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Dominación Mujeres, Fantasías / Parodias, Orgias

PILI, PUTA ADOLESCENTE (7). SOLE Y RUTH.

PIli conoce a las hermanas Sole, de 15 años, y Ruth, de 14..

PILI, PUTA ADOLESCENTE (7).

SOLE Y RUTH.

– ¿Cómo son Sole y Ruth? – pregunté.

– Sole es mi mejor amiga – dijo Sonia dando una calada a su cigarrillo – Fue la primera en incorporarse al Club, después de mí, así que hicimos buenas migas desde el principio. Tenía 13 años. Ahora tiene 15. Para mí es la que tiene un aspecto más vulgar, y lo digo como un piropo – explicó – Según mi padre, la vulgaridad es una cualidad ciertamente importante en una puta. Siempre está diciendo palabrotas y obscenidades, y eso a todos los miembros del Club les gusta mucho. Creo que es la favorita de varios porque siempre que hacen algún juego y escogen a una o dos de nosotras, es una de las elegidas.

– Pensé que tú serías la favorita de todos … – dije.

– A mí me tienen ya muy vista – dijo con naturalidad – Sole es la que mejor culo tiene. Aunque está plana de tetas, cuando menea esa culazo todos se tiran a por ella. Y luego, sabe follar muy bien – me explicó – Como fue la primera en llegar después de mí, la conozco muy bien. Y he compartido muy buenos momentos con ella.

– ¿Y su hermana? – pregunté.

– Ruth es muy graciosa, tiene unos puntos buenísimos – explicó – Es la más peleona de todas, muy rebelde. Su padre la ha tenido que domar a base de hostias y castigos. Ahora tiene 14 años y ha repetido curso. Fue presentada nada más cumplir los 13.

– ¿Qué castigos?

– Bueno … con cada una funciona una cosa – me explicó dando una calada a su cigarrillo – En el caso de Ruth es la farlopa. Está muy enganchada y cuando monta alguna de las suyas, su padre le quita la coca durante semanas. Y ella con eso lo pasa muy mal, ¿sabes?

– ¿Tienes fotos o vídeos? – pregunté, intentado que hiciera con Sole y con Ruth lo que antes había hecho con las gemelas y con Albita.

– Sí, seguro que sí – dijo tomando su móvil – Pero … se me está ocurriendo una idea mejor – dijo pensativa – ¿Qué te parece si las hacemos una visita?

– No sé si me dejará mi padre …

– Ya hablo yo con él – dijo quitándole importancia al permiso de papá – Antonio suele irse por las tardes y las noches de juerga y deja a sus hijas solas en casa. Por eso se las folla nada más que llegan del insti – explicó – Así las conoces en persona.

Sonia marcó en su móvil y puso el manos libres esperando respuesta. En la pantalla pude ver que el número al que llamaba lo tenía grabado en la agenda como “Putita culona”.

– Dime, cacho perra … – dijo una voz al otro lado de la línea.

– ¡María Soledad! – exclamó Sonia.

– No me llames así, hija de la gran puta … sabes que lo odio.

– ¡Jajaja! – río Sonia – Vale, vale … Sole … ¿Ha terminado tu padre con vosotras dos?

– Conmigo sí – dijo – Ahora está con Ruth. ¿Por qué?

– No sé si has leído el grupo …

– Ay, no … no he tenido tiempo, mi padre me estaba follando – explicó – ¿Que ha pasado? – preguntó alarmada.

– Nada … nada … – se apresuró a tranquilizar Sonia – Que … es que estoy en casa de Agustín, que he venido a conocer a Pili, porque el Sábado es su presentación en el Club … y me pregunta por vosotras.

– ¿Ah, sí?

– Y se me ha ocurrido que, como Antonio suele salir y dejaros solas, lo mismo podíamos haceros una visitas y así os conocéis en persona …

– ¡Sí! – exclamó Sole – Por mí perfecto. Y a mi hermana seguro que le parece una idea cojonuda. En cuanto mi padre termine con Ruth, se va a emborracharse por ahí.

– ¡Qué bien! ¿Entonces, a qué hora podemos ir?

– A las siete seguro que ya se ha ido – dijo Sole – Pero si quieres te mando un mensaje en cuanto haya vía libre.

– Perfecto, Sole … nos vemos en un rato.

– Hasta luego, cerda – dijo antes de colgar.

– ¿Tienes un abrigo largo como el mío? – preguntó Sonia.

– Ehhh … no … pero mi madre sí – dije haciendo memoria.

– ¡Pues póntelo y déjame unas zapatillas! Que mi padre me ha traído descalza.

– Vale, Sonia – Busqué en el armario de mi madre y encontré el abrigo largo que recordaba. De color negro, como el de Sonia. Me lo puse y me quedaba perfecto, ya que mi mami y yo tenemos la misma estatura, más o menos.

Cuando regresé al comedor, Sonia me dijo que había escrito a mi padre pidiendo permiso para ir a ver a Sole y a Ruth y que me lo había dado sin problema. De inmediato, sonó la alarma de notificaciones de whatssapp en su móvil. “Vía libre”, leyó en voz alta. “Tráete algo de farlopa para meternos un tiritos, porfi. Que mi padre nos tiene a dos velas últimamente. Sólo nos deja maría para fumar”, siguió leyendo.

– ¡Putas yonkis! – exclamó entre risas – ¡Venga, nos vamos!

Sonia había pedido un Uber, que nos esperaba en la puerta del edificio. Nos subimos y le dio la dirección al conductor.

– Es la primera vez que salgo sin mis padres, salvo para ir al insti – dije – ¿Tú sales sola a menudo?

– No, a mi padre no le gusta mucho que esté por ahí sola, pero alguna vez sí – explicó – ¡Joder, hoy está justificado! ¿No?

– Sí … – dije entre risas.

El trayecto no fue muy largo, apenas unos diez minutos. Sonia pagó con dinero en efectivo. El edificio estaba en una buena zona de Madrid y parecía lujoso. Entramos en gran portal forrado de mármol, sin necesidad de llamar al interfono, pues las puertas estaban abiertas. Dejamos a un lado una garita, tras cuya ventana asomaba un tipo de unos 60 años, el conserje.

– Vamos a casa de Sole y de Ruth – se anticipó Sonia a la pregunta del conserje, pasando frente a la garita rápidamente y subiendo por unas escaleras de mármol blanco – Este ya se ha follado a las dos … y pagando bien – dijo cuchicheando en voz baja para que no nos oyera – Antonio lo comentó una vez.

Llegamos al primer piso y Sonia pulsó el timbre de una de las dos puertas que había por planta.

– ¿Quién es? – dijo una voz grave tras la puerta.

– Sole … Ruth … ¡abrid, somos nosotras! – dijo Sonia en voz baja.

– Vosotras … ¿quiénes? – preguntó la voz.

– Joder, tías … ¡abrid de una puta vez! – se impacientó Sonia.

– ¿Con quién coño hablas? – se escuchó a nuestra espalda. Nos giramos de inmediato. Un chica rubia de ojos marrones nos esperaba bajo el umbral de la puerta contraria.

– ¡Joderrrrr … me he confundido! – exclamó entre risas Sonia, cogiéndome de la mano y llevándome hacia la otra puerta.

– ¡Jajaja! – reía la rubia – Puta, te estás metiendo tanta mierda que te estás quedando gilipollas. ¡Jajaja!

– Esta es Sole – dijo Sonia, haciendo las presentaciones. Me acerqué para darla dos besos, cuando Sole me cogió por la nuca y me apretó contra ella, metiéndome la lengua en la boca y dándome un húmedo beso de tornillo.

– Encantada, Pili – dijo Sole, sacando su lengua de mi boca – ¡Pasad! Mi hermana nos está preparando unos cubatas. ¿Te gusta el ron, Pili?

– Sí … sí … – balbucí, aún sorprendida por nuestra presentación. Vi cómo Sonia se descalzaba y dejaba las zapatillas en el recibidor. Hice lo mismo.

Sole iba desnuda, como yo siempre hacía por casa. Estaba claro que a todas nos habían adiestrado en ese mismo sentido porque Sonia, aquella misma mañana, lo primero que hizo al entrar en mi casa fue despelotarse. Me fije en el trasero de Sole. Tal y como me había indicado Sonia, tenía un culo redondo, respingón y carnoso. Desproporcionado para el resto de su cuerpo, delgado y sin un gramo de grasa. Su movimiento era hipnótico. Me invadió un tremendo impulso de meter mi cara entre aquel poderoso par de nalgas, pero me contuve. Aún no sabía que ese tipo de impulsos no debía reprimirlos con las otras chicas del grupo, que si me apetecía hacer algo, podía. Sin preguntar y sin pedir permiso. Otra cosa era con los miembros del Club. Pero, en ese momento aún no sabía eso.

– ¿Qué te has hecho en el pelo, perra? – preguntó Sonia.

– Ay, ¿te gusta?- dijo Sole, girándose – ¿Me lo he cortado y me lo he teñido de rubio?

– Te queda bien, Sole – alabó Sonia – Pero en realidad da igual, con ese puto culo gordo que tienes nadie te mira a la cara.

– ¡Jajaja! – rió Sole, halagada.

– ¿Y tu padre te ha dado permiso?

– Fue él quien sugirió un cambio – aseguró – Demasiadas chicas con el pelo castaño. Además, así me distingo mejor de mi hermana, que nos parecemos mucho.

Fue decir esto y, de inmediato nos topamos con Ruth. Desnuda por completo, con el pelo castaño por encima de los hombros, recogido detrás de las orejas. Es cierto, se parecían incluso con Sole de rubia. Ruth estaba tumbada en un sofá fumando un porro. Al vernos, se puso en pie y se dirigió hacia nosotras. Tenía las tetitas algo más pequeñas que su hermana y las caderas menos pronunciadas. Se notaba que era menor que Sole.

– ¡Sonia! – exclamó, abrazándola. A continuación, me miró. Iba muy fumada. Se tambaleaba y hablaba con la voz pastosa – Tú debes ser Pili … ¡Encantada, Pili! – me dijo.

– Hola, Ruth – respondí, sin saber muy bien si darla dos besos, un abrazo o un morreo, como me había dado su hermana unos segundos antes. Sin embargo, se volvió al sofá y de desplomó sobre él. Cogió un vaso de tubo y le dio un sorbo largo.

– ¡Ah! – exclamó señalando unos vasos como el suyo que había sobre una mesa – Esos cubatas son para vosotras.

– ¡Hay que joderse, Ruth! – reprochó su hermana – ¡Otra vez vas pedo!

– Yo estaría por ahí … follando y chupando pollas … que es lo me gusta – dijo en tono de disculpa, con la voz gangosa – Pero papá no nos deja y no puedo hacer otra cosa que beber y drogarme. ¿Has traído farlopa, Sonia? – preguntó.

– Sí, Ruth … he traído – dijo Sonia, sacando una bolsa del bolsillo de su abrigo y tirándola sobre la mesa.

– ¡Esta es mi chica! – exclamó lanzándose sobre la bolsita de polvo blanco – Voy a hacerme un rayita, ¿queréis?

– Hazme una – dijo su hermana cogiendo uno de los cubatas y dándole un sorbo. No podía dejar de mirar ese culo.

– ¡A mí otra! – exclamó Sonia, quitándose el abrigo y dejándolo sobre una silla. Todas me miraron esperando mi respuesta.

– ¡Si, vale … yo también quiero una! – dije, imitando a Sonia y empelotándome.

– Sonia … ¿sabes que el Sábado no vamos a la reunión? – dijo Ruth, preparando las rayas con un tarjeta sobre una bandeja metálica – Papá tiene planes para nosotras …

– Tenemos una monta de perros en una finca de Toledo – explicó Sole – Van a hacer un DVD para comercializarlo en el mercado negro.

– ¡Hostias, qué bien! – exclamó Sonia, sentándose junto a Ruth y tomando su cubata – Os echaremos de menos en la presentación de Pili.

– Sí, cómo me jode no estar – dijo Sole.

– Y a mí – añadió Ruth – Pero el curro es lo primero … – añadió justo antes de esnifar una de las rayas que había preparado con un billete de 50 Euros hecho un canutillo.

– Pero a Pili la vamos a conocerla muy bien hoy mismo … – insinuó mirándome de arriba a bajo Sole – He visto que me miras mucho el culo, Pili … – dijo acercándose a mí.

– Como para no mirártelo … – acerté a decir.

– A lo mejor quieres que me siente en tu cara … – insinuó Sole.

– Sí, hermanita … todo el mundo quiere meter la cara en tu culo … no te hagas ahora la tonta, que lo sabes de sobra – dijo Ruth, recostada en el sofá – Si no os vais a meter esas rayas, decidlo … que ya me las meto yo …

Antes de que pudiera terminar la frase, Sonia esnifó una de las rayas y me dio la bandeja para que hiciera lo mismo. Era la segunda que me metía en un día. La esnifé y le pasé la bandeja a Sole, que hizo lo propio, lamiendo después los restos de polvo blanco sobre la bandeja metálica.

Me invadió una sensación de euforia y si ya estaba excitada, ahora lo estaba aún más. Decidí no reprimir mis impulsos y cogí con fuerza las nalgas de Sole. Ella lo agradeció metiéndome la lengua en la boca y jugando con la mía. Apreté sus generosas nalgas y sentí cómo se me escapaban de las manos, no podía abarcarlas y sus carnes blandas se me escurrían entre los dedos como la mantequilla. Y no pude contenerme más, deseaba comerme ese culo divino. Me agaché y Sole me ofreció su trasero, sabeedora de lo que pretendía. Se inclinó ligeramente hacia adelante y metí la cabeza entre aquel par de nalgas carnosas. Lo hice con violencia, excitada, y mi nariz chocó en su ano, mientras con la lengua acariciaba su depilado chumino. Le di unos lametones al coño y, de inmediato, metí la lengua en el culo. Sole relajó el esfinter y mi lengua se coló dentro como si de una polla dura se tratase. Lamí y folle su culo durante unos minutos embriagada por su aroma, al tiempo que ella empujaba su trasero contra mi cara, para facilitarme la tarea.

– ¿Te gusta mi culo, Pili? – dijo entre risas al ver mi excitación.

– ¡Zíiii! – dije como pude sin sacar la lengua de su agujero trasero. Todas rieron. Metí un par de dedos en el coño de Sole. Estaba mojado y se deslizaron sin problema. Comencé a pajearla con energía sin dejar de lamer su culo.

– ¡Vas a hacer que me corra, zorra! – exclamó Sole, suspirando.

– ¡Déjame un poco, Pili! – me ordenó Sonia, arrodillada junto a mí. Con la excitación, no me había dado cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Ruth se había deslizado boca arriba debajo de mí y comenzó a lamerme el coño mientras me magreaba el trasero. Sonia me empujó ligeramente para que sacase la cara del culo de Sole. De inmediato, fue ella quien metió la cara y continuó con la tarea de follar con la lengua su culo.

– ¡Sluuurp, sluuurp! – lamía Ruth mi conejo – ¡Qué potorro más rico tienes, Pili!

– ¡Gracias, Ruth! – dije, mientas sentía cómo me metía un par de dedos en el coño y otro par en el culo y los accionaba con energía.

Después de un rato así, Sonia propuso que cambiásemos para que todas pudiésemos chupar y ser chupadas. Nos tumbamos en el suelo, de lado, y fomando un cuadrado, de tal forma que metíamos la cabeza en las piernas de otra de nosotras, mientras otra nos comía la entrepierna. Yo le chupaba a Sole; Sole a Sonia; Sonia a Ruth;y Ruth a mí. Ruth me metió el puño en el culo. Me dolió, en señal de que aún no había alcanzado el grado de dilatación óptima. Miré de reojo, como pude, pues mi cabeza estaba entre las pierna de Sole y observé cómo Sonia ya tenía su mano metida dentro del culo de Ruth. Entendí que debía hacer lo mismo y apunté el puño al ojete de Sole, sin dejar de mamar su mojado chocho. No sentí oposición y su trasero se tragó por completo mi puño sin esfuerzo alguno.

– ¡Mételo más, Pili! – ordenó Sole – Puedes metérmelo hasta el codo, si quieres.

– ¡Esperad, cacho perras! – exclamó Sonia sacándose del culo el brazo de Sole y sacando el suyo del de Ruth – Voy a sacar una foto – explicó poniéndose en pie. Le dio un sorbo a su cubata antes de coger el móvil y se alejó unos metros para buscar el ángulo, antes de tomar la instantánea – ¡Ya está! Luego os la enseño … – añadió antes de recuperar la postura e incorporarse al círculo que formaban nuestros cuerpos entrelazados.

Con el puño de Ruth en mi culo, su lengua en mi coño, mi puño dentro del culo de Sole y mi lengua en su conejo, no pude aguantar más … me corrí. No pude contenerme aún a riesgo de quedar como una niñata inexperta delante de mis nuevas amigas. Traté de fingir, de no acelerarme demasiado, pero se me notó.

– ¡Jajaja! – rió Ruth – ¡Se está corriendo la muy puta!

– Y yo estoy a punto … – susurró Sole.

– ¡Ahhh! – sollocé entre espasmos de placer – Ahhh … – ahogué mis suspiros en el coño de Sole, ya mojadísimo.

– Me corro – anunció Sole, moviendo el culo arriba y abajo con mi puño en su interior – Diossss, me corro …

– ¡Yo también, hijas de puta! – exclamó Ruth – ¡Me corro, me corro, me corrooooo! – gritó.

– ¡Y yo, cacho perras! – grito Sonia.

Nos quedamos en silencio después de alcanzar el orgasmo. Yo respiraba con dificultad, pero no quería sacar mi cara del trasero de Sole. Sin embargo, Ruth se puso en pie y todos la imitamos. Tenía el culo dolorido pero merecía la pena un poco de dolor a cambio de tanto placer y excitación. Nos sentamos en el sofá y todas nos encendimos un cigarrillo, al tiempo de dábamos tragos a nuestros cubatas.

– Creo que voy a poner la foto de imagen del grupo – dijo Sonia enseñándonos la fotografía que había sacado – Manipuló durante unos segundos su móvil – Sole … Ruth … ¿es verdad que os habéis follado al conserje?

– Sí … ¿cómo lo sabes? – preguntó Sole, dando una calada a su cigarrillo.

– Se lo escuché a tu padre … no recuerdo dónde ni cómo …

– Un día lo trajo papá – dijo Sole – Al parecer, tenía sospechas de que algo extraño pasaba en casa. Papá a veces trae clientes para nosotras … otras veces viene gente con perros … ya sabes … – explicó Sole fumando una y otra vez de su cigarrillo.

– El muy cabrón quería contarle a la policía sus sospechas – interrumpió Ruth.

– Y entonces papá le trajo. Nos lo follamos, le hicimos de todo, nos metimos de todo con él … y papá lo grabó – explicó Sole – Después de dijo que si contaba algo, mandaría el vídeo a su esposa y a sus hijos. También le dijo que si no decía nada, de vez en cuando podría usarnos. Esto fue hace unos meses. No ha vuelto a venir y siempre que pasamos junto a él, nos saluda con la cabeza gacha, avergonzado.

– ¡Que se joda el muy cabrón! – exclamó Ruth, haciéndose otra raya de coca sobre la bandeja metálica.

– Es un acojonado – dijo Sole – Y encima pagó, el muy gilipollas – añadió entre risas.

– Creo que nosotras deberíamos irnos ya – dijo Sonia – Ya son casi las nueve … – añadió viendo la hora en la pantalla de su teléfono móvil.

– ¿Tan pronto? – preguntó Ruth con gesto triste, justo antes de esnifar la raya que se había preparado. Sonia me miró como preguntándome qué hacíamos. Me encogí de hombros.

– ¡Venga, va! – exclamó Sonia – Nos metemos unas rayitas más y nos vamos …

Ruth se apresuró a preparalas y, de inmediato nos las ofreció. Esta vez fue Sole la primera en esnifar, después Sonia y, por último, yo. Era la tercera que me metía en un día. Nunca antes me había metido tanta farlopa.

– El viejo ese de la puerta … – dijo Sonia.

– ¿El conserje? – preguntó Sole.

– Sí … ¡ese! ¿Qué ha pasado con él? Escuché a vuestro padre que os había follado … – insinuó Sonia, queriendo que las hermanas nos contaran la historia.

– El puto viejo se puso tonto con papá – dijo Ruth en tono despectivo – Que si veía cosas raras, que si por qué salíamos tapadas pero descalzas, que si escuchaba mucho ruido en casa, que si muchos días no nos veía ir al insti … – enumeró.

– Un puto cotilla – dijo Sole dando una calada a un cigarrillo que se había encendido.

– Y papá lo solucionó – sentenció Ruth, encendiéndose un pitillo.

– Un día le tocó mucho los cojones y lo subió a casa – explicó Sole – Le invitó a tomar una copa y le metió algo dentro. A la media hora me estaba follando por el culo y comiéndole el coño a Ruth, metiéndose de todo con nosotras … y papá grabándolo todo.

– ¡Jajaja! – rió Sonia.

– Y para colmo le sopló 300 pavos – añadió Ruth, entre risas.

– Para que deje de cotillear – dijo Sole dando una calada a su cigarrillo – Como se le ocurra decir algo, no sólo su mujer va a ver los vídeos …

– ¡Jajaja! ¡Qué pringado! – exclamó Sonia.

Todas reímos y apuramos nuestras copas y nuestros cigarrillos mientras Ruth, Sonia, y Sole contaban anécdotas de las reuniones y de las capeas. Al cabo de un rato, Sonia de dio cuenta de la hora que era y pidió un uber por una aplicación del móvil. Nos pusimos las zapatillas y nuestros abrigos hasta los pies, nos despedimos de las hijas de Antonio y bajamos a la calle en espera de nuestro coche.

Continuará …

Twitter (X): @CarolFdezPuta

E-mail: [email protected]

62 Lecturas/1 noviembre, 2025/0 Comentarios/por agosto10
Etiquetas: amiga, follando, follar, hermana, hermanita, hija, madre, padre
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