Nadia, Natalia y yo segunda parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Jessica.velatti.
Bueno, este relato es una continuación, busquen el primero para que tengan mejor contexto, recordar el detalle de la pizza y de paso mi descripción física que no volveré a hacer.
En este relato voy a contar como un hombre que nunca había visto antes, con un nivel socioeconómico mucho más bajo al mío y con más años que yo, me volvió su esclava y me enseño el lugar que tengo como perra, sumisa, depósito de semen y objeto sexual.
Después de aquella noche de confesiones con mis amigas y de fiesta, vi al pizzero dos ocasiones después, pero en las dos estaban mis padres y lo único que hizo fue limitarse a verme con lujuria.
Supuse que solo recordaba esa noche y ya, nada especial o peligroso.
Después me dijo que se mantuvo atento a todos los pedidos para ir a los de mi casa él mismo.
La tercera vez que lo vi fue diferente.
Mis padres se habían ido a un funeral, no recuerdo de quien, no me interesaba, me habían dejado dos mil pesos como siempre que salían para cenar, pedí pizza.
No planeaba salir ni nada, solo comer pizza y ver tele.
Traía una lycra y una playera, me puse lo primero que encontré, me acababa de bañar, decidí no usar bra y por alguna razón del destino olvide que en esa pizzería trabajaba él.
Me hice una cola en el cabello y pedí la pizza.
Cuando llegan pedidos o visitas a mi privada los guardias marcan a la casa para confirmar, así que cuando me avisaron yo lo espere con la puerta abierta mientras iba preparando la mesa de la sala para comer y ver alguna película, así fue como entró.
Se dio cuenta que estaba sola y cerró la puerta, yo estaba agachada sobre la mesita acomodando un vaso cuando sentí un apretón durísimo en mi culo, me giré y lo vi.
Estaba a punto de gritarle cuando me tomó del cuello y me apretó, me llevó hasta una pared y me presionó contra ella.
Era muy fuerte.
El tenía 32 y yo 17, era moreno, delgado pero con brazos musculosos, tenía muchos tatuajes en todo su cuerpo, tenía un bigote negro, cabello grasoso y dientes chuecos.
Era tal vez el hombre más feo y apestoso que había visto.
Yo tomaba su brazo con las dos manos mientras me apretaba, tenía miedo, no podía respirar y me sentía indefensa.
Se acercó y me olió.
-Eres una putita maravillosa—me dijo—lo sé por aquella noche.
Se te nota que te encanta ser puta y que te usen.
Tengo un don para detectar a las más pendejas y putas, y tú y tus amigas me pusieron durísimo ese don—Dijo mientras se agarraba el pene por arriba del pantalón.
De pronto comenzó a desabrocharse—voy a disfrutar de tu cuerpo hoy y a ti te va a encantar, hoy te vas a dar cuenta de lo puta que eres.
Yo en realidad estaba aterrada, la palabra violación era lo único que estaba en mi cabeza, sin aun respirar y por la situación me petrifique.
Cuando saco su pene vino la segunda palabra importante en mi mente, dolor.
Era un pene enorme, el más grande que había visto hasta entonces.
Era un pene tan grande que, en un futuro, él nos ordenaba a Nadia, Natalia y a mi agarrarlo y cada una podía poner su puño alrededor de él, uno pegado a la otra y aun así quedaba libre su cabeza, es decir que media tres puños y una cabeza, también era gordo.
Y entonces llegó mi primera sorpresa del día, me moje, me excite al ver esa verga tan dura y grande.
Cuando noto que no dejaba de verla fue cuando me soltó, respiré con dificultad mientras tosía, pero no escapé.
Él me tomó de los hombros y me hizo hincarme con fuerza y su pene quedó frente a mis ojos, con una mano tomo mi cola de caballo y con la otra me dio golpes fuertes con su verga en la cara, a los primero tres no me moví, recibí cada golpe de su pene apenas haciendo una mueca, pero para el cuarto golpe recordé “violación” y metí las manos y grite.
El problema de mi colonia es que las casas son grandes y están rodeadas de jardín, los vecinos no escuchan mucho.
Cuando metí las manos él me sujeto de ellas con mucha fuerza y las tomó con una mano apretándomelas contra la pared, cuando la otra le quedo libre la uso para obligarme a abrir la boca y entonces metió su verga olorosa a la boca—chúpala perra o ya verás—me dijo y yo, a pesar de todo, lo hice.
Segunda sorpresa del día ¿Por qué lo hice? Porque lo ordeno.
Así de simple.
Mis pensamientos de terror y asco se esfumaron y simplemente había en mi mente una orden, chuparla, mientras lo hacía me di cuenta que había sido muy fácil para aceptar hacerlo.
También, mientras se la mamaba como podía, el sacó de la bolsa del pantalón una cuerda elástica, de esas que usan cuando quieren detener la circulación de las venas, y comenzó a amararme las manos.
Me levantó la playera por detrás de la cabeza para dejar mi senos expuestos—eres tan puta que ya estabas lista—me dijo mientras apretaba mis senos refiriéndose a que no tenía brasier.
Yo no dejaba de mamarla, dio unos pasos atrás para alejarse de la pared y aun mamándole la verga, me quitó el pantalón y el calzón.
Cuando estuve de rodillas, prácticamente desnuda y haciéndole una mamada comenzó a reír dijo—Tú no sabes cómo se mama esta verga—Y fue entonces cuando me tomo con las dos manos del cabello y empujo mi cabeza hacia su pene, entró todo, mi nariz raspaba su vello púbico.
Comenzó a follarme la boca tan duro y agresivo que casi vomito, sentí un dolor en la garganta y juraba que su verga llegaba a mi estómago—así puta—me decía—así se debe de hacer
Cuando saco su verga yo sentía que estaba morada por no respirar, salió de mi boca una gran cantidad de saliva y comencé a toser sin control.
Caí al suelo con la cara pues mis manos estaban atadas a mi espalda, entonces él se puso detrás de mí y levanto mi culo, yo aún estaba tosiendo con dificultad cuando sentí su verga en mi vagina, nada tan grande había entrado ahí antes, me dolió pero no grite porque seguía ahogándome.
Me comenzó a follar tan agresivamente que mi cachete se arrastraba en el suelo, me dolía y sentía cada vena de su miembro.
Cuando al fin respire bien y pude gritar no lo hice, de pronto ese dolor en mi vagina era tan delicioso que más bien gemía, olvide pedir ayuda, olvide la palabra violación y ahora estaba el placer, tercer sorpresa de la noche.
Mi novio nunca me había hecho sentir algo tan rico y me di cuenta, justo antes de comenzar a sentir orgasmos y perderme en el placer y dejar de pensar, justo antes recordé lo que este pizzero me había dicho: “a ti te va a encantar, hoy te vas a dar cuenta de lo puta que eres”
Me tomo del cabello y me jalaba hacia atrás mientras me follaba, cuando él estuvo a punto de terminar se levantó, me puso de rodillas y me dejó una enorme cantidad de leche en la cara, caliente y blanca—Límpiame la verga—Me dijo.
Comencé a chupársela de nuevo, recuerdo que esta vez intentaba meterlo lo más que podía—muy bien puta—él estaba de pie mirando mi cara llena de semen mientras le mamaba la verga con las manos atadas a mi espalda—Lo gozaste tanto porque eres una puta, tu solo estas aquí para darle placer a los hombres y por eso lo disfrutas.
Eres un objeto para llenar de leche—me decía mientras se la chupaba, yo ponía atención mientras trataba de hacer mi mejor mamada.
Comenzó a explicarme que él quería una esclava sexual y que eso solo era una prueba de lo que iba a pasar, me dijo que las mueres dejaban de pensar y preocuparse pues solo había na meta que cumplir, eso les facilitaba la vida.
Me explico todo lo que me haría y lo mucho que yo lo gozaría.
Mientras más hablaba más dura se le ponía hasta que se corrió de nuevo, esta vez en mi boca, me ordeno tragarlo y lo hice.
Se metió la verga y saco una hojita con su nombre y su teléfono, Javier, acercó su celular a mí y me dijo—di algo convincente para que parezca que fue tu idea coger.
-Javier, mi casa está sola, vienes a cogerme? Dije con la vos más sexosa que pude hacer
-Así demuestro que no te viole, págame la pizza
-En mi bolsa—Fue a mi bolsa, encontró mi cartera, saco los dos mil pesos y se los quedo
-tienes mi celular en esa hoja.
Piensa lo que te dije y cuando decidas ser mi puta, porque lo harás, llámame.
Te diré que hacer—Se acercó para agarrarme una vez más las tetas y darme un último apretón de nalgas y nalgadas y se fue.
Me dejó de rodillas, llena de leche y con las manos atadas.
Dejo la puerta abierta.
Cuando oí la moto irse me puse de pie y con el hombro cerré la puerta.
Tarde unos 20 minutos en desatarme y me fui a bañar.
Cuando me di cuenta días después que mi novio no me daba placer ni el consolador, le marque.
Él riendo me dijo que me pusiera la mejor lencería que tuviera, me pintara y arreglara y me dio su dirección.
Me sorprendí mucho al esforzarme por verme hermosa y rica para él, escogí una lencería negra de encaje, tome el auto y me fui.
Su barrio, porque eso era, un barrio, era de los más pobres en mi ciudad, su casa era chica, mal pintada y olía a caca de perro, pero aun así entre a su casa.
Pasa y desnúdate—me dijo yo entre y comencé a desabrocharme el cinturón cuando me di cuenta que no cerró la puerta—así se va a quedar.
Me dijo, tengo calor—Dijo y se fue a sentar en el sillón
Su casa era una sala comedor chica, al fondo había un cuarto y la cocina.
Nada más.
En la calle pasaba mucha gente y al lado de la puerta abierta estaba una ventana con las cortinas abiertas, así que me sentí muy expuesta cuando me quite la ropa y me quede en mi interior de encaje.
Me acerque a él y me comenzó a tocar—Mámame la verga—Ordeno y lo hice.
Mientras lo hacía comenzó a explicarme mejor y con más detalle de que se trataba, era mucho, cosas que no me imaginaba cuando escuchaba esclava o sumisa, también me dijo que quería que le ayudara a que Natalia y Nadia fueran suyas también.
Todo mientras se lo chupaba.
Algo que me explico es que lo más importante para mi iba ser pensar en complacerlo, en hacer todo por él y su placer, lo demás me lo guardo para no hacer el relato tan largo.
Al finalizar se corrió en mi cara, me ordeno no limpiarme la cara, después me dijo que mi obligación era limpiar su casa, barrer, trapear, lavar trastes, etc.
Me quede perpleja, jamas en mi vida había hecho eso, eso lo hacia la criada—Ahora tu eres mi criada.
Investiga cómo hacerlo pero no te vas hasta que acabes—así que busque la información desde mi celular, como trapear, como tender una cama, como hacer todo.
Lo hice en ropa interior y con la cara llena de leche.
Tuve que salir de la casa al patio delantero a llenar la cubeta.
Todos me vieron, hubo chiflidos y me dijeron cosas asquerosas.
Javier solo se reía.
Durante todo ese tiempo se la paso viendo partidos de futbol
Al terminar me dijo—aprende a cocinar, ya vete
No me vas a follar?—Le pregunte sorprendida
Cogerte es un regalo que debes ganarte—me respondió—ya vete.
Entonces me fui a mi casa, yo estaba cansada y tenía muchas ganas de sexo.
Mi novio ya no me complacía así que agarre mi consolador.
Descubrí que ya no me complacía tampoco.
Trate recordando aquella noche pero algo faltaba.
Pase tres días pensando en eso, con ganas de coger y sin que nada me complaciera.
Él no me marcó de nuevo.
Fue hasta que yo le marque desesperada y le pregunte si ya no me iba a ver.
Me respondía que no tenía ganas.
Cada día le marcaba y me decía que no tenía ganas de verme, mi calentura creció y creció hasta que finalmente en cuanto contesto le suplique, por favor follame, follame.
Viólame por favor.
Fue hasta que le rogué que aceptó.
Fui a su casa.
Me ató en su cama con el culo en alto y la cabeza al borde, lo brazos estirados atados a las patas dela cama.
Antes de darme una cogida monumental y deliciosa me dijo—me rogaste por que el sexo es tu vicio, es tu vicio porque es para lo único que sirves, solo tienes un uso y es ser penetrada.
Dime que eres mi puta, mi perra y para que sirves.
Soy tu puta, soy tu sucia perra y sirvo para que me uses y complacerte—Le dije.
Me sentí humillada y también muy excitada.
Me metió un pug anal, me folló la boca mientras me daba las nalgadas más duras que podía, me penetro la vagina, el culo, se vino cuatro o cinco veces en mi cara.
Se iba a tomar cerveza y regresaba a follarme, me mordía el culo, metió una botella a mi vagina y se fue a cenar, regreso a follarme de nuevo y cuando termino me desató, me llevo a la bañera y me empujo dentro, resbalé y caí, en el suelo me orino encima.
Jamás lo habían hecho y sentí asco, humillación pero no dije nada—báñate y vete—me ordeno.
Al salir él estaba dormido, en mi cartera faltaba mi dinero, me fui a mi casa mientras llegaba a una conclusión que jamás había llegado antes y jamás había imaginado: quería vivir así siempre.
Como ya está muy largo seguiré en otro relato, pensé que en este alcanzaría a contar como esclavizó también a mis amigas pero me extendí, lo siento.
Gracias y por favor comenten que les parece.
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