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Dominación Mujeres, Heterosexual, Voyeur / Exhibicionismo

Paula, La quinta de Lelloir

Raul sigue «entrenandome».
**Escena en la Quinta: El Partido de Tenis**

La quinta de Paula es un oasis de lujo y tranquilidad, rodeada de altos muros y jardines cuidadosamente podados. El día del partido de tenis, la propiedad está llena de actividad. Los jardines han sido cuidadosamente arreglados, y la cancha de tenis reluce bajo el sol de la mañana. Paula, vestida con el conjunto que Raúl le regaló, se siente incómoda pero determinada a cumplir con su papel.

Raúl, junto con el padre de Paula, recibe a los invitados en la entrada. Entre ellos se encuentran siete socios adinerados del padre de Paula, todos hombres de mediana edad y ancianos, con trajes elegantes y expresiones serias. Paula, observando desde la distancia, se da cuenta de que estos hombres son los socios de los que Raúl le habló.

*Raúl:* (Presentando a los invitados) Señores, les presento a Paula, nuestra anfitriona de hoy. Es una gran jugadora de tenis y una joven muy especial.

Los hombres asienten, sus ojos recorriendo el cuerpo de Paula con evidente interés. Paula, intentando mantener la compostura, sonríe tímidamente y se dirige a la cancha de tenis, donde Raúl ya ha dispuesto sillones cómodos para los invitados.

*Raúl:* (Dirigiéndose a Paula) Paula, por favor, saluda a cada uno de nuestros distinguidos invitados. Asegúrate de que se sientan cómodos y bienvenidos.

Paula asiente y se acerca al primer sillón, donde se sienta Don Carlos, un hombre de unos 70 años con barba canosa y lentes. Don Carlos sonríe a Paula, sus ojos brillando con lujuria.

*Don Carlos:* (Susurrando) Encantado, Paula. He oído mucho sobre ti. Eres toda una promesa en el tenis. Y debo decir, te ves absolutamente deliciosa con ese conjunto.

Paula, con las mejillas rojas, se arrodilla lentamente frente a Don Carlos, sus ojos fijos en el suelo. Don Carlos, notando su incomodidad, sonríe y coloca una mano en su hombro, atrayéndola hacia él. Paula siente cómo la mano de Don Carlos se desliza por su espalda, acariciando suavemente su piel.

*Don Carlos:* (Susurrando) Relájate, Paula. Solo quiero conocerte mejor. Tu padre siempre habla maravillas de ti.

Mientras Paula está arrodillada frente a Don Carlos, Don Juan, un hombre de unos 60 años con cabello gris y una sonrisa amable, se acerca a Raúl y comienza a hablar con él en voz baja. Raúl asiente, sonriendo, mientras Don Juan, con disimulo, apoya su pija dura en el culo de Paula, presionando ligeramente.

*Don Juan:* (Susurrando a Raúl) Raúl, tu novia es toda una belleza. Y qué culo más rico tiene. Me encantaría probarlo.

Raúl, con una sonrisa malvada, asiente y le da una palmada en el hombro a Don Juan, dándole a entender que tiene su aprobación.

*Raúl:* (Susurrando) Claro, Don Juan. Paula es toda una delicia. Asegúrate de disfrutarla bien.

Paula, sintiendo la presión en su culo, se tensa pero no se aparta, recordando las palabras de Raúl: «Estos hombres son muy importantes para mí y para mi papá. No los decepciones.»

Se levanta lentamente y se dirige al siguiente sillón, donde se sienta Don Pedro, un hombre de unos 55 años con cabello oscuro y ojos penetrantes. Don Pedro la observa con una sonrisa malvada y, sin preámbulos, le indica que se siente en sus piernas.

*Don Pedro:* (Susurrando) Ven, Paula, siéntate aquí. Quiero sentirte más cerca.

Paula obedece, sentándose cuidadosamente en las piernas de Don Pedro. Don Pedro, con una mano, agarra su teta, apretándola firmemente a través de la remera ajustada, mientras con la otra, explora su culo, deslizando sus dedos por el borde de su culotte.

*Don Pedro:* (Susurrando) Qué tetas más ricas tenés, Paula. Dejame tocarlas un poco más.

Mientras Don Pedro la toca, Don Miguel, un hombre de unos 75 años con cabello blanco y una sonrisa amable, se acerca a Raúl y comienza a hablar con él, sus ojos fijos en Paula.

*Don Miguel:* (Susurrando a Raúl) Raúl, tu novia es toda una belleza. Me encantaría probar esas tetas. ¿Te importa si le apoyo la pija en la boca?

Raúl, con una sonrisa satisfecha, asiente y le da una seña a Don Miguel, indicándole que puede proceder. Don Miguel se acerca a Paula y, con disimulo, apoya su pija dura en su boca, sin que ella la chupe, solo sintiendo su presencia.

*Don Miguel:* (Susurrando) Así, Paula. Solo relajate y disfrutá.

Paula, con las mejillas rojas de vergüenza, deja que Don Miguel apoye su pija en su boca, sintiendo cómo su respiración se acelera con cada segundo. Mientras tanto, Don Antonio, un hombre de unos 60 años con cabello gris y una sonrisa amable, se acerca a Raúl y comienza a hablar con él, sus ojos fijos en Paula.

*Don Antonio:* (Susurrando a Raúl) Raúl, tu novia es toda una delicia. Me encantaría verla en acción. ¿Te importa si le apoyo la pija en el culo mientras juega?

Raúl, con una sonrisa malvada, asiente y le da una seña a Don Antonio, indicándole que puede proceder. Don Antonio se acerca a Paula y, con disimulo, apoya su pija dura en su culo, presionando ligeramente mientras ella se levanta para dirigirse al siguiente sillón.

*Don Antonio:* (Susurrando) Así, Paula. Dejate llevar. Tu padre está mirando y le gusta lo que ve.

Paula, sintiendo la presión en su culo, se tensa pero no se aparta, recordando las palabras de Raúl. Se dirige al siguiente sillón, donde se sienta Don Luis, un hombre de unos 65 años con barba tupida y ojos penetrantes. Don Luis la observa con una mezcla de lujuria y respeto y, sin preámbulos, le indica que se arrodille frente a él.

*Don Luis:* (Susurrando) Ven, Paula, arrodillate aquí. Quiero que me saludes como corresponde.

Paula obedece, arrodillándose frente a Don Luis, quien coloca una mano en su hombro, atrayéndola hacia él, mientras con la otra, explora su cuerpo, deteniéndose en su culo, que aprieta firmemente a través de la pollerita corta.

*Don Luis:* (Susurrando) Qué culo más rico tenés, Paula. Dejame tocarte un poco más.

Finalmente, Paula se levanta y se dirige al último sillón, donde se sienta Don Ricardo, un hombre de unos 50 años con cabello oscuro y ojos penetrantes. Don Ricardo la observa con una sonrisa malvada y, sin preámbulos, le indica que se siente en sus piernas.

*Don Ricardo:* (Susurrando) Ven, Paula, siéntate aquí. Quiero sentirte más cerca.

Paula obedece, sentándose cuidadosamente en las piernas de Don Ricardo. Don Ricardo, con una mano, agarra su teta, apretándola firmemente a través de la remera ajustada, mientras con la otra, explora su culo, deslizando sus dedos por el borde de su culotte.

*Don Ricardo:* (Susurrando) Qué tetas más ricas tenés, Paula. Dejame tocarlas un poco más.

Mientras Don Ricardo la toca, Raúl se acerca a Paula y le susurra al oído:

*Raúl:* (Susurrando) Te ves increíble, Paula. Estos hombres están impresionados. Ahora, ve a cambiarte y únete a nosotros para almorzar. Quiero que conozcas a algunos de nuestros socios más importantes.

Paula asiente y se levanta lentamente, sus piernas temblando. Mientras se dirige al interior de la casa para cambiarse, siente las miradas lujuriosas de los socios sobre ella, sabiendo que su vida está a punto de cambiar drásticamente. Además, puede sentir la presencia de su padre, observando todo desde detrás de un espejo, con una mezcla de orgullo y lujuria en su rostro.

*Paula:* (Pensando) ¿En qué me he metido? Esto es solo el comienzo, y no sé hasta dónde llegaré. Pero debo hacerlo, por Raúl, por mi familia, por todo.

Con ese pensamiento, Paula se prepara para enfrentar lo que sea que el día siguiente le depare, su mente llena de dudas y miedos, mientras su cuerpo responde a las demandas de los socios. Paula decide no cambiarse y se presenta así al almuerzo, siguiendo las instrucciones de Raúl.

—

**Escena en la Quinta: El Almuerzo**

Después del partido de tenis, Paula se siente agotada y traspirada, su cuerpo aún temblando por las experiencias vividas. Raúl, con una sonrisa satisfecha, se acerca a ella y le susurra al oído:

*Raúl:* (Susurrando) Paula, no te cambies. Quiero que te presentes así al almuerzo. A los socios les encanta ver a una joven traspirada y excitada.

Paula, con las mejillas rojas de vergüenza, asiente y sigue a Raúl hacia el salón comedor, un espacio amplio y lujoso ubicado en la quinta de Parque Leloir. Al entrar, se da cuenta de que no hay nadie del servicio; ella será la encargada de servir la comida a cada socio.

*Raúl:* (Anunciando) Señores, por favor, tomen asiento. Paula se encargará de servirnos hoy. Es una joven muy especial, y quiero que la traten como tal.

Los socios, sonriendo con anticipación, se sientan alrededor de la mesa, sus ojos fijos en Paula. Raúl se sienta a la cabecera, observando con satisfacción cómo Paula se mueve nerviosamente, intentando mantener la compostura.

*Don Carlos:* (Susurrando) Paula, trae el vino, por favor. Y no te olvides de llenar nuestras copas.

Paula asiente y se dirige a la mesa del vino, sus manos temblando mientras agarra la botella. Se acerca a Don Carlos y, con cuidado, llena su copa, sintiendo cómo sus ojos la recorren de arriba a abajo.

*Don Carlos:* (Susurrando) Gracias, Paula. Eres toda una delicia. Ven, siéntate en mis piernas un momento.

Paula, con las mejillas rojas, obedece y se sienta cuidadosamente en las piernas de Don Carlos, quien coloca una mano en su muslo, acariciándolo suavemente mientras continúa hablando con Raúl.

*Don Carlos:* (Hablando con Raúl) Raúl, tu novia es toda una belleza. Y qué culo más rico tiene. Me encantaría probarlo.

Raúl, con una sonrisa malvada, asiente y le da una palmada en el hombro a Don Carlos, dándole a entender que tiene su aprobación.

*Raúl:* (Respondiendo) Claro, Don Carlos. Paula es toda una delicia. Asegúrate de disfrutarla bien.

Mientras Paula está sentada en las piernas de Don Carlos, Don Juan se acerca a ella y, con disimulo, apoya su pija dura en su culo, presionando ligeramente.

*Don Juan:* (Susurrando) Paula, trae el pan, por favor. Y no te olvides de servirnos a todos.

Paula asiente y se levanta, dirigiéndose a la mesa del pan. Mientras sirve, Don Pedro se acerca a ella y, sin preámbulos, le indica que se siente en sus piernas.

*Don Pedro:* (Susurrando) Ven, Paula, siéntate aquí. Quiero sentirte más cerca.

Paula obedece, sentándose cuidadosamente en las piernas de Don Pedro, quien agarra su teta, apretándola firmemente a través de la remera ajustada, mientras con la otra mano, explora su culo, deslizando sus dedos por el borde de su culotte.

*Don Pedro:* (Susurrando) Qué tetas más ricas tenés, Paula. Dejame tocarlas un poco más.

Mientras Don Pedro la toca, Don Miguel se acerca a Paula y, con disimulo, apoya su pija dura en su boca, sin que ella la chupe, solo sintiendo su presencia.

*Don Miguel:* (Susurrando) Así, Paula. Solo relajate y disfrutá.

Paula, con las mejillas rojas de vergüenza, deja que Don Miguel apoye su pija en su boca, sintiendo cómo su respiración se acelera con cada segundo. Mientras tanto, Don Antonio se acerca a Raúl y comienza a hablar con él, sus ojos fijos en Paula.

*Don Antonio:* (Susurrando a Raúl) Raúl, tu novia es toda una delicia. Me encantaría verla en acción. ¿Te importa si le apoyo la pija en el culo mientras sirve?

Raúl, con una sonrisa malvada, asiente y le da una seña a Don Antonio, indicándole que puede proceder. Don Antonio se acerca a Paula y, con disimulo, apoya su pija dura en su culo, presionando ligeramente mientras ella sirve la comida.

*Don Antonio:* (Susurrando) Así, Paula. Dejate llevar. Tu padre está mirando y le gusta lo que ve.

Paula, sintiendo la presión en su culo, se tensa pero no se aparta, recordando las palabras de Raúl. Se dirige a la mesa del postre, donde Don Luis la observa con una mezcla de lujuria y respeto y, sin preámbulos, le indica que se arrodille frente a él.

*Don Luis:* (Susurrando) Ven, Paula, arrodillate aquí. Quiero que me saludes como corresponde.

Paula obedece, arrodillándose frente a Don Luis, quien coloca una mano en su hombro, atrayéndola hacia él, mientras con la otra, explora su cuerpo, deteniéndose en su culo, que aprieta firmemente a través de la pollerita corta.

*Don Luis:* (Susurrando) Qué culo más rico tenés, Paula. Dejame tocarte un poco más.

Finalmente, Paula se levanta y se dirige a la mesa del café, donde Don Ricardo la observa con una sonrisa malvada y, sin preámbulos, le indica que se siente en sus piernas.

*Don Ricardo:* (Susurrando) Ven, Paula, siéntate aquí. Quiero sentirte más cerca.

Paula obedece, sentándose cuidadosamente en las piernas de Don Ricardo. Don Ricardo, con una mano, agarra su teta, apretándola firmemente a través de la remera ajustada, mientras con la otra, explora su culo, deslizando sus dedos por el borde de su culotte.

*Don Ricardo:* (Susurrando) Qué tetas más ricas tenés, Paula. Dejame tocarlas un poco más.

Mientras Don Ricardo la toca, Raúl se levanta de la mesa y se acerca a Paula, susurrándole al oído:

*Raúl:* (Susurrando) Te ves increíble, Paula. Estos hombres están impresionados. Ahora, ve a la cocina y trae el postre. Quiero que lo sirvas personalmente.

Paula asiente y se dirige a la cocina, su mente llena de dudas y miedos, mientras su cuerpo responde a las demandas de los socios. Al regresar con el postre, se da cuenta de que la conversación en la mesa se ha vuelto más intensa, centrada en la economía argentina y en las inversiones del padre de Paula.

*Don Carlos:* (Hablando) La economía argentina está en un momento crucial. Necesitamos invertir en proyectos que nos aseguren estabilidad a largo plazo.

*Don Juan:* (Asintiendo) Totalmente de acuerdo. Y con la influencia de tu padre, Raúl, podemos asegurar que nuestros negocios prosperen.

Raúl, con una sonrisa satisfecha, asiente y se gira hacia Paula, quien está sirviendo el postre.

*Raúl:* (Susurrando) Paula, ven aquí. Quiero presentarte a nuestros socios más importantes.

Paula, con las mejillas rojas, se acerca a Raúl, quien la toma de la mano y la presenta a cada uno de los socios, quienes la observan con lujuria y respeto.

*Raúl:* (Presentando) Señores, esta es Paula, nuestra anfitriona de hoy. Es una joven muy especial y talentosa.

Los socios asienten, sonriendo con anticipación, sabiendo que la noche promete ser larga y llena de placeres. Paula, con la sospecha de que su padre observa todo desde detrás de un espejo, intenta mantener la compostura, recordando las palabras de Raúl: «Estos hombres son muy importantes para mí y para mi papá. No los decepciones.»

*Paula:* (Pensando) ¿En qué me he metido? Esto es solo el comienzo, y no sé hasta dónde llegaré. Pero debo hacerlo, por Raúl, por mi familia, por todo.

Con ese pensamiento, Paula se prepara para enfrentar lo que sea que la noche le depare, su mente llena de dudas y miedos, mientras su cuerpo responde a las demandas de los socios, sabiendo que su vida está a punto de cambiar drásticamente.

—

**Escena Distinta: El Almuerzo Continúa**

Después de servir el postre, Paula se dirige a la cocina para preparar el café. Mientras está allí, Don Carlos entra y se acerca a ella, con una sonrisa malvada en su rostro.

*Don Carlos:* (Susurrando) Paula, ven aquí. Quiero que me sirvas el café personalmente.

Paula asiente y se acerca a Don Carlos, quien la toma de la mano y la sienta en sus piernas. Con una mano, Don Carlos agarra su teta, apretándola firmemente a través de la remera ajustada, mientras con la otra, explora su culo, deslizando sus dedos por el borde de su culotte.

*Don Carlos:* (Susurrando) Qué tetas más ricas tenés, Paula. Dejame tocarlas un poco más.

Mientras Don Carlos la toca, Don Juan entra en la cocina y, con disimulo, apoya su pija dura en su culo, presionando ligeramente.

*Don Juan:* (Susurrando) Paula, trae las tazas, por favor. Y no te olvides de servirnos a todos.

Paula asiente y se levanta, dirigiéndose a la mesa del café. Mientras sirve, Don Pedro se acerca a ella y, sin preámbulos, le indica que se siente en sus piernas.

*Don Pedro:* (Susurrando) Ven, Paula, siéntate aquí. Quiero sentirte más cerca.

Paula obedece, sentándose cuidadosamente en las piernas de Don Pedro, quien agarra su teta, apretándola firmemente a través de la remera ajustada, mientras con la otra mano, explora su culo, deslizando sus dedos por el borde de su culotte.

*Don Pedro:* (Susurrando) Qué tetas más ricas tenés, Paula. Dejame tocarlas un poco más.

Mientras Don Pedro la toca, Don Miguel se acerca a Paula y, con disimulo, apoya su pija dura en su boca, sin que ella la chupe, solo sintiendo su presencia.

*Don Miguel:* (Susurrando) Así, Paula. Solo relajate y disfrutá.

Paula, con las mejillas rojas de vergüenza, deja que Don Miguel apoye su pija en su boca, sintiendo cómo su respiración se acelera con cada segundo. Mientras tanto, Don Antonio se acerca a Raúl y comienza a hablar con él, sus ojos fijos en Paula.

*Don Antonio:* (Susurrando a Raúl) Raúl, tu novia es toda una delicia. Me encantaría verla en acción. ¿Te importa si le apoyo la pija en el culo mientras sirve?

Raúl, con una sonrisa malvada, asiente y le da una seña a Don Antonio, indicándole que puede proceder. Don Antonio se acerca a Paula y, con disimulo, apoya su pija dura en su culo, presionando ligeramente mientras ella sirve el café.

*Don Antonio:* (Susurrando) Así, Paula. Dejate llevar. Tu padre está mirando y le gusta lo que ve.

Paula, sintiendo la presión en su culo, se tensa pero no se aparta, recordando las palabras de Raúl. Se dirige a la mesa del digestivo, donde Don Luis la observa con una mezcla de lujuria y respeto y, sin preámbulos, le indica que se arrodille frente a él.

*Don Luis:* (Susurrando) Ven, Paula, arrodillate aquí. Quiero que me saludes como corresponde.

Paula obedece, arrodillándose frente a Don Luis, quien coloca una mano en su hombro, atrayéndola hacia él, mientras con la otra, explora su cuerpo, deteniéndose en su culo, que aprieta firmemente a través de la pollerita corta.

*Don Luis:* (Susurrando) Qué culo más rico tenés, Paula. Dejame tocarte un poco más.

Finalmente, Paula se levanta y se dirige a la mesa del licor, donde Don Ricardo la observa con una sonrisa malvada y, sin preámbulos, le indica que se siente en sus piernas.

*Don Ricardo:* (Susurrando) Ven, Paula, siéntate aquí. Quiero sentirte más cerca.

Paula obedece, sentándose cuidadosamente en las piernas de Don Ricardo. Don Ricardo, con una mano, agarra su teta, apretándola firmemente a través de la remera ajustada, mientras con la otra, explora su culo, deslizando sus dedos por el borde de su culotte.

*Don Ricardo:* (Susurrando) Qué tetas más ricas tenés, Paula. Dejame tocarlas un poco más.

Mientras Don Ricardo la toca, Raúl se levanta de la mesa y se acerca a Paula, susurrándole al oído:

*Raúl:* (Susurrando) Te ves increíble, Paula. Estos hombres están impresionados. Ahora, ve a la cocina y trae el licor. Quiero que lo sirvas personalmente.

Paula asiente y se dirige a la cocina, su mente llena de dudas y miedos, mientras su cuerpo responde a las demandas de los socios. Al regresar con el licor, se da cuenta de que la conversación en la mesa se ha vuelto más intensa, centrada en la economía argentina y en las inversiones del padre de Paula.

*Don Carlos:* (Hablando) La economía argentina está en un momento crucial. Necesitamos invertir en proyectos que nos aseguren estabilidad a largo plazo.

*Don Juan:* (Asintiendo) Totalmente de acuerdo. Y con la influencia de tu padre, Raúl, podemos asegurar que nuestros negocios prosperen.

Raúl, con una sonrisa satisfecha, asiente y se gira hacia Paula, quien está sirviendo el licor.

*Raúl:* (Susurrando) Paula, ven aquí. Quiero presentarte a nuestros socios más importantes.

Paula, con las mejillas rojas, se acerca a Raúl, quien la toma de la mano y la presenta a cada uno de los socios, quienes la observan con lujuria y respeto.

*Raúl:* (Presentando) Señores, esta es Paula, nuestra anfitriona de hoy. Es una joven muy especial y talentosa.

Los socios asienten, sonriendo con anticipación, sabiendo que la noche promete ser larga y llena de placeres. Paula, con la sospecha de que su padre observa todo desde detrás de un espejo, intenta mantener la compostura, recordando las palabras de Raúl: «Estos hombres son muy importantes para mí y para mi papá. No los decepciones.»

*Paula:* (Pensando) ¿En qué me he metido? Esto es solo el comienzo, y no sé hasta dónde llegaré. Pero debo hacerlo, por Raúl, por mi familia, por todo.

Con ese pensamiento, Paula se prepara para enfrentar lo que sea que la noche le depare, su mente llena de dudas y miedos, mientras su cuerpo responde a las demandas de los socios, sabiendo que su vida está a punto de cambiar drásticamente.

—

**Clímax en la Mesa del Café**

Mientras Paula sirve el café, Don Antonio se levanta de su silla y se acerca a ella, con una mirada intensa y decidida. Sin preámbulos, agarra su pija y comienza a masturbarse frente a ella, sus ojos fijos en los de Paula.

*Don Antonio:* (Susurrando) Ven, Paula. Quiero que me mires mientras acabo.

Paula, con las mejillas rojas de vergüenza y excitación, obedece y se arrodilla frente a Don Antonio, sus ojos fijos en su pija mientras él se masturba con movimientos rápidos y firmes.

*Don Antonio:* (Gimiendo) Así, Paula. Mira cómo me pongo duro por vos. Soy todo tuyo.

Con un gemido final, Don Antonio alcanza el clímax y eyacula, su semen cayendo directamente en la cara de Paula, manchando su piel y su cabello. Paula, sorprendida, siente cómo el líquido caliente y pegajoso se esparce por su rostro, pero no se mueve, recordando las palabras de Raúl.

*Don Antonio:* (Susurrando) Buena chica, Paula. Te has portado muy bien. Ahora, limpiate y seguí sirviendo.

Paula, con las mejillas rojas y el corazón latiendo fuerte, se levanta lentamente, sus manos temblando mientras intenta limpiarse el semen de la cara con una servilleta. Los otros socios, observando la escena, sonríen con satisfacción, sabiendo que han marcado territorio y que Paula es toda suya para disfrutar.

*Raúl:* (Susurrando a Paula) Te ves increíble, Paula. Estos hombres están muy contentos. Sigue así y todo saldrá perfecto.

Paula asiente, intentando mantener la compostura, mientras su mente está llena de dudas y miedos. Sabe que esta es solo la punta del iceberg y que la noche promete ser larga y llena de sorpresas. Con ese pensamiento, se prepara para enfrentar lo que sea que venga, sabiendo que su vida está a punto de cambiar drásticamente.

17 Lecturas/9 octubre, 2025/0 Comentarios/por PaulaLange
Etiquetas: chica, culo, joven, novia, padre, parque, pija, semen
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