Nuestro compadre es el que sabe cómo quitarme lo histérica…
Una esposa cansada de que su marido eyacule extremadamente rápido le da un ataque de histeria y a él únicamente se le ocurre llamar a su compadre para que hable con su mujer el compadre no tan solo habla con ella sino que también se acuesta y la satisface poniéndose de acuerdo para seguir haciéndolo.
Nuestro compadre es el que sabe cómo quitarme lo histérica…
El que ahora es nuestro compadre, antes de que yo me casara con mi actual esposo, yo era su amante.
Aunque él ya estaba casado, pero no castrado, por lo que nada nos impedía que cada vez que teníamos una oportunidad, nos acostásemos y mutuamente disfrutásemos.
Pero un día me presentó a su amigo del alma, y amante me convenció de que me convenía casarme con su amigo, ya que aparte de tener mucho dinero, lo que es completamente cierto, estaba que se babeaba por mí.
Y lo de babearse no lo digo en sentido figurado, ya que cada vez que me besaba terminaba yo completamente babeada, y cuando comenzamos a tener relaciones, aprendí a soportar que también me cayera su baba por todo mi cuerpo.
Aparte de que mi marido es el tirador más rápido del país, por no decir del mundo entero, que es como yo le digo cuando me encuentro molesta con él.
El pobre en la mayoría de las ocasiones no ha comenzado a penetrarme cuando ya se ha venido, como un mismo pendejo.
Pero aparte de esos pequeños detalles, mi esposo es tremenda persona, y lo mejor de todo es que no es mal pensado, ni celoso.
Se los digo, porque un día yo tenía un ataque de histeria, cansada de que él aparte de babearme la cara y en ocasiones todo mi cuerpo, no hacía nada más que intentar metérmelo, cuando ya se había venido como ya les dije.
Dejándome en innumerables ocasiones mirando en techo de nuestra habitación, y maldiciéndolo mentalmente, por no haberme ni tan siquiera dejarme satisfecha una sola vez, desde que nos casamos.
Por casualidades de la vida, yo que ese día me encontraba tan molesta con mi marido, que si me cortaban no echaba sangre, de lo frustrada que me encontraba.
Ya que como de costumbre, aun no me lo había metido cuando ya el pobre se había venido, estaba medio desnuda en el baño lavándome el coño, de la rabia que tenía tiré al piso, todo lo que se atravesaba en mi camino.
Todo lo que tenía al alcance de mi mano, y gritándole a mi esposo, que era un completo fracaso en la cama, y que pensaba abandonarlo.
Que cuando terminase de limpiarme y vestirme, saldría a la calle y me iría a la cama con el primer macho que encontrase.
Yo estaba actuando y comportándome como una verdadera loca, cuando llegó nuestro compadre, por casualidad a visitarnos.
Después me enteré, porque me lo dijo el mismo, que sumamente asustado mi esposo lo había llamado, ya que como él nos había presentado, a ver si hablaba conmigo, para que me calmase y entrara en razón.
Cuando lo vi que atravesó la puerta del baño, me quedé paralizada, mientras que él al verme prácticamente desnuda, se volteó y le dijo a mi esposo. “Mejor te vas al bar de la esquina, y tómate unas cuantas cervezas mientras que yo hablo con la comadre, ha y por lo que más quieras, no regreses hasta que yo te avise.”
El muy pendejo le hizo caso a su amigo del alma, mi esposo se marchó al bar de la esquina y se puso a tomar unas cervezas.
Mientras nuestro compadre una vez que mi marido salió de la casa, me tomó entre sus brazos y sin perder más tiempo me estampó tremendo beso, con todo y lengua dentro de mi boca.
Al mismo tiempo que una de sus manos me agarró divinamente mi coño, por lo que yo me quedé como hipnotizada, sin dejar de besarme y aun con una de sus manos dentro de mi coño, no sé cómo me condujo a la cama, y ni tan siquiera me di cuenta de eso.
Ya en la cama, yo terminé de quitarme lo poco que aun tenía puesto, quedando de toda desnuda frente a nuestro compadre, mientras que él únicamente se bajó la cremallera del pantalón, y extrajo su erecto miembro, viéndome a los ojos.
Nada más le bastó hacerme una insinuación con sus labios, para que yo de inmediato arrodillada en la cama, agarrase su miembro entre mis dedos.
Tras manipular su erecta y viril verga entre mis dedos, me dediqué a mamársela, intensamente, hasta que sentí su cálido y viscosa leche dentro de mi boca y garganta.
La que me tragué completamente, deseando que mi marido nos estuviera viendo, para que aprendiera lo que era un verdadero macho.
Tras acabar dentro de mi boca, yo me levanté de la cama, fui al baño donde me enjuagué la boca, y al regresar a la cama lo encontré tan desnudo como yo lo estaba.
Por un buen rato nos estuvimos nuevamente besando y acariciando y al rato sentí que el miembro de mi amante estaba tonificándose otra vez.
De nuevo llevé mi boca a su miembro, y no hizo falta que lo mamase, nada más apenas comencé a pasar mi lengua ya estaba bien duro y parado.
Por lo que, tras él indicármelo, separé mis piernas y recibí con gran alegría dentro de mi coño su caliente y dura verga.
AL tiempo que él metía y sacaba de mi ardiente coño su sabroso miembro, me fue diciendo lo caliente que yo estaba, y lo mucho que me extrañaba.
Mientras que yo, movía mis caderas como una desesperada deseando tener su miembro más y más adentro de mí, y morbosamente deseando que mi marido nos viera así.
Cosa que en varias ocasiones le dije a mi amante, al tiempo que él divinamente continuaba o chupando mis tetas o diciéndome lo sabroso que yo sabía moverme, al mismo tiempo que no dejaba de continuar metiendo y sacando su verga de mi coño.
Yo estaba tan y tan caliente o excitada, que como cosa rara hasta le pedí que me lo metiera por dé tras.
Tras unos cuantos movimientos, me ha sacado su verga de mi mojado coño, y como si yo fuera una muñeca de goma, me ha tomado por los tobillos, separó mis piernas y sin más ni más, me ha clavado su verga por mi culo.
Me dolió, y hasta se me saltaron unas cuantas lágrimas, pero estaba más que satisfecha con lo que mi amante me había hecho, y a medida que comenzó a darme por el culo, el dolor se fue convirtiendo en placer.
Un placer que desde que me case con mi marido no había vuelto a sentir, ya que además de estar dándome sabrosamente por el chiquito, mi amante comenzó a tocar mi coño, introduciendo prácticamente toda su gran mano dentro de mi cuerpo.
Cuando no era que me golpeaba divinamente con la yema de sus dedos mi clítoris, hasta que me arrancó un orgasmo tremendo.
Por un buen rato mi amante me continuó complaciendo, hasta que él finalmente también se vino, pero dentro de mi culo.
Después de que ambos descansamos un rato tirados completamente desnudos sobre la cama, a él se le ocurrió una idea, la que me comunicó de inmediato, diciéndome. “Tú quieres que de ahora en adelante por lo menos nos veamos una vez a la semana.”
Yo entendí que eso de vernos, no era simplemente para preguntarnos hola como te va.
Por lo que sin pensarlo le respondí de inmediato que si, él continuó diciéndome. “Es fácil le voy a decir a tu marido, que necesitas ir a ver una psicóloga, y que como yo conozco una me ofrezco a llevarte cada vez que tengas una cita. ¿Qué te parece?”
La idea me pareció un poco loca, ya que, si a mi esposo se le antojaba acompañarme un día que le iba a decir, pero eso a mí amante no le pareció un serio problema, y me dijo. “No te preocupes que cuando eso pase resolveremos sobre la marcha.”
En efecto nuestro compadre habló con el pendejo de mi esposo, y lo convenció fácilmente de que me pagase las citas con la supuesta psicóloga, dinero que usamos para pagar el motel donde mantenemos relaciones, por lo menos una vez a la semana.
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