Mundos paralelos I – La princesa vuelve a casa
No sé si les pase, pero yo fantaseo siempre con situaciones incestuosas de las personas con las que estoy teniendo relaciones. Esas fantasías estimulan mi mente, me prenden y me hacen llegar al clímax. Todo eso pasa solo en mi mente, y tal vez, en algún mundo paralelo..
Esta primera entrega sucede en uno de mis viajes de trabajo, mientras yo aprovecho para estar con mi amante en turno, “ni imagino lo que pasa con mi esposa”. Ana, ya en sus 43 años, la única mujer de un matrimonio, obviamente es la consentida, la princesita de su papá, un hombre que a pesar de estar ya en sus 72, se conserva bie. Él, estaba especialmente emocionado, su princesa tenía más de 11 años que se había salido de casa, y cuando regresaba a pasar unos días siempre lo hacia en compañía mía, cosa que le molestaba de cierta manera. En esta ocasión, aprovechando que yo estaría fuera un par de semanas, ella decide irse a quedar una con sus papás y pasar tiempo con ellos y con el resto de la familia. Por eso la emoción de mi suegro, el día que ella llegó estaba muy excitado y emocionado, cuando la vio, le dio un fuerte abrazo y la llenaba de besos, estuvo muy atento con ella, y esperaba con ansias que llegara la noche.
Después de una espera que se le hizo eterna, al fin se terminó el día, todos fueron a dormir, y después de esperar un tiempo prudente, cuando notó que mi suegra dormía profundamente, se levantó y sigilosamente se fue a la recamara de Ana, estaba cerrada pero no tenía el seguro puesto, entró sin tocar, la cerró y fue directo a la cama, ahí estaba su princesa dormida, tapada solo con una sábana que dibujaba su silueta delgada. Él traía una pijama y no traía puestos calzones, ya iba listo, así que solo se bajó el pantalón y dejó al descubierto una verga, que, aunque se veía de buen tamaño, estaba aún medio flácida. Quitó la sábana y vio el cuerpo semidesnudo de Ana, sin brasier y solo en pantis, empezó a acariciar sus piernas, su abdomen, las tetas pequeñas pero firmes, empezó a masturbarse mientras las recorría con la otra mano, empezó a frotar su verga en uno de sus pezones y eso hizo que Ana despertara. Primero se mostró como desorientada, no sabía que estaba pasando, pero volteo a donde estaba su papá de pie y entendió, se volvió a recostar, aunque su cuerpo se notaba tenso. Su papá se agachó para besarla en la boca, de manera obscena le metía la lengua en la boca, y ella por única respuesta solo abría los labios para dejarlo hacer lo quisiera. Después fue a su oído, lo lamió primero y luego le dijo en voz muy baja que la había extrañado mucho. Ella seguía inmóvil, él que en ningún momento había dejado de masturbarse, acercó su verga a la cara de Ana, ella estiró la mano derecha, tomo el miembro de papá y lo empezó a masajear. Él se lo acercó aun más a la cara, y ella entendió el mensaje, se inclinó hacia su lado izquierdo para quedar viendo hacia él, y se llevó el pene medio flácido de su papá a la boca. Lo empezó a chupar tímidamente, apenas y se metía el glande a la boca mientras con la mano lo seguía masajeando. Él se empujada hacia adelante, invitándola a meterse más a la boca. Mientras con una mano él se acariciaba las bolas y con la otra, le bajó el calzón a su hija, apenas lo necesario para dejar su rajita al descubierto, se llevó dos dedos a la boca, los llenó de saliva y los metió en su rajita para empezar a jugar con el clítoris de su princesa, ella inicialmente tensó el cuerpo que ya se había relajado un poco, e hizo ademan de cerrar las piernas pero él lo evitó, para después seguir jugando con su clítoris.
Unos minutos después sintió como su verga, aunque no estaba completamente dura, sí lo suficiente para entrar en su adorada princesa. Le vino a la mente las ultimas veces que estuvieron juntos, hace ya más de 10 años, que le costaba trabajo tener una erección, y que si no aprovechaba el momento, se le bajaba y tenía que confirmarse solo con hacerse sexo oral mutuamente. Por eso, se hizo hacia atrás para que Ana sacara la verga de su boca, se volvió a recostar boca arriba, él le abrió las piernas, y se fue a poner en medio de ellas, empezó a intentar meterla, pero la vagina de Ana estaba seca, la única humedad que había en ella era la saliva de papá en su clítoris. Se llevó los 4 dedos de la mano derecha a la boca, los llenó de saliva y fue untarla por toda la vagina de su hija, ella permanecía inmóvil, solo se dejaba hacer. Su papá nuevamente se ensalivó la mano, pero esta vez fue a su pene, se masturbó mientras untaba la saliva en él, y ahora sí, volvió a intentar penetrarla, y después de varios segundos de estar tratando lo logró, poco a poco fue entrando hasta el fondo, ella solo dio un pequeño gemido, más de dolor que de placer, aunque él prefirió interpretar lo segundo, y mientras se movía lentamente hacia dentro y hacia afuera, le decía en voz muy bajita:
P. Te gusta mi amor? – le pregunta mi suegro
Ana solo movió la cabeza afirmativamente
P. Extrañaba mucho esto, tú no princesa?
Ana, nuevamente solo movió la cabeza afirmativamente
P. El maricón de tu esposo te coge rico?
Ahora Ana movió la cabeza negativamente
P. Yo tiene años que no toco a tu mamá, es una frígida y fanática religiosa, prefiero masturbarme pensando en ti mi amor
Ana no dijo nada, solo cerró los ojos, como si imaginara estar en otro lado.
Después el se recostó completamente encima de ella, se movía muy lento, como si le diera miedo que se le salga la verga, le empezó a besar el cuello y ella solo se quedaba quieta dejando que papá disfrutara, hasta que empezó a aumentar el ritmo y le preguntó:
P. Te sigues cuidad? – preguntó con voz agitada
A. Sí – dijo ella casi en un susurro
El solo escuchar ese susurro fue como una orden de disparar, empezó a vaciarse dentro de ella dejando escapar unos gemidos, a los que ella le hizo una señal de que guardara silencio, él recobró la cordura después de unos segundos y se quedó inmóvil, esperando que su pene terminara de sacar las ultimas gotas de leche. A los pocos instantes, su pene se hizo flácido y chico y salió solito de la panocha de su hija, escurriendo un pequeño chorro de semen, él se levantó a medias vio ese chorrito, y con un par de dedos los recolectó y los volvió a meter en la vagina de su nena. Ella levantó la cabeza y abrió mucho los ojos, no esperaba eso, pero no hizo ni dijo nada.
Él le dio otro beso en la boca, se levantó, se puso el pantalón y se fue, unos segundos después ella fue a su baño a expulsar los fluidos que su papá había dejado en ella, se puso su calzón y volvió a dormir. Para ella ya era normal, sabe que las mujeres tienen que cumplir con ciertas obligaciones, incluso conmigo, aun cuando no tenga ganas, nunca ha dicho que no a satisfacer mis necesidades, ha crecido con la idea de la sumisión sexual, y sabe que así será siempre.
La semana transcurrió sin mayor sobresalto, estuvo casi todo el tiempo en la calle visitando tíos, sobrinos, acompañando a su mamá a todos lados. En las noches sabía que en cualquier momento podría recibir otra visita, pero no fue así. Por su parte papá, aunque quería, no podía ir, su miembro permanecía completamente dormido, necesitaba recuperarse, y fue hasta el viernes que amaneció con mucho ánimo nuevamente, sentía la virilidad correr por su cuerpo, así que se levantó muy temprano y entró en el cuarto de su princesa, otra vez sin tocar. Ella ya había despertado pero seguía acostada, tapada solamente de la cintura hacía abajo, intentó taparse pero cuando vio que era papá lo dejó verla así, él fue directo a besarla en la boca, y de paso, le agarró una teta, y le dijo:
P. Que plan tienes para hoy?
A. Quiero estar en casa, estoy cansada de estar toda la semana en la calle, por qué? – preguntó ella
P. Yo también quiero estar en casa, me agradará tenerte aquí todo el día. Ah por cierto, puedes usar esto? La he guardado por años, es que me encanta como se te ve – le dijo mientras le daba una falda negra, muy corta con olanes, que efectivamente se le veía muy bien porque dejaba ver sus piernas bien torneadas y sus nalguitas paraditas.
A. Si papá, está bien – dijo ella más por obligación que convicción.
Y así, estuvieron todo el día en casa, ella con su faldita, cosa que ponía muy de buenas a papá, sentía nuevamente ese vigor, cada que podía se repegaba en ella o le metía mano debajo de la falda. Mi suegra notó la falda y le dijo:
S. Y esa falda? Es la que tenías cuando vivías aquí?
A. Sí mamá, no me acordaba que la tenía aquí guardada en el closet, me la quise poner para estar fresca.
Ya no dijo más su mamá, es probable que ella sepa o al menos sospeche, pero el hecho que su esposo estuviera con tan buen ánimo, y que no estuviera peleando con ella por todo, hacía que se hiciera de la vista gorda.
Tuvieron visitas, fue mi cuñado con sus hijos y esposa, comieron, jugaron con los niños y ya por la tarde-noche decidieron ponerse a ver una película todos juntos en la sala. Mi suegro, clásico cascarrabias, dijo que él no quería, que tenía que ir a hacer unas facturas a su despacho y se fue, haciendo una seña a Ana, imperceptible para todos, menos para ella. Y máximo 5 minutos después, cuando decidieron qué película ver, ella dijo que esa ya la había visto, que mejor se iba a dormir un rato a su cuarto, y que bajaba más tarde a cenar. Se fue a su cuarto, cerró la puerta y se acostó boca abajo. Su papá que efectivamente estaba en el despacho, pero viendo porno, ayudándose a tener una erección más rápido, estaba atento y en cuanto escuchó que Ana subió y cerró su puerta, salió sigilosamente del despacho y se fue a meter al cuarto de ella, ya venía con la verga medio parada, pero ver esas piernas largas al descubierto, y la falda que dejaba ver el inicio de esas nalgas, le ayudó a ponerse un poco más firme. Prácticamente ni cruzaron palabra, le levantó la falda para ver esas nalgas en un cachetero negro de encaje, la acarició por unos instantes y luego la jaló para invitarla a levantarse, se puso de pie, él la besó en la boca con desesperación mientras la abrazaba y le agarraba las nalgas y se pegaba lo más que podía a ella. La volteó, la hizo que se empinara, le bajó el cachetero y se hincó para hacerle oral. Primero se concentró en la vagina, pero después su lengua recorría desde la vagina hasta el culo. Ella con una mano se apoyaba en la cama, y con la otra se tapaba la boca y cerraba los ojos fuertemente, y es que se le podía salir una expresión de desagrado, ya que siempre se le hizo de lo más asqueroso que a algunos les excite esa parte del cuerpo tan sucia. Después de unos pocos minutos, cuando papá notó que su nena estaba lo suficientemente lubricada, se puso de pie, se bajó el cierre, y se sacó la verga un poco más dura que la vez pasada, pero seguía sin estar 100 erecta. Se la empezó a meter hasta lograrlo y la empezó a embestir, le jaló las manos hacía atrás y se las puso en las nalgas, ella entendió y ella misma se abría las nalgas, mientras papá con una mano la agarra de la cintura para atraerla hacia si, y con la otra le metía un dedo en el ano. Afortunadamente para Ana pasó solo unos pocos minutos cuando se salió y se masturbo para echar unas gotas de semen en las nalgas de la nena. Después de con la misma verga untar el semen en las nalgas de Ana, se subió el cierre, ella pensaba buscar algo para limpiarse, pero él le pidió que se los dejara ahí, a lo que obedeció como siempre, nuevamente le dio un beso en la boca y se fue dejándola dormir un rato.
Él también se fue a descansar un rato, había sido un gran esfuerzo, estaba muy orgulloso de él mismo, dos veces en una semana. De las últimas veces que había estado con ella, lo más que lograron hacer fueron dos veces en un mes. Después de eso, un par de veces al año con mi suegra, y en los últimos 3 o 4 años nada, solo pajas esporádicas. Le quedaban un par de días y su nena se iría otra vez a otra ciudad y no sabía si sería la última vez que pudiera tenerla para él, pero sabía que ya 3 veces era casi imposible, y con visitas en casa… pero de repente recibió una llamada y se le iluminó la mirada, de pronto un plan tomó forma en su cabeza. Se levantó y salió a toda prisa, incluso no estuvo presente para la cena, y no hubo visita nocturna a la princesa, tenía que descansar. Al día siguiente, otra vez muy temprano se fue al cuarto de Ana y le dijo:
P. Ya mañana te vas, verdad mi amor?
A. Sí papá, muchas gracias la hospitalidad y atenciones – dijo ella y realmente sonaba sincera
P. Te voy a extrañar mucho, y tú sabes, cada vez estoy más viejo, no sé si esta se la ultima vez… – no terminó la frase porque se le quebró la voz
A. No digas eso papá, claro que habrá más oportunidades – dijo ella aunque en el fondo también pensaba que podría ser la última, por eso estaba especialmente complaciente con él.
P. Por eso te traje esto, espero te guste – le dio una cajita. Ella lo abrió y eran unos aretes de oro con una piedra, muy bonitos y seguramente caros.
A. Muchas gracias papá, no tienes porque darme esto, seguro son muy caros y tu economía ya no está para estos gastos – dijo ella
P. No te preocupes, vales eso y más, y más aun con lo feliz que me has hecho estos días.
A. Sabes que lo hago porque te quiero papá
P. Si lo sé, y yo también te lo doy con mucho amor, pero, sí gustas puedes agradecérmelo, ya sabes cómo – dijo él. Y en ese momento vino a la mente de Ana, cuando tenía 17 años y quería tener su carro para moverse, papá se lo dio, pero le dijo que esas cosas se las tenía que ganar, y fue cuando recibió la primera visita de papá en la noche. Desde entonces, le dio lo que pidió siempre, carro nuevo, ropa de marca, regalos, celulares caros. Pero pagó por cada uno de ellos con creces, saciando esas ganas de papá por carne joven. Esta vez estuvo a punto de decir que no, que ya le había pagado por adelantado, pero volvió a pensar que quizá sería la ultima vez, así que aceptó de manera sumisa, nuevamente.
A. Claro papá – dijo mientras se destapaba y empezaba a bajarse el cachetero.
P. No mi amor, ahorita no, vamos a desayunar, ponte linda y después nos vamos, sale?
A. Si, como digas papá
Y después del almuerzo, le dijo a mi suegra que le había llamado su hermano, que estaba fuera de la ciudad y que, si podía ir a darle una vuelta a su casa y regar sus plantas, así que iría un rato para allá, que regresaba para la comida y volteó a ver a Ana y le preguntó si lo acompañaba. Ella hizo ademán de pensarlo y su mamá enseguida le dijo que fuera para que pasara un rato con su papá, ya que al día siguiente se iba. Por lo que Ana dijo que sí, y se fueron.
Llegaron a casa del hermano de mi suegro, entraron y se fueron directo a la sala. Ana no notó que su papá llevaba una bolsa negra, hasta que se la dio y le pidió que se lo pusiera, ella accedió, se fue al baño a cambiar y regresó con una falda de colegiala extremadamente corta, apenas le alcanzaba a tapar el triangulo de la panocha y por atrás dejaba ver medias nalgas, un bra blanco casi transparente que dejaba ver claramente los pezones, y una tanga de hilo blanca que dejaba igual ver esa línea de pelo en su panocha. Cuando salió su papá ya estaba completamente desnudo, sentado en un sillón viéndola:
A. Parezco piruja así papá – dijo Ana medio molesta
P. Claro que no, te ves muy bien, muy sensual, anda date vuelta quiero verte toda – ella empezó a modelar el conjunto, se daba vueltas para que viera todo. Después, subió una pierna en la mesa de centro para mostrar su panocha, y justo en ese momento notó que su papá tenía una gran erección. Era una verga negra y bien parada, se le marcaban las venas como si fueran a explotar.
A. Pero papá que pasó? Como es que tienes una erección así? – Le pregunto sorprendida.
P. Me tomé una píldora para ayudarme, la verdad es que no quería que esta ultima vez fuera un fiasco como tantos otros que te he hecho pasar cuando no se me para.
A. Pero sabes que no puedes tomar eso, estás mal de corazón te puede hacer daño – dijo ella realmente preocupada.
P. Pues ven rápido, ayúdame para que se pase el efecto lo más rápido posible – le dijo él y así sentado se abrió de piernas dejando completamente a la vista ese animal.
Ella fue hacia él, se hinco justo en medio de sus piernas, y tomó con ambas manos la verga de papá, cerró los ojos y vino a su mente: las primeras visitas que le hacía de noche, solo se subía en ella y la penetraba hasta venirse, incluso ya traía el condón puesto, por lo que no era consciente del tamaño y forma de la verga de papá, hasta una vez que se quedaron a solas en casa, esa fue la primer vez que la hizo mamársela y fue cuando vio por primera vez esa verga en todo su esplendor, negra, venuda, y expulsando grandes chorros de semen que iban a dar a su cara.
Estaba sumida en esos recuerdos, cuando se dio cuenta ya tenía más de la mitad dentro de la boca y papá empujaba su cabeza hacia abajo para que se metiera aún más, estuvo mamándola, sobándola con una mano y con la otra acariciando los huevos como a papá le gustaba. Mientras el ahora si sabiéndose solos, gemía sin ningún disimulo y le decía frases como “mamas como una profesional mi amor” o “prométeme que no se la mamas así al tonto de tu marido” a lo que ella movía la cabeza negativamente. Y unos minutos después pasó lo que era muy común, sintió el climax venir, apenas le dio tiempo salirse y echarle, ahora sí, los chorros de semen en la cara y las tetas. Ana cerraba la boca y los ojos con fuerza, se notaba el desagrado, pero no le importaba a él, habían hecho un acuerdo, mientras no se viniera dentro de su boca, todo estaba bien. La única vez que lo hizo, ella se enojó con él y no quiso coger con él por un par de meses, y le dijo que a la siguiente no volvería a acceder a sus peticiones, él decidió no arriesgarse a ver si decía la verdad.
Ella se fue a limpiar, regresó y él seguía sentado, se masajeaba la verga que seguía teniendo dura. Vio a Ana y le pidió que se fuera a sentar a su lado, ella lo hizo, la empezó a besar mientras le metía la mano debajo del bra. Luego se concentró en la panocha, le subió una pierna a las de él para que se abriera bien, le hizo el triangulo de la tanga a un lado, se ensalivó los dedos y se los empezó a meter en la vagina. Ella solo cerraba los ojos, no podía creer que aún tuviera ganas. En un momento hizo ademan, de pararse para quitarse la tanga, pero papá le dijo que no, que se dejara todo el atuendo puesto, ella, como siempre, accedió. Él se paró por un instante, ella se iba a parar pero le dijo que no, se quedó sentada en el sillón, el solo la jaló para que quedara sentada justo en la orilla, le abrió las piernas lo más que pudo con ambas manos, se las abría y levantaba de tal forma que ella quedara recostada más que sentada, y dejaba al descubierto su vagina y su ano, el así sin soltarle las piernas bajó y empezó a lamer toda su panocha, y luego a recorrer la lengua desde el ano hasta la vagina, parecía niño comiendo helado. Ana nuevamente cerraba los ojos y apretaba la boca, en un claro signo de desagrado, pero aguantó el rato que papá estuvo saciando sus ganas. Después, él se acostó en un tapete que tenía la sala y le dijo:
P. Ven hija, quiero que me montes. – le dijo mientras se acostaba boca arriba y agarraba su verga, que ya menos erecta pero aún lo suficiente para ser montada.
A. sí papá, como quieres? De frente o de espaldas? – preguntó ella mientras se acerba a él y se empezaba a acomodar.
P. de espaldas, mi amor, quiero verte el culito rico, por cierto, tu marido no te lo coge?
A. No, sabe que no me gusta – respondió ella
P. que bueno, ese es solo mío, verdad mi amor? – le pregunto y ella solo movió la cabeza de manera afirmativa. Se volteo, se fue sentando poco a poco hasta llegar a la verga de papá, el con una mano deteniéndola de una nalga, con la otra ayudó a su verga a entrar, esta vez fue más fácil pues estaba aún lo suficientemente dura.
Ella se empezó a mover rítmicamente, apoyando sus manos en las piernas de él, mientras él con ambas manos le abría las nalgas y luego le metía en dedo, después de unos minutos así, le dijo:
P. Mi amor, no me quiero ir sin cogerte por el culito – dijo el ya sintiendo que estaba cerca el fin del momento.
A. Pero papá es que sabes que no me gusta, además no traes condón, es antihigiénico hacerlo así – dijo ella empezando a fastidiarse de todo eso
P. así mi amor, ya lo hemos hecho así en el pasado y no ha pasado nada, anda compláceme, es lo último.
A. espero que sí – dijo ella a secas.
Le pidió que, estando de rodillas se agachara, y pegara su cara a la alfombra, así tendría la máxima inclinación, le abrió las nalgas y dejó caer un chorro de saliva justo en el ano y con el dedo la esparció y le metió el dedo lo más que pudo. Ella se dejaba hacer, pero estaba a punto de llorar, le parecía abusivo y repulsivo eso que le hacía. Recordó el primer anal, ya a sus 19 años, estaba de perrito esperando la penetración de papá por la vagina, como siempre, cuando sintió un chorro de un fluido viscoso en su culo, le estaba preguntando a papá que hacía cuando sintió que la partían en dos, papá no se detuvo a pesar de los gritos de su princesa, aunque le pedía que parara, que le dolía, él seguía, por varios minutos hasta saciar su lujuria. Ese fue el costo de cambiar de carro.
Entonces su papá poco a poco le metió la verga, ella se quejaba y le decía que parara, pero parecía darle fuerza y empujaba más. Cuando por fin pudo meterlo todo, se empezó a mover mientras acariciaba sus nalgas, oír los gemidos de Ana, lo prendía aún más, sumado a que apretaba muy rico ese culito que no había sido cogido en más de una decada, se vino enseguida, sentía los espasmos de su verga llenando el culo de su princesa. Ambos lloraban en ese momento, él de felicidad y placer, tenía años de no disfrutar de una hembra de esa manera, ella de repulsión, tenía años de no ser tan usada por alguien…
Terminaron, se bañaron, fueron a casa tirando en el primer lugar que pudieron el traje de colegiala, pasaron el resto de la tarde en casa, al día siguiente Ana volvió a casa donde nos vimos después de dos semanas. Comimos, pasamos la tarde juntos, yo esperaba que no quisiera tener sexo, había estado muy ocupado con Karla (mi gordita favorita), y me había dejado agotado. Ana esperaba no tener que coger conmigo ni con nadie por varios días después de una semana de complacer a su papá. En la noche, nadie hizo intento de nada, y ambos dormimos aliviados, pero también con la duda ¿por qué no quiso tener sexo, después de dos semanas “sin nada”?
Fin.
Buena historia. El morbo más intenso se vive dentro de las familias…