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Bisexual, Dominación Mujeres, Incestos en Familia

Paula, La iniciación del vicio

Paula , relata su vida con su novio socio de su papa 30 años mayor.
Capítulo 1: Iniciación en el Tren
El tren está repleto, es la hora de salida de los colegios y todos se apuran para llegar a casa. Raúl me toma de la mano y me lleva hacia el fondo del vagón, donde hay menos gente, pero seguimos de pie. Mi corazón late a mil y mis manos están sudadas. Raúl me da un apretón en la pierna, intentando tranquilizarme.

Raúl: (Pensando) Hoy es el día en que Paula se convierte en mi puta. La voy a transformar poco a poco.

Llevo mi uniforme del colegio: falda plisada azul marino, blusa blanca y una chaqueta azul con el escudo del colegio. No uso medias, y mis piernas desnudas se sienten vulnerables entre la multitud. La falda, inicialmente bien colocada, empieza a subir ligeramente con cada movimiento del tren.

Raúl se para detrás de mí, observando cómo la gente se mueve y se balancea con el tren. Siento una mano desconocida en mi culo, apretando ligeramente. Miro a Raúl, que me guiña un ojo con complicidad.

Raúl: (Pensando) Perfecto, el obrero ya está haciendo su parte. Paula, mi princesita, pronto serás de todos.

El hombre detrás de mí es un obrero, con manos callosas y ropa de trabajo sucia. Sigue apretando mi culo, sus dedos explorando ligeramente. Siento cómo la excitación crece dentro de mí, mezclada con un toque de nerviosismo.

Obrero: (Susurrando) Qué culo más rico tenés, nena. Te gustaría que te lo toque más, ¿no? Mirá cómo se te para la pollera.

Mi pollera se sube un poco más, mostrando más de mis piernas. La madre, que está cerca con su hija, se da cuenta y se sonroja, mirando a su hija con sorpresa.

Madre: (En voz baja, pero con tono soez) Mirá, hijita, cómo esos hijos de puta se aprovechan de esa pendeja. Es una lástima, con ese uniforme de colegio. Parece tan inocente.

La hija, una adolescente de 16 años, mira con una mezcla de curiosidad y vergüenza, sus mejillas sonrojadas. Es una compañera de Paula, y su sorpresa es evidente.

Hija: (Susurrando) Mamá, ¿por qué no hace nada? Es Paula, mi compañera de clase.

Madre: (Suspirando) A veces, hijita, las cosas no son lo que parecen. Esa pendeja puede estar disfrutando de la atención, aunque no lo parezca. Mirá cómo se mueve, parece que le gusta.

La madre, con una sonrisa cómplice, se inclina hacia su hija y le susurra al oído:

Madre: (En tono conspiratorio) Y sabés qué, hijita? A lo mejor te toca a vos también. Mirá al profesor, está observando todo. A lo mejor él también quiere probar.

La hija mira al profesor, un hombre de unos 70 años, con barba canosa y lentes. El profesor, notando la mirada de la hija, le sonríe sutilmente, haciendo que la adolescente se sonroje aún más.

Hija: (Nerviosa) Mamá, no sé si quiero…

Madre: (Interrumpiendo) Shhh, hijita. Solo relajate y disfrutá. A lo mejor te gusta más de lo que pensás.

El tren se detiene en otra estación y nuevos pasajeros suben. Un grupo de estudiantes universitarios, riendo y bromeando, se abren paso entre la multitud. Uno de ellos, un chico de unos 20 años, se acerca a Paula y le guiña un ojo.

Estudiante: (Susurrando) Hola, linda. ¿Te gusta el tren? Te veo toda caliente. ¿Te gusta que te toquen así?

Su mano roza mi cintura, y siento un escalofrío recorrer mi espalda. Raúl, observando la escena, sonríe con satisfacción.

Raúl: (Pensando) Perfecto, el estudiante también está entrando en el juego. Paula, estás hecha para esto.

El estudiante, con una pija ya dura, se apoya ligeramente contra mí, haciendo que mi pollera se suba aún más, mostrando casi toda mi pierna. La hija, observando todo, se da cuenta de cómo mi uniforme está desarreglado y se sonroja aún más.

Hija: (Pensando) Paula está toda desprolija. No puedo creer que esté dejando que la toquen así.

El tren sigue su ruta, y los apoyadores cambian constantemente. Un hombre de mediana edad, con una mochila al hombro y una evidente erección, se acerca y se apoya en mi hombro, su respiración en mi cuello.

Hombre de mediana edad: (En voz baja) Qué rico culo tenés, nena. Dejame tocarte un poco más. Mirá cómo se te para la pollera.

Su mano se desliza por mi cadera, y siento cómo la excitación crece dentro de mí. Raúl, siempre atento, observa cada movimiento, asegurándose de que todo siga según su plan.

Finalmente, el hombre de mediana edad hace una seña a Raúl, indicando que su tiempo ha terminado. Raúl asiente y el hombre se aleja, dejando paso a una mujer de unos 30 años, con una mirada llena de lujuria. La mujer se acerca a Paula y comienza a manosearla, sus manos explorando cada curva de su cuerpo.

Mujer: (En voz baja) Qué linda sos, nena. Dejame tocarte un poco. Mirá cómo te queda la pollera toda levantada.

Su mano se desliza por mi brazo, y siento cómo la excitación crece dentro de mí. La pollera de Paula está ahora completamente desarreglada, mostrando casi toda su pierna. La hija, observando todo, se da cuenta de cómo mi uniforme está desarreglado y se sonroja aún más.

Hija: (Pensando) Paula está toda desprolija. No puedo creer que esté dejando que la toquen así.

La mujer, con una sonrisa malvada, se gira hacia un chico de 12 años que está al lado, posiblemente su hijo, y comienza a manosear su pija a través de sus pantalones, ante la mirada atónita de la madre de la niña compañera de Paula.

Mujer: (Susurrando al chico) Mirá, hijito, así se hace. A las nenas les gusta que las toquen así.

El chico, con las mejillas rojas de vergüenza y excitación, deja que su madre lo manosee, su pija cada vez más dura bajo sus pantalones. La madre de la niña compañera de Paula observa la escena con una mezcla de asco y fascinación, sin saber cómo reaccionar.

Madre de la compañera: (Pensando) No puedo creer lo que estoy viendo. Esta mujer es una perversa. Y el chico, pobrecito, parece que le gusta.

Mientras tanto, el jubilado de 70 años, con barba canosa y lentes, se acerca a la madre del niño. Sus ojos brillan con lujuria mientras observa cómo la mujer manosea a su hijo.

Jubilado: (Susurrando a la madre) Qué escena más interesante, ¿no le parece? A lo mejor a su hijito también le gustaría probar algo así.

La madre, sorprendida, mira al jubilado con una mezcla de vergüenza y curiosidad. El jubilado, notando su reacción, se inclina hacia ella y le susurra al oído:

Jubilado: (En tono seductor) No se preocupe, señora. Solo estamos disfrutando del espectáculo. A lo mejor su hijito podría aprender algo de Paula.

La madre, con las mejillas rojas, mira a su hijo, que observa la escena con una mezcla de fascinación y miedo. El hijo, notando la mirada de su madre, se sonroja aún más, sin saber cómo reaccionar.

Hijo: (Pensando) Mamá me está mirando. No sé qué hacer. ¿Debería dejar que me toquen así?

El jubilado, con una sonrisa malvada, se acerca más a la madre y le susurra al oído:

Jubilado: (En tono seductor) ¿Le gustaría que su hijito aprenda de Paula? Podríamos hacer que sea una experiencia muy especial para él.

La madre, con el corazón latiendo rápido, mira al jubilado con una mezcla de excitación y nerviosismo. El jubilado, notando su reacción, se inclina hacia ella y le susurra al oído:

Jubilado: (En tono seductor) No se preocupe, señora. Solo estamos disfrutando del espectáculo. A lo mejor su hijito podría aprender algo de Paula.

La madre, con las mejillas rojas, mira a su hijo, que observa la escena con una mezcla de fascinación y miedo. El hijo, notando la mirada de su madre, se sonroja aún más, sin saber cómo reaccionar.

Hijo: (Pensando) Mamá me está mirando. No sé qué hacer. ¿Debería dejar que me toquen así?

Finalmente, el jubilado se acerca al hijo de la madre y, con una sonrisa malvada, apoya su pija dura en el culo del niño, quien se tensa pero no se aparta. La madre observa la escena con una mezcla de asco y fascinación, sin saber cómo reaccionar.

Jubilado: (Susurrando al hijo) Así, hijito. Dejate llevar. Mirá a Paula, está disfrutando tanto como vos.

El hijo, con los ojos cerrados, gime suavemente, disfrutando de la sensación. La madre, con el corazón latiendo rápido, mira al jubilado con una mezcla de excitación y nerviosismo. El jubilado, notando su reacción, se inclina hacia ella y le susurra al oído:

Jubilado: (En tono seductor) ¿Le gustaría probar algo así, señora? A lo mejor a su hijito también le gustaría.

La madre, con las mejillas rojas, mira a su hijo, que observa la escena con una mezcla de fascinación y miedo. El hijo, notando la mirada de su madre, se sonroja aún más, sin saber cómo reaccionar.

Hijo: (Pensando) Mamá me está mirando. No sé qué hacer. ¿Debería dejar que me toquen así?

Finalmente, el tren se detiene en una estación y la mujer se aleja de su hijo, sonriendo con satisfacción. El hijo, con las mejillas rojas y la pija aún dura, se ajusta los pantalones, mirando a su madre con una mezcla de vergüenza y excitación.

Mujer: (Susurrando al hijo) Bueno, hijito, ya es suficiente por hoy. A lo mejor la próxima vez podés probar algo más.

El hijo asiente, sin saber qué decir. La madre de la niña compañera de Paula, con el corazón latiendo rápido, se aleja del jubilado, sonriendo tímidamente.

Jubilado: (En voz baja) Fue un placer, señora. A lo mejor nos vemos otra vez.

La madre asiente, sin saber qué decir. El tren llega a su parada y todos los pasajeros comienzan a bajar. Raúl me toma de la mano y me saca del tren, sonriendo con satisfacción.

Raúl: (Pensando) Eres increíble, Paula. Y esto es solo el principio de tu transformación. Además, con el dinero que me pagan por esto, podemos permitirnos muchos lujos.


Nueva Escena: Detalles del Jubilado y el Niño

Mientras el tren se aleja de la estación, el jubilado se acerca más al niño, con una sonrisa malvada en su rostro. Sus manos, arrugadas y con manchas de la edad, comienzan a explorar el cuerpo del niño, quien se tensa pero no se aparta.

Jubilado: (Susurrando) Así, hijito. Dejate llevar. Mirá a Paula, está disfrutando tanto como vos.

El jubilado, con movimientos lentos pero firmes, comienza a desabrochar el pantalón del niño, bajándolo ligeramente para exponer su pija dura. El niño, con las mejillas rojas de vergüenza y excitación, deja que el jubilado lo toque, sus ojos cerrados con fuerza.

Jubilado: (Susurrando) Qué pija más rica tenés, hijito. Dejame mostrarte cómo se hace.

Con una mano, el jubilado comienza a masturbar al niño, mientras con la otra, se baja sus propios pantalones, exponiendo su pija flácida pero creciente. El niño, sintiendo la mano experta del jubilado, gime suavemente, disfrutando de la sensación.

Jubilado: (Susurrando) Así, así. Dejate llevar por el placer. Mirá a Paula, está disfrutando tanto como vos.

Mientras el jubilado masturba al niño, sus ojos se desvían hacia mí, observando cómo mi pollera está completamente levantada, mostrando casi toda mi pierna. La excitación en su rostro es evidente, y su pija se pone completamente dura.

Jubilado: (Pensando) Qué ricas tetas y qué culo más rico. Me encantaría cogerte a ambas.

El jubilado, con una sonrisa malvada, se acerca más al niño, su pija dura presionando contra el culo del niño. El niño, sintiendo la presión, se tensa pero no se aparta, disfrutando de la sensación.

Jubilado: (Susurrando) Así, hijito. Dejate llevar. Mirá a Paula, está disfrutando tanto como vos.

Con un movimiento rápido, el jubilado introduce un dedo en el culo del niño, quien gime de sorpresa y placer. El jubilado, sonriendo con satisfacción, comienza a mover su dedo dentro y fuera, preparando al niño para algo más.

Jubilado: (Susurrando) Así, así. Relajate y disfrutá. Te va a gustar, te lo prometo.

El niño, con los ojos cerrados y la respiración acelerada, deja que el jubilado lo prepare, gimiendo suavemente con cada movimiento. La madre, observando la escena con una mezcla de asco y fascinación, no sabe cómo reaccionar, pero su excitación es evidente en sus mejillas rojas y su respiración entrecortada.

Madre: (Pensando) No puedo creer lo que estoy viendo. Este hombre es un pervertido, pero… me está excitando.

Finalmente, el jubilado, con una sonrisa malvada, se posiciona detrás del niño, su pija dura lista para entrar. Con un movimiento lento pero firme, introduce su pija en el culo del niño, quien gime de dolor y placer.

Jubilado: (Susurrando) Así, hijito. Dejate llevar. Mirá a Paula, está disfrutando tanto como vos.

El niño, con los ojos cerrados y la respiración acelerada, deja que el jubilado lo coja, gimiendo suavemente con cada embestida. La madre, observando la escena, se muerde el labio, su excitación creciendo con cada movimiento.

Madre: (Pensando) No puedo creer que esté disfrutando de esto. Este hombre es un pervertido, pero me está excitando mucho.

Nueva Escena: Raúl ObservandoRaúl, desde el fondo del vagón, observa la escena con una sonrisa satisfecha. El jubilado, con una expresión malvada, se acerca a la madre y al hijo, tomándolos del brazo y llevándolos hacia el grupo de desconocidos. La madre, con las mejillas rojas y una mezcla de nerviosismo y excitación, sigue al jubilado sin oponer resistencia. El hijo, con los ojos muy abiertos y una evidente erección bajo sus pantalones, camina detrás de ellos, sin saber qué esperar.

Jubilado: (Susurrando) Vení, vení, que estos señores quieren conocerlos mejor. No se preocupen, solo vamos a disfrutar un poco.

Los desconocidos, con sonrisas lujuriosas, rodean a la madre y al hijo, sus manos comenzando a explorar cada rincón de sus cuerpos. La madre, sintiendo las manos extrañas sobre su cuerpo, gime suavemente, una mezcla de vergüenza y placer recorriendo su cuerpo.

Desconocido 1: (Susurrando) Qué rica que sos, señora. Dejame tocarte un poco más.

Desconocido 2: (Susurrando) Y vos, pibe, qué pija más rica tenés. Dejame verla mejor.

El hijo, con las mejillas rojas de vergüenza, deja que los desconocidos bajen su pantalón, exponiendo su pija dura. Los desconocidos, sonriendo con malicia, comienzan a masturbar al hijo, sus movimientos rápidos y firmes.

Hijo: (Gimiendo) Ah, ah, así, así.

La madre, observando cómo abusan de su hijo, siente una mezcla de asco y excitación. Sus ojos se desvían hacia Raúl, quien observa la escena con una sonrisa satisfecha, sin intervenir.

Madre: (Pensando) No puedo creer lo que estoy viendo. Mi hijo está siendo abusado y yo… me está excitando.

El jubilado, notando la excitación de la madre, se acerca más a ella, su pija dura presionando contra su culo. Con un movimiento rápido, el jubilado introduce un dedo en el culo de la madre, quien gime de sorpresa y placer.

Jubilado: (Susurrando) Así, señora. Dejate llevar. Mirá a tu hijo, está disfrutando tanto como vos.

La madre, con los ojos cerrados y la respiración acelerada, deja que el jubilado la prepare, gimiendo suavemente con cada movimiento. Mientras tanto, los desconocidos continúan abusando del hijo, sus manos y bocas explorando cada rincón de su cuerpo.

Desconocido 1: (Susurrando) Qué rico que sos, pibe. Dejame chuparte un poco.

El desconocido se arrodilla frente al hijo y comienza a chupar su pija, sus movimientos rápidos y firmes. El hijo, gimiendo de placer, agarra la cabeza del desconocido, empujándolo más contra su pija.

Hijo: (Gimiendo) Ah, ah, así, así. No pares, por favor.

La madre, observando cómo abusan de su hijo, siente cómo su excitación alcanza el punto máximo. Con un gemido fuerte, se corre en las manos del jubilado, su cuerpo temblando de placer.

Madre: (Gimiendo) Ah, ah, así, así. Me voy, me voy.

El jubilado, sonriendo con satisfacción, se retira lentamente de la madre y se sube los pantalones, observando cómo los desconocidos continúan abusando del hijo.

Jubilado: (Susurrando) Bueno, pibe, ahora es tu turno de acabar. Dejate llevar por el placer.

El hijo, con los ojos cerrados y la respiración acelerada, deja que los desconocidos lo lleven al clímax, gimiendo fuerte mientras se corre en la boca del desconocido.

Hijo: (Gimiendo) Ah, ah, así, así. Me voy, me voy.

Finalmente, los desconocidos se retiran del hijo, sonriendo con complicidad. El jubilado, observando la escena, se acerca a Raúl y le susurra al oído:

Jubilado: (Susurrando) ¿Te gustó el espectáculo, Raúl? A lo mejor la próxima vez podés probar algo más con la chetita.

Raúl, sonriendo con satisfacción, asiente y se aleja, dirigiéndose hacia el otro extremo del vagón, donde Paula lo espera con una mezcla de excitación y nerviosismo.

Raúl: (Pensando) La chetita está esperando. Vamos a darle una sorpresa.

37 Lecturas/9 octubre, 2025/0 Comentarios/por PaulaLange
Etiquetas: colegio, culo, hija, hijo, madre, mayor, papa, puta
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