 3.3 – Mi cuerpo, su adicción. Su pija… la mía

 

Ya habían pasado varios meses desde que comenzamos a coger con mi hijo. Y realmente estaba recuperando todo el placer que no había vivido en años, desde el día en que me despedí de mi hermano cuando se mudó a España por trabajo, cogiéndome por última vez.

No había día ni noche en que mi vagina, ano y boca no sirvieran como depósito del esperma de mi niño, quien al poco tiempo de iniciar con nuestra vida incestuosa, ya sabía muy bien como satisfacerme y hacerme experimentar orgasmos increíbles, cosa que con mi marido debía fingir cada vez que teníamos sexo, si se le pudiera llamar así a los escasos minutos en que su pequeño penecito, que no llegaba a 10 centímetros de largo, se encontraba dentro de mi vagina, para largarme unas pocas gotas de un líquido casi transparente y acuoso, como era su “leche”.

Realmente tener esos pocos instantes semanales con mi esposo de intimidad, sólo servían para que mi cuerpo, especialmente mi vagina me dijera “¿eso es todo? Ni siquiera llegué a lubricarme”. El “ritual sexual” con mi marido, básicamente, se limitaba a sacarme la tanga, pajearse un poco para que se le pare, mientras por ahí me tocaba una teta, esperar a que termine de ponerse duro pasados unos 5 minutos de masturbarse con su pene flácido, y más o menos cuando quedaba tipo “morcillona” ahí recién podía intentar penetrarme. Y en menos de 5 minutos acabar sin hacerme sentir prácticamente nada. En verdad es que era algo muy frustrante. Pero no podía negarme, ya que era mi marido, y para que no descubra la actividad endogámica que mantenía cada día y noche con mi hijo, debía mantener esa apariencia de vida sexual marital activa.

En fin… se imaginarán lo que era en esos momentos mi vida sexual. Sin entrar en más detalles, puedo resumirla en cero placer o satisfacción y limitarme a abrir las piernas cada cierto tiempo y fingir que estaba complacida.

Aunque en defensa de mi esposo, debo decir que siempre cuidó porque no nos falte absolutamente nada. La empresa que teníamos y que él manejaba le demandaba mucho tiempo del día y algunos viajes entre semana para reunirse con proveedores o clientes de otras partes y todas esas cuestiones de negocios que hacía que tengamos una vida, no de lujos, pero sí de muchas comodidades, como una casa linda y cómoda, buenos autos, buenas vacaciones… en fin realmente teníamos un muy buen pasar económico.

Alguien pensará que por ahí él tenía alguna amante, pero no era así. Le he revisado sus celulares para ver si encontraba algo, y nada. Lo he seguido incluso para ver si tenía alguna rutina extraña para verse con alguna mujer, y tampoco. Así que amante no tenía. Mas adelante descubriría que es lo que pasaba, pero no quiero espoilear la historia.

En cuanto a cómo era él como persona, si bien trabajaba todo el día, saliendo de casa a las 07:30 de la mañana y volviendo a las 20:00 horas (y a veces más tardes), siempre fue un hombre muy proveedor y que resolvía las cosas, dedicándose los fines de semana, sobre todo, a las cosas que había que atender del mantenimiento de la casa y esas cosas. Nos llevábamos muy bien, era muy compañero y siempre me alentó a terminar mis estudios de odontología, ayudándome luego a poner mi consultorio y luego motivándome cuando le dije que quería estudiar abogacía. Por lo que podía decir que teníamos un buen matrimonio, excepto claro, en lo sexual.

Como padre (aunque él no era el padre de mi hijo, pero no lo sabía en esos momentos, sino que se enteró hace un par de años) siempre fue muy atento a lo que Noah necesitaba. Siempre estuvo muy presente en su vida y participando de todo lo que podía en su vida académica, deportiva y social.

Pero yendo a lo que nos importa, la relación con mi hijo evolucionaba muy rápido. Pasamos inicialmente de tener sexo cuando yo lo buscaba, enseñándole como tocarme, besarme, chuparme, cogerme, someterme y dominarme, a que, como buena sumisa que soy, sea mi hijo quien tome las riendas de la relación. Y esa faceta que fui descubriendo de él, me encantaba.

Tanto así que comenzó a ser él quien decidía como, cuando y donde me cogía, y yo me convertí en la putita sumisa que siempre fui con los hombres de mi familia. Es como que psicológicamente estaba programada para ser sumisa cuando tenía incesto. Con lo que habiendo pasado unos 4 meses de comenzar a coger con mi hijo, me convertí en su puta sumisa de tiempo completo en los momentos de intimidad. Y claramente, él también aprendió a diferenciar cuando podía asumir su papel de macho y yo de puta, ya que cuando estaba mi marido o había gente extraña en casa, seguíamos con nuestro papel de madre e hijo. Aunque eso con el tiempo tuvo algunas flexibilidades ya que cuando podía o veía que no había nadie cerca que pudiera descubrirnos, me metía mano por todos lados, incluso, llegando a cogerme estando mi marido en la casa durante el día, cosa que me generaba muchísimo morbo y placer.

Y tal fue la evolución que tuvo su conducta para conmigo que día tras día comenzó a tomarse más atribuciones sexuales.

Habíamos salido a cenar, con motivo de celebrar un nuevo contrato que la firma familiar había logrado con un nuevo cliente. Realmente era algo en lo que mi marido venía trabajando hacía meses tratando de hacer crecer la empresa y expandirnos al resto de la provincia. Este contrato era la oportunidad que estábamos esperando para lograrlo. Con lo que nos reunimos con los directivos de la empresa cliente a festejar el acuerdo.

Tanto los directivos de la otra firma como mi marido estaban de traje, Mi hijo estaba vestido con camisa y ambo pero sin corbata y yo tenía puesto un vestido por arriba de las rodillas. La ocasión ameritaba la vestimenta.

Éramos 6 personas, nuestra familia y los 3 directivos de la otra empresa. Yo estaba sentada entre mi marido y mi hijo. Comimos y bebimos bastante. Pero durante la cena, pude darme cuenta como los tres sujetos delante de mí, de forma disimulada, miraban mi escote. De hecho uno de ellos, al ofrecerse a servirme un poco de vino, se levantó hasta mi lado y mientras me servía la copa, intentó mirar mis tetas por el escote de mi vestido desde arriba, cosa que mi hijo se percató y puso una cara de desagrado total.

Pasado ese momento, mi hijo, aprovechando el largo del mantel, metió su mano debajo de la mesa y comenzó a acariciar mi pierna izquierda, levantando el volado de mi vestido, hasta lograr hacer contacto con mi piel, comenzando a acariciar el interior de mi muslo, mientras el resto, ingenuos de lo que sucedía bajo la tela que cubría la mesa, comían y bebían entre carcajadas, con lo que mi hijo en escasos segundos llegó con sus dedos a mi tanga que ya estaba mojada por la excitación que estaba sintiendo. Realmente jamás se me había pasado por la cabeza que mi hijo se arriesgara a hacer algo así, por lo que la sorpresa de sentir sus dedos acariciando mi vagina, estando mi marido a mi lado y tres extraños sentados en la misma mesa, me generó un placer que no había experimentado en muchísimo tiempo, más que nada por el nerviosismo de ser descubiertos, no sólo por las personas que estaban en la mesa con nosotros, sino por el resto de las personas que estaban comiendo en el lugar o por los mozos que iban y venían. Y acercándose a mi oído, como para decirme en secreto, escucho que dice:

– ¿Te gusta cómo te toco?

– Si, obvio, no quiero que pares

– Entonces si querés que siga, así cómo estás y sin levantarte de la mesa, te vas a sacar la tanga y me la vas a poner en el bolsillo de mi saco

– No puedo hacer eso

– Lo vas a hacer ahora, porque sos mi puta y yo tu macho. Ya te sacas tu tanga, no me hagas decírtelo otra vez

Miré a los costados viendo si alguien se había percatado de lo que sucedía con mi hijo, y aprovechando que el resto de los sentados a la mesa estaban todos riendo, comiendo y bebiendo, con el mayor disimulo que pude, metiendo mis manos debajo del volado de mi pollera, tomé con mi dedos el elástico de mi tanga y moviéndome mientras me sumaba a las risas del resto comencé a bajar mi tanga para sacarla, haciendo que me llegue a las rodillas y moviendo mis piernas pude hacerla bajar. Y al sentirla en los tobillos, me la saqué primero de mi pie izquierdo para luego levantar mi pie derecho y con mi mano poder retirarla para luego ponerla en el bolsillo del saco de mi hijo.

Al terminar mi maniobra, mi hijo volvió a meter su mano entre mis piernas, llegando con sus dedos a mi vagina depilada, comenzando a jugar con sus dedos entre los pliegues de mi conchita mojada, masajeando mi clítoris y comenzando a masturbarme mientras desde mi interior no paraba de brotar mi flujo lubricante, mientras mi temperatura no dejaba de subir, sintiendo como mi cara se ruborizaba y mi respiración comenzaba a agitarse y entrecortarse con el dedeo que me estaba haciendo mi hijo en mi concha.

Y agradezco que estábamos rodeados de risas y charlas porque si uno se concentraba, podía escucharse el suave chapoteo que se generaba con el movimiento de los dedos de mi hijo entrando y saliendo del mi vagina inundada.

Luego de la cena y con el postre, los hombres comenzaron a tomar whisky y después del cuarto trago, ya estaban más que alegres y se reían por cualquier cosa.

Y el muy cara rota de mi pequeño, aprovechando el largo del mantel aceleró sus movimientos de meter y sacar sus dedos del interior de mi canal vaginal, me hizo acabar magníficamente, haciendo que todo mi cuerpo se tensara mientras el placer recorría mi ser en forma de ráfagas electrizantes que transitaron desde mi pelo suelto y cabeza hasta la punta de los dedos de mis pies, para desencadenarse y concentrarse en mi vagina, experimentando un squirt orgásmico que se regó por debajo de la mesa, derramándose mi jugo de princesa hasta los pies de los que estábamos sentados a la mesa.

Realmente tratar de disimular el placer experimentado fue algo muy difícil de hacer. Es más, mi marido se percató de que algo me estaba sucediendo pero simplemente le dije que una correntada de aire había entrado y que fue sólo eso.

Pero en eso veo que mi hijo pasa el dedo mayor de su mano que había utilizado para masturbarme, por el plato del postre y se lo lleva a la boca para saborearlo

– Riquísimo el postre, ¿no?

Y toma del bolsillo de su saco mi tanga color blanca y la utiliza como pañuelo para secar sus dedos y limpiar su boca, manejándola de forma que no se den cuenta que es una tanga y la coloca en el bolsillo frontal superior de su saco, como si realmente fuera un pañuelo, dándole a su vestimenta un toque de elegancia y distinción por el contraste de colores entre el azul de su ambo y el blanco de mi tanga, levantándose de la mesa

– Permiso, necesito ir al baño

Yo ya intuía lo que quería que haga. Y desde la puerta que daba acceso al sector de los sanitarios mi miró. Y como buena puta sumisa, obedecí.

– Permiso señores. Mi amor… necesito ir al tocador.

Nunca mejor expresada esa palabra, porque iba al baño a que mi hijo me toque, pero que toque el interior de mi conchita mojada con su pija. No era que lo quería… sino que lo necesitaba.

– Entrá aquí

Y guiándome, entramos al baño de mujeres.

Entramos directo a una de las cabinas, las cuales, gracias a Dios, eran completamente cerradas, así que nadie desde afuera de ella podía ver qué pasaba adentro.

Y ni bien cerramos la puerta con seguro, comenzó a comerme la boca, mientras con sus manos tomó mi vestido para sacármelo, haciendo que levante mis brazos para luego dejarlo colgado, procediendo a desabrochar mi corpiño, dejándome completamente desnuda para él, comenzando a comerme las tetas como si fuera un bebito hambriento mientras que sus manos no dejaban de tocar mi culo y mi concha que ya pedía a chorros de lubricación ser penetrada.

Como pude le desabroche su cinturón y pantalón para bajárselo, dejando al aire su verga dura y parada. Esa verga que se había vuelto adictiva para mí, como también él se había vuelto adicto de mi cuerpo, no me dejaba pensar con claridad, haciendo que la parte primitiva de mi cerebro prevalezca sobre mi cognición, con lo que en esos momentos de placer sexual extremo a los que me estaba llevando mi hijo, no había forma de que pueda obrar racionalmente, sino que era como un animalito que sólo podía seguir su deseo de aparearse para quedar preñada.

Era increíble como mi hijo me manejaba como una marioneta destinada sólo a satisfacernos sexualmente. Mi cuerpo respondía a sus manos, besos y palabras como si hubiera sido creada y destinada para ese fin, ser su esclava sexual para que me use a su antojo y me llene con su pija y su semen por cada agujero de mi cuerpo que él desee utilizar. Y volteándome, haciendo que me incline apoyando mis manos sobre el inodoro, me penetró.

– ¿Esto es lo que querías putita? ¿querías sentir mi pija entrando dentro tuyo? ¿querías que te llene la concha de lechita?

– Siiiiiiii mi amoooor, eso quería, sabés que eso quiero siempre

Plaf, plaf, plaf, plaf… no dejaban de sonar las envestidas de su vientre contra mis nalgas.

– Te diste cuenta de que dejaste todo meado el piso debajo de la mesa, ¿no? Me encantó como acabaste y como disimulaste todo

– Es que es tu culpa por tocarme así. Me encantó que lo hagas. Me encanta que me hagas tu puta en todos lados

– Y a mí me encanta cogerte toda. Me encanta llenarte de mi leche en tu conchita y tu culito. Así, Asi, movete así que me encanta llegar bien adentro tuyo

– Aaaaaaah siiiiiiii bebeeee… asíiiii… maaaas maaaaaas, cogeme maaaaaaas

El placer que me estaba haciendo experimentar en ese momento no me dejaba pensar, sólo disfrutar de sentir la barra de carne que perforaba mi conchita como si tratara de llegar hasta mis ovarios para fecundar mis óvulos.

En eso escuchamos que alguien entró al baño. Mi hijo bajo la intensidad de sus embestidas. Eran 2 mujeres. Se escucha que vaciaron el depósito de agua de una de las cabinas y mientras estaban aparentemente frente al espejo se escucha:

– Boluda… ¿sentís? que olor a sexo que hay

– Mmmm… siiii… parece que alguien la pasó bien o la está pasando bien ahora en la cabina del fondo jejeje

Escuchamos unos pasos que se acercaban

– Me parece que están aquí adentro…

– Disfrutá amiga… cogételo rico

– Siiiiii… échate un polvo por nosotras… jejeje

Y al escuchar eso mi hijo sin importarle nada aceleró nuevamente haciendo que se escuche nuevamente ese plaf, plaf, plaf, plaf del choque de su vientre contra mi cola sin que pueda yo aguantar el no comenzar a gemir por el placer que me estaba generando la situación de sabernos descubiertos cogiendo en ese baño mientras nos alentaban a seguir con nuestro sexo incestuoso.

– Aaaaaah aaaaaaah aaaaaaaah siiii siiii siiii maaaaaas siiiiiiiii maaaaaaaaas

– ¿Te gusta puta que nos estén escuchando? Chicas, este polvo es para ustedes

Dijo mi hijo mientras continuó cogiéndome mientras continuó el plaf, plaf, plaf de su vientre contra mis nalgas.

– Aaaaah bueno boluda, te estás cogiendo un colágeno jejeje

– Pero este colágeno es demasiado colágeno parece, ¿no? Digo, por la voz

– Bueno… dejala disfrutar a la amiga que parece que está feliz… jejeje

Y salieron riéndose mientras mi hijo no paró de cogerme, motivado por la pequeña conversación entre puerta que se dio.

– Mi amor… me encanta como me coges pero tenemos que volver…

– Callate puta. Vamos a volver después que te llene la concha de leche

– Pero mi amor…

Plaf… sonó su mano contra mi nalga derecha

– Te dije que vamos a volver después que acabe dentro tuyo

Y acelerando sus envestidas, su pene se puso más duro de lo que estaba y penetrándome con fuerza, mientras me sujetaba de mis caderas, comencé a sentir como eyaculaba chorro a chorro su semen dentro de mi canal vaginal.

Nuestros cuerpos estaban transpirados, pero saciados del placer que sentimos en esa cogida, rápida pero violenta.

– Tu corpiño me lo quedo yo. Te vas a vestir sin nada debajo del vestido. Ya que a esos tipos le gusta verte las tetas, vas a dejar que se las imaginen cuando aprecien tus pezones parados

Me vestí rápido, me arreglé como pude el pelo y mi vestido y salí del baño haciéndole “campana” para que él también salga y se meta al baño de hombres. Yo salí y rápidamente pude ver que las 2 mujeres que estaban en la mesa de al lado nuestro, clavaron su mirada en la mía, riéndose, a lo que respondí con una leve sonrisa. Pero ahí me agarró miedo, porque seguramente estarían esperando para ver quien era el pendejo que me estaba cogiendo.

Llegue a la mesa y los 3 empresarios, alegres por la borrachera que se estaban pegando, clavaron sus ojos en el vestido que traslucía mis pezones erectos no sólo por el sexo que había tenido hacía unos minutos sino también por el roce que la tela del vestido les estaba dando. Me senté y de forma que podía ver a las mujeres que estaban en la mesa contigua a la nuestra. Pero sus caras se transformaron cuando vieron salir a mi hijo del sector de baños, un niño de 12 años.

Pude ver que ellas lo miraron y él les devolvió una sonrisa alegre. Cuando llegó a la mesa, mi hijo me dio un beso en la mejilla y me dijo:

– Mami, estoy cansado, ya quiero ir a casa a dormir

– Ya vamos mi amor

Las caras de ambas mujeres era una mezcla de asombro y sorpresa. Como que no entendían lo que estaba pasando. Yo estaba atenta a lo que decían.

– Boluda es el hijo

– Re turbio mal

– ¿Posta es el hijo?

– Si boluda, le dijo mami. Y parece que el que está al lado de ella es el marido

– Naaaaaa… que flash. No me lo creo… no puede ser que se coja al hijo

– Pero no salió nadie más del baño y la voz del pendejo es la misma que escuchamos en el baño, estoy segura

– Que hija de puta… jejeje… yo soy de mente abierta… sabés que me cogí un par de primos y una vez en pedo me cogí a mi hermanastro, pero no da cogerse a tu hijo… va… que se yo… digo… es como un poco mucho…

– Y bueno… parece que a ellos les va…

Necesitaba salir de ese restaurante. No podíamos seguir ahí. Me acerqué a mi esposo y le pregunté si ya pedíamos la cuenta porque era tarde y al otro día teníamos que levantarnos temprano. Mi marido medio a regañadientes pidió la cuenta y mientras todos los hombres hacían la “danza del yo pago”, con mi hijo nos dirigimos a la puerta para salir y entrar al auto.

Al llegar al estacionamiento veo que se nos acercan las mujeres. Yo estaba super nerviosa porque no sabía que querían. Abrí el auto y le pedí a mi hijo que entrara. Y antes de que yo pudiera subir me abordaron.

– Discúlpame (me dice una)

– Si, ¿que necesitan?

– Che, ¿posta que te cogés a tu hijo? Los escuchamos cogiendo en el baño. Había un olor a sexo terrible y estoy segura de que era la voz de tu hijo el que nos contestó. Te vinimos a encarar ahora porque nos parece super raro toda la situación. Igual tranqui… no te vamos a hacer ningún quilombo.

Yo no sabía que contestarles. Era al pedo negar lo que me decían pero no quería tampoco confirmarles nada. En eso mi hijo abre la puerta del auto.

– Hola, la respuesta es que sí, éramos nosotros cogiendo en el baño. Ella es mi mamá, yo soy su hijo, tengo 12 años. Si ustedes quieren, me dan su teléfono y puedo hacerles un lugar en la semana para cogerlas también. Mami entrá al auto que yo arreglo con las chicas

– Si mi amor. Chicas, los dejo con mi hijo

Abrí la puerta del auto y antes que termine de subir mi hijo me detiene.

– Esperá mami, abrí tus piernas un poco

Y haciendo lo que mi hijo dijo, separé mis piernas mientras mi hijo metió su mano en mi vagina y sacando algo de los restos de su semen que estaba en mi interior, me los dio a probar, cosa que hice y degusté delante de las chicas.

– Vieron, ese era el semen que le dejé en la conchita a mi mamá. Si quieren también se las puedo dejar así a ustedes

Las caras de las chicas eran para una foto. Una mezcla de morbo, desconcierto, sorpresa… creo que fue demasiado para ellas y sólo se dieron la vuelta sin decir nada, encontraron su auto y se marcharon.

Yo me acomodé en mi butaca, y mi hijo le mandó un mensaje a mi marido para que se apure. Al llegar mi esposo al auto, nos dirigimos a nuestra casa.

En el trayecto mi marido puso su mano en mi pierna y sobándola, quiso llegar hasta mi conchita, cosa que impedí con una palmada, porque si no sabría que estaba sin mi tanga y con mi vagina llena de semen.

– Amor… está Noah… no hagas pavadas

– Perdón, es que estoy medio picado y bueno, no me aguanté

Sólo lo miré y le sonreí falsamente, mientras pude apreciar la cara de desagrado de mi hijo que estaba sentado detrás de mi marido.

Al llegar a casa, antes de entrar mi hijo se acerca.

– Dale su pastilla, así se duerme. No quiero que te coja. Se nota que está caliente, pero no quiero que te coja, ¿está claro?

– Si mi amor

Al entrar mi marido mandó a dormir a mi hijo y él se fue a su habitación mirándome fijamente. Evidentemente mi esposo quería coger, pero no iba a desobedecer a mi hijo.

Mi marido se acercó y me dio un beso sin lengua, abrazándome, comenzó a acariciar mi espalda y recién ahí se percató que no tenía mi corpiño.

– Epa… están listas las chicas… ya quieren que me las coma parece…

– Mi amor, estoy cansada… tomamos mucho… mañana tenemos que hacer cosas

– Pero Ani… hoy estamos celebrando… dale…

– Ya sé que estamos celebrando y es algo para celebrar. Pero mañana tengo que estudiar para mis exámenes y vos tenés que comenzar a planificar como sigue todo ahora que nos podemos expandir y para eso tenemos que estar frescos mañana. Así que vamos a la cama pero a dormir

Y salí de sus brazos dándole un piquito, para ir a nuestra habitación, donde después de higienizarme para cubrir los rastros de sexo de mi cuerpo, le di su pastilla y en menos de 10 minutos, por efecto del alcohol que había tomado, ya estaba como muerto.

También me dispuse a dormir, con una nueva tanga y un remerón que cubría mis tetas, pensando que la noche había terminado y podía disponerme para descansar. Serían cerca de la 1 de la madrugada cuando finalmente pude cerrar los ojos.

No sé cuánto tiempo había pasado desde que estaba durmiendo, cuando sentí unas manos que recorrían mi cuerpo por debajo de mi remerón. Obviamente que reconocí esas manos pequeñas, eran las de mi hijo Noah.

– ¿Qué haces hijo? Está tu papá aquí ¿Qué hacés así desnudo, estás loco?

– Sssshhhhhh… si no haces ruido no se va a despertar. Además ya sabés que se tomó sus pastillas para dormir y que hasta mañana no se despierta. Además, acabo de poner otra pastilla en su boca y como son sublinguales, se va a disolver y hasta mañana al medio día mínimo, no se va a levantar

– Estás loco, andá a dormir a tu habitación

– Me dijiste que eras mi puta, asi que te vas a comportar como una puta obediente. Y éste (señalando a mi marido) está loco si piensa que me va a mandar a dormir así nomás…

Se subió a la cama, separó mi piernas colocándose en medio y corriendo mi tanga a un lado, sin basilar, me penetró con su pija, haciéndomela sentir en lo más profundo de mi canal vaginal.

Quise tapar con mi mano mi boca para tratar de no emitir los gemidos que me estaba generando pero mi hijo me detuvo.

– Tranquila putita… Tranquila, que te dije que está dormido mi papá. Esta noche te voy a hacer mi puta estando a su lado

Con sus manos mientras me cogía, mi hijo me quitó mi remerón, dejando mis tetas al aire que comenzaron a bambolearse con cada arremetida, pudiendo sentir además cómo la cama comenzaba a moverse, rechinando en sintonía con las penetraciones que mi hijo me estaba dando.

– ¿Ves puta como tu marido no se despierta? ¿ves cómo te cojo a su lado mientras duerme creyendo que su esposa está también durmiendo? Lo que no sabe es que ahora su esposa es la puta de su hijo y que la voy a coger todas las noches y en cada lugar y momento que quiera, porque sos mi puta ¿no?

– Aaaaaaaah siiii mi amor aaaaaaah siiiiiii… soy tu puta, cogeme más, cogeme como la puta que soy. Llename la concha con tu lechita, cogeme… cogeme más…

Sus palabras en mi oído no hacían más que calentarme. Tenía razón. Era su puta y mi hijo podía hacerme lo que quisiera.

Él se había vuelto un adicto a mi cuerpo, un adicto a sentir el placer que le daba con mi cuerpo y yo… yo me había vuelto una adicta a su pija. Una adicta a sentir la dureza de su verga en cada agujero de mi cuerpo. Una adicta a recibir su semen en mi interior, ya sea en mi útero, mis intestinos o en mi estómago.

Miraba hacia el costado y sólo veía a mi marido durmiendo, meciéndose al compa de las penetraciones que mi hijo me daba en mi vagina con su verga, y roncando, mientras la cama que compartíamos no hacía más que sacudirse cada vez más frenéticamente mientras nuestro hijo no dejaba ni un momento de embestir con sus caderas contra las mías, haciendo que mi cuerpo reaccione a su cogida, estremeciéndome de placer y gimiendo en consecuencia.

Mi concha no dejaba de destilar flujo. Mis pezones estaban duros de la excitación qué sentía mientras mis tetas no dejaban de rebotar. No pude más que dejarme llevar por el placer inmenso que me estaba generando la situación de ser cogida por mi hijo en mi cama matrimonial y con mi marido a nuestro lado durmiendo.

Mis manos comenzaron a recorrer la espalda de mi hijo y fue tanta la excitación que sentía que no pude evitar clavar mis uñas en ella marcándolo. Y obviamente mi hijo al ver cómo estaba reaccionando por el placer que envolvía mi cuerpo comenzó a morder en mis pechos, mis hombros, mi cuello, y mis labios, dejándome marcada con chupones como que era de su pertenencia, como si me yerrara para demostrarle a mi marido y al mundo que esta puta tenía dueño. En ese momento no pensaba en las consecuencias de esas mordidas y chupones. Sólo me importaba ser poseída y cogida por mi hijo, disfrutar de su pija entrando y saliendo de mi concha y entregarme al placer que toda esta situación me estaba generando.

– ¿Te gusta cómo te estoy cogiendo puta? ¿Te gusta que tu hijo te coja al lado de tu marido?

– Síiiii mi amoooooor, sabes que me guuustaaaa todooooo lo que aaaaaah me haaaaaceeees. Sabeeees que soy tu aaaaahh putaaaaa y que poooodeeees hacermeeee lo que quieeeraaaas, cuando quieras y como quieraaaaas aaaaaah siiii maaaaas maaaaaaaaas

Salió de adentro mío y me hizo darme vuelta, colocándome en cuatro, haciendo que apoye mi cara sobre el colchón y arqueando mi espalda para que mi cola quede expuesta. Con sus manos abrió los cachetes de mi culo y escupió el mi esfínter. Ya sabía lo que me esperaba y realmente la situación me excitaba de sobremanera.

– Ahora te voy a coger por el culo puta. Ahora te voy a coger el culo delante de tu marido, delante de mi papá. Lástima que él no sabe lo puta que sos y que tu culo es mío

– Obvio que es tuyo mi amor, que sólo vos podes usarlo las veces que quieras, en el momento y lugar que quieras

Pude sentir como apoyó la cabeza de su pija en la entrada de mi ano y con una leve presión la resistencia de mi esfínter cedió, sintiendo cómo las paredes de mi recto se iban agrandando con cada centímetro de pija que le entraba hasta sentir que su vientre quedó pegado a mis nalgas. Se quedó unos segundos quieto sintiendo como mi culo apretaba su verga.

– Con razón tantos hombres se quedan mirando tu culo cada vez que salimos a pasear. Tienes un culo hermoso mamá y me encanta sentir como tu culo aprieta mi pija

– mi culo ya te dije que es sólo tuyo así que ahora cogeme porque quiero sentir cómo tu leche llena mis tripas

No hizo falta decirle más nada para que me comience a coger con fuerza haciendo que el golpeteo entre su vientre y mis nalgas retumbe en la habitación, mientras nuestros jadeos y gemidos se acoplaban armónicamente para resonar en cada rincón.

Claro que al escuchar la mezcla de ruidos que estamos generando con la cama sacudiéndose, el choque de su vientre contra mis nalgas y nuestros jadeos de placer, me entró el temor de que mi marido se despertara. Pero nada de eso sucedió. Al voltear mi cara sólo puede ver como su cuerpo se sacudía al compás de la cama, como si fuera que lo estuviéramos hamacando para mantenerlo dormido. Pero al ver que ni aun así se despertaba, con todo el quilombo que estábamos haciendo mientras cogíamos como actores porno, me tranquilicé y me concentré en disfrutar cada sensación que mi cuerpo estaba experimentando con la verga de mi hijo entrando y saliendo de mi culo.

Por lo que empiné mi cola lo máximo que pude para que la penetración que me estaba dando mi bebé sea lo más profunda posible. Quería sentirlo bien adentro mío y así lo hice mientras que cada vez que sentía su pija llegar a lo más profundo contraía mi esfínter para tratar de apretarle la pija al máximo que podía haciendo que mi hijo notará esa diferencia de presión para estimularlo más.

Esto fue algo que hizo levantar fuego a mi hijo y penetrándome con fuerza, comenzó a acabar dentro de mi culo, llenándome de su semen mis intestinos, haciendo que nuevamente acabe, regando con mi flujo la cama en la que debería de estar durmiendo junto a mi marido.

– Aaaaaaaah siiiiiiii mamiiiiii… siiiiiiiiiii putitaaaaa… ¿Qué me hiciste para hacerme acabar así? No quería acabar todavía, pero no pude aguantarme

– Mami tiene muchos trucos para que me des tu lechita

– Pero no quería acabar todavía… estaba disfrutando de tu cola

– Si mi amor, pero quería sorprenderte ¿no te gustó?

– Muchísimo mami… muchísimo. Miralo a éste como está muerto… ni se enteró que te llene el culo de leche… jejeje… y pensar que quería cogerte hoy… te va a coger cuando yo quiera que él te coja ¿escuchaste?

– Si mi amor, pero tené en cuenta que alguna vez me voy a tener que dejar

– Mmmm… bueno, te lo vas a coger en una semana, pero antes de que te coja, te voy a coger yo. Y no quiero que acabe dentro tuyo, que se ponga forro. Adentro tuyo sólo acabo yo ¿está claro?

– Pero nunca usamos preservativo, se va a dar cuenta que algo pasa

– No me importa, desde hoy, solo mi leche entra en tu concha, tu culo o tu boca. Así que vas a tener que inventar algo para que no vuelva a acabar dentro tuyo.

Salió de adentro mío y quedé en medio de ambos. Pude ver que ya eran las 3 y media de la madrugada y estaba cansada, necesitaba dormir un poco. Pero cuando le propuse que se vaya a su cama a dormir, nuevamente me volvió a coger, esta vez penetrándome sólo por mi vagina comenzando en misionero, luego poniéndome en 4 y finalicé montándolo hasta que volvió a llenar mi útero con su semen, haciéndome acabar varias veces más entre gemidos y jadeos al lado de mi marido que siguió inconsciente a nuestro lado a lo largo de todas las horas en las que mi hijo me cogió como la puta que era para él, dejando su esperma tanto en mi vagina como en mi ano, perdiendo la cuenta de la cantidad de orgasmos que tuve en esas horas. Y recién ahí se fue mi hijo a su habitación, cerca de las 5 de la mañana.

Mi marido se quedó dormido por la pastilla extra que mi hijo le había puesto en la boca antes de cogerme y se terminó levantando después de las 10 de la mañana. Noah y yo también nos levantamos a esa hora, vistiéndome para cubrir los chupones que mi hijo me había dejado sembrados en mi cuerpo. Y luego de desayunar como una familia feliz, mi marido se fue a la oficina, dejándome nuevamente sola a meced de los deseos de mi hijo quien no perdió un segundo después que mi marido saliera de la casa para volver a cogerme en la cocina contra la mesada mientras intentaba lavar las cosas del desayuno.

El vicio generado entre ambos no había forma de controlarlo y con cada día que pasaba, ambos nos volvíamos incapaces de controlar las ganas de poseernos y expresar carnalmente nuestra adicción al placer incestuoso, tanto de mi hijo por el cuerpo de su mamá, como mi adicción por su pija.

Hasta aquí les cuento hoy. Espero les haya gustado esta entrega. Siempre se agradecen los comentarios y votos. Hasta la próxima

93 Lecturas/2 agosto, 2025/0 Comentarios/por IncestAnalia1423
Etiquetas: hermano, incesto, madre, mayor, padre, primos, sexo, vacaciones
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