Quiero ser y vivir como una Perra
Con esto de “Las 50 Sombras de Grey” mis compañeros de la oficina se han alocado, yo me perdí la película porque en realidad son temas que no me interesan, pero ellos que si la han visto están que hablan y hablan y hablan que ya me tienen podrida. Ni bien llego al trabajo me pongo al día sobre sus .
Con esto de “Las 50 Sombras de Grey” mis compañeros de la oficina se han alocado, yo me perdí la película porque en realidad son temas que no me interesan, pero ellos que si la han visto están que hablan y hablan y hablan que ya me tienen podrida. Ni bien llego al trabajo me pongo al día sobre sus “experiencias BDSM”… ¡Qué vaina!
La recepcionista me comenta de su última adquisición, un kit de las 50 sombras: una fusta, esposas metálicas, antifaces, látigo de tiras, bolas de plata, un plug, azotador y un mini vibrador.
Le pregunto que para qué sirven todas esas cosas y la muy idiota solo me tuerce los ojos en un gesto que me responde implícitamente algo así como: “¿Para qué crees? ¡Ignorante!”
La moda de las 50 Sombras me tiene a mal andar, porque no sé de qué diablos hablan… Que si te azotan, que si te atan, que si te ponen no sé qué en el culo… Y yo… ¡No comprendo nada!
¿Qué pasó con la gente? Ahora no solo miran el tipo de vestido que usas o si tienes las uñas bien arregladas, sino que ahora la moda es… nada más ni nada menos, que te maltraten en el sexo.
¡Caray! ¡Qué fuerte! Yo pues, cuando tengo un enamorado por ahí lo que procuro es interesarlo con mi dulzura y mi conversación, y si prospera llegar a la cama para seducirnos con caricias y “te quieros”, no, no, no… no me veo golpeando a alguien para que me diga que me quiere o peor aún que algún baboso me golpee para obligarme a besarle los pies… ¿Qué ha sido eso?
Pero al parecer, en esta oficina la única que mantiene el “chip original soy yo… ¡Ay dios bendito protégeme de toda perversión!
Ya estoy situada en mi escritorio, mi trabajo es el peor que pude conseguir, no solamente porque es muy aburrido, pues repito las mismas palabras todo el tiempo, preferiría estar en las ventanillas atendiendo a la gente directamente, pero no hubo vacante para mí, de modo que en este Banco lo que tengo que hacer es, además de aburrirme, lidiar con los clientes morosos todos los días…
Pero, pero… ¿Qué pasó con Andrea? La veo llegar con un pañuelo en la mano y los ojos hinchados de tanto llorar, Tiago la viene consolando pero también trae cara de entierro… Me acerco rápidamente para preguntar si estaban bien, como no soy popular y no me tienen precisamente el mejor de los afectos, ni siquiera me responden. Los sigo hasta sus puestos de trabajo por si necesitan alguna ayuda, sin embargo, ya se han acercado la recepcionista y un par de rubias de traseros astutos y les escucho comentar sin que les importe que yo esté ahí metida donde no me llaman.
Andrea y Tiago cuentan que el sábado decidieron ir juntos a tener una “experiencia BDSM” a un tal lugar llamado “La Casa de las Sombras” y que no les había ido muy bien. Las interrogadoras quisieron saber más y como una película de terror contaron:
– Llegamos el sábado a la tarde, por teléfono ya habíamos quedado de acuerdo para quedarnos a dormir en La Casa de las Sombras, fuimos recibidos muy amablemente, nos brindaron café con galletas, nos preguntaron varias cosas en referencia al sexo y…
Andrea fue interrumpida por Tiago:
– Ese fue el error Andrea, teníamos que ser sinceros con la información que nos pedían.
– Es que me daba vergüenza decirles que no teníamos experiencia. – Acotó Andrea – Además, ellos tienen suficiente experiencia como para saber si éramos novatos o expertos.
– Eso es cierto. – Observó Tiago y Andrea continuó con su película de terror
– Entonces, luego de una interesante charla de 2 horas, de repente, ellos se transformaron, ya no parecían dos esposos amables sino dos locos sádicos y…
Andrea se soltó en llanto de nuevo y Tiago, su mejor amigo, la abrazaba para consolarla. Las rubias de traseros astutos le pidieron que terminaran de contarlo todo, pero como Andrea no podía ni hablar por el llanto, Tiago continuó:
– Fue… fue fatal… Sin ningún respeto por nuestra desnudez nos desvistieron completamente…
– ¡Ay! Me dio tanta vergüenza que me miraras desnuda, Tiago… – Dijo entre sollozos la pobre de Andrea.
– Pero si eres bella, mi querida Andrea, no sientas vergüenza. – Le pidió Tiago
– ¿No les dieron a leer algún contrato o el Play list? – Les preguntó la Recepcionista
– ¡No! – Respondieron Andrea y Tiago al mismo tiempo.
– ¿No? – Repitieron las rubias de traseros astutos, llevándose las manos a la cara mostrándose horrorizadas
– Eso no estuvo bien, esa gente no sabe nada, deben respetar el protocolo y a cada persona como se debe y según su condición… – Observó la Recepcionista, ella había leído tanto en internet sobre el BDSM que se sabía de memoria cada paso.
– ¿Y luego qué pasó? – Preguntó una de las rubias de trasero astuto
– Nos pusieron collar de perro y nos obligaron a andar a gatas ¡Qué humillante!, por no obedecer la orden de “dar la patita” el tal Amo ese me golpeó en el trasero por varias veces con algo que se llama “control de actitud” y no, no aguanté más… – Dijo Andrea volviendo su pañuelo a la nariz para continuar llorando.
– Nos vestimos y nos fuimos. – Tiago terminó la historia.
Hubo un silencio prolongado entre los traumados por la “experiencia BDSM” y las amigas, nadie dijo más, cada cabeza pensaba en lo suyo, las miradas se perdieron en varios puntos fijos de aquella mujer que lloraba desconsolada por su mala experiencia, hasta que interrumpí con una pregunta:
– ¿Y cómo se llamaban los esposos?
Me miraron con sorpresa pues recién estaban notando mi presencia, no obstante, como todo se vale en un momento cuando se buscan respuestas, Tiago me respondió:
– Jairo y Sara ¿Los conoces, Melina?
– No. – Respondí, pero para mis adentros pensé en un… “No, TO DA VÍ A”
Mi pregunta les hizo despertar de sus pensamientos y la Recepcionista reflexionó para ellos:
– Ahí está, yo se los advertí, en Ecuador no existe Christian Grey. ¿Cómo se van a meter a cualquier parte? ¿Conocían a esos tales Jairo y Sara? ¡Pueden ser unos enfermos sádicos! ¿Cómo pudieron arriesgarse de esa manera? Bla bla bla bla bla bla…
Las reflexiones de la Recepcionista se quedaron allí mientras yo volví a mi puesto de trabajo, tenía dudas respecto a esos nombres “Jairo y Sara”, por unos relatos que he leído en una página web que me gusta, me parece que he visto esos nombres entre los personajes… Necesitaba estar segura, de modo que abrí losguantesdeqka.com y empecé a revisar los temas y si, efectivamente, Sara es quien escribe de una forma tan anecdótica que parece que lo que cuenta fueran vivencias reales, pero son experiencias tan fuera de serie que no me las creo… porque si fueran ciertas significaría que esa mujer está loca de remate.
Sin embargo, confieso que admiro sus groserías, su forma de pensar, su mujer transgresora… Y ahora estoy invadida de una curiosidad inimaginable…
¿Quién es Sara? ¿Quién es Qka? ¿Cómo es ese amor llamado Jairo, que la ha enamorado? ¿Qué diablos es La Casa de las Sombras? ¡Por dios santo! ¿Es verdad todo lo que se lee bajo la pestaña de BDSM? ¡Por dios santo, es salvajismo! La verdad… me siento aterrada, pero más puede en mí el deseo de saber si todo eso será cierto…
Dicen que el BDSM duele y place a la vez, pues bueno, lo asumiré… Voy a informarme más, aprenderé, leeré la famosa trilogía de las 50 Sombras de Grey y cuando me sienta lista iré a La Casa de las Sombras a conocer a Jairo y Sara, los personajes que aterraron a Andrea y Tiago. Finalmente eso de desnudarse, ponerse collar de mascota, ir a gatas por el suelo y recibir nalgueadas no suena tan mal… Bien que lo podría hacer yo, y sin tanto remilgo.
Así tuve 2 semanas de lectura intensa, creo que hasta pude haber superado a la Recepcionista con todo lo que había aprendido, leí además casi cada uno de los relatos de la Qka y cada vez me sentía más intrigada. No podía creer que la autora tuviera algo que ver con La Casa de las Sombras, no podía creer que sus sentimientos se compararan al torrente de pasiones que narra en su página web, porque a veces es la mujer solitaria en busca de sexo o de amor, porque a veces se muestra tan enamorada de su soledad como otras cuando se enamora del hombre de turno… No, no podía creer que una mujer feminista pudiera practicar el BDSM en posiciones de dominación y peor de sumisión. No podía creer que su corazón pudiera ser tan frágil como para amar a su Jairo, a un Amo que se placerá poniéndola de rodillas… ¿Será posible?
Me siento cansada, quiero dormir… Al fin mañana es viernes…
*****
Al cabo del viernes a la noche, llegué a casa luego del trabajo, estaba temblando sin estar segura de lo que iba a suceder conmigo, había chateado bastante con Joaquín, uno de los administradores de La Casa y por alguna razón sentí confianza en aquel hombre y amigo que me dio toda la información necesaria, pero me ponía muy nerviosa recordar lo último de nuestra conversación:
– ¿Estás segura que quieres experimentar, Melina? – Me preguntó Joaquín
– Si, Joaquín, estoy segura – Respondí
– ¿Sabes hasta dónde puedes llegar?
– No exactamente, pero quiero sentir toda la fuerza de su dominación.
– Esas son palabras mayores… – Me advirtió Joaquín
– Lo sé – Respondí
Hice una pequeña maletita para sábado y domingo, dormiría en La Casa de Las Sombras, no podía más de tantos nervios, pero estaba dispuesta a hacerlo. Si, es cierto, pensaba que el BDSM no era un tema de mi interés y eso podía complicar las cosas, pero colaboraría.
Tomo un taxi que me va a conducir hacia el lugar donde me encontraría con Joaquín, no lo conozco pero he leído en los relatos de Sara que él es su otro amor, me da confianza porque lo que se ha escrito de él está lleno de pasión y ternura, no debe ser malo, ni siquiera perverso… Parece demasiado racional como para estar ejerciendo el BDSM… Pero debo dejar de pensar, dejar de pensar, dejar de pensar… Así es… uno de los consejos de Joaquín es ese: Dejar de pensar y entregarse a la experiencia.
He llegado al punto de encuentro, me esfuerzo porque los dientes no se golpeen unos con otros de tanto tembleque, ingreso al Centro Comercial, la cita es en la terraza de las comidas, está casi desierto porque están a punto de cerrar. Tal como Joaquín me indicó, llevo puesta una falda, pero es larga… no me gusta andar de exhibicionista y menos a esas horas de la noche.
Subo escaleras y más escaleras, al fin llego pero no hay nadie, los locales ya han cerrado, de repente, escucho una voz muy serena tras mío que me dice:
– No te voltees Melina, solo obedece…
– ¿Joaquín? – Le pregunto para confirmar que era él, pero no me responde.
Me quedo muy quieta, estoy tan nerviosa, unas manos masculinas me aprietan la cintura, son manos grandes pero hábiles… en un dos por tres me ha quitado el brasier, intento voltear pero me vuelve a ordenar:
– No te voltees Melina, solo obedece…
Sus manos se deslizan suavemente por mis caderas, sus dedos van levantando los encajes de mi larga falda hasta encontrarse con mi interior, un hermoso hilo de Victoria Secret es miserablemente cortado con una tijera, se me salió un “Noooo”
– Consecuencias de no obedecer, Melina. – Me dice Joaquín al oído – Te dije que llegaras sin interior.
Joaquín me obliga a separar mis pies un poco y empuja mi espalda para inclinarme de frente hasta apoyar mi pecho sobre una mesa, sus dedos me masajean el ano con algún aceite o lubricante, a pesar de mis nervios siento una excitación diferente. Su mano derecha me inserta un plug anal, emito un gemido que hubiera sido escandaloso de no ser por su mano izquierda tapando mi boca, por la tremenda incomodidad a la que poco a poco voy cediendo mientras Joaquín no me suelta con ninguna de sus manos. Hasta que dice:
– Bien Melina, estás lista, vamos.
Caminar con esa cuestioncita metida en el culo no es nada fácil, pero me he dado cuenta que tengo la falda levantada por atrás e intento acomodármela. Pero el tacto se me asusta con un bulto de cabello lacio y largo que cuelga de mi plug anal ¡Me ha puesto una cola!
– Joaquín, la falda me ha quedado levantada y… tengo una cola – Le digo a Joaquín creyendo que eso ayudaría, pero él solo se ríe, al mismo tiempo que me ordena no tocarme nada.
El Centro Comercial estaba vacío, pero llegando al parqueadero había bastante gente aún, Joaquín se puso a mi derecha y me tomó de la mano, caminábamos como si nada pasara, ya me había acostumbrado a que las tetas sin brasier me bailaran de lado y lado, y a las horribles sensaciones de tener un plug anal, pero ahora estaba preocupada por la gente, que me miraba sin disimular su admiración por mi cola y Joaquín estaba disfrutando mis vergüenzas.
Finalmente cuando llegamos a su auto, entendí que la caminata por el parqueadero tenía el objetivo de avergonzarme, pues habíamos pasado a lado de su auto 2 veces.
Me abrió la puerta de su vehículo al mismo tiempo que me sugirió:
– Siéntate de lado, Melina, para que no estropees tu hermosa cola.
Obedecí, aún sorprendida de verme allí, obedeciendo órdenes de un hombre que veía por primera vez en la vida. Observo a Joaquín a través del parabrisas, me sonríe y por primera vez comprendo aquellas letras que Sara le dedicó a su boca… Algo tiene ese Amo que no parece perverso pero que es capaz de mover la fe de Sara, y mi propia fe…
Una vez en camino hacia La Casa de las Sombras, mientras conduce, me pregunta:
– ¿Cómo te sientes Melina?
– Muy rara – Le respondo
– ¿Aún quieres llegar a La Casa de las Sombras?
– Si – Respondo tímidamente
Si, claro que quiero llegar a La Casa de Las Sombras, quiero conocer a Jairo y Sara… ¡Oh por dios! Si Joaquín es el ser más razonable de los integrantes de La Casa de Las Sombras… ¿Cómo diablos serán los demás? ¡Ay no! ¡Ay dios mío! ¿En qué me metí?
Para calmar mis pensamientos, le pregunté a Joaquín:
– ¿Crees que deba tener miedo de Jairo y Sara?
– No creo que debas tener miedo, pero es posible que sea inevitable.
Una respuesta de doble sentido, odio las respuestas ambiguas… No debo tener miedo pero es inevitable tener miedo… ¿O sea?
Joaquín parece interpretar mi lenguaje corporal y me recomienda:
– Deja de pensar, solo entrégate.
No pensar, no pensar, no pensar… esa debe ser la clave… No pensar.
Al llegar observo, no la fachada de la mansión de Christian Grey sino un muro común y vulgar sin rótulos y con la típica basura de un barrio descuidado por el Municipio de Quito, a control remoto Joaquín abre la puerta e ingresamos a La Casa de Las Sombras.
Es de noche pero gracias a la tenue luz de la Luna, me complazco mirando un gran espacio de césped. Al fondo hay una casita al estilo campestre que en otras circunstancias me produciría un romance clásico, no obstante, el impacto de una pintura de Van Gogh de una Calavera con cigarrillo atormenta cada uno de mis sentidos, está colgado a la entrada de la casa. Si, lo había visto en fotos, pero no me percaté de lo que me causaría cuando me encontrara frente a frente con la Calavera sino me hubiera preparado psicológicamente.
¿Temblar? ¡No! Temblar es poco… estaba casi a punto de un colapso nervioso. Joaquín lo notó y me dio un abrazo.
– Tranquila Melina, no te va a ocurrir nada malo, pero si gustas te voy a dejar a tu casa y no ha pasado nada.
Respiré profundo por algunas ocasiones para relajarme, regresé a mirar a Joaquín e instantáneamente sentí de nuevo la confianza, y su boca… su boca me provocaba algo… algo picante algo dulce… algo que me incitaba a probar… ¡Oh caray! El problema es que creo que tengo los relatos de Sara metidos en mi cabeza, debo tranquilizarme…
Luego de 5 minutos volví a sentirme fuerte y decidida, nada malo me iba a ocurrir, solo debo dejar de pensar…
Joaquín me invitó a pasar y me pidió que espere, él desapareció del corredor para adentro y yo me sentí acogida por los muebles de un hogar y la chimenea dando los últimos chisporroteos. Al rato Joaquín sale de nuevo con la novedad de que Jairo y Sara estaban dormidos.
– Bien Melina, ¿Estás segura de continuar?
– Si Joaquín, estoy segura.
– ¿Por qué noto que la voz se te quiebra? – Me pregunta Joaquín mirándome fijamente.
– No es para menos Joaquín, voy a conocer a Jairo y Sara – Le respondo
Joaquín se ríe, de nuevo tratando de calmarme:
– Tranquila Melina, que estás en buenas manos.
Si, debía confiar, no deben ser malas personas, Joaquín parece ser un hombre muy noble y siendo así jamás socaparía la maldad de los demás. Solo no debo pensar, pero quiero sacarme este plug anal que me estorba e intento hacerlo, pero Joaquín me ordena que no me toque.
– Querida Melina, estando aquí tu cuerpo ya no te pertenece, no tienes permiso de tocarte, tu cuerpo pasa al servicio de los Amos para su complacencia, desde este momento eres una perrita llamada Melina y debes actuar como tal.
– Pero… – Quise inquirir, Joaquín me interrumpió:
– Pero nada. Como sabrás los animalitos no hablan y andan en 4 patas, así que desde este momento eres una perra, no vas a hablar y andarás solo en 4 patas.
Mi corazón de nuevo empezó a latir ansiosamente. Joaquín me brindó otra matadora sonrisa y me empujó al suelo para colocarme en 4, yo ya no podía hablar, era una simple perra, una mascota de los Amos y debía obedecer… Había en ello alguna cuestión que me excitaba sin saber por qué.
Joaquín me desvistió completamente, claro, sin quitarme la incómoda cola, a medida que preparaba a la perra me acariciaba como tal, diciéndome mimos como: “Qué hermosa perrita, si te portas bien tus Amos te van a premiar… Procura no orinarte dentro de casa sino te castigarán… ¡Ohhh…. Qué bella perrita!”
Me puso un collar con cadena y me llevó hasta la habitación de los Amos, desde mi altura no podía mirarlos ni para saludar, pero Joaquín me ordenó no hacer ningún ruido porque ellos descansaban. Me metió dentro de una jaula, me acarició la cabeza y se fue…
¡Se fue! ¡Joaquín se fue! Y me dejó encerrada en una jaula de perro… Qué cosa tan fastidiosa y hasta qué hora tendré que estar aquí esperando como gran estúpida o mejor dicho como gran perra estúpida… Jairo y Sara duermen, les oigo roncar más fuerte de lo que suena el televisor… Estoy tan ansiosa y aburrida que me desespero, no sé qué hacer… Ohhh si… No pensar, no pensar, no pensar, no pensar… Y de tanto querer no pensar me quedé dormida envuelta en una cobija que había en la misma jaula.
Seguramente pasarían horas, pero desperté por la sorpresa de querer estirar las piernas y toparme con las rejas de la jaula, recordando inmediatamente que estaba presa como un animalito de un pet shop. Aún estaba oscuro y rogaba que amaneciera pronto para que los Amos se percataran de mi presencia y puedan brindarme atención, pero ¡Se encendió una lámpara de la mesa de noche!
¡Ohhhh por dios! ¡Se despertaron! ¡Se despertaron! ¡Se despertaron!
Me alisto para ser vista por primera vez, debo mostrarme como una perrita sumisa y complaciente… Y espero que se levanten y me miren, sin embargo, solo veo las sombras que se reflejan en la pared gracias a la luz de la lamparita, se murmuran cosas que no alcanzo a escuchar, se besan, las cobijas caen a un lado de la cama y las sombras de un hombre y una mujer empiezan a fusionarse porque están haciendo el amor. La pared ha recobrado vida y se enciende con la pasión de los esposos, cada vez se hace más violento y las palabrotas suben de tono; Jairo y Sara están embebidos en el sexo y me entusiasma ser testigo del amor… Pero, pero ¡Qué amor!
Por momentos dudo del amor que se tienen porque se dicen frases hirientes….
– ¡Muévete perra! ¿Qué esperas? ¡Muévete más fuerte, como la puta que eres!
Alguna indignación en solidaridad con la mujer me carcome por dentro, pero de repente cambian los papeles y es ella quien maltrata al hombre, suena un chirlazo y después:
– Maldito hijo de la gran puta, métemela métemela pero métemela cabrón que quiero sentir esa cosota grandota que tienes…
Los jadeos no parecen humanos, quizás porque ahora solo soy una perrita, me siento minimizada por los gemidos de placer de aquellos salvajes que se poseen y pienso si acaso el amor se expresa de esta manera o seré yo tan cursi… No lo sé, no lo sé… Estoy dentro de un relato de Sara sintiendo la intensidad no de las palabras sino de los hechos y para colmo… también me siento tan excitada… Uff…
La pareja de Amos está en una lucha de cuerpo a cuerpo por el poder y la dominación, ahora es Sara quien recibe a Jairo mientras él la ha sometido a su gusto, le ha tomado del cabello y le pregunta:
– ¿Quién es tu Amo, perra?
Y ella, aunque tarda en responder, termina diciendo:
– Usted es mi Amo, Señor. Usted es mi Amo, Señor. Usted es mi Amo, Señoooooor
Y la sumisión de Sara se rinde en orgasmos conjuntos, la dominación de Jairo se deposita en las entrañas de la mujer que ama y finalmente las sombras reposan una sobre otra en respiraciones agitadas. Luego del cansancio de haberse entregado la vida misma, las palabras suaves retumban más fuertes que la reciente violencia sexual mientras se dicen que se aman. Y entonces comprendí que Sara está viviendo el amor verdadero.
Con el show me olvidé que soy una perrita y acabo de recordarlo ahora que tengo frente a mí un par de piernas velludas, alzo a mirar y me encuentro con Jairo, quien inmediatamente llama a Sara:
– Mi amor, ven a ver la perrita de este fin de semana.
Sara se acerca y se pone en cuclillas, me mira y exclama:
– ¡Pero si es una perra muy bonita! Debe ser Melina
– Si mi amor, es Melina y si es obediente nos divertiremos mucho con ella. – Planea Jairo a la vez que empuja a Sara al piso y se inician en un nuevo juego de besos.
Si imaginé conocer personalmente a ese par de locos, pero no me imaginé que les conocería hasta la intimidad… Como si fuera una perrita mismo, se acercaron a observarme tan desnudos como estaban, ellos sin mostrarme ningún pudor y yo olvidando que también estaba desnuda… Pero eso no debe importarme, soy solo una perrita.
Volvieron a la cama y por supuesto, ellos continuaron con su descanso, pero yo… me pasé en vela hasta que amaneció… No podía dormir por tantas emociones encontradas, recordando esas bellas imágenes de las sombras de sus cuerpos en la pared… ¿Será por eso que se llama La Casa de Las Sombras? Recordando la sutileza de Joaquín y lamentando que me haya dejado sola.
El cielo no tardó en aclarar, a través de las cortinas observo un hermoso día pero me encuentro en graves problemas… Ya me orino y ahora qué hago. La vejiga ya me explotaba, de modo que como una perrita empecé a ladrar, gemir y aullar, lo debí haber hecho muy bien porque conseguí que Jairo se levantara…
– ¡Buenos días perra!
Yo, que no sabía cómo hacerme entender, continuaba con mis ladridos y aullidos, Jairo obviamente sabía lo que me ocurría pero se sentó a observarme. Con la luz del día observé su hermoso cuerpo de tez morena y me maravillé por la erección matinal… Sentí deseos de lanzarme sobre él a lamer su miembro, ohhh… hermoso miembro que merece la adoración de propios e impropios… Pero yo, yo, yo, ya no aguantaba más y sin más remedio me oriné en la jaula.
El rostro del Amo Jairo no cambió de expresión, seguía sonriendo desde su sillón, él sabía que eso mismo tenía que pasar; sus ojos me demostraron la maldad que hay en él y recordé la historia de Andrea cuando dijo que los esposos se transformaron en sádicos…
– Ohhh pobrecilla perra malcriada…. – Exclamó Jairo y rodando mi jaula sobre ruedas me condujo al patio.
– Ohhh…. También te has quitado la colita, pobre criatura, pobre perra, no tienes idea de lo que has hecho. – Jairo sonaba cada vez más amenazante.
En el patio sentí el sol sobre mi piel y no tardé en sudar de los nervios, Jairo se reía todo el tiempo, acariciaba mi cabeza mientras me decía: “Perrita tonta”. No sabía qué se proponía pero ató mis manos y pies a las rejas de la jaula, para que no pueda moverme de la posición de perrito y me metió una sonda por el ano hasta quién sabe dónde y sentí que mi estómago se hinchaba de líquido, no sé cuánto cabría en mi interior pero todo lo que haya sido fue expulsado al poco rato en asquerosos actos de defecación involuntaria que terminaron con mi autoestima…
No era doloroso sino vergonzoso, quería ser una perra pero en un estado más sexy y toda la porquería que salía de dentro de mí me hizo sentir la peor basura, Jairo me dijo que así sería más aseado jugar conmigo y me dejó sola. Empecé a sollozar, recordé las palabras de Joaquín y tuve valiosos minutos para poner en práctica aquello de NO PENSAR…
Sollozando y sin pensar mi estómago hizo lo suyo, luego sentí caer sobre mi espalda un suave chorro de agua tibia, abrí los ojos y observé las hermosas piernas de Sara que daba vueltas alrededor de mi pequeño encierro mientras lavaba toda la cochinada que finalmente desaparecía de poco en poco por un sumidero del piso.
Sara aplicaba presión para que el agua penetrara lo que más pueda por mis orificios proveyéndome alivio y una excitación extraña. Cuando el agua ya había limpiado todo, Sara apartó las rejas de la jaula para manipularme allí mismo en 4, aún atada de manos y pies.
Su voz dulce tarareaba alguna canción y de rato en rato me decía:
– Tranquila Melina, eres una perra valiente pero estabas muy cochina, teníamos que lavarte muy bien, veo que jamás un Amo te ha lavado como debe ser…
Los sollozos cesaron y me dediqué a observarla, tenía puesta una camiseta larga y zapatillas.
– Ahora voy a terminar de bañarte para que huelas bien, perrita, sino no podrías entrar a la casa. – Me dijo, al mismo tiempo que una porción líquida de shampoo me puso en el cabello, haciendo muchas espuma masajeó mi cuero cabelludo y por primera vez sentí agrado de ser una perrita.
Tuve que cerrar los ojos para evitar el jabón, lamentando no poderla ver de cerca, pero sentí sus manos resbalar juguetonas por todo mi cuerpo, jamás había recibido un baño tan meticuloso y desestresante a la vez, sus dedos presionaban la zona de mi cuello y hombros, la espalda, los brazos, las piernas y los pies. Como si tuviera todo el tiempo del mundo se dedicó a lavarme por cada rincón de mi cuerpo, como nunca me ha tocado una mujer, ella pasaba sus manos por mi intimidad sin ninguna vergüenza, pasaba y repasaba constantemente por la vagina que estaba traicionando mis tendencias sexuales pues cada vez deseaba que lo hiciera de forma más profunda, despertando en mí la lujuria por aquella mujer de tacto tan sutil.
El agua tibia de la manguera terminó con todo residuo de jabón y al fin pude abrir los ojos. La encontré justo frente a mi cara, apenas a 2 centímetros de la mía, y allí fue cuando pienso que Sara se me tragó el alma a través de su mirada, se me tragó el aliento a través de aquel primer beso de mujer a mujer… Y me sentía limpia, literalmente por todos los lados, y tan liviana que parecía flotar en la experiencia hasta que un grito nos bajó de la nube…
– ¡Sara! ¿Estás seduciendo a Melina? – Era Jairo
Sara se despegó de mis labios de un sobresalto e indignada por el susto le respondió a su marido:
– Si, claro que estoy seduciendo a Melina ¿Por qué?
– ¡No debes! Sería un acto irresponsable de zoofilia, Sara coqueta ¿Cuándo aprenderás que no te mandas sola? ¡Eres terrible! No puedes seguir así, tendré que castigarte.
– ¿Castigarme? ¿A mí? ¡No! – Sara se rebeló.
No sé si hablaban en serio, pero la verdad me asustaron, desde mi posición de perrita no podía más que observar de nuevo la lucha de poder entre los esposos.
Jairo con un movimiento ligero de manos ha puesto a Sara de cara al piso, no sé cómo pero seguramente Jairo afloja la presión y Sara logra voltearse y de un empujón de piernas se libera del cuerpo varonil de Jairo, pero cuando creí que ella escaparía de su dominio se queda ahí mismo, en el piso boca arriba esperando que su marido ataque de nuevo.
Efectivamente, Jairo se le aproxima para someterla y en el momento preciso Sara se abre de piernas, mostrándole su arma más obscena… su hermosa vagina…
– ¡No! ¡Sara no me hagas esto! – Le reclama Jairo
Me pareció gracioso observar a un superman sucumbir ante la criptonita, ella estaba ejerciendo un control jamás imaginado, con una media sonrisa esperó que su macho se le acercara enardecido por aquello que atesoraba de su mujer y como una abeja a la flor se pegó en su sexo y la guerra terminó en apasionados momentos de amor salvaje que indirectamente ponían a escurrir mi excitación más discreta… Pero me dolían las rodillas…
– ¿Quién es tu Amo perra coqueta? – Pregunta Jairo mientras embestía a su mujer con brutal pasión
– Usted es mi Amo, Señor… Usted es mi Amo, Señor… Usted es mi Amo, Señooooooor – Respondía Sara estremecida, mientras su amor sellaba el acto con un grito matutino de placer.
Reinó la calma por unos instantes, reposando la sensualidad a la intemperie con un sol inmenso que bendecía el amor de aquel par de locos, no hubiera deseado interrumpir los besuqueos ni los «te amos» pero me dolían las rodillas y comencé a aullar de dolor….
– Au, Au, Au, Auuuuuuuuu, Guau, guau, guaguauuuuuuuu….
Sara se apresuró a zafarme y gateando me llevó hacia la habitación, me ordenó recostarme sobre la alfombra y Jairo me hacía cosquillas en la barriga con el pie. Pude estirar mis piernas y descansarlas luego de tanto tiempo recogidas en la jaula. A la hora de desayunar, Jairo y Sara se sentaron a la mesa y a mí me pusieron un plato de cereal con leche en el piso, como vieron que usé mis manos para comer, Jairo me las ató al cuerpo rodeándome con una soga. Me sentí molesta pero ya no tenía miedo, se divertían con las maromas que hacía para comer del plato tratando de no ensuciar mi cabello. Sara al darse cuenta de que mi cabello no me dejaba hundir la cara en la comida, me hizo un cachito de cada lado y ambos se sonrieron por mi apariencia.
No pensar es maravilloso, simplemente te dejas llevar por la voluntad de los Amos, que si quieren bañarte solo hay que relajarse y disfrutar, que si te dan de comer solo no pienses si te ensucias o no, si quieres orinar no pienses en nada más que levantar la pata y hacerlo afuera sobre el sumidero del piso… Es mucho más fácil cuando le das vacaciones a los pensamientos, no solo que es más fácil sino que ahí realmente se comienza a disfrutar de toda humillación que los seres humanos hacen a sus mascotas.
Y en pleno desayuno llegó Joaquín, apenas entró saludó con mis Amos, me alegré tanto de verle que olvidé mi comida y a pesar que tenía 4 patas para andar me faltaron 4 más para llegar a él más rápido que inmediatamente y ladré a sus pies para que me prestara atención, quería expresarle mi gratitud porque estaba sintiéndome muy feliz… Pero los Amos se callaron, Joaquín me observó con seriedad y supe que había metido la pata… ¡Las 4 patas!
El Amo Jairo meneó la cabeza de lado y lado en señal de reproche, se levantó a buscar el control de actitud y al volver me puso sobre sus piernas y me dio 5 aplicaciones en las nalgas. En la primera se me viraron los ojos, en la tercera aullé del dolor y para la quinta ya estaba llorando. Sentía tanta vergüenza con Joaquín que no me atreví a levantar la mirada.
Sara se levantó de su asiento, y de la cadena me llevó a paso lento hacia mi jaula a la que ingresé toda triste y humillada. Tampoco puedo mirar a Sara, estoy tan triste… Siento que su mano me acaricia la cabeza tiernamente, mientras me dice en voz baja, como si estuviera entristecida también:
– Estás castigada Melina, no debes hacer nada sin que te lo ordene tu Amo, no te perteneces, no tienes voluntad mi pequeña perrita. Permanecerás aquí hasta nueva orden, compórtate bien y no vayas a orinarte sino arruinarás tu paseo de la tarde.
Apenas emití un leve “Guau” y Sara se alejó. He sido desterrada al cuarto del olvido, es una bodega, mi jaula está entre dos fundas de basura que apestan… A pocos minutos escucho la puerta, alguien ha entrado pero no alzo a mirar, tengo tanta vergüenza… Reconozco el calzado de Joaquín, no me atrevo a mirarle, siento sus manos que acarician mi piel desnuda de la espalda, como estoy sentada sobre mis pantorrillas sus dos manos me levantan de la cadera para ponerme en 4 y empuja mi espalda para que mi rabo esté expuesto, otra vez siento sus dedos masajearme con aceite, lo cual me excita porque ya sé lo que va a hacer… Efectivamente, penetra en mi ano un plug anal, es más grande que el primero y siento dolor pero lo hace suavemente de modo que lo estoy disfrutando… Ohhh… ese maldito plug parece que me ha llenado todo por dentro y sin tener la boca tapada emito un gemido casi orgásmico.
Joaquín nota que la perrita quiere seguir jugando y manipula el plug sabiamente, estimulando toda mi sexualidad, hundiéndolo y sacándolo cada vez con más fuerza, cuando los músculos de mi intimidad anal han cedido, el plug entra y sale sin ocasionarme dolor, al contrario, me viene un orgasmo impresionante que se derrama por mis piernas y mi grito de placer se pasma en la palma de su mano porque no quiere que los Amos lo sepan…
Joaquín espera los sagrados segundos de mi eyaculación y finalmente deja el plug donde tiene que estar, me acaricia la cabeza y se va, cierra la puerta y yo me quedo agitada y feliz. Cuando aterrizo del inusitado placer caigo en cuenta que los Amos no deben ver mojada mi jaula, sino me castigarán… y no, no quiero otro enema, así que busco la manera de secarlo pero no traigo ni una ropa, no tengo ni la cobija, ahora ¿cómo voy a desaparecer la evidencia?
“Melina, perrita arrecha… no tienes más remedio, cómete la evidencia” – Me dije a mi misma, y con miedo de sentir asco por esos líquidos venidos de mi interior, me agacho, cierro los ojos y lo pruebo con la punta de la lengua… Esperando el peor de los sabores, una mezcla de miel y sal me inunda el gusto… Abro los ojos por la sorpresa, la bebida me es fascinante, deliciosa, jamás imaginé que mis sabores estarían a la par del mejor manjar de los dioses y comprendí por qué superman sucumbe ante la criptonita.
Sentí sed por mí misma y bebí mis jugos a sorbos, hasta que no quedó ni una sola gota del placer derramado en mi pequeño espacio… Me recosté a meditar en la maravilla que estaba experimentado, allí, en el encierro al que yo misma llegué por mis propios pies, donde mi voluntad estaba a merced de los Amos, el placer y el dolor parecen una sola cosa, han pasado apenas horas de haber llegado a La Casa de las Sombras y mi “chip original” ya estaba modificado, me reconocí como la perra que estaba siendo, me reconocí sumisa y no me extrañaría que pudiera llegar a ser esclava.
De pronto, Jairo entró a la bodega. De los Amos, él es el más salvaje… Hummm… No le tengo cariño pero si respeto… pega duro… Pero adoro su forma de amar a Sara, lo hace desde el alma hasta las vísceras, lo he visto desde fornicar como un animal hasta hacer el amor como los dioses. Es un hombre noble, pero es muy rudo conmigo… Él es quien ejecuta las acciones perversas.
Se aproxima a mi jaula, la abre, me toma de la cadena y me saca, a 4 patas lo sigo jalada por la cadena, en la habitación me espera Sara con un atuendo para mí porque vamos a salir de compras. El atuendo no tiene nada anormal, es un pantalón negro con una chaqueta animal print en café igual que las botas, combina con la cola de mi plug, mi cola que por cierto irá bamboleándose a través de una apertura del pantalón. Me dicen que me llevarán con la cadena y que si deseo podré usar una máscara. Como es lógico acepto la opción de la máscara.
Así es, subimos al auto, los Amos van adelante y yo voy en el asiento de atrás, no sentada como persona sino como una aristócrata perrita fina, voy mirando a través de la ventana. Hemos llegado al Centro Comercial de El Bosque, camino de pie pero mi Amo Jairo va llevándome de la cadena, caminan tan rápido que siento que el plug anal hace presión allí dentro, estoicamente sigo los pasos de mis Amos.
La gente me mira, de no ser por esta máscara me sentiría tan abochornada, pero siento orgullo por lograr hacer esto, me siento grande por permitirme guiar por un camino tan desconocido para mí… Los niños me señalan, no faltó la nena que se acercó a admirar mi cola, pidiéndole a su mamá una igual para ella, tuve que esquivarla para que no me la jalara. El Amo Jairo lo mira todo desde su personaje de gabardina gótica, disfrutando interiormente de ser el dueño de mi voluntad y Sara va tomada de su mano, vestida como Ama de Casa, sin necesidad de una cola como la mía ella llama la atención por la sensualidad que emana con solo mirar y me siento parte de la familia.
En el supermercado, el Amo Jairo ata mi cadena al carrito de compras, soy colgada allí con la cartera de Sara, por un momento pienso que esa cartera tendría más valor que yo misma, tengo que andar al ritmo que le apliquen al carrito de compras, debo cuidar de no tropezar con mis propios pies pues la cadena me ha quedado corta luego de las vueltas que le han dado a la cartera para asegurarla y el maldito plug anal está molestándome cada vez más.
Odio ir de compras, siempre me ha faltado paciencia para acompañar a mi madre al supermercado y ahora estaba atada a un carrito de compras como si el destino se hubiese encargado de enseñarme algo en particular esa tarde… No logro comprender por qué he tenido que llegar a estos extremos para valorar la compañía de mi madre, hubiese sido tan fácil hacerlo sin necesidad de estar atada.
El carrito se ha llenado de productos y nos dirigimos hacia las cajas, pensé que mi tortura estaba por terminar pero me equivoqué, pues dejaron el carrito allí en espera conmigo atada a él mientras ellos se fueron con otro carrito vacío a continuar con las compras que faltaban.
Pasa como media hora, me molesta el plug anal, los tacos de las botas están doliéndome los pies, el administrador del supermercado se me acerca.
– ¿Está bien señorita? – Me pregunta
No sé si responder como ser humano o como perra, pero no voy a arriesgarme a un castigo por gusto y solo meneando mi cabeza en un sí le emito un par de ladridos.
– Guau, guau
El señor no comprende mi respuesta:
– ¿Perdone? – Vuelve a preguntar
– Guau, guau, guau , guau – Vuelvo a ladrar y saco la lengua como un perro sediento.
El pobre hombre no comprende nada, seguramente pensaría que la gente está muy loca y con mayor razón cuando me volteo para enseñarle mi cola, misma que se la muestro con movimientos de trasero bailarín.
El administrador, sin más palabras, solo se retira sin dejar de mirarme. Por primera vez me causa gracia esta situación tan humillante, 10 minutos después al fin asoman mis Amos, toman los dos carritos de compras y nos dirigimos a Cajas.
La gente sigue mirando sin disimulo, pero a quienes realmente les tengo miedo es a los niños, porque ellos pegan gritos de emoción estén donde estén y mi cola los entusiasma tanto. La señorita de la Caja nos mira asombrada, los carritos han sido vaciados, el Amo Jairo paga la cuenta y Sara me ha desatado para tomar su cartera y jalarme de la cadena. El Amo Jairo camina al frente con el hombrecito que transporta nuestras compras, quien sin aguantar más la curiosidad le pregunta a Jairo:
– Perdone señor la curiosidad, pero dígame ¿Qué le hizo su hija para castigarla de esa manera?
Jairo no se sorprende por la pregunta, y sin inmutarse ni un poquito le responde:
– Es que es una perra.
El pobre hombrecito de las compras, descarga las fundas en el auto y sin ni siquiera acordarse de la propina salió corriendo, dejando a Sara con el dólar en la mano. Los esposos solo sonríen. De vuelta a casa, me sentía muy alegre, porque les escuché decir que Joaquín vendría a cenar con los Amos. Estoy tan entusiasmada de ver a Joaquín que no puedo esperar la hora de llegar a casa.
Llegamos y efectivamente Joaquín ya estaba esperando por nosotros, lo pescamos leyendo un libro, que puso de lado para ayudar a acomodar las compras. Sara me bajó del auto y en 4 patas ingresé a la casa.
– Ve adentro Melina a rascarte las pulgas, que tienes 15 minutos libres para andar por donde quieras mientras nosotros acomodamos las compras.
Me la pusieron difícil, no supe qué tenía que hacer exactamente en esos 15 minutos de libertad… No podía retirarme el plug ni desvestirme, se me había dicho que no puedo tocarme, tampoco debo abandonar mi posición de 4 patas, simplemente la libertad le quedó gigante a mi ser perra y no hice más que sentarme en un rincón a mirar a los Amos.
Ellos conversan, se ríen con las ocurrencias de Jairo, quien de cualquier cosa desprende una broma. Le cuentan a Joaquín acerca de mi desenvolvimiento en La Casa de Las Sombras, me contenta mucho escucharles decir que soy una perrita muy obediente, me miran de reojo porque quieren ignorarme, mi tema ha pasado y no me toman en cuenta, no es novedad para mí pues en mi trabajo me ignoran de igual manera.
Son un trío de entre 40 y 47 años y se llevan muy bien, ambos besan a Sara de rato en rato, le dan nalgadas o deslizan sus manos bajo su falda, mientras ella continúa guardando los lácteos sin prestarles mucha atención. Los varones no se incomodan, saben que cuando quieran podrán poseerla y sus juegos cada vez se hacen más eróticos.
Mi posición de espionaje es privilegiada, aunque me tienen bien ubicada no me paran asunto y me dedico a observar cómo se divierten los Amos…
Tanto manoseo y de molestar a Sara, ella decide jugar. De un brinco ha enlazado sus piernas a la cintura de Joaquín y sus brazos le rodean el cuello, él no espera para besarla profundamente. Jairo enciende sus ojos en la figura de su mujer y la toma desde la espalda llenando sus manos con sus senos y desabotonándole la blusa para desnudarla, algo se atora en el cierre que exaspera a Jairo lo que lo obliga a romper la prenda, Sara suelta el beso de Joaquín para protestar, pero los varones se han confabulado para saciar sus ganas de ella.
Ya no tiene más que el brasier, pero su marido lo ha desaparecido en un arte de magia y hunde su rostro entre aquellas dos montañas de carne. Joaquín ya le ha quitado la falda, Jairo le retira su interior. Sara ha quedado desnuda. La fuerza de su sensualidad quiere cobrarles a los hombres su dosis de placer, muerde los labios del uno, muerde la mejilla del otro… Pero ellos no tienen ganas de ser sometidos y se divierten por su atrevimiento, la conducen a la gran mesa del comedor, han decidido jugar con la miel de frutilla… Saben que Sara odia sentirse pegajosa, Jairo el maestro del shibari la ata de pies y manos, Joaquín le ha recogido su largo cabello con una bincha. Sara protesta, los hombres no quieren escuchar tanta protesta y le tapan la boca con cinta de embalaje, los ojos de la dómina dominada enfurecen pero los dominantes se ríen…
Y yo me pregunto una cosa… ¿Qué pasará cuando la fierecilla sea liberada al final del juego?
Estoy tan alborotada – mirando las escenas de estos personajes que parecen haber saltado de los relatos de Sara para mostrarme lo que es el amor explícito – que me he olvidado de lo que molesta mi plug anal… Por momentos me alegro de ser solo una perrita insignificante con quien, según Jairo, no se puede cometer actos de zoofilia; y por otros momentos desearía que Joaquín me mirara de esa manera, que Jairo me masturbara con esa rabia de tipo rebelde y que Sara besara mis labios.
Ohhh noooo… Jairo sonríe a sus anchas mientras esparce la miel por toda la piel de Sara y Joaquín se preocupa de que el dulce embadurne cada partecita de su cuerpo ayudado por una paleta. Sara se inquieta pero no le sirve de nada, supongo que sus palabrotas estarán quedando pegadas en el adhesivo de la cinta y su mirada promete venganza…
El uno se queda con el frasco del dulce agotado en sus manos y el otro lamiendo la paleta, al fin descansan mientras contemplan su creación “Sara en miel de frutilla”, entre ellos existe alguna comunicación telepática, pues van trabajando juntos en pro de lo que quieren hacer. ¿Y ahora qué harán?
La calma de Sara le preocupa a Jairo, pues efectivamente ella se ha resignado a su estado pegajoso o quizás no quiere moverse para evitar esas sensaciones desagradables… Joaquín se le acerca para acariciar su cabello y ella solo lo mira, pues claro, no puede más que mirar. Jairo se admira por el silencio de Sara y de un jalón le ha quitado la cinta adhesiva de la boca.
– Maldito hijo de la gran puta acuérdate que tienes que dormir y…. – Sara le grita a su marido apenas siente que la palabra ha sido liberada, pero no le dura mucho porque Jairo le vuelve a sellar la boca con un nuevo pedazo de cinta adhesiva.
– Ohhh…. No te emociones mi llucha hermosa, que solo quería escuchar tus dulces lamentos. – Jairo le dice con su sonrisa de ironía y felicidad.
– Hermano, cuidado cuando te quedes dormido… – Joaquín le dice a Jairo
– Y tú cuidado, mi pana, cuando liberemos a esta perrita frutilla.
Y sus risas cómplices suenan en el comedor… Y bueno… Ahora ¿qué va a pasar? Con Sara presa me empecé a sentir insegura, ella es quién acaricia mi humillación luego de que Jairo me la hace sentir, ella es el remanso de aromas gentiles que consuelan mi alma luego de que él me ha mandado a encerrar entre la basura… Y Joaquín está tan a gusto chupándose la paleta de miel que no sé si la dejará para ayudarme… ¿O si?
¡Se han acordado de mí! No estoy segura de si quería que se acuerden de mí, excepto por el plug anal me sentía muy bien en este rincón de la sala, Joaquín ha dejado la paleta sobre el vientre de Sara y se me acerca… ¡Oh por dios! ¿Y ahora qué va a pasar? No, no, nooooo…. Ignórenme por favor, noooo….
Mis gritos de auxilio solo los podía escuchar yo misma, me pasmé, no me salía ni un “Guau”. Jairo se ha quitado la camisa y juega a mordiscos con Sara atada y empalagosa, mientras Joaquín ha tomado de mi cadena y me lleva hacia el sillón, desde donde podemos mirar lo que ocurre entre los esposos.
Me ordena que suba al sillón, como una perrita por supuesto, me ilusiono pensando que Joaquín no estaba de acuerdo con Jairo respecto a seducir una perrita, fantaseo que así sea y me empiezo a mojar… Él me mira como la primera vez, con esa sonrisa hermosa que se retuerce de lado, y sin decirme ni una palabra me desviste suavemente, yo sé que no debo pensar pero me place tanto imaginar estar a su servicio, hacer lo que me diga, portarme lo mejor que pueda para que me premiara con esos besos profundos que le da a Sara…
Me ha quitado la chaqueta de animal print, parece ser que es el maestro de las tijeras porque ha recortado el pantalón para no molestar a mi cola, ha preferido dejarme con las botas, son cortas pero dice que se le ve muy bonito a la perrita. Escucha el tronar de mi estómago y comprende que tengo hambre…
– Oh mi pequeña perrita tiene hambre… Estos Amos enamorados se han olvidado de darte de comer, ¿Cierto?
– Guau guau… – Respondo con carita de perrita muerta de hambre.
– ¡Qué mal! Pero tendrás que aguantar hasta que ellos te den de comer, Melina…
Se me ensombreció la sonrisa supongo, Joaquín me levanta de la quijada para que lo mire.
– Pero no te preocupes, todos tenemos hambrecita, tendrás que aguantar un poco más. – Me dice Joaquín y me regala un precioso beso en la boca, no profundo, no con lengua, no, no, no… sino un beso de quinceañeros, como de esos besos que a una le dan por primera vez en la vida, de esos que te hacen flotar en las nubes…
Ohhh…. Un simple piquito me puso a soñar por unos bellos instantes, sin percatarme que Jairo ya se nos había acercado y me dio una nalgada tan fuerte que casi se me escapa el espíritu.
Hummm…. Ese Amo, ese Amo Jairo es mi miedo… Es bello, si, pero tan endiablado e hiperactivo que me da miedo…
Sin la suavidad de Sara, sin la delicadeza de Joaquín, toma de mi cadena y me lleva bruscamente hacia donde está Sara.
– A ver perra, sabes bien que los perros sirven para lamer, como sabíamos que Melina tiene “no tolerancia” a la vainilla, usamos la frutilla para que te luzcas así que súbete a la mesa y quiero que no quede ni rastro de miel en la piel de mi mujer… ¡Ahora! – Me ordena
¡Odio, odio, odio tanta gentileza al hablarme! Y creo que el Amo Jairo entiende mis pensamientos de perra ofendida y alcanza la fusta que estaba sobre el aparador y me da 3 golpes seguidos en el trasero, diciéndome:
– Toma, toma y toma para que aprendas a no hacer fieros a lo que te ordena tu Amo, perra malcriada…
No sé si mi cuerpo ya se estaba acostumbrando al dolor, o si el piquito de Joaquín aún me tenía amortiguada o si realmente no dolieron tanto, pero asumí el castigo sin que me causara algún shock emocional, más bien, me molestaba el tono de voz, el trato, la humillación.
Sin embargo, me subí a la mesa y cuando estuve en 4 patas a un lado de Sara entendí que la misión que me habían encomendado simplemente compensaría todo… Allí estaba ella, mirándome con ojos mansos, hasta me atrevería a decir que bajo su cinta adhesiva había una sonrisa…
No he tenido experiencias sexuales con mujeres, pero la ocasión me excitaba tanto que complacida comencé por sus pies, lamiendo suavemente toda la miel, un perro de verdad hubiera terminado de limpiarla en 10 segundos pero mi pequeña lengua demoraría demasiado, no obstante, la misión me estaba haciendo disfrutar de semejante postre…
Y así fui ascendiendo por sus piernas y los Amos se arrimaron a observar, me sentía erótica, deseable, lujuriosa, atendida… Ni siquiera me acordé que estaba haciendo de perra, porque me sentí mujer, ni siquiera me fastidió el fuste que de cuando en vez me aplicaba dolor en las nalgas o en otras partes de mi cuerpo tan desnudo como el de ella, Joaquín presionó mi espalda hasta obligarme a recostarme sobre Sara, haciendo que la miel también me empalagara, pero no me importó y continué con la deliciosa tarea de pasar mi lengua por las curvas sinuosas de aquella mujer…
Embebida por escalar, por recorrer, por reposar, por lamer aquel paisaje de frutilla que cubría tanto encanto, no me percaté de a qué hora Sara fue desatada, y su manos ya no de jabón sino de miel, correspondieron mi devoción con caricias que se nos perdían entre las piernas… Cuando llegué a su rostro, le quité la cinta adhesiva y sin pensarlo dos veces nos unimos en besos suaves, carnosos, sensuales…
No me desconcentré en las sensaciones que estaba experimentando con otra mujer, pero dejé de sentir los latigazos; de reojo observé los rostros de los Amos, quienes no dejaban de mirarnos, Jairo con su tajante personalidad miraba seriamente lo que ocurría y por un momento pensé si acaso estaría pensando en mi próximo castigo, y Joaquín mordiendo ese labio que yo deseaba morder y con los ojos llenos de satisfacción tampoco se perdía ningún detalle.
Y nos unimos en miel y saliva, en besos y caricias femeninas, en posiciones diferentes sobre una mesa de comedor suficientemente grande como para aguantar nuestro peso y la tremenda carga de erotismo. Nos dejaron jugar por casi una hora quizás, hasta que Joaquín se aproximó tanto a nosotras que Sara solo estiró los brazos y lo agarró de las manos, inmediatamente Jairo me jaló de la cadena para hacerme bajar de la mesa y a gatas me llevó a la ducha mientras me reclamaba:
– Te comiste a Sara ¡No debías comerte a Sara! La orden fue solamente limpiarla de todo dulce, y ¿qué hiciste perra? ¡Te la comiste sin mi permiso! Ahora tendrás tu castigo.
En tanto alcancé a observar que Sara, aún embadurnada de miel, se asió a Joaquín para contaminarle de tanta dulzura, quien intentó huir pero no le tocó más remedio que sentir el poder pegajoso de la golosina… Sara estaba llevando a cabo su venganza.
Y yo, estaba siendo ingresada a la ducha como una perra cochina, el Amo abrió el agua y con una escoba que estaba colgada tras la puerta me refregó el cuerpo… No, definitivamente esta forma de bañar a los animales no me gustaba nada, me ordenaba ponerme de un lado, luego del otro lado, luego mostrarle la espalda, la barriga y los pelos de la escoba me lavaron por todas partes.
No, no dolía, pero siempre el Amo Jairo me hacía palpar lo que significa exactamente la humillación y yo tenía que tener cuidado hasta con el tipo de “Guau” que emitía, sino si me podía doler.
Escucho tumbos contra la pared, como si se nos aproximara un terremoto, eran Sara y Joaquín que venían al baño entre risas y besuqueos, Jairo dejó el agua abierta y me sacó jalando de mi cadena. Me tiró una toalla encima y ordenó que me secara y que esperara en la jaula, meditando mi actitud para que sepa por qué me castigaría… “Claro, será si las perras pueden pensar” – me dijo despectivamente…
Me odia, ese Amo Jairo me odia y ahora me odia más por haberme comido a su mujer… Oh dios mío, qué clase de castigo va a hacerme, tengo miedo, mucho miedo, estoy tiritando de frío y de miedo, pero me dispongo a obedecer, sin embargo, me quedo un ratito para mirar que Joaquín se ha desvestido, Jairo se ha desvestido y con Sara se meten a la ducha…
Pienso… “¡Caray! Esta gente si sabe divertirse” y asoma el mismo rostro de mi terror, Jairo, que saca la cabeza para gritarme:
– ¡Largo perra! ¿Qué esperas para obedecer?
Me faltaron más que las 4 patas para correr y en efecto, me seco y me meto en la jaula, mi colchita estaba en el sillón, de modo que salgo de nuevo para llevármela a mi lecho canino, me tapo con ella y mecida por las risas y jadeos que provenían del baño me quedé dormida.
*****
– Despierta nena, que te atrasas…
Alguien me llama, una voz tan familiar, tan amada por mí me dice “nena”
Sin abrir los ojos, pregunto aún entre dormida y despierta…
– ¿Sara?
– ¿Sara? No mi amor, tu mamita no se ha cambiado de nombre…
– ¿Mami? – Pregunto desubicada, despertándome del todo.
– Si nenita, ¿En qué estabas soñando? Ya tienes 35 años y aún te cuesta levantarte sola, ¡vamos! ¡levántate que te atrasas al trabajo!
Mi madre, mi dulce madre… Su mirada de pronto se fija en unas fotografías que imprimí la noche anterior, algo sobre BDSM, sobre esas cosas de usar collar con cadena y se horroriza…
– ¡Melina! ¿Qué son estas porquerías? ¡Dios mío! Tú siempre tan extraña – Me dice y sale a hacerme el desayuno…
¡Ohhh por dios! Tanta lectura me tiene enferma, al fin es viernes y si, estoy decidida, voy a hacer una cita en La Casa de Las Sombras… ¡Quiero vivir este sueño!
Si, necesito vivir este sueño porque… ¡Maldita sea! Me desperté más rápido de lo que hubiera querido, me quedé con ganas de saber cómo se vengaría Sara de Jairo…
tienes talento para esto
felicidades😉💋