Mi vieja vecina cuando me le acerqué, me dijo. Perdona, pero quisiera que me des tu opinión, de una pesadilla que he tenido últimamente.
Una vecina bastante mayor, me contó una pesadilla recurrente que ella tiene, y a medida que me la fue contando, yo me fui excitando al punto que terminamos cogiendo. .
Unos de mis vecinos son una pareja bastante mayor, a diario el viejo sin falta, agarra sus herramientas de agricultura, se monta en su camioneta, y se va a trabajar a unas parcelas que tiene como a media hora del pueblo, en la que cultiva de todo un poco.
Mientras que su esposa se queda limpiando, cocinando, y realizando el resto de los que haceres de su hogar, pero ocasionalmente se toma uno que otro descanso, dentro de una pequeña glorieta de madera .
Recientemente, me dirigía a la plaza del pueblo, cuando pasé frente a la casa de ellos, al ver a la señora me detuve con la idea de saludarla, y proseguir mi camino.
Pero ella al verme me hizo señas de que me acercase, y ya estando dentro de su propiedad, hasta me ofreció una taza de café, la cual, por no hacerle un desaire, gustosamente acepté.
Yo pensé que nos tomaríamos el café, dentro de la pequeña glorieta, pero en lugar de eso, me pidió que pasara al patio trasero de su casa, sentándonos en un viejo sofá de mimbre, bajo las ramas de un frondoso flamboyán.
En esos momentos mientras yo le daba un sorbo a la humeante taza, la doña como en ocasiones le digo, me dijo. “Perdona, pero quisiera que me des tu opinión, de un sueño, o mejor dicho una pesadilla que he tenido varias veces.”
Le respondí que encantado de la vida, la escuchaba ya que realmente no tenía mucha prisa por llegar a la plaza, fue cuando la vecina me dijo, con un aire de misterio, que no me fuera a asustar ya que ella había soñado con el diablo.
La verdad es que me causaron gracia sus palabras, y sobre todo la manera en que me las dijo, por lo que, tratando de controlar mi risa, le pedí que continuase.
De inmediato la Doña, bajando el tono de su voz, me fue diciendo. “Ya llevo varias semanas, soñando más o menos lo mismo, como tu sabes en el medio de esta parcela, hay un pozo, del que sacamos el agua, y a un lado mi esposo hace años preparó una ducha.”
Yo la verdad es que ignoraba eso, pero al dirigir la mirada hacia el lugar que ella me indicó, pude ver tanto la bomba de mano, y un poco más abajo, una caseta hecha en zinc.
La señora me continuó diciendo. “En el sueño, me encuentro dándome un baño dentro de la caseta, como lo hago a diario, pero en el momento en que termino de sacarme el jabón, comienzo a escuchar una voz que me dice que, Doña me la voy a coger”
“Lo que me asusta tanto que sin ni tan siquiera agarrar mi ropa o la toalla, salgo corriendo desnuda de la caseta.” En ese momento traté de imaginarme a la doña completamente desnuda corriendo, en dirección a su casa.
Y aunque es una señora muy mayor, de quizás unos setenta y tantos años, o más, lo cierto es que la vieja aún mantiene una esvelta figura, aunque con sus carnes un poco caídas, propio de las personas de su edad.
Pero a medida que la señora me siguió contando su sueño o pesadilla, su manera de ir narrándome lo sucedido, me hizo sentir ligeramente excitado, imaginándome todas y cada una de las distintas escenas de las que me fue narrando.
En cierto momento mientras colocó su mano sobre mi rodilla, me dijo. “El Diablo ese, me dio alcance, haciendo que yo perdiera el equilibrio y callera a sus pies, en ese momento me encontraba sumamente asustada, y tratando de ocultar mi desnudes con mis manos y brazos, a lo que el demonio ese, riéndose me dijo, que me iba a coger, pero que antes pensaba hacerme pasar un buen rato.”
A medida que la Doña hablaba, como ya les dije yo procuraba imaginarme lo que ella me seguía contandome, por lo que mentalmente digamos que la podía ver completamente desnuda, tratando de ocultar su total desnudes con sus manos, pero lo más curioso de todo eso, era que yo la estaba visualizando desde el punto de vista del Diablo, es decir como si yo fuera él.
A medida que la vieja me seguía contando su pesadilla, pude ir sintiendo como la mano de ella que había colocado sobre mi rodilla, se fue deslizando lentamente por encima de mi muslo, al tiempo que me continuó diciendo. “El Diablo ese, se me fue encima, y haciendo uso de su mayor fuerza, comenzó acariciar todo mi cuerpo, al tiempo que también comenzó a besarme, introduciendo su larga lengua dentro de mi boca.”
“Y aunque traté por todos los medios de evitar que me siguiera besando y acariciando mi desnudo cuerpo, en cierto momento me di por vencida, por lo que el Diablo, de inmediato separándose ligeramente de mí, dirigió su boca y larga lengua dentro de mí ya caliente coño.”
“El que no paró de besarlo, y lamerlo profundamente, provocándome sin que yo lo quisiera aceptar, un gran placer, al mismo tiempo que fue metiendo sus calientes manos entre mis piernas haciendo que las abriera mucho más.”
Quizás fue la manera en que me fue contando lo que le sucedía en la pesadilla, el hecho de que yo comenzara a sentir su mano, sobre mí ya abultado miembro que, en lugar de cortar de inmediato, dejé que la vieja siguiera contándome esa particular pesadilla, al tiempo que por encima de la tela de mi pantalón me apretaba mí ya erecta verga.
Ella siguió diciéndome. “A medida que el Diablo ese, continuó besando, pude ver su colorado miembro bien parado, y casi de inmediato comencé a desear querer tenerlo dentro de mí.”
Yo la verdad es que no sé qué me sucedió, pero a medida que la vieja continuaba narrándome su particular pesadilla, yo sentí un tremendo deseo de penetrarla, y de momento nos vimos a los ojos, y sin que ella siguiera contándome su sueño, mutuamente comenzamos a desvestirnos.
Con una habilidad inusitada, pude soltar todos los botones de su bata casera, encontrándome que mi vieja vecina no usaba ni pantaletas, ni sostén, pero aun así su desnudo cuerpo me atraía, mientras que ella en un dos por tres me desabotonó mi camisa, al igual que la correa de mi pantalón, bajándome la cremallera de manera hábil.
Por lo que ocultos bajo el frondoso follaje del árbol bajo el que nos encontrábamos, la señora separó sus piernas, mientras lo primero que me provocó fue ponerme a mamar su coño, por lo que yo dirigí mi boca a su peludo y canoso coño, de inmediato me dediqué a lamer los labios de su vagina, y ha chupar su clítoris, mientras que ella daba fuertes y largos gemidos de placer.
Mis manos siguieron acariciando sus flácidos muslos, así como sus caídas tetasa, mientras que, con mi boca, lengua y dientes, procuraba hacer que la vieja pasara el mejor momento posible, lo que en efecto sucedió, ya que, en el momento menos pensado, de su viejo coño brotó un fuerte chorro, al principio pensé que se había orinado en toda mi cara.
Pero realmente no fue así, todo ese líquido que brotó de ella, resultó que era su fluido vaginal, o por lo menos eso pienso yo, ya que en esos momentos mi vecina restregaba toda su vulva contra mi boca, y el resto de mi cara.
La vieja se quedó como paralizada, sin aire, y yo hasta me asusté, para mis adentros pensé, maté a la pobre, pero gracias a Dios no fue así, al poco rato recuperó el aire, comenzó a respirar de manera más pausada, y con una gran sonrisa, al tiempo que abría sus piernas, socarronamente me dijo. “Qué esperas para metérmelo.”
Yo sin pensarlo mucho me le fui encina, en medio de ese solitario patio, y bajo las tupidas ramas de ese frondoso flamboyán, a medida que le fui enterrando mi verga entre su canoso coño, ella de inmediato comenzó mover sus caderas, de forma y manera tal, que les juro que jamás mujer alguna me había hecho sentir tanto placer.
Realmente ignoro cuanto tiempo permanecimos recostado sobre ese sofá de mimbre, ya que mientras yo seguía metiendo y sacando una y otra vez toda mi verga, dentro de ella, la vieja gemía, y movía sus caderas como una loca.
En ciertos momentos, le chupé sus caídas tetas, a lo que ella gustosamente me pedía que le diera más y más duro, hasta que finalmente ambos disfrutamos de un lujurioso clímax.
Tras lo cual ambos nos quedamos quietos, y luego posteriormente poco a poco nos fuimos separando, ella con una grandiosa sonrisa reflejada en su rostro, mientras que me preguntaba a mí mismo, como no me acosté antes con esta vieja antes, al tiempo que me decía a mí mismo, que como pude hacer eso.
Rápidamente me vestí mientras que ella como si flotase en el aire, agarró su bata casera, y se dirigió a la caseta, donde previamente me dijo que su marido había construido una ducha, lo cierto es que, durante varios días, evité pasar por el frente de la casa de mis vecinos, a pesar de que a diario veía al viejo marcharse, en su vieja camioneta, seguramente ignorando todo lo que su mujer y yo habíamos disfrutado juntos.
Hasta que antes de que pasara una semana, me atreví a volver a pasar frente a su casa, y ahí estaba ella de lo más sonreída, saludándome y al acercarme con una maliciosa sonrisa reflejada en su rostro, me dijo. “Perdona, pero quisiera que me des tu opinión, de una pesadilla que he tenido varias veces.”
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