Pareja madura me corrompe a los 16 PT1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por violetamar.
Cuando cumplí 16 años me gradué de los estudios básicos, e ingresé a un instituto de cocina. Aparentemente tengo talento para ello, así que me inscribí a un concurso para tomar clases especializadas de cocina y repostería durante dos años en una ciudad al norte de España, la cual prefiero no especificar. El concurso ofrecía a los pasantes alojamiento y alimentación en una casa de familia, lo cual no me pareció nada extraño, y les alegró a mis padres porque así estaría más segura y mejor cuidada; así que me presenté al curso, esperando por un mes los resultados.
Llegaron los resultados, y fui recibida en el grandioso curso. Me indicaron que debía llegar un viernes a la ciudad puesto que las clases iniciaban el lunes, y era necesario que me familiarizara con mi nuevo lugar de residencia. Tomé un vuelo la misma madrugada del viernes, a eso de las 5 de la mañana, y para las 6 ya estaba en el otro aeropuerto. Al llegar, había un grupo de jóvenes de todas partes de España que también se había presentado, y una mujer. Cuando nos reunimos todos nos guió hacia afuera, donde nos esperarían nuestras nuevas familias. Fue dejando a uno por uno, la mayoría se iba con una pareja y sus hijos. Cuando fue mi turno, me guió hacia una pareja relativamente joven. Como supe después, ambos estaban sobre los 40 años, ella tenía 40 y el hombre 43. La mujer era muy sensual, tenía el mejor cuerpo que he visto en persona: unos pechos enormes, pero sin ser bastos, un trasero espectacular, y unas piernas gigantescas, y una cintura demasiado pequeña, además su cara era adorable. El hombre era alto, fornido, con unos músculos que se marcaban bajo la camisa; se notaba que ambos se ejercitaban mucho. Me parecieron una pareja muy sexy.
Nos presentamos. Cambiaré los nombres por seguridad. Ella se presentó como Martina, y él como Jacobo. Yo les dije que mi nombre era Luisa, ellos contestaron que ya lo sabían, pues lo habían leído en el expediente, es decir, ellos ya sabían que yo iría a vivir con ellos.
Nos montamos en el coche, en un viaje que duró unos 10 minutos, en los que me mostraron las partes de la ciudad y me explicaron cosas básicas. La casa estaba en un barrio muy elegante, cada casa estaba separada de las otras por grandes parcelas de tierra, además, cada casa tenía rejas muy elegantes, y jardines muy hermosos adentro. Me sentía un poco mal porque siempre fui de origen humilde. Aparentemente ellos notaron mi expresión de tristeza.
Martina dijo: -No te preocupes, es normal que te sientas rara al principio, pero nosotros haremos todo para que te sientas mejor y te acostumbres. Te trataremos como si fueras nuestra propia hija; nunca tuvimos una hija, claro, pero haremos un esfuerzo contigo-. Me sentí aliviada.
Entramos, nos sentamos en la sala. Jacobo se sentó en un sillón sólo para él, y Martina y yo nos sentamos en un sofá amplio lleno de cojines. Cuando quité un cojín para sentarme, vi un consolador escondido en él, fue obvio que ellos se dieron cuenta, me puse roja, pero ellos simplemente actuaron natural. Martina lo cogió y lo puso en una mesita que había al lado, se disculpó por ser desordenada. Al principio hablamos de cuál sería mi habitación, la conversación iba muy normal, y era agradable. De pronto, Jacobo se acomodó de una manera especial en el sillón: abrió sus piernas y se apoyó sobre su codo. Empecé a notar que estaba excitado, pero no dije nada.
Martina en cambio dijo: -Amor, tienes la polla marcada, ¿te ayudo?-. Yo me quedé perpleja. –Sí putita, en cuatro, ya, ven y chúpamela sobre el pantalón-, respondió él. Su esposa le obedeció y se dirigió hacia él, en cuatro. Él la tomó por el cabello, y aún con el pantalón puesto empezó a tratar de follarle la boca. Empezó a decirle entre dientes: -¿te gusta putita? Hazme sentir que te gusta, tócate, asquerosa puta-. Me empecé a excitar, pero sentía vergüenza, así que me levanté para irme.
Jacobo me miró, y me dijo –Quieta, no te vayas, acá es normal todo lo relacionado con el sexo, así es como yo trato a esta puta porque es mi esclava, y es normal, acostúmbrate a verlo porque pasará todo el tiempo-. Inmediatamente me senté. Jacobó me miró mientras le follaba la boca a su esposa con la ropa puesta. -¿Te excita?-, me dijo. –Sí, mucho-. Le respondí apenada.
-Eso es porque eres tan puta como ésta-, me dijo. Y se levantó, se paró frente a mí, dejando su pene justo a la altura de mi cara, me tomó por el cabello, y me empezó a follar el rosto. Traté de alejarme, pero Martina se paró tras el sofá, tomó mi cara y la empezó a empujar contra el paquete de su esposo. Martina dijo –disfrútalo, es todo tuyo, abre la boca y disfruta-. Aunque me resistí, acabé por hacerle caso.
-¿Ves cómo sí eres bien puta?-, dijo Martina. Jacobo me dio la orden de quitarme la ropa, luego le dijo a su esposa que hiciera lo mismo. Jacobo se sentó de nuevo en el sillón, se sacó el pene, y me dijo: -Ponte en cuatro y ven y chúpamela, Martina, tú métele un consolador hasta que llore-, me asusté, pero él me tomó del cabello y me obligó.
Nunca había hecho sexo oral, así que sólo metí su pene en mi boca, me dieron ganas de vomitar, era bastante grande comparado con el único pene que había visto en mi vida, el de mi novio de hacía seis meses. Jacobo me jaló del cabello y me empezó a follar la boca de una manera impresionante, me metía toda la verga, y aunque yo oponía resistencia, presionaba más duro. Me decía con la boca entrecerrada: -Chupa asquerosa hija de puta, haz que tu boca sirva de algo, te voy a romper toda la cara, y no dejaré de follarte hasta que me ruegues que lo haga-. Me estaba excitando mucho, y empecé a tocarme el clítoris, y a tratar de gemir, aunque con ese pene en la boca no podía. Lo sacó de mi boca, y mientras traté de respirar, me lo volvió a meter, eso hizo que los ojos me empezaran a llorar. Me folló unos segundos, la volvió a sacar y la volvió a meter, y empezó a repetir eso varias veces.
-MARTINA, MALDITA HIJA DE PERRA, ¿POR QUÉ NO LE HAS METIDO EL CONSOLADOR A LA PUTA?- dijo Jacobo. No recordaba eso, y cuando sacó su pene de mi boca volteé a mirar. Martina se estaba metiendo el consolador y se estaba masturbando. De pronto Jacobo me tomó de la cara y me volteó para que siguiera chupándolo. En eso Martina me metió el consolador en la vagina y empezó a moverlo, y dijo –Ay, sí eres bien puta, te estás tocando y estás toda chorreada, puta sidosa-. En eso Jacobo me sacó el mene, y con una mano me apretó de los cachetes, y me dijo -¿te gusta puta? Pues acostúmbrate, si quieres vivir en ésta casa ahora serás mi puta-. Y me dio una cachetada. Estaba muy excitada y le dije –Sí, desgraciado, haré lo que quieras, SÍ-. Martina seguía follándome con el consolador.
En eso Jacobo me alzó, me puso sobre el sofá bocaarriba, mis piernas estaban en el aire, por lo que las puso hacia arriba, y así tenía acceso a mi coño y a mi ano, se arrodilló, y empezó a tocarme. Yo estaba con el consolador metido, lo movió un poco y me lo sacó, le ordenó a Martina que se acostara a mi lado y que lo chupara. Martina hizo caso, y empezó a chuparlo, y a metérselo en el coño. Mientras tanto, Jacobo me metió un dedo en el coño. -¿Te gusta pedazo de puta?-, y lo movía. En seguida metió un segundo dedo. Yo empecé a gemir mucho, a gritar. Martina me besó mientras seguí masturbándose. Jacobo me metió un tercer dedo, y luego empezó a moverlos rápido, por lo que me pegaba con la palma de la mano en el clítoris. Yo gritaba más y más, mientras que Martina me besaba. Jacobo metió un dedo de su otra mano en mi vagina, y uno en mi ano, me hizo gritar, ésta vez del dolor.
Le pedí que se detuviera, que por atrás no, pero me dijo –Cállate puta, yo haré lo que quiera con tu cuerpo, y si no lo disfrutas más excitado me pondrás-. Metió otro dedo en mi ano, y le ordenó a Martina que se lo chupara. De pronto me tiró al piso y me arrodillé. Tomo mi cara y se vino en mi boca, duró unos cinco segundos viniéndose, pero el semen cayó en toda mi cara, y cuando acabó, Martina me besó en la boca, y empezó a lamerme el rostro y a pasarse el semen.
Jacobo me dijo –Tienes dos opciones: te vas de aquí con la boca cerrada, o te quedas aquí y te conviertes en nuestra puta-. Yo le contesté que sería su putita. Él me levantó, me llevó hasta el sillón y se sentó. Dijo. –bien, pero somos unos enfermos sexuales. Si te vas a quedar, te harás cargo de las consecuencias. Te follaré cuantas veces quiera, te trataré como a una ramera, te golpearé, y te prostituiré, y no puedes hacer más que chupármelo cada noche-. Sólo respondí una cosa: -acepto-. Me excitó mucho eso. Ese día aprendí que el sexo puede producir verdadero placer.
Les dije –Pensé que me tratarían como a una hija-. Martina dijo: -exacto, nada mejor que el incesto-.
De ahí a acá ha pasado casi un año. He aprendido de todo con Jacobo y Martina, he follado de todas las maneras posibles. Y no lo dejaría por nada. Luego les contaré más experiencias, como mi primer anal, mi primera doble penetración y todas las que han venido. Comenten si les gusta.
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