Revancha
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aslex.
Mi hermana es mayor que yo por 4 años. Cuando éramos pequeñas ella era maldosa conmigo, me pegaba, me aventaba al piso. Me ponía la almohada encima de la cara y cuenta mamá que una vez dejé de respirar casi un minuto porque ella me apretó el pescuezo. Me picaba la piel con lápices, plumas y todo lo que tuviera punta y continuamente me pegaba en la cabeza.
Dice mamá que fue porque estaba muy consentida. No sé, pero la llegué a odiar; lo bueno es que yo crecí mucho más alta que ella y después vino mi desquite.
Yo no la golpeo ni nada por el estilo, pero psicológicamente soy una despiadada. No le hablo nunca en buen tono, nunca le presto mi ropa ni mis cosas, y si se atreve, con un grito fuerte sumado a mi estatura y complexión basta para intimidarla. Siempre la humillo por su apariencia ya que también, por mucho, soy la más bonita. Soy muy popular en la escuela y en el barrio, y en otros barrios cercanos lo cual se lo echo en cara siempre que puedo.
He encontrado otras maneras de humillarla, por ejemplo en cuanto a sus intereses románticos. Hace como un año le encontré en su libreta escolar el nombre de un chico compañero de su facultad rodeado de corazoncitos. Al principio me dio risa pensando que era una estúpida perdedora, pero luego pensé que la información valía oro. Le pregunté a una amiga que está en la misma facultad de mi hermana y ella me dio las señas del chico. No vivía lejos y por suerte en ese barrio vive una amiga y un amigo. Fui varias veces con el pretexto de visitarlos hasta que tuve la suerte de toparme al chico, el sueño de mi hermana. Fue un click instantáneo, bastó una mirada coqueta, una sonrisa ligeramente seductora para que cayera rendido a mis pies.
Nos hicimos novios, según él, y luego de unas semanas lo invité a mi casa a comer. Fue glorioso ver la cara de mi hermana cuando llegó de la facu y lo vio sentado en el sillón de la sala abrazándome y jugueteando conmigo.
Dijo ella que no tenía hambre, se metió a su cuarto y no salió en el resto del día.
Como no quería quedarme con la pura imaginación, fui a su cuarto luego que este chico se fue, con el pretexto de que buscaba una crema -no tengo tu pinche crema- me dijo -¿cómo lo conociste? ¿por qué andas con él?- me preguntó inmediatamente; yo me hacía la que buscaba la crema y fingía no darle importancia, "qué te importa, ¿dónde está mi crema?" le dije parándome frente a ella, con las manos en mi cintura y echándole mi sombra encima; ella estaba sentada frente a su escritorio.
Me miraba con los ojos abiertos de indignación, pero noté que echaba para atrás su cuerpo; me incliné: ¿por qué quieres saber eso? le pregunté mirándola fijamente a los ojos -es que él está en la facu-
Me tuve que contener la risa, aunque me fue muy difícil "¡¿Y?!" Ella volteó a su ordenador sin contestarme, "¿te gusta o qué?" insistí tomándola de la barbilla y haciendo que me mirara. Ella se levantó y se echó para atrás mirándome con miedo y odio. Yo la aprisioné contra un ropero apoyando las manos a sus lados, "te gusta ¿verdad?, pues está bien bueno, besa muy rico" le dije sonriendo maliciosa frente a su cara, ella trató de zafarse por abajo de mis brazos, pero yo la estiré con mi mano de la playera y la obligué a que se mantuviera en el lugar. Yo estaba apoyada con las manos en el ropero, inclinada hacia adelante para poder estar a su altura. Sus lentes transpiraban y su boca estaba abierta del susto, moví mi mano a su chiche "y me las agarra muy rico" y diciendo y agarrándole la chiche le describía, "me las aprieta y me las mueve, mmmm" ella estaba paralizada porque no se esperaba obviamente una descripción tan gráfica y literal.
Se zafó en un descuido y se alejó por mi izquierda, yo giré de inmediato y la seguí. Intentó evadirse pero le cerqué y luego la empujé contra la cama por lo que caímos, yo encima de ella. Estaba sometida por mi peso, le agarraba las chiches con mi mano y le daba besos en la boca "besa…" le decía entre beso y beso ya que ella sacudía la cara para evadirse, "besa delicioso…". Obvio yo no quería darle placer ni obtenerlo, lo que quería era humillarla. Le puse la mano en su panocha "y cuando estamos en la plaza… ya sabes qué me agarra, me agarra aquí y me soba… mmhhh"
"¡Déjame cochina, voy a gritar!"
"Grita pendeja, que al cabo nadie te hace caso" me levanté y me paré derecha, con las manos en la cintura otra vez para imponerme, "me lo voy a coger y voy a venir con las pruebas" le dije y me fui carcajeando.
Cuando yo tenía como 12 años ella aun era más grande y me humillaba en forma parecida, se me echaba encima y me aprisionaba las manos; me ofendía y me escupía en la cara y boca, y no me soltaba hasta que prometía cualquier cosa.
Me hacía comer lombrices o tierra a veces también. Todo eso y muchas otras cosas no las olvido y jamás las olvidaré, por eso estaba decidida a cobrármelas de todas formas imaginables
Dos semanas después llegué medio ebria a la casa. Como era antes de las 10 de la noche ni mamá ni papá me echaron bronca y ni siquiera notaron que había bebido, mucho menos que había cogido (aunque nunca me revisan la concha jajaja) Me dirigí lo más erguida que pude a mi cuarto y me acosté; me dormí casi de inmediato, pero una alarma en mi cerebro me despertó como a las 3 de la mañana, era ya tiempo de mi venganza suprema. Me levanté, salí de mi cuarto y me dirigí, tratando de ser sigilosa, al cuarto de mi hermana; estaba la puerta cerrada con llave por lo que tuve que bajar a la cocina donde papá guarda las copias de las llaves. Tardé unos minutos en encontrar la de mi hermana. Subí de nuevo y abrí lo mas silenciosamente que pude. Estaba roncando la estúpida, me sonreí maliciosa con enorme placer.
Me acosté lentamente y me puse detrás de ella, puse mi mano en su pelo y comencé a acariciárselo. Ella despertó sobresaltada "¡qué haces! ¡cómo entraste! ¡vete!"
Yo nada más sonreí mostrando mi desprecio, "¿te acuerdas que te dije que me lo iba a coger? pues hoy cogimos" ella se revolcó tratando de levantarse, pero yo la tomé de la cintura y la estiré hacia mí, me senté encima de ella y agarré sus manos contra la cama.
La miré a los ojos: "¿te acuerdas cuando me metías los dedos en la cola? ¿eh?"
"¿Cuándo? no es cierto"
"No te hagas pendeja" le dije y luego le escupí "me los metías y me decías que no le dijera a nadie y luego me metías los dedos en la boca y me hacías que los chupara ¿de eso si te acuerdas?"
"¡No, no! suéltame pendeja" trataba de escapar, "Aquí en esta pinche cama me acostabas boca abajo y me quitabas el calzón, y me metías las piernas de la barbie en la cola y yo lloraba pero tú no me dejabas ir" le di un beso en la boca con todo mi desprecio. "Me dejabas las piernas esas adentro mucho rato y hasta me decías -levántate y tráeme agua pero que no se te salgan las barbies- y si se me salían me pegabas en la cabeza con aquel libro grueso de tapas duras"
Ya no se movió, me miraba con terror "¿de esos si te acuerdas, verdad?" fui deslizando mi cintura hacia su cara, luego puse mis rodillas encima de sus brazos "me metías lápices, plumas, todo lo que se te ocurría y me ordenabas que anduviera con esas cosas adentro" mientras le decía eso levantaba mis caderas y me hacía a un lado las bragas "traigo la panocha llena de leche de tu noviecito" acerqué mi panocha a su cara, ella la hizo a un lado y cerró los ojos.
Le di una bofetada, "te los vas a comer pendeja" ella volteó a verme pero no dijo nada, su mejilla estaba muy roja; bajé mi panocha a su boca hasta pegársela. "Come" le dije moviéndome en círculos.
Sentí cuando sacó su lengua y comenzó a lamer despacio, "así" le dije "pórtate bien perra, de ahora en adelante, cuando traiga la panocha o el culo lleno de leche me los vas a limpiar"
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