Pasé de ser un celoso enfermo y amargado a un cabrón feliz y complaciente.
La mujer de un celoso marido, lo amenaza con divorciarse si no cambia, él le jura que ha cambiado y se lo demuestra dejándola bailar con un extraño, mientras el marido se la imagina acostándose con ese tipo, por lo que él procura hacer realidad esos deseos de él..
No podía creer, que le estuviese pidiendo eso a un perfecto desconocido.
Yo que había sido un hombre extremadamente celoso, pero en ese momento se trataba de que mi esposa comprobase que ya no lo era.
Todo comenzó después de que le hice pasar una tremenda vergüenza, por mis celos a mi esposa, frente a sus familiares y amigos.
Ella cansada de mis estúpidos celos, como les decía ella, no tan solo me amenazó con abandonarme, sino que lo hizo al marcharse a casa de sus padres.
Cosa que personalmente me aseguré de que era cierta, ya que la seguí hasta la casa de mis suegros.
Por lo que comencé a entender que mis celos, nos habían hecho mucho daño a los dos.
A los pocos días la pude convencer de que saliéramos juntos, de que hablásemos, y sobre todo que yo había cambiado completamente.
Así que después de disculparme infinidad de veces, finalmente mi esposa, aceptó salir conmigo.
Yo pasé por casa de los suegros a buscarla y de ahí fuimos a cenar a un lujoso restaurante italiano, para posteriormente ir a un pub, que a los dos nos gustaba el ambiente, y del que, en más de una ocasión, habíamos salido discutiendo por culpa de mis celos.
Como cosa rara ambos comenzamos a beber, a charlar, y bailar, en fin, nos divertíamos, cuando de regreso a la mesa continuamos charlando, fue cuando mi esposa me preguntó si realmente había dejado de ser celoso, y yo le respondí que sí, fue cuando la escuché retarme al decirme, pruébamelo.
Lo cierto es que no se me ocurría que hacer para probárselo, así se lo dije, y como única respuesta obtuve un. “Si como no.”
Por breves segundos pensé que mi cabeza iba a estallar, buscando como probarle a mi mujer que ya no era ese tipo, estúpidamente celoso, con el que ella se había casado.
En su rostro solo se reflejaba desilusión, y hasta había comenzado a ponerse el suéter que había traído, con la intención de marcharse.
Fue cuando se me ocurrió decirle. “Sí quieres puedo invitar a quien tú quieras, para que te saque a bailar mientras que yo me quedo tranquilo aquí en la mesa.”
A mi esposa casi se le cae la quijada, de la sorpresa al escucharme decir eso, aunque en serio no pensé que ella fuera a aceptar mi oferta, y cuando aún algo sorprendida me preguntó. “En serio qué tu harías eso.”
Tontamente le respondí que sí, de inmediato volteó a ver a los hombres que se encontraban sentados en la barra, y señalando a un tipo más joven y corpulento que yo.
Yo lentamente me paré, y aun de manera más, lenta fui caminando hasta la persona que ella me había señalado.
Debido al alto volumen de la música, me tuve que acercar bastante para hablarle, así que después de una corta presentación, simplemente le pregunté “¿Me haría el favor, de bailar con mi esposa?”
El tipo se me quedó viendo de manera rara, y para que se diera cuenta de que no era un invento mío, se la señalé, diciéndole de inmediato. “Es que a ella le encanta bailar, y la verdad es que yo no puedo seguir bailando, ya que tengo un problema en mi cadera que me causa demasiado dolor para seguir bailando.”
Al tipo la explicación le pareció cierta, y tras pedirme que le presentase a mi mujer, nos encaminamos a la mesa.
Ni tan siquiera sabía cómo él se llama, pero aun y así en la mesa se lo presenté a mi esposa, quien parecía ligeramente avergonzada por lo que estaba sucediendo.
Pero apenas él tomó su mano, de inmediato se dirigieron a la pista, al tiempo que yo me servía un fuerte trago de ron.
Ya en la pista comenzaron a bailar, y bailar, terminaba una pieza y continuaban bailando apenas comenzaba la siguiente, lo que a pesar de sentirme sumamente incomodo por lo sucedido, me decía a mí mismo. “Eso no es nada, solo están bailando, no es algo como para que yo me ponga celoso.”
Me decía una y otra vez lo mismo, como para no pensar en eso, con toda la intención dejé de observar a mi esposa y su pareja de baile, por lo que por un buen rato estuve sin verlos, quiero decir que yo no miraba el lugar donde ellos se encontraban bailando.
Pero al volver a fijar mi vista en ellos, asombrado vi que no tan solo se encontraban bailando mucho más juntos, sino que para completar el tipo ese o le decía algunas cosas al oído de mi mujer, o la estaba besando, al tiempo que con sus manos agarraba sus paradas nalgas, sin que ella pusiera ningún tipo de oposición.
Lo cierto es que los celos estaban que me hacían estallar, viendo como el condenado ese acariciaba, todo el cuerpo de mi esposa.
Pero de repente, al mismo tiempo comencé a sentir algo raro y completamente diferente, y aunque eso de que la estuviera tocando de esa manera tan vulgar mientras bailaban, no terminaba de agradarme.
Al mismo tiempo, el ver que eso sucedía, como que me comenzó a agradar, en mi mente, al poco rato, ya hasta los visualizaba teniendo sexo, lo que, en el fondo, lejos de molestarme o indignarme, me comenzó a hacer que me sintiera morbosamente feliz.
Cuando regresaron a la mesa, yo los recibí con una estúpida sonrisa, y tras él marcharse, mi mujer me felicitó por lo bien que me había comportado.
Sin saber que, dentro de mí, ardía en deseos, por verla acostada con ese hombre, esa noche apenas llegamos a nuestra casa, prácticamente le salté encima, y en medio de la sala.
Después de que le arranqué su vestido y gran parte de su ropa íntima, separé sus piernas y sobre la alfombra la penetré salvajemente, al tiempo que ella gemía de placer, a medida que yo continuaba metiendo y sacando toda mi erecta verga de su húmedo y sabroso coño.
Al tiempo que me imaginaba que era otro tipo y no yo quien se estaba acostando con mi esposa.
Mi esposa regresó definitivamente a casa, y nuestras relaciones mejoraron muchísimo, mis estúpidos celos habían desaparecido, pero en su lugar, me quedé con el secreto deseo de verla nuevamente, aunque fuera bailando en brazos de otro hombre, y de ser posible que él la penetrase.
Durante varias semanas, mejor dicho, meses, esa idea no se me salía de mi mente, con el problema de que no me atrevía a decírselo a mi mujer, por miedo a como fuera ella a reaccionar.
Hasta que cierto día, me encontré a un viejo amigo mío, al que prácticamente había dejado de ver y frecuentar, por mis celos, pensando que él fácilmente podía entenderse con mi mujer a mis espaldas.
Lo que no sucedió nunca, pero la idea estuvo en mi mente por un buen tiempo, tanto que hasta dejé de hablarle sin darle mayor explicación.
Así que, por aquello de reforzar nuestra amistad, invité a mi viejo amigo, para que pasase por casa a disfrutar de una cena.
A mi esposa la idea le agradó hasta que le dije que había que preparar una cena, pero para que no se molestase, le dije que yo me encargaría de todo, tras lo cual aceptó gustosa.
Realmente no había pensado en nada, hasta que los tres después de cenar, nos quedamos en la mesa charlando, de inmediato mi mente comenzó a trabajar, en cómo podía lograr que ese secreto deseo mío se hiciera realidad.
La respuesta sin darme cuenta, desde el principio de la cena, la tenía en mis manos. sencillamente procuraría que nos emborrachásemos todos, y aprovecharía el momento para que por lo menos mi esposa bailase, con mi amigo.
Así que aparte de poner algo de música, comencé a servirle sobre todo a ella, bebidas bastante cargadas.
Al principio solamente nos limitamos a charlar, pero a medida que el tiempo fue pasando, mi esposa comenzó a dar señales de que lo que le estaba sirviendo, estaba haciéndole efecto.
No fue hasta que entendí que mi mujer se encontraba bastante ebria, que comencé a inventar sobre la marcha, así que con toda la intención le conté a mi amigo, como la había dejado salir a bailar con un perfecto desconocido.
Cosa que conociéndome como me conoce mi amigo, al principio no creyó, pero cuando le pedí a mi esposa que se lo contase, no le quedó más remedio que creerme, y justo en ese instante, mi esposa le pidió a mi amigo que bailase con ella.
Desde luego, lo alenté diciéndole que por mí no se preocupase, que no veía nada malo en que él bailase con mi mujer.
De inmediato se pusieron a bailar, mientras que yo le seguía sirviendo fuertes tragos a ellos dos, los que se tomaban como si fueran vasos de cerveza fría en un caluroso día.
Al principio tanto se comportaron demasiado de bien, es decir bailaban, pero como que no había gracia en ello, hasta que se me antojó ir a orinar, por lo que los dejé solos por unos instantes.
Al regresar desde el pasillo pude ver, como mi mejor amigo, ya comenzaba acariciar disimuladamente las nalgas de mi mujer, mientras que ella se pegaba más a él.
Yo me fui acercando lentamente, sin hacer ruido, y los avances de mi amigo continuaron, en cierto momento se me ocurrió facilitar más las cosas, por lo que cuando terminó la música, y ambos se acercaban a mí, accidentalmente desde luego, derramé el contenido de mi vaso sobre el vestido de mi esposa.
Después del pequeño aspaviento, que esa acción provocó, le indiqué a mi mujer que mejor se quitaba el vestido de inmediato, para ponerlo en agua.
No pensé que ella, tomase lo dicho por mí tan al pie de la letra, ya que en medio de su borrachera comenzó a tratar de soltar el broche trasero de su vestido, pero al parecer como parecía algo imposible en su condición.
Mi amigo amablemente se ofreció a ayudarla, mientras que yo bastante apenado por mi supuesta torpeza, le comencé a subir el vestido para que se lo pudiera quitar con facilidad, lo cual finalmente hizo, quedándose en pantis, sostén, el medio fondo, y las pantimedias.
Él hizo un velado comentario sobre retirarse, a lo que yo me opuse, indicándole que todavía era bastante temprano, pero cuando mi esposa se disculpó, diciéndonos que se iba a poner algo de ropa, yo por poco meto las patas, ya que le dije a mi mujer, que así estaba bien, ya que al fin y al cabo él era casi de la familia.
Pero por suerte, mi esposa se retiró a nuestra habitación, mientras que mi amigo se quedó charlando conmigo.
Momento que aproveché para exagerar lo bebido que me encontraba, y diciéndole a cada instante que tenía unas tremendas ganas de dormir, inventando que no lo hacía. “Porque ella estando así de borracha como esta, es capaz de irse para la calle, y que a divertirse.”
“Además, en las condiciones en que ella se encuentra, quien sabe lo que le podía pasar, y para colmo después aparece completamente desnuda y no se acuerda de las locuras que ha hecho estando borracha.”
“Por eso te pido, que, si yo me llego a quedar dormido, no pierdas el tiempo tratando de despertarme, pero no te marches hasta que ella se duerma, y hagas lo que entiendas que debes hacer para que mi mujer no se valla para la calle, júramelo.”
Ante esa petición, mi amigo, no tan solo me lo juró, sino que me prometió que haría todo lo que estuviera a su alcance para que mi esposa no se fuera para la calle.
A los pocos minutos regresó mi mujer, apenas cubierta con una semitransparente bata de dormir negra, y bajo eso únicamente estaba usando un mínimo panti transparente de color negro, que dejaba ver con suma claridad que mi esposa tiene completamente todo su coño depilado.
Así con un transparente sostén del mismo color negro, que dejaba ver claramente sus parados pezones y tetas.
Yo me quedé boquiabierto, ya que no esperaba que ella se presentase de esa manera, pero antes de que yo dijera nada, me dijo. “Como después de que él se marche me pienso acostar, pensé que para que me iba a poner otro vestido, así que me puse esto además como ya tú mismo dijiste, es casi de la familia.”
En ese mismo instante volví a servirnos otros tragos, y tras entregárselos, puse la música, fue cuando mi esposa comentó, que les parece si en lugar de quedarnos aquí nos vamos los tres al Pub, en cosa de un momento me visto, o mejor aún vámonos ya mismo.
De inmediato mi amigo se levantó y tomándola por la cintura, le dijo. “Pero para qué vamos a ir a un ruidoso Pub, si aquí lo tenemos todo, música, bebida y lo mejor de todo es que no tenemos que pagar nada, ten en cuenta que los tres estamos pasando un buen rato.”
Al terminar de decir eso se puso a bailar con ella, momento en el que yo aproveché y terminé por hacerme el dormido, sentado en una de las butacas de nuestra sala, desde donde los podía ver sin hacer mucho esfuerzo.
Realmente apenas pasaron unos pocos segundos, cuando mi amigo comenzó nuevamente a acariciar todo el cuerpo de mi esposa, mientras que ella continuaba apretándose más aun contra el cuerpo de él.
Al compás de la música, mi amigo fue llevando a mi mujer hasta el mismo sofá de la sala, y al cabo de pocos segundos, ya se encontraban los dos besándose ardientemente, frente a mí.
Era como si yo no existiera, las manos de mi amigo, exploraron de manera concienzuda el coño de ella, la que no podía disimular que todo lo que él le estaba haciendo le causaba un gran placer y disfrute.
Vi claramente como él terminó por quitarle los pantis, y como sin mucha prisa, primero sacó su erecto miembro, de su pantalón, y como de la misma manera lo fue enterrando dentro del coño de mi mujer, al tiempo que ella sin complejo alguno gemía de placer.
Mientras que yo, continuaba haciéndome el dormido, por suerte antes de supuestamente dormirme, agarre un cojín y lo coloqué sobre mis piernas, ya que la erección que tenía en esos instantes me hubiera delatado completamente.
La manera en que mi esposa se movía y que constantemente le pedía a mi amigo que se lo metiera más y más duro, no me dejó duda alguna que mi mujer estaba disfrutándolo todo.
Por un buen rato continuaron, y después de unos diez o quince minutos, los dos alcanzaron tremendo éxtasis.
Yo pensé que mi amigo se daría por bien servido con eso, pero no fue así, apenas retiró su verga del coño de ella, la colocó frente a su cara, pero antes la metió en el vaso que yo le había servido, y de inmediato le dijo a mi mujer. “Me gustaría que me lo mamases, para después darte por tu apretado culito.”
Lo primero que hizo mi esposa fue, agarrar el mustio miembro de mi amigo, y comenzar a chupárselo, deteniéndose de cuando en cuando para darse otro trago, hasta que la verga del se volvió a poner dura como un troco.
Y sin decir más palabras, ella se puso en cuatro sobre el sofá, y él comenzó primero por ir enterrándole sus dedos, hasta que me imagino que le dilató un poco el esfínter a mi esposa.
Después de eso, se bajó los pantalones hasta las rodillas y dirigiendo su verga con una de sus manos, la fue enterrando lentamente dentro del culo de mi esposa, la que al principio no dejaba de quejarse por el dolor, pero una vez que la tuvo bien clavada por el culo, ella continuó moviendo sus caderas como si fuera una bailarina hawaiana.
Era tanta la excitación que sentí, que me vine nada más de ver como mi mejor amigo se estaba clavando a mi mujer por el culo, y lo mejor de todo era que ella también lo disfrutaba intensamente.
Realmente no sé cuánto tiempo permanecieron teniendo sexo sobre el sofá, pero al poco rato que tanto él acabo dentro del culito de ella, y mi esposa disfrutó de otro orgasmo, auto provocado al enterrar casi por completo, una de sus propias manos dentro de su coño.
Después de eso, mi mujer dando tumbos se fue a la habitación, no sin antes decirle a mi amigo que le gustaría volverlo a ver, en otra ocasión.
Mientras que mi amigo, al ella marcharse al cuarto, se arregló el pantalón y se marchó, mientras que yo no podía creer todo lo que me había sucedido.
Que de ser un celoso enfermizo, me hubiera convertido en un tremendo cabrón, de mi propia mujer.
Al día siguiente mi esposa actuó como si nada, y así estuvo por un buen tiempo, hasta que finalmente un día me dijo que me había sido infiel en múltiples ocasiones.
En ese momento, me quedé boquiabierto sin saber que responderle, pero fue ella quien me sacó del apuro de quedarme en silencio, ya que sin que yo le dijera nada comenzó a contarme todas y cada una de sus infidelidades.
Al tiempo que yo primero le fui quitando toda su ropa y luego la fui penetrando, al tiempo que la escuchaba extremadamente excitado.
Ya hoy en día mi esposa sigue siéndome infiel con varios de mis amigos, vecinos, y hasta con empleados de mi negocio, los invito a casa a cenar, eventualmente mientras que yo, me quedó sentado en el sillón, actuando como si estuviera completamente borracho y sin sentido.
Por lo que los puedo observar, sin levantar sospechas, mientras que mi mujer y nuestro invitado de turno actúan como si yo no estuviera presente.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!