Seductoramente le pregunté al entrenador ¿Usted está seguro de que no hay nada que yo pueda hacer por ti, para que cambies de opinión?”
Una preocupada madre, hace lo imposible para que su hijo forme parte del equipo de baloncesto, llegando incluso a dejar que el entrenador se acueste con ella..
Me acuerdo que cuando mi pequeño hijo tenía unos doce años, después de salir de la práctica de deporte, regresó a casa, sumamente frustrado, llorando, y diciendo que él era una porquería.
Todo eso se debió a que, el hijo de la gran puta del entrenador, ni tan siquiera quiso ver como mi hijo jugaba, y aun así lo sacó del equipo.
Por lo que cuando lo vi llegar, me extrañó que mi hijo actuase de esa forma, y de inmediato, mientras le servía la cena, sin perder tiempo le pregunté que me pasaba.
Aun lloriqueando, y frente a mi esposo y a mí nos dijo, lo que me había sucedido, o sea que el entrenador lo sacó del equipo, sin tan siquiera llegar a ver como él jugaba.
A su padre le pareció que nuestro hijo exageraba mucho, y nos recordó que él nunca destacó en los deportes, pero que, en cambio en matemáticas, siempre tuvo no buenas notas, sino que en matemáticas obtuvo notas excelentes.
Lo que realmente, en esos momentos a mí, como madre, no me importaba un carajo lo que mi esposo dijera, ya que, a diferencia de él, desde chiquito mi hijo siempre le han gustaron los deportes.
Escuchar las palabras de mi esposo me indignaron, y me molesté, no tan solo con el hijo de puta del entrenador, sino que también lo hice con mi esposo, por no darle su apoyo, y respaldar mi decisión de nuestro hijo de practicar deportes.
Por lo que, al terminar de cenar, le dije a mi hijo. “Mañana temprano vamos al colegio, para hablar con ese entrenador.” Por lo que nuestro hijo se contentó mucho.
Mientras que a mi esposo le dije, señalando discretamente entre mis piernas “De hoy en adelante, olvídate de está, por lo menos hasta que nuestro hijo entre a formar parte del equipo, y juegue regularmente.”
Mi esposo puso cara, como si le hubieran dado la peor noticia del mundo, y para colmo cuando trató de hablarme, lo mandé a callar, diciendo que ya había tomado una decisión.
Al siguiente día, luego del desayuno, le recordé a mi hijo que iba a su colegio, mientras que mi esposo, debido a que yo no le hablaba, en lugar de desayunar en casa, se marchó bien temprano para su negocio.
Cuando llegamos al colegio, le pedí a mi hijo que me mostrase la oficina del entrenador y tras indicarme donde era, le ordené que se fuera a clases.
La oficina del entrenador, se encuentra al fondo de la cancha de baloncesto, mi idea era hablar con el desgraciado ese, y decirle hasta del mal que iba a morir, por discriminar contra de mi hijo.
Pero, apenas tuve al entrenador frente a mí, me di cuenta de que era un hombre bien moreno por no sonar racista diciéndole negro, que además de ser sumamente alto y corpulento, de inmediato algo en él me atrajo, pero tras respirar profundo le dije. “Señor entrenador, mi hijo se siente muy mal por no poder entrar al equipo.”
De inmediato lo escuché decirme. “Lo siento señora, pero ya he tomado una decisión al respecto.”
No sé qué me sucedió, pero lo único que se me ocurrió hacer, fue preguntarle. “¿Usted está seguro de que no hay nada que yo pueda hacer por usted, para que cambié de opinión?”
Quizás el mismo efecto que yo sentí al verlo, lo debió sentir él al verme entrar a su oficina usando mi corta mini, y con casi todas mis tetas por fuera.
Ese enorme hombre, en ese instante me hizo sentir que me deseaba, lo intuí por la manera en que se me quedó viendo, ya que su respuesta, a mi pregunta fue. “Hay una cosa que puede hacer por mí”
A lo que sin pensar en que sería esa cosa, yo de la manera más seductora posible le dije. “Solo dime que quieres y lo haré.”
El entrenador abriendo sus ojos, sorprendido por mi respuesta de inmediato continuó diciéndome. “Quiero que para comenzar me mame la verga.”
Vuelvo y digo que no sé qué me pasó que, en lugar de mandarlo bien largo al carajo, sonriendo como toda una puta, me arrodillé frente a él, le bajé la cremallera del pantalón, y como si lo hubiera hecho cientos de veces, extraje se enorme y grueso instrumento.
Y si me sorprendí a mí misma haciendo eso, pero más sorprendida me quedé al ver aquel inmenso y enorme miembro entre mis dedos.
Por unos cuantos segundos, me le quedé observando, al tiempo que lo mantenía entre una de mis manos, para luego sin pensarlo mucho comenzar a lamer su casi violáceo glande.
Mentalmente me pregunté a mí misma. “¿Cómo es posible que me encuentre haciendo esto?”
A lo que de inmediato yo misma me respondí. “La verdad es que ahora, lo que quiero es sentir esa enorme cosa dentro de mí coño”
Por lo que, después de lamérselo por unos momentos, me dediqué a mamárselo, al tiempo que, con mi otra mano comencé a ir bajándome mis pantis, hasta quitármelos, mostrándole mi depilado y abierto coño a él.
Tras estar mama que mama, por algunos minutos él mismo me sacó su enorme verga de mi boca, al tiempo que yo me iba poniendo de pie, subía mi vestido y le mostraba mis blancas nalgas al entrenador, le dije. “Lo cierto es que estoy bien excitada y deseosa de sentir todo eso dentro de mí.”
A partir de ese instante dejamos de hablar, él comenzó por acariciar todo mi cuerpo, mientras que yo me deshacía de toda mi ropa.
Casi de inmediato nos comenzamos a besar, por lo que sentí su gruesa y larga lengua jugando con la mía dentro de mi boca, y a los pocos segundos comencé a sentir aquella gruesa e interminable vara que penetraba mi coño.
Ni idea tengo de cuánto tiempo estuvimos revolcándonos sobre su escritorio, yo sintiendo aquella enorme cosa, como me penetraba una y otra vez, al tiempo que yo, movía mis caderas, como poseída por el demonio de la lujuria.
Una de las cosas que recuerdo, es que en cierto momento mentalmente comparé aquella enorme y gruesa verga negra, con el pequeño y delgado miembro de mi pobre esposo.
Y lejos de hacerme sentir incomoda, por la manera tan puta en que me estaba portando, el placer que sentía era increíble.
Yo estaba de lo más inspirada, sintiendo como esa enorme cosa entraba y salía de mi vulva, cuando de momento comencé también a sentir sus gruesos dedos explorando mi esfínter.
Y en un abrir y cerrar de ojos, lo sacó de mi coño, y sin consideración alguna me ha enterrado aquella enorme verga dentro de mi apretado culito.
Al tiempo que una de sus gruesa y fuertes manos, descaradamente agarraba todo mi coño, apretándolo entre sus fuertes dedos, una y otra vez, provocando que disfrutase de un sin número de orgasmos, de manera seguida.
Bueno, les diré que ahora mi pequeño hijo, ya es miembro oficial del equipo del colegio, aunque ocasionalmente, paso por la oficina del entrenador, para ver las nuevas estrategias que está planificando usar en el juego profundo.
A se me olvidaba contárselo, creo que mi esposo sospechaba algo, pero como lo tuvieron que operar de emergencia del corazón, por lo cual ha quedado inútil de todo lo demás.
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