Pirueta, (por confiada)
Una niña sola en casa, un vendedor de puerta en puerta.. (relato completo de ficción).
Cuando yo era pequeña vivía con mi madre y mi hermano mayor, por aquel entonces yo tenía 6 años, y mi hermano 17, ambos teníamos padres diferentes, pero ninguno vivía con nosotros, vivíamos en un modesto departamento en un tercer piso, mi madre trabajaba y salía desde la mañana hasta ya entrada la tarde, mi hermano dejó la escuela porque no le gustaba estudiar así que se la pasaba todo el día vagando por ahí con sus amigos eso molestaba mucho a mi madre que ya no sabía qué hacer con él. yo era una niña delgada, de cabello negro y piel morena clara, era alegre, muy extrovertida, hablaba con medio mundo, todos los vecinos me conocían por ser muy platicadora siempre estaba preguntando cosas, cantando, bailando, y a veces hasta hablaba sola y tenía muchos amigos de mi edad sobre todo en el colegio donde estudiaba el primer grado, pero en el complejo de departamentos no habían muchos niños cerca, al menos no de mi edad, sin embargo nunca me aburría y siempre encontraba algo que hacer o en que entretenerme yo sola, a mi hermano le aburría estar conmigo decía que yo nunca me callaba, que era molesta e insoportable.
Una mañana como a eso de las 10 mi hermano salió de nuestra casa a vagar con sus amigos, yo estaba acostumbrada a que se fuera y me dejara sola, nunca me decía adiós, ni a donde iba. Mi madre solía tener plantas y flores en macetas afuera del departamento, se veía muy bonito pues para mi parecía un pequeño jardín, era la primavera las flores estaban hermosas, pero hacía calor y yo me había puesto unas sandalias y un vestido de tirantes de una sola pieza muy ligero que me quedaba a la altura de mis rodillas, quizás porque era una talla más grande que yo, pero al quedarme holgado era muy cómodo casi como un camisón de dormir y yo me sentía muy a gusto con él. Yo estaba regando las plantas y quitando las hojas secas cuando un señor delgado, muy alto desde mi corta estatura, de bigote y usaba lentes oscuros, llegó hasta nuestro departamento con un portafolio y preguntó.
¡Hola pequeña! ¿Está tu madre? No está. Le respondí al hombre, ¿tu padre? Tampoco, le respondí divertida pues me hizo gracia su pregunta ya que nunca conocí a mi padre. ¿Alguien mayor que tú? Solo mi hermano, le respondí. ¿Lo puedes llamar? No está, salió hace un rato ¿Hay alguien mayor en tu casa que me pueda atender? No… no hay nadie dije riéndome pues vivíamos solos, aunque él no lo sabía ¿Tardaran mucho? Preguntó un poco cansado ¡Uuuh! Respondí… hasta la noche ¿para que los quiere? El hombre lanzó un gran suspiro y sin mucho ánimo dijo ¡vendo excelentes artículos para el hogar y me gustaría mostrárselos! ¿En serio? Dije yo… ¿Como cuáles? ¿Quieres que te los muestre? Dijo un tanto cansado el tipo. Yo asentí, pues en verdad ese hombre había despertado mi curiosidad. Pero antes ¿me dejarías usar tu sanitario? Cualquier otro niño habría dudado en dejar entrar a un extraño, pero yo era demasiado confiada y no sentía miedo así que le permití pasar. Sí, pase, le dije sin más y el hombre entró a nuestra casa, le mostré el cuarto de baño y él se encerró ahí unos minutos mientras yo seguía regando mis flores y tarareaba una canción infantil.
Cuando lo vi salir el miraba a todos lados como buscando a alguien, pero era obvio que ahí no había nadie más. me acerqué a él y le dije ¿me enseñas las cosas que vendes? ¡Claro! Y dime, ¿Como te llamas? Patricia, pero me dicen «pirueta» El hombre río un poco con mi comentario y preguntó ¿Y porqué te dicen así? ¡Mi mamá dice que porque nunca estoy quieta! Le respondí ¿y cuántos años tienes «Pirueta» tengo 6 le dije sin dejar de ver lo que sacaba de su portafolio ¿Y tú?, ¿cómo te llamas? René respondió el. ¿Cómo la rana? Pregunté divertida. El tipo cerró los ojos y supongo que contó hasta 10 y por fin respondió. ¡Si… como la rana! sin más sacó varios catálogos de productos y me pidió cerrar la puerta para no ser interrumpidos, yo muy confiada la cerré y me quedé sola en la casa con ese hombre, él se sentó en el sofá y yo me senté a su lado, el me comenzó a mostrar un catálogo de juguetes y luego uno de ropa para niños, yo me puse de pie para verlos mejor y el sutilmente paso su brazo derecho por mi cintura para acercarme y mostrarme el catálogo, de a poquito me fue acercando más y más hasta que pronto yo estaba de pie entre sus dos piernas, debido a mi corta estatura y a que él estaba sentado nuestras cabezas quedaban casi a la par, el me rodeaba con ambos brazos mientras frente a mi abría el catálogo. Yo muy confiada no me daba cuenta de nada ¡mira ese vestido! ¿No te gusta? Es parecido a este que tienes puesto. Si, le respondí, es muy bonito. ¿Y esa blusa? ¡A que es linda! Si muy bonita respondí.
¿Y tu mami, a qué hora regresa? Como a las 6, le dije. ¿Y tu papi? No vive con nosotros le dije sin más. ¿tienes hermanos? preguntó René… si, dije yo, mi hermano Pepe, pero se salió con sus amigos y no sé a qué hora regresa, quizás hasta la noche. ¿Y quién te hace la comida? Mi mamá nos deja todo hecho y solo la caliento en el microondas. ¿Pero alguien te cuida no? Pues, se supone que mi hermano casi nunca esta, pero no me importa yo solita me cuido. Yo estaba embobada con lo que él me mostraba y no dejaba de hablar y preguntar. De pronto sentí que la mano de René estaba sobre mi rodilla derecha sin embargo no le di importancia, poco a poco esa mano fue subiendo por mi pierna, despacito como reconociendo el terreno, hasta llegar a mi calzón y ahí se detuvo palpando la tela como quien toca una prenda que va a comprar, yo era muy inocente sobre cosas de abuso o de sexo, mi madre nunca me había hablado sobre eso, nunca me dijo algo como «nunca dejes que te toquen tu cosita» «que nadie te vea los calzones» o » tu cuerpo es solo tuyo» ese era un tema tabú por aquellos años y debido a mi carácter extrovertido era muy confiada con la gente por lo que no me pareció extraño, quizás yo pensaba que eso era algo normal pues cuando alguien me cargaba en sus brazos a veces mi calzón quedaba sobre el brazo o las manos de quien me sostenía y nunca se me hizo que fuera algo malo, era más bien algo normal para mí.
Página tras página el hombre mostraba los juguetes y ropa de niñas que el vendía mientras yo hablaba y hablaba. Ahora su mano no dejaba de moverse arriba y abajo a lo largo de mi pierna desde mi rodilla hasta mi ropa interior, yo ya sostenía su catálogo con ambas manos y pasaba las páginas una tras otra encontrando productos fabulosos de los que yo le preguntaba y entonces el me respondía mientras aprovechaba para acariciarme la otra pierna con su mano izquierda del mismo modo que lo hacía con la derecha, ahora ambas manos del hombre estaban bajo mi falda recorriendo cada centímetro de ellas, de arriba a abajo sintiendo como mi falda subía y bajaba junto a sus brazos sin que yo me opusiera o sintiera temor ya les digo, era muy inocente.
Las manos de ese hombre buscaron mi entrepierna y con sus dedos comenzó a rozar mi vagina sobre mi calzón, eso me hizo sentir cosquillas, pero por alguna razón eran diferentes a las cosquillas que yo conocía, estas se sentían extrañas, raras, pero por alguna loca razón me gustaban. Mi carácter parlanchín me hacía preguntar y preguntar sin siquiera esperar a que me respondiera ya estaba haciendo otra pregunta o dando mi opinión sobre otra cosa, o contándole alguna cosa que me había pasado, o expresando mis dudas, no entiendo de donde sacaba tantas cosas para decir, todo eso mientras el me ocasionaba sensaciones raras en mi vagina era raro, pero me gustaba y no hacía nada por evitarlo. Al ver que yo no decía nada el hombre ahora acariciaba de un modo más firme mi vagina, apretaba sus dedos sobre la rayita de mi vagina metiendo un poco la tela de mi calzón entre los labios vaginales, eso me hacía sentir más cosas extrañas, raras, pero bonitas que nunca había sentido, no sabía que era, pero me gustaba lo que él me hacía ahí, hasta ese momento yo no sabía que tocando mi vagina pudiera sentir muy bonito. Cuando mi madre me bañaba ella siempre lavó mi vagina, pero nunca sentí esas cosquillas extrañas cuando ella tocaba mi vagina y ahora con el vendedor realmente estaba disfrutando de eso que el me hacía ahí. Mi respiración se hizo más agitada y mi corazoncito comenzó a latir más fuerte que casi podía escucharlo.
El hombre metía su dedo cada vez más profundo yo podía sentir sus dedos recorrer toda mi vaginita de arriba a abajo ocasionando chispitas o al menos eso me parecía sentir, chispitas dentro de mi vagina. Mi vestido era sin talle de una sola pieza y con su mano izquierda comenzó a subirla hasta mi pecho para acariciar mi estómago y mis costillas, cuando el hacía eso mi vestido se levantaba y él podía ver mi calzoncito infantil, como no dije nada y mucho menos lo impedí comenzó a meter su dedo gordo de la mano izquierda bajo el elástico de mi calzoncito, mientras con la derecha seguía acariciando mi vagina sobre mi ropa interior.
Con un movimiento suave comenzó a bajarme el calzón muy despacito, yo lo noté pero no dije nada porque el no se me hacía malo, se me hacía una buena persona que me enseñaba las bonitas cosas que vendía y me hacía sentir cosas bonitas, la sensación que sentía en mi vagina era tan rica que si le decía algo pensé que quizás se iba a detener, por esa época yo usaba calzoncitos de algodón que eran de tela muy suave y no eran nada apretados así que para el fue muy fácil bajarme el calzón de un lado, luego sus manos cambiaron de posición y ahora me hacia cariños en mi vagina con la mano izquierda y con la derecha me bajaba el calzón del otro lado hasta dejarlo en mi entrepierna.
Con mi calzón abajo él pudo tocar mi vagina sin ningún impedimento, él sabía lo que buscaba y fue directo a mi clítoris, lo sé porque saco una de sus manos y mojo sus propios dedos con su saliva y cuando hizo contacto con el sentí una sensación como nunca antes la había sentido, como electricidad, como toques, algo que no sé como explicar cerré los ojitos y me estremecí, sentía un calor tan bonito que se me subió hasta la cabeza y gemí sin poder evitarlo. ¡aaaaah! ¿Estás bien? Me preguntó el vendedor. ¡Aja! Contesté porque no pude articular palabra, mi cabecita aún buscaba una explicación lógica para ese sentimiento recién vivido, aunque no fue un orgasmo sino más bien mi primer estimulo del clítoris.
Con los ojos cerrados ya ni miraba el catálogo pues quería concentrarme en eso raro que sentía en mi cuerpo, aunque aún sostenía el catálogo en mis manos, el hombre me siguió bajando el calzón y no se lo impedí porque sentía sus dedos hurgando en mi vaginita y eso me hacía sentir muy bien, de pronto sentí que mi calzón estaba en mis tobillos y con su mano derecha recorría mi cuerpo desde las piernas hasta el pecho por debajo de mi vestido. Cuando subía su mano hasta mi pecho mi vestido se levantaba y ahora podía ver mi cuerpito casi desnudo, pero aún que yo sabía que estaba casi desnuda no dije nada y tampoco hice nada por evitarlo. Con mis ojitos cerrados disfrutaba de esas nuevas sensaciones cuando sentí que el tipo me daba besitos en las orejas, eso me hizo reír un poco jijijiji pero me gustó mucho, parecía complementar las chispitas en mi vagina, me hacía sentir delicioso pues él no dejaba de tocar mi clítoris
Como René tenía ambas manos ocupadas con los dientes tomó uno de los tirantes de mi vestido y lo quitó de mis hombros y luego me hizo cosquillas en mi oreja derecha y procedió a quitar el otro tirante, sin nada que lo detuviera la gravedad bajó mi vestido hasta mis codos y ahí se detuvo porque yo aún sostenía el catálogo en mis manos, suavemente y sin decir nada él lo retiró de mis manos y bajó mis bracitos, el vestido simplemente se deslizó hasta mis tobillos quedando totalmente desnuda en los brazos de ese hombre para mi desconocido. Aunque estaba desnuda con un hombre que no conocía no tenía miedo, no creía estar en peligro ni haciendo nada malo pues nadie me había dicho antes que mostrarse desnuda fuera malo, yo había estado nadando hacia pocas semanas en un río completamente desnuda frente a muchas personas desconocidas y nadie, ni una sola persona me dijo que estar desnuda era malo, incluso mi madre estaba ahí así que para mí no era nada del otro mundo.
¿Te gusta lo que sientes? Me pregunto el hombre. Yo asentí con la cabeza sin abrir los ojos. Siento como chispitas dentro de mi ¿Te gustaría sentir más chispitas? Yo volví a asentir nuevamente. ¿Estas segura que nadie vendrá? Yo asentí sabiendo que nadie llegaría, al menos en las próximas horas. El tipo se levantó tomándome en sus brazos, mi vestido y mis calzones cayeron al suelo junto a mis sandalias quedando totalmente desnuda en sus brazos René se dirigió a la puerta de entrada y puso el seguro para que nadie pudiera entrar. ¿Dónde duermes princesa? Me preguntó tiernamente, allá dije yo señalando la habitación que compartía con mi hermano, cada quien tenía su propia cama y la mía era obviamente la de sábanas de princesas, el me llevó hasta mi cama y me puso de pie sobre ella frente a el ¡Eres muy linda princesa! Dijo dándome un beso en la boca cerrada, yo lo miré y recordé los besos que los galanes de las telenovelas les daban a las protagonistas, pero no supe que decir. ¡Vamos princesita abre la boquita y has lo mismo que yo! Me lo dijo tan tierno que sin pensar abrí mi boca e inmediatamente sentí su lengua entrando y comenzó a moverla suavemente, siguiendo sus instrucciones yo comencé a mover mi lengüita imitando todo lo que él hacía.
Fue muy tierno, suave, sin obligarme a nada y yo me sentía como la princesita de un cuento mientras las manos de Rene ahora tocaban mis nalgas como si les estuviera dando un masaje, miré sus ojos y el me miraba diferente, mi imaginación infantil me hacía sentir como si él fuera mi padre perdido, quizás esto es lo que los padres cariñosos hacen con sus hijos y les hacen sentir esas cosas tan extrañas pero bonitas pensaba yo. ¡Siéntate en la cama! Me dijo y yo le obedecí, ¡ahora acuéstate y abre las piernitas! Yo me recosté y abrí las piernas dejando mi vagina expuesta para él, pero no sentía pudor o pena, mucho menos miedo, yo quería que el tocara mi vagina, quería sentir de nuevo esas chispitas dentro de mí.
Él se arrodilló frente a mí, delante de él estaba yo sobre mi cama, completamente desnuda y abriendo las piernas de par en par haciendo que mi vagina se abriera para que el pudiera tocarla, yo levantaba la cabeza un poco pues quería ver que hacía, René acercó su rostro a mi vagina y comenzó a besarla, era algo bonito poder sentir sus labios y su aliento ahí, pero sentí algo mucho mejor cuando succiono mi clítoris con su boca y comenzó a moverlo con su lengua, una descarga muy fuerte de chispitas que no pude evitar reírme mucho y tratar de cerrar mis piernas para que no siguiera pero el me sostuvo fuerte de las rodillas para que no me moviera mientras yo sentía muy bonito y me daban ganas de quitarlo o que se detuviera pero a la vez no, y yo no paraba de moverme como gusanito al que le ponen sal. Así estuvo hasta que sentí que estaba a punto de orinar y se lo dije ¡debo ir al baño, quiero hacer pipí! El se detuvo y también se detuvieron mis ganas de orinar por lo que seguí acostada con las piernas abiertas.
René me miró y me preguntó si yo estaba cómoda así, y yo asentí con la cabeza. ¿Puedo ponerme cómodo yo también? Yo asentí y el comenzó quitando su camisa, corbata y camiseta dejándome ver su pecho con mucho pelo color castaño, sin dejar de verme se bajó los pantalones y su bóxer mostrándome su pene enorme totalmente erecto. Verlo desnudo no me provoco ningún problema pues mi hermano y yo compartíamos habitación desde siempre, el ya casi era un adulto y lo había visto desnudo muchas veces, y también el a mi, así que no me sorprendió excepto que el pene de mi hermano siempre estaba flácido porque el no se excitaba con su hermanita, por el contrario le era molesta y nunca platicaba ni jugaba conmigo. De haber tenido otras preferencias quizás hubiésemos tenido mucho, mucho tiempo para eso.
René ya desnudo observó un pequeño tarro de crema corporal en la mesita de mi hermano, lo abrió y tomó bastante con sus dedos. ¡Voltéate! Me dijo sin más yo me puse bocabajo y él se fue directo a mis nalgas y comenzó dando pequeños masajes y metiendo un dedo dentro de mi culito, eso me sorprendió un poco porque me dolió ¡Auuu! Dije quejándome, ¡oye! ¡eso duele! ¿Te gustaron las chispitas? Yo asentí al recordar las chispitas dentro de mi ¿Quieres sentir más chispitas aún? Yo asentí nuevamente. ¡Pues entonces deja que te ponga cremita aquí porque después vas a sentir muchas chispitas, pero ahora en el culito y te va a gustar mucho, me dijo René muy tranquilo!
Yo accedí, aunque su dedo me molestaba al entrar en mi año y se sentía raro que algo me entrara por ahí, pero quería seguir disfrutando de las chispitas. Él tomó mis almohadas y las puso debajo de mi pancita dejando mi culito apuntando al techo. ¿Puedo poner un poco de música? Preguntó René al ver el sistema de sonido de mi hermano. ¡Si tú quieres! Le respondí y el prendió el sistema dejándose escuchar la música rock que escuchaba Pepe y subió el volumen.
¿Estas lista para sentir bonito? Yo asentí y él se colocó detrás de mí, quise voltear para ver que hacía, pero en la posición en que yo estaba no podía ver mucho solo que estaba justo detrás mío, pero comencé a sentir que algo duró resbalaba, subía y bajaba por la rayita de mis nalgas. Aún sentí su dedo entrar una última vez antes de sentir que algo muy grande me ocasionaba un fuerte dolor en el culito y ese dolor se hacía más grande cuando René intentaba meterlo dentro de mi culo. ¡Oye, eso duele! ¡Quieta zorrita! Dijo el y volvió a embestir fuerte contra mí culo. Las paredes de mi ano se estiraron al máximo y el dolor que experimente al sentir eso tan grande entrando a mi ano fue demasiado ¡Haaay! ¡Sácalo! ¡Sácalo por favor! El embistió nuevamente metiendo algunos centímetros de verga dentro de mi culo. Mis ojos parecieron abrirse mucho, sentí que la respiración me faltaba y trataba de aspirar por la boca jalando aire, mi culito ardía como si tuviera fuego y el dolor era insoportable. ¡Ya no René! ¡Ya no quiero! ¡Haaaaay! Otra embestida me introdujo algunos centímetros más de su verga dentro de mí, hasta que sentí que ya no podría meterla más, en mi desesperación trataba de alejarme de él, pero era imposible, René me tenía bien sujeta por la cintura, yo comencé a gritar y a llorar lo que ocasionó que el me tapara la boca con su propia mano a fin de que yo no hiciera ruido. ¿Te gusta esto pirueta? ¿Verdad que es delicioso? ¿Sientes mi verga dentro de tu culo? Yo no respondía, estaba ocupada tratando de quitar su mano de mi boca, de escapar, de pedir ayuda mentalmente a mi madre y a mi hermano para que vinieran a ayudarme, pero desafortunadamente eso no pasó.
Después de unos momentos en que René dejó que mi culito se acostumbrara al tamaño de su pene comenzó a sacarlo y cuando pensé que lo terminaría de sacar lo volvió a meter, una y otra vez el sacaba y metía su pene de mi culo, cada embestida me ocasionaba dolor, me ardía mi culito por dentro, tenía muchas ganas de hacer caca, y sentí que ése dolor nunca acabaría, fue mucho tiempo el que René tuvo su pene dentro de mi culo hasta que comenzó a gemir y dijo aquí esta tu recompensa por ser tan buena niña, yo sentí que algo caliente me llenaba por dentro y hacía que más me ardiera la colita, casi de inmediato comencé a sentir como eso tan duro se hacía pequeño y dejaba de doler un poco hasta que lo sacó. Yo seguía llorando y el no quitaba su mano de mi boca. ¿Te gustó tu primer sexo anal? ¿Disfrutaste las chispitas? Me preguntó René, pero yo solo lloraba sin articular palabra. Es la primera vez que tengo sexo con una niña tan pequeña como tú, pero te has portado muy bien. Dijo René.
Su semblante cambió, ya no era el hombre amable y cariñoso, ahora parecía enojado, malo y me tomó de las orejas levantándome de la cama diciendo en tono amenazante, ¡si gritas o lloras te voy a castigar muy feo muñequita entiendes! Yo asentí porque más que asustada estaba aterrorizada. En la sábana de princesas había restos de sangre y al buscar de dónde venían pude ver que salían de mi, llevé mi mano a mi culito y con cuidado toqué porque me dolía mucho y pude ver que mi mano habían restos de caca y sangre por lo que me puse a llorar en silencio.
El se puso de pie sobre el piso y yo estaba de rodillas al borde de la cama y dijo. ¡Abre la boca! Yo abrí mi pequeña boca y René metió su pene dentro de ella, con violencia me agarró de los cabellos y comenzó a hacerme atrás y adelante, metiendo y sacando su pene de mi boca como poseído lastimando mi garganta y mis cabellos, yo lloraba sin poder evitarlo pero por la música no se escuchaba, su pene creció más y más dentro de mi boca haciéndose más duro y lastimando mis dientes de leche, después de un rato sacó su pene de mi boca y me aventó sobre la cama mientras que el se puso a recorrer la casa, yo me quedé sobre mi cama llorando, sintiendo mucho dolor en mi culito y en mi garganta y aunque pensé en correr no me atreví porque pensé que el me mataría, al volver a mi habitación tenía entre sus manos los pocos objetos de valor que había encontrado, mi calzoncito y el vestido que me había quitado, buscó entre las cosas de mi hermano y en mi clóset donde yo guardaba mi ropa y mis juguetes, todo lo que se llevaría lo guardó en la mochila de mi hermano.
¿Estas lista para sentir más chispitas? Yo lo negué con la cabeza, no quería saber ya nada sobre chispitas pero a él no pareció importarle, subió a mi cama y me acostó frente a él levantando y abriendo mis piernas muy arriba, hasta tocar mi pecho con las rodillas, yo lloraba y le rogaba que por favor no me hiciera daño pero eso pareció excitarlo más, como yo no me quedaba quieta tomó un par de medias de mi cajón de ropa interior y con ellas me ató de los tobillos a los herrajes de la cama dejándome con las piernas abiertas, al ver que yo pretendí desatarme optó por amarrar mis manos a los mismos herrajes dejando mis bracitos estirados y sin poder moverme. Como yo no dejaba de pedirle que me dejara tomó también un par de mis calzones y los metió en mi boca para evitar que yo hablara o pudiese gritar ¡Ahora estás lista para sentir más chispitas preciosa! Yo tenía el culito expuesto y pensé que el volvería a meter su pene por ahí, recordaba el dolor tan fuerte que había vivido y lloraba sin consuelo mojando las sábanas con mis lágrimas.
René se puso frente a mí con su pene enorme, lo llenó de crema y pude ver desesperada como lo dirigía a mi culito, pero sentí que él lo rozaba en mi vagina, con sus dedos ponía más crema en mi vagina y presiono su pene contra ella. Eso me ocasionó una ligera molestia, sentí que mis labios vaginales se estiraban mucho y que algo entraba en ellos, yo sabía que él estaba metiendo su pene en mi vagina, aunque no sabía porque, puesto que yo no sabía nada sobre sexo.
Centímetro a centímetro su verga avanzó llenando mi vagina hasta que se detuvo, yo no lo sabía pero la punta de su pene estaba rozando mi himen, el se acomodó para tener una mejor penetración, me tomó con ambas manos de la cintura y presiono metiendo unos 5 centímetros de su pene dentro de mi. El dolor que sentí fue demasiado, algo se rompió dentro de mi y no pude evitar gritar de dolor aunque los calzones en mi boca impidieron que saliera el sonido. René seguía metiendo su pene hasta que sintió que ya no entraría más, quedándose quieto unos momentos, yo quería soltarme y trataba de moverme pero estaba atada a la cama, después de ver que me era imposible y que no podría me resigne y me abandoné llorando, ahí fue que René comenzó su mete y saca de mi vagina, el no tenía prisa y se tomó su tiempo, para mi era ya una eternidad sintiendo un dolor agudo en mi vientre y como eso que me quemaba por dentro entraba y salía, después de algún tiempo sentí que me llenaba la vaginita con algo caliente, y un poco después sentí que su pene perdía tamaño y que René lo sacaba de mi cuerpo.
Se recostó a mi lado mirando su reloj ¡Apenas es la una! Dijo el, ¿Y si tú mamá llega a las 6? ¡Aún tenemos tiempo para disfrutar de más chispitas! Yo negué con mi cabeza llorando y el comenzó a besar mi cara, mis mejillas, mi nariz y mi frente mientras acariciaba mis nalgas y mi pecho con su mano, apagó la música, cerró sus ojos y pareció quedarse dormido. Yo estaba incómoda en la posición en que me encontraba con las manos y los tobillos atados al barandal de la cama, quería que me desatara, pero debido a los calzones en mi boca no podía pronunciar palabra.
Después de mucho tiempo mi espalda me dolía y mis tobillos y manos por estar amarrados. René se despertó y miró su reloj, y dijo. ¡Ya pasa de las tres pirueta! ¡Tengo sed, iré a ver que tienes en la cocina! Se levantó desnudo y salió de la habitación, volvió con un vaso de agua de limón que mi madre había preparado para mí y miró la condición en la que me encontraba, atada a la cama mostrándole el culo y mi vagina sin poder evitarlo ¿Estas lista pirueta? ¡Ahora vamos a sentir más chispitas! ¡No! ¡Ya no! ¡Mami ayúdame! Dije en mi mente porque no podía hablar, René se acercó hasta mi con su pene ya muy duro y se subió a la cama como la última vez frente a mi poniendo más crema corporal en su pene erecto y observé como lo dirigía a mí.
Lo sentí presionando en mi culito, lo volvería a meter ahí y yo no quería aún me encontraba adolorida pero no podía hacer nada para evitarlo, de un empujón metió su cabeza riéndose. ¡Te voy a coger por el culo pirueta! Ya antes había escuchado a los amigos de mi hermano usar esa palabra, coger, y hasta ese día supe de qué se trataba. ¿Mi hermano le hacía esto a otras niñas? Mi mente infantil no alcanzaba a comprender mucho. Un empujón fuerte me sacó de mis pensamientos, el pene de René entraba a mi culito mientras yo sentía que me raspaba toda por dentro, la sensación de hacer caca volvió, pero ¿cómo hacer para ir al baño? Ni siquiera podía hablar, un empujón más y sentí que su pene entraba más allá de donde estuvo la primera vez, yo no lo sabía pero en la posición en que me encontraba era más fácil de penetrar mi culo y su pene había entrado en mi colon, las ganas de hacer caca se hicieron desesperantes, sentía que estaba a punto de hacerme encima de él pero por más que hacía esfuerzos no podía detener la descarga de caca, mis tripitas comenzaron a hacer ruidos raros, René seguía presionando hacia adentro metiendo más y más su pene, era muy difícil de soportar, el dolor era mucho, mucho para una niñita de 6 años, sentí como su cuerpo pegaba con mis nalgas y aun así él no se detenía, quería meterme su pene más allá pero no pudo y se quedó quieto en esa posición por algunos minutos.
¡Te acabo de penetrar completa pirueta! ¡Te la estás comiendo toda! Yo apretaba los dientes mordiendo mis calzones, de mis ojos salían mis lágrimas sin que pudiera evitarlo, que dolor más grande estaba viviendo en ese momento, pero lo peor estaba por venir cuando el comenzó a meter y sacar de mi culito su enorme pene, lo sacaba casi por completo y luego lo volvía a meter hasta que sentía su cuerpo chocar con mis nalgas, así una y otra vez, yo sentía que me partiría por la mitad, que me iba a morir, que nunca vería a mi madre nuevamente, lo estaba haciendo tan rápido y tan fuerte que todo mi cuerpo temblaba y se movía con el meter de su pene, de repente todo se fue poniendo negro y me desmayé…
No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando desperté sentí mucho dolor y es que aún estaba amarrada a la cama, René ya no estaba por ahí y no podía pedir auxilio porque seguía con los calzones metidos en mi boca sentía dolor en mis tobillos, en las muñecas de las manos, en la espalda, pero sobre todo en el culito y en mi vagina, podía sentir que algo escurría por mis nalgas y mi estómago vi que era sangre y podía percibir un olor a excrementos, eso que salía por mi culito era excremento y no podía evitar que saliera, me dio mucha vergüenza que alguien me viera así por lo que me puse a llorar, aun paso mucho tiempo hasta que escuche que alguien abría la puerta de mi casa, yo me asuste pensando que quizás Rene habría regresado, pero me alegro saber que era mi madre la que había llegado, ella se asustó demasiado al verme atada en esa posición y corrió a desatarme.
Mi madre me preguntó qué había pasado y yo le expliqué lo mejor que pude, ella no quiso exponerme a las críticas de los vecinos así que me limpio un poco y me vistió lo mejor que pudo y me cargó en sus brazos llegando a un hospital cercano, al llegar los doctores me atendieron inmediatamente, decían que debían suturar así que me pusieron anestesia y no supe nada mas de mí, cuando abrí nuevamente los ojos estaba en una habitación del hospital, mi madre estaba a mi lado y me dijo que todo estaría bien. Al otro día llegaron unas personas que dijeron ser policías y que ellos se encargarían de detener a la persona que me había hecho daño para que no lastimara a otras niñas. Fue fácil dar con el vendedor porque había hecho otras ventas en el mismo complejo de apartamentos y tenían su nombre completo y para que empresa trabajaba, en pocos días detuvieron a René y lo sometieron a un juicio, yo tuve que testificar frente a él y decir todo lo que me había hecho, lo condenaron a 14 años de cárcel… después volví a mi casa y seguí con mi vida, pero nunca volví a ser tan confiada.
Apesar que es una ficción, no deja de ser un acto que pasa muchas veces en la vida real. Buen relato.
El relato es ficción, pero me inspiré en un caso real ocurrido en los EEUU donde un hombre entra a la habitación de una niña y queda registrado en una cámara de video y abusa de ella, los padres nunca se dieron cuenta a pesar que estaban en la habitación de junto.
Guaaaoooo juro que este relato es mi favorito,escribe más así ❤❤❤❤
Gracias por tu apoyo, estoy escribiendo uno en este momento pero por causa del trabajo aún no lo termino.
Espero subirlo pronto.
Buen relato pero me sorprendió el final de René jajaja estará preso pero nadie le quita lo gozado con esa nena inocente
La historia la cuenta una protagonista en su vida adulta así que no creo que René siga preso… Aunque no creo que gozara su estancia en prisión…
No siempre se puede ganar la historia es solo ficción pero se debe pensar muy bien antes de actuar.
Un saludo.