NO SABIA LA ENFERMEDAD DE MI MUJER, Y SI LA MIA.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Buenas esta será una historia muy melancólica que tuvimos mi mujer y yo, yo me llamo Juan hoy tengo 60 años, y mi mujer se llama María, y doy gracias en no haber tenido ningún hijo, nosotros nos casamos hace 35 años y todo fue bien hasta hace diez años.
Yo he seguido queriendo siempre a mi mujer, pero cada día la veía más fría en lo que se refería a la hora de la cama y otras cosas, llego la moda de ver películas como Sombra de Grey etc.
, era una moda un poco tonta ya que eso ha existido siempre, el tener Am@s, el ser Sumis@, o ser Eslav@s.
Siempre ha existido y ahora que era pecado el decir un piropo a una mujer o mirarla de una manera o sin querer tocarla, pues por nada era todo agresión a una mujer.
La cosa que mi mujer se fue al cine con sus amigas y vino contenta según ella Sombras de Grey le pareció fantástica, yo note en ella un pequeño cambio pero me calle.
Un día al venir de trabajar, vi a mi mujer distinta llevaba una bata clara y se le veía el sujetador y las bragas, yo entre en casa y no dije nada y ella acercándose a mi dijo.
María – La noche que me quieras, o el día que me quieras, solo habrá armonía entre nosotros siempre que me hagas algo de sexo como en la película de Grey, y he estado visitando páginas web por internet y he leído historias y he visto videos.
Juan – Eso es lo que ponen por internet, pero no es lo mismo verlo o leerlo que vivirlo, deberías ver más o leer más y hacerte como un diario, en aquello que ves y te gusta.
María – Ya sé que es lo que quiero, y quiero que fantasees con mi cuerpo, y hagas con él lo que quieras siempre que haya algo de Sado, Sumisión etc.
Juan – Y cuando deseas empezar o que empiece.
María – Sé que estos últimos años la cosa ha ido muy mal así que quiero empezar como si nos conociéramos de nuevo entre nosotros y tener alguna participación de amigas si así lo desean.
Juan – Lo veo bien, mañana nada más nos levantemos como es fin de semana iremos a la calle donde nos vimos por primera vez y entraremos al restaurante a cenar como la noche que nos conocimos.
Al siguiente día, nos levantamos y fuimos a donde conocí por primera vez a mi mujer, por su barrio allí vimos todo estaba cambiado, habían otras cafeterías, otras tiendas, el barrio estaba cambiado pero vimos el restaurante que nos conocimos que a un estaba abierto, y seguimos paseando y notaba la forma de en qué sonreía María.
Y me dijo
María – Me muero por tenerte junto a mí.
Yo calle y sabía que esa frase nunca la había dicho en años, y note un brillo de sus ojos, y note sus labios rojos, y vi cómo se los mordía de vez en cuando.
María – Quiero estar de nuevo como ayer, con ilusión, tal como ayer, ya que cuando salí de este barrio deje mi vida mi ilusión.
Es como si hubiera estado sola hace años sin tu amor, es sueño que tenía volver de nuevo a mi barrio.
Es como si hubiera dejado algo en este barrio, algo enterrado.
Mi mujer María la tenía muy melancólica, y no sabía a qué era esto.
Deseaba pasear por su barrio, deseaba algo de Masoquismo, Dominación, era muy extraño.
Pero seguí con ella deseaba saber hasta donde quería llegar.
Cuando llegaron las diez de la noche entramos en el restaurante y nos sentamos donde siempre lo hicimos de solteros, y al sentarnos María exclamo
María – “creo que no se puede pedir más “, lo nuestro lo supimos disfrutar.
Y quiero volver a lo de antes “no te alejes más de mi “.
Yo le di mi mano y mirándola le di un beso, y ahogado en un llanto la notaba como antes dije decaída.
La cena fue maravillosa y María empezó a recordar aquellos días de juventud, yo lo veía en sus ojos, pero en realidad no sabía lo que quería.
Ya nunca más quiero riñas, y el modo en que a veces me riñes quiero sea de otra manera, desde hoy quiero vivir así, pedí luego un vino de sangre de toro y mientras lo tomábamos vimos cómo la noche se acababa.
Y todo su encanto desaparecía.
Volvimos a casa y al llegar nos acostamos.
Al siguiente día me dijo que había quedado con unas amigas para desayunar, en casa.
(Nuestra casa está cerca de la playa o sea mirando hacia el mar).
Sobre las diez de la mañana llegaron las amigas de mi mujer, y puso unos cafés y unas pastas y se pusieron a hablar yo salí a mi despacho y estuve viendo historias y videos de los que mi mujer me dijo viera ella hace dos días.
En eso María me llamo deseaba presentarme a sus dos amigas fui a la salita y allí estaban la primera que me presento fue a
Rosa que llevaba un vestido de verano blanco sexy corto del vendaje sin mangas de la colmena vestido transparente.
Y la segunda
Milagros llevaba un vestido de retazos asimétrico con profundo escote y sin mangas y una falda blanca un palmo más allá de la rodilla, pero con una raja en su pierna derecha muy larga.
María me invito a sentarme con ellas y yo así lo hice entonces entablamos conversaciones y me entere que las dos eran unas mujeres que se separaron de sus maridos por el mal trato, pero que desde hacía unos meses deseaban tener relación con gente le gustara el BDSM, a consecuencia del boom que había tenido la película que antes comente, y otras cosas más.
Entonces entre las tres me explicaron lo que deseaba hacer y era tener un mini Club con gente que le gustara el BDSM, y llevarlo por internet pero claro estaba, que no sabían hacer una página web, y no sabían cómo empezar, y María les dijo que mi profesión era la de fotógrafo.
Y querían que en esa página web hubiera fotos, pero no fotos de otras personas si no de ellas.
Y claro esta echas por mí, la cosa yo la vi tentadora, pero claro esta seria de primeras como abrir un negocio y primero gastos etc.
María dijo que nuestra casa estaba bien ubicada teníamos cuatro habitaciones, un sótano y toda la playa para nosotros o sea que las fotos no será ningún problema.
Después de varias horas hablando les dije me describieran en papel aquello que deseaban y en una semana más o menos me lo dieran.
Así que así hicieron las tres se juntaban en mi casa, a hablar y yo mientras en una de las habitaciones tire la pared y junte dos habitaciones y de estas hice un estudio.
Después vino el sótano, lo arregle en forma de mazmorra en cosas que fui viendo por internet.
Compre alguna cosa y de cosas que habían en casa que no usábamos como muebles, fui bajándolos al sótano.
Cada vez lo mío lo tenía claro y llego un día en que ellas me trajeron en un pen aquello que deseaban yo encendí mi ordenador y lo estuve viendo con las tres, y a la media hora esto que veía lo pase por correo a un amigo, y le puse “no te rías quiero una página sobre esto “.
A los pocos minutos mi amigo (que no diré el nombre porque esa página a un sigue por internet), me contesto y su palabra fue ¿No me rio pero tú estás loco?, yo le dije ¿Puedes hacerlo o no? y su contestación fue si pero dame un mes lo mínimo.
Le di las gracias y entonces les dije a las tres vámonos de compras.
Cogí el coche y fuimos a un pueblo cerca de la ciudad el pueblo, es como si fuera un barrio chino a lo grande, que vendían de todo al por mayor y a tiendas.
Después de varias horas salimos con bastantes bolsas de ropa, y utensilios de BDSM, para lo que se refería sobre la fotografía.
Hablando con algunas tiendas me daban treinta días para devolver la ropa y todo aquello que no fuera utilizado.
Total lo veía bien ya que alguna ropa era para quedarnos pero otra era para fotografiar y devolver así que les dije el lunes hay sesión de fotos os quiero aquí a las tres a las nueve de la mañana.
A las nueve estaban allí entonces bajamos al sótano y empecé por:
María: que se vistió con un corpiño cultivo, top `ajustado largo hasta los tobillos y en su mano un látigo de cuero color negro.
Rosa: que se vistió con un mono de látex de manga larga y con leotardos y el body transparente y en sus manos unas correas.
Milagros: vestido de lencería de encaje negro con tanga y en sus manos puños unas esposas.
Después de la sesión de fotos, estuvimos viendo los resultados y de cada una elegí cinco fotos y por correo se las mande a mi amigo el cual tenía el 80 % terminada la página web, y a las dos semanas recibí un WhatsApp de mi amigo entra aquí.
Era una página a estilo de nube para unos días y luego la haría de pago nos costaría 50 €, al año, entre y vi una página de BDSM a nombre de María y en pequeño ponía los nombres de Rosa y Milagros el total era de unas cinco páginas de momento, y cada una tenía su página por separado y cada una tenía sus fotos en su página, les dije a las tres que mantendría las fotos un mes y según viera la entrada a la página las fotos con más botos serian dejadas y las demás serian quitadas y repuestas por otras, así lo hicimos.
Al cabo de unos días la más votada era Milagros con su lencería y luego mi amigo nos propuso hacer video ya que los que entraban deseaban ver video.
Claro está que esto sería un gasto más.
Nos volvimos a sentar y lo hablamos, conclusión de ellas fue deseamos llegar a todo a tope, pero claro era entrar en el BDSM al 100%.
Lo único que se me ocurrió fue decir vestiros y vámonos a un club de BDSM o vámonos a un intercambio de parejas.
Y así lo hicimos cogimos el coche ellas se vistieron con ropa que compramos en los chinos y acabamos en un club de intercambio allí había dos zonas
1º la de tomar algo y mirar
2º la de poder entrar en alguna sala, pero claro estaba que al entrar se debía participar.
Así que escogimos la 1º, sobre las cuatro de la madrugada lleve a Rosa y Milagros cada una a su casa y María y yo nos fuimos para la playa.
A nuestra casa.
Al llegar María me dijo que cogiera mi cámara y fuéramos a la playa y le hiciera fotos semi desnuda.
De cintura para arriba y así lo hice fui a casa cogí la cámara y bajamos a la playa eran las cinco la madrugada tontín tonteando estuve haciéndole fotos hasta las ocho de la madrugada y luego a casa, descargue las fotos en mi portátil y luego fui a la cama, allí me esperaba desnuda María yo me desnude también y jugamos hasta quedarnos dormidos.
Sobre las once de la mañana María recibió un WhatsApp, prepara el almuerzo vamos para allá era de Rosa.
Sobre las once vinieron y almorzaron con María, y estuvieron hablando del tema que vieron por la noche en el club de cambio de parejas, y mientras yo estaba en mi despacho con mi amigo, pues ya había colgado la página web en un sitio de pago y estaba enseñándome a como yo podía poner las fotos sin su ayuda.
Y a retocar yo la página un poco por encima.
Sobre media hora después salí de mi despacho y le dije a María hiciera la comida para mi amigo, para ella y para mí ya que mi amigo se quedaba a comer y entonces es cuando vi a Rosa y Milagros, y María les dijo que si deseaban podían quedarse a comer y así verían las fotos que yo les hice por la noche.
A lo que las dos dijeron que sí.
Comimos los cinco y el tema era siempre el mismo, las fotografías, la página web y nunca se habló de lo que ella vinieron a hablar con María, luego tómanos el café y mi amigo dijo debía irse ya que había quedado con otros amigos y nada más irse el.
Yo saque mi portátil al comedor lo enchufe al televisor y enseñe las fotografías que había elegido para la página web de María, ella se alegró al verlas y las dos amigas se sorprendieron a ver a María desnuda de cintura para arriba y alguna que estaba desnuda y le fotografié viéndose el cuerpo y su tanga.
Después de esto las tres me miraron y me dijeron que deseaban ser mis sumisas.
Esto me pillo a mí de sorpresa una cosa que deseaba de mi mujer algún cambio ya que nuestra relación estaba al borde y mira por donde no dijo mi mujer que sí, si no sus amigas lo deseaba por el mantenimiento de una página web, según ellas.
Sin pensarlo dos veces mande a Rosa y Milagros se desnudaran deseaba ver su cuerpo como hombre y no como fotógrafo, les dije a las dos lo mismo que su coño seria rasurado como también sería el de mi mujer, y las tres no se negaron y con una afirmación de hombros fue como decir que si, luego les dije que en casa siempre deseaba verlas desnudas, a no ser que estemos en una sesión fotográfica.
Y luego les dije que no deseaba hacer ningún video de BDSM, ya que la página se mantenía bien con las fotos, ellas asintieron y se dio por cerrado.
Las lleve a una habitación y les dije que desde hoy en cuanto lleguéis a casa aquí en estos cajones dejareis vuestra ropa e iréis desnudas por la casa.
Si voy por la calle y yo no digo nada yo caminare y vosotras me seguiréis a un metro de mí, y si dijera de acostarnos en el mismo lecho así seria, y si me sentara me gustaría se me mimara masajeando mis pies, esperaba que confiaran en mí ya que tengo todo un mundo de BDSM guardado para las tres y con amores os vestiré y os llevare por la calle con ropa que compramos.
Y debemos mirar que si yo soy vuestro Amo, donde quiera que yo este, allí quiero que vosotras estéis, y así se forjara nuestra historia, y esa será nuestra historia desde hoy.
Quedaron las tres mirándose y María dijo:
María – La página web lleva tres meses y estamos recibiendo bastante dinero para ser principiantes, espero seguir así y si esto quiere decir que debemos estar más juntas.
Yo desde hoy deseo que además de ser mi marido seas mi Señor, y mi trates como tu sumisa y eso se exprese en la fotografía.
Rosa y Milagros se levantaron y recogieron su ropa y fueron hacia la habitación donde dije y la dejaron en sendos cajones, María fue a la habitación de matrimonio y desnudándose.
Las tres acudieron al comedor desnudas, yo cogí mi cámara y las lleve al sótano o mazmorra según se mire, ellas no habían estado nunca abajo desde que me puse arreglarla, al bajar comprobaron como en una esquina de un mueble hice una Cruz de San Andrés y en el centro había un potro, y en la otra esquina vieron una cama ancha para las tres, era una cama de bondage, y con una jaula grande debajo de la cama, hecha de madera dura, la cama era de colchón más grande que el de coronación, claro está no había colchón ya que si dormían dormirían sin colchón y en los pies había un respaldo de castigo donde se metería la cabeza y al lado izquierdo y derecho unos agujeros donde pondrían sus muñecas o brazos.
Y tres sillas viejas de madera, que estaban muy sucias.
Y juntando las tres sillas les dije se pusieran dencima de ellas de rodillas y me puse hacer fotos, y a la media hora cogí una fusta y empecé por María, y seguí por Rosa y les iva dando dos azotes a cada una con la fusta.
Esto ellas no se lo esperaron y me miraron con asombro pero no dijeron nada a los diez minutos vi como el culo de las tres estaba bien rojizo y volví a coger la cámara y volví hacerles fotos, después seguí dándole azotes esta vez cuatro a cada una y vuelta a hacer fotos a las tres juntas y por separado, luego seguí en lo mismo pero esta vez seis azotes, las caras de ellas pedían algo más, volví de nuevo a hacerles fotos y entonces las mande se echaran en la cama mientras subía un momento al portátil, allí retoque las fotos y puse en la página web dos fotos de cada una en su página, y puse escrito antes y después.
La primera foto fue estando arrodillada y sin haberles pegado con la fusta y la segunda fue cuando les había pegado seis veces.
A los pocos segundos de meter las fotos la gente deseaba más, las habían visto con ropa de BDSM, con ropa interior y habían visto a María desnuda de cintura para arriba pero estas fotos hacían que la página web ardiera.
Así que baje con el portátil para enseñarles la página web a las tres, y cuál fue mi sorpresas que vi a las tres echadas una en otra tocándose y jugando entre ellas.
Vi como Rosa le pedía a María que se sentara más delante de la cama, (casi en el borde), y Rosa se sentó atrás de María separando bien sus piernas.
Evidentemente que no había lugar para las dos, así que Rosa quedó con su sexo pegado a las nalgas de María, incluso le dijo que se sentara más atrás que iba a caerse.
Lógicamente María termino prácticamente sentándose en su pubis.
Yo vi que sus nalgas encajaban perfectamente en la entrepierna de Rosa.
Pasando sus brazos por el cuerpo de María, se puso a tocar el cuerpo de María, y Rosa le dijo a María que estuviera atenta y que lo hiciera luego igual que ella.
Yo me apresure y estuve haciendo fotos mientras Milagros se masturbaba.
María miraba a Rosa atentamente porque quería seguir el ritmo que ella llevaba.
Prácticamente Rosa tenía abrazada a María.
En cuanto terminó de tocar a María, rozó sus pechos con sus antebrazos, y sin darse cuenta, estaba Rosa mirando los senos y los pezones de María y se les habían puesto duros a las dos.
Rosa dijo:
Rosa – "María, cómo han crecido, mira qué senos que tienes, ¿qué te ocurre que tienes los pezones tan duros?
María se quedó muda, estaba concentrada en lo que había hecho Rosa y además no sabía qué decirle.
La verdad es que no sabía María por qué se le habían puesto los pezones así.
María dijo supongo que fue porque me los rozaste.
Es una de las partes de mi cuerpo más débil.
Yo a lo único que atino María fue a tapárselos con ambas manos, con un poco de vergüenza
Yo seguía haciendo fotografías y vi como María seguía sentada en su pubis, prácticamente su sexo estaba casi incrustado en su hueso pélvico.
Me llamó la atención cómo había empezado a respirar agitadamente Rosa, estaba respirando fuerte en la nuca de María y yo haciendo fotografías sentía el viento de su aliento que le producía una cosa extraña en el cuello de María.
E inmediatamente puso sus manos Rosa entre los pezones de María que estaban verdaderamente duros.
Le preguntó Rosa, si le dolían y María le dijo que sí.
Era verdad, parecía que algo iba a salir por ellos.
Rosa dijo no te asustes.
Apoyó sus manos en los senos de María, y empezó a acariciar los pezones.
María respiraba cada vez en forma más agitada.
El aliento de Rosa en el cuello de María le hizo erizar, su piel era la piel de una gallina.
María no sabía entonces qué le ocurría, (hoy si lo sabe), pero se sentía estremecer cuando Rosa corrió su pelo largo hacia un costado y empezó a pasar la punta de su lengua sobre la nuca y el cuello de María.
María se sentía fresca, y traspirada y empezó a gustarle esa frescura que no sabía de qué se trataba, pero al fin y al cabo, era su amiga y la conocía desde hace años, prácticamente toda la familia de María conocía a Rosa.
Rosa no conforme con pasar su lengua sobre María, empezó a darle pequeños mordiscos en el cuello, Rosa empezó a masajear los pechos más fuertes de María, y ella empezó a sentir como refregaba su sexo entre las nalgas.
Rosa dejó los pechos de María y llevó sus dos manos a sus muslos, y su mano derecha la empezó a meter entre sus piernas.
Entonces María sintió como toda la mano de Rosa se apoderaba de su entrepierna y casi naturalmente y sin darse cuenta, apoyo con firmeza sus piernas en el suelo hasta quedar casi parada.
María se sorprendió al sentirme tan mojada.
Es cierto, estaba empapada y eso hacía tiempo que no lo notaba María conmigo, pero se notaba como le daba un poco de vergüenza Luego de pasar unas cuantas veces su mano Rosa por entre las piernas y empezar a lamerme su espalda haciendo que se le pusiera la piel más erizada todavía, metió el dedo por debajo de la pierna y empezó suavemente a recorrer su sexo.
Yo no sabía si pararlo o seguía fotografiándolo, Milagros seguía con lo suyo, yo creo que se había corrido por lo menos dos veces.
Rosa llegó a ese lugar que María había descubierto que si me lo tocaba sentía muchas cosas lindas hasta llegar un momento de placer indescriptible, y ya no pudo seguir sentada sino que se paró delante de Rosa
María noto que estaba teniendo un orgasmo impresionante.
Rosa empezó a besar las nalgas de María, mientras su dedo de la mano derecha seguía jugando en ése lugar que ella había descubierto que le desmoronaba en una catarata de placer.
Rosa se paró, le dio vuelta en forma brusca a María y le metió la lengua en la boca mientras la tomaba las nalgas con ambas manos acariciándolas, a veces con las dos, y a veces una se desviaba y se metía entre las piernas como si quisiera levantarla por el aire, cosa que casi logra.
María no tuvo más remedio que abrazarla por el cuello, sino corría el riesgo de caerse.
María tiro al suelo a María siempre abrazada a ella mientras le tocaba todo lo que pudiese tocar y ya no le besaba sino que la lamía la cara, el cuello, los pechos, todo lo que pudiera lamer en el camino.
Vi como cayó de espaldas al suelo y Rosa y María quedaron desnudas una frente a la otra.
El pelo de María quedo enredado en la mano de Rosa y empezó a lamerme desde el cuello hasta los pechos.
Termino María sacándose ella misma la mano de Rosa porque estaba tirándome del pelo, y Rosa con ambas manos apretó los pechos de María como si quisiera juntarlos y empezó a lamer sus pezones en forma frenética.
Los lamía en círculos recorriendo la aureola y dándole pequeños mordiscos en los pezones que parecían que iban a salirse de su sitio.
María sentía pequeñas convulsiones entre sus piernas, estaba tremendamente mojada y estaba bañada en sudor por el calor que tenía, y por el calor que me transmitía el cuerpo de Rosa arriba mío.
Rosa dejó de chupar los pechos de María, y fue con su lengua lamiéndome la barriga, el ombligo.
Empezó a darle besos sobre la barriga, y cuando llego a la altura de su entrepierna, empezó a jugar con su lengua recorriendo el sexo como podía.
María seguía en el suelo boca arriba y tenía sus manos en una posición defensiva, de miedo.
Debo confesar que lo hacía Rosa a María le gustaba pero le daba mucho miedo.
El corazón de María latía a mil por hora, y sentía como le golpeaba el pecho.
María tenía todo su cuerpo empapado, ya había tenido dos orgasmos sin saber exactamente qué era lo que le estaba ocurriendo.
Era una sensación de placer hermosa que cuando se me producía quería sentirla más y más veces.
María siempre se masturbaba mucho y de hecho lo hacía con frecuencia.
Cada oportunidad que tenía, intentaba tener de esas sensaciones más de una vez.
Por cierto, las oportunidades nunca eran muchas.
Rosa se puso de rodillas, levantó las piernas arqueando las rodillas, y empezó a lamer los muslos de María.
Los mismos golpes que sentía en el pecho, los sentía en la parte superior de su sexo.
María noto su clítoris que estaba hinchado y pronto para recibir su merecido tratamiento.
Rosa fue bajando con su lengua por sus piernas, hasta que llegó nuevamente a su sexo.
A esta altura los jugos vaginales de María corrían por su vagina hacia abajo, se paraban en su ano y empapaban el suelo.
Realmente María estaba dejando un verdadero charco en el suelo.
Rosa separó con mucho cuidado sus labios vaginales.
Con su mano izquierda separó los labios que recubren el clítoris y empezó a darle pequeños toques con la punta de su lengua.
Recuerdo que veía a María como saltaba de placer.
Tanto que Rosa le pidió que se me quedara quieta.
Que no se moviera tanto.
Rosa tomo el clítoris de María con el labio inferior de su boca mientras que con la lengua lo levantaba y lo acariciaba.
Lo tenía aprisionado.
Tres veces seguidas sintió esos espasmos tan lindos, espasmos a los que después les llamaría orgasmos.
Luego Rosa tomó su clítoris entre ambos labios y los apretó, como si quisiera mordérselos, y en forma frenética empezó a mover su lengua de izquierda a derecha a una velocidad alucinante.
María empezó a retorcerse en el suelo, sentía su vientre como si estuviera hinchado, y lo que tenía en la vagina eran verdaderas convulsiones.
Sentía además dolor en los ovarios, esto era porque me había excitado mucho.
Cada vez que María sentía los espasmos, Rosa seguía jugando con su lengua y le hacía pegar saltos en el suelo, y luego violentamente Rosa acomodaba a su gusto y antojo para seguir chupándole.
El calor era insoportable, el suelo estaba empapado con nuestro sudor y mi jugo, así que Rosa decidió que me pusiera de rodillas, mirando hacia la pared.
Esta vez fue Rosa la que se acostó boca arriba, y metió nuevamente su cabeza entre las piernas de María.
La tomó de la cintura y le dijo que bajara su sexo hasta su boca.
Nuevamente me tomó el clítoris entre los labios y empezó a jugar con su lengua.
Esta vez la tenía agarrada de las nalgas y tiraba hacia los costados abriéndoselas, lo que le producía un fuerte dolor, pero gustoso.
Sentido como con su dedo mayor de la mano derecha acariciaba en círculos su ano como si quisiera meterme su dedo pero sin hacerlo, hasta allí había llegado mi jugo, y esa zona era una rara mezcla de sudor y jugo.
Rosa la tenía aprisionada, cada orgasmo que le dejaba dando saltitos promovía que Rosa le sujetara con más fuerza como para no dejar de lamer su sexo en forma ensañada.
Rosa pidió a María que se cambiara de lugar, y a su vez le pidió que empezara a hacerle las mismas cosas que ella le había hecho.
María incorporo, se dio media vuelta, apoyo su sexo nuevamente en la cara de Rosa, y ella con sus manos empujó la cabeza de María hasta su sexo.
Con su mano izquierda pude ver como se separaba la carne para que su clítoris quedara al descubierto.
Con su mano derecha empezó a acariciarse y Rosa le dijo a María que así debía hacerle ella con su lengua.
Pudo ver que su jugo era blanco y espeso el de Rosa.
Estaba tanto o más mojada que el de María.
Torpemente María puso su cabeza tratando de tomarle el clítoris con su boca, y recuerdo que hundió su nariz en su sexo lo que le aterró porque con sus jugos se le tapó la nariz y no podía respirar.
Sé que Rosa tuvo un orgasmo, y lógicamente María tuvo otro.
Después de esto las mande a las tres a la ducha y no dije nada a María, Rosa y Milagros se vistieron y se fueron cada una a su casa yo me quede con María y después de cenar María se fue a la cama estaba cansada yo me quede viendo las fotos y sobre la una de la madrugada puse otras cinco fotos nuevas en la página de Rosa y otras cinco fotos nuevas en la página de María y en la página de Milagros puse dos fotos masturbándose.
Cerré el portátil y fui a la cama esperando ver al siguiente día, como había sido la entrada a la página web del público.
Al siguiente día nada más levantarme, María ya estaba levantada y haciendo el desayuno, yo fui a mi despacho y encendí el portátil y vi como en la página de las ultimas fotos tomadas, que fueron las de Rosa y María habían entrado pocas personas y en Milagros entraron más y la gente escribía que eso era fotografías de lesbianismo y no de BDSM, yo creo que tenían razón así que las deje y coloque otras fotografías donde Rosa le pegaba algunas palmadas a María mientras jugaba con ella, pero con la cosa de quitarlas una semana después.
Después me dirigí a la cocina a desayunar con María y tener una conversación con ella.
Juan – Hola María buenos días, dime que ocurrió ayer.
María – No lo sé entre Rosa y yo hubo algo con tendencia y me hizo recordar y me hizo como si fuera yo misma, es como si yo hubiera sido otra algo oculto en mí, creo que fue una idea genial echarse en mí, pero eso no costo el olvidarte, tuve unos encantos con ella y una sensatez, lo que si note que me costó un rato hacer cosas sin querer, y aunque fui yo quien decidió que ya no más, no podía parar y en mis pensamientos me canse de jurarme que no habría una segunda vez.
Y si me has visto así de fría es que deseo decirte algo que lo se hace días y no me he atrevido y por eso estoy tan extraña y fría contigo.
Y sin decir más María se levantó, y fue hacia la habitación de matrimonio y trajo en su mano una hoja, me la dio y vi que era del médico, María tenía cáncer.
Juan – Y esto desde cuando lo sabes.
María – Hace unos años había una probabilidad, y saberlo con certeza hace dos semanas, Rosa y Milagros lo sabían pero no quería yo que te dijeran nada.
Quiero hacer una vida normal, hasta que esto termine.
Según el médico es un mes, un año o dos años.
Juan – Yo tenía intención de llevarte al sótano y encerrarte debajo la cama en la jaula por compórtate como lo hiciste con Rosa, y ahora me has dejado como petrificado.
María – Amo has lo que tu creas bien, ya te he dicho que deseo tener una vida normal y ser tu esclava desde que hemos comenzado a hacer nuestra página, deseo tener castigos como en la película de Grey ya que después puede venir cosas mejores.
Juan – Entonces dame tu móvil, y termina de desayunar y te llevare a la jaula, y allí estarás encerrada hasta que decida sacarte.
María – Si Amo, gracias Amo por tu compresión.
Cuando María termino, de desayunar la lleve a la jaula y desnuda como estaba, entro en ella.
Y yo subí a la casa cogí mi portátil y los móviles y me fui a la playa, allí me senté sobre la arena y estuve viendo la página web, las fotos habían subido algo más, y empecé a pensar como tener contenta a María, en lo que le quedara de vida.
Ella deseaba castigos y placeres, pero yo no era muy de placeres, así que entre en varios videos de BDSM y estuve mirando, varios y ley alguna historia que otra, claro está que las historias el 90% eran historias de fantasía.
Al poco tiempo sonó el móvil de María, y era Milagros, yo conteste y la primera frase de Milagros fue
Milagros – Pasa algo que has cogido tú el móvil.
Yo medio enfadado dije con voz de pocos amigos.
Juan – Que has dicho.
Milagros – Perdón Amo pasa algo que has cogido el móvil tú.
Juan – No pasa nada, María la tengo castigada en la jaula por tener relación con Rosa, sin pedirme permiso.
Lo mismo que castigare a Rosa por tener relación con María y para ti lo mismo por masturbarte sin mi permiso.
Milagros – Lo siento Amo, no pude resistirme al ver a Rosa y María jugar.
No lo volveré hacer sin tu permiso.
Juan – Llama a Rosa y en veinte minutos os espero, estoy en la playa.
Venir en ropa corta y escotada.
Pasearemos por la playa, quiero hablar con las dos.
Milagros – Si Amo así lo hare.
Milagros colgó el móvil y sobre media hora después las tenía a las dos, enfrente de mí, me levante y pegándole unas palmadas en su trasero, para seccionarme que no llevaban ropa interior les mande pasear conmigo.
Les pregunte por su vida, por sus ex maridos etc.
A lo que las dos contestaron
Milagros – Amo si pudiera olvidar todo aquello que fui y pase, si pudiera borrar todo lo que yo vi, creo que podría volver a reír de nuevo.
Rosa – Yo Amo, si yo pudiera explicar las veces que quise quitarme la vida, si pudiera quemaría todo aquello que quise usar para quitarme la vida.
Sobre todo las pastillas.
Y dijo como Milagros y creo que podría reír de nuevo.
Cuando nos conocimos las dos y conocimos a María prometimos vivir en alegría, y escarmentar de esa experiencia que tuvimos, pero nunca más tener esa violencia que tuvieron con nosotras.
Y si pudiera olvidar aquellas horas de llanto, y apartarlo de nosotras.
Juan – Pero según vosotras habéis tenido las dos una vida cruel en el tiempo que habéis estado casadas y por qué hoy deseáis ser Sumisas, y Esclavas.
Deseamos las dos entrar en este juego, Amo y tener una vida así y no ser manipuladas por la forma que lo hacían nuestros maridos.
Juan – Hoy me entere de la enfermedad de María y yo la metí en la jaula por qué es lo que yo creía necesario, y María me lo agradeció.
Y quería meteros a las dos también.
Por la forma de comportaros ayer.
Lo hemos hablado Milagros y yo Amo, y hemos visto que hicimos mal, y si tú crees que esto nos llevas a las jaula lo merecemos.
Juan – Eso es lo que esperaba hacer ahora cuando lleguemos a casa.
Y paseando íbamos para la casa, al llegar a casa les dije dejaran su ropa en los cajones de la habitación como siempre y desnudas las lleve al sótano.
Las metí en la jaula con María.
Y fui arriba a por la cámara e hice unas cuantas fotos.
A la media hora estaba en mi despacho retocando las fotos y poniéndolas en la página web, las fotos de María y Rosa habían subido algo, pero yo deseaba quitarlas porque no eran fotos de BDSM, así que a las próximas fotos que pusiera quitaría las fotos de María y Rosa, exceptuando las que Rosa pega en el trasero a María con su mano.
A las dos horas subí a las tres y les mande se ducharan y luego comenzaran a hacer la comida.
Y así lo hicieron, la mañana paso enseguida y nada más terminar de comer María preparo café y después de tomarlo, fregaron entre las tres y les dije se vistieran, pues de nuevo íbamos a salir esta vez de nuevo al barrio de María.
María se puso un vestido de verano de playa, de tirantes de lino, corto y espalda descubierta sin nada abajo.
Rosa se puso un vestido estilo caliente roto de manga larga y escote en forma de V, color blanco.
Sin nada abajo
Milagros se puso un vestido de verano de encaje blanco de lápiz con agujeros finos y le llegaba a un palmo de la rodilla y la espalda abierta, sin nada abajo
Salimos los cuatro y dije yo.
Juan – Esta vez no cogeremos el coche quiero que la gente os vea tal cual como vais vestidas, y como dije iréis a medio metro detrás de mí.
A no ser que diga lo contrario y vayáis a medio metro delante de mí, para veros y mirar a la gente lo que opina y os dice.
Fuimos andando una media hora y entonces les dije cambiaran de posición al llegar al barrio de María, ellas se pusieron delante de mí, y fuimos paseando por donde María deseo, ella iva enseñando a Rosa y Milagros, los sitios donde iva de joven, los jardines donde jugaba.
Les deje hicieran lo que deseaban, y veía como se exhibían delante de los hombres y escuchaban los elogios de algunas mujeres.
Sobre las seis de la tarde les dije de ir a una cafetería y allí tomamos unos refrescos, y al sentarse les mande a las tres que su vestido estuviera lo más subido posible, enseñando bien las piernas, la única que no podía enseñar mucho era Milagros por tenerlo casi en la rodilla, pero si se le notaba sus pezones por esos agujeros que llevaba su vestido.
Terminada la merienda mande a María fuera a pagar y realzase su pecho al dar el dinero, y luego volveríamos a casa, a la hora estábamos en casa y las tres se desnudaron y viniendo María a mí y detrás estaban Rosa y Milagros.
María quería decirme una cosa.
Yo le di permiso y María dijo.
María – Amo estando en la jaula he pensado que mi enfermedad no se lo corta o larga que será así que deseo, que cuando yo fallezca Rosa y Milagros estén aquí contigo.
Juan – Es una cosa que debo pensarme, pero sabes que aquí hay habitaciones para ellas, pueden venir y quedarse cuando deseen, además en casa están solas, cada una en su casa y aquí estaréis las tres juntas.
María – Gracias Amo, en nombre de las tres.
Juan – Ahora hacer la cena que luego deseo tener una sesión de fotografía y otra de Dominación con las tres.
Las tres dijeron Si Amo.
Y se fueron hacia la cocina, yo como siempre fui al despacho a ver como iva la página web.
La página web había subido de gente otros nuevos entraron, pero las fotos de Rosa y María eran las menos votadas por tener relación con ser de lesbianas, entonces pensé en hacer hoy nuevas fotos y borrar las de Rosa y María.
Rosa me llamo para ir a cenar y luego desnudas como estaban las baje al sótano y la primera que llame fue a María que la coloque en la Cruz de San Andrés.
De cara mirándome.
Después de hacer una fotos desnudas con los brazos en cruces, la primera prueba fue saber su resistencia así que la ate a la cruz de san Andrés y cogiendo una vara empezare a azotarla, notaba como cada vez que dejaba caer la vara, la vara se marcaba en su piel y las lágrimas escurrían por la cara de María pero aguantaba, cada azote dejaba una marca en sus muslos y sus tetas, estas marcada le dije y por tus gritos y lágrimas sé que te está doliendo el castigo pero veo que resistes y mantienes el cuerpo hasta que termino de azotarle y volví hacerle de nuevo fotos con las marcas, las marcas quedan ahí rojas y algunas hasta ya están moradas pero ella mantuvo la cabeza erguida y me dijo.
María – Espero que quedes orgulloso de mi Amo.
La tome de la cara y mirándola a los ojos te dije
Juan – Claro que estoy orgulloso de ti, si yo te iré formando.
Y desatándola la lleve dentro de la jaula.
Después fui hacia Rosa que estaba desnuda también y el ate a la mesa de los brazos y piernas y le dije.
Juan – Vas a recibir un baño de cera por tu cuerpo, encendí las velas de colores y deje que se fuera formando el líquido de la cera , mientras la cera está en su punto iva fotografiándola, después me agache y empecé a lamerte su raja mi lengua se movía por su raja y la voy abriendo mientras la subo por toda la raja hasta llegar al clítoris, le chupo con los labios estirando todo y lo presiono entre mis labios lo suelto, escupo su raja y mientras vuelvo a chupar su clítoris metí mis dedos y empecé a frotarte hasta que se corrió con mi permiso, chorros escurren por su raja y se retorcía mientras sigo chupándole el clítoris, cuando dejo de correrse tomo dos velas y dejo que la cera empiece a cubrir sus tetas, gemía al sentir el calor de la cera, cubrí su vientre y ella me dijo
Rosa -Me gusta sentir la cera, me excita Amo.
Bañe tus muslos y dejo un rato las velas mientras veo como disfrutas el baño de cera que te hice, tomo tu raja entre mi mano y la presiono, siento como se me resbala de tan mojada que esta, la toco y la azoto con mi mano me gusta el sonido de tu raja encharcada y babosa con la palma de mi mano que se mueve rápida y con firmeza sobre tu raja, tu gimes de dolor y de excitación, te suelto y te ordeno que te pongas a cuatro patas, fui a bañar su espalda y sus nalgas de cera, le coloque las velas y fui marcando el camino sobre su cuerpo, ella gemía y sacudía su cuerpo al sentir la cera bañarle, me gusta oírle gemir y saber que se excita lo que te hago.
La desate y la lleve a la jaula con María.
Y cogiendo a Milagros le di unas azotainas en sus tetas y cuando estaban algo coloradas es cuando la fotografié, y seguidamente coloque una serie de pinzas en todo el cuerpo el mayor contenido de pinzas que pude, tú me dijiste.
Milagros – Amo me gustaría parecer un muestrario de pinzas colócamelas de todos los colores y sabores.
Esas fueron sus palabras, coloque también en los costados dos tiras de pinzas con cinta para hacerte sentir ese dolor que tanto disfrutaba, le coloque pinzas en las tetas haciendo el arco iris sobre ellas y colocando en los pezones también, le hice estirar sus brazos y también los adorne, pase a su raja y la adorne con pinzas de colores.
Juan – Pareces un camaleón de tantos colores que tienes en el cuerpo.
Mande sacaras la lengua y ahí también coloque pinzas seis pinzas en tu lengua y en los dedos de las manos, ahora solo me falta colocarte las pinzas hilvanadas en los costados, las pongo en tu cuerpo y ya estás bien adornada con pinzas en todo tu cuerpo, tu gimes y cuando sacudo tu cuerpo y se mueven las pinzas solo chorreas un poco más de baba que te escurre de la boca a causa de las pinzas que tienes en la lengua, te deje ahí adornada y me senté a admirarte como luces con todo el cuerpo cubierto con pinzas, luces esplendorosa, cuando ya decido quitarte las pinzas empiezo por las de la lengua tú la sacudes, tu cuerpo está lleno de tu baba que te escurrió, te digo que a la de tres voy a jalar las hilvanadas y tu asientes, das un grito de dolor es muestra de cómo lo has disfrutado, las marcas de las pinzas son señales de que tu cuerpo es el lugar donde te brinda placer.
Meto a Milagros en la jaula y voy a un estante donde cojo unas sustancias irritantes y llendo a las tres se lo coloco en sus rajas a cada una, y les mando se acerquen a un cepo donde las ato, en donde colocareis las rodillas y colocando arroz y garbanzos, y vais a estar dentro de la jaula sometidas, mientras en vuestra raja colocare dos sustancias pasta de dientes y después le aplicare una rociada de perfume, para ayudaros a pasar los ardores os hiere masturbando con un vibrador clirotical, y embarrando la pasta de dientes en vuestra raja y soplo dejo que poco a poco vayáis sensibilizándoos y aplico el vibrador clirotical primero a María, que gime al sentir como su clítoris se va inflamando al contacto del vibrador, sintiendo del vibrador el ardor y la frescura de la pasta y gemía más cuando el vibrador le fue a provocar su primer orgasmo, su raja escurre y empieza a mojarse y escurres y escurres dejando un charco de flujos, estaba mojada muy mojada, siguiendo apretando la raja y mientras fui por el perfume, tome el perfume y eche una buena cantidad de perfume a su raja, grito al sentir como le quemo el alcohol y lloro, solo lloro y gimió de dolor, pero me dices
María -Me quema, me quema, siento que me arde mucho pero me gusta Amo.
Escupo en tu raja y tomo un huevo con control remoto, no me cuesta mucho empujar el huevo dentro de tu raja embarrada y lo pongo a vibrar, tú sigues llorando por el ardor del perfume pero poco a poco el huevo empieza a excitarte, tú te excitas y me dices
María – azóteme, AMO, azóteme quiero sentir sus manos en mis nalgas.
Los pasos que di a María, también los hice a Milagros y Rosa.
Y os mando saquéis vuestra lengua y acercando mis zapatos empezáis a lamerlos.
Y os digo
Juan – Sabéis que a partir de hoy todo lo que pidáis os lo tenéis que ganar.
Después de que terminarais de lamer mis zapatos os saque de la jaula y como María pidió la azotara puse a las tres en la pared y me planto atrás de ellas y empiezo a azotarles con firmeza en sus nalgas, las tres gimen y pedís más y más azotes, os excitaba sentiros así castigadas.
Mi mano ha dejado rojas vuestras nalgas y veo como empezáis a escurrir de nuevo vuestros flujos tomo un poco de vuestros flujos y los embarro en vuestras nalgas rojas, os ordeno que saquéis el huevo y veo como empujáis el huevo fuera, cuando cae el huevo os suelto del cepo, vuestras rodillas han quedado marcadas y vuestras nalgas están rojas encendidas de mis manos.
Os llevo de nuevo a las jaulas y os dejo allí, mientras subo al despacho y enciendo el portátil y descargando las fotos empiezo a mirarlas y seleccionando las que me quedo dejándolas en una carpeta y las que no dejándolas en otra carpeta como hago siempre, pero ninguna va a la basura.
Pasaron unas horas y bajando de nuevo al sótano, les mande subieran a la casa y se ducharan y luego llamándolas al comedor, enchufe el portátil al televisor y vimos todas las fotos y delante de ellas pase cinco fotos de cada una, a cada página de una de ellas y fui a la página de Rosa y María y retire las fotos que parecía más de una página web de lesbianas que de BDSM, nada más poner las fotos, notamos como la gente iva dándole a me gusta rápidamente y escribía unos comentarios que nos gustaba, y eso era bueno para mí como fotógrafo y bueno para ellas ya que su página subía y su dinero en el banco también.
No necesitábamos hacer videos con las fotos nos valía.
Después de esto las mande a la cama.
Pasaron los días y yo me fui de compras a la vuelta deje todo en el sótano y al subir a la casa las vi sentadas a las tres en el comedor con una luz tenue que emanaba de las lámparas del techo, con una música que hacía que aquel ambiente inspirara devoción y respeto, estaban ellas,… Mis sumisas.
Las tres estaban con sus collares en el cuello, con sus muñequeras, con sus tobilleras, realzando sus bellos pechos, haciendo que estos se mantuvieran elevados, rígidos y ofrecidos a ser azotados, si a mí el Amo de las tres me apetecía.
Las tres estaban allí porque sentían la necesidad de mostrarme su entrega total y absoluta, porque necesitaban mostrar sus deseos de pertenecerme, porque su devoción y sumisión hacia mi les hacía estar allí para hacerme feliz.
Con una mantenía la relación de marido y amo.
Con las otras estoy mantenido una relación real, esto último cuando nos ha sido posible, ya que cuando yo mandaban se desplazaban de su casa a la mía expresamente para estar conmigo.
Ya hacía tiempo que las tres estaban juntas en la misma casa y en el mismo sótano o una misma mazmorra cada uno que lo llame como desee, si es verdad que era la primera vez que compartirían unas mismas sensaciones, unos mismos sentimientos, unas mismas pruebas y disciplinas.
Las baje de nuevo al sótano y allí les enseñe lo que compre, y llendo a lo que compre lo lleve a una esquina y allí lo coloque lo mejor posible esto era una rueda giratoria.
Entones coloque a Milagros en la rueda giratoria, de cara a mí, con los brazos en cruz y sus piernas bien abiertas, dejando su coño perfectamente expuesto y asequible tanto a mis caricias, como a los azotes, y colocando bien los arneses de los brazos, de las piernas, del pecho y la cintura para dejarla bien sujeta, puesto que esa rueda una vez libre de su freno, gira sin ninguna dificultad a derecha o izquierda, dependiendo del mas mínimo movimiento que la sumisa realice y haciendo que esta quede boca abajo.
Me separe un par de metros y tome el látigo, es un látigo flexible de 1,5 Mts, acabado en cuatro tiras de cordón de cuero de unos 15 cm cada una.
Al agitarlo en el aire produce un silbido que acaba en un sonido seco, como el de un disparo cuando así se desea hacerlo sonar, solo ese sonido ya hacia estremecer a las tres sumisas y más a Milagros que estaba sujeta en la rueda, pero allí estaba, totalmente ofrecida a mis deseos.
Ella sabía que Yo la podría azotar si eso me apetecía y estaba allí para eso.
para complacerme.
María se retiró de la rueda, poniéndose a mi lado de rodillas y ese látigo rasgo el aire, la punta del mismo con las cuatro tiras se dirigió hacia donde estaba Milagros y ese impacto seco se estrelló a escasos centímetros de su brazo derecho, lo cual produjo un leve movimiento de la misma hacia su izquierda, suficiente para que la rueda girase rápidamente dejándola en la posición invertida.
De este modo, quedo con su coño perfectamente ofrecido y expuesto.
Me acerque a palpar ese coño, estaba mojado y abierto, sin duda estaba excitada y decidí que era muy pronto para que estuviera así, con lo que lentamente, volví a la posición donde había estado.
Rasgue el aire de nuevo con el látigo, lo hice sonar con aquel chasquido que solo los que lo han sentido saben las sensaciones que eso produce y vi como Milagros cerraba sus ojos, como señal inequívoca de aceptación de lo que Yo decidiera hacer.
De nuevo el látigo se desplazó por el aire.
de nuevo se dirigió hacia ella y se estrelló a escasos centímetros de su coño, esta vez no se inmuto, estaba dispuesta, aceptaba lo que fuera con tal de mostrar su entrega.
Por tercera vez el látigo impulsado por mi mano reprodujo la secuencia pero esta vez.
impacto contra su coño, tan solo un leve sonido escapo de su boca.
Juan – “¿Que has dicho sumisa?”- fue Mi pregunta.
Sus labios dejaron escapar la respuesta.
Milagros -“Gracias Amo”,- había pronunciado la frase con sumisión y agradecimiento.
Realmente aquella sumisa estaba contenta de serlo, así que esta vez con algo más de fuerza, hice que el látigo impactase contra su coño.
Milagros – “Gracias Amo”- Volvió a repetir la sumisa, esta vez con más devoción, y agradecimiento y eso me complacía.
Tres veces más su coño fue flagelado y cada vez ella se mostraba más entregada.
Sus pechos, en parte por la posición se mostraban erectos y sus pezones terriblemente erizados.
Lentamente me acerque a ella, me aproxime para ver aquel coño, que se mostraba rojo, inflamado.
Un suspiro de placer salió de sus labios cuando lo roce con la palma de mi mano.
Estaba mojado, chorreante, hervía en sus propios flujos, un gemido salió de su boca cuando mi dedo índice recorría solo rozando, sus labios externos.
Aquel coño azotado, flagelado, dolorido, se habría cada vez más al contacto de Mis dedos.
La respiración de Milagros era muy agitada, sus pechos se balanceaban en el aire y sus pezones se erizaban al contacto de mis pantalones de piel de cuero (que me había comprado).
Un ahogado y temeroso grito de deseo se escapó cuando mi dedo lentamente se fue hundiendo entre aquellos labios.
Yo podía notar como de aquel coño emanaba cada vez más flujo a medida que el dedo penetraba en él.
Allí estaba ella, con el cuerpo cabeza abajo, con la sangre impulsada por su acelerado corazón llegado a oleadas a su cabeza, con los brazos y piernas bien abiertas, totalmente expuesta, con el coño flagelado y babeante de flujo, con el deseo a flor de piel, con la mezcla de dolor, placer y entrega, todo en un mismo cuerpo.
Juan – “¡No te corras, No tienes mi permiso, perra!”- le ordene, y ella aguanto.
Se le notaba el tremendo esfuerzo físico y psíquico que estaba realizando para obedecer aquella orden, lo cual hacia que su deseo creciera aún más,
Juan – “Por qué soportas esto, por quien lo haces, perra?”,- pregunte,
Milagros – “Por Ti, por mi Amo” -respondió ella.
Realmente estaba con el coño babeante.
Sus flujos, debido al acompasado ritmo de entrar y salir mi dedo en su coño, incluso empezaban a desbordarse y se deslizaban por su ano y por su vientre.
La perra tenía unas ganas enormes de correrse.
Pese a la posición, las convulsiones de su cuerpo así lo indicaban,
Juan – “¿Necesitas correrte, verdad perra? “- indique,
Milagros – “Solo si mi Amo me da permiso poder hacerlo” -grito en plena desesperación,
Yo estaba orgulloso, realmente había hecho de ella una buena sumisa, una buena perra.
En ese momento deje de hundir mi dedo en el coño, separe mi mano del mismo y me retire un par de pasos lentamente, su cara mostraba un anhelo terrible, un deseo casi descontrolado.
Ordene a María que la volviera a colocar cabeza arriba, que la soltase de sus arneses, cosa que hizo puntualmente mientras su cara reflejaba una mezcla de envidia y deseo por haber deseado estar ella en esa rueda.
La ayudo a sostenerse de pie unos breves segundos y a continuación las tres se arrodillaron ante mí.
Las tres flexionaron sus cuerpos hacia delante colocando sus manos en sus riñones, hasta tocar con sus frentes el suelo,
Juan – “¿Decidme sumisas, os veis capaces de ofrecerme más para ser realmente mías? “- pregunte,
Rosa – Amo las tres “Deseamos ser más tuyas, que nos hagas más sumisas, y que nos permitas hacerte feliz, Amo”, -fue la respuesta que me dieron.
Me quede complacido observándolas, podía estar orgulloso de aquellas zorras, que efectivamente cada día serían más sumisas mías.
Y ahora le tocaba el turno a otra, de mostrarme hasta donde era capaz de ofrecer y entregar, por mí.
En lo que mi mazmorra había era algunos aparatos como la rueda giratoria (recién comprada), el sillón de inspección (recién comprado), el potro, la camilla, la cruz de San Andrés, las poleas.
etc.
Como siempre aquellas tenues luces que mantenían la estancia en una semi-penumbra, y de fondo una suave música casi imperceptible, que conseguía en aquel ambiente transmitir una sensación de devoción y respeto.
Las tres estaban ante mí con lo único que yo les permitía tener en esos momentos, sus adornos.
El collar en el cuello, sus muñequeras, sus tobilleras y últimamente unos corsés, estos últimos bien apretados a sus cuerpos, ajustados en sus riñones, comprimiendo la parte inferior de sus costillas y vientre.
Sus pechos se podían ver elevados, rígidos y ofrecidos a cualquier capricho o deseo mío.
Hoy, la que sería aleccionada seria Rosa.
Ella tiene ya un buen nivel de entrega y disciplina, estoy orgulloso, pero también sabe que tan solo está recorriendo un camino y día a día debe esforzarse más en ser sumisa voluntaria para aprender a complacerme.
María y Milagros estarían para observar e ir tomando consciencia de lo que algún día, su Amo, esperaría de ellas.
Rosa se colocó frente a la cruz de San Andrés con su espalda hacia mí, con sus brazos extendidos hacia arriba en cruz y sus piernas bien abiertas, dejando sus nalgas y coño perfectamente expuestos y asequibles tanto a mis caricias, como a los azotes, lo mismo que su blanca espalda.
María y Milagros fueron atando con los arneses de los brazos, de las piernas y la cintura para dejarla bien sujeta.
Esto era primordial, por si en algún momento le fallaban las fuerzas, dado la dura disciplina que tendría que soportar.
Iba a ser flagelada en su espalda hasta que esta quedase marcada con los surcos que el látigo dejase en ella.
Su nivel de entrega y sumisión le han permitido hasta este momento, entregarse a ser azotada por látigos de 9 colas hasta dejar enrojecida su espalda.
Así me demostraba lo mucho que desea pertenecerme y ser mía.
Hoy, estaba ya preparada para dar un paso más adelante en ese tipo de disciplina.
Hoy el látigo sería otro.
Se trata de un látigo flexible de 1.5 Mts, acabado en cuatro tiras de cordón de cuero de unos 15cm cada una.
Al agitarlo en el aire produce un silbido que acaba en un sonido seco, como el de un disparo cuando así se desea hacerlo sonar.
Ese tipo de látigo puede llegar a cortar la piel como si de un cuchillo se tratase.
Pero es tanta su confianza en mí, en que jamás haría eso con ella, que deseaba fervientemente estar allí, solo para que yo, su Amo, la llevara a un nuevo límite de entrega y sumisa.
María y Milagros se retiraron después de haber comprobado que Rosa estaba bien fija y de haberle dado, con mi permiso, un tierno beso en su mejilla como signo de hermandad y admiración al mismo tiempo.
Juan – “¿Sabes que vas a ser flagelada, verdad sumisa?” – le pregunte.
Rosa – “Si Amo” – fue su respuesta.
Juan – “¿Porque vas a ser flagelada?” – pregunte de nuevo.
Rosa – “Para ser más tuya.
Para avanzar más en mi entrega absoluta a ti, mi Amo” – respondió con voz temblorosa, emocionada y excitada.
Para iniciar la disciplina tome con mi mano derecha el látigo negro de 9 tiras, las cuales son de caucho y gruesas.
Tiene un mango que es un consolador de unos 12cms de diámetro por otros 15 de largo.
Me situé a poco más de un metro suyo, viendo su espalda ofrecida.
Tome las 9 tiras en mi mano izquierda, las tense y dejándolas partir impulsadas por mi brazo derecho, impactaron contra aquella blanca y desnuda espalda.
De su garganta, no salió ni un solo sonido.
Juan- “¿Algo que decir, perra?” – dije.
Rosa – “Gracias, gracias por azotar a esta perra, Amo.
Quiero, deseo, ansió sentirme más tuya Amo “– fue su emocionada respuesta.
De nuevo tome las 9 tiras en mi mano izquierda, de nuevo el deje partir y de nuevo azotaron su espalda, lo mismo repetí una y otra vez.
Poco a poco, aquella espalda blanca e inmaculada fue tomando un color rosado al principio y rojo después.
Durante todo este tiempo ni tan solo un leve quejido salió de su garganta, estaba bien entrenada en su entrega y sumisión hasta ese punto, y eso me complacía enormemente.
Me aproxime lentamente a ella, empecé por acariciar sus cabellos.
Despacio baje mi mano por su nuca, acaricie sus hombros.
Suavemente, la deslice por aquella espalda tan solo rozándola mientras ella se estremecía a Mi contacto.
Mi mano paso con más firmeza por encima de sus nalgas, y se dirigió hacia su coño desde detrás.
Juan- “¿Cómo estas zorra?” – quise saber.
Rosa – “Mojada y excitada Amo, como la zorra que soy.
Sabes lo mucho que te pertenezco Amo” – dijo ella.
Mis dedos empezaron a recorrer aquellos mojados labios de su coño.
Su respiración se aceleraba por segundos, tan solo un leve suspiro emitió su boca en el momento que mis dedos aprisionaron suavemente su inflamado clítoris, la zorra estaba muy mojada.
Aproxime la punta del mango del látigo en medio de aquel coño totalmente abierto.
Lo fui restregando contra él, hasta que este quedo perfectamente lubrificado con los flujos emanados por ese coño, y en ese momento, lentamente lo introduje un poco, solo hasta la parte que simulaba el glande.
Juan – “¿Quieres más, zorra?” – pregunte.
Rosa – “Si Amo.
Calienta más a esta puta.
Soy una perra en celo que desea sentirse más tuya, te lo suplico Amo” – respondió.
Realmente estaba orgulloso de comprobar lo que aquella sumisa había avanzado.
Era así como yo deseaba que estuviera, sabía complacerme.
Introduje aquel mango, lentamente pero sin parar hasta el fondo de su coño, mientras ella se agitaba llevada por la excitación.
Juan – “¡Quiero que lo mantengas ahí, aprisionado por tu coño hasta que acabemos!” –ordene.
Rosa – “Si Amo” – respondió con la voz agitada y temblorosa por el puro placer que sentía.
Despacio me di la vuelta y me fui separando de ella, hasta quedar a unos dos metros.
Tome el látigo para flagelarla.
Lo agite en el aire y sonó el temido chasquido.
El seco sonido en aquella mazmorra hizo que María y Milagros se estremecieran mientras miraban el suelo.
Juan – “¡Levantar la vista, perras”.
Debéis de ver lo que algún día espero que me ofrezcáis” – dije.
María – “Amo, cuando tú lo creas oportuno, estas perras estarán dispuestas a hacerlo” – dijo, mientras lentamente levantaba la cabeza y dirigía su mirada hacia la cruz.
De nuevo agite el látigo en el aire, lo dirigí hacia la cruz y el estallido se produjo a escasos centímetros de la espalda enrojecida de Rosa.
Pude ver como aquel mango en forma de consolador clavado en su coño se movió, signo sin lugar a dudas, del estremecimiento que había sentido.
El siguiente movimiento del látigo no finalizo con un chasquido.
El movimiento ondulante que se trasmitía desde mi mano hasta la punta del mismo, hizo que esta vez se estrellara contra la desnuda espalda.
Un sonido ahogado, casi imperceptible salió de la boca de ella.
Lentamente, contemplando como aquel primer latigazo ya estaba haciendo florecer una marca en la espalda, fui agitando el látigo y preparando el que sería el segundo.
Juan – “¡Vosotras perras, ir contando los latigazos que voy dando a esta zorra!” – ordene a las dos que estaban de pie, viendo la disciplina.
María y Milagros – “Si Amo.
Uno” – dijeron.
Juan – “¿Y tú zorra, que tienes que decir?” – pregunte a la Rosa.
Rosa – “Gracias, gracias por enseñarme el camino.
Gracias por permitirme hacer esto por ti, Amo” – respondió con temblorosa voz.
Dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho… los latigazos contados fueron creciendo mientras en la espalda fueron apareciendo las marcas rasgadas y cruzadas, fruto de aquella flagelación.
Signo de aquella sumisión absoluta, una sumisión que lejos de ser cruel es una de las mayores manifestaciones de entrega y amor que una sumisa puede ofrecer y que a su vez, un Amo puede recibir.
Deje el látigo, lentamente me aproxime a mi sumisa.
A simple vista se podían ver sus estremecimientos, sus leves convulsiones, marcadas por el ritmo desenfrenado de su corazón y se podía escuchar su agitada respiración en aquella mazmorra.
Me puse detrás suyo, toque su frente con mi mano izquierda, estaba sudando, por la tremenda tensión sufrida.
Baje la palma de mi mano por su mejilla, mientras una lágrima escapaba de sus ojos.
La aproxime a sus labios y un leve beso que reflejaba todo lo vivido salió de ellos.
En esos momentos era más mía que nunca, en aquellos momentos Yo me sentía su Amo más que nunca.
Con mi mano derecha fui recorriendo cada una de aquellas marcas, solo rozándolas, extrayendo los sentimientos reflejados en cada una de ellas.
Juan – “¡Estoy orgulloso de ti, sumisa.
Puedes hablar!” – dije.
Rosa – “Amo, te suplico que aceptes los pasos que esta zorra, que no tiene derecho a nada que tu no quieras darle, te ofrece”.
“Amo, te suplico que no ceses en tu deseo de convertirme en más perra, más zorra y más esclava para ti”.
“Amo, haz de mi lo que tu desees, soy enteramente tuya” – fueron sus emocionadas y temblorosas respuestas, mientras unas pequeñas lágrimas, recorrían sus mejillas.
Aquellas palabras realmente me ll
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