PILI, PUTA ADOLESCENTE (3). EL CLUB.
Pili recibe información sobre el Club, sus integrantes y sus reuniones..
PILI, PUTA ADOLESCENTE (3).
EL CLUB.
Después de esnifar me sentí mejor. Aunque sabía que era por el efecto de la coca, lo cierto es que pensé que podía recuperar el tiempo perdido y llegar al sábado siendo una hembra de provecho para no avergonzar a mi padre de mi pobre adiestramiento y del evidente retraso que tenía respecto del resto de chicas.
Me senté sobre el sofá mientras me encendía un cigarrillo. Mi padre y Sonia me imitaron y fumamos en silencio durante unos segundos.
– ¡Quiero saber más, papi! – exigí – ¿Qué es en realidad el Club?
– Es una larga historia y no sé si es el momento, Pili – dijo papá asumiendo que iba a ser el hazmereir de sus amigos por presentarles a su hija con una hija que estaba a años luz de las otras chicas.
– No, Agustín … – intervino Sonia, dando una profunda calada a su cigarrillo – Quizás es lo que necesita, saberlo todo. Con toda la crudeza del mundo. Que sepa lo que le espera.
– A ver, Pili … hija … mis amigos y yo nos conocemos desde hace más de 20 años – papá comenzó el relato de cómo se fundó el Club.
“Teníamos ciertas ideas sobre el papel de la mujer es este mundo y cómo todo se estaba yendo a la mierda por culpa del feminismo moderno, que todo lo pudre. Todos habíamos sufrido en la vida por culpa de las mujeres, habíamos sido rechazados por las que nos gustaban o abandonados por aquellas con las que conseguíamos tener alguna relación. Paco, el padre de Sonia, había terminado Derecho y no encontraba trabajo porque siempre había alguna candidata joven y guapa que le quitaba el puesto. Solo por ser mujer. Ya había empezado lo de las malditas cuotas.
Antonio llevaba años opositando para entrar en la Guardia Civil, pero siempre se quedaba fuera por culpa de las cuotas de género. Cientos de mujeres con pruebas físicas mucho más fáciles le arrebatan los puestos en las listas de admitidos. ¡Era injusto! Se premiaba la menor cualificación y Antonio se quedaba fuera año tras año.
Todos estábamos solteros aún y un día, después de irnos de putas y bastante puestos de todo, acabamos en un bar de mala muerte, ya al amanecer. Allí, borrachos y colocados, escribimos en una libreta ciertas reglas de comportamiento que regirían nuestras relaciones con las mujeres desde ese día. Todos habíamos sufrido por ellas, de una manera u otra. Abandonos, cuernos, denuncias falsas de malos tratos, traiciones, discriminación y despidos. Fuimos redactando aquellos “mandamientos” casi en broma, exagerando por culpa de la borrachera y el colocón. Allí nació nuestro pequeño Club.
Al cabo de un tiempo, todos olvidamos aquellas consignas que escribimos desencantados, rabiosos y borrachos. Excepto Paco, que sin que el resto lo supiera, fue desarrollando aquel boceto hasta convertirlo en toda una normativa de un club. Cuando nos juntábamos, era el único que hablaba del tema, emocionado por cada cosa nueva que iba añadiendo. Hablaba convencido, pero los demás apenas le prestábamos atención e, incluso, pensábamos que estaba alargando la broma.
Con el paso de los años, cada vez nos fuimos viendo menos. Cada uno fue haciendo su vida, tomando su camino y el contacto se redujo. Ya casi no quedábamos. Todos terminamos casados, con el tiempo; y aunque yo les oculté a qué se dedicaba tu madre, no sé muy bien cómo, Paco siempre lo sospechó. Todo parecía olvidado hasta que, nuevamente, todos empezaron a tener problemas por culpa de las mujeres.
Paco había perdido a su mujer en el parto de Sonia. Fue una tragedia, casi hubo que elegir entre la madre o la niña. Con el tiempo, terminó descubriendo facturas, mensajes y pruebas de los múltiples cuernos que le había puesto durante su corto matrimonio. Además, le dejó cuantiosas deudas de juego, préstamos y vicios de una vida que Paco nunca había podido costear. Tuvo que hacerse cargo de Sonia él solo, arruinado y destrozado por la situación.
Marcial se separó, tras un divorcio largo, duro y costoso. Consiguió la custodia exclusiva de las gemelas a cambio del dinero que tenía ahorrado. Ella, en cuanto recibió el dinero, abandonó a las niñas y se fue a vivir al extranjero con un jubilado adinerado.
Antonio sufrió la muerte repentina de su mujer, tras un atropello en la calle. Ella le ponía los cuernos con todo el que pillaba e incluso el día de su muerte venía de estar con uno de sus amantes. Llegaron a acusarle de haberla asesinado, por venganza y despecho al descubrir sus infidelidades. Estuvo detenido unos días y a punto de ir a prisión. Finalmente, no se pudo demostrar nada y quedó absuelto, pero fueron años de agonía tras un largo proceso judicial.
Fernando tuvo que luchar con uñas y dientes para conseguir la custodia compartida. Su ex le acusó falsamente de malos tratos, solo para dificultar un posible acuerdo sobre la custodia de Elenita. Aquello estuvo a punto de destrozarle. Su empresa quebró un par de años después de entregarle a su ex la mitad de las participaciones sociales, su casa y casi todos sus ahorros. Otra mujer que destrozaba la vida a uno de nuestros amigos.
A mí me echaron de la empresa donde llevaba 15 años trabajando porque la nueva directiva puso a una mujer de CEO y ésta quería más presencia femenina en los puestos de responsabilidad. Me despidieron. Una vez más, por culpa de una mujer empoderada por esta sociedad que ningunea al hombre.
El boceto original no era más que unas reglas de conducta, bastante abstractas, que nos comprometíamos a seguir en el futuro. Cosas como que buscaríamos casarnos con mujeres sumisas y obedientes, que las someteríamos a nuestra voluntad, que si algún día teníamos hijas las educaríamos en ser serviciales con los hombres. Inicialmente, era solo eso. Como una especie de manifiesto de nuestra rebeldía con la sociedad y la tendencia a ningunear al hombre. Paco fue dando forma a todo eso durante mucho tiempo hasta que hace tres años, volvió a sacar el tema.
No sólo había redactado una normativa, sino que había dado ejemplo a las exigencias que se contenían con su propia hija, Sonia. Nos dijo que llevaba tiempo adiestrándola en ser sumisa y complaciente; además de fomentar su precocidad sexual, describiendo con precisión algunas de las prácticas que su hija ya realizaba con soltura. Ninguno nos creímos sus afirmaciones, pensamos que iba de farol. Hasta que nos demostró que iba totalmente en serio. Nos ofreció la posibilidad de conocer a Sonia en persona y, si decía la verdad, todos firmaríamos el reglamento que había redactado, con el compromiso de cumplirlo a rajatabla. Aceptamos el órdago, seguros de que mentía.
Pero, como Sonia puede corroborar, Paco no mentía. La conocimos. Ya te digo que si la conocimos. Quedamos atónitos y sorprendidos, pero tan sumamente complacidos y seducidos por la idea de que nuestras hijas pudieran llegar a como ya era Sonia, que los cinco aceptamos formar parte del Club y tratar de seguir las normas, sin saber muy bien hacia dónde nos llevaba todo aquello.
Durante el primer año del Club, Sonia era la única de las chicas que asistía a nuestra reuniones. Después llegaron Sole y Ruth. Unos meses después, Yoli y Mamen. Después, Albita. Y la última en incorporarse ha sido Elenita. De las hijas de los miembros originales, solo faltas tú por empezar a asistir a las reuniones mensuales.
El Club se reúne mensualmente, el último sábado de cada mes. Y además, en Verano se hace una capea. La llamamos “capea” porque el sitio donde nos reunimos es una finca que tiene una plaza de tientas, pero en realidad no se hace ningún festejo taurino. Es nuestra Asamblea anual, donde se repasan las cuentas y se resuelven las cuestiones más importantes. Es, por decirlo de una manera coloquial, como irnos un finde de casa rural. Convivimos de Viernes a Domingo y hacemos varios espectáculos y fiestas. Pero Pili, eso ya lo irás descubriendo más adelante. Seguro que a Sonia le apetece contártelo después con más detalle.
A la primera capea, en Junio de hace dos años, fuimos los cinco fundadores originales y tres de nuestras hijas, Sonia, Sole y Ruth. El resto de chicas ya habían comenzado su adiestramiento, excepto tú, intentando seguir el camino trazado por Paco con Sonia, pero aún no habían sido presentadas reglamentariamente. Una de las cosas importantes que se aprobaron en aquella reunión fue la apertura del Club más allá de los cinco miembros fundadores, sopesando que la única forma de garantiza su futuro era que nuevos integrantes aportaran a sus hijas. Y durante el año siguiente se aceptó a Javi, a Arturo, a Miguel y a Dani, que entre todos suman cinco hijas, todas por debajo de la edad inicial de adiestramiento, la primera menstruación.
A la segunda capea, la del año pasado, se sumaron Yoli, Mamen y Albita. También vinieron los cuatro nuevos miembros. Allí se planteó un nuevo problema: vuestra rentabilidad. Una de las normas del Club es que debe financiarse por sí solo, sin que ninguno de los miembros tengamos que hacer ninguna aportación, con excepción de los nuevos integrantes que tienen que poner 25.000 euros para poder entrar, además de tener hijas menores a la edad de inicio del adiestramiento. Es más, la idea es poder vivir holgadamente de vuestro rendimiento.
Cada reunión mensual supone un coste para el Club de unos 5.000 Euros, básicamente en drogas y alcohol. Y las capeas 20.000. Es decir, unos 80.000 Euros anuales. Sin contar, otra serie de gastos, como reuniones extraordinarias o gastos en material de sexshop para vosotras, consoladores, tapones anales, lubricantes, alquiler de animales para las montas, etc. Con las aportaciones de los nuevos socios, podíamos cubrir gastos todo este año, pero nos quedábamos sin fondos para años venideros, a no ser que entrasen nuevos miembros, cosa muy complicada por razones evidentes.
Entonces Paco nos habló de los rusos, un grupo de mafiosos afincado en la Costa del Sol, con negocios internacionales de todo tipo: narcotráfico, armas, prostitución, etc. Paco nos sugirió hacer algún acuerdo con ellos, del tipo de cederles a nuestras hijas temporalmente para sus fiestas o para hacer porno. De hecho, él ya había llegado al acuerdo de venderles a Sonia por una cantidad importante que garantizaría la pervivencia del Club, al menos otro año más; pero si el resto no hacíamos lo mismo con nuestras hijas en años sucesivos, si no encontrábamos nuevas formas de financiación, el Club estaba abocado a su desaparición.”
– En resumen – interrumpió Sonia – Que todas las hijas de los miembros del Club deben haber perdido la virginidad por todos los agujeros, deben ser presentadas al Club y haber follado con todos los miembros un mínimo de tres veces, deben haberse apareado con bestias al menos tres veces, deben emborracharse y drogarse con habitualidad, habiendo probado las sustancias más comunes (maría, farlopa, caballo, cristal, etc) y deben ser ofrecidas como putas o esclavas sexuales al menos tres veces … antes de cumplir los 16 – explicó – Y que todas tenemos que ser rentables cuanto antes para poder seguir haciendo las reuniones todos los meses.
– Así es, Pili – confirmó mi papá – Luego hay ciertas reglas más específicas, que ya te contaré, llegado el momento.
– Eh … bueno … menos lo de la heroína y lo de los animales, lo cumplo todo – dije – Solo tengo que ir a las reuniones para poder follar con todos y, papi, sabes que puedes ofrecerme a cualquiera, que lo estoy deseando – concluí.
– Ya lo sé, nena – dijo mi padre – Me estoy preocupando sin razón. Darás la talla. ¡Seguro!
– ¿Y mami? – pregunté, sabiendo que había estado en la capea del verano anterior.
– Ella es puta, pero no es miembro de la sociedad, aunque la dejamos participar de vez en cuando en nuestras reuniones – dijo papá.
– El resto de madres no están al tanto – explicó Sonia – Paco y Pepe enviudaron. Marcial se divorció y obtuvo la custodia exclusiva de las mellizas. Su madre se fue a vivir al extranjero y solo ve a sus hijas en vacaciones. Fernando tiene la compartida, por semanas, y tú no tienes problema con tu madre.
– Las demás no están al tanto ni deben enterarse – dijo mi padre – No hace falta ni que mencione las consecuencias …
– Por ejemplo, yo me whatsappeo con Sole, Ruth, las mellizas y Albita. Tenemos un grupo donde subimos nuestras cosas, pero a Elenita no podemos incluirla ni mantener ningún contacto fuera de las reuniones – comentó Sonia – No vaya a ser que su madre le cotillee el móvil. Después del sábado, te agrego. ¿Quieres?
– Sí, porfi – dije emocionada.
– ¿Y qué pasa si algún miembro no cumple?
– Si alguna de las chicas cumple los 16 sin demostrar que es apta o si su padre no la ha adiestrado debidamente, no solo es expulsado del Club, sino que está obligado a cedernos todo su patrimonio, todos sus ahorros y debe abandonar el país inmediatamente – me explicó papá – No se ha dado ningún caso, por ahora.
– Papi, no te preocupes, que yo voy a cumplir – dije, tratando de consolarlo al ver sus dudas sobre mi evidente retraso respecto a las demás chicas – Aún queda casi año y medio para que cumpla los 16. Hay tiempo de sobra para que todos me den el visto bueno. Yo creo que antes de los 15 ya lo habré conseguido – dije con optimismo.
– ¡Esa es la actitud, Pili! – exclamó Sonia – Ahora vamos a sacarle la leche a los huevos de tu padre, que antes le ha dado el bajón y se ha quedado a medias.
Inmediatamente, Sonia tomó la polla de mi padre, totalmente flácida y comenzó a meneársela lentamente. El rabo enseguida comenzó a cobrar vigor y Sonia se dispuso a chuparlo.
– Ven a comerme el culo un rato mientras se la mamo a tu padre, Pili – me ordenó, poniéndose en cuatro sobre el sofá y metiéndose la polla de papá en la boca. Observé su trasero mientras acercaba mi boca a su ano, para besarlo y lamerlo. Me pregunté cuántas pollas habrían estado allí dentro y cuántas bestias la habrían follado. Acaricié su coño sin sacar la lengua de su ojete – ¡Méteme el consolador, Pili!
– Sí, es verdad – dije al acordarme de que lo había traído Sonia desde mi habitación. Lo metí dentro de su ojete sin ninguna oposición. Su ano cedió sin problemas, demostrando su grado de dilatación y elasticidad. Comencé el mete-saca al tiempo que lamía su coño, haciendo un pequeño escorzo con mi cuerpo, algo incómodo pero práctico.
– ¡Qué bien mamas, cabrona! – alabó papá a Sonia. Apenas si hubo dicho esto, ella deshizo bruscamente la postura y se sentó sobre la polla de papá, metiéndosela en el coño. El consolador se había quedado dentro de su culo, de forma que estaba doblemente penetrada.
– Pili … ¡siéntate en la cara de tu padre y ábrete de patas para que él te coma el culo y yo el coño! – ordenó.
Obedecí y me subí al sofá poniendo una pierna a cada lado de mi padre, ofreciéndole mi ano. Papá me metió la lengua en el culo, mientras Sonia hacía lo propio en mi coño, al tiempo que cabalgaba sobre la polla de mi padre. Sentí sus lenguas en mis agujeros y cómo, de vez en cuando, se encontraban jugando entre ellas. Me corrí, pero lo disimulé como había aprendido a hacer. Como decía mi padre, mis orgasmos no le importaban a nadie.
Deshice la postura y me coloqué detrás del culo de Sonia, desde el que colgaba medio consolador fuera. Se lo saqué y lo chupé. Después lamí su ojete, no sin cierta dificultad, ya que Sonia cabalgaba sobre la polla papá. Volví a metérselo hasta el fondo, empujándolo con fuerza cuanto pude. Lo saqué y se lo di.
– Toma Sonia … a ver si puedes captar el sabor de tu culo – le dije entregando el consolador. Ella lo cogió y se lo metió en la boca de un golpe fuerte, hasta la campanilla, como había hecho antes con la polla de papá. Después lo sacó pringado de babas, se lo restregó por la cara y me lo devolvió. La imité, tratando de babear cuanto pudiera, para dejar embadurnado aquel trozo de látex con forma de polla. Casi vomito el desayuno, pero me gustó ver que podía forzar mi garganta como no lo había hecho antes.
– ¡Me voy a correr, hija de puta! – exclamó papá.
– No te corras en mi coño, a ver si me vas preñar antes de tiempo y le jodes el contrato con los rusos a mi padre – dijo Sonia, desenfundándose la polla de papá. En cuanto se la sacó del coño, me la metí en la boca y succioné para sacarle toda la leche.
– ¡Me corro! – gimió papá. Sentí las convulsiones de su rabo dentro de mi boca y cómo finalmente estallaba en mi interior. Tragué su leche sin problemas y dediqué unos minutos a seguir mamándosela con el fin de rescatar las últimas gotitas de lefa y dejarle la polla bien limpia y reluciente.
Cerré los ojos por un instante, saboreando el pegajoso y cálido líquido de la polla de mi papi. ¡Qué bien sabía! ¡Cómo me gustaba tragarme su leche! De inmediato me di cuenta de que sólo había probado la suya. Sí, mil veces. Pero nadie más se había corrido en mi boca. Abrí los ojos, consciente una vez más de mi escasa experiencia y busqué con la mirada a Sonia. No estaba. Había desaparecido nuevamente del salón. Mi padre seguía recostado en el sofá y el vigor en su verga desaparecía poco a poco. Me senté junto a él.
– Papi, tengo que probar el caballo ese – le dije – ¿Cómo me lo meto?
– Uff, Pili … – resopló – Eso te lo tienes que meter en vena, con una jeringuilla. También lo puedes fumar. Es muy adictiva, por eso nunca te la he dado. Quizás Sonia pueda ayudarte …
– ¿Y qué se siente? – pregunté, mientras me encendía un cigarrillo.
– Al principio una sensación de euforia, pero al poco te quedas sin fuerzas, con la vista algo nublada y sensación de cansancio – me explicó – Si te haces adicta, lo único en lo que pensarás es en conseguir tu dosis. Por eso, es tan importante para el Club que toméis drogas con asiduidad. Cuanto más enganchadas estéis, mejor y más fácil será controlaros para prostituiros y esclavizaros.
– ¡Quiero probarla! – exclamé ilusionada en añadir una nueva sustancia a las que ya había probado.
– ¡No quedan cervezas, Agustín! – exclamó Sonia irrumpiendo en el comedor. Se sentó en la butaca de mi padre y se encendió otro cigarrillo.
– Tendré que reponer … – dijo resignado papá, poniéndose en pié y subiéndose los pantalones – Voy a coger la cartera y bajo al chino – añadió en dirección a su habitación.
– Le estaba diciendo a mi padre que quiero probar el caballo – le conté – ¿Tú cómo lo tomas?
– Yo prefiero fumarlo – me explicó dando una calada intensa a su cigarrillo, al tiempo que cruzaba las piernas – Pero en algunas fiestas me la he inyectado. A mi padre le da mucho morbo verme pinchándomela en vena y de vez en cuando lo hago por complacerle – me explicó – Yo personalmente prefiero la coca porque el caballo te deja como sin fuerzas, medio adormilada. Está bien para después de las reuniones, para descansar mejor. Luego podemos hacernos un chino, si te apetece.
– Vale – dije sin saber qué significaba “hacerse un chino”, pero tenía muy claro que si el sábado quería dar la talla, no podía decir a nade que no.
– ¿Compro algo más? – preguntó papá, abriendo la puerta de casa.
– Trae patatas fritas de bolsa y algo dulce … donuts o palmeras de chocolate – sugirió Sonia.
– Ahora subo – concluyó papá saliendo de casa y cerrando la puerta tras de sí.
– ¿Quieres conocer a alguna de las chicas? – me preguntó Sonia, desbloqueando su móvil.
– ¡Me encantaría! – exclamé ilusionada, sentándome sobre uno de los brazos del butacón de mi padre.
– Tengo algunos videos guardados de varias reuniones – comentó mientras buscaba en su galería – ¡Creo! – dijo impaciente por encontrar alguno. A ver este … – añadió iniciando la reproducción.
En la grabación podía verse una habitación grande, del tipo de un salón-comedor de una casa. Estaba desordenada, llena de botellas y latas de cerveza encima de la mesa y tiradas por el suelo. También había bastante humo.
– Mira, esta es Albita – señaló Sonia.
En la imagen podía verse a una chica de pelo castaño recogido en una coleta, totalmente desnuda, tumbada boca arriba sobre una mullida alfombra de pelo blanco. Con las piernas abiertas, un hombre se la follaba. A pesar de la algarabía y el ruido de fondo, cuando la cámara se acercó a Alba, ésta sonrió y se escuchó la voz de Sonia que decía “¡Saluda, Alba! ¿Te lo estas pasando bien?”. En ese momento, el tipo que la follaba escupió en la cara de Alba, impactando sobre la boca, la nariz y parte de una mejilla. Saludó con la mano, con el escupitajo deslizándose por su cara, y dijo sonriente “¡Muy bien!”. Sonia giró el móvil en busca de otra de las chicas y dijo “A ver Sole qué tal se lo está pasando … ¡allí está!”, dijo acercando la cámara del móvil hacia un rincón de la estancia donde podía verse a una chica de pelo castaño a cuatro patas sobre el suelo mientras otro de los hombres de la fiesta la daba por el culo. Tenía una lata de cerveza y un cenicero frente a ella y mientras el tipo la embestía por detrás, ella fumaba un porro y bebía de la lata. “¿Cómo te lo estás pasando, Sole?” “De puta madre, Sonia”, respondió en evidente estado de embriaguez.
– El que se folla a Albita es Fernando – apuntó Sonia – y el que está con Sole es Javi.
La pantalla volvió a circular por la estancia en busca de más protagonistas. Sobre el sofá dos chicas hacían un sesenta y nueve.
– La de arriba es Ruth y la de abajo Elenita – me explicó.
– ¿La chica que hoy va a ver tu padre con los perros? – pregunté recordando lo que había contado antes.
– ¡Esa misma! – exclamó Sonia – La hija de Fernando.
En la grabación podía verse cómo ambas chicas se comían el coño mutuamente en un 69. Al advertir la presencia de Sonia grabando con su móvil, Ruth sacó la cabeza de entre las piernas de Elenita. La imagen mostró un primer plano de su rostro. Era una chica guapa, de rasgos proporcionados y pelo castaño. “¡Dile a tu padre que venga a follarnos, Sonia! ¡Necesitamos polla ya!”, le pidió antes de volver a hundir la cabeza entre la piernas de Elenita.
– ¡Qué graciosa es la jodía! – comentó Sonia con una sonrisa entre los labios.
“¡Papiiii, te reclaman por aquí!”, gritó Sonia buscando con su móvil a su padre. Salió de la estancia, dando alguna patada a latas de cerveza que estaban esparcidas por el suelo y enfocó hacia otra habitación donde pude distinguir a Paco, de pie, con la polla dentro de la boca de otra chica que, de rodillas, se la mamaba. Tenía el pelo rubio recogido en una coleta. Me fijé en que en el suelo había una especie de palangana.
– Esa es Mamen, un de las gemelas, que ya has visto en el video del pony – me explicó Sonia.
– ¿Para qué es la palangana? – pregunté.
– Para echar las babas y los vómitos. Ya has comprobado que a mi padre le gusta follar bocas y forzar gargantas – dijo sonriente – ¡Mira cómo traga la muy puta con la edad que que tiene!
La grabación mostraba el rostro sudoroso de Paco “¿Qué quieres, hija?” ¡No ves que estoy con Mamen!”, dijo algo cabreado. “Ruth y Elena reclaman tu polla”, le dijo Sonia. “Vale, nena … a ver si consigo que esta puta vomite y voy para allá a follármelas”. Sonia enfocó entonces a Mamen, con la polla de Paco incrustada entre los labios. Le sujetaba la cabeza con las manos mientras le follaba la boca, igual que me había hecho a mí esa misma mañana. A Mamen le corrían por la cara dos lagrimones que resbalaban por sus mejillas. Babeaba con abundancia. Cada vez que resoplaba, una oleada de babas caía hacia la palangana. “A ti no te pregunto, que ya veo que no puedes hablar ahora mismo”, dijo Sonia con ironía. En ese momento, a Mamen le vino una arcada, Paco le sacó la polla y de su boca brotó un vómito marrón rosáceo que ella procuró que cayese en su totalidad en la palangana. “¡Por fin!”, exclamó Paco. “Lo que me ha costado que la muy hija de puta potase la merienda. Voy a follarme a esas dos”, añadió saliendo de la imagen. Sonia enfocó a Mamen, que se había recostado sobre la pared y trataba de recobrar el aliento, respirando con dificultad. “¿Lo estás pasando bien, Mamen?”, preguntó Sonia. “Ufff”, dijo inhalando aire profundamente “¡De lujo! Necesito una rayita, ¿me la preparas?” “Claro que sí, ahora mismo te la pongo”, respondió Sonia. Hizo una pasada general por la estancia donde pude distinguir a mi padre enculando a otra de las chicas, que a su vez se la chupaba a otro de los hombres. La grabación se detenía ahí.
– Ahí estaban tu padre y Marcial con Yoli, la gemela de Mamen – indicó Sonia.
– ¡Joderr, me lo esperaba más o menos así! – exclamé ilusionada por compartir con todas ellas esos momentos tan bonitos – Una orgía, todos follando con todos y metiéndoos de todo.
– ¡Eso es! Esto fue en la reunión del mes pasado, en casa de Javi, otro que está separado y sus hijas estaban con la ex – explicó Sonia – Me dio por grabar, normalmente no lo hago – añadió dando la última calada a su cigarrillo, ya consumido. De inmediato, se encendió otro.
– Pues este finde tienes que grabarlo todo, que es mi estreno y quiero tenerlo para el recuerdo.
– No te preocupes, que cuando alguna se estrena se documenta todo bien – explicó – Ahí los padres siempre están atentos a grabarlo casi todo. De pronto, sonó la alarma de notificaciones de Whatsapp en el móvil de Sonia – Mira, me escribe, Albita. “¿Te has enterado? Hoy se estrena Elenita con dos perrazos”, leyó Sonia en voz alta. Tomo su móvil y mandó un mensaje de audio
– Sí, Alba. Lo sé porque mi padre va para su casa esta tarde, que no quería perdérselo – dijo Sonia enviando el mensaje de voz. De inmediato, sonó su teléfono. Era Alba. Sonia puso el altavoz para que pudiera escuchar la conversación.
Continuará …
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