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Dominación Mujeres, Fantasías / Parodias, Orgias

PILI, PUTA DOLESCENTE (10). LA ORGÍA

La reunión continúa con una intensa y excitante orgía..

PILI, PUTA ADOLESCENTE (10).

LA ORGÍA.

Tras el orgasmo, quedé a merced de cuanto quisieran hacerme. El nivel de excitación que podía respirarse a mi alrededor, con Sonia y Ruth dando placer a papá, Antonio, Miguel y Daniel, era espectacular. El vicio y la degeneración podían verse en cada uno de los rostros allí presentes. Sonia sacó su brazo de mi culo y Miguel me la sacó del coño. Me giré sobre el suelo y me quedé tumbada, con la respiración entrecortada y las piernas temblorosas por el mejor orgasmo que había tenido en mi vida hasta ese momento.

Ruth se puso a horcajadas sobre Miguel, cabalgando sobre su polla y ofreciendo su agujero trasero a quien quisiera practicar una doble penetración con ella. Fue mi padre que, sin apenas esfuerzo, se la enchufó en el ojete. Sonia, que no quería ser menos, la imitó con Daniel en su coño y Antonio en su culo. Las dos se quedaron frente a frente, mirándose la una a la otra.

Ruth se mordía el labio inferior, con los ojos entreabiertos, en muestra de lo mucho que disfrutaba. Sonia apretaba los dientes y se recogía la media melena para que no le cayese sobre la cara. Los hombres, sudorosos por la energía de sus envites, apretaban la mandíbula con la respiración entrecortada.

– ¡Puaaaaj! – escupió Sonia en la cara de Ruth – ¡Hija de puta! ¡Zorra!

– ¡Puaaaaj! – le devolvió Ruth el escupitajo – ¡Perra de mierda … aprende a follar! ¡Mira cómo me ensartan!

– ¡Puaaaajj! – volvió a escupir Sonia, acertando a Ruth en un ojo, que cerró de inmediato – ¡Jajaja! ¡Te he dejado ciega, puta asquerosa!

Ruth se revolvió, enfadada por la saliva en su ojo, y levantó la mano para arrear un tortazo a Sonia. Sin embargo, fue su padre, que follaba por el culo a Sonia, quien interceptó el brazo, cogiéndola por la muñeca.

– ¡Deja ya de hacer el gilipollas, puta de los cojones! – ordenó – ¡Dedícate a sacarnos la leche!

– ¡Sí, papi! – obedeció Ruth, con la saliva de Sonia resbalando por su rostro y acelerando el ritmo de sus caderas. Miró con rabia a Sonia, que la sonreía con descaro y provocación.

– ¿Qué hace esa puta tirada en el suelo? – exclamó Marcial, entrando por la puerta de la estancia junto a Mamen – ¡Vamos, puta … en cuatro que te voy a romper el culo!

– Sí … sí … sí … – apenas pude decir, recuperándome del trance en el que el orgasmo me había sumido durante unos minutos. Me puse a cuatro patas ofreciendo mi entrepierna a Marcial que, de rodillas detrás de mí, me la metió en el culo de un golpe seco.

– Buen culo tiene tu putita, Agustín – dijo comenzando el mete-saca. Casi al momento, se detuvo y me la sacó ofreciendo su polla a Mamen que, de rodillas apoyada sobre mi espalda arqueada, se la chupó unos segundos para, a continuación, volver a darme por culo.

– ¡Ahhh, ahhh, ahhh! – gemía Ruth con la polla de Miguel en el coño y la de mi padre en el culo.

– ¡Uff, ahh, uff! – sollozaba Sonia con el rabo de Daniel en el coño y el de Antonio en el culo.

– ¡Me voy a correr! – exclamó mi padre. De inmediato, Mamen se lanzó a por su polla, que sacó del culo de Ruth y se metió en la boca – ¡Me corroooo! – gritó papá, echando su leche en la boca de Mamen.

– ¿Se ha corrido Pepe en tu puto coño, zorra? – le peguntó Antonio.

– Zzzzi – pudo decir Mamen con la polla de papá en la boca, intentando que el semen no le resbalase por la comisura de los labios.

– A ver si te quedas preñadas a la primera, Mamen … – dijo Sonia, sin deshacer la doble penetración con Daniel y Antonio.

– Voy a tomarme una copa – dijo mi padre, yendo hacia el fondo de la estancia.

Hasta ese momento no me había dado cuenta de cómo era la habitación en la que había disfrutado el mejor orgasmo de mi vida. La orgía era de tal calibre, y mi nivel de excitación tan grande, que apenas si había mirado a mi alrededor. Había un gran sofá azul, con rinconera, varios butacones y una mesa llena de botellas, vasos y una cubitera.

– ¿Me haces un cubata de whisky-cola? – preguntó Sonia.

– ¡Yo quiero otro! – exclamó al instante Ruth.

– Yo también – dijo Mamen, después de tragarse la corrida de mi padre.

– ¡Venga! ¡Cubatas para todas las putitas! – exclamó en tono de broma papá.

– ¡Me voy a correr, hija de puta! – dijo Antonio, sacándosela del culo a Sonia. Mamen se apresuró a buscar con la boca los primeros estertores de la corrida, que se estrellaron sobre las nalgas de Sonia. Con la polla de Antonio en la boca, me fije en la belleza de Mamen.

Su melena rubia era tan larga y lisa que le llegaba al culo, por eso la tenía recogida en una coleta. Sus facciones eran perfectas. Piel clara, labios carnosos, dentadura perfecta y ojos azules claros. Era la típica belleza nórdica. Podría pasar por alemana o sueca. En realidad, sabía que era Mamen porque la habían llamado así, pero aún era incapaz de distinguirla de su gemela Yoli.

Mamen succionó la polla de Antonio y, acto seguido, lamió los restos de lefa que habían quedado sobre las nalgas de Sonia, aprovechando para lamer también su ojete, al tiempo que Sonia seguía cabalgando sobre la polla de Daniel. Sonia deshizo la postura y dijo.

– Mamen, ¡haz que se corra como tú sabes!

La gemela de Yoli aceptó el reto de inmediato y se lanzó sobre la polla de Daniel, metiéndosela en la boca de un golpe seco. La nariz tocaba el pubis de Daniel y la barbilla golpeaba sus peludos huevos. Mamó y meneó su polla no más de medio minuto porque Daniel estalló dentro de su boca. Mamen llevaba en aquella habitación apenas 5 minutos y ya había se había tragado tres corridas: la de mi padre, la de su padre y, ahora, la de Dani.

Mientras Antonio, mi padre y Dani preparaban los cubatas, Ruth pidió a Miguel que la follara por detrás, en cuatro, al tiempo que Mamen y Sonia se besaban, compartiendo la corrida de Dani en la boca de aquélla. Yo seguía recibiendo la polla de Marcial en el culo, aunque por la intensidad de sus empujes, pensé que no tardaría mucho en soltarme su leche.

– ¡Puta! – exclamó Marcial – ¡Me vas a sacar la leche!

– En la boca, por favor – le pedí, deshaciendo la postura y entreabriendo la boca bajo su capullo, mientras él se la meneaba.

– ¡Tomaaaaa, zorraaaaa! – gritó. Varios impactos de su semen caliente fueron a parar directos a mi paladar. Rodeé el capullo con mis labios, para que el resto de la corrida fuese a parar dentro de mi boca – ¡Traga, puta, traga!

– ¡Gluuurp, gluurrrp! – tragué – Gracias – le dije cuando se retiró hacia el sofá, donde estaban Antonio, Daniel y papá.

Sólo faltaba Miguel por correrse, que hacia aspavientos mientras enculaba a Ruth.

– ¡Dame fuerte! – pedía Ruth – ¡Fóllame más!

Sonia, Mamen y yo nos quedamos de rodillas, mirando cómo Miguel daba por el culo a Ruth. Mi padre se acercó a nosotras.

– ¡Tomad, putitas! Vuestros cubatas – nos dijo entregándonos un vaso de tubo a cada una, con hielos, whisky y Coca-Cola.

– Gracias, Agustín – dijo Sonia, dando un primer trago a su cubata.

– ¡Esperad, zorras! ¡Vamos a brindar! – exclamó Daniel, levantando su copa.

– ¡Por el Club! – dijo Marcial, dando un trago a su cubata.

– ¡Por Pili! – exclamó Sonia.

Todos levantamos nuestros vasos de tubo y brindamos, mientras Miguel seguía follando a Ruth por el culo. Le di un trago largo a mi cubata. ¡Qué bueno estaba! Y salí al patio donde se había celebrado la asamblea del Club. Quería ver qué hacían el resto.

Sobre el banco de madera donde habíamos estado sentadas las chicas, estaba Fernando y, en sus rodillas, Sole. Ambos se besaban y se hacían carantoñas. Fernando le acariciaba las tetitas y se cuchicheaban al oído confidencias y secretos, que no pude escuchar.

En el banco donde se habían sentado los miembros del Club estaban Yoli y Paco, que se besaban con lengua apasionadamente mientras él acariciaba su entrepierna. Elenita estaba de rodillas, en medio del patio, mamándole la polla a Pepe. En idéntica posición, a unos metros de distancia, estaban Arturo y Alba.

No quise interrumpirles y me volví para adentro, donde Miguel ya se había corrido sobre el trasero de Ruth, y Mamen y Sonia se disputaban su semen, dando lametones y compitiendo por ver quién conseguía engullir más cantidad.

Ruth cogió su cubata y papá nos dio dos porros, uno para Mamen y Sonia, y otro para Ruth y para mí. Entre risas, fuimos pasándonos los porros y bebiendo del cubata. Al cabo de unos minutos, Paco entró en la estancia. El resto le seguían.

– ¡Venga! – exclamó en su habitual tono serio y mandón – ¡Todas para arriba, menos Yoli, Mamen y Sole!

Obedecimos. Las tres elegidas se sentaron en el sofá, entre el resto de miembros del Club. En seguida, les ofrecieron bebida y tabaco. Yo me limité a seguir a Sonia, la que más experiencia tenía.

Así pues, Sonia, Ruth, Alba, Elenita y yo subimos unas escaleras hacia el piso de arriba, entrando en una habitación grande y bien iluminada a través de un gran ventanal desde el que se podía ver el patio de la casa donde había tenido lugar la reunión inicial. Había colchones tirados en el suelo y una gran mesa de madera con bandejas repletas de sándwiches variados, sushi y entremeses de jamón, chorizo, salchichón y lomo. Además, había varios paquetes de tabaco, mecheros, vasos, latas de cerveza y una cajita de madera con varios porros ya preparados.

– Mira, aquí está mi móvil – dijo Alba, abriéndose una lata de cerveza y cogiendo un sándwich. Sospeché que aquella era su casa.

Todas la imitamos. Nos abrimos una lata de cerveza y empezamos a picotear de la comida. En apenas unos minutos, todas estábamos llenas, y ya íbamos por la segunda cerveza. Nos tumbamos sobre los colchones, excepto Ruth, que se encendió un porro.

– ¿Qué hora es? – preguntó Ruth.

– Las dos y media – respondió Alba, mirando su móvil.

– Joder, cómo se pasa el tiempo … – dijo Elenita, dándole una calada al canuto que le pasó Ruth – Todo el mes esperando este día y luego se pasa en un abrir y cerrar de ojos.

– Es verdad – dije mientras Elenita me pasaba el porro y le daba una calada – Se me está pasando súper rápido – ¿Cómo aguantáis un mes sin esto?

– Es jodido – dijo Ruth, fumando de otro porro que se encendió para ella sola – Pero así es la vida – añadió poniendo cara de loca.

– ¿Y no quedáis en todo el mes? ¿No os veis? – pregunté, pasándole el porro a Sonia.

– Alguna vez sí – dijo Alba – Pero para coincidir todas tiene que ser de mes en mes. ¡Es jodido! Se hace largo.

– ¡Pues te jodes! – dijo otra vez Ruth con cara de loca paseando por la habitación y fumando de su porro – La vida es jodida, ¿sabes, Pili?

– No la hagas caso. Está como una puta regadera – dijo Sonia.

– ¡Sí, estoy loca! – dijo con chulería Ruth fumando de su porro – Me da todo igual, ¡joder!

– ¿Pero qué coño te pasa? ¡Subnormal! – exclamó Sonia, pasándome el porro nuevamente, sin haberle dado ni una sola calada.

– ¿Que qué me pasa? – dijo en tono de burla Ruth, encarándose con Sonia, que se había puesto de pie – ¡Van a preñar a mi hermana, joder! ¿O es que no te enteras de nada, gilipollas?

– ¿Y a ti qué coño te importa eso? – le espetó Sonia.

– ¡Me cago en Dios y en toda mi puta raza! – exclamó Ruth – ¿Por qué cojones no me preñan a mí también? ¿Qué pasa, que soy mongólica y a mi no me pueden preñar? – dijo muy enfadada.

– ¿Pero tú eres tonta o qué? – dijo Sonia – Porque Sole te saca un año, eres más pequeña.

– Pues por eso mismo me deberían preñar a mí, joder. Saco más pasta que mi hermana porque soy más joven – explicó enfadada – Si me preñan a mí, en seis meses les estoy dando un pastón y luego pueden venderme a quien cojones les salga de la punta de la polla. ¡Más joven, más pasta! ¿Qué no entiendes de eso, Sonia?

– Las cosas no son así … – dijo más calmada Sonia – Hay que valorarlo todo.

– A ti a mi edad ya te habían preñado, ¿sí o no? – preguntó enfurecida.

– Sí.

– Ahhh, eran chicos … se siente – dijo haciendo burla y encogiéndose de hombros – Pero te metieron el lefazo bien metido.

– A ver, es una estrategia, Ruth … ¿no has escuchado lo que se ha hablado en la asamblea? – apuntó Albita.

– No, la verdad … – dijo con desdén dando una calada profunda a su canuto – ¡Era un puto rollo! ¡No soporto esas putas asambleas, joder! ¿A qué viene tener que tragarnos todas esas tonterías que me importan una puta mierda? ¡Yo me trago pollas, no esos rollos!

– Es por el bien del Club … – trató de tranquilizarla Sonia.

– No os enfadéis, chicas! – exclamó Elenita – Se ha dicho en la reunión, Ruth … es para no estar todas preñadas a la vez.

– Que ya lo sé, pero que me parece una gilipollez – dijo Ruth.

– Hay que tener variedad, no pueden tener a seis chicas con un tripón que no veas – explicó Sonia – Las preñadas gustan y dan mucho juego, pero el mercado es más amplio.

– ¡Qué sí, que vale! Es que me va dar una envidia tremenda de mi hermana … ahí con el tripón … ¡Yo quiero una tripa! – exclamó Ruth, con tono de niña caprichosa.

Todas nos echamos a reír. Ruth se calmó y abrazó a Sonia, con un beso en la boca. Sonia se lo devolvió y nos miró haciendo el gesto de locura con la mano. Todas reímos. Era bonito compartir charlas con ellas sobre nuestro futuro, del Club, las reuniones, … Me gustaba formar parte de aquello.

– Oye, Alba … – dijo Sonia, quitándome el porro de la mano y dándole una calada – Cuéntanos eso del caballo. ¡Qué calladito te lo tenías!

– Lo supe ayer, no he tenido ocasión de contarlo – explicó Alba – Según mi padre, la pareja del mastín está muy metida en esto de follar con bichos y quedaron muy contentos con lo del otro día. Conocen a más gente interesada en cosas así y … nada … que le han ofrecido a mi padre lo del caballo.

– ¿Sabes cuánto le pagarán a tu padre? – pregunté, ávida de conocimiento.

– Creo que unos 500 o 600 Euros … pero no lo sé seguro – respondió.

– ¡Qué bien! – exclamó Elenita – ¿Y ya sabes cómo lo vas a hacer, tía?

– He estado viendo vídeos y creo que sí – explicó – Para mamársela no hay problema, desde un lado, como los caballos la tienen tan grande, se puede de sobra. Por el culo, si el caballo es grande, me puedo meter debajo de pie y que me dé por atrás. También podría hacerlo así por el coño, pero quiero hacer varias posturas para dejar contentos a los dueños – explicó – Así que con una mesita con ruedas, como esas de los ordenadores o las teles, me puedo poner abierta de piernas encima y que me empujen debajo del bicho. Lo he visto en alguno vídeos y puede salir bien.

– Pues he escuchado a mi padre hablando por el móvil y creo que está intentando llevar un par de caballos a la capea – interrumpió Sonia – El otro día Pili y yo vimos un vídeo de las gemelas follándose a una caballo … y ¡joder! Me ha entrado envidia. ¡Yo también quiero!

– Te quedaste con las ganas con el pony en la capea … ¿eh, putita viciosa? El bicho ese era un puto inquieto de mierda – dijo Ruth fumando y paseando nerviosa por la habitación.

– ¡Como tú! – le gritó Sonia.

– ¡Jajajajaja! – reímos todas, incluso la propia Ruth.

– ¡Al que me follo seguro es al puto cerdo ese! – exclamó Ruth, volviéndose a enfadar – ¡Ese marrano hijo de puto me rechazó! ¡Y a mi no me rechaza ni mi puta madre! ¿Qué se ha creído, el puto gorrino?

– La follacerdos, te vamos a llamar – dijo Sonia, entre risas.

– Cambiando de tema … ¿habéis escuchado en la reunión eso de que los rusos se van a ocupar de algunas madres? – insinué.

– ¡No! – exclamó Ruth – La verdad es que no estaba haciendo ni puto caso.

– Mi madre es un puto coñazo – dijo Elenita – La semana que estoy con ella es un asco – explicó – No hace más que meterse en mis asuntos, me registra la ropa buscando cigarros y porros, me obliga a hacer los deberes … ¡la muy hija de puta!

– Joder, tía … ¡qué mal rollo! – apuntó Albita.

– El otro día va y me lleva a su trabajo – explicó Elenita dando un calada profunda al porro – La muy gilipollas se cree que me interesan sus putas mierdas. ¡Qué me deje en paz! Es que no puedo ni fumarme un piti en mi habitación …

– Hostias, Elena … ¿y cómo haces? – preguntó Ruth, abriéndose una tercera lata de cerveza.

– Tengo un grupo de amigos repetidores, tienen todos 14 y 15 años. Hago pellas y me voy con ellos por ahí a fumar, a beber y a meternos lo que pillemos – explicó.

– Joder, tía … ¡qué mal! – dijo Alba.

– Ya se podía ir a tomar por culo la muy hija de puta y dejarme en paz – dijo resignada, fumando del porro – Es que me echa la bronca y todo por las notas …

– ¡Qué putada, tía! – exclamó Ruth.

– Pues los rusos no se andan con tonterías … – insinuó Sonia.

– ¿A qué te refieres? – pregunté.

– Una de dos: o la hacen desaparecer y se la llevan a Rusia a trabajar de puta … o se la cargan.

– ¿Matarla? ¡No jodas, Sonia! – dijo escandalizada Albita.

– A mí me da igual – dijo Elenita – Que hagan lo que quieran con esa hija de puta de mierda con tal de que me deje en paz.

Todas seguimos fumando los canutos y bebiendo cerveza, mientras charlábamos de todo aquello. Disfrutábamos de aquel momento de hermandad. Para mí, que era hija única, aquellas chicas eran lo más parecido a unas hermanas. Me sentí plena de felicidad, siendo parte de aquella comunidad y sabiendo que nuestra relación nos uniría para siempre.

– ¿Por qué tardan tanto? – preguntó Ruth, impaciente.

– ¿Ya no te acuerdas cuando me preñaron a mí? – Se están asegurando de que Yoli, Mamen y Sole reciban un par de descargas dentro del coño. Sería una suerte que las tres se quedaran preñadas ya.

– Pero contigo fue diferente, ¿no, Sonia? – preguntó Albita.

– Sí, las normas del Club por aquel entonces eran otras. Aún no habían llegado los nuevos – explicó – Me follaron los 5 miembros fundadores para que así nunca se supiera quién era el padre – añadió.

– ¡Qué pena que las dos veces saliera mal! – dijo Ruth – Ahora ya seriamos tías …

– Piensa que a lo mejor en nueve meses lo eres – concluyó Sonia – Y quizás en un año seas mamá … mamá de una putita como su madre, Ruth.

– Parirás una hija de puta más puta que tú – dijo Elenita entre risas.

– ¡Bah! – exclamó Ruth dando una calada a su porro – Ni mi puta hija será más puta que yo. ¡No hay nadie más puta que yo!

Todas estallamos en carcajadas. El ambiente de camaradería y hermandad era precioso. Teníamos una misma misión en la vida, algo que nos uniría para siempre. Volví a sentirme feliz de poder llevar una vida tan excitante y plena. Mentalmente le di las gracias a mi padre, que encontró a mi madre en las calles de Medellín y nos trajo a España. De pronto, Sole, Yoli y Mamen entraron en la estancia.

– ¿Qué habéis hecho? – preguntó impaciente Ruth.

– Nos han follado Paco, Pepe y Fernando. Otra vez. A ver si de esta nos quedamos preñadas – explicó Sole – Cuanta más lefa nos metan en el coño más posibilidades habrá. Dicen que esta semana Paco y Pepe irán a casa de Marcial y Fernando vendrá conmigo, para follarnos hasta que nos quedemos embarazadas.

– ¡Ves, Sonia! – dijo Ruth, nuevamente enfadada – Ahora todo para las futuras mamás … – dijo en tono sarcástico – Y las demás, ¿qué? ¿O qué pasa … que yo no necesito que me follen todos los días? ¡Y me tengo que conformar haciéndome dedos!

– Joder, Ruth … no te pongas así! – dijo Mamen – Ya te tocará a ti que te preñen.

– No nos pueden preñar a todas a la vez – explicó Yoli.

– Que ya lo sé … ¡joder! – exclamó Ruth, dando una patada al aire, muy contrariada.

– Ruth … ¿has pensado en que si te quedas preñada, te van a quitar la heroína y te van a reducir mucho la farlopa y el tabaco?

– ¡No me jodas! ¿Por qué? – preguntó extrañada.

– Para que tu hija no salga tan mongola como tú, !subnormal! – le dijo su hermana.

Todas estallamos en risas. De pronto, se oyó el tintineó de una campanilla.

– ¡Nos llaman! – exclamó Sonia – ¡Dejad los porros y las cervezas … y vamos para abajo! – ordenó.

Continuará …

Twitter (X) @CarolFdezPuta

E-mail: [email protected]

35 Lecturas/1 noviembre, 2025/0 Comentarios/por agosto10
Etiquetas: amigos, follando, follar, hermana, hija, hijo, madre, padre
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