Rocío, la esclava de María. Capítulo 1
El comienzo..
¡Dios, pero que atractiva estaba esta noche!, eran las tres y media de la mañana y no podía despegar los ojos de Rocio, una tremenda hembra de 37 años estupendamente llevados, uno sesenta de altura y un culo y unas tetas tremendos. Además esta noche llevaba la blusa negra a rayas y el pantalón negro que tanto me apasionan. He de reconocer que he estado enamorado de Rocio durante mucho tiempo, hasta que no tuve más remedio que decírselo y como no, ella me rechazó, como siempre de forma educada y diciendo esa frase que tanto me dicen y que odio de forma singular » te quiero como amigo y además no soy libre, tengo una relación», bueno, seguimos siendo amigos aunque de forma distinta, aunque hay veces que nuestras miradas se cruzan y creo que hay algo más, una especie de mirada pícara que adoro. Reconozco que no es exactamente guapa, pero a mí me encanta.
Sigamos con la noche, estaba siendo aburrida como debe ser una noche de invierno en el Centro de Control…, como siempre estaba mirando a Rocio cuando vi que se levantaba e iba hacia la puerta, supuse que iba a tomar un café o a fumar un cigarro, lo único de esa mujer que me desagradaba, aparte de sus ideas políticas, pero esa discrepancia nos había dado muchas noches interesantes. Como de costumbre iba a dejarla salir sola para no molestarla, pero ocurrió algo especial, me sonrió con esa mirada pícara suya y me pidió con la mano que la acompañara, me extrañó, pero le dije a mi compañero que se hiera cargo de todo que me iba a tomar un café y la seguí.
Cuando salí la encontré hablando por teléfono, me extrañó, eran más de las tres de la mañana, solo esperaba que no pasase nada. Me di cuenta que me miraba de reojo y se mordía el labio, además parece que esta un poco sonrojada, empecé a preparar un café para ella y otro para mí y me dispuse a observarla. Como he dicho antes llevaba la blusa ajustada que tanto me gusta y no pude por menos que fijarme en sus preciosos pechos y en sus erectos pezones, cosa que no era habitual, empecé a excitarme, me miró y se dio cuenta de donde miraba y para mi sorpresa, sonrió y se dio la vuelta. Entonces llegó otra parte del espectáculo de mirón, su culo, su magnífico trasero, ella seguía hablando por teléfono y empezó a alisarse, como de forma casual el trasero del pantalón, no pude por menos que fijarme que contrariamente a casi siempre parecía o bien que no llevaba bragas o era un tanga lo que llevaba, por que no se le notaba nada a través de los pantalones. De repente de dio la vuelta y volvió a pillarme mirando donde no debía mirar a una amiga, pero uno no es de piedra, ahí fui yo quien se sonrojó, sobre todo cuando oí lo que decía por teléfono, «tenías razón estaba mirando», así que ni siquiera tenía la opción de disculparme, así que sonreí con mi mejor sonrisa de inocencia. Pero me sorprendió ver como bajaba ella los ojos como pidiendo disculpas y me ofrecía el teléfono. Así que allí estaba yo con una semierección mirando a una hermosa mujer que se mostraba sumisa en sus ademanes intentando decidir si cogía el teléfono y hablaba con la persona con la que hablaba Rocio hasta hacia unos momentos. La verdad es que estaba siendo todo muy extraño desde que me llamó Rocio para que la acompañase.
Cogí el teléfono de las manos de Rocio y no pude por menos que acariciarle la mano con un dedo y ella extrañamente dejó la mano extendida mientras le seguía acariciando, le llegué a coger la mano y se la besé mientras le miraba a los ojos que seguía manteniendo extrañamente bajos, la verdad es que seguía sintiendo algo muy especial por ella, pero su relación con otra persona hacia que yo no quisiera meterme en medio. Pero esa noche me dio la impresión de que si le daba un beso no se retiraría, estaba seguro que ella también sentía por mí algo especial, pero era honesta con su pareja y nunca haría nada a sus espaldas.
Así que cogí el teléfono y a continuación entré a formar parte de la conversación más extraña de mi vida:
-José: ¿sí?.
-María:Hola José, soy María.-José: Hola guapísima ¿ha pasado algo?, Por que Rocio está de lo más rara y me admitirás que no son horas normales de tener una conversación telefónica.
-María: No, no pasa nada, pero si tú quieres puede llegar a pasar. Dime José, ¿está guapa hoy Rocio?, Por que le dije que se pusiera muy guapa para ti.
Yo no entendía nada, una amiga me estaba diciendo que si otra amiga se había puesto guapa para mí, cuando sabía perfectamente cuales eran mis sentimientos hacia ella. María también era una chica realmente atractiva, su único defecto era que su culo era demasiado grande, pero a mí ella me gustaba muchísimo y más de una vez la había imaginado haciéndome una mamada con esa preciosa boca que tenia. También había soñado con ver saltar sus espectaculares tetas, si su amiga Rocio está muy bien surtida, ella era impresionante por lo menos una 105, pero como siempre estaba pillada y no había visos de que se hartase de su Paco. Lo que me extrañaba era que si María le había dicho a Rocio que se pusiera guapa para mí, ésta lo hubiera hecho.
Seguimos con esa conversación que estaba siendo cada vez más extraña.
-María: Le he dicho que se pusiera los pantalones negros, con una sorpresita, y que eligiera entre le blusa negra a rayas o el yérsey azul ajustado, pero esta opción no le gustaba demasiado por lo que le dije que debía llevar. Al final qué se ha puesto.
-José: Pues la blusa- le respondí alucinando de lo que me estaba contando, pensaba que estaba asistiendo a una sesión de una celestina por amistad, queriendo unir a dos amigos – Pero sinceramente María no entiendo nada de lo que está pasando.
-María: Dime una cosa, ¿está guapa?, ¿Está sexy?.
-José: Impresionante. Dije entre risas, pensando que todo esto era una broma.
-María: Dime, -decía cada vez con voz más sensual- ¿cuantos botones tiene desabrochados, la puta?.
-José: ¡María!, No te consiento que hables así de Rocio.
-María:Ya verás lo equivocado que estás, dale el teléfono.
Se lo di pensando que iba a disculparse con Rocio, eran como hermanas y no creo que fuera justo que le insultase de esa forma. Y mi sorpresa fue lo que vi y oí a continuación.
-Rocio: Dos botones, Ama. Como deseéis, Ama.
Y dándose la vuelta, para que no la vieran procedió a desabrocharse otro botón de la blusa dejando al descubierto el principio de su canalillo, algo que yo nunca había visto en ella. Supongo que fue aquí cuando abrí la boca de asombro.
-Rocio: ¿José, quieres más?.
Sé que asentí con la cabeza, por que inmediatamente Rocio procedió a desabrocharse otro botón y luego otro, dejando a la vista su precioso sujetador blanco de encaje que mostraba en todo su esplendor toda la magnifica redondez de sus senos.
-José: ¡Para!.
Se lo logré decir cuando ya llegaba al botón del ombligo, y estaba con prácticamente toda la blusa desabrochada.
-Rocio: ¿por qué dices que pare? ¿No te gusto?, ¿No lo hago bien?, ¿Lo quieres hacer tú?.
Lo decía con una cara de tristeza y desilusión que no podía aguantar. Parecía una cría desamparada en vez de la mujer atractiva y segura de sí misma que conocía, o que al menos creía conocer hasta ese momento.
-José: No, no Rocio, eres extraordinaria, pero este lugar no es el más apropiado. Jamás he visto nada más excitante, y ese sostén me maravilla. Te juro que jamás he estado más excitado, tengo realmente problemas para hablar sin tartamudear y no lanzarme a acariciarte.
De repente me acordé de María, que debía estar al otro lado del teléfono.
-José: María, no sé diablos significa esto. No sé a qué estáis jugando. ¡Y por dios, Rocio abróchate esos botones!.
Mientras le decía eso a María, observaba con excitación creciente como Rocio se abrochaba y yo dejaba de ver esos maravillosos pechos y volvían a estar comprimidos por la estrecha blusa que marcaba sus pezones. Lo hacia lentamente y a mi parecer muy sensualmente.
-José: María, no sé a que estáis jugando, pero creo que ni Rocio ni yo nos merecemos esto que estás haciendo.
-María: «Deja que te explique. Como sabrás Rocio y yo nos conocemos desde hace siete años, cuando ella tenía treinta y yo solo diecinueve. Desde el principio hubo una conexión muy grande y profunda entre las dos, tú siempre has pensado que éramos unas amigas íntimas, y en realidad lo somos, pero somos tan buenas amigas que complementemos las necesidades de la otra. No sé si vas entendiendo. Aproximadamente un año después de conocernos empecé mi relación con Paco y nos distanciamos un poco, pero ella me confesó que era bisexual, aun cuando nunca había tenido relaciones con una mujer, ¡imagínate! en el pueblo el escándalo. Pocos meses después me confesaba que aunque estaba manteniendo una relación no podía evitar sentir que le faltaba algo, ella sentía que debía ser dominada, no en su relación más estable si no solo en determinadas circunstancias. Le excitaba ser usada, humillada y ser agredida. Yo por mi parte no podía creerlo y sobre todo lo que me dijo a continuación, y fue que quería que yo le humillase, le sometiera, yo su mejor amiga. Me confesó que se masturbaba habitualmente pensando en mi atándola y sometiéndola».
Yo estaba alucinando mientras miraba a Rocio, seguía pensando que era una broma, pero seguía sin ver la gracia del asunto, solo sabía que me estaba excitando. Solo quería abrazarla y acariciarla, soñaba en tocarle un pecho, y no sé por que motivo era el derecho el que le quería tocar y si podía ser apretárselo hasta que gritase. Me di cuenta que estaba pensando locuras, quería hacer daño a una amiga para sentir placer, no me creía lo que me estaba pasando y en lo que me estaba convirtiendo.
-María: Me negué en redondo, nunca me habían atraído ni las mujeres ni someter a nadie, ser «Su Ama» como me pedía Rocio, casi me suplicaba que le humillase. Creí que todo estaba olvidado hasta que Paco me llamó estando de guardia para indicarme lo que había visto, era Rocio ejerciendo la prostitución y no cualquiera, ejercía la prostitución más sucia, aceptaba todo, le pegaban en los pechos, le orinaban encima, le sodomizaban, aceptaba el semen de los seres más sucios, ellos usaban condón, pero ella bebía el semen del condón aceptando cualquier enfermedad que le pudieran transmitir. Era conocida en los ambientes más sórdidos de la ciudad, pero a ella parecía no importarle, de hecho esta es la causa por la que le abandonó su pareja cuando estaban a punto de casarse. Hablé con ella, me contó que lo necesitaba, que necesitaba ser usada, que solo ejercía la prostitución unos pocos días al mes cuando no podía aguantar más. La verdad es que era muy requerida por los más repugnantes seres y de hecho algunas veces ni cobraba y otras hasta le robaban, pero ellos no sabían que esto le complacía. Le dije que se iba a matar si seguía así, me dijo que lo sabía pero que lo necesitaba, me suplicaba que la ayudase, le prometí hacerlo, que cuando tuviera esa necesidad me llamase y yo acudiría a ayudarle con mi apoyo. Pocos días después me llamó, necesitaba ser usada. Le dije que viniera rápidamente a mi casa, y aquí se presentó a los pocos minutos. Venía guapísima con un pantalón ajustado que le quedaba de maravilla y una camiseta sin sujetador que marcaba esos maravillosos pezones que pronto tendrás la oportunidad de disfrutar, si quieres, claro. En cuanto abrí la puerta se arrodilló y comenzó a besarme los pies y lamerme los zapatos, me quedé paralizada viendo como mi amiga estaba en el suelo lamiéndome los zapatos mientras la puerta permanecía completamente abierta, y con posibilidad de que nos viesen los vecinos. Empecé a llorar ante la humillación a la que estaba sometiéndose mi mejor amiga, me arrodillé para que dejase de lamerme los zapatos y pasó a lamer las lágrimas que rodaban por mi cara. Yo no la dejaba, y se levantó y me dijo que si yo no le daba lo que necesitaba iría a la zona de prostitución a que alguien hiciera de ella lo que quisiera, se rasgó la camiseta y dejó un pecho al aire diciendo que al primero que le mirase le iba a dar la tarde de su vida aunque tuviera que pagar ella misma. Yo no podía dejar de mirar su teta oscilante y alargué el brazo hasta ella y se la acaricié, ella se calló y se quedó más tranquila. Me dijo que le apretase más el pecho, que le pellizcase el pezón, que se lo arrancase de un mordisco, todo esto lo decía con una voz suave y sensual, yo empezaba a excitarme a mi pesar…
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