PILI, PUTA ADOLESCENTE (4). ALBITA.

Pili conoce a Albita a través de los vídeos que Sonia le enseña..

PILI, PUTA ADOLESCENTE (4).

ALBITA.

– ¡Hola, perraca! – saludó Alba con voz infantil – ¿Qué haces? ¿Hoy no trabajas?

– ¡Hola, pedazo de zorra! – respondió Sonia riendo – No te creerás dónde estoy …

– ¿Dónde?

– En casa de Agustín …

– ¿Ya has conocido a Pili?

– Sí.

– ¿Y qué tal? ¿Cómo es? – preguntó impaciente.

– Es … es guapa … – dijo mirándome de reojo y sonriendo – … y tiene mucho futuro.

– Estoy deseando conocerla – dijo Alba – Me ha dicho mi padre que el sábado es su presentación.

– Sí, por eso estoy aquí. Ultimando detalles.

– ¡Qué puta con suerte eres! – exclamó.

– Y tú, ¿qué planes tienes para hoy? – preguntó Sonia.

– Acabo de llegar del insti … ¡joderr qué puto rollo! – exclamó agobiada – Y aún me quedan dos cursos más … Tú sí que tienes suerte, que ya no vas al insti.

– Pero es que que cumplo los 16 en unos meses y ya no es obligatorio seguir estudiando – explicó Sonia – Ahora aunque me pillen, con el papeleo y la burocracia, tardan lo menos seis meses en gestionar el expediente y entonces ya no podrán hacer nada.

– Pues … tía … esta noche me aparean con un mastín – comentó ilusionada, cambiando de tema.

– ¡Hostia! ¿Y eso?

– Ná … una pareja que conoce a mi padre y le quieren dar un desahogo al animal – explicó – Bueno, y que les gusta el rollo este. Le pagan una pasta a mi padre.

– ¡Qué bien! – dijo Sonia – Pero ten cuidado, Alba … ya sabes que esos bichos se pueden poner muy agresivos.

– Ya lo sé, putita … ¿olvidas quién es la experta del grupo en perros? – dijo riendo.

– ¿Cuántos llevas ya, cabrona?

– Con el de hoy, diez – dijo presumiendo.

– ¡Es verdad! – dijo Sonia haciendo memoria – Pepe debe estar muy orgulloso de ti. Le he estado enseñando el vídeo del pony a Pili – dijo cambiando de tema – ¿Te acuerdas del pony y del cerdo?

– Sí, joderrr … ¡qué risa! – rió a carcajadas con su vocecilla infantil – Al final con el asno imposible y con el cerdo Sole y Ruth se quedaron con las ganas. Desde ese día están traumatizadas.

– ¿Por qué? – preguntó Sonia.

– Se les ha metido en la cabeza que el marrano las rechazó.

– ¡Jajaja! Menuda tontería …

– Dicen que el verano que viene se lo follan.

– El puerco ese será chorizos ya – añadió Sonia.

– Pues que se follen a otro y les decimos que es el mismo – dijo riendo Alba – Por cierto, Yoli y Alba le han dedicado un vídeo a tu padre. ¿Lo ha visto ya?

– No sé nada …

– Por lo visto Marcial les ha dicho a las gemelas que se metan más jaco, que menos farlopa que sale muy cara – explicó – Pues eso … que se han debido grabar pinchándose y dedicándoselo a tu padre. Como le pone tanto eso …

– Pues no sabía nada, luego le pregunto a ver si me quiere contar algo o me enseña el vídeo – dijo – ¿Cómo llevas tú lo de pincharte?

– Bueno … mi padre no es muy exigente con eso y prefiero fumarme un chino de vez en cuando para habituarme a la heroína, pero si tengo que hacerlo, lo hago – explicó con naturalidad – Joder, si hay un vídeo por ahí grabado en tu casa tú, las mellizas y yo metiéndonos en vena.

– Sí, es cierto – asintió Sonia – He visto a mi padre pajeándose con él – Yo también prefiero fumarla que pinchármela.

– ¿Te has metido algo ya con Pili? – preguntó.

– Hemos bebido unas cervezas, media botella de whisky y nos hemos metido una rayita – explicó Sonia.

– No está mal para ser las tres de la tarde – comentó- Yo ahora voy a hacerme una paja y me fumo un canuto. Quiero ir relajada a lo del mastín de esta noche.

– Manda fotos. Mejor aún, vídeo – pidió Sonia.

– Sí, lo que me graben te lo reenvío, viciosilla …

– Oye, ¿tienes vídeos tuyos de alguna reunión? – preguntó Sonia.

– Sí, claro … y de la capea. ¿Por qué?

– ¿Me mandas alguno para enseñárselos a Pili?

– Sin problemas, luego te pasos algunos.

– Gracias, Alba … Venga … ¡pásalo bien! Y nos vemos este sábado …

– ¡Hasta el sábado, Sonia! ¡Un besito! – se despidió.

– Joderr, qué contento debe estar Pepe con su hija – dijo Sonia, dejando el móvil sobre la mesa – Es el que peor está de pasta y que su hija empiece a ser rentable debe suponerle un desahogo.

– ¿A ti te pagan? – pregunté con inocencia.

– Pagan a mi padre, yo no veo ni un céntimo – explicó.

– ¿Y cuánto pagan?

– Pues no lo sé, Pili … no pregunto esas cosas. Mi padre dice que es mejor que no las sepa, que me limite a obedecer y ya está – explicó encendiéndose otro cigarrillo – Una vez – dijo dando una primera calada profunda – escuché a mi padre algo de 500 pavos. Fue en el sótano de una cervecería, una fiesta privada. De moteros. Me follaron un montón de tíos, no sé ni cuántos eran, pero había bastantes, como unos 15 o 20. Duró unas tres o cuatro horas. Mi padre me llevó, se quedó en la barra bebiendo y contemplando cómo me iban usando todos. Después, uno de ellos le dio un sobre y nos fuimos para casa.

– ¿Y te contratan con mucha frecuencia?

– Bueno … depende. Una vez por semana, más o menos. A veces más – explicó.

– Yo estoy deseando ser rentable para mi padre – dije – Me hace mucha ilusión que paguen por mí.

Sonia miró su móvil al sonar la alarma de los mensajes.

– Mira, Albita me manda algunos vídeos … quieres verlos, ¿no?

– ¡Por supuesto! – exclamé impaciente por verla en acción.

– Pero antes vamos a ir ganando tiempo, Pili – dijo Sonia – ¡Métete por el culo el consolador más grande que tengas!

– ¡Vale! – dije, obediente. Cogí el consolador que habíamos usado un rato antes y me lo metí por el culo. No tuve problemas en albergarlo dentro. Sonia empujó la base con fuerza para incrustármelo lo más adentro posible. Y me senté, de forma que el sofá impedía que se me pudiera deslizar hacia fuera.

– Mantenlo dentro un rato, que luego buscaremos algo más grande – comentó abriendo uno de los archivos de vídeo que le acababa de enviar Alba.

En el vídeo aparecía Alba de rodillas, con su pelo castaño y ondulado recogido en una coleta, y totalmente desnuda. Dos hombres, también desnudos, aparecieron por izquierda y derecha. Al principio no se veían sus caras, pero en cuanto se agacharon ligeramente para interactuar con Alba, pude distinguir a mi padre y a Paco. Lo primero que hicieron fue sobarle las tetitas y pellizcar su pezones. No lo hicieron con delicadeza, sino todo lo contrario. Alba hizo una mueca de dolor y Paco la cogió de la cabeza por la barbilla, como me había hecho a mí aquella misma mañana, y dijo “¡No pongas cara de dolor o te mato, hija de la gran puta!”. De inmediato, la escupió en la cara y la pegó dos bofetones. Sin solución de continuidad, mi padre la arreó otro bofetón. “¡Puta de mierda!”, le dijo mientras escupía repetidamente en su cara.

A continuación, Paco se la metió en la boca y comenzó a follarla, igual que había hecho conmigo unas horas antes. Mi padre le puso el pie en la cabeza para sujetar las envestidas de Paco. Alba babeaba y gemía mientras Paco taladraba su garganta. Unos segundos después, le tocó el turno a mi padre, mientras Paco sujetaba la cabeza de Alba para facilitar la follada de boca. Ella controló bien la respiración, resoplando por la nariz, pero entonces Paco se la tapó. Alba comenzó a ahogarse. Gemía y trataba de respirar. Con la boca llena de polla y la nariz tapada, se retorcía tratando de encontrar oxígeno que llenase sus pulmones. Pasado medio minuto, los dos la soltaron, permitiendo que Alba tomase aire. Tenía la cara llena de babas que le colgaban por las comisuras de los labios, las mejillas rojas por los bofetones y jadeaba para volver a encontrar una respiración acompasada.

– Este fue el día de su presentación, hará unos nueve meses – explicó Sonia.

Un tercer hombre entró en el plano, no podía verse quién era ya que su cara quedaba fuera del ángulo de la grabación. Se acercó y comenzó a mearla. Alba buscó el chorro con la boca para que le diera de lleno y poder tragarlo toda, mientras mi padre y Paco la sobaban las tetas. Cuando el tipo que la meaba, terminó, le metió la polla en la boca y se la folló de idéntica manera a como lo habían hecho antes papá y Paco.

– Aunque no se le vea la cara, ese es Marcial – explicó Sonia – El padre de las gemelas.

Alba babeaba y se quedaba sin respiración nuevamente hasta que Marcial le sacó la polla de la boca y la empujó con el pie hacia atrás, cayendo al suelo medio desmayada. Marcial se retiró de la escena, mientras mi padre y Paco la levantaban del suelo al tiempo que le pegaban tortazos en la cara y puñetazos en los brazos. Colocaron a Alba a cuatro patas. Paco se la metió en el culo y mi padre en la boca. Alba parecía medio inconsciente y se mecía con cada envestida de uno y de otro.

– Fue su primera reunión – comentó Sonia – Ahora ya no le pasa eso – añadió, tratando de justificar el desmayo de Alba.

Se turnaron un par de veces, siempre con la misma brutalidad, escupiéndola y golpeándola cuando les apetecía. Tortazos en la cara, manotazos en las tetitas e incluso alguna patada. Alba estaba como ida, parecía una muñeca de trapo, sin voluntad, a la que podían hacer lo que quisieran sin posibilidad de oponerse. Paco y mi padre la gritaban “puta, zorra, cerda asquerosa, … “ y un sinfín de insultos.

Al cabo de unos minutos, Paco la cogió por el cuello y le preguntó “¿Qué eres, Alba?” Ella parecía que no podía ni escuchar lo que le estaban preguntando, era como si su mente no estuviera allí. “Dime lo que eres, Alba … ¡o te mato a golpes ahora mismo!”, exigió pegándola un bofetón. En ese momento, Alba pareció volver en sí y recobrar la consciencia. “Eh … ah … eh … ¿qué?”, logró balbucir. “¡Que me digas ahora mismo lo que eres!”, repitió Paco con la mano levantada para calzarla otra hostia. “Soy … una puta, una zorra, no soy nada, soy basura … soy mierda …”, lloró Albita, justo antes de que Paco la soltase un nuevo bofetón. Mi padre la escupió en la cara varias veces, mientras le daba manotazos en sus tetitas. “Tendrías que dar gracias de estar aquí, perra … tendrías que darnos las gracias por usarte”, dijo mi padre. Paco le arreó un nuevo tortazo que la tumbó en el suelo. “Gracias, gracias, gracias, … “, gemía y lloraba. Paco y mi padre salieron de la pantalla y el vídeo se cortaba en ese momento.

– ¡Uffff! – resopló Sonia – Impresionante, ¿verdad? – me preguntó.

– Se me han puesto los pelos de punta … – reconocí. Era excitante y morboso, desde luego. Muy fuerte, pero al menos sabía lo que me esperaba el Sábado.

– Mi padre tiene muy mala hostia – explicó Sonia – Bueno, lo has podido comprobar antes tú misma. No le gusta que le contraríen.

– Y dices que Alba ha cambiado mucho desde ese día …

– Sí, ahí estuvo un poco “floja” – dijo marcando con los dedos el gesto de las comillas – Ahora sonríe siempre, da las gracias, es más activa, más participativa, … ha mejorado mucho. Mira – dijo desbloqueando nuevamente el móvil, justo después de encenderse otro cigarrillo – Este otro que me ha mandando es de la capea del verano pasado.

En la grabación podía verse algo que parecía ser un granero o un establo. Había fardos de paja y sobre uno de ellos aparecía Alba, a cuatro patas, follada por detrás por un hombre, cuyo rostro quedaba fuera del plano. El móvil se acercaba hacia Alba que miró sonriente a la cámara. Parecía que iba a decir algo cuando alguien entró en escena. Era Sonia, que le puso el coño a la altura del rostro y apretó con fuerza su cabeza en su entrepierna. “¡Cómeme el coño, Albita … hija de puta … malnacida … cómeme el coño!”, exclamó Sonia visiblemente excitada y muy agresiva.

– Iba hasta las cejas de farlopa … – interrumpió Sonia, en tono de disculpa.

El vídeo continuaba con un plano general donde se podía ver cómo Alba metía la cara entre las piernas de Sonia mientras el tipo se follaba a Alba por detrás.

– ¿Quién es el chico? – pregunté, por aquello de ir conociendo a todos los que iban a follarme el sábado.

– ¡Ni puta idea, Pili! No me acuerdo.

Sonia se separó ligeramente de Alba, que trataba de alargar la lengua para alcanzar el chumino de Sonia, de cuyo coño empezó a salir un chorrito de pis. Alba abrió la boca de inmediato y recibió la meada con gesto complaciente. En ese momento, el tipo que se follaba a Alba, le sacó la polla de dentro y se corrió sobre su trasero. Al ver ésto, Sonia, sin detener la meada, dio un par de pasos hacia el trasero de Alba, se agachó y succionó, primero la polla del tío, y de inmediato, la lefa que había soltado sobre el culo de Alba. Estaba de espaldas al móvil que grababa y podía verse cómo seguía meándose, con el pis resbalando por sus piernas. No se tragó el semen, sino que fue a dárselo a Alba en la boca. Las dos se morrearon unos segundos, pasando Sonia la lefa a la boca de Alba, que la saboreó entre risas. El tipo ya había salido del plano, pero el móvil seguía grabando. Las dos se pusieron en pie y se dieron la mano mientras Alba decía “¡Quiero más!”. Ahí se cortaba la grabación.

– ¡Joderrr, ni me acuerdo de esto! – dijo Sonia riendo – Veamos el tercero – añadió apretando el play en la pantalla del móvil.

En imagen apareció una plaza de toros en cuyo centro había una chica, que parecía ser Alba. Junto a ella, a unos metros de distancia, había otras chica más, en idéntica posición.

– ¡Ah, sí! – exclamó Sonia – Esto sí lo recuerdo. También es de la capea. Son Alba y Yoli – explicó.

Entonces, en la parte superior de la imagen se abrió un portón, del que salieron corriendo a toda velocidad tres perros. No entiendo de razas, pero eran grandes. Uno blanco y dos marrones. Llevaban las patas delanteras cubiertas con algo, razón por la que a veces se resbalaban.

– ¿Por qué llevan eso en las patas, Sonia?

– Para que al montarnos no nos arañen – explicó.

Los perros se acercaban a las chicas olisqueando su entrepierna, pero no las montaban. Sonia apareció en el ruedo y se fue directa a por uno de los chuchos, uno marrón que estaba próximo a Yoli, una de las mellizas, y le ayudó a ponerse sobre ella. Unos segundos después, el chucho empezó el mete-saca. Una voz de hombre, cuya identidad no pude reconocer, dijo “¡Punto para Sonia!”

– Te explico – dijo Sonia parando el vídeo – Estos son juegos que hacemos para distraer a nuestros padres de tanto folleteo. Ellos eligen dos capitanas. En este caso fuimos Sole y yo. Cada un elige a su equipo. Yo escogí a Yoli y a Alba. Y Sole escogió a Ruth y a Mamen – me explicó – Las capitanas tenemos que conseguir que los perros nos follen a las tres. Un punto por cada una, pero si se consigue que a la vez nos follen los tres a las tres, son 5 puntos. El equipo que gana cada juego tiene derecho a que cada integrante se meta una raya de coca.

– Osea, que se compite por droga …

– Sí – dijo Sonia – Y por entretener a nuestros padres para que repongan fuerzas. Aquí llevábamos las de perder porque Alba aún no había sido montada por perros – explicó accionando nuevamente el reproductor.

Sonia fue a por el segundo perro, y lo acercó hacia Alba, tratando de que la montase, igual que a Yoli. Sorprendentemente, no tardó mucho en conseguirlo y el segundo chucho empezó follarse a Albita. Cuando esto ocurrió, se escuchó una ovación, con aplausos y la voz del hombre que grababa dijo “¡Punto para Sonia!”

Sin embargo, los aplausos y aclamaciones de los asistentes debieron asustar a los perros, que desmontaron a Alba y a Yoli y comenzaron a corretear por la plaza. Rápidamente, Sonia volvió a acercar a uno de los chuchos a Yoli, hasta que la montó, repitiendo la operación con Alba. Después fue a por el tercero. Si lograba que la montase conseguiría 5 puntos. Se puso de rodillas cogiendo al chucho por la minga y se lo echó hacia la espalda, arqueó el cuerpo y se apuntó la tranca del animal hacia el coño. El animal empujó y comenzó a follarla. ¡Lo había conseguido! Aquello no duró más de diez segundos antes de que los perros fueran desmontando a las chicas. La voz del que grababa exclamó “¡5 puntos para Sonia!” y dejó de grabar justo en el momento en que Yoli, Sonia y Albita se abrazaban en el centro del ruedo en señal de victoria.

– Ganamos – dijo Sonia con gesto de resignación – Así iba yo después de farlopa, me iba metiendo rayas con cada juego …

– ¿Cuánta te has podido meter en un día?

– No sé … medio gramo … un gramo, no sé – dijo calculando – Los días que más me he metido han sido los de las capeas.

– ¿Y qué más juegos hacéis?

– Con los perros hicimos varios, por ejemplo, el de conseguir que se corran. Pero eso no lo hicimos en la plaza, sino en un patio que hay en la finca. El equipo que consiga que uno de los chuchos se corra antes, gana – me explicó – También ganamos nosotras. Pero a ver, que no es todo seguido, ¿sabes? Descansamos, nos fumamos unos pitis y unos canutos, nos bebemos unos cubatas, nos bañamos en la piscina, … y luego seguimos con los juegos. Hicimos tres, el que has visto, el de correrse los perros y uno de tragar meados.

– ¿De tragar meados? – pregunté.

– Sí, es parecido al de correrse de los perros. Los padres mean en dos recipientes y el equipo que tarde menos en beberlo, gana – explicó – A ver el ultimo vídeo.

En la imagen estaba Alba con la polla erecta y roja de un perro. La tenía cogida por detrás y la agarraba desde la base de tal forma que podía apreciarse toda la longitud y el tamaño del pollón. Otra chica, ni se distinguía quién era, sujetaba al perro para que se estuviera quieto. Alba miraba a la cámara con gesto vicioso y lamía el capullo del chucho, después se lo metía en la boca. Casi no le cabía, pero entraba lo suficiente como para poder succionarlo, al tiempo que con la mano meneaba el rabazo del perro. Cada cierto tiempo, se la sacaba de la boca y lamía el pollón desde la punta hasta la base, para volver a metérsela en la boca. El vídeo duraba unos tres minutos y podía verse cómo Alba disfrutaba tremendamente chupando el pollón de aquel animal. Finalmente, el chucho estalló en su boca, que abría mientras el semen trasparente del perro resbalaba por su barbilla y por la comisura de sus labios. Antes de terminar la grabación, Alba se relamió e hizo con los dedos el gesto de la V, en señal de éxito.

– Pero esto no fue del concurso – dijo Sonia tratando de recordar – Yo creo que esto fue en otro momento, al día siguiente.

– ¿Por eso dices que es la especialista en perros? – pregunté.

– A ver … a todas nos gustan, pero a ella se le dan especialmente bien. Yo creo que le gustan más las pollas de perros que las de humanos – dijo echándose a reír – No, es broma. Pero se le dan muy bien a la cabrona. ¡Joder, lo que daría hoy por verla con el mastín ese! – suspiró mientras se encendía otro cigarrillo y me ofrecía uno. Acepté y fumamos unos segundos en silencio, disfrutando de la nicotina en nuestros pulmones.

Continuará …

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