PILI, PUTA ADOLESCENTE (12). LA REUNIÓN TERMINA CON ORGÍA
Pertenecer al Club era como estar en el paraíso terrenal..
PILI, PUTA ADOLESCENTE (12).
LA REUNIÓN TERMINA CON ORGÍA
El cálido semen de Javi en mi culo me sacó de tan profundas cavilaciones. Sentí su polla estallar en mi interior y cómo se contraía dándome su leche caliente. No sé cómo pero Sonia se dio cuenta, demostrándome una vez más su maestría y sus habilidades infinitas. Deshizo la postura que tenía entre las piernas de Ruth y apartó a Fernando de entre las suya para acercarse a Javi y a mí.
– ¡Aguanta la leche en el culo mientras le limpio la polla a Javi! – me ordenó sacándomela del ojete y mamando con la glotonería propia de una puta de su talla. Por suerte, yo tenía el culo entrenado para abrirlo y cerrarlo a voluntad y no fue un problema mantener la leche de Javi en mi interior, sin dejar escapar ni una gota.
Mientras Sonia dejaba reluciente la polla a Javi, Fernando me la metió en la boca. Mamé y babeé mientras él empujaba su rabo hacia mi garganta y me sujetaba por la cabeza.
– ¡Traga polla, puta … traga! – me dijo, visiblemente excitado.
Javi se apartó ligeramente, recostándose sobre el sofá y dando un sorbo a uno de los cubatas que había sobre la mesa, lo que facilitó que Sonia metiese su cara en mi culo.
– ¡Suéltala, Pili! – ordenó – ¡Dámela toda ahora!
Relajé el esfínter dejando resbalar por mi recto el semen que Javi me había metido dentro. Sonia lamió mi ojete capturando la lefa. Podía sentir su aliento entrecortado en mi entrepierna.
– Todo tuyo, Sonia … – pude decir sacando la polla de Fernando de mi boca por un instante.
Sonia metió la lengua en mi culo, separando las nalgas con las manos y buscando con ahínco hasta la última gota del semen de Javi. En ese momento, Fernando me empujó sobre el sofá, me separó las piernas y me la metió en el coño. Sonia Se puso encima de mí, a horcajadas, ofreciéndome su entrepierna. Lamí su coño y su culo mientras Fernando me follaba.
– No malgastes tu leche en mi coño, Fernando – sugerí – Métele tu lefa a Mamen para que hoy se quede preñada.
– ¡Hoy ya me he corrido dentro de ella dos veces, perra! – me dijo con desprecio – ¡A mí no me des órdenes! Pero … tienes razón, puta estúpida … mejor en el coño de Mamen que en el tuyo – añadió, sacándomela del chocho – Marcial, deja que me corra en el coño de tu hija, a ver si la dejo preñada ya.
Marcial, que estaba dado por el culo a su hija sobre el sofá junto a mí, se la sacó y me la metió a mí en el coño, comenzando a follarme. Fernando se la metió a Mamen que, a cuatro patas, seguía chupándosela a Antonio.
– ¡Qué coño más apretado tienes, Pili! – exclamó Marcial sin detener la follada. No pude responder porque tenía la lengua en el culo de Sonia, que restregaba su entrepierna por toda mi cara.
Sonia se apartó de mi y fue hacia el grupo de cuerpos entrelazados que follaba en el suelo. Casi no podía distinguirse quién follaba a quién. Finalmente se arrodilló frente al trasero de Yoli, que era follada por Miguel. Le sacó la polla del culo y se la mamó unos instantes para, de inmediato, volver a enchufársela en el culo a Yoli. Después, sacó la polla de Pepe del culo de Sole y repitió la operación, mamándola unos momentos. Sole aprovechó para cambiar de postura y se despatarró en el suelo, abriéndose de piernas.
– Pepe, méteme el lefazo dentro … a ver si me quedo preñada de una puta vez … – indicó. Pepe se tumbó sobre Sole y comenzó a follársela en la postura del misionero – ¡Vamos, Pepe! ¡Dame bien! ¡Fóllame duro! – exclamó, apoyada en el suelo sobre sus antebrazos y como Pepe encima.
– ¡Qué puta eres, Sole! – exclamó Pepe, muy excitado.
Sonia ya estaba en cuatro, meneando el culo.
– ¡Que alguien me folle, por favor! – exclamó. Entonces Ruth, que aún tenía puesto el arnés con el consolador, deshizo la enculada de Arturo y le metió el dildo en el culo a Sonia.
– ¡Toma polla, zorra! – exclamó, mientras Arturo miraba alrededor buscando dónde meter la polla. Lo hizo en la boca de Elenita, que seguía follada por mi padre.
– ¡Así, así, así … dame bien, hija de la gran puta! – exclamó Sonia al sentir el consolador dentro de su ano.
Elenita se había colocado a cuatro patas, recibiendo la polla de mi padre por el culo. Y Yoli había imitado a Sole, despatarrándose sobre el suelo para que Paco tratase se inseminar a Yoli. Antonio se había puesto en pie, sacándosela de la boca a su hija Mamen y fue en busca de la de Sole, que no paraba de decir obscenidades.
Mientras Marcial me follaba, alternando su polla en mi coño y en mi culo, contemplé la escena con absoluto deleite. Diez hombres y sus ocho hijas, todas entre los 12 y los 15 años, disfrutaban del sexo sin límites, sin tabúes y sin complejos. Todos follaban con todas y todas con todos. Volvió a invadirme una sensación de hermandad y de solidaridad con todos los integrantes del Club, padres e hijas. Hice un repaso mental de todos los miembros que me habían follado aquel maravilloso día de mi presentación.
Por la mañana lo habían hecho Miguel, Daniel, Antonio y mi padre. Y ahora por la tarde, Javi, Fernando y Marcial. Le había comido el culo a Arturo, mientras le hacía una paja, cuando la prueba del trombón, por lo que supuse que eso no contaba como follada. Por tanto, me faltaban Pepe, Arturo y Paco para completar a los diez miembros. Aunque, en realidad, Paco ya me había follado antes de ser presentada al Club el martes anterior en mi casa, mientras mi padre se follaba a Sonia y veíamos el vídeo de Elenita con los perros. Recordé que una de las consignas para recibir la aprobación del Club y poder incorporarme como puta de pleno derecho, era haber follado como mínimo tres veces con cada miembro integrante; por lo que calculé que si conseguía que todos ellos me follasen al menos una vez en cada reunión, antes del fin de semana de la capea podría haber recibido el visto bueno, siempre que completase los otros requisitos. En realidad, el resto de exigencias eran más sencillas de cumplir, ya que, en principio, a los miembros del Club solo los vería en la reuniones mensuales. O eso pensaba yo en aquel momento …
Así pues, me marqué como objetivo que antes de que acabase la velada, Pepe y Arturo debían follarme.
Le propuse un cambio de postura a Marcial, girándome sobre el sofá para ponerme en cuatro y que me la metiese estilo perro. Aceptó, no sin antes escupirme en la cara y darme dos bofetones, que agradecí con sumisión.
– ¡Hija de puta! – me dijo Marcial follándome a cuatro patas sobre el sofá – ¡Que ganas tenía de que tu padre te presentase de una puta vez! – exclamó follándome el culo con energía.
– Gracias por follarme así de bien, Marcial – dije intentando sonar ingenua – Tienes una polla deliciosa que me da mucho gustito – añadí recibiendo las envestidas del padre de las gemelas.
– ¡Ahhhh! ¡Me corro! – gritó alguien. Me giré para ver quién anunciaba su orgasmo. Era Pepe, que se follaba a Sole para intentar preñarla.
– Gracias, gracias … – susurraba Sole, aún con Pepe encima de ella, y lamiendo la polla de Antonio.
Pepe se puso de pie y cogió una de las copas que había sobre la mesa, dándole un sorbo largo y desplomándose sobre uno de los butacones del enorme salón. Sole subió las piernas hacia el techo, sin dejar de lamer la polla de Antonio.
– A ver si así me baja todo el grumazo de leche a los putos ovarios y me quedo preñada – explicó Sole – He visto esto una peli, no sé si surtirá efecto …
Era el momento perfecto para llamar la atención de Pepe y que me usase, pero Marcial no me soltaba y seguían empujando con violencia dentro de mi culo. Además, Pepe acababa de correrse en el coño de Sole y supuse que querría descansar un poco.
– Marcial, me encanta cómo me follas … – le adulé – … pero si te vas a correr, no soy digna de tu leche.
– ¡Qué cojones dices, hija de la gran puta! – me espetó – ¡Me correré donde me de la puta gana, zorra!
– Sí … claro … por supuesto … – le di la razón – … solo quería complacerte. Aún soy una puta estúpida e inexperta y por eso pensé que preferirías dar tu leche a otra puta más experimentada … – me disculpé.
– ¡Zassss! – sonó la bofetada, que recibí sin poder prepararme para el impacto. Me dio de lleno en el lado derecho de la cara y en la oreja. Un zumbido apareció de inmediato en mi oído derecho – ¡He dicho que te calles, so zorra!
Traté de recomponerme como buenamente pude, con el pitido en mi oído, mientras Marcial aumentaba el ritmo de la follada en mi culo.
– Perdón … lo siento … – sollocé – Pégame cuanto quieras, me lo merezco por ser tan estúpida …
– ¡Me corro, hija de puta! – exclamó sintiendo cómo sus manos apretaban mi trasero y su polla se convulsionaba dentro de mí. De inmediato, su cálido néctar invadió mi recto. Era la tercera vez que se corrían en mi culo en un solo día.
– Gracias … gracias por darme tu leche – agradecí, sumisa – Se siente muy rica dentro de mi culo – añadí.
– ¡Cómo me has puesto, puta cotorra, con esa gilipolleces que estabas diciendo! – dijo, sacándomela del ojete. A continuación, me dio una patada en el culo que me tumbó sobre el sofá y se marchó junto a Pepe, encendiéndose un cigarrillo.
Rápidamente, evalué la situación. Javi, Pepe y Marcial habían quedado fuera de juego, por el momento, al correrse. Me puse en pié, con el oído pitándome, y busqué dónde podría descargar la leche de Marcial que llevaba dentro del culo. Apreté con fuerza el esfínter para no dejar escapar nada y, como buenamente pude, caminé hacia donde estaba el resto.
– Llevo la lefa de Marcial en el culo … ¿quién la quiere? – pregunté.
– Dámela a mí, por favor … – dijo Alba con su vocecilla infantil. Estaba tumbada boca arriba sobre el suelo, mientras Daniel se la follaba en la postura del misionero. Había abofeteado a Albita durante el juego de las preguntas y me sentía culpable de haberla hecho daño. Pensé que así compensaría de cierto modo aquel par de tortazos. Me puse en cuclillas sobre su cara y bajé el culo hasta ponérselo a Alba en la cara. Relajé el ano y solté el grumo de lefa de Marcial.
– ¡Ay, qué rica! – exclamó Albita, relamiéndose al tragar el semen. De inmediato, metió su lengua en mi ojete para capturar los restos de lefa. Daniel me miró, sudoroso, mientras follaba a Alba.
– ¡Puajjjj! – me escupió en la cara. El escupitajo fue tan abundante que resbaló por mi rostro hacia las tetitas de Alba – ¡Puta!- me dijo Daniel mirándome fijamente mientras me sobaba las tetas. Detecté que estaba a punto de correrse.
– ¿Te corres en mi boca, Dani? – le pregunté con picardía.
– Sí … me voy a correr, cacho puta … me corro … – susurró a escasos centímetro de mi cara.
Rápidamente, me incliné buscando con mi boca su polla, sin apartar mi entrepierna de la boca de Alba, que se esmeraba por lamerme el ojete y sacar toda la lefa que Marcial me había metido dentro. Daniel sacó la polla del coño de Albita y me la ofreció para que se la mamará justo antes de correrse. Lo hizo apenas unos segundos después, estallando dentro de mi boca. Se me ocurrió compartir aquella lefa también con Albita, pero no era tarea fácil mamar la polla de Daniel para dejarla limpia y reluciente sin tragarme su semen. Pero me apartó antes de que pudiera tragar y dedicarme a limpiársela, poniéndose en pie y yendo hacia el sofá. Entonces era el momento de colocarme sobre la cara de Albita y dejar salir la lefa de Daniel hacia su boca. Indiqué con un gesto lo que pretendía y, a escasos centímetros de su boca, abrí la mía dejando escapar el semen. Ella abrió la boca y recibió el caldoso néctar con gesto vicioso.
– Gracias … Pili … muchas gracias … – me susurró mirándome fijamente. Realmente se sentía agradecida.
Antes de que pudiera recomponerme para intentar follarme a Pepe y a Arturo, un pequeño espejo circular con dos rayas de farlopa se me apareció como de la nada. Era Marcial, ofreciéndonosla a Albita y a mí.
– ¡Estás dando un buen espectáculo en tu presentación, hija de la gran puta! – me dijo – ¡Esnifa! – Obedecí sin contemplaciones – ¡Ahora tú Albita! – le ordenó. Alba obedeció.
Sentí el cosquilleo del polvo blanco en mis fosas nasales y cómo me penetraba en el cerebro invadiéndome la euforia. Sonreí, exultante. Miré a mi alrededor. Mis amigas, mis “hermanas”, disfrutaban mientras nuestros padres nos follaban sin descanso. Los rostros de todas ellas reflejaban su felicidad. Sentirme parte de todo aquello hacía que desease dar mi vida por el Club, para que en un futuro las hijas que pariese recibiesen el mismo adiestramiento que nos habían dado nuestros padres. Mi vida era maravillosa.
Pronto recuperé en mi mente los objetivos a cumplir: debía ser follada por Pepe y por Arturo. Me puse en cuatro en el centro de la estancia ofreciendo mi culo a quien quisiera penetrarlo.
– Antonio … por favor … ¡fóllame! – le implore a a Antonio que, de rodillas, se dejaba mamar la polla por Sole – Te lo suplico … por favor … hazme el honor de meter tu polla en mi interior …
– ¡Vale, hija de puta! – exclamó Antonio, viniendo hacia mi y calzándome su rabo en mi ano – ¡Toma, perra!
– Gracias … gracias … – susurré mientras empujaba dentro de mí.
Paco seguía follándose a Yoli, pero los demás habían recompuesto la escena. Ahora Ruth empujaba el dildo atado a su cintura en el culo de Alba, que gemía con cada envestida. Elenita estaba ahora con Pepe, que la daba por el culo, mientras ella se besaba con Albita. Sonia estaba empalada por Arturo, también a cuatro patas. Mamen seguía sobre el sofá, ahora tumbada sobre él mientras Fernando la follaba el coño. Sole se acercó de rodillas hacia mi poniéndome el culo en la cara.
– ¡Toma, perra! Que se que te gusta lamer mi ojete … – me dijo.
Metí mi cara en aquel maravilloso culazo y apreté fuerte con mi manos sus nalgas.
– ¡Qué culo mas rico tienes, zorra! – exclamé, fuera de mí por la excitación, mientras lamía su trasero. Me corrí. Era la segunda vez en pocos días que me corría con la lengua dentro del culo de Sole. ¿Que tenía aquel culo que me gustaba tanto? Sole lo sabía, era lista y observadora.
– ¡Te has corrido, hija de la grandísima puta! – exclamó, notando mi orgasmo – Te gusta mi culo, ¿verdad, perra?
– Mucho – pude decir, con la respiración entrecortada, presa del placer.
– Papi, no te corras en su culo, por favor – sugirió Sole a su padre, que me follaba el trasero – Vamos a demostrarle a esta putita inexperta lo que somos capaces de hacer.
– Sí, nena … te lo voy a echar a ti en la cara … – dijo Antonio, sofocado por el ritmo de la follada.
Algo importante estaba a punto de ocurrir porque Marcial, que estaba descansado sobre uno de los butacones, bebiendo un gin tonic de una copa de balón, se agitó. Tomó su móvil y se acercó hacia nosotros, comenzando a grabar.
– ¡Ruth, prepárate! – gritó Sole – Papá está a punto de correrse.
De inmediato, Ruth sacó el dildo del culo de Albita y, de pie frente a mí, me lo metió en la boca.
– ¡Toma polla, cerda! – me dijo – ¿Te gusta el sabor del culo de Alba?
– ¡Gluuurp, gluuurp! ¡Ziiii! – dije como pude con el consolador en mi garganta.
– Te crees ya una puta experimentada, ¿eh … perra? Aún no has visto nada, ¡hija de puta! – exclamó muy violenta, follándome la boca.
– Me voy a correr ya … – susurró Antonio – ¡Pon la cara, Sole! ¡Ahhhhhh! – exclamó, sacando la polla de mi culo y soltando la leche sobre el rostro de su hija.
Pude ver cómo Antonio se corría sobre en la cara Sole, que no abrió la boca ni intentó tragar nada de su lefa. Tras varias sacudidas soltando semen, Sole se apartó ligeramente, con la cara pringosa por el semen de su padre. Antes de que pudiera ofrecerme a limpiar la polla de Antonio con mi boca, Albita se me adelantó engulléndola y succionando para dejarla reluciente. Marcial grababa de cerca el rostro de Sole, que se acercaba a su hermana lentamente para que el semen no gotease hacia el suelo. Ruth me sacó el consolador de la boca y se acercó a su hermana.
– ¡Vamos, Ruth! ¡Demuestra de lo que eres capaz! – exclamó Sole, con cuidado de que la lefa no resbalase por su rostro hacia el suelo. Ruth se acercó. Pensé que iba a lamerla, como había visto hacer en tatas pelis porno y como yo misma había hecho algunas veces cuando papá se corría en la cara de mi madre. Pero no. Para mi sorpresa, Ruth se tapó una fosa nasal con un dedo y con la otra comenzó a esnifar el semen de su padre,
– ¡Sniiiiiif, sniiif! – sonó – Me meto por la tocha de todo … ¡Sniiiif! ¡Sniffff!
Fue repasando con la nariz todos los recovecos de la cara de Sole por los que había semen. Cuando terminó, lamió la cara de su hermana y, sin darme cuenta, todos habían dejado de follar, excepto Paco con Yoli, que seguía bombeando su coño para dejarla preñada. Ruth recibió una ovación de todos. Los padres silbaban y las chicas aplaudían. Ruth, orgullosa, hizo varias reverencias, mientras reía a carcajadas. Antonio se la sacó de la boca a Alba y se retiró al sofá, donde también estaba desplomado Fernando. Supuse que también se había corrido dentro del coño de Mamen.
Sole y Ruth se fueron con los padres, que elogiaban sus habilidades, sentándose entre ellos y bebiendo de unos vasos de cubata. También se encendieron un cigarrillo.
El espectáculo de Ruth me había sorprendido. Con 13 añitos podía ser el centro de atención de un grupo de hombres, complacerlos a todos, hacerlos reír y realizar actos inconcebibles como esnifar semen y quedarse tan tranquila.
Ahora solo quedaban “operativos” Paco, que no soltaba a Yoli, Arturo y Miguel. Comprendí que era el momento de jugar con alguna chica para el deleite visual de nuestros papis. Le propuse un 69 con la mirada a Elena, que aceptó sin dudarlo y nos colocamos frente al grupo de miembros del Club. Yo encima y ella debajo. Comenzamos a comernos los coños y enseguida deslicé el puño dentro de su culo. Elena me imitó. Mamen se unió al grupo, después de follarla Fernando en el sofá y, de rodillas, se la mamó a Arturo que permanecía de pie. Sonia se acercó por detrás a Arturo y metió la cara en su peludo trasero. Alba le ofreció el culo a Miguel, en cuatro.
– ¡Ay, puta!- dijo dando un respingo al sentir la lengua de Sonia en su ano.
Mamen le mamaba la polla a Arturo mientras Sonia le lamía el culo. Arturo tenía la polla más gorda de todos los integrantes del Club y aún no había podía ni mamársela ni metérmela ni en el coño ni en el culo. Tan solo le había hecho el trombón de una de las pruebas de los papelitos. Quería sentir su polla dentro. Deshice la postura del 69 con Elenita y me puse en pié, acercándome a Arturo.
– Arturo, por favor … – dije exagerando mi tono de voz infantil- … me sentiría muy afortunada si quisieras usarme …
Antes de que pudiese terminar la frase, Arturo se agachó ligeramente para decirme algo a la cara. Medía más de metro noventa y yo apenas superaba el metro y medio.
– ¡Puaaaaaaj! – me escupió en la cara. De inmediato me empujó al suelo, obligándome a ponerme en cuatro, mientras sacaba su polla de la boca de Mamen y la lengua de Sonia de su culo. Me enculó y sentí su polla gorda dentro de mí.
– ¡Ahhh, qué rico! ¡Qué polla tienes! – exclamé.
– Sonia, ¡sigue lamiéndome el culo mientras me follo a Pili! – ordenó.
Sonia se colocó detrás de Arturo y con cada empujón en mi trasero acompañaba con su lengua en su culo peludo. Mamen se abrió de piernas frente a mi ofreciéndome su precioso conejo, que chupé con devoción.
– ¡Eso es puta! – exclamó Paco, anunciando su orgasmo dentro de Yoli – ¡Me corro, hija de puta!
Apenas pude ver cómo sucedía porque los muslos abiertos de Mamen sobre mi cara me impedían ver el resto de la orgía, pero sí pude observar cómo Paco se dirigía hacía el poblado sofá a beber de su copa y encenderse un cigarro.
– Hoy se quedan preñadas las tres – pude escuchar que decía Daniel.
– Eso espero – respondió Paco – A ver si para las próximas Navidades tenemos tres putitas más.
Miguel se corrió en la boca de Elenita, que compartió la lefa con Albita. Ambas se morreaban con el semen resbalando por sus labios, cuando Arturo me regó el ano con su leche.
– ¡Me corro, puta zorra! – exclamó, soltando su lefa en mi interior y apartándose para que Sonia le limpiara la polla. Mamen buscó mi culo, en pompa, para lamer de su interior el semen caliente de Arturo.
Mientas Mamen se alimentaba de la lefa en mi culo, pensé que había conseguido follar con los 10 miembros del Club, ya que el único que no me había follado aún ese día era Paco, pero ya lo había hecho esa misma semana en mi casa. Me sentí afortunada, pero triste a la vez, al comprobar cómo la fiesta había decaído. Todos fumaban y bebían de sus copas, pero sin un ápice de energía y entusiasmo. La tristeza me embargó al darme cuenta de que no volvería a experimentar aquello hasta dentro un mes. Me parecía una eternidad para volver a sentirme tan plena y feliz. ¿Cómo hacían el resto de chicas para aguantar tanto tiempo sin aquellas orgías de placer y felicidad?
Pepe tomó la iniciativa entonces, confirmando mis sospechas de que aquella era su casa, y nos ordenó a todas ir al patio. Allí, nos regó con la manguera, a modo de ducha, como un rato antes había hecho Marcial con Alba. Había una pila de toallas, que fuimos recogiendo para secarnos. Después, subimos a la estancia de la planta superior, donde esa misma tarde habíamos comido sándwiches, embutidos y sushi.
– ¿Cómo haces eso de esnifar el semen, Ruth? – pregunté, aún impresionada por sus habilidades.
– ¡Bah! No es para tanto – dijo restándole importancia – Tiene truco.
– ¿Qué truco?
– Es como sorber cuando tienes mocos – explicó Sole, entrando en la conversación – No la esnifas como la coca. No va directo al cerebro, sino que lo pasas a la garganta. Puedes practicarlo primero con agua, pero ten mucho cuidado porque si no lo haces bien puedes ahogarte – me advirtió.
– Lo probaré – dije pensativa, tratando de imaginar cómo hacerlo.
Mientras terminábamos de secarnos con las toallas, todas comentamos los juegos y la orgía posterior, entre risas. Los guardapolvos negros con los que debíamos vestirnos estaban allí. Me di cuenta de que cada uno llevaba bordado el nombre de una de nosotras, algo que no había advertido cuando por la mañana mi padre me la había entregado.
Bajamos al salón-comedor, ya ataviadas con nuestros guardapolvos negros. Los miembros del Club seguían bebiendo y fumando. Mi padre me puso el pañuelo en los ojos y, sin poder despedirme de las chicas, me condujo hacia el coche. Pasados unos minutos, ya iniciada la marcha, mi padre me puso una mano sobre el muslo.
– Estoy muy contento, Pili – dijo – Has impresionado a todos y me han dado la enhorabuena por tu adiestramiento y tu actitud.
– Gracias, papi – dije orgullosa – ¿Qué más te han dicho de mi?
– Que la chupas muy bien y que follas como una experta – me dijo – Les ha gustado cómo dilatas el culo y todos piensan que serás muy rentable para el Club.
– ¡Qué bien, papi!
– Incluso ya tienes un candidato para preñarte …
– ¿Quién, papi? – pregunté ilusionada.
– Todavía es pronto, aún tienes que recibir el visto bueno definitivo del Club y conseguir tu collar – me explicó.
Una mezcla de alegría y tristeza, al propio tiempo, se apoderó de mí. Estaba contenta y feliz por haber podido ser presentada al Club y por no haber decepcionado a mi padre. Le había hecho quedar bien delante de sus amigos y le habían felicitado por haber hecho de mi una putita sumisa, obediente y viciosa. Eso me llenaba de orgullo. Pero, por otro lado, me entristecía no poder ver en todo un mes a mis amigas y pasar momentos tan excitantes como los vividos aquel sábado del mes de Marzo de hace ya algunos años.
Había follado con diez hombres distintos en un solo día. Había comido pollas, culos, coños, bocas, tetas, semen y flujos vaginales. Me habían follado la boca, el culo y el coño … y ni siquiera podía enumerar cuántas veces. Me había provocado el vómito por el capricho de los miembros del Club, para entretenerlos y divertirlos. Había fumado varios cigarillos de tabaco y dos porros de marihuana. Había bebido cerveza, whisky y tequila. Había esnifado tres rayas de cocaína. Y me había chutado heroína en vena por primera vez en mi vida. Todo eso en apenas diez u doce horas. Había sentido cómo el corazón se me salía del pecho cuando me follaban encocada y, al rato, la felicidad plena cuando la heroína me hizo efecto en plena orgía de vicio, lujuria y excesos. Pertenecer al Club era como estar en el paraíso terrenal. ¿Había algo mejor en el mundo?
Al cabo de unos quince minutos, papá me dijo que ya podía quitarme el pañuelo de los ojos. Cuando lo hice, descubrí las luces de los coches en la M-30 madrileña. Tomé mi móvil, que había dejado en la guantera del coche antes de llegar al lugar de la reunión. Sonia me había incluido en el grupo de whatssapp de las chicas. Se llamaba “PUTAS ESCLAVAS”. Antes de que pudiera abrirlo para deleitarme con los mensajes de mis amigas, mi padre me dijo con voz solemne.
– Mañana comenzaré a buscar clientes para ti, cariño. Espero que para la reunión del mes que viene, ya hayas hecho los tres servicios obligatorios y que hayas probado a follar con perros.
– Ojalá, papi … ojalá – susurré con la mirada perdida, pensando en cómo iba a soportar todo un mes sin ver a mis amigas, sin follar con ellas, sin colocarme con ellas, sin emborracharme con ellas y sin disfrutar de la maravillosa vida que nuestros padres habían construido para nosotras.
Continuará …
Twitter (X) @CarolFdezPuta
E-mail: [email protected]


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