Relatos del gnomo Jack
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estábamos solos en tu casa, un sábado por la tarde porque tu madre se fue de viaje. Teníamos toda la casa para nosotros así que aproveché la situación. Cuando estábamos en el salón viendo una película, tú te fuiste al baño así que yo me levanté y fui a tu habitación. Pensaste que me había escondido porque al salir no estaba en el salón y escuchaste un sonido fantasmal:
– ¡Uh!
– ¿Ya estás escondido en mi habitación o descolocando las cosas?- contestaste con un tono alterado.
Fuiste despacio a la habitación por si aparecía yo y te asustaba, cosa que no querías. Al entrar, me viste de pie con varias cuerdas que había encontrado en un cajón de tu escritorio. Fui hacia ti y te agarré, te acerque a mí y te quité toda la ropa, yo me quedé también desnudo. Te puse boca arriba en tu cama y te ate de manos y pies. No podías moverte y eso me encantaba, yo tenía todo el control.
Me tumbé encima de ti y mi pene, que estaba erecto, empezó a rozar tu sexo que poco a poco se mojaba y dilataba. Los labios, los lóbulos de las orejas, el cuello, los pezones, los pechos, el pubis y por último la vagina fueron todos los lugares que recorrí besando hasta introducir mi lengua dentro de tu sexo. Tu estabas muy excitada porque no podías hacer nada así que yo aprovechaba y alternaba el sexo oral con la masturbación.
Cuando empezaste a gemir de forma continuada me tumbé de tal forma que mi pene podía entrar directamente en tu sexo. Tu no aguantabas más y querías desatarte pero no podías. Eso me encantaba. Llego un momento en el que tú estabas gritando demasiado así que me quite de encima y me fui a la cocina. Puse varios hielos en un vaso y derretí un poco de chocolate en otro vaso. Tú desde la habitación no parabas de gritarme para que fuese porque estabas muy excitada. Cuando llegué a la habitación puse los 2 vasos con los alimentos y un tercer vaso vacío, en la mesita cerca de la cama y eché un poco de chocolate en los pezones y pubis. Yo me puse encima y empecé a succionar ambos pezones.
El contraste de temperatura hizo que tu excitación estuviese casi al máximo de tu capacidad de aguante. Bajé al pubis y me comí el chocolate que extendí mientras que mis manos masturbaban tu vagina y tu clítoris. No aguantabas más, solo querías agarrarme y no soltarme pero no te dejaba. Me quite y te desaté con la única condición de que no ibas a hace nada y te ibas a dar la vuelta boca abajo. Te volví a atar y cogí un hielo del vaso. Lo pasé por todo tu cuerpo hasta llegar al ano. Separé ambas nalgas y con el hielo en la boca empecé a jugar con el ano y la vagina. Poco a poco levantabas la cadera para que te penetrase y así fue.
Dejé el hielo en el vaso vacío e introduje poco a poco un dedo y cuando estaba el ano suficientemente dilatado puse mi pene entre tus nalgas. Penetrando poco a poco introduje mi pene por completo. Tus gritos parecían salvajes. Me empecé a mover poco a poco y cuando tus gemidos eran continuos e intensos me tumbé por completo y puse mi mano derecha entre tu clítoris y la cama. Así masajeaba y levantaba un poco tus caderas para que la penetración fuese completa. Poco a poco y aumentando la intensidad tus orgasmos fueron mas intensos y cuando te besaba el cuello notaba que estabas a punto de alcanzar el climax. Razón por la que no pare de hacerlo hasta llegaste y pude desatarte con tranquilidad. Tranquilidad que no llego porque me tiraste a la cama y te pusiste encima de mí para poder penetrarte por ambos orificios hasta llegar al segundo climax.
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