Mientras mi marido juega al golf yo salgo a caminar y ha algo más.
La esposa de un jugador de golf cansada de que no le pone la atención suficiente, sale a caminar por el campo de golf y uno de los guardias la orienta sobre un paraje que nadie visita..
Mientras mi marido juega al golf yo salgo a caminar y ha algo más.
Mi esposo es tan fanático del golf, que me convenció de que nos mudásemos a una urbanización en la playa, que colinda con el campo de golf, al que a él le gusta ir a jugar.
Yo por mi parte veo ese juego tan poco interesante, que lo que hago es irme a caminar entre la playa y el susodicho campo de golf.
Pero con lo fanático que es mi marido de ese tonto juego, en ocasiones hasta se olvida que yo existo, a menos que no sea para pedirme la comida, o que le prepare su ropa.
Ya que hay días, semanas, y hasta meses, que no me atiende como es debido en la cama.
En ocasiones él se conforma con que hagamos un rapidito, y más nada, por lo que apenas yo comienzo a entrar en calor, él ya está viniéndose, dejándome con la mirada fija en el techo de nuestra habitación, y maldiciéndolo mentalmente por no preocuparse ni un ápice en satisfacer mis necesidades.
Razón por la cual más de una vez, le he sido infiel con otros hombres, pero eso sí, siempre ha sido lejos de casa, y con tipos a los que más nunca he vuelto a ver.
Pero recientemente por aquello de hacer algo de ejercicio, me he dedicado a caminar por la playa y la colindancia del campo de golf.
Me pongo mi bikini, agarro una toalla, mis lentes oscuros, me pongo una gorra, salgo a caminar, y en ocasiones hasta me meto a bañar sola en la playa.
Por casualidad uno de esos días, en que mi marido le dio por que hiciéramos un maldito rapidito, pero apenas se vino, se levantó, se vistió, y se fue a jugar golf.
Por lo que yo me quedé nuevamente maldiciéndolo, así que después de que me aseé, decidí desayunar algo, y luego ponerme uno de mis bikinis e irme a caminar por la playa.
Al pasar por la caseta de vigilancia, el guardia de turno me saludo de manera muy amable, tan así fue como nos pusimos a conversar sobre el clima, y lo bello que se veía parte del bosque que circunda al campo de golf.
Fue cuando él me comentó que cerca de donde nos encontrábamos dentro del pequeño bosque, había un claro con una de laguna, de agua dulce.
Lugar que la mayoría de las personas que iban al campo de golf desconocía, no sé si fue la manera en que me lo dijo, o lo que dijo realmente, pero me pico la curiosidad por ver ese lugar, y cuando se lo expresé, él muy cordialmente se ofreció a indicarme el camino.
Yo le pregunté si eso no le traería ningún problema, y su respuesta inmediata fue que no, ya que a él le tocaba supervisar todo ese sector.
De camino a ese lugar, si me di cuenta de que él, no dejaba de ver mis caderas, cada vez que se le presentaba la ocasión, y aunque él caminaba frente a mí, en ciertos momentos se retrasaba, señalándome el camino.
Cosa que, en medio de todo, me hizo sentir bien, ya que estaba segura de que aun a pesar de ya haber cumplido los cincuenta, le llamaba la atención a ese joven guardia.
Realmente no caminamos mucho, y apenas llegamos me di cuenta de que Leo se había quedado corto al describir ese lugar, realmente la laguna no era muy grande, más bien se puede decir que es una poza, pero de agua bien clara, y no muy profundo, además la yerba a su alrededor ese ese tipo de césped, el mismo que usan en el campo de golf.
Por lo que casi de inmediato me recosté a tomar el sol, el guardia como que pensó en marcharse, pero se detuvo al momento que se me ocurrió pedirle por favor que me pusiera algo de protector solar.
La verdad es que hasta ese momento no había pasado por mi mente nada relacionado con el sexo.
Pero a medida que fui sintiendo sus firmes manos sobre mi espalda, pasándome el protector solar, decidí soltar el sujetador del sostén de mi bikini, con la excusa de que no quería que me quedase la marca.
Y así mientras que él continuó pasando el protector, comencé a imaginarme como sería tener sexo con ese chico, en medio de ese pequeño bosque.
Lo siguiente que hice fue aparte de separar mis piernas ligeramente, me bajé un poco la parte inferior del bikini, diciéndole que tampoco quería que me quedase esa marca blanca en mis caderas.
Mi acompañante continuó pasando el protector solar prácticamente sobre mis nalgas, cuando le pedí que no se olvidase de la parte trasera de mis muslos.
Los que de inmediato comenzó a hacer, sin decir una sola palabra, pero a medida que fue pasando el bloqueador solar entre mis muslos, al sentir sus manos, casi acariciando mi coño, deje escapar un profundo gemido de placer.
Fue cuando él sin yo decirle nada, me soltó los pequeños lazos que mantenían sujeto la parte inferior de mi bikini.
Yo supe de inmediato que eso no iba a terminar ahí, así que de la manera más calmada que pude, me di vuelta, y viéndolo de frente, yo misma terminé de quitarme el bikini, quedando completamente desnuda frente a él.
El joven se sonrió, se incorporó al tiempo que comenzó a quitarse los pantalones y el bóxer, y ya con su verga al aire se recostó a mi lado.
Lo cierto es que la diferencia de edades es evidente, pero eso a él en ese momento como que ni a mí ni a él nos importó, ya que me abrazó y comenzó a besarme, al tiempo que yo le ayudé a quitarse la camisa.
Me di cuenta de inmediato de lo erecto de su miembro, y la verdad es que me provocó llevármelo a la boca, cosa sumamente rara en mí.
Pero a medida que comencé a mamárselo, dio un pequeño giro y colocó su rostro sobre mi vulva, y de inmediato también comenzó a chupármela divinamente.
Por suerte, me había lavado el coño bastante bien, antes de salir de casa, así estuvimos quien sabe por cuanto tiempo, hasta que, retirando su rostro de mi coño, mantuvo mis piernas separadas, dirigiendo su parada verga, dentro de mi caliente vulva.
A medida que me comenzó a penetrar, yo comencé a gemir de placer, como nunca antes lo había hecho.
Yo restregaba una y otra vez todo mi cuerpo contra el de él, buscando sentir más y más dentro de mi coño su caliente y duro miembro.
Por unos instantes pensé en el pendejo de mi esposo persiguiendo una bolita por todo ese campo, pero lejos de sentir arrepentimiento por mis acciones, el placer se intensificó más y más, hasta deseé que nos encontrase en ese mismo instante, para que viera lo que es tener sexo de verdad.
Mi amante continuó metiendo y sacando su sabrosa verga de mi coño, al tiempo que yo actuaba como poseída por el espíritu del placer, no dejaba de chillar, gemir, y mover mis caderas.
Hasta que disfruté de un salvaje y tremendo orgasmo, mientras que todo su semen inundaba por completo toda mi vulva, no se cuánto permanecimos recostados sobre el césped, pero al levantarnos, ya era de tarde.
Me lavé en la pequeña laguna, y posteriormente me puse mi bikini, y tras darnos un cálido beso, regresé a casa.
Mi esposo me esperaba viendo la tv, sin tener la más mínima idea de todo lo que había sucedido entre el guardia y yo.
Cuando me preguntó dónde andaba, simplemente le dije que, caminado por la playa, y además le dije como lo haré mañana, y pasado mañana, y todos los días que pueda.
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