PILI, PUTA ADOLESCENTE (1).
Pli es adiestrada para poder acudir a las fiestas y reuniones de los amigos de su padre..
PILI, PUTA ADOLESCENTE (1).
MI PAPI.
Mi papá siempre fue muy bueno conmigo. Me da todos los caprichos del mundo. No es mi padre de verdad. Se casó con mi madre cuando yo era muy pequeña y no recuerdo a mi verdadero padre, que abandonó a mi madre cuando supo que estaba preñada de mí.
Mi papá dice que ya soy mayor porque ya fumo, bebo y follo. Por eso ya puedo participar en las reuniones de sus amigos. Me ha prometido que me llevará el fin de semana que viene y estoy muy ilusionada por conocerlos a todos y a otras chicas como yo. Es muy duro para mí no poder contarle a nadie las cosas que hago con papá, pero él dice que la gente no lo entendería y que podría tener problemas si alguien se enterase.
– Papi – le dije una tarde al volver de clase – ¿Cómo son las otras chicas que van a esas reuniones?
– Son buenas putas, Pili – A pesar de su edad, ya son hembras de provecho.
– ¿La chupan mejor que yo? – pregunté con inocencia mientras le lamía circularmente el capullo.
– No, nena – respondió, apretando mi cabeza contra su robusto pene – Tú eres la mejor chupando, pero ellas también lo hacen muy bien.
– Pero … ¿te dan tanto placer como yo, papi? – pregunté acomodándome entre sus piernas.
Papá estaba recostado en su butacón, con los pantalones bajados hasta los tobillos. Al tiempo que le mamaba la polla de rodillas frente a él, daba sorbos a su vaso de whisky y resoplaba con mis lametones en su cipote. Hacía aquello desde que a los trece me vino mi primera regla, edad a la que comenzó mi adiestramiento. Cuando llegaba a casa, se servía un vaso de whisky y se sentaba plácidamente a que le chupase la polla.
– Nadie me da más placer que tú, Pili. ¿Quieres un traguito? – preguntó ofreciéndome su vaso.
– ¡Sí, papi! – exclamé – Sabes que me encanta beber tu whisky – añadí tomando el vaso y dando un pequeño sorbo.
– Si algún día trabajas en un burdel, tendrás que alternar con los clientes y beber con ellos – me explicó – Y la coca te sirve para bajarte el pedo, para poder seguir bebiendo sin que se note que estás borracha.
– ¿Qué es un burdel, papi?
– Un puticlub.
– Ah, papi … cuánto sabes – dije antes de volver a meterme su polla en la boca.
Al principio sólo me daba cerveza y vino, pero hacía meses que habíamos pasado a los licores. Mi papi decía que las bebidas alcohólicas cuanto más fuertes, son mejores porque me ayudan a ser más dócil y obediente. Un día, hacía meses, tuve mi primera borrachera. Bebí tanto que no sabía ni dónde estaba. Había mezclado de todo: whisky, vodka, ginebra, chupitos de tequila, … y bebidas que no sé ni cómo se llaman. Estaba mareada y me caí varias veces al suelo. Pero mi papi me ofreció una raya de coca y me enseñó cómo esnifarla. No sólo se me pasó el mareo sino que me dieron una ganas tremendas de follar, me puse cahondísima y mi papi me folló un montón de veces aquella noche. Desde entonces, siempre que me paso con la bebida, tiene preparada una rayita de coca para mí. ¡Qué bueno es!
Le devolví el vaso sintiendo el calor del whisky en mi garganta, y volví a mi tarea diaria de chuparle la polla. Debía ser cuidadosa y no poner demasiado empeño o mi papá me daría su leche antes de tiempo.
– Esas chicas son hijas de mis amigos – explicó – Todas tienen más o menos tu edad y han sido adiestradas como como tú, desde jovencitas, para que puedan ser lo más rentables posible.
– ¿Qué significa eso, papi?
– Que cuanto antes sepan comportarse como unas auténticas putas, más dinero se ganara con ellas – explicó.
– ¿Alguna ya hace la calle, papi?
– La calle aún no – explicó – Pero sí han pagado por ellas.
– Yo me muero de ganas, papi – dije mientras lamía sus huevos peludos y meneaba suavemente su polla – Sabes que quiero ganar mi dinero para comprarme cosas bonitas.
– Pili, cuando eso pase me darás todo el dinero que ganes, que yo te lo administraré correctamente. Tú nunca tendrás dinero propio, será el que yo, o quien sea tu chulo, te quiera dar – explicó dando un pequeño respingo cuando lamí su ano.
– ¿Entonces tú eres mi chulo, papi? – pregunté ávida de respuestas.
– De momento soy tu dueño – explicó – Cuando empiece a sacarte rendimiento económico, entonces también seré tu chulo.
– Vale, papi. Y dime: ¿cómo son mis rivales?.
– No son tus rivales, nena. Solo son otras futuras putas como tú.
– Pero yo quiero ser la mejor – dije frunciendo el ceño.
– Y lo serás, Pili … lo serás – dijo apurando el último trago de whisky y dejando el vaso sobre la mesita lateral – Ahora vamos a follar.
Me subí la faldita tableada a cuadros del uniforme colegial y me quité las bragas. A continuación, me senté sobre mi papá, a horcajadas, para cabalgar sobre su rica polla.
– ¡Ay, papi! – exclamé – Ya tenía ganas de sentirte dentro …
– Ponme las tetitas en la cara, Pili … como a mi me gusta – me ordenó. Obedecí abriéndome la blusa del uniforme.
– Algún día tendré una tetas grandes – dije mientras papá me lamía los pezones. Mis tetas eran pequeñas y eso me avergonzaba. Pensaba que era un obstáculo para llegar a ser una buena puta. Papá me había contado que a las tetonas podían meterles la polla entre las tetas y follarlas y que eso se llamaba “hacer cubanas” o “rusas” – Me encantaría hacer cubanas, papi.
– Te crecerán, cariño. Y si no, te las ponemos de silicona y ya está.
– Vale, papi – asentí acelerando el ritmo de la cabalgada. Mi papá me apretaba con fuerza las nalgas, cosa que me encantaba, pero dejó de hacerlo para meterme un dedo por el culo.
– ¿Cómo va este culito, nena? – preguntó con mis tetitas rozando sus labios – ¿Lo estás entrenando como te dije?
– Sí, papi. Duermo todas las noches con el plug anal que me regalaste para tenerlo dilatado al máximo – expliqué orgullosa – Puedes meter más dedos, si quieres.
– A mis amigos les gusta jugar con el culo de las putitas, ¿sabes? – me dijo mientras un segundo y un tercer dedo avanzaban sin oposición en mi culito – Es muy importante que dilates bien. A veces metemos dentro cosas para divertirnos.
– ¿Qué cosas, papi?
– Lo que tengamos a mano en ese momento. Una botella, un frasco de lo que sea, dildos muy grandes … no sé, cualquier cosa. Por eso quiero que consigas una buena dilatación por si este sábado nos apetece hacerte algo así – me explicó, ya con cuatro dedos dentro de mi culo.
– ¿Y por qué os gusta hacer eso, papi?
– Porque sí, hijita … porque somos hombres y nos gusta jugar con nuestras hembras – me explicó.
– ¿Yo soy tu hembra, papi?
– Tú y tu madre, cariño.
– Entonces, ¿un hombre puede tener varias hembras? – pregunté al tiempo que botaba sobre su polla dura.
– Claro, mi niña – me explicó con la respiración entrecortada – Los hombres podemos tener todas las hembras que queramos, pero vosotras solo podéis tener un macho.
– ¿Solo uno, papi? – pregunté decepcionada – Pero yo quiero follar con muchos.
– Solo puedes ser propiedad de un hombre, pero él puede decidir con quien tienes que follar – me explicó – Por ejemplo, yo soy tu dueño pero este Sábado te ofreceré a todos los miembros del club. Tú seguirás siendo mía pero te podrán follar muchos, siempre y cuando yo lo apruebe. ¿Entiendes, nena?
– ¿Cuántos sois en el club? – pregunté cabalgando sobre su polla dura.
– Ahora mismo somos nueve.
– ¿Y todos llevan a sus hijas, papi?
– No, algunas aún no son mayores como tú – me explicó – Pero cuando lo sean, también irán a las reuniones.
– Entonces, ¿está confirmado que este sábado me llevas a la reunión? – pregunté ilusionada.
– Ya te he dicho antes que sí, Pili – dijo al tiempo que me levantaba con ambas manos, sacando su polla de mi chochito y ensartándomela en el culo.
– ¡Ayyyy, papi, qué gusto! – exclamé ante semejante maniobra – ¿Ves cómo de bien me entra una polla en el culo?
– Sí, cariño. Ya lo veo. Deja de hacer preguntas y céntrate en darme placer, hija.
– Vale, papi – dije obediente.
Tenía en la cabeza mil preguntas que hacerle, pero debía obedecer y centrarme en mi tarea, que no era otra que dar todo el placer posible a mi papá. Después de varios minutos cabalgando sobre su polla, incrustada en mi ano, no pude contener mi curiosidad.
– ¿Cuándo va a volver mamá?
– Ya te he explicado que mami está en casa de unos señores muy distinguidos. Van a preñarla y estará con ellos hasta que dé a luz – me explicó.
– Pero mami ya es mayor para quedarse preñada, ¿no?
– ¡De eso nada, cariño! – atajó – Aún no ha cumplido los treinta y cuando empiece a tener tripón por el embarazo, esos señores van a sacarla mucha rentabilidad – me explicó.
– ¿Te han pagado bien por mamá, papi?
– Muy bien. Esos señores son muy generosos cuando les gusta la mercancía que les ofreces – explicó.
– Mamá es buena puta, ¿verdad?
– Sí, hija. Me ha dado mucho rendimiento desde que la saqué de Colombia.
– ¿Ya era puta antes de conocerte? – pregunté sin dejar de cabalgar sobre la polla de papi.
– Sí, hacía la calle y se quedó preñada de algún cliente que se la folló sin condón – me explicó – Cuando la conocí tú eras un bebé. Arreglé los papeles y os traje para España. Tú madre tuvo suerte en conocerme …
– Mucha, papi. Qué habría sido de nosotras sin ti … – agradecí aumentando el ritmo de mis caderas y buscando el orgasmo de papi – ¿Y algún día me alquilarás para que me usen otros?
– Claro, Pili … para eso te llevo adiestrando dos años – explicó – En cuanto te des a conocer en el mundillo, voy a recibir ofertas por ti. Aunque yo prefiero esperar unos años y sacarte rendimiento por mi cuenta.
– ¡Qué bien, papi! – exclamé ilusionada ante el plan de vida que me presentaba – Estoy deseando ser una puta rentable.
– ¡Lo serás muy pronto! – exclamó papá al notar cómo su leche le subía desde los huevos.
– ¿Te correrás en mi culito, papi? – dije notando cómo se le venía el orgasmo.
– Sí, nena … voy a correrme ya – susurró entre espasmos.
Sentí su semen caliente invadiendo mi interior y las convulsiones de su polla dentro de mí. Nunca se había vuelto a correr en mi coño desde que me vino mi primera regla a los trece, para evitar dejarme preñada. Le gustaba hacerlo en mi boca y yo había aprendido a degustar su semen como si de caviar se tratase. Me saqué su polla de mi culo y me puse de rodillas nuevamente, entre sus piernas, para limpiarle el capullo con mi boca y dejárselo reluciente.
– ¿Te has corrido, Pili? – me preguntó mi papi subiéndose los pantalones.
– Dos veces – respondí – La primera con tu polla en el coño y la segundo cuando me dabas por el culo.
– ¡Y ni te lo he notado, hija! – exclamó complacido – Así me gusta, nena. Ya sabes que tus orgasmos son irrelevantes. Puedes correrte o no. No es problema del hombre que te esté follando, pero si te corres que no suponga un bajón en tu rendimiento, ¿entiendes?
– Sí, papi. Por eso lo he hecho – asentí orgullosa – Mis orgasmos no deben distraerte.
– Así me gusta, Pili. Has aprendido a hacer las cosas muy bien – me elogió – Creo que mis amigos no se arrepentirán de conocerte.
– Eso espero, papi. Quiero que me lleves a todas tus fiestas a partir de ahora – dije poniéndome en cuclillas para expulsar el semen que mi papá me había metido por el culo. A papi le encantaban este tipo de exhibiciones, decía que marcaban la diferencia entre una puta normal y una excepcional – Mira lo que hago, papi.
Apreté mis intestinos hacia afuera, como si quisiera cagar, tratando de recuperar el semen del interior de mi culo, que empezó a gotear hacia el suelo en forma de pequeños y pastosos grumos. Mientras lo hacía, miraba con descaro a mi papi que, orgulloso, me sonrío. A continuación, me arrodillé y lamí el semen del suelo, relamiéndome de gusto.
– Muy bien, nena. Estás preparada para conocer a mis amigos – dijo sonriente – Ahora, ve a tu habitación a hacer tus deberes, que debo hacer una llamadas.
– Vale, papi – dije cogiendo la mochila y yendo a mi habitación.
Mis deberes no eran tareas académicas. A papá le daban igual mis notas. Decía que en el colegio no se aprenden más que gilipolleces sin utilidad y que, además, una hembra de provecho no necesita.
Después de ducharme, me puse el plug anal metálico que me había regalado mi padre. Llevaba haciéndolo unos meses con el objetivo de tener el culo bien dilatado y que cuando tuviera la oportunidad de conocer a sus amigos pudieran jugar con mi culito haciendo con él lo que más les apeteciese. La primera vez que me lo puse, con la ayuda de mi madre, me sentí incómoda y algo dolorida. Solo pude tenerlo un par de horas dentro y al sacármelo me dolió mucho, pero entendí que era la mejor manera de ir abriéndolo poco a poco. Ahora, en cambio, me encanta llevarlo puesto. Duermo con él y cuando me lo quito por la mañana para ir a clase, me siento como si algo me faltase. He pensado en dejármelo puesto e ir al colegio con él dentro de mi culo, pero papá dice que no haga nada sospechoso fuera de casa porque nadie puede saber lo que pasa aquí.
Me senté en la mesa de mi habitación a continuar con los deberes diarios que mi papi me había impuesto desde hacía ya dos años: tenía que ver al menos dos horas de porno al día. Él me dejaba vídeos descargados en mi iPad y yo cada tarde los visualizaba, tratando de tomar buena cuenta de todos lo detalles.
Desnuda. Mi papá decía que la ropa de una mujer es solo para salir a la calle, que en casa debía estar siempre desnuda para que pudiera usarme cuando se le antojase. Con mi madre hacía lo mismo, aunque como ella era puta profesional, a veces sí estaba en casa con lencería y ropa provocativa. Pero si no iba a recibir clientes, iba siempre desnuda por casa.
Me encendí un cigarro y comencé a ver mi sesión diaria de porno. Papá me dejaba una cajetilla siempre en mi habitación para que nunca me faltase tabaco. Decía que una buena puta debe ser viciosa y servicial. Por eso no sólo me había adiestrado para acatar órdenes sin rechistar, sino que también me había iniciado en otros vicios como el tabaco y el alcohol.
Apenas había dado un par de caladas cuando recordé que mi consolador favorito estaba en el cuarto de baño. Me lo había dejado allí esa misma mañana y lo necesitaba para masturbarme mientras veía el porno que mi papi me había preparado. Detuve el vídeo de un gangbang de una rubia embarazada de siete meses con cinco hombres y salí de mi habitación en dirección al cuarto de baño. Al llegar a la puerta, le escuché hablando por teléfono en el salón. Iba a coger mi consolador y dar media vuelta, ya que mi papá me tenía prohibido escuchar sus conversaciones, pero al pronunciar mi nombre, me entró la curiosidad y me acerqué a la puerta del comedor para poder escuchar mejor. Tenía el altavoz puesto, de forma que pude oírlo todo.
– Paco, no sé si Pili aún está preparada – dijo mi padre – Es buena putita. Le encanta mamar y folla por los dos agujeros sin problema, pero no tengo claro si aguantará la caña que les metemos a las chicas en las reuniones.
– Agustín, necesitamos que empiece cuanto antes – dijo la voz del tal Paco – Hay que empezar a preñarlas ya o en tres o cuatro años nos quedaremos sin mercancía – explicó – Tenemos que pensar a futuro. La mayor de Javi ya ha empezado su adiestramiento, pero tardará al menos un año en estar preparada para las reuniones. A las gemelas nos las van a quitar de las manos en uno o dos años. Los árabes pagarán un pastizal por ellas … – explicó con resignación – La mía ya está vendida a los rusos y Alba, Sole y Ruth en un par de años seguirán el mismo camino …
– Podemos aguantarlas unos años más y explotarlas nosotros mismos … – le interrumpió mi padre.
– No ganaríamos tanto como traspasándolas. Además sabes que cuanto más mayores, menos precio. Es la ley de la oferta y la demanda, Agustín – explicó Paco – Putas que hagan de todo con 25 años las hay a patadas …
– Lo sé, Paco – asintió resignado mi padre.
– El club no puede sostenerse sin mercancía, Agustín. Yo le saco rendimiento a mi hija; Marcial a las mellizas desde hace más o menos un año; Antonio, también con Sole y Ruth; y Pepe ahora está empezando a ver algo de pasta con Albita – enumeró – Pero el resto, no saca nada. Pili tiene que empezar ya y para cuando las hijas de Fernando, Javi, Dani, Arturo y Miguel puedan dar dinero, ya tendremos relevo con las que hayan parido nuestras hijas – explicó – Es la única manera de asegurar el futuro del Club y que sea rentable. Es eso, o abrirse a que entre gente nueva … pero ya sabes que eso tiene mucho riesgo.
– De acuerdo, Paco … llevas razón – reconoció papá – Además, ya se lo había prometido a Pili y está muy ilusionada … – añadió – ¿Cuántos vamos a ser?
– Pepe se trae a su chica, Alba. Marcial a las gemelas. Fernando, Antonio y Miguel no pueden esta semana. Sonia y yo … y Javi, Arturo y Daniel – enumeró – Agustín, lo que puedo hacer es mandarte a mi chica para que te ayude con Pili … – sugirió.
– ¡Me vendría genial! – exclamó – Sonia es la putita perfecta para darle el último empujón a Pili. Además, mi hija siempre me pregunta por las otras chicas que van a las reuniones …
– Vale, Agustín … paso por tu casa por la mañana y te la dejo 24 horas. Que no se encariñen mucho que ya sabes que Sonia se va con los rusos en tres meses.
– ¿Y no puedes deshacer el trato?
– Ya lo he intentado pero me piden demasiada pasta – explicó – Es lo que pasa por haberla traspasado tan pronto, ¡pero quien se iba a imaginar que iba a ser tan buena puta!
– Te toca disfrutarla todo lo que puedas – aconsejó papá – Le diré a Pili que mañana no vaya a clase, que tenemos una invitada – añadió antes de despedirse y colgar.
Mi padre se quedó pensativo unos momentos y quise regresar a mi habitación, pero ni tuve tiempo de hacerlo. Se giró hacia la puerta y gritó mi nombre.
– ¡Piliiii!
– Papi, estoy aquí – dije apareciendo por la puerta.
– ¿No habrás escuchado la conversación? – preguntó enfadado.
– Estooo … no … – balbucí temerosa de su reacción.
– ¡No mientas, puta … que te parto la cara! – dijo levantando el brazo para atizarme una torta.
– Sí, papi … sí … no te enfades … ha sido sin querer – supliqué.
– ¿Que has escuchado? – preguntó aún con la mano en alto.
– Eso … lo de la fiesta del fin de semana … quiénes va a ir …
– Pili, no puedes escuchar las conversaciones privadas. ¡Y menos de tu dueño! – me dijo regañándome – Si haces esto con otro te llevas una paliza. Quiero que lo entiendas: ¡debes respetar a tu macho y no contrariarle en nada!
– Sí, papi … lo siento – dije agachando la cabeza.
– No vuelvas a hacerlo, nena … o te juro que te mando al hospital a base de hostias.
– No papi … fue sin querer … de verdad.
– Vale, Pili … – dijo relajando el tono de su voz. Me cogió por la mano – Ven, vamos al baño … que tengo ganas de mear y así te cuento un poco el regalo que tenemos para mañana.
Seguí a mi padre hasta el cuarto de baño, aún asustada por sus palabras y su reacción. Nunca me había hablado tan bruscamente. Claro está que tampoco nunca antes le había contrariado de esta manera. Me arrodillé junto al retrete, subí la tapa y abrí la boca. Cuando mi papá decía que quería mear significaba que quería mearme.
– Pili, mañana vas a conocer a una chica muy especial – dijo mientras se sacaba la polla y apuntaba hacia mi cara.
– He escuchado que se llama Sonia – interrumpí antes de que la inminente meada me impidiese articular palabra.
– Sí, hija. Sonia es la hija de mi amigo Paco y es tan buena puta que ya la tiene vendida a unos rusos – me explicó mientras se sacudía la polla ligeramente para iniciar la meada.
– Debe ser muy buena – dije abriendo la boca para recibir el chorro de pis de mi papi.
– Lo es, Pili. Paco quiere que la conozcas antes del sábado. Nos la presta 24 horas para completar tu adiestramiento y que en la reunión estés a la altura de las demás chicas – explicó mientras el primer reguero de orina salía de su polla.
Busqué el chorro mientras papá lo dirigía para darme de lleno en la boca. Me encanta el sabor de su pis, caliente y ácido. Papá me había enseñado a considerar un honor recibir el pis de un hombre y aunque aún solo había probado el suyo, sabía que cualquiera que me mease me iba a gustar. Desde que recuerdo, cuando papá iba a orinar llamaba a gritos a mi madre, si ésta estaba en casa, para mearla en la boca con la cabeza sobre el retrete. Para mi aquello era lo más normal del mundo. Tanto que estaba deseando que me lo hiciera a mí, de tal manera que probé su pis antes que su lefa, cuando comenzó a iniciarme para ser una hembra de provecho. También me había meado dentro del culo y del coño, pero eso fue después.
– ¡Eso es, nena¡ ¡Traga despacio! – me aconsejó – El sábado quiero que si alguien dice que tiene ganas de mear, te ofrezcas la primera para recibir la meada en la boca.
– Gggghhiii – acerté a balbucear con la boca llena de su cálido pis que resbalaba por mi barbilla. La potencia del chorro fue disminuyendo hasta que tan sólo caían una gotas de su capullo.
– ¿Qué se hace ahora, nena? – preguntó papá al tiempo que se meneaba la polla para que cayesen las últimas gotas. Tragué el pis que me llenaba la boca y me metí su polla entera dentro para limpiarla por completo – ¡Eso es, Pili! Acuérdate siempre de que tienes que limpiar una polla después de que se corra y de que mee.
– Sí, papi – dije contemplando la polla de papá, ya totalmente reluciente – Sabes que siempre lo hago.
– Buenas chica – concluyó metiéndose la polla dentro de los calzoncillos – ¿Has hecho tus deberes?
– Llevo el plug en el culo y estaba viendo el porno que me has preparado – expliqué.
Regresé a mi habitación y vi que el cigarrillo que me había encendido un rato antes, se había consumido en el cenicero. Me encendí otro, mientras trataba de imaginar a aquella tal Sonia de la que tan bien hablaba mi padre, esa que era tan buena puta que unos rusos habían pagado tanto dinero para comprarla.
El día siguiente iba a traerme momentos inolvidables.
Continuará …
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